23 de julio de 2019

Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, charlando entre amigos sobre la y algunas novelas del siglo XIX


Lectura en grupo.
https://elpais.com/elpais/2014/12/12/album/1418422523_273005.html


Cartas Abelardinas – 10
Pietro Citati, charlando entre amigos
sobre la y algunas novelas del siglo XIX


Medellín, 23 de julio 2019
Abelardo
¿Una lectura teológica?
Sobre Robinson Crusoe he leído infinidad de lecturas, desde interpretaciones políticas, sociales, económicas, religiosas, históricas, sociológicas, antropológicas, psicológicas, etc. y hasta literarias. Pero nunca había leído ninguna teológica y menos una en la que se narrara la teología de la creación de un nuevo mundo, pero, esta vez, de un mundo burgués, el de la burguesía del siglo XVIII, esa burguesía que por mucho tiempo se estuvo preparando en las sombras de las cortes europeas y bajo la protección de los reyes y los aristócratas que dependían de ella para endeudarse y pagar por sus excesos. Lo que siguió fue que esa burguesía, al fin, pudo cobrar a sus acreedores y sustituyó el poder de los monarcas y aristócratas al asimilar para ella el ejercer el poder sobre aquel mundo que sobrevivió o emergió de la Revolución Francesa.
Al empezar su libro, El mal absoluto, Pietro Citati, lo hace por Robinson Crusoe, la novela de Daniel Defoe y hace esa lectura teológica en un ensayo muy íntimo e imaginativo. Y así establece el tono de todo lo demás que le sigue.
Pero al leer ese primer ensayo me pareció “rarito” que en este nuevo Génesis y paraíso terrenal, cualquier mención a la mujer brillará por su ausencia y con ello todo lo que implica el mito de la procreación y, además, que la única compañía de Robinson fuera un salvaje, negro y caníbal. Es cierto que en la novela Daniel Defoe no incluye tampoco a ninguna mujer, pero se justifica en razón de la época y la trama, por supuesto, con la moral de la época en la cual escribe Daniel Defoe, pero ello no justifica el que en está época cualquier análisis y menos uno teológico como el de Pietro Citati, excluya a la mujer y al pecado en la reinvención de un mito del Génesis y del Paraíso de la versión bíblica.
Cuando siendo muchacho hice mi primera lectura de Robinson Crusoe, aquello me pareció una asombrosa aventura con la que jugar en la imaginación y la ausencia o la presencia de una mujer en ella como que no cuadraba con el juego de naufragar en medio del océano y sobrevivir para crear un mundo en una isla que no figuraba en mapa alguno.
Mucho después, y ya en la edad de la razón, una segunda lectura, junto con la lectura de unos cuantos ensayos y análisis críticos sobre la novela de Daniel Defoe, me parecieron interesantes todas esas interpretaciones interculturales, pero seguía sin extrañarme la ausencia de una mujer y esa relación de Robinson con Viernes.
Pero ahora estamos en la era del feminismo, la igualdad de hombres y mujeres, la diversidad de géneros sexuales, la igualdad de derechos y reconocimientos civiles y sociales para todos esos géneros y su derecho al matrimonio y a una familia, del “metoo” y “lo políticamente correcto”, en fin, en una era en la que la sexualidad domina y determina todos los discursos y narrativas, así que una nueva lectura de Robinson Crusoe y la lectura del ensayo de Pietro Citati, necesariamente me tuvo que llevar a notar esa ausencia de mujeres, serpientes y del árbol del bien y el mal.
Digo lo anterior, porque al leer los ensayos de Pietro Citati invitan a hacer las propias interpretaciones, deducciones y discursos.
También digo lo anterior para antojar a la lectura de un libro que hace una lectura, como dije atrás, íntima e imaginativa a la novela y a algunas de las más importantes novelas europeas del siglo XIX, el siglo de las grandes novelas. La lista de autores y las obras comentadas son un inmenso jardín de las delicias en el que los deseos son libros. Un paraíso alterno al de Borges.
Y los ensayos, que más que ensayos, son una interminable y fascinante conversación de amigos sobre sus novelas favoritas. Unos más breves y leves y otros más extensos y profundos. Pero, al final, la extensión no es criterio de importancia, sólo de Lectura Lúdica.


1


Después de Robinson Crusoe, la novela que sigue es El manuscrito encontrado en Zaragoza de Jean Potocki, una extraña novela que busqué inútilmente cuando todavía no existían las copias en pdf. El manuscrito, entre las incontables razones que dijo su autor lo motivaron a escribirla, la más asombrosa es aquella en la que dice que pretendió escribir una especie de Libro de las Mil y una noches, pero esta vez sobre los vuelos de la imaginación fantástica y tenebrosa europea. Además, y Potocki lo enfatiza, no lo escribio para imitar el clásico árabe, sino para superarlo. Y bien que lo logra sobradamente, pues, más que la imitación de los relatos de Sherezade, lo quePotocki crea es un género literario que ni ha sido imitado ni superado, pero del cual muy buena parte de la literatura fantástica se nutrió. Que lo digan Jorge Luis Borges y todos los cultivadores de los géneros fantásticos. Y, por supuesto, la búsqueda de los textos de El manuscrito, al igual que los textos rescatados de las Mil y una noches, tienen una historia azarosa y asombrosa.
El libro de Pietro Citati continua con Las afinidades electivas de Johann Wolfgang von Goethe:
Al escribir Las afinidades electivas, supone que las inclinaciones y las pasiones humanas están regidas por la misma necesidad que produce la flor o la rosa, una combinación química” (Pietro Citati, El mal absoluto).
Mejor dicho, esta fue una novela en la que Goethe quiso mostrar la acción de sus teorías científicas sobre la naturaleza en su manifestación y en las relaciones entre las personas, así como el funcionamiento de emociones, sentimientos, etc. Y, por supuesto, de cómo los personajes son y actúan impulsados por esas fuerzas de las que ni siquiera son conscientes: las afinidades electivas.


2


Las grandes novelas y los grandes autores del siglo XIX continúan el desfile por las charlas ensayos de Pietro Citati y me haría interminable, pero, si me gustaría decir otra cosa.
Una vez superada esa antesala de la lectura a esas tres grandes novelas, Pietro Citati empieza el resto de su libro.
En la primera parte hace la lectura de las novelas y autores que escribieron entre Jane Austen y Edgar Allan Poe. Ellos son: Thomas de Quincey, Honorato de Balzac, Alexandre Dumas, Robert Louis Stevenson, Nathaniel Hawthorne. Recuerdo la lectura que hizo Carlos Rincón de la novela de Gabriel García Márquez, Del amor y otros demonios, en la que juega un papel protagónico la novela de Hawthorne, La letra escarlata (Carlos Rincón, García Márquez, Hawthorne, Shakespeare, De La Vega & Co. Unltd., Serie La granada entreabierta, Instituto Caro y Cuervo, Santa Fe de Bogotá, 1999). Esa es otra sugerencia de lectura y lecturas.
La segunda parte esta toda dedicada a Los novios y a su autor, Alessandro Manzoni.
En la tercera parte, Citati charla sobre Dickens y Dostoievski y de este último desde el punto en que considera que Dostoievski fue “un lector ejemplar” de Dickens. Además, al hablar de Dickens no lo hace desde una de sus más populares novelas, sino desde aquellos escritores que al leerlas se asombraron sus modos y maneras y trucos de escritura y el juego fascinante de su narración y como esos discípulos los hicieron parte de su arsenal narrativo. Es eso lo que Citati analiza al hacer la lectura de las populares novelas de Dickens.
Dostovieski es uno de esos discípulos de Dickens. Él, como el inglés, se sumergió también en la Londres oscura y tétrica que sirve de escenario a Dickens y la que le enseña al ruso a sumergirse hasta ese subsuelo de la también oscura y tétrica, su San Peterburgo. Ese subsuelo que le da título a esas memorias miserables y delirantes o en el que Rodión Románovich Raskólnikov es asaltado por los delirios de grandeza y justicia. Dostoievski y su obra son motivo de una larga y profunda charla de Citati.
La cuarta parte la dedica a las novelas y autores que van de Flaubert a Tolstoi. De Flaubert destaca una se sus novelas más asombrosas: Bouvard y Pécuchet, la que a diferencia de las otras, tan compuestas y serias, provocan una risa contagiosa por la absurda naturaleza de los personajes y las razones de sus acciones.
En esta cuarta parte están también incluidos: Lewis Carroll, el Pinocho de Carlo Collodi, Nikolai Leskov un ruso y poco conocido por estos lares y el otro ruso, el gran León Tolstoi. Luego sigue con un hombre mediocre que escribió dos obras maestras de la novela, Giovanni Verga: Los Malavoglia y Maestro-Don Gesualdo. Y de nuevo a las novelas de aventura con Emilio Salgari y sus novelas que emocionaron nuestros años de juventud ganosa de aventuras, así fueran de la imaginación.


