2 de julio de 2006

LECTOR LUDI-32

Tres reseñas para pasar el hartazgo de mundial


- Jaime Alberto Vélez, La baraja de Francisco Sañudo, El poeta invisible
- Estanislao Zuleta, Comentarios a Así hablaba Zaratustra, de Friedrich Nietzsche
- John R. Searle, La mente, una breve introducción


Por Iván Rodrigo García Palacios

Entre partido y partido, entre gol y gol, y para no involucrarme demasiado con todo ello, voy leyendo frases y párrafos de tres de las novedades bibliográficas de los últimos tiempos que me llamaron la atención y que pongo a la consideración de los LECTORES LUDI.

La primera, las dos novelas póstumas de Jaime Alberto Vélez, La baraja de Francisco Sañudo, El poeta invisible, que tratan de la poesía y los poetas de una manera breve y buena que los harán pensar sobre las estupideces que se comenten en nuestro medio en nombre de la poesía.

La segunda, un rescate de las conferencias de Estanislao Zuleta, Comentarios a Así hablaba Zaratustra, de Friedrich Nietzsche, como una invitación a leer y releer esa obra tan popular y célebre que ha impactado a tantos lectores en la juventud.

La tercera, sobre un asunto apasionante, de John R. Searle, La mente, una breve introducción, que ofrece a los lectores una sencilla pero profunda visión filosófica, sustentada en los últimos descubrimientos científicos, de los qué es la mente.

Además, para regresar a las reseñas, ese mi viejo oficio, que tenía abandonado.

PRIMERA RESEÑA

La baraja de Francisco Sañudo, El poeta invisible
Autor: Jaime Alberto Vélez
Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2005 (142 p.)

"Genio y figura...". Jaime Alberto Vélez fue, en vida, un ácido crítico de las miserias culturales e intelectuales de la sociedad colombiana, y para ser congruente, lo siguió siendo hasta después de muerto, con la publicación póstuma de estas dos breves novelas -aparentemente, parte de una trilogía o algo más- que, si bien, se inscriben en la moda editorial de la publicación postmorten de los textos que los escritores dejaron pendientes, por cualquiera sean las razones y que los expertos editores se encargan en convertir en productos comerciales, hasta el punto de que algunos de esos escritores publicaron más obras después de muertos que en vida, en el caso de Jaime Alberto Vélez se convierten en una excepción que confirma la regla y en una sátira a esa moda.

A diferencia de aquellos productos comerciales necrófagos, las dos novelas de Jaime Alberto Vélez estaban ya concluidas y a punto para su publicación al momento de su muerte, y la tercera, no.

La crítica y la sátira a ese mecanismo de mercadeo, es que Jaime Alberto Vélez dio orden de quemar todos sus papeles, tal y como lo cuenta Luis Fernando Macías en el prólogo, en un gesto que yo no creo tan kafkiano, sino de responsabilidad y congruencia, y que espero que sus herederos respeten y no caigan en la tentación aduladora de los lagartos carroñeros.

Advierto de antemano que en este tipo de casos, cada caso es típico, y así como se presentó la explotación comercial de los papeles de Hemingway, existen los casos en que sería un crimen de lesa humanidad no rescatarlos. Para mi gusto, dos ejemplos: el de los archivos de Fernando González, tan valiosos como sus obras publicadas, y el de la última novela (cinco en una) de Roberto Bolaño, 2666, que, sabiendo que iba a morir, la dejó casi lista como una herencia que asegurara el porvenir económico de su mujer y su hijo. El caso Kafka es tan kafkiano como su obra y ya cada cual pensará lo que le parezca.

Pero, mejor entremos en las novelas. Son un broche de oro para la obra de Jaime Alberto Vélez. Dos pequeñas obras maestras de su estilo en las que haciendo uso de la libertad, tanto del género como de individuo, novela en deliciosa receta sobre tres de los muchos temas sobre los que escribió: la superstición, el maestro y la poesía. Dos personajes en los que Jaime Alberto Vélez representa los seres críticos que lo habitaban.

Esto es lo que me hace pensar que no era una trilogía, sino algo más, lo que se proponía Jaime Alberto Vélez, quizás una serie de pequeñas novelas tematizadas que en conjunto reunieran todos los temas que le preocuparon.

La superstición es el tema de La baraja de Francisco Sañudo, a la vez que cuenta la historia de un maestro que quiere entregar lo mejor a sus alumnos, critica la superstición en que caen las gentes por temor, ignorancia y tantas otras causas ideológicas. Pero que, al mismo tiempo, sufre la paradoja de todos los asuntos sobre creencias, ideologías y fanatismos, que terminan por hacer víctimas y mártires a todos aquellos que los critican, cualquiera sean sus buenas intenciones.

