3 de enero de 2006

LECTOR LUDI-13

El proceso, de Franz Kafka,
Un juguete que por veinte años desarmó y armó Guillermo Sánchez Trujillo
hasta descubrir su clave secreta


* Las mujeres-novela de Franz Kafka: América-la señora Tschissik, El proceso-Felice Bauer, El castillo-Milena Jesenská.

Por Iván Rodrigo García Palacios

El proceso,
Autor: Franz Kafka
Edición crítica (edición, introducción y notas) por Guillermo Sánchez Trujillo
Traducción del alemán: John Londoño Smith y Guillermo Sánchez Trujillo
Universidad Autónoma Latinoamericana, Medellín, 2005 (359 p.)

La buena literatura es como una juguetería (podría decirse el paraíso-biblioteca infinito de Borges) para un niño, para todos los niños lectores de la humanidad. Y jugar, sin olvidar que el juego es una de las cosas más serias y fundamentales de la existencia humana, fue lo que hizo durante más de veinte años Guillermo Sánchez Trujillo con uno de los juguetes más misteriosos y fascinantes de la literatura universal, El proceso, de Franz Kafka. Desarmarlo hasta sus mínimas piezas para luego armarlo con el plano original con el cual su autor lo construyó, pero que, por las razones que el lector sabrá cuando lea esta edición crítica, deliberadamente escondió en un laberinto de mil y un ardides y espejos, con la única finalidad de ocultar, como un tesoro, los materiales con los cuales creó y construyó aquel inmenso tesoro literario al que ahora podemos acceder, como Ali Baba, pues Guillermo Sánchez Trujillo ha encontrado un “Ábrete Sésamo”, que devela el secreto artificio o que, no faltará quien envidiosamente lo diga, sólo ha sido víctima de las mismas alucinaciones y fracasos de todos aquellos que han intentado descifrar la clave secreta de Kafka. Y digo esto último para contar un chisme: estaba de coordinador del desaparecido Literario Dominical, de El Colombiano, y se publicó el 22 de agosto de 2004 el ensayo: Cómo escribía Kafka. Así descifré el enigma de El proceso, en el cual, Guillermo Sánchez Trujillo, explicaba su descubrimiento y, a raíz de esa publicación, alguien, de la que sólo recuerdo que era posgraduada de la U. de A., y que estaba estudiando becada en los Estados Unidos, envió un correo electrónico en el que pretendía desvirtuar ese logro, considerándolo una futilidad que al igual que la tesis con la que ella se había graduado, no era más que un juego de interpretaciones sin más piso que el ser llamativas, truculentas y afortunadas, pero que nada tenían que ver ni nada aportaban a la parafernalia académica. Por mi parte, consideré, que lo que decía la corresponsal sobre su tesis, con toda seguridad, su comentario fuera válido, pero nunca con respecto al minucioso e intuitivo trabajo con el que Guillermo Sánchez Trujillo descifra las claves kafkianas. Sus ocultas razones tendría.

Así, y anotado lo anterior, se puede decir, que bien sea que Guillermo Sánchez Trujillo devele o alucine, o ambas cosas a la vez, lo más rico del paraíso, o juguetería, de las lecturas que se puedan hacer, de y sobre El proceso y la obra de Kafka, es que el juego continúa, es infinito, y el que ahora él propone es de los más deliciosos en los que he participado, pues, además de demostrar su plano definitivo, su mapa del tesoro, sobre cómo fue construida, por qué fue escrita y de dónde salen los materiales fuente que nutren la novela, también narra, con un familiar humor testimonial, todos y cada uno de los pasos del desarmado y armado, mostrando cada pieza con sus relaciones internas y externas, al igual que las guías y claves para armar y comprender el gran rompecabezas, eso, entre muchas otras cosas.

Y, puedo probarlo. Como consecuencia de mi privilegiada situación a mediados de 2004, tuve la oportunidad de discutir con Guillermo Sánchez Trujillo, las condiciones para la publicación de su ensayo, así que aproveché para pedirle que me diera la tabla de contenido, mejor dicho, el orden de los capítulos, con él que consideraba debía ser leído El proceso. Lo que hizo con su natural amabilidad, además de contarme que estaba en el proceso (en el mejor sentido kafkiano) de concluir la preparación de su edición crítica de la novela, ésta que ahora, casi un año después, ha salido publicada, para convertirse, sin exageraciones paisas, en la primera edición verdaderamente crítica de El proceso, en la que presenta las claves, el orden y los materiales fuente con que Franz Kafka escribió. Una primicia mundial que honra a un antioqueño, quien entrega en español lo que los mismos alemanes tendrán que esperar a ver traducido a su lengua original. Ahora, habrá que esperar a las reacciones que provocará su descubrimiento en el kafkiano ámbito de los críticos especializados en la obra de Franz Kafka, si es que la xenofobia no los enceguece.