3


La quinta parte reúne a Stevenson y James, dos grandes de los que hay mucho que hablar.
Pero ahora solo quiero destacar que Pietro Citati dedica el último de los ensayos de su libro a Henry James, quien fuera también uno de los lectores de las obras de Charles Dickens. Allí Pietro Citati cuenta de sus lecturas de cuatro de los muchos y grandes relatos y novelas que Henry James escribió: Retrato de una dama, La musa trágica, Otra vuelta de tuerca y Las alas de la paloma.
Sin embargo, mi emoción al llegar a la lectura de las lecturas de Pietro Citati a las novelas y relatos de Henry James, se ensombreció al no encontrar la lectura que hubiera querido que hiciera a otra de sus novelas y que para mi era la de mayor interés por ahora, pues esa novela era una pieza clave para descifrar el enigma (que no misterio, el misterioso es Henry James) de la elaboración de la leyenda que Gabriel García Márquez y su círculo íntimo se inventaron para revestir de un halo mítico “la iniciación” y la escritura de Cien años de soledad. Y esa novela de Henry James es Los papeles de Aspern.
Resulta que esa leyenda ha tenido una y mil versiones desde la publicación de Cien años de soledad, muchas de ellas alimentadas por las versiones diferentes y variadas que han dado tanto Gabriel García Márquez y los miembros más cercanos de su círculo familiar, su esposa Mercedes Barcha y los amigos de la casa que estuvieron presentes durante la escritura de la novela. Y ni se diga, también los periodistas, comentaristas, académicos y hasta el perro y el gato, que han hecho astillas de esa versiones para cada uno inventar la propia.
Pues bien, este enigma se desveló el 24 de abril de 2007 en el Centro de Convenciones de Cartagena, cuando se realizó un homenaje a Gabriel García Márquez con motivo de sus ochenta años y los cuarenta de la publicación de Cien años de soledad. Ese día, Carlos Fuentes leyó un discurso en el que, en una primera parte y en términos generales y amplios, cuenta la génesis de la vida y obra de escritor de Gabriel García Márquez y de sus experiencias y amistades en México de 1962 a 1965, momento en el que inicia la escritura de Cien años de soledad y él se encierra por los siguientes doce, catorce o diez y ocho meses, no se sabe con exactitud, a escribirla.
En una segunda parte de su discurso, Carlos Fuentes hace un bucle para contar los detalles de aquel momento epifánico en el cual Gabriel García Márquez fue “asaltado” por la visión de la totalidad de Cien años de soledad y de cómo escribirla.
Luego de una mención a lo kafkiano de la situación, Carlos Fuentes empalma con unas enigmáticas referencias que, al analizarlas, resultan directamente conectadas con unas cartas y la novela de Malcolm Lowry, Bajo el volcán y que trazan la escenografía en la que sucede la epifanía de Cien años de soledad. Pero esa es otra historia tan enigmática y fascinante, la que ya conté en un viejo escrito de 2008. Lo que importa ahora es lo que Carlos Fuentes cuenta de lo que hicieron él y Gabriel García Márquez, a partir de aquella epifanía:
"Yo regresé a Europa en 1966 y me instalé en un palazzo veneciano para ver qué se sentía al ser Henry James, aunque sin esperanzas de emularlo. Fue una temporada de intenso intercambio epistolar con los amigos, en aquella época anterior -muy anterior- al fax, al e-mail. Gracias a ello, conservo un maravilloso correo con Gabo en los momentos de la redacción de Cien años de soledad".
Obvio, la referencia a Henry James y a “un palazzo veneciano”, es una referencia a la novela de James, Los papeles de Aspern. Leer e interpretar para creer.
Ese discurso fue publicado íntegro en la edición especial de Cien años de soledad que hizo la RAE con motivo de los cuarenta años de su publicación.


4


De mi lectura de El mal absoluto de Pietro Citati lo más sorprendente estuvo al final y me proporcionó un malévolo placer. ¿Porqué Pietro Citati incluyó al final de su libro dedicado a la novela y las novelas del siglo XIX un Epílogo dedicado a un supuesto libro científico, La interpretación de los sueños de Sigmud Freud?
Ya antes, al hablar de Giovanni Verga, Pietro Citati había destacado el que un hombre mediocre como él hubiera sido capaz de escribir dos obras maestras.
Pues bien, al empezar a hablar de Freud, Citati se refiere a él como un hombre mediocre, pero también mezquino y afeminado. Y al hablar de La interpretación de los sueños, descarta por seudocientíficos todo aquello que Freud pretendió hacer pasar por ciencia psicológica. Sin embargo, a ese hombre mediocre y mezquino, Citati le reconoce el haber vuelto importante aquello que algunos científicos le atribuyen como genial intuición: el inconsciente.
Pero, he aquí la paradoja y la ironía, lo que Citati hace es atribuir a la gran habilidad de lector literario el haber visto en sus lecturas las referencias al inconsciente, ese aspecto de la psicología humana que ya había sido anticipado desde los filósofos naturales griegos hasta los científicos más contemporáneos dedicados a la investigación de las enfermedades mentales, antes y durante los tiempos de la formación del Freud del psicoanálisis. Lo mismo puede decirse del amplio bagaje de lecturas literarias de Freud.
Así pues que, el mérito de Freud no fue el haber descrito un concepto científico, sino el haber usado sus habilidades de vendedor de ilusiones para venderle a la ciencia psicológica del siglo XX la más adictiva tendencia y la herramienta interpretativa más asombrosa: el inconsciente y con él, el psicoanálisis.
Lo más asombroso de todo esto es que Freud lo logró, como lo dije, por su gran habilidad de lector, al usar aquel mundo de tinieblas y sombras que los grandes poetas y narradores ya habían visto en lo más profundo de los seres humanos y con las que construyeron las profundidades de sus poemas y personajes. Y fueron esas referencias literarias e históricas las bases sobre las que Freud edificó el psicoanálisis.
La interpretación de los sueños está repleta de una abundante serie de citas y alusiones literarias –Sófocles, Virgilio, Shakespeare, Goethe– que demuestran hasta qué punto la inmersión onírica despertaba el fuerte sentido mítico de Freud. Estas citas –no los discursos y las definiciones intelectuales– tienen el deber de expresar su intuición del inconsciente” (Pietro Citati, El mal absoluto, p.381).
Eso explica el por qué Pietro Citati incluyera La interpretación de los sueños y a Freud en su libro sobre la novela y las novelas, esa que fue la más importante de las obras de Freud y la que dio origen al psicoanálisis, pues resulta que esa es una obra de interpretación literaria y no un tratado científico.
Y que no se diga que no lo dije, La interpretación de los sueños también es una obra en la que Freud no solo usó muchas de sus lecturas hasta entonces, sino que también se guardo de reconocer el debido crédito a la procedencia de algunas lecturas. Ese fue el caso del aprovechamiento que hizo del libro del padre de una de sus pacientes y un reputado e importante historiador de la filosofía y de las ciencias antiguas: Theodor Gomperz y de su libro La interpretación de los sueños y hechicería. Por alguna razón, solo quince años después de publicar La interpretación de los sueños Freud hizo el debido y necesario reconocimiento de esa fuente en la que fundamentó su propio libro:
En la edición de 1914, Freud agregó la siguiente nota:
Artemidoro de Daldis, nacido probablemente a principios del siglo II de nuestra era, es quien ha realizado y nos ha transmitido el trabajo más completo y minucioso acerca de la interpretación del sueño en el mundo grecorromano. Como resalta Th. Gomperz (1866, Traumdeutung und Zauberei [Interpretación de los sueños y brujería], p. 7-8), este autor insistía en la necesidad de fundar la interpretación de los sueños en la observación y la experiencia, y distinguió rigurosamente su arte tajantemente de otras artes, calificadas como engañosas. Según la exposición de Gomperz, el principio de su arte interpretativo es idéntico al de la magia: el principio de la asociación. Un objeto onírico significa aquello que evoca. Entiéndase bien, lo que evoca al intérprete del sueño. De este modo resulta ser una fuente incontrolable de arbitrariedad e incertidumbre la circunstancia de que el elemento onírico pueda evocar al intérprete diversas cosas, y algo diferente a otros intérpretes. “La técnica que expongo en lo que sigue se aparta [distingue] de la de los antiguos en un punto esencial, a saber, el que asigna al propio soñante (dem Traümer selbst) el trabajo de interpretación (die Deutungsarbeit). No pretende considerar lo que se le ocurre al intérprete (Traumdeuter) respecto al correspondiente elemento del sueño (zu dem betreffenden Element des Traumes), sino qué se le ocurre al que ha soñado”. Sin embargo, según recientes informes del misionero Tfinkdji (1913, “Essai sur les songes et l’art deles interpréter (onirocritie) en Mesopotamie”, Anthropos, 8, p. 516-517 y 523), al parecer también los modernos intérpretes de sueños (oniromantes) del Oriente recurren en gran medida a la colaboración del soñante y requieren su cooperación. Acerca de los intérpretes de sueños entre los árabes de Mesopotamia, cuenta que [aquí Freud da la cita en la lengua original francesa en el original, yo traduzco]: «Para interpretar correctamente un sueño, los oniromantes más hábiles se informan acerca de aquellos que los consultan, de todas las circunstancias que consideran necesarias para una acertada explicación. [...] En pocas palabras, nuestros oniromantes no dejan que se les escape circunstancia alguna, y no dan la interpretación deseada antes de haber entendido perfectamente y asimilado todas las interrogaciones deseables». Entre estas preguntas se incluyen, por lo regular, las referentes a datos exactos [informaciones precisas] sobre los familiares más próximos (padres, mujer, hijos), así como la típica fórmula: «habuistine in hac nocte copulam conjugalem ante vel post somnium?» (“¿Has copulado con tu mujer antes o después del sueño?”). «La idea dominante en la interpretación de los sueños consiste en explicar el sueño por su opuesto» (Sigmund Freud, La interpretación de los sueños, capítulo II, nota 10).


