23 de enero de 2006

CUADERNO DE CITAS-10

El pensamiento filosófico en la obra de Dante Alighieri

* El artista, su vida y su obra: la transformación de la banalidad cotidiana en obra de arte
* Citas del libro de Antonio Banfi (*), Filosofía y literatura (1)
* Una provocación a los LECTORES LUDI a escribir su propio mundo

Por Iván Rodrigo García Palacios

Todo buen lector convive y sobrevive en el sueño de un escritor y, la mayor parte del tiempo, se autoconsuela con escritos menores o esporádicos que le palian la pena, pero manteniéndose viva la ardiente llama del deseo (por ser el primer condenado de ese infierno, me desahogo con estas fragmentarias reflexiones ajenas, para acumular culpa, motivos y razones que en cualquier momento me puedan provocar aquella agonía y éxtasis que tanto temo y ansío).

Aparte de esas agonías existenciales, también es agradable compartir ideas y conceptos sobre la vida y la obra de uno de los más grandes de la literatura universal: Dante Alighieri, mitificado, como todos los grandes, de los que se habla mucho y se lee poco.

Y, es muy divertido especular con las similitudes biográficas en las vivencias de aquellos a quienes se admira... por las siguientes citas los conoceréis:

PRIMERA CITA

"Y comenzaré por una observación repetida muchas veces: que en la obra de arte se refleja la experiencia del artista pero liberada de la accidentalidad de la vida cotidiana, sustraída tanto de las leyes del ser objetivo, cuanto al ritmo cambiante de la interioridad subjetiva, recompuesta sobre un plano independiente de la realidad ideal, donde, se podría decir, el alma ha encontrado su mundo y el mundo su alma" (p. 34)

SEGUNDA CITA

"El genio se caracteriza, sin embargo, precisamente por aquello que se trasluce en su misma obra, vibra y vive en su realidad concreta. Su obra es, para explicarme, su propio espíritu que ha encontrado la forma propia, la propia realidad, que se ha creado un mundo -mundo de arte, de filosofía, de religión o de moral- que es su mundo, independiente y capaz de resolver en sí tanto el dato objetivo de los hechos y de los acontecimientos, como las valoraciones y las impresiones subjetivas de la persona. Tal mundo del genio, que es junto a su obra y su verdadera vida su realidad profunda, lleva en sí, como un ser viviente, su valoración, como un significado a imponer y a recibir de la realidad. En este sentido el genio es a un tiempo la más elevada fuerza creadora de la naturaleza y la manifestación más concreta del espíritu. Ahora bien, es cierto que cuando seguimos los sucesos externos de la vida, cuando nos figuramos las variaciones psicológicas de Dante, nos imaginamos, sí, la existencia bastante banal y sin relieve particular de un hombre del Trecento, justificamos pasos y acentos de sus obras, pero su ser más profundo de poeta, su interioridad espiritual creadora, se nos escapa. En él y por él, acontecimientos y pasiones, amores y odios, espíritu de partido y fe religiosa, sensualidad y contemplación mística, alegrías y penas se han ido transformando en una realidad poética, que no sólo acoge y resuelve en sí todo el mundo de su experiencia, sino su misma interioridad psicológica. Desde el momento en que Dante concibe la Divina Comedia y va concretando su visión, la ansiedad y la dispersión de la vida se concilian en esta obra de creación. Toda su experiencia pasada, todo movimiento de su alma, toda vicisitud de su vida convergen hacia ella, hacia este mundo humano y divino "al que ha puesto mano y cielo y tierra" y en el que el poeta ha infundido su alma con sus colores y sus alegrías, sus pasiones y sus pensamientos, para reencontrarla, como un espíritu libre dominando el universo de su creación.

Ahora bien, esta profunda transformación interior por la que la íntima vida personal y el mundo entero de la experiencia se envuelven en un significado nuevo y se pliegan, por así decir, a una nueva forma de realidad por la fuerza de una ley interior espontánea y personal, se revela en el espíritu de los grandes artistas bajo aspectos diferentes. Goethe podía reconocerla como un plano de eternidad y de belleza presente en los instantes más fugaces y secundarios de su vida, en tal conformidad con ella, como para poder concebir su autobiografía como Wahrheit und Dichtung: verdad y poesía. Beethoven podía pensarla como una gracia, una revelación súbita, inesperada e invencible que leva el corazón "hasta la Divinidad -como él escribe- para difundir sus rayos sobre los hombres" (ps. 17 y 18).

TERCERA CITA

"(...) se trata de recrear el significado de la realidad desde aquel punto misterioso y sublime que tiene su sede en lo más profundo del hombre -como decía San Agustín-: la verdad" (p. 19).

CUARTA CITA

Aquí, Antonio Banfi cita El Convivio, de Dante, para mostrar cómo y por qué el poeta recurrió a la filosofía:

"... Como perdí el primer deleite de mi alma... quedé tan entristecido, que no me valía ningún consuelo. Sin embargo, después de algún tiempo, mi mente, decidida a sanar, determinó, ya que no yo mismo ni los demás podían consolarme, recurrir al modo que algún desconsolado había tenido para consolarse; y me puse a leer ese libro, desconocido para muchos, de Boecio, con el cual, maltrecho y desgraciado, él se había consolado. Y enterándome también que Tulio había escrito otro libro, en el que... había tocado el tema del consuelo de Lelio... por la muerte de Escipión, me puse también a leerlo. Y aunque al principio me fue difícil penetrar su sentido, finalmente lo entendí tanto cuanto me permitieron el arte de la gramática que poseía y un poco de ingenio; ingenio por el que vi muchas cosas como si estuviese soñando..." (ps. 20 y 21).