Y es que, La baraja o cartilla de lectura, de Francisco Sañudo, por sus características, es usada por las gentes como una especie de I Chin, en el que su lectura o consulta al azar de los breves textos, sirve como motivo de interpretaciones relacionadas con las situaciones y circunstancias que afectan a quien lo hace y que parecieran asociarse con los eventos de su pasado, presente o futuro, o con la descripción de la naturaleza y comportamientos de las personas que lo rodean. En fin, un manual adivinatorio.

La novela esta dividida en tres partes. La primera, es así como una especie de biografía crítica de la vida y la obra del maestro Francisco Sañudo y de su baraja o cartilla de lectura.

La segunda, es la baraja o cartilla de lectura propiamente dicha, compuesta por 45 breves textos poéticos, que por los efectos de la reversibilidad e inversión defensiva de las ideologías y creencias, terminan por convertirse en instrumentos de lo que el maestro criticaba: la superstición y la adivinación con la que los pícaros explotan a los pobres de espíritu, que no serán propiamente dueños del cielo.

La tercera, corresponde a tres testimonios de personajes cercanos a la vida y la obra de Francisco Sañudo, a manera de catalizadores para la leyenda y la ficción.

En, la segunda novela, El poeta invisible, Jaime Alberto Vélez contrapone dos personajes de la poesía colombiana: el célebre Julio Flórez que con su sensiblera poesía infestó el gusto popular de finales del siglo XIX y comienzos del XX y que en algo perdura, para bien y para mal. Y el ficticio homónimo que jamás escribió un verso, pero que dejó su legado poético en los márgenes de los libros de la contaduría que fue su profesión, al preguntarse por aquellas palabras inexistentes para expresar estados, situaciones, circunstancias, etc. de la vida, que por sutiles o complejos, ni han sido creadas ni definidas.

Y, si se quiere, esos pequeños textos son breves poemas por sí mismos, algo así como haikus a la colombiana. Para muestra, un par de ejemplos al azar de los 131 que se incluyen en la novela:

"Gesto de sumisión del esclavo en presencia de su amo".

"Persona a la que se desea por largo tiempo en la oscuridad del corazón".

Este poeta invisible se convierte así en una crítica a la poesía y una postura ética y existencia del poeta. Otra de las preocupaciones del Jaime Alberto Vélez, poeta, narrador, ensayista y crítico.

Dos breves novelas deliciosas e inquietantes.

SEGUNDA RESEÑA

Comentarios a Así hablaba Zaratustra, de Friedrich Nietzsche
Autor: Estanislao Zuleta
Hombre Nuevo Editores, Medellín, 2006 (195 p.)

Viejo conocido de filosofías y lecturas críticas, Estanislao Zuleta es la réplica de sus maestros: Kant y Freud. Sus conferencias y textos se ciñen a la meticulosidad kantiana que todo asunto, por mínimo, es analizado hasta el último extremo y consecuencia. Y, a la libertina fantasía interpretativa freudiana que para cualquier situación indefinible o inexplicable, propone las más oropelezcas teorías o interpretaciones.

Gran lector y estudioso de la literatura y la filosofía, Estanislao Zuleta propuso un pensamiento y una forma de prensar originales sustentadas en sus lecturas y estudios. De ello dan cuenta, por ejemplo, sus conferencias, ya publicadas por Hombre Nuevo Editores, sobre "El Quijote" y "La montaña mágica", en las que tiene un significativo peso el bagaje psicoanalítico. O, sus obras críticas sobre el pensamiento de Marx y otros ensayos. En el caso de su visión sobre la filosofía alemana, la obra que se reseña constituye una muestra especial.

Los "Comentarios" son una magnífica muestra y oportunidad, por un lado, para conocer el estilo de Estanislao Zuleta y, por el otro, para entusiasmarse a una lectura condimentada y profunda de la famosa obra de Friedrich Nietzsche, "Así hablaba (o, habló) Zaratustra".

Del propio Estanislao Zuleta, lo que dice sobre ese libro de Friedrich Nietzsche:

"Aunque, por su estilo, "Zaratustra" ha hecho decir a muchos comentaristas que es una obra esencialmente poética, Heidegger demuestra en su libro "Qué significa pensar" que el "Zaratustra" es una obra filosófica perfectamente rigurosa, pero con un tipo de rigor que no corresponde a un "orden de razones" a la manera de Descartes, por ejemplo; no es un orden deductivo el de "Zaratustra", sino un orden que se da en la forma como los diferentes temas se encuentran articulados y se refieren unos a otros.

Esos temas son: la muerte de Dios y el nihilismo, el último hombre y el superhombre, la venganza y el eterno retorno y es teniendo en cuenta el conjunto, como se puede captar el hilo de cualquiera de los discursos".