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En fin, la lectura que hace Pietro Citati de cada una de las novelas y de los autores de los que habla en su libro, es un delicioso asombro, una manera de lectura, como dije al principio, íntima e imaginativa, pues no es la formal lectura de los académicos, sino la gustosa lectura que compartimos con los amigos en charlas interminables.
He dicho todo esto para mandarte el pdf y antojarte a sacrificar el poco tiempo libre a esta lectura que si bien te da en el blanco de tu gusto actual por el ensayo, también te retorna al modo de lector de novelas, ese relato infinito de la humanidad que los grandes y los pequeños genios convierten en novela.
Y no me digan que todo esto no es motivo para sentir los más intensos placeres, de los buenos y de los malévolos, pues la lectura del libro de Piero Citati es un placer de principio a fin.
Como ves, he escrito todo esto con el pretexto de mandarte la copia en pdf del libro.
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.

10 de mayo de 2019

Cartas Abelardinas – 9



El Bosco, Jardín de las delicias, detalle.
https://www.elconfidencial.com/cultura/2014-07-25/de-quien-es-el-bosco_167647/

Cartas Abelardinas – 9

Si las culturas humanas presentan una apariencia de gran diversidad, es porque de las múltiples combinaciones de una selección restringida de rasgos culturares fundamentales puede surgir un número exponencial de formas culturales” (Stanislas Dehaene, El cerebro lector. Últimas noticias de las neurociencias sobre la lectura, la enseñanza, el aprendizaje y la dislexia, Siglo XXI, Buenos Aires, 2017, p. 359).

Medellín, viernes 10 de mayo 2019
Abelardo
Instintos, emociones, deseos y/o apetitos, sentimientos, pensamientos, esos son los distintos mecanismos cerebrales con los que identificamos y definimos nuestros comportamientos y conductas. Además y según la psicología, son los estados por medio de los cuales nos conocemos a nosotros mismos y conocemos todo aquello que nos es externo. Mejor dicho, somos, y todo lo que es lo es, porque sentimos. Hay que distinguir que para la psicología las emociones son estados y que para las neurociencias son funciones cerebrales.
No me explico cual es el problema de los filósofos, humanistas, psicólogos, sociólogos, antropólogos, etnólogos, con la evolución. Para ellos es imposible que la materia pueda producir seres humanos tal y como los conocemos y hasta desconocemos. Mejor dicho, les cuesta aceptar lo que son y hacen los humanos y que son el resultado de la evolución de la materia. El resto, esa inasible “materia” de los pensamientos, los sentimientos, el amor y tantas otras cosas no son otra cosa que lo que los humanos dicen que son, por más que traten de sostener eso de que el alma o el espíritu o la mente, son una sustancia diferente y “sobrenatural”.
Lo otro es aquello de que las emociones son muchas cosas a la vez y, a veces, ninguna, pues, a la hora de la verdad, las diversas expresiones que se llaman emociones también hacen parte de todo aquello llaman sentimientos, afectos, pasiones, amor, amistad, en fin, innumerables variedades de las emociones o de estados emocionales o de estados anímicos, en fin, sutilezas que afectan por igual lo que el cuerpo siente y lo que se dice de esos sentires. Y, por supuesto, el sentir y las emociones son el resultado de múltiples y complejas funciones cerebrales que generan estados psicológicos.
Pues resulta que todo ello es y una la misma cosa, sólo que lo que se pudiera considerar como la emocionalidad y lo mismo que la intencionalidad, son asuntos que para las ciencias sociales, humanistas y psicológicas son conceptos y definiciones de estados de ánimo. En cambio, para las neurociencias es el estudio de funciones cerebrales, entre otras cosas, muy complejas y variadas, como que el cerebro utiliza diversas estructuras y circuitos neuronales para distintas funciones, las que van desde la simple reacción a un estímulo que provoca placer o dolor o una emoción primaria. Reacciones que provocan estados de ánimo de alegría o satisfacción o plenitud, por el lado del placer. O que provocan miedo o ira o repugnancia, mejor dicho, el rechazo o repulsión a cualquier estímulo que provoque dolor en las estructuras sensoriales y cerebrales que perciben los estímulos que afectan el cuerpo, por ínfimo que este sea, esto por el lado del dolor.
Una vez se se produce el estímulo, las funciones cerebrales para las expresiones emocionales son tan diversas y variadas, así como lo son las intensidades con las que se siente y como son de diversos los objetos de los que se percibe y siente alguna sensación. Cuanto más complejo es el conjunto de estructuras y funciones cerebrales que intervienen en la sensación, más complejo será aquello que se siente: estados de ánimo de tal sutileza que se ha dado una identificación y definición a muchos de ellos. A su vez, de ahí se deriva la complejidad y variedad de los conceptos y definiciones de los estados de ánimo que estudian la psicología y las demás ciencias humanísticas y sociales.
hasta la más confusa de todas: el amor.
Pero las cosas han empezado a cambiar, a veces vertiginosamente, desde que las ciencias han desarrollado las herramientas adecuadas para estudiar los aspectos más complejos del cuerpo humano y sus comportamientos, tanto los evidentes como aquellos más sutiles y ocultos a la simple observación. Es así que el estudio del cerebro está desvelando “los misterios” de ese órgano del cuerpo hasta en su más mínima expresión.
Propongo un par de lecturas de iniciación en estos asuntos de las emociones y los sentimientos … inmanentes y trascendentes:
En 1996 el francés Joseph LeDoux, publicó su libro El cerebro emocional en un momento en el que filósofos, humanistas, psicólogos, sociólogos, antropólogos, etnólogos, etc. no se ponían de acuerdo sobre la naturaleza de las emociones y menos sobre los sentimientos, pasiones, en fin, sobre la propia naturaleza del sentir.
[…] los cimientos que forman las emociones son mecanismos neuronales que controlan las interacciones con el entorno, sobre todo las conductas encargadas de los problemas fundamentales de la supervivencia” (Joseph LeDoux, El cerebro emocional, Ariel, Buenos Aires, 1999, p. 138).
Por la misma época, Antonio R. Damasio, neurocientífico portugués que desde 1976 ha investigado y estudiado de manera especial las relaciones entre emociones, sentimientos y pensamientos y el procesamiento de decisiones, mejor dicho los mecanismos de la cognición y la supervivencia.
Las emociones proporcionan un medio natural para que el cerebro y la mente evalúen el ambiente interior y el que rodea al organismo, y para que respondan en consecuencia y de manera adaptativa” (Antonio R. Damasio, En busca de Spinoza, Neurobiología de la emoción , y los sentimientos, Crítica, Barcelona, 2009, p. 56).
El primero de sus libros, el que le atrajo una gran atención tanto de parte de la comunidad neurocientífica como en las demás ciencias humanas y, de manera destacada en el ambiente popular, fue El error de descartes. La razón de las emociones, porque en él confronta el dualismo cartesiano y afirma la evolución como la razón del desarrollo de las actividades y habilidades cerebrales que hacen a los humanos, tal como lo propondrá desde entonces y hasta su último libro, Y el cerebro creó al hombre. ¿Cómo pudo el cerebro generar emociones, sentimientos, ideas y el yo?
Y no son los únicos neurocientíficos que han estudiado estos asuntos, sólo que estos dos que sugiero leer son un buen material de iniciación para aquellos que disfrutan explorando sobre “los misterios” de la naturaleza humana y despejando supersticiones de conocimientos.
En fin, el asunto es para largo, pero de momento lo deja ahí. Como decía el viejo Alfred Hitchcock: “Felices sueños”.
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.