CUARTA CITA

Y, continúa el comentario de Antonio Banfi:
"La ocasión de las lecturas filosóficas había sido sobre todo personal e interior, pero más tarde habrían de presentase al Poeta el estoicismo práctico de Cicerón y la pía meditación de Boecio:
"Y así como suele ocurrir que el hombre buscando plata, y al margen de su intención encuentra oro... yo, que buscaba consolarme, encontré no sólo remedio a mis lágrimas, sino palabras de autores y de ciencias y de libros: considerando los cuales, juzgaba bien que la filosofía, que era señora de estos autores, de estas ciencias y de estos libros, fuese cosa suma... Y desde este imaginar comencé a ir allí donde ella se demostraba verazmente, esto es, en las escuelas de los religiosos y en las disputas de los que filosofaban; de modo que en poco tiempo, quizá treinta meses, comencé a sentir tanto su dulzura, que su amor destruía todo otro pensamiento".
Así quizás en la escuela episcopal, quizás en Santa Croce, donde enseñaban los franciscanos, o quizás en Santa María Novella, donde los dominicos ya comentaba a Santo Tomás, el saber filosófico se desplegó tan bello, tan puro al ánimo del poeta, tan dulce de serena paz, tan fecundo de serenidad, que se entregó con todo su espíritu:
"¡Oh, cuántas noches mientras los ojos cerrados de otros reposaban durmiendo, los míos, en la cámara de mi amor, miraban fijamente!".
Y a este amor volverá como único refugio, cuando la fortuna lo sorprenda peregrino, mendigando "nave sin vela y sin gobierno llevado a diversos puertos y desembarcaderos y playas por el viento seco que vapora la dolorosa pobreza" (p. 21).

QUINTA CITA

"Y ya el Convivio intentaba en forma de comentario a las canciones, todas sustentadas por una interioridad de sentimiento, dar forma personal al saber filosófico, forjarlo, por así decir, según una forma de pasión íntima y pura, una aspiración de libertad y de purificación espiritual. El pensamiento filosófico no podía conserva para Dante la cristalina limpieza de una dialéctica, sino que debía dirigirse al pálpito interior de la vida espiritual, ser la forma eterna de los movimientos más íntimos del corazón. Y, por otra parte, este valor personal de la filosofía debía adquirir su universalidad no por la mera forma lógica, sino por el contacto directo y vivo con otra almas, por la comunicación de los espíritus no ya de los doctos, sino de los que buscan con alma pura y ansiosa una verdad por la que vivir. Por esto el Convivio debía estar escrito en lengua vulgar para que pudiese ofrecer a todos el alimento santo y fraterno de la verdad" (p.29).

SEXTA CITA

"La originalidad de Dante -que es además también el síntoma de un cambio general de los tiempos- está en el Convivio y en la Monarquía, en el esfuerzo de transformar estas especulaciones en sabiduría, al hacerla eficaz frente a los problemas concretos ético-políticos, y -más radical y profunda- en la Divina Comedia, en la audacia de transformar los elementos fundamentales de tales especulaciones en principios constructivos de una visión poética sobre el drama de la vida, tanto propia, como de la vida de toda la humanidad frente a las exigencias eternas y los destinos nuevos" (p. 34).

SÉPTIMA CITA

"Él, que en la composición de la Vida Nueva ha reflejado su delicada y tenue espiritualidad y el mito doctrinal del amor beatificador del "Dolce stile" sobre la realidad de su primera juventud, casi hasta crear un mundo de pura y serena inocencia, en la trágica escena del inicio del Poema, el áspero reproche que Beatriz le dirige en el Paraíso terrestre y en la dolorosa confesión que ella le impone, ha resumido la historia espiritual de los años combatidos de su madurez, en el sentido del pecado" (p. 35).

OCTAVA CITA

"Ahora bien, el problema cada vez más profundo y amplio que le ofrece la vida a Dante, quiero decir a Dante vivo y real, no lo resolvió efectivamente en una actitud religiosa, que habría, por así decir, cancelado tras de sí las huellas del problema mismo, renovado su vida, sus obras y su juicio; lo resolvió más bien con una visión poética o, mejor, lo atacó en su tensión extrema, en la lucidez de sus elementos sobre la trama que le ofrecía el mito religioso y en él celebró su gloria, la gloria de la su humanidad dolorosa y soberbia; delineó no como dijeron algunos un drama teológico abstracto, sino el triunfo de su atormentada vida logrado a través de los martirios, los errores, los desprecios al ser reconocida por Dios; triunfo y reconocimiento soñados, celebrados y no alcanzados jamás, y que, sin embargo, envuelven en una aureola mítica su pobre vida de desterrado solitario" (p. 38).

NOVENA CITA

"Ahora bien, la visión filosófica tiene en la Comedia dantesca el valor de una perspectiva: ella no tolera que la representación se difumine y se disuelva en lo fabuloso, sino que le da el sentido de la realidad, más aún, de la realidad absoluta donde todo contraste formal es superado, donde el orden físico y el orden moral se concilian, donde la estabilidad y la objetividad son plenas, inatacables, fijadas para la eternidad" (p. 42).

DÉCIMA CITA

"Precisamente en esta transformación de todos los elementos de la vida y en la tensión con que esas subyacen en la síntesis estética, y a la vez la sustentan, está la grandeza inagotable de la humanidad del arte y la raíz de ese otro valor suyo -opuesto al de purificación y de catarsis de donde hemos partido-, valor dionisiaco, podríamos decir, por el que aquella, presente por la significación indestructible de sus elementos, despierta y llama en nosotros todas las energías espirituales y, después de habernos elevado a la libertad de la contemplación, nos lanza de nuevo a un ansia más profunda, a una inquietud más vasta, a un flujo de vida más violento" (p. 46).

-o-o-o-o-o-o-o-o-

(*) Antonio Banfi (1886-1957), maestro de la estética italiana contemporánea.
"Hay una distancia enorme entre la efervescencia intelectual de los hombres de cultura del período de entreguerras -como Antonio Banfi-, de cuyo pensamiento en todos los campos ahora nos nutrimos, y, en general, la tibieza, debilidad o "minimalismo" de las propuestas posteriores" (Introducción, Rocío de la Villa).

En 1931 obtiene la plaza de profesor extraordinario en la cátedra de Historia de la Filosofía en la Universidad de Génova.

NOTAS
(1) Antonio Banfi, Filosofía y literatura, Selección de José Jiménez, Introducción, traducción y notas de Rocío de la Villa, Editorial Tecnos, Madrid, 1991 (232 p.)
CUADERNO DE CITAS-9

Juan Matías, de El payaso interior
y el Matías Aldecoa, de León de Greiff


* Especulaciones sobre la amistad e influjos entre Fernando González y León de Greiff
* Algunas citas para descubrir qué y cómo se leía en aquellos tiempos

Por Iván Rodrigo García Palacios

Ernesto:
Continuando con el juego de las especulaciones, reitero la especulación que te llamó la atención sobre las razones de Fernando González para no publicar El payaso interior, que yo atribuyo, entre las muchas otras, a que ese librito carecía del hermetismo, que no del valor, que él ya había alcanzado en Pensamientos de un viejo y con el que cubrirá progresivamente su prosa y poesía en adelante y hasta el final.