Por mi parte y respetando el contenido filosófico de "Zaratustra", alguna vez propuse su lectura del aspecto poético de esa obra como un canto de amor desesperado al fracaso amoroso de Friedrich Nietzsche con la hermosa Lou Andreas Salomé. Entendiendo que Friedrich Nietzsche utilizaba su propia introspección psicológica como motivo y punto de partida, más que para su filosofía, para experimentar y reflexionar sobre sus trágicas experiencias existenciales, tal y como, por ejemplo, ya lo había hecho, antes de "Zaratustra", en "El origen de la tragedia", con su enamoramiento por Cósima Wagner y su decepción por Richard Wagner. O, en el más extraño y posiblemente apócrifo, "Mi hermana y yo".

De todas maneras, esta lectura filosófica de Estanislao Zuleta al "Zaratustra", es un buen complemento a la lectura literaria, que la mayoría de los LECTOR LUDI, alguna vez hicimos de las obras más populares de Friedrich Nietzsche.

Anotando que, ese aspecto literario de la obra de Friedrich Nietzsche, ya ha sido estudiado por excelentes críticos literarios, al mismo tiempo que se ha filosofado sobre el sentido de la literatura en su filosofía, sobre este último asunto, recomiendo el libro de Alexander Nehamas, "Nietzsche, la vida como literatura".

En fin, una buena lectura lleva a otra y a otra...

TERCERA RESEÑA

La mente, una breve introducción
Autor: John R. Searle
Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2006 (381 p.)

Por no sé cuáles motivos, mi vida de lector estuvo marcada por épocas y temas, sin que por ello, tampoco, me privara de lecturas desordenadas y al antojo del momento.

Orden y caos, como una fortuna o un fracaso, que si bien, por una parte, me libraba de los males de convertirme en un lector de pose académica y, por la otra, me impidió desarrollar un conocimiento más especializado. Pero no me quejo, me hizo ecléctico, me permitió explorar muchos territorios y me dio el placer de gozar de la variedad.

Esta introducción autobiográfica para reseñar un libro que filosofa sobre la mente y lo que, precisamente, me lleva a la pregunta: ¿Por qué nuestras existencias son como son?

Pues bien, en los últimos tiempos, entre mis asuntos de lectura, uno fundamental ha sido el de querer encontrar más y mejores respuestas a la pregunta mayor: ¿Qué nos hace humanos?, esa antigua pregunta que en la filosofía conduce a los misteriosos territorios de la metafísica, y que en los modernos estudios de las neurociencias, pareciera reducida a la actividad cerebral y un "algo más", todavía por conocer.

Hasta el momento, sólo había encontrado lecturas especializadas en uno u otro terreno, y poco, muy poco, lecturas en las que filosofía y neurociencias fueran tratadas de manera adecuada y armónica. Combinadas de tal manera que provocaran una verdadera filosofía de la mente. Ese placer se demoró hasta que me encontré con la novedad que ahora reseño, de un autor importante en el tema y con la admirable cualidad de exponer con sencillez y claridad estos complejos asuntos.

John R. Searle empieza por delimitar, con crítica claridad, el objeto de su investigación, estableciendo las debidas distancias y relaciones que liberan el estudio de la mente, propiamente dicha, por una parte, de las especulaciones filosóficas y teológicas que desde la antigüedad se han debatido en la búsqueda de un ente, material o espiritual, que llaman alma o "ese algo", que es como lo mismo y que, finalmente, pareciera sólo querer justificar e imponer la supremacía del humano en el universo.

Por la otra parte, aprovechar el conocimiento neurocientífico, cuyo propósito específico es el de estudiar los procesos cerebrales hasta las últimas consecuencias y que, todavía, se queda atónito ante "ese algo más" que es la mente y los estados mentales, en donde, se supone, por el momento, son o están la conciencia, la intencionalidad, la causación mental, el libre albedrío, la percepción y el yo.

En términos generales, los puntos que John R. Searle trata, son: una amplia visualización sobre las teorías, filosóficas y científicas, que han tratado sobre la mente y las funciones del cerebro. A partir de allí, una confrontación con el dualismo y el materialismo filosófico y científico que parte de la división mente-cuerpo. Y, finalmente, proponer su propia postura naturalista, tal y como lo resume al final de su libro:

"He completado la tarea que me propuse en el primer capítulo. Intenté presentar una descripción de la mente que situara los fenómenos mentales como parte del mundo natural. Nuestra presentación de la mente en todos sus aspectos -conciencia, intencionalidad, libre albedrío, causalidad mental, percepción, acción intencional, etc.- es naturalista en este sentido: en primer lugar, trata los fenómenos mentales como parte de la naturaleza" (p. 365).

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