2 de mayo de 2019

Cartas Abelardinas – 8




Michelangelo Merisi da Caravaggio, Medusa.
https://italyxp.com/en/blog/florence/uffizi-gallery-art-florence


Cartas Abelardinas – 8


¿Qué diferencia a los pensamientos de los sentimientos?
En cierto sentido, los sentimientos emocionales conscientes y los pensamientos conscientes son muy parecidos. Ambos comportan la representación simbólica en la memoria de trabajo de procesos subsimbólicos llevados a cabo por mecanismos que funcionan inconscientemente. La diferencia entre ellos no se debe al mecanismo que se encarga de la parte consciente, sino a dos factores distintos. Uno de ellos es que los sentimientos emocionales y los meros pensamientos son generados por mecanismos subsimbólicos diferentes. El otro es que en los sentimientos emocionales intervienen muchos más mecanismos cerebrales que en los pensamientos” (Joseph Ledoux, El cerebro emocional, Ariel/Planeta, Barcelona, 1999, p. 337).


Medellín, viernes 3 de mayo 2019
Abelardo
Como lo dije en la carta anterior. La teoría dualista de Descartes predominó en la filosofía y en las ciencias humanas como concepto dominante en la concepción de la naturaleza del ser humano. En consecuencia, todo aquello que no tenía una explicación física o biológica, se lo adjudicaban al alma y todavía.
Pero más asombroso que esa paradoja es el hecho establecido de que somos y hacemos lo que somos y hacemos porque sentimos. La conciencia es el sentir que se siente y, a partir de ese sentir, se da el sentido, o sea, construimos aquello que decimos de algo que es lo que es, algo así y para decirlo con más pretensiones, eso que hace la cognitividad.
Desde Platón y Aristóteles se propusieron numerosas teorías para definir y explicar las emociones y todos los aspectos relacionados con ellas en el comportamiento humano, la mayor parte de ellas coincidentes en la incidencia que ellas tenían sobre el comportamiento moral de los humanos, aquello del bien y del mal. Los humanos son buenos o malos según se comporten y manejen sus emociones.
Y aquí habría que decir que los aspectos relacionados con las emociones son: desde el instinto, las emociones propiamente dichas, los deseos y/o apetitos, los sentimientos, las pasiones, ese es el principio y desarrollo de la conciencia, lo consciente y la cognitividad, el proceso de elaborar conocimiento.
Son todos esos aspectos los que de una manera general o específica han sido motivo de las teorías de las emociones o de las pasiones.
En la modernidad se presentan las dos primeras teorías más conocidas sobre las emociones. La una, la de Descartes (1596-1650), la cual la propuso en su última obra publicada, Las pasiones del alma (1649) que, como lo muestra el propio título, mantiene la postura del filósofo sobre la dualidad cuerpo y alma.
La otra. La de Spinoza (1632-1677) quien, en primer lugar critica y se opone al dualismo de Descartes en todos sus términos en su obra Principios de filosofía de Descartes. Pero para nuestro asunto, importa la crítica y objeciones que Spinoza hace a la teoría de las pasiones de Descartes, las que expone, sin siquiera mencionarlo, en la propia teoría de los afectos que Spinoza detalla en las partes tres y cuatro de la Ética demostrada según el orden geométrico. Véase lo que dice en el Prefacio de la Parte tercera:
La mayor parte de los que han escrito acerca de los afectos y la conducta humana, parecen tratar no de cosas naturales que siguen las leyes ordinarias de la naturaleza, sino de cosas que están fuera de ésta. Más aún: parece que conciben al hombre, dentro de la naturaleza, como un imperio dentro de otro imperio. Pues creen que el hombre perturba, más bien que sigue, el orden de la naturaleza que tiene una absoluta potencia sobre sus acciones y que sólo es determinado por sí mismo”(Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico, Parte tercera: Del origen y naturaleza de los afectos, Prefacio).
Estas dos posturas dominarán el ámbito filosófico y científico en los siglos posteriores y serán variadas las teorías de las pasiones o de las emociones que se proponen. Sin embargo, será en la segunda mitad del siglo XIX cuando se presente la gran teoría que cambiará el ámbito filosófico y científico en la concepción de la naturaleza humana.
En 1859 Charles Darwin publica su obra El origen de las especies y con ella subvierte toda la historia del hombre que pasa a ser uno más de los seres vivos y el resultado del proceso de evolución de la materia viva. Si bien, luego de esa obra de Darwin ya era imposible sostener y mantener el dualismo cuerpo-alma de Descartes, con su siguiente obra, Expresión de las Emociones en los Animales y en el Hombre (1872), Darwin sentaría los fundamentos para la investigación y el estudio de las expresiones de las emociones y una teoría de las emociones que, si bien, condicionó la visión evolutiva de las emociones y sentimientos, por la complejidad de los temas, todavía tendría que esperar casi un siglo para que se aceptara y validara.
No faltaron los psicólogos que usaron los fundamentos de las teorías de Darwin para proponer sus teorías de las emociones como procesos cerebrales. En 1884, William James (1842-1910) y en 1885, Carl Georg Lange, el primero en Harvard y el segundo en Viena y de manera independiente, propusieron sus teorías sobre las emociones como la interpretación y respuesta en la corteza cerebral a los estímulos que provocan las emociones.
Lo que siguió, desgraciadamente, fueron dos sucesos separados pero de consecuencias funestas. El uno, un retroceso en la concepción de la naturaleza humana. El otro, la condena al silencio de la vida y la obra de un psicólogo ruso que propuso una concepción de la psicología desde los fundamentos neuronales, así como una teoría científica de las emociones.
El primero de esos sucesos es Sigmund Freud (1856-1939), quien tuvo la fatal ocurrencia de volver a proponer una teoría dualista cuerpo y alma para la investigación y estudio de la psique con su psudocientífica teoría del psicoanálisis, en la que, como Descartes tres siglos antes, trataba de encontrar aquello que unía cuerpo y mente y como Descartes, lo único que logró fue generar confusiones que todavía hoy no ha sido posible erradicar de la cultura científica y popular, todo porque las teorías y los manejos que Freud le dio a su propuesta la volvió tan popular que se tomó por asalto la práctica psicológica, así como la enseñanza académica, con lo que relegó las demás teorías psicológicas a un segundo plano … hasta hace algún tiempo que se inició la denuncia de la inutilidad del psicoanálisis como teoría y práctica científica.
El segundo suceso. Lev Vigotsky (1896-1934) quien trabajó en su Teoría de las emociones entre 1931 y 1933. Desgraciadamente toda su obra fue condenada al silencio total por el régimen stalinista. Lev Vigotsky se preocupo por estudiar la naturaleza humana desde la naturaleza del cuerpo y tuvo cuidado de estudiar las teorías evolucionistas de Charles Darwin y Herbert Spencer y tener en cuenta las teorías psicológicas de la emoción de C. G. Lange y William James, quienes, respectivamente, las habían propuesto en 1884 y 1885. Solo a finales de los años cincuenta y comienzos de los sesentas, empezó a romperse el cerco y la obra de Lev Vigotsky fue conocida en Europa y sus propuestas empezaron a influenciar los desarrollos de la psicología, subvirtiendo la dominante y perversa influencia de Freud y del psicoanálisis en el desarrollo científico de la psicología en todo el mundo.
Durante el siglo XX, filósofos, humanistas, psicólogos, sociólogos, antropólogos, etnólogos, investigaron y estudiaron las emociones y sentimientos humanos a partir de esas dos propuestas, dualistas unos y evolucionistas otros, pero sin llegar a nada concreto, pues las ciencias biológicas y del cerebro todavía carecían de las herramientas tecnológicas que les permitieran observar el funcionamiento del cerebro en tiempo real y en directo, lo cual empezó a suceder a finales del siglo y que en lo que va corrido del siglo XXI, ha logrado importantes descubrimientos y avances en las ciencias y las tecnologías en las que se fundamentan las neurociencias para sus investigaciones y estudios.
Vale la pena anotar que aun con todos esos avances, algunos filósofos, humanistas, psicólogos, sociólogos, antropólogos, etnólogos, todavía polemizan al establecer la naturaleza del ser humano como cuerpo y alma, es decir, esa dificultad para aceptar que todo en la naturaleza humana es el resultado de la evolución de la materia. Por su parte, los problemas a los que se enfrentan los evolucionistas son aquellos problemas para los que todavía no han sido desarrolladas las herramientas adecuadas para realizar sus investigaciones y estudios.
Pero, dejemos así por ahora, en la próxima carta hablaré de esos avances en las neurociencias.
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.