Ya había especulado yo en anterior escrito que ese hermetismo podría haber tenido conexión con la juvenil amistad entre Fernando González y León de Greiff, en aquella época germinal de Panida, cuando ya los poemas de de Greiff eran casi un manual de hermetismo, como antes los cité, e hice conexiones y recomendaciones de leer a los LECTORES LUDI.

Pues bien, siendo, El payaso interior, un texto sin publicar y sin edición alguna por parte de su autor, publicado sólo ahora en su estado natural por tu afectivo esfuerzo, es obvio que en la libreta están escritas las cosas tal y como se le ocurrieron a Fernando González, a saber, como fuente o fundamento para su posterior edición y publicación.

Bien y abundantemente demuestran sus libros que ellos nacen de la trascripción intencionada de lo escrito en las libretas que el mismo Fernando González se atribuye a sí mismo o a algunos de sus personajes o heterónimos, como bien lo dices.

De ahí que yo piense que Fernando González renunció a publicar los dos posibles tomos de El Payaso interior, porque, al publicar Pensamientos de un viejo, sintió, algo así, como un "ya no es lo mismo" (demostrarlo es materia de un verdadero estudio crítico).

Pero, ahora y gracias a ti y quienes participaron en el empeño, los lectores podemos leer aquella semilla que quedó congelada y hacer, por ejemplo, especulaciones como las que me entretengo en hacer.

Una de ellas, es relacionar al Juan Matías, de El payaso interior, con el Matías Aldecoa, de la obra poética y en prosa de León de Greiff, y aprovechar este CUADERNO DE CITAS para explorar la presencia de esa amistad en los escritos autobiográficos que el poeta publicó con el título de Prosas de Gaspar, en los apartes que corresponden a la época de publicación de El payaso interior.

¿Cuál de aquellos nombres corresponde a Fernando González?

Para ampliar ese panorama, incluyo algunas citas en las que León de Greiff menciona las lecturas y otras inquietudes estéticas, que seguramente compartía con sus amigos, al igual que algunas de sus ideas, filosóficas, metafísicas y esotéricas, que debieron influirlos mutuamente.

Por ello, les presento el siguiente CUADERNO DE CITAS, como las notas y fichas dispersas e inconclusas de un estudio y escrito mayor que, por ahora, me provoca vértigo.

PRIMERAS CITAS

Me atrevo a pensar que el amigo sin nombre de la página 45, de El payaso interior, por razones de conexión, puede ser el mismo Juan Matías de las páginas posteriores:

"Yo tengo un amigo que me afirma en mi destino siempre que él habla. De esa clase son los amigos necesarios" (p. 45)(1)

Así pues, que de Juan Matías dice Fernando González, en El payaso interior:

"Me atormenta terriblemente, escribe Juan Matías, la obsesión de inventar un pecado. Hace siglos que el vivir es una repetición, y día tras día se representa la misma comedia pese al hastío de los titiriteros humanos.
Cómo me enloquecen de placer aquellos libros que muestran que sus engendradores tuvieron el ansia de inventar un nuevo paisaje para sus ojos y una nueva visión para su espíritu" (p. 49)

Más adelante:

"La vecina de Juan Matías cuenta así la vida visible de éste: jamás llegó a tener un hábito. Unas veces salía de su casa a las 8 y otras a las 10 y otras a las 12, y otras no se le veía a ninguna hora. Unas veces salía cabizbajo y melancólico, ya alegre y precipitado... No se podía decir: Juan Matías es así o asá.
Admirada se quedó la vecina cuando le conté que Matías era hombre de profundas meditaciones. Ella creía que los grandes pensamientos producían grandes obras.
Yo le dije: al contrario. Los grandes compresivos son ociosos. El que ve los cuatro lados no se decide por ninguno. Alejandro y todos los activos vieron y ven un lado solo. Ver la vida plenamente. Eso es necesario para la acción. Ver la vida redonda como una naranja, ese es gran pecado que conduce a la arrogancia. Admirada quedó la rubia vecina al oír estas razones. Era sutil y agregó a guisa de comentario o glosa. De tal suerte que el hombre que se enamora, es porque no ve sino una mujer. El que las ve a todas no se enamora de una...
Es usted una muchacha con quien se puede departir, terminó el autor de estas líneas". (ps. 53 y 54)

Y, más adelante, otra vez, el amigo sin nombre:

"He conseguido algo de más valor que un tesoro: es un amigo de mi mismo temple. Conversando con él es la vida ante mis ojos un mar apaciguado" (p. 55)

Y, enseguida:

"Me escribe Matías que ahora se ocupa en dormir sobre dura tabla y en escribir un libro de blasfemias". (p. 55)

Para los interesados, en la página 103, pueden leer un breve diálogo entre Juan Matías y Juan de Dios.

SEGUNDAS CITAS

Los amigos Panidas, según Gaspar von der Nacht:

"Parlaba, numeroso y cordial, caudal y apostólico, en los "aquelarres" que apodaban (sabbáticas tenidas, ágapes o tertulias) y que ellos usaban congregar con múltiples fines non sanctos o inocentones, en los nada babilónicos jardines o por las avenidas que bordeaban el riecillo -cuando la luna malva y rosa, en la noche azúlea-, o en el aposento de Cornelio Rufo Pino, o en el estudio o taller de Mosén Canijo, o en las "oficinas", como le llamaban al glorioso desván -asiento de la redacción de la revista-, cuando no en ágora pública o en el antedicho cafetín homildoso, verdadero centro de sus excéntricas andanzas, y sede habitual del Maestro Malaquita, sabidor y protervo, corrosivo y crisostómico -de Añeja Guardia-, de Farina, aquilino, y, para las plebes, enigmático -de la Guardia Joven-, y de Fortunato -alma clara como sus ojos infantiles, genio oteante y lápiz buido-, de Master Xovica, pergeñador de agudos aforismas, paradojal poeta-, buzo y nauta de selvas y paludes ogaño-, y de von Pfeife, músico malogrado, tañedor de laúd que aterrizó en urdidor de Baladas truculentas" (ps. 212 y 213) (2).