Con aquellos datos y pistas me interné en aquel laberinto novelesco que me había asombrado, fascinado y desconcertado en mi lectora juventud, recobrando el instante epifánico de la primera lectura, al mismo tiempo que cayendo en el entusiasmado éxtasis de quien ha descubierto un gran misterio, y no era para menos, la lectura no era una relectura, era una nueva lectura, que si bien develaba el secreto, en ningún momento destruía su fascinación, aún mejor, me entregaba la posibilidad de continuar penetrando en el eterno misterio de las grandes creaciones humanas.

Y es esa misma lectura la que aquí recomiendo a los lectores ludi que, mejor, deben tomar en serio la advertencia que Guillermo Sánchez Trujillo les hace: leer la novela saltándose la introducción y las notas, para disfrutarla y asombrarse con su construcción original, que no será poca, ya que se encontrarán con más de una sorpresa al comprender y aclarar muchas de las confusiones que las ediciones comunes, que heredadas de la edición de Max Brod y de los editores alemanes, se han trasmitido de generación en generación, pero, que paradójicamente y gracias al poder de la escritura de Kafka, aún así, conserva su mágica fascinación. Será una experiencia increíble ver cómo este nuevo orden coloca en su propio lugar y les da su verdadero sentido a aquellos elementos, de apariencia inconclusos y herméticos, que impedían ver el bosque y que ahora resplandecerán con la real iluminación de Un sueño, y lo digo en homenaje a la reintegración del capítulo, con ese título, suprimido de la novela y convertido en cuento independiente, que ahora y leído en el lugar que le corresponde, descubre la íntima sustancia de la que está constituido Kafka, su infancia, su vida y su literatura, que es, como se entenderá luego, su propio ser.

KAFKA- NIETZSCHE
Una vez hecho lo anterior, el LECTOR LUDI deberá reemprender la lectura plena, introducción y notas incluida, para así, finalmente, comprender en su total magnitud a Kafka y su obra, quien, al igual que Nietzsche, hizo de su vida La Literatura, como bien lo explica, para el caso de Nietzsche, Alexander Nehamas en su libro Nietzsche, la vida como literatura (1), y para el caso Kafka, la deliciosa e íntima introducción de Guillermo Sánchez Trujillo en su edición crítica.

Y aquí, agrego de mi parte, que si bien la relación Kafka- Dostoievski, es el motivo central de la edición crítica de El proceso, no me aguanto las ganas de mencionar, así sea de paso, la relación Kafka- Nietzsche, con la que Daniel Desmarquest inicia su libro, Kafka y las muchachas (2), para mostrar cuando Kafka, a los diecisiete años, en el verano de 1900, seduce a la adolescente Selma con la lectura de Así habló Zaratustra, y deja, en el álbum de autógrafos de la muchacha, “el rastro más antiguo encontrado de puño y letra de Kafka”, con el cual inicia el protocolo amoroso que seguirá, con pocas variaciones por el resto de su existencia, y que con el choque violento de sus idealizaciones y sus miedos en la realidad, surgirá la totalidad de su literatura. O, para decirlo de otra manera, Nietzsche se convertía así en el primer tutor de Kafka “en el aprendizaje de las muchachas”, y, por que no, de su vida como literatura, como lo demuestra el hecho de que del desengaño amoroso de Nietzsche con Lou Andreas Salome, nace Zaratustra y que de las ilusiones y desilusiones amorosas que Kafka se provocaba a sí mismo, nacen la casi totalidad de sus escritos. Ahí queda abierta esa otra puerta.

Pero aún hay más, mucho más en esta edición crítica de El proceso. Adelantándome a las sorpresas, el lector se verá transportado al mundo novelesco de Dostoievski, Crimen y castigo, en primer plano, así como a sus personajes transustanciados (Roskolnikov-Josef K.-Kafka, o Sonia, Dunia y otras-Fräulein Burstner o Leni-Felice Bauer u Ottla Kafka, entre otros), a sus situaciones transplantadas e injertadas de una obra a la otra para germinar en raros frutos y, nunca finalmente, al gran escenario en el que Crimen y castigo representa para El proceso un gran palimpsesto dostoievskiano que amplifica, al infinito, la lectura de ambas novelas y rescata a Kafka como el gran artesano de la literatura, dotado de incomparable genio imaginativo y creativo que, en parte, se le ha negado en beneficio de un mito que, si bien nada le quita, opaca otros aspectos que lo engrandecen todavía más.