26 de abril de 2019

Cartas Abelardinas – 7



Mayo del 68
https://cgq-cl.blogspot.com/2010/11/mayo-de-1968.html


Cartas Abelardinas – 7


El amor se buscaba en nuestros ojos, uno al otro, más veces que la atención se dirigía al texto” (Pedro Abelardo, Historia Calamitatum. Cartas de Abelardo y Eloisa. Traducción de Cristina Peri Rossi. Palma de Mallorca: Olañeta Editor, 1982. Cita tomada del libro de Eduardo López Jaramillo, Cuando escuches de grandes amores, El Arca perdida Editores, Pereira 2014..


Medellín, jueves 25 de abril 2019
Abelardo
Hablemos algo de la historia del deseo y de las pasiones y de lo que estos tienen que ver con la política.
A mediados del siglo XX dos filósofos franceses hicieron una lectura de la vida y la obra de Spinoza que les significó una experiencia que afectaría profundamente su propia vida y obra. Ambos, por coincidencia, compartían puntos en común. Para ambos, esa lectura estuvo marcada por sus lecturas de Spinoza, de Marx y de Freud. Para ambos, el meollo de la cuestión eran los afectos: emociones, sentimientos, pasiones y, por supuesto, el deseo, conatus, que para Spinoza era la esencia y fuerza vital de la vida humana. Ambos buscaban la sustancia, la materia, el cuerpo, con los cuales sustentar la encarnación, el cuerpo humano, de sus propuestas teóricas. Ellos estaban en la saga del materialismo desde Demócrito, Epicuro, Lucrecio, a Spinoza y a ese pandemonio de demonizaciones que se desató desde el siglo XVII hasta nuestros días contra aquellas propuestas.
Esos dos filósofos fueron:
El uno, Louis Althusser, quien orientó sus propuestas hacia la filosofía marxista de la historia y de la política. El otro, Gilles Deleuze, que se orientó hacia la filosofía práctica. Y, además, tuvieron otro punto en común, su vida y obra tuvo un profundo impacto en el desarrollo de la filosofía de finales del siglo XX y son numerosos su discípulos y estudiosos que también produjeron obras impactantes.
De ese humano deseante político o vital que Althusser y Deleuze interpretaron en su lectura de Spinoza y que tanto impacto tuvo en las teorías políticas y sociales de finales del siglo XX, al humano del siglo XXI manipulado en sus deseos por poderosas tecnologías, no son muchos los años pasados, pero sí mucha la ciencia y muchas las tecnologías desarrolladas para provocar, determinar y dirigir los deseos y voluntades de los individuos y las comunidades.
Es necesario aclarar que cuando hablo del deseo también hablo de las emociones, los sentimientos, las pasiones, positivas y negativas, pues esos son los mecanismos sensuales identificados como procesos propios del cuerpo, del cerebro y de la mente para aprehender, conocer, interpretar, etc. aquello que siente o sea ese proceso que lleva del sentir al pensar.
No es un asunto reciente, ya en la antigüedad clásica los filósofos de la naturaleza habían planteado las definiciones y explicaciones, las certezas y prejuicios, sobre el sentir, las que se dieron desde un punto de partida meramente intuitivo y empírico que son las mismas que que han validado y controvertido las recientes investigaciones y descubrimientos de las neurociencias y otras ciencias que estudian la naturaleza, funcionamiento y expresión de esa sensualidad del cuerpo, el cerebro y la mente y la evolución cultural e histórica de tales definiciones y explicaciones, las que persisten en la cultura. Sin embargo, persiste otra, aquella que se niega a aceptar y a reconocer que todo lo que es y hace el ser humano es el resultado de la evolución y no del lo humano que “concibe al hombre dentro de la naturaleza como a un imperio dentro de otro imperio”, como lo denunció Spinoza. O sea, que la evolución cultural es el resultado de la evolución biológica.
Claro que, para los primeros teorizadores de la naturaleza humana, los griegos y, desde ellos, para todos los que han teorizado hasta nuestros días, el deseo, las emociones, los deseos, los sentimientos, las pasiones y todos los comportamientos relacionados, han sido un aspecto complejo y complicado de la naturaleza de los humanos, pues, en primer lugar, son poderosos determinantes de las acciones y de los estados del ánimo, hasta el punto de ser los grandes motivadores, pero también los obstáculos para la expresión del homo racional y, peor aun, un impedimento para la realización de los aspectos más trascendentales que se esperan de esa naturaleza humana: el espíritu.
En fin, Platón definió el deseo como Eros, el demonio del deseo, ese intermediario entre la materia de la carne y su idea de espíritu, esa fuerza que eleva el alma hacia las maravillas de las ideas o que precipita al cuerpo hacia la degeneración de la carne. También dijo que era carencia y astucia. Esa definición determinó todas las que de allí en adelante se han propuesto, hasta hoy.
Sin embargo, en ese largo camino del conocimiento de la naturaleza, por allá en el siglo XVII, Spinoza dio la mejor definición y explicación de lo que es del deseo: la esencia del ser humano. Además, ofreció una explicación del funcionamiento y del manejo que las personas y las comunidades pueden hacer de sus emociones, apetitos y/o deseos, sentimientos, pasiones. Pero más que eso, dijo que la alegría es la fuerza que aumenta la potencia. Y, lo mejor, dio la solución para los males anímicos: un afecto negativo se puede remplazar por un afecto positivo, o sea, la tristeza se sustituye con una alegría. En fin, un vademecum para la salud del aliento vital, que era lo que los filósofos griegos pretendían con su filosofía: la salud de su propio cuerpo y espíritu y los de todos y, con ello, la salud de la comunidad.
Hay que tener en cuenta que Spinoza en la Ética se opone y critica la propuesta que hace Descartes en su libro Las pasiones del alma. Desgraciadamente, la demonización de Spinoza y su obra, impidió que sus propuestas fueran reconocidas y aplicadas por los filósofos y científicos posteriores. De no haber sido así, no se hubiera consagrado el dualismo cartesiano que ha dominado desde entonces la concepción de la naturaleza humana. Pero eso merece otra carta.
Afortunadamente, las cosas están cambiando y ha sido precisamente la visión de Spinoza la que ha seguido el neurocientífico Antonio Damasio para sus investigaciones sobre las emociones y los sentimientos y cuyos resultados han sido aceptados por la comunidad científica … hasta ahora. Y también ha sido el materialismo de la evolución el que sustenta las investigaciones y descubrimientos de tantos otros científicos que exploran en lo por conocer de la naturaleza humana.
Mejor dicho, en estos asuntos pasionales, las cosas se han movido entre dios o el diablo. Y ese será el motivo de la próxima carta.
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.