De los participantes en el grupo o grupetto "de "Panoplia", revistícula de "literatura y arte", como de ella rezaban los preventivos", advierte Gaspar:

"Eludo yo -Gaspar- aludir a todos y cada uno de los del grupetto, que no a todos conocí. Acaso fuera curioso interpolar un RETORNO AL CAFETÍN, en sonetos, facturados por Matías Aldecoa pocos años después, y donde van enumerados, magüer por modo sucinto" (pie de página, p. 213).

Matías Aldecoa, según Gaspar von der Nacht:

"(...)Bardo inédito por esos idus más que hoy: charlador infatigable como infatigable rimador de fantasías humorísticas y burlescas, y famoso fabricador de humo de su pipa y de su caletre; doñeaudor fervoroso, y buen amigo de Baco, el de las viñas" (p. 213).

Pero, más adelante, agrega:

"Recuérdese que Gaspar, Leo y Matías considerábanse tres en uno como cierto aceite" (pie de página, p. 214).

CITAS: CRIPTOLECTURAS

De las lecturas y de las charlas sobre literatura, música y otros asuntos graves, según Gaspar von der Nacht:

"En la taberna si parloteabamos, y, naturalmente, de libros y de poesía. Naturalmente, porque los tres andábamos, en esas kalendas, por los cerros de Ubeda de la literatura, o similares. Parloteabamos de libros. Libros raros -raros pero interesantes- y de libros interesantes. Y parloteabamos de poetas, ante todo de "nuestros" poetas. Es decir, de los caros a nuestra inteligencia y a nuestro corazón. Y de los músicos. De los magos de la música maga.
Yo, sencillo y un poco nefelibato, leía unas estrofas de Jaiyyám o de Firdussi o de Villon, acaso de Shelley, no sé... Tal vez la "Rima del Viejo Marinero", de Coleridge?
Y mis amigos dejábanseme venir con truculencias de ardua filosofía. ¿Swedemborg, quizá? ¿Novalis? Ya no recuerdo.
Y como una oración (pagana) o como un himno, -hubimos de balbucir nuestra adoración por el coloso de las Nueve y de los Diez y Siete y de las Treinta y Dos, y por el hondo cuanto suave Franz, el Cisne, y por el atormentado, trágico Schumann, y por el gnomo de Siegfried y Tristán, y por el mújik horrísono y el bárbaro, Mussorgsky... y por Claudio de Francia, el "químico de acordes".
Y nos enervábamos las flébiles almas con remotas armonías de abstrusos bardos, de abstrusas sofías, o con las luminosas creaciones musicales o con las nebulosidades impertinentes de nuestros personalísimos escolios y glosas a las metafísicas adoptadas, o por adoptar, o inadoptables...; de nuestros conceptos sobre toda cosa, toda idea, sistema o modo de forjar belleza o burilar dolor: paradojas desconcertantes (y poco profundas ni nuevas, las mías, vamos!) pero que resultaron embaidoras, cómo no, en ocasiones" (ps. 217 y 218) (3).

Un poco más adelante:

"Optaron mis amigos, mis fraternos amigos, por una especie de neo-helenismo trascendente y complicado, eso sí, cuyo "representativo" podía ser Goethe; mas yo seguía en mis trece, leopardiano y ultra-romántico, contagiado de balzacismo, de obermannismo, y aún de stendhalismo, como se solía ser -imagino- en los tiempos añorados (de mí, Gaspar), en los tiempos en que eran dueños de salones y de cabarets, esos que se decían Baudelaire, Villers de I'Isle-Adam, el germano Heine, Barbey d'Aurevilly, Petrus Borel, Gautier, magnífico y vacío (un poco), de Musset, Gerard de Nerval, Aloïsius Bertrand y Glatingny-, y en la estepa Púshkin y Liérmontov-, y, allá, en la metalizada y tocinesca Norte América, Edgar Poe, el trágico cantor y vividor de la locura y de todo lo eterno emocional, de todo lo vago y de todo lo persistente, el creador de los medrosos cuentos y de los etéreos poemas alucinantes..." (p. 218).

Pero... ¿quién es Zuláibar, que estudia e interpreta el fagot, así como pasa de anodinas a graves lecturas?, como puede leerse a continuación:

"Zuláibar, que atravesaba por una otra crisis de aburrimiento, solía distraerse dél con el comercio de deliciosas narraciones imbéciles, imbéciles un poco mucho (ma non troppo), en las que los cazadores y aventureros y en las que los gambusinos y léperos, a más de los siouxs y comanches y de natura bravía, hacían el juego para el tonto relato y anodino.
Luego, para disfrutar del contraste -imagino- [(ya en otra de sus crisis dióle -¿recuerdas, Juan Cristóbal?-, dióle por el fagot, por el estudio del fagot y en el Conservatorio de Lyon. Mas no estudió mucho, conjeturo, ni menos aprovecharía lo estudiado allí, con lo cual hubo de resultar un verdadero Sade o Torquemada de sus vecinos de aposento en el calmoso puebluco adonde fue a parar después de mil y otra vagabunderías. Colegiráse por lo apuntado que no dejo Zuláibar su afición al fagot: decorativo instrumento ese fagot, con su apariencia de fabulosa pipa enorme!, de la que surten esplendentes resonancias nasales al infatigado conjuro del soplar. ¿No habéis oído atenciosos, oh amigos, atenciosos, en superficial recogimiento, la emisión voluminosa y palatina del fagot? Desventurada estirpe la vuestra, oh amigos, si de tal deliquio no habéis gozado... Y fue aprendiz de fagot, dióle por el estudio del fagot, ya solo y en su puebluco: de esa la voz nasal y palatina lenguas innúmeras hacíase Zuláibar, como de su aprendizaje harto doliéronse nuestros oídos, salvo cuando -oh, cuánto más tarde!- ya ejecutaba (y no quiero sugerir otra cosa) trozos del arcangélico concierto mozartiano)] dábase una inmersión en las ingentes óperas literarias- y aún las diminutas- donde encontraba tan bellas cosas, tan lindas perversiones y acerbidad tamaña. Se curó -digo- y casi totalmente, de ese su mal (la intraducible angustia inmotivada de los adolescentes tocados del estigma metafísico) cuando por vez primera leyó Crimen y Castigo de Dostoievsky, -pues le resultó la situación de Rodión muy más violenta que la suya propia, ya que su crimen era apenas un delito íntimo, en que lo asesinado esta sólo una parte de su Yo la parte alígera, icárea-, que él cercenó de soslayo, esa vez en que todo era irradiante (la naturaleza, las cosas pequeñinas y la jugosa vida) pero en que él rezumaba el más absoluto, el más ilógico y absurdo de los desencantos.
De esa aventura sobraron canciones.
Después, de casi todas las demás aventuras le sobraron, le sobraron canciones para tirarlas como margaritas" (p. 219)