MUJERES-NOVELA
La lectura de la edición crítica de El proceso, será una experiencia deslumbradora para los lectores ludi y pienso que los aportes y descubrimientos de Guillermo Sánchez Trujillo son más que suficientes para asombrarse con la obra de Kafka, sin embargo, quisiera llamar la atención sobre un asunto que, además de ser importante en El proceso, también abarca el resto de su obra narrativa y es que en el origen y gestación de sus novelas y muchos de sus relatos, como una especie de materia prima antropófaga, está la presencia de una o varias mujeres con las que, si bien, la relación parecería casual, la imagen que de ella o ellas se formaba Kafka debía responder a unas particularidades específicas que sólo están confusamente claras en ese complejo y extraño universo emocional que dominaba las fuerzas eróticas, afectivas y creativas de Kafka y que lo obligaban a convertirlas en lo que llamo: mujeres-novela.

Sé bien que es innecesaria cualquier reafirmación sobre el papel que jugaron las mujeres en la literatura de Kafka, pero aún así, no resisto la tentación de reproducir una cita de la conferencia, Sus besos escritos, que el crítico polaco, Marcel Reich-Ranicki, pronunciara en Maguncia y Hamburgo en 1983, con motivo del centenario del nacimiento (3), y dedicada a la publicación del libro Cartas a Milena, que contiene la correspondencia completa, ordenada cronológicamente y con un apéndice con ocho cartas de Milena a Max Brod, además de la necrológica escrita por éste para Kafka y tres de las novelas por entregas de Milena y en la cual se reafirma ese fascinante misterio femenino que para Kafka entrelazaba su vida y literatura y que, por otra parte, amplifica el significado del trabajo realizado por Guillermo Sánchez Trujillo, tanto para su primer libro, Crimen y Castigo de Franz Kafka, Anatomía de El proceso, (4), como para la edición crítica de El proceso, que ahora se reseña:

“Así eran las mujeres que Kafka amaba, así debían ser: seres sin rostro que, precisamente por no tenerlo, podían excitar su fantasía con una fuerza especial y eran idóneas como pantallas de proyección de sus visiones. En su carencia permanente necesitaba no tanto personas reales del sexo femenino cuanto criaturas de su imaginación, principalmente. Pero éstas no podían surgir sin unos modelos reales, que, sin embargo, no debían ser ni demasiado claros ni demasiado próximos; y Kafka no tuvo ningún reparo en comunicárselo muy pronto y sin rodeos a su nueva pareja epistolar: a la “Milena real”, a quien enviaba sus cartas, opuso “la milena aún más real”, es decir, aquella que “se hallaba presente conmigo todo el día, en la habitación, en el balcón, en las nubes”.

La primera mujer-novela es América (El desaparecido, era su título original), empezada a esbozar a comienzos de 1912, cuando, en primer lugar, todavía está muy próximo a aquel enamoramiento “doloroso y secreto” por la señora Tschissik, actriz de una compañía de actores judíos, llegada del Este, “cuyo repertorio consiste en obras escritas en yídish, está dirigida por un tal Löwy (el mismo apellido materno), que se convierte en su amigo y le descubre la tradición de los judíos de Europa oriental”. Y, en segundo lugar, en la que intenta trabajar sin mayores éxitos a mediados de año, después de haber conocido a Grete, la Grete Kirchner, de Weimar, la Gretchen, el amor de los quince años de Goethe, revivida en aquel territorio sagrado, diferente a la Grete, Margarethe Bloch, la intermediaria que le envía Felice a Kafka un par de años después. La escritura de América se extenderá por mucho tiempo (las citas corresponden al libro, Kafka y las muchachas, de Daniel Desmarquest, ya citado antes).

Continuando con las mujeres-novela y como bien insiste Guillermo Sánchez Trujillo, las circunstancias que unen la vida y la obra de Kafka nunca son casuales, siempre existirá una relación de causalidad deliberada que, más que asombrar, aterra, y eso es lo que sucede con las mujeres que originan y nutren América, El proceso y El castillo.