18 de abril de 2019

Cartas Abelardinas – 6




https://www.vix.com/es/btg/tech/14814/conoces-el-verdadero-significado-detras-de-algunos-de-tus-emoticones-favoritos


Cartas Abelardinas – 6


Medellín, miércoles 17 de abril 2019
Abelardo
Hablemos de la dictadura del deseo que complementa ese asunto de la política de la carta anterior.
A manera de continuación:
Sin embargo, hay otra amenaza peor aun, más que para el patriarcado para la propia humanidad. Nada nuevo, pero si nueva en su forma de irrupción e invasión, no en la política y en los asuntos del poder, sino en el propio futuro de la humanidad Es eso que llamo: la dictadura del deseo.
Para Platón y todos los platónicos desde entonces, el deseo es carencia. Para Spinoza el deseo es potencia, conatus, perseverar, la producción de sí mismo. Y en esa diferencia cabe todo un mundo.
Para Laurent Bove son tres “las entradas” por las que Spinoza platea el problema de la servidumbre:
La definición del hombre como deseo, la ilusión inmediata de su libertad (como libre albedrío), su comportamiento espontáneamente finalista en su búsqueda de la utilidad propia, son las tres entradas al problema de la servidumbre” (Lauren Bove, La estrategia del conatus. Afirmación y resistencia en Spinoza, Tierradenadie Ediciones, Madrid, 2009, p. 182).
No es que ahora se haya dejado de utilizar la violencia y el miedo como las armas con las que los poderosos intimidan, someten y dominan a los individuos y a las comunidades. No, todavía siguen siendo armas tan poderosas como las propuso Maquiavelo y que, antes que él, fueron utilizadas en todos los imperios y en las grandes civilizaciones. A ello deben el haber sido grandes y, por supuesto, la causa de su caída y la emergencia de otras.
En fin, junto con la violencia y el miedo, también ha operado otros dispositivos de sometimiento y dominio. Ya los había denunciado Epicuro: la superstición y el miedo a la muerte, o sea, los fundamentos sobre los que se organizan las religiones. Las religiones han sido y continúan siendo la herramienta que someten y dominan a los individuos y las comunidades al poder desde la misma cuna y por el resto de la vida, pues con el adoctrinamiento se condicionan los comportamientos y la voluntad. Ese es un tema sobre el que existe amplia información y virulentos debates, así que ahí lo dejo. A manera de ejemplo, la lectura que hace Spinoza de Epicuro y la que hace Marx de Epicuro y de Spinoza. Todo un asunto para los neo-marxistas desde Althusser.
Pero lo que si ha cambiado desde la antigüedad es que a esos dispositivos de sometimiento y dominio de la voluntad se le ha agregado otra arma más poderosa: las nuevas tecnologías.
Eso que llaman “dataísmo”, que son los dispositivos tecnológicos desarrollados por las ciencias de la materia y de mente con el fin de predecir, condicionar y dirigir los deseos y comportamientos de los individuos y de las comunidades a partir del análisis e interpretación estadística y operativa de la inmensa cantidad de información que producen las personas al usar los dispositivos electrónicos mediante los cuales realizan la mayor parte de sus tareas y actividades, comparten sus asuntos y se comunican unos con otros. En fin, eso que se hace en la internet, en los teléfonos inteligentes y en todos los artefactos con los que se procesan todas las actividades humanas, desde el trabajo hasta la vida íntima.
Pues bien, esos sistemas de almacenamiento, manejo, análisis, interpretación de la información (Big Data, Deep Learnig, Machine Learning, Inteligencia Artificial y todos sus derivados) se están utilizando para determinar, condicionar y provocar los deseos, condicionar la voluntad y dirigir las acciones de las personas y las comunidades. Eso es lo que se mostró con lo de Cambridge Analitica y el uso que están haciendo las granjas de inventores de fake news y de conspiraciones. Si se analiza bien, se notará la manipulación de los deseos más primitivos y profundo de las personas: miedo, rabia, envidia. Además, ¿Qué otras cosas horribles se están haciendo en esos laboratorios ocultos? ¿Cómo sabe Google o las redes sociales que publicidad dirigir a las páginas y demás que cada usuario está consultado? Esto es más aterrador que el 1984 de George Orwell o más parecido a Neuromante, la novela de William Gibson de la que ya he hablado en otro sitio. Mejor dicho, he ahí otra novela en busca de autor.
Por el otro lado están las actividades de persecución y censura con las que los Estados y los poderosos vigilan y controlan a las personas: el reconocimiento facial y otros reconocimientos; la escucha y lectura de la información que compartimos por los dispositivos de comunicación; la localización permanente por medio de GPS; el control, la distorsión y la supresión de la de la información que se distribuye. Ahora, ya son esos dispositivos los que determinan qué clase de persona es cada quien y qué clase de vida y actividad puede vivir y disfrutar, según las políticas de cada Estado.
Claro que esas ciencias y tecnologías también se usan para desarrollar dispositivos artificiales que funcionan y actúan con lo que se denomina Inteligencia artificial (AI), algo así como “la creación” de los humanos artificiales que ya se han anticipado en la literatura de la ciencia ficción y a los que tanto temen los moralistas que todavía pretenden que el ser humano es un imperio dentro del imperio de la naturaleza, como lo denunció Spinoza.
¿Cuáles son los datos que las empresas de internet recopilan sobre sus usuarios y con los cuales hacen grandes negocios? Para ser simple, todo aquello que atrae la atención del usuario o porque le gusta o porque le disgusta. Con eso al hacer la analítica en el Big Data, se elaboran perfiles de cada usuario hasta en sus más mínimas preferencias y disgustos. De esa manera esas plataformas pueden vender a las empresas los datos personales de cada usuario y de esa manera determinar los mensajes que le dirigen para provocar sus deseos y determinar y dirigir sus acciones. Tales perfiles son usados por empresas comerciales, partidos políticos y todo tipo de empresa interesada en someter y dominar la voluntad de los usuarios o clientes o de todas las personas.
El problema es como en el viejo dicho: “todo el mundo dice de donde es sin preguntarle”, mejor dicho, todo usuario, voluntaria o involuntariamente, desnuda su intimidad en internet de una manera tan patológica que se está convirtiendo en una epidemia universal.
Para hacer eso, las plataformas digitales han creado dispositivos para averiguar y recopilar la información de cada usuario desde cuando este abre una pagina o consulta cualquier tema o, más a fondo, haciendo que los usuarios marquen con un click lo que les gusta o les disgusta, lo que prefieren o lo que rechazan. O, más aun, que los usuarios identifiquen sus emociones, deseos, sentimientos y pasiones por medio de emoticones. Y a partir de esa información y de los perfiles desarrollados en la analítica es que esa información se vuelve valiosa para las corporaciones económicas, los políticos y otras instituciones, pues con ella pueden elaborar y dirigir mensajes con los estímulos adecuados para disparar las emociones, los deseos, los sentimientos, las pasiones, positivas o negativas, mejor dicho, con los cuales estimular y provocar los bajos instintos, es decir, aquellos motivadores que no son conscientes para la persona.
De esa manera se estimula y provoca el miedo, la ira, la aversión o asco, la tristeza, por el lado de las emocione primarias negativas. Y para contrarrestarlas, pareciera que solo hay un par de emociones primarias positivas: la alegría y la atracción.
Lo cierto es que el asunto del deseo, los apetitos, las emociones, los sentimientos, las pasiones, es algo con mucha y muchas historias. En la próxima carta hablaré de algo de ello.
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.