Así eran las noches de amistad, disertaciones y bebida, de Gaspar de la Noche y los amigos:

"La noche toda hémosla pasado en el Café, bebiendo.
(...)
Y bebimos tontamente (¿tontamente?) los cuatro, cinco amigos que éramos: Texeira; tú, Mario Marini; tu Rufo de Omaña; tú Fortunato, y yo, Gaspar de la Noche.
Bebimos, disertando (¿disertando?) disertando, vacíos (¿vacíos?), acerca de todos los tópicos imaginables, de los no imaginables, y de otros, aún.
Dábamos -eso sí- preferencia a motivos de poesía y de estética-, ¿y de ética- y de ática -y de estática?
Estoy por creer -temeroso- que de estáticas y de estéticas y de éticas y de áticas y de metafísicas y de metapsíquicas.
Comentamos, presumo, "Bárbara Charanga", aquel libro, todavía inédito, de don Lope de Aguinaga; breviario de malicias y de intransigencias -el libro-, y carcaj de acedos venablos y de buídos estiletes, para ejemplario de la Bestia.
E hicimos de Aristarcos y de Arquílocos criticantes, o de Zoilos, en algún compás de la barabúnda, trifulca, batahola o guazábara verbal.
De lo que sí ando seguro es de haber exhibido y visto exhibir -desnudas- o, peor, a medio vestir-, las almas nuestras, como ellas son, vanidosas, como ellas son, hirsutas... Singularmente, vanidosas" (p. 222)

O, para contar de cómo se leía:

"Tintinea la lluvia en los cristales de tu jaula, mientras los ratoncillos grises, ratoncillos de biblioteca, sacan jugoso provecho y lucro del comercio con los libros: lo que ni tú ni yo, ni el otro, jamás conseguiremos, ni a tal cosa aspiramos, carísimo Aldecoa: lo que nunca obtendremos, pues de nuestras lecturas -deliciosamente al azar- ¿qué otra opima cosecha nos queda, distinta de la nugacidad de haber leído un libro más, y de la melancolía de tener -para gozarlo, para la primicia de gozarlo, de degustarlo, de poseerlo- un libro menos?" (p. 223).

Y, para dar por terminadas, por hoy, estas citas... ¿Cuándo son de mayor fertilidad las lecturas y los poetas?:

"¡Oh Gaspard de la Nuit! ¡Oh Aloïsius Bertrand! ¡Oh Lautreamont! ¡Oh Chants de Maldoror! tan amados vosotros (y el loco Blake! y Coleridge!) en la adolescencia, en la juventud, y aun en la madura edad, pero más en los albores de la juventud, casi en la pubescencia, cuando apunta el bozo y empieza a clarinear el gallo y a rastrillar los espolines..." (p. 228).


En fin, dejo a tu gusto y el de los LECTORES LUDI, el ir llenando los vacíos de mis especulaciones e hipótesis descabelladas, que si bien no cambiarán para nada la historia, por lo menos proponen otra y divertida forma de leer a los propios maestros, igual, pero que sin temor ni inferioridades, hacen los lectores, los estudiantes y críticos, en otros países en los que el ocio productivo si es rentable.

O, por otra parte, una invitación a mirar de otra manera, pues bien se sabe que no todo es lo que parece. ... lo mismo digo de todo lo dicho.

Cordial saludo,
Iván Rodrigo.

NOTAS
(1) Todas las citas corresponden a: Fernando González, El payaso interior, Rescates, Fondo Editorial Universidad EAFIT, Medellín, 2oo5 (104 ps.)
(2) Esta y las siguientes citas corresponden a: León de Greiff, Prosas de Gaspar, Obras de León de Greiff, tomo II, Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura, Procultura, Bogotá, 1986
(3) Esta y las siguientes citas corresponden a: León de Greiff, Prosas de Gaspar, Obras de León de Greiff, tomo II, Nueva Biblioteca Colombiana de Cultura, Procultura, Bogotá, 1986

22 de enero de 2006

CUADERNO DE CITAS-8

Pensar o qué pensar, he ahí el dilema

* A pensar se aprende jugando
* Un juego de citas para definir la estulticia o la sabiduría
* Agunas citas sobre qué y quiénes son: los mitos, los profetas, los teólogos, los poetas, los sabio, los filósofos, los alquimistas, los científicos, los intelectuales, los eruditos, los académicos
* Por qué no me convertí en Filósofo

Por Iván Rodrigo García Palacios

Después de cincuenta años de fobia, burlas y malas relaciones con la Filosofía (con mayúscula), me puse a pensar si valía la pena confrontar y resolver ese conflicto o era mejor desecharlo. En especial, si tenía en cuenta, primero, que el asunto era considerado de reverencia en los ámbitos intelectuales y, segundo, que ya le había invertido cuantiosos recursos intelectuales y materiales.

Así que empecé, sin mayores pretensiones ni metodología, a preguntarme ¿para qué sirve la Filosofía (otra vez con mayúscula)?, pues, lo que me sobraban era definiciones sobre ¿qué es la Filosofía?, y la primera, única y útil respuesta que encontré, fue el lugar común y frase de cajón: "para aprender a pensar".

Ahí fue donde la cosa se puso "color de hormiga", ya que, como muchos, que le habíamos intentado a estudiar la Filosofía, escolarizada o desescolarizada, teníamos problemas con eso de "aprender y saber pensar". Y, peor, lo mismo parecía suceder con casi todos aquellos que se habían convertido en Profesionales de la Filosofía , que por más que se los observara, ni pensaban, ni sabían pensar y, menos, sabían enseñar a pensar.

Así que me hice la siguiente pregunta: Entonces ¿porqué es tan difícil aprender a pensar? Y, la respuesta, como todas las cosas maravillosas de la humanidad, era de una sencillez infinita, estaba oculta tras las tinieblas de la confusión: no se debe ni estudiar, ni aprender, ni mucho menos pretender enseñar, EN QUÉ PENSAR, como lo hacen la casi totalidad de los Filósofos Profesionales, sino, sólo A PENSAR.