Como lo ha demostrado Guillermo Sánchez Trujillo, se puede decir que las tormentosas relaciones de Kafka con Felice Bauer se consumaron en el gran palimpsesto dostoievskiano de Crimen y castigo que es El proceso, y en una extensa correspondencia, que se inicia a partir de la noche del 13 de agosto de 1912, noche que da origen al relato La condena, escrito de un tirón en la noche del 22 al 23 de septiembre, un poco más de un mes después, relato que le dedicará a ella y en el que extrañamente ya está prefigurada la tormentosa relación. Luego, para continuar con esta consumación, en los últimos días de noviembre de 1912, comienza a escribir La metamorfosis, relato también dostoievskiano. Y que, finalmente, concluirá, tras un largo silencio que se rompe en agosto de 1914, cuando empieza a escribir El proceso, causalmente, poco después de conocer a Grete, esta si Margarethe Bloch, la enviada de Felice, que se aparece ante Kafka con su estola de pieles, cual si invocara La venus de las pieles, de Sacher-Masoch (en la edición crítica se entenderá esta presencia), muchacha esta a la que también inserta en su laberinto amoroso, laberinto que se desata pronto con una traición por parte de ella, así como también, poco antes de que se lleve a cabo el tribunal en el Hotel Askanischer Hoff en Berlín, todo lo cual se relaciona con el inicio de la escritura de El proceso. Pero aún más, antes y para extrañas causalidades, en abril de 1914 ya había concluido la escritura de La metamorfosis, la que Kafka le regala a Grete y “en donde aparece una tal Grete”. Al final del relato, le señala Franz, esta “abandona a quien la necesita” (Kafka y las muchachas). Es así que la consumación definitiva se concreta a finales de 1914, cuando, tras muchas penurias, El proceso, tal como se conoce ahora, queda terminado. Si bien, la relación con Felice se prolonga hasta 1917, ella ya había salido de su literatura en aquel momento. Con la publicación póstuma de la novela en 1925, se inician el misterio y el mito. Claro que esa historia la cuenta mejor Guillermo Sánchez Trujillo en su edición crítica.

Y para finalizar con las mujeres-novela, he aquí a la hermosa Milena Jesenská, origen y materia de El Castillo. Si la relación de Kafka con Felice se consuma con Crimen y castigo, tres años más tarde, también con Dostoievski, pero esta vez es bajo su influjo, tienen origen su relación con Milena y la escritura de El castillo. “Al situar su encuentro bajo el signo de Dostoievski, cuya sombra planea sobre sus misivas, Kafka parece prefigurar lo que será su amor y se condena a repetir el papel del príncipe en El idiota: Milena dividida entre Pollak y Kafka, igual que Nastassia entre Rogogine y Mychkine. Un “trío” aciago, según expresión de Kafka” (Kafka y las muchachas). El inicio de sus relaciones y la traducción de El fogonero, en abril de 1920, da lugar a una inmensa e intensa correspondencia, la misma que y durante esos tres primeros meses está escrita bajo el influjo dostoievskiano, y que determina el encuentro de cuatro días, a finales de junio del mismo año, en el que se sucede la “media hora en la cama” que ella evocó un día en una carta, “con desprecio, como un relato masculino”. Encuentro éste en el que se rompe el contacto físico entre ambos y se reestablece la distancia de sus cartas que continuarán fluyendo inconteniblemente hasta el rompimiento definitivo, y hasta “que la inmensa facultad de animar”, escribe Kafka, produzca su efecto, y que del desastre nazca una obra maestra” (Las muchachas y Kafka).

Y esa “facultad de animar” se sucederá en los primeros meses de 1922, cuando Kafka inicia la escritura de El castillo. Y, para decirlo de nuevo con las palabras de Daniel Desmarquest en Las muchachas y Kafka: “Si el impacto de una muchacha se refleja en la obra, el de Milena guarda proporción con el fracaso que representa: la literatura va a trasformar esta pérdida en un libro grandioso hasta en su no conclusión. Es, claro, El castillo. Kafka abraza su destino transfigurándolo. Sería inútil preguntarse si Milena es la Frieda de la novela, la “rubia insignificante”, un poco “ajada”, con la que el agrimensor rueda por el suelo en medio de charcos de cerveza y suciedad, y si hay que ver en esta profanación el anverso negro de las cartas. Lo decisivo es que Kafka haya extraído de Milena la fuerza erótica de esta escena –“la escena erótica más hermosa-, dice Milan Kundera, que se haya escrito”.

Que más decir, sólo recomendar la lectura de las obras de Franz Kafka, tal y como lo recomienda Guillermo Sánchez Trujillo en la advertencia de su edición crítica. “desprevenidamente (...), y de esa manera no se priven del asombro que esta enigmática novela produce en el ánimo de todo el que la lee”.

Y, por supuesto, quedan ahí, abiertas pero secretas, esas otras dos mujeres-palimpsesto-novelas, a la espera de que otro Guillermo Sánchez Trujillo les dedique su existencia en develar sus claves y misterios.

BIBLIOGRAFÍA
(1) Alexander Nehamas, Nietzsche, la vida como literatura (Turner/Fondo de Cultura Económica, México, 2002)
(2) Daniel Desmarquest, Kafka y las muchachas (Editorial Edaf, Madrid, 2003)
(3) Siete precursores escritores del siglo XX, Marcel Reich-Ranicki, (Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2003)
(4) Guillermo Sánchez Trujillo, Crimen y Castigo de Franz Kafka, Anatomía de El proceso, (Universidad Autónoma Latinoamericana, Medellín, 2002)

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