11 de abril de 2019

Cartas Abelardinas – 5



El papel la mujer en la famosa rebelión de Tupac Amaru II. Perú y Bolivia, 1781.
http://elhistorico.com.ar/2018/04/20/resistencias-y-adaptaciones-indigenas-al-orden-colonial/


Cartas Abelardinas – 5


Medellín, jueves 11 de abril 2019
Abelardo
Hablemos de política:
Los hombres luchan por su esclavitud (servidumbre) como si se tratara de su salvación” (Spinoza, Tratado Teológico-Político, Prefacio, I).
Claro que como muchos y a pesar de que somos seres sociales y, por lo mismo, políticos, yo también tengo prejuicios y repulsiones, pero más que por las ideas o las ideologías, por mi profundo, fisiológico y psicológico, rechazo a toda manifestación prepotente del poder. Pero eso también más por la represión con que se le impone que por la misma naturaleza del poder como aspecto constitutivo de la vida social.
Sin embargo, no es ese el asunto del que me gustaría hablar, ya Foucault y sus comentaristas han hablado más de la cuenta del asunto del poder. Lo que quiero es tratar de pensar sobre lo que esta sucediendo en Colombia y en todo el mundo, nada nuevo, pero si distinto a lo que siempre ha sucedido, porque ahora y gracias al poder de las nuevas tecnologías, se ha vuelto más confuso y complicado y, por supuesto, poderoso y tenebroso.
Veamos. Desde que la democracia es democracia es y ha sido un modelo de domesticación social en evolución que se desarrolla a partir de fuerzas sociales e individuales propias y contrarias, tal y como lo hacen la vida y la cultura en la evolución biológica y cultural. Y como en la evolución, la única cualidad inmodificable de la democracia es el conatus, ese concepto que propuso Spinoza y que ha sido ampliamente explicado e interpretado desde entonces y el cual se refiere a la persistencia de las cosas en su forma y el deseo de perdurar de la vida, eso que llamo el gran anhelo: el deseo de futuro.
Pues bien y para entrar en explicaciones. Ahora la democracia pasa por otro de sus momentos de fracaso y esperanza. Los políticos de todas la ideologías y tendencias fueron infectados por ese mal congénito de la humanidad: la corrupción. En consecuencia se ha levantado una ola de indignación con dos direcciones. La una, la de querer sanear la actividad política tradicional con mayores controles y férrea actitud ética. La otra, la de remplazar los gobiernos manejados por políticos tradicionales y corruptos, por gobiernos a imagen y semejanza de un capo y su mafia.
Y ahora me voy a explicar. Para confusión de las gentes, se está diciendo que esos nuevos personajes autoritarios son o populistas o fascistas, nada más inadecuado. Tanto el populismo como el fascismo, en todas sus posibles versiones, son, de alguna manera, políticos, así sea de ideologías extremas. Nada de lo cual se puede aplicar a estos individuos y mafias, pues sus únicos intereses son los del poder para obtener beneficios personales y de la mafia “a cualquier precio”. Mafia es un nombre más tradicional para llamar a una banda criminal. El poder absoluto a disposición de un capo.
Hoy precisamente le comentaba a un amigo su columna en El Colombiano y le preguntaba si era adecuado hablar de izquierdas o derechas en las dictaduras, pues en las dictaduras sólo son los que tienen la sartén por el mango y los que están en la sartén caliente. Y, por supuesto, los aparatos de represión a disposición del dictador. Como en el dicho del viejo político colombiano: “el poder para qué”.
Y es que todo eso no es gratuito. Desde hace años esos que llaman el 1% de la población, los que son los dueños de las mayores riquezas de mundo y las grandes corporaciones multinacionales, han sido los dueños de los políticos. Pero, parece que últimamente no estaban satisfechos con esos políticos que se movían hipócritamente entre dios y el diablo y si bien cumplían con las ordenes de los patrones, también le daban migajas a los mal llamados ciudadanos por sus votos. En cierta forma, algunas leyes de control a los dueños del capital. Así que, al parecer, estos decidieron tomar la sartén por el mango y manejar ellos mismo el poder de los países y todos a una organizaron la toma del poder por la vía sencilla: la propia democracia.
Lo primero que hicieron fue comprar a esas iglesias que llaman evangélicas, las que desde hace quinientos años ambicionan poder instaurar un poder universal similar al de la iglesia católica, el mismo que ya habían tratado de subvertir con la llamada Reforma. Esos evangélicos se sueñan con ejercer el poder absoluto de una nueva inquisición igualitica a la antigua congregación de la doctrina y la fe católica. Y con esos votos cautivos y masivos, ya son dueños del poder en Estados Unidos, Colombia, Brasil y no recuerdo donde más. ¡Y qué inquisición! Los nuevos herejes son los LGTBI; todos los de color de piel diferente, negros, pardos, amarillos; los de las otras religiones y razas y opiniones, etc. Y, por supuesto, como desde siempre, las mujeres, al fin que estas son la vaca familiar: crías y carne que hay que mantener bajo estricto sometimiento y dominio. O sino, para qué esas apps con las que los hombres árabes controlan los movimientos de sus mujeres.
Pero lo paradójico y terrible de lo anterior, es que el mayor enemigo y el mayor temor de esos capos y sus mafias no son ningún movimiento político que se levante para combatirlos y subvertir su poder. No, su nemesis no es otra que las mujeres. En los últimos años se ha desatado un movimiento de conquista del poder por parte de las mujeres. Llámense feminismo o “metoo” o igualdad, etc. las mujeres están sublevadas, todavía algo pordebajiadas por todos los sectores de la sociedad, pero en movimiento creciente y van por el poder. Así que los días de patriarcado están contados.
Pero eso no quiere decir que las cosas van a ser mejores o diferentes. Por lo que se puede apreciar y según lo que hacen las mujeres que actualmente ejercen algún poder importante, pareciera que lo hacen igual o peor que los hombres. Esta tragedia está cantada, a menos que en cualquier momento ellas vayan a proponer una visión diferente para el futuro de la humanidad. Esa podría ser una mutación en la evolución cultural que va subvertir la sociedad patriarcal. Amanecerá y veremos.
En fin, a la hora de la verdad, la cosa de la política y de los políticos es, más que un asunto del logos o de la razón o del pensamiento, es cosa de las emociones, los deseos, los sentimientos, las pasiones, mejor dicho, de los bajos instintos. Y volvemos a Spinoza.
Y ese es el asunto de la próxima carta.
Por ahora, que goces de
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.



3 de abril de 2019

Cartas Abelardinas – 4



M. C. Escher, ¿Uróboros?
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Cartas Abelardinas – 4


[88] Además, dado que las palabras forman parte de la imaginación, es decir, que, como formamos muchos conceptos conforme al orden vago con que las palabras se asocian en la memoria a partir de cierta disposición del cuerpo, no cabe la menor duda de que también las palabras, lo mismo que la imaginación, pueden ser causa de muchos y grandes errores, si no los evitamos con esmero” (Tratado de la reforma del entendimiento, Alianza, Madrid, 1988, p. 113).