Y, ¿qué es eso?

Retorne al primer día de la creación y la luz se hizo: volver a jugar.

JUGAR:
Jugar es ejercitar plenamente los elementos y expresiones de la mente: sensación, pensamiento, imaginación, emoción y ánimo.
El niño, al jugar, se hace preguntas, reflexiona: ¿qué son las cosas?, ¿para qué sirven?, ¿cómo funcionan?, ¿qué resulta de combinarlas, mezclarlas, reunirlas, hacerlas mover, cambiarlas, etc.? En fin, todas las preguntas y actividades posibles, para luego, sentir, imaginar, experimentar, deducir, comprender, conocer, inventar, y así sucesivamente, en un juego de nunca acabar, en el que va obteniendo sus propias conclusiones mediante un método que se va depurando acorde con sus errores y aciertos, fracasos y éxitos, pero sin convertirlo en algo rígido y obtuso que no le permita asombrarse permanentemente con las infinitas posibilidades, variaciones y resultados de sus procesos, en lo que la felicidad es el viaje y no el destino, como ya ha sido dicho.
De esta manera, a pensar se aprende, como todo en la vida, jugando.

Pero si lo anterior les parece muy poco Filosófico (en su sentido de seriedad y reverencia), recomiendo estudiar la segunda parte del diálogo platónico: Alcibíades, junto con el análisis que de ese tema realizó Michel Foucault en su curso en el Collège de France, 1981-82, y publicado bajo el título de La hermenéutica del sujeto, por el Fondo de Cultura Económica.

_*_*_*_*_*_*_

LAS CITAS

Y, jugando, recorrí las páginas de algunos libros que se consideran inmortales, con el fin de encontrar algunas afirmaciones, conceptos, opiniones, prescripciones y descripciones, con las cuales armar un juego de relaciones y comparaciones, a partir de los los cuales, la humanidad ha aprendido cómo pensar y, en definitiva, a pensar.

En las siguientes citas, algunas serias y otras burleteras, se podrá leer sobre lo qué se creía, lo qué se pensaba, lo qué pensaban los Filósofos y la estulticia en que se convirtió la profesión de Filósofo, los enseñadores del qué pensar.

En fin, como todo juego, una cosa seria.

EL MITO
Ludovico Geymonat, Historia de la filosofía y de la ciencia:
"El hombre, para explicar el curso de los fenómenos, antes que a la razón o a la observación, recurrió a la fantasía".

Aristóteles, Metafísica:
"También el amigo de los mitos es en cierto sentido un amigo de la sabiduría".

LOS TEÓLOGOS
Hesíodo, Teogonía:
"Hervía la tierra entera y las corrientes del Océano y el Ponto estéril; una ardiente llamarada envolvió a los Titanes, hijos de la tierra; la llama inextinguible llegaba al éter divino y el resplandeciente fulgor del rayo y del relámpago cegaba (sus) ojos, a pesar de ser fuertes. Un fuego inefable invadía a Caos; parecía al verlo de frente con los ojos o al oír el ruido con los oídos, como si Gea (la tierra) y el ancho Urano (el cielo) se estuvieran juntando arriba; pues un estrépito igual de grande se habría levantado..."

Esquilo, Danaidas:
"Ardientemente desea el cielo augusto penetrar la tierra y el deseo de la tierra se apodera por realizar la unión. La lluvia de su lecho del cielo cae y fecunda la tierra; ésta genera para los mortales pastos para sus rebaños y el sustento de Deméter".

Aristófanes, Aves:
"Al principio había Caos, Noche, el negro
Érebo y el Tártaro anchuroso,
pero tierra aún no había, ni aire ni cielo...
Y este [Eros], unido al Caos alado en medio
de la noche por el Tártaro anchuroso empolló
nuestra raza y la trajo la primera luz"

LOS PROFETAS
Virgilio, Eneida (Prisca theologia. Virgilio, ¿profeta del cristianismo?)
"Desde el principio el cielo y las tierras y las llanuras líquidas
y el reluciente globo de la luna y los astros titanios
alimenta en su interior el espíritu e infundida por los miembros
la mente agita toda la mole y se mezcla con el gran cuerpo.
De ahí el género de los hombres y de las bestias y el linaje de las aves
y todos los prodigios que cría el mar bajo la tersa superficie de sus aguas.
Vigor de fuego tienen tales gérmenes, origen celestial,
mientras los cuerpos nocivos no los frenan
no los vínculos terrenos los embotan ni los miembros que han de morir.
Por ello temen y quieren, se lamentan y gozan, y por ello
no dirigen sus miradas al cielo, ciegos sin lumbre en cárcel tenebrosa.
Ni siquiera cuando en su último día las abandona la vida
acaban sus pesares ni las abandonan totalmente las plagas corpóreas
que necesariamente ha hecho crecer en ellas de manera admirable
esa larga unión con el cuerpo.
Por eso son sometidas a castigos y expían con suplicios
las antiguas culpas: unas cuelgan inanes
suspendidas a los vientos; otras lavan en el profundo abismo
las manchas de que están infectadas o se purifican con el fuego.
Cada cual paga su pena como exige su demonio. Luego somos enviados
al espacioso Elíseo y unos pocos ocupamos estos felices lugares,
cuando al cabo de muchos días (cumplido el círculo del tiempo)
queda borrada la mancha acumulada y devuelto el puro sentido
etéreo y el fuego de aura pura".

Homero, Iliada:
"Canta, diosa, de Aquiles el Pelida
ese resentimiento -¡que mal haya!-
que infligió a los aqueos mil dolores,
y muchas almas de héroes esforzados
precipitó al Hades,
y de sus cuerpos el botín hacía
de perros y de todas
las aves de rapiña,
y el designio de Zeus se iba cumpliendo
desde el primer momento
en que se separaron,
después de una disputa,
el Atrida, caudillo de guerreros,
y Aquiles que vástago es de Zeus.

Homero, Odisea:
"Cuéntame, Musa, la historia del hombre de muchos senderos, que anduvo errante muy mucho después de Troya sagrada asolar"

LOS POETAS
Jenofonte, Symposion:
"- Y tú, Nicerato, ¿de qué ciencia te sientes orgulloso?
- Mi padre -respondió-, que se preocupa de hacer de mí un hombre de bien, me ha constreñido a aprender de memoria todos los versos de Homero; y aun ahora podría yo recitar de memoria la Iliada y la Odisea por entero.
- Pero olvidas -dijo Antístenes- que también todos los rapsodas saben estos versos de memoria.
- ¿Y cómo no habría de recordarlo, si voy casi cada día a escucharlos?
- ¿Y conoces una raza más necia que la de los rapsodas?
- Por cierto que no -respondió Nicerato-, no creo que yo la conozca.
- Es evidente -observó Sócrates-: porque no comprenden el significado de las cosas que recitan. Tú, en cambio, has entregado mucho dinero a Stesimbroto, a Anaximandro y a muchos otros, a fin de que no se te escapara nada de lo valioso de esos poemas"

Vico, Ciencia Nueva:
"Que los caracteres poéticos, en los cuales consiste la esencia de las fábulas, nacieron por necesidad natural, incapaz como era de abstraer las formas y las propiedades de los sujetos; y, en consecuencia, éste debió de ser el modo de pensar de pueblos enteros".
"Habiendo sido tales los caracteres poéticos, sus alegorías poéticas (...) necesariamente deben contener sólo significados históricos de los primeros tiempos de Grecia. Tales historias debieron conservarse de modo natural en la memoria de los pueblos (...): pues como niños de las naciones, debieron tener una memoria asombrosa. Que por necesidad natural (...), las primeras naciones hablaron en verso heroico. En lo que ha que admirar también a la providencia, que, en el tiempo en el que aún no se habían descubierto los caracteres de la escritura vulgar, las naciones entre tanto hablaban en verso, el cual, gracias a metros y ritmos, agilizaba su memoria para conservar más fácilmente sus historias familiares y civiles".

Platón, República:
"- Pues bien, en este punto damos por cierto que, a partir de Homero, todo artista es imitador de imágenes de la virtud y de todos los otros objetos sobre los que opera, que no alcanza la verdad (...)".
"- De este modo, según mi parecer, podemos decir que también el poeta se limita a reavivar los colores del arte de algún otro, sirviéndose de nombres y de frases; pero no conocimiento de causa, sino por vía de imitación".

Platón, República:
"¿No te parece que todo aquello que relatan los creadores de mitos y los poetas se reduce a una exposición de hechos pasados, presentes y futuros?"

LOS SABIOS
Empédocles, Sobre Pitágoras:
"Vivía allí un hombre de inabarcable saber,
que manejaba un inmenso caudal de pensamientos,
y dominaba enteramente las más diversas artes.
Pues cuando desplegaba su pleno entendimiento,
alcazaba sin esfuerzo todo lo sucedido
en el lapso de diez, y hasta veinte vidas humanas"

Jenófanes, Fragmentos:
"Siempre permanece en el mismo sitio, sin moverse.
No le corresponde cambiar de un sito a otro.
Sino que, sin esfuerzo, con el querer de su espíritu,
todo lo mueve"

Jenófanes, Fragmentos:
"Alcmeón de Crotona, hijo de Pírito, dijo lo siguiente a Brotino, Leonte y Batilo: acerca de lo no perceptible y de lo humano, los dioses tienen una visión clara, pero los hombres sólo pueden hacer conjeturas".

Platón, Teeteto:
"Sócrates: (...) Es sólo el cuerpo [del sabio] que se encuentra en la Ciudad y allí reside, mientras que su mente, juzgando ésto poca cosa y aún más de ningún valor, no las estima para nada y vuela por todas partes, como dice Píndaro: "bajo la tierra, midiendo las superficies como un geómetra, estudiando los astros allá arriba en el cielo y explorando por todas partes la compleja naturaleza de las cosas existentes, de cada una en su entereza, sin rebajarse a ninguna de aquella que le están cerca.
Teodoro: - ¿Qué tratas de decir con ésto, oh Sócrates?
Sócrates: - Aquello, oh Teodoro, que se cuenta aún de Tales, quien, al estudiar los astros y mientras miraba hacia arriba, cayó en un pozo: su joven esclava Tracia, inteligente y graciosa, se burló de él observando que se preocupaba tanto de conocer las cosas que están en el cielo y, en cambio, no veía aquellas que tenía delante suyo, ante sus pies. La misma burla se puede referir a todos aquellos que dedican sus vidas a la filosofía. En realidad, a un hombre semejante se le escapa no sólo aquello que hace su prójimo, inclusive su vecino de casa, sino también si es un hombre o algún otro animal. Al contrario, qué es un hombre y qué cosas conviene hacer o sufrir a la naturaleza humana diversamente en relación a las otras naturalezas, va en búsqueda de estas cosas y se empeña a fondo en su investigación. Tú comprendes, supongo, oh Teodoro, ¿ o no?"

Tito Lucrecio Caro, De la naturaleza de las cosas:
"Sacaron de sus íntimas entrañas
oráculos más ciertos y sagrados
que la Pitia en el trípode de Apolo
los diera, usando sus laureles".

LOS FILÓSOFOS
Platón, República:
"- Y, pues -preguntó- ¿cuáles son los verdaderos filósofos?
- Y yo, en respuesta: quienes aman contemplar la verdad".

Platón, Apología de Sócrates:
"Estoy intentando persuadiros, oh jóvenes y ancianos, no debéis tener cuidado de vuestros cuerpos, ni de las riquezas ni de ninguna otra cosa con mayor empeño sino de vuestra alma, de modo que se lo más buena posible; sosteniendo que la virtud no nace de las riquezas, sino de la misma virtud nacen las riquezas y todos los demás bienes para los hombres, sea en privado o en público".

Platón, Fedro:
La oración final del Fedro:
"Fedro: (...) Pero ahora vamos, porque ya el gran calor oprimente se ha ido.
Sócrates: - ¿No conviene elevar una oración a los dioses del lugar antes de iniciar a caminar?
Fedro: ¿Cómo no?
Sócrates: -Oh querido Pan y vosotros, oh dioses que habitáis en este lugar, concededme que mi interior se vuelva bello y que todas las cosas existentes afuera se encuentren en armonía con aquellas que poseo dentro de mí. Que pueda considerar rico al sabio y que pueda tener una cantidad de oro tal, de la que nadie pudiera tomar ni llevarse, a menos que sea temperante. ¿Necesitamos aún algo más? Me parece que yo he rezado en la justa medida.
Fedro: Me uno a tí en esta oración, porque las cosas de los amigos son comunes.
Sócrates: -¡Vámonos!"