Medellín, miércoles 3 de abril 2019
Abelardo
Tus cogitaciones me pusieron a cogitar.
Y es que planteas un asunto y unas preguntas magníficas para un debate abierto. Por mi parte propondría que otros propongan lo que cada cual cree sobre lo bueno y lo malo tanto de la escritura como de la lectura. Y, por supuesto, hay que hacer una crítica a fondo sobre eso que denuncias que sucede en los círculos del infierno académico con el escribir.
Y vos que sos tan aficionado a la historia de los libros y la escritura, pues no sobra recordar que, desde que los griegos descubrieron el negocio de los libros, todo el que sabe leer y escribir quiere publicar, vender y volverse famoso con sus libros a como de lugar. Me imagino que eso era lo que indignaba a Platón. Así que ahora, la cosa no es muy diferente, sobre todo tratándose de un aumento de sueldo. Quién no, de comer tenemos.
Y sin denostar de “las palabras leídas y, sobre todo, dialogadas, razonadas”, ni de la conversación que si es una de las bellas artes, que no es el caso, si me permito proponer, igual de manera empírica, que también hacen falta los buenos libros; peor, hacen falta los buenos escritores, esos que escriben y se hacen inmortales. Porque de desperdicio de papel, tinta y tiempo, están llenas las bodegas de los procesadores de reciclaje, al fin que en la naturaleza hasta el desperdicio es útil … pero no para los estados superiores de la mente y el espíritu.
Y de eso voy a empezar a hablar. De la escritura y ya que reclamas la necesidad de palabras vivas “y, sobre todo, dialogadas, razonadas”.
De manera sucinta, empecemos por establecer unas diferencias necesarias. Escribir y leer son funciones y procesos mecánicos del cerebro. En cambio, la escritura y la lectura hacen parte de las actividades superiores de la mente y del espíritu cuando apunta al anhelo de futuro. Explicar esto último sería materia de un tratado, por ello y para mostrar que estoy en total acuerdo con lo que dices de la escritura y la lectura, me voy a auto-citar de un escrito que realice por allá en 2008 para tratar de explicarme esos asuntos. Esto es lo que dije:
Saber leer y escribir, son la repetición correcta y adecuada de unas acciones previamente marcadas, tanto en su funcionamiento como en su objetivo.
Lectura y escritura, son la interpretación, la comprensión y la creación del sentido y del contenido, en una actividad cuya dinámica se inicia con el leer y el escribir y cuya finalidad es el descubrimiento de conocimiento... hacía un horizonte sin fin.
Conocimiento que es aquello que es siempre lo nuevo. Novedad que, una vez, experimentada, probada y verificada, se convierte en información. Información que se acumula, se preserva y se maneja para continuar descubriendo conocimiento.
Por supuesto, la poesía, la literatura y todas las artes son fuentes productoras de conocimiento, placer y futuro, pero ese no es el asunto ahora. Para reincidir en una de las imágenes de la Carta Abelardina, digo que la lectura es conocer el pensamiento y las intenciones de los otros. La escritura es crear, para comunicar, el propio pensamiento e intenciones. Al fin que, la evolución ha dotado a los humanos con las habilidades de anticipar y dar significado a los pensamientos y las intenciones de los demás … es cuestión de vida o muerte.
Agrego esta apreciación: la escritura es la elaboración, organización y desarrollo de los pensamientos para poder ser comunicados. Lenguaje y pensamiento. Como puedes ver, no necesariamente es esa escritura de las palabras y todas esas teorías de la lengua, sino la de ejercer el pensamiento y la comunicación, algo mucho más antiguo que la invención de signos y alfabetos. Se me ocurre pensar que antes de estos ya se habían desarrollado las estructuras cerebrales que irían a permitir el desarrollo de la escritura y la lectura de signos y alfabetos, de palabras. Desde la emergencia de Homo sapiens ha usado métodos para expresar y recordar lo que siente y conoce, bien para su utilidad o su placer, lo que, bien dicho es también un asunto estético.
Para empalmar con tu analogía del uróboros, me gustaría decir que la escritura y la lectura son también “un circulo virtuoso” que, como lo sugieres, se alimentan la una de la otra.
En fin, para devolver el debate a su fuente clásica, te remito a Platón quien en su diálogo Fedro (274 y ss.) expone su crítica a la escritura y a la lectura: Platón, Fedro, Editorial Gredos, Madrid, 1998, página 400 y siguientes.
Y ya que hablo de Platón y ya que haces una referencia a la famosa frase del oráculo de Delfos: “conócete a ti mismo”, quiero agregar unas explicaciones y mostrar la otra de las famosas frases de los griegos clásicos, pero no tan conocida. Y vuelvo a auto-citarme (vanidoso que es uno) de una carta que escribí a mi hijo Nicanor cuando le comenzaron a perturbar los ardores de la adolescencia por allá en 2007.
"Gnothi seauton", "conócete a ti mismo".
Esta es la más popular tanto en ese entonces como también en la actualidad.
Era una inscripción que estaba tallada en lo alto del portal del templo y oráculo de Delfos, con la cual se invitaba a los peregrinos a consultar a las pitias sobre los sucesos que podrían afectar su vida cotidiana, desde un negocio personal hasta sobre una guerra entre imperios.
En aquella época, esa expresión se utilizaba para invitar a las personas a conocer sobre los sucesos y asuntos que, a su alrededor, afectaban la vida diaria. Bien, tratando de anticipar o adivinar lo que podría escurrirles, basados en la interpretación de las palabras del oráculo, o bien, siendo observador de los sucesos que ocurrían en el ámbito de su vida.
De esta manera, las palabras del oráculo o la Pitia, le servían a cada cual como un punto de partida para reflexionar sobre su vida, para así poder interpretar lo que le sucedía en su realidad y anticiparse o estar atentos a lo que podría afectarlos.
Esto tenía, además una función de educación civil, pues obligaba a quien consultaba a tener conocimientos previos, tal el caso de conocer las leyes para cumplirlas; conocer de los negocios para así saber cómo manejar mejor el dinero; conocer a aquellos con los que se establecen relaciones para así saber como tratarlos; estar consciente en todo momento lo que se siente y piensa para así saber como comportarse; conocer algún arte, algún oficio o tener una profesión para así disfrutar de una vida agradable. En fin, todas esas condiciones importantes que nos permiten relacionarnos con propiedad en y con el mundo en que vivimos.
La otra es:
épiméleia/cura sui”, el cuidado de uno mismo o
"Epimelasthai sautou", "tomarse a sí mismo como objeto de desvelos".
Esa es la expresión que utiliza Platón en la voz de Sócrates para definir la educación y formación de Alcibíades, la cual está explicada ampliamente en el diálogo del mismo nombre que bien vale la pena leer.
Esta expresión se refiere a un conocimiento más profundo e intenso, pues requiere que la persona vaya más allá del simple conocimiento superficial del mundo externo, de las relaciones que se tengan con él y con los demás, pero, más importante aun, analizar y criticar las costumbres y paradigmas que impone la cultura y que hacen que todos actúen como "Vicente, para donde va la gente".
Esta recomendación lo que pide es que cada cual sea y actúe lo más conscientemente posible. Lo que la recomendación socrática propone es que es necesario aprender a conocer y manejar la propia interioridad, el ser más íntimo.
Me parece que vale la pena añadir que a esta frase también se la usa como “la preocupación de sí mismo”.
Te comento que esos asuntos del conocerse a sí mismo platónico fueron amplia, profunda y deliciosamente tratados por Michel Foucault en su curso del Colegio de Francia de 1981-1982. La publicación de la transcripción del curso fue publicada en español por el Fondo de Cultura Económica, con el título La hermenéutica del sujeto (México, 2002. Y de allí tomé buena parte de la información. Como no he podido encontrar la versión del Fondo, te mando otra que es una versión menos ... de los cursos, pero que también es fascinante por aquello de ver el pensamiento de Michel Foucaul funcionar en su exposición sobre un asunto tan … íntimo.
Mejor dicho, en estos asuntos y como dijo mi admirado Spinoza, la alegría está en la búsqueda del conocimiento, cuyo método expone en el Tratado de la reforma del entendimiento y que perfecciona en la Ética.
Así que sigamos buscando que el que busca …
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.


Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, charlando entre amigos sobre la y algunas novelas del siglo XIX

Lectura en grupo. https://elpais.com/elpais/2014/12/12/album/1418422523_273005.html Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, ch...