LOS CIENTÍFICOS
Aristóteles, Metafísica:
"Existe una ciencia que considera el ser en cuanto ser y las propiedades que le competen en cuanto tales. Esta no se identifica con ninguna de las ciencias particulares: en efecto, ninguna de las otras ciencias considera universalmente el ser en cuanto ser, sino después de haber delimitado una parte de éste, cada una estudia las características de esta parte. Así sucede, por ejemplo, con las matemáticas".

LOS ALQUIMISTAS
Claus Priesner, Karin Figala, editores, Alquimia, enciclopedia de una ciencia hermética:
"La alquimia antigua se caracteriza por dos aspectos, uno de tipo químico técnico y otro espiritual, que están entrelazados entre sí. El objetivo práctico era el perfeccionamiento de los metales no nobles y la transformación (transmutación) de los mismos en oro y plata. El objetivo espiritual tenía que ver con la "liberación" de la materia y, por ende, con la purificación y perfección del alma del alquimista".

Claus Priesner, Karin Figala, editores, Alquimia, enciclopedia de una ciencia hermética:
Alquimia moderna: "La transmutación de los metales pasó a simbolizar la obra redentora de Cristo mientras que la Resurrección se convirtió en análogon del opus magnum alquímico".
"Fue en el marco de esta espiritualidad imbuida de pietismo y marcada por un renovado interés por la alquimia que Goethe estudio las obras de Paracelso, Basilio Valentino, van Helmont y de Filaletes. Realizó algunos ensayos movido por el interés de encontrar una medicina universal, interés que tenía su origen, entre otros motivos, en una enfermedad gravísima que había contraído en diciembre de 1768 y de la que consiguió curarse. En su época de estudiante Goethe vio en la alquimia un camino para llegar a la esencia íntima de las cosas. Encontramos evocada esta idea en el monólogo que abre el Fausto".

LOS INTELECTUALES
Erasmo, El elogio de la necedad:
"En cambio, el escritor que me es más devoto es más feliz cuanto sea más insigne su extravagancia, porque sin necesidad de pasar las noches en vela, todo cuanto se le viene a las mientes, todo cuanto afluye a su pluma y todo cuanto sueña, lo pone en seguida por escrito con sólo un pequeño gasto de papel, no ignorando que, en el porvenir, aquel que mayores necedades haya escrito será el preferido por los demás, es decir, por los indoctos y por los estultos. ¿Qué le importa a él que le desprecien tres o cuatro sabios, caso de que lo lean? ¿Qué significaría el parecer de éstos ante la muchedumbre que lo aclama?"

LOS ERUDITOS
Erasmo, El elogio de la necedad:
"Habréis observado que hablo en griego y en latín, porque yo también quiero seguir el ejemplo de algunos retóricos flamantes que se creen auténticos dioses con sólo mostrarse con dos lenguas, como la sanguijuela, preciándose de salpicar sus preciadas producciones de frases latinas y algunos terminachos griegos, con los que hacen, aún trayéndolos por los cabellos, una especie de mosaico. Y dado el caso de que ignoren tales lenguas, no tienen sino sacar de algún libro apolillado cuatro o cinco palabrejas cuya oscuridad ofusque a los lectores para que aquellos que las entiendan se complazcan doblemente, y los que no, les rindan, por esto mismo, mayor admiración, ya que somos propensos a que nos guste tanto más una cosa cuanto viene de más lejos; y si hubiere alguien que estimase que esto no basta para aparentar que lo comprende, ría, aplauda y mueva los orejas como el asno, que con ello y con hacer signos constantes de aprobación tendrá suficiente para que los demás crean que lo comprenden a maravilla, aunque no entiendan palabra".

Iván Rodrigo, De mi propio caletre:
Eruditos, en sentido peyorativo, son aquellos seres insoportables que pareciera que tuvieran en el cerebro una enciclopedia de citas y referencias de autores y obras importantes para descrestar ingenuos, y hacen prepotente alarde de su habilidad hasta en las situaciones más descabelladas e inoportunas.

LOS ACADÉMICOS
Aristófanes, Las nubes:
Recomiendo la lectura de esta comedia en la cual se hace descarnada burla de los sofistas, una especie de académicos en la antigua Grecia.

Iván Rodrigo, De mi propio caletre:
Habiendo sufrido durante mi vida académica los rigores, casi sin ningún placer, de la enseñanza institucionalizada, no me queda otro remedio, al final de mis días, que reírme burleteramente, no de mis sufrimientos que poco o nada hicieron por mejorar mi forma de existir, si no de aquellos necios que Erasmo no incluyó en su Elogio de la estulticia: los académicos.

Claro, que como en todo, los hay de todas las naturalezas y pelambres, pero es necesario distinguirlos de los que son verdaderos Maestros, que son aquellas personas para quienes su vida y su arte y su oficio, están plenos de la sabiduría que entregan con humildad y amor a sus discípulos (leer sobre la tradición de los maestros en la antigüedad: India, China, Japón, Grecia, etc.)
Por el contrario, los académicos, en sentido puro, figurado y aproximado, son:
- Personajes que consideran más importante un título y un nombre con una sigla griega de sufijo, que el conocimiento y la formación que imparten.
- El académico considera que lo más importante es: demostrar que él es lo más grande sobre la tierra en su especialidad, que el discípulo es un estúpido y que los asuntos que enseña son un galimatías que sólo él puede descifrar.
- Ese galimatías académico es un truco que los mismos académicos se inventaron, dizque para objetivar sus conceptos, pero que a la hora de la verdad no es más que un ridícula semántica hermética para patentar descrestes, evitar la competencia en el mercado de las cátedras y enredar los asuntos más sencillos (es necesario diferenciar este truco de la verdadera escritura hermética, ver CUADERNO DE CITAS-7).
- Los académicos comparten la mayor parte de las características ya citadas, que Erasmo otorga para los intelectuales y los eruditos.
- Los LECTORES LUDI podrán agregar sus propias ocurrencias y hacérmelas saber.

Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, charlando entre amigos sobre la y algunas novelas del siglo XIX

Lectura en grupo. https://elpais.com/elpais/2014/12/12/album/1418422523_273005.html Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, ch...