7 de octubre de 2014

Carta alejandrina No. 4



Hipatia de Alejandría


Carta alejandrina No. 4


Medellín, 7 de octubre 2014
Hipatía
"A ti, querida señora, te saludo cariñosamente ...".
Voy a tratar de contarte lo que son ahora esas cosas que intuyeron sabiamente tu y tus maestros y los maestros que luego vinieron.
Para ello, empiezo por decirte qué es eso a lo que he llamado "los estados mentales supremos": Ser como los dioses. Eso que significaba "tornarse/volverse divino", encarnar/incorporar en sí mismo las cualidades de los dioses como te decía en la carta anterior.
Aclaro que, por sus implicaciones sectarias, religiosas, teológicas e ideológicas, así como por los charlatanes y estafadores que se aprovechan de la ignorancia y el miedo de las personas, lo que más se presta a confusiones es eso de "supremo". Así que, para despacharlo sin muchas explicaciones, con ello me refiero a eso que tu y tus maestros llamaban "supremo" cuando se referían al más alto valor, cualidad, calidad y alcance de algo, bien fuera un objeto o bien una actividad o bien un estado en la naturaleza o en una persona: el devenir en la perfección, en lo bello, en lo justo. Así que esos estados no tienen nada que ver con seres o asuntos sobrenaturales o metafísicos.
"Los estados mentales supremos" son estados que se presentan y existen en la naturaleza, son aquellos que las personas pueden identificar o sentir o "experimentar" de manera excepcional en sí mismos y con los más amplios sentidos, significados y sensaciones.
Aclarado lo anterior, "los estados mentales supremos" son entonces estados del cuerpo -encarnados e incorporados- y no estados cualquiera. Se trata de estados mentales de un valor, cualidad, calidad, características y alcances, más allá de aquellos estados que los neurocientíficos, científicos cognitivos, psicólogos, etc. han denominado como estados o funciones superiores al referirse a los procesos y actividades cerebrales y mentales que involucran la conciencia, el consciente, el imaginar, el pensar, la intencionalidad, etc.
Pero, también, neurocientíficos, científicos cognitivos, psicólogos, etc. están demostrando la existencia de eso que exigías, que enseñabas y que lograbas de tus discípulos, tal y como lo cité en la carta anterior, y que es lo que podría corresponderse con "los estados mentales supremos":
[...] descubran en su fuero interno "el ojo sepultado dentro de nosotros" (Ep. 137). Este "ojo intelectual", este "hijo luminoso de la razón" (Ep. 139; Dion 9) escondido en lo más profundo de nosotros en espera de ser liberado, hace de cada individuo un portador del mundo trascendental, y lo capacita para romper las cadenas de la materia (María Dzielska, Hipatia de Alejandría, Siruela, Madrid, 2004, pp. 61-62).
Según las investigaciones actuales de los neurocientíficos, científicos cognitivos, psicólogos, etc. se ha demostrado que el cerebro puede alcanzar eso que he llamado "los estados mentales supremos", esos en los cuales es posible provocar y producir los logros mentales "supremos", o sea, aquello a lo que se denomina genialidad, creatividad, etc. y que es lo que tu y tus maestros llamaban "La Sabiduría". Esos son estados de plena concentración y de empatía 1, tanto en sí mismos como con los otros y con el mundo, a los que habría que agregarles el disfrute de la plenitud del aliento vital, es decir ese estado en el cual se experimenta una gran alegría o satisfacción o placer o entusiasmo, eso que tu y tus maestros llamaron "La Felicidad".
Véase, por ejemplo, lo que dice la ciencia actual:
"El punto ideal del arco de Yerkes-Dodson en el que debemos ubicarnos es la zona de rendimiento óptimo, denominado "flujo" en las investigaciones realizadas por Mihály Csíkszentmihályi en la Universidad de Chicago. El estado de "flujo" representa un pico de autorregulación, el punto de aprovechamiento máximo de las emociones al servicio del rendimiento o aprendizaje. Permite canalizar las emociones positivas para realizar una tarea con energía. En ese estado estamos concentrados y sentimos alegría espontánea, un éxtasis incluso.
[...] Esa zona de rendimiento óptimo se ha definido como un estado de armonía neuronal, en el que áreas dispares del cerebro se encuentran en sincronía, colaboran. También se ha considerado un estado de máxima eficiencia cognitiva. Alcanzar el "flujo" nos permite aprovechar al máximo nivel cualquier talento que podamos tener" (Daniel Goleman, El cerebro y la inteligencia emocional. Nuevos descubrimientos, Ediciones, B, Barcelona, 2012, pp. 66 y 67).
Los métodos y prácticas para lograr alcanzar tales estados de concentración, atención o los estados de relajación, han sido ofrecidos en cantidad, variedad, diversidad, etc., algunos con seriedad y muchos por charlatanería, autoayuda o estafa. Igual que en tu tiempo, es ahora. En los años 70 del siglo pasado se puso de moda eso de "la meditación trascendental", una historia que vale la pena conocer, pues tiene que ver con "The Beatles". En general, esos estados los han tratado como actividades o ejercicios de meditación y hasta de yoga. Actualmente, es algo que también llaman "mindfulness" (atención plena, lo que prefiero traducir como plenitud mental), una evolución de aquello de las meditaciones.
Hay que aceptar que eso de la meditación o el "mindfulness" o plenitud mental o atención plena, tiene su sentido teórico y práctico en el contexto de las neurociencias. Algunos neurocientíficos, con la participación del Dalai Lama y algunos monjes, han estudiado esos asuntos en el campo del budismo como bien lo han divulgado Daniel Goleman, Francisco Varela, Humberto Maturana, entre otros. Pero, también es necesario tener cuidado, pues esos asuntos han estado contaminados por siglos con eso de la excepción humana, trascendentalista, dualista, en la cual, "los estados mentales supremos" alcanzados mediante esas prácticas, se los ha considerado como asuntos sobrenaturales, es decir, como una relación o una visión de dioses o de lo divino, eso del alma como algo por fuera de la naturaleza material del cuerpo y del universo.
Si se despeja todo ese barullo trascendentalista, se puede decir que si, que "los estados mentales supremos" alcanzados por medio de la meditación o el "mindfulness"o plenitud mental o atención plena, son una manifestación divina y sagrada, pero, en el sentido de que son, como ya lo decía atrás, el umbral de acceso a "La Sabiduría" y a "La Felicidad", ser como los dioses, tal y como lo concebían tus maestros, algo que los neurocientíficos también están estudiando y demostrando, pues para los unos y los otros, la maravilla, lo extraordinario, está en el cerebro, una verdad clara y evidente como lo fue para una poeta, Emily Dickinson:
El cerebro
El cerebro - es más amplio que el cielo -
colócalos juntos-
contendrá uno al otro
holgadamente - y tú - también
el cerebro es más hondo que el mar -
retenlos - azul contra azul -
absorberá el uno al otro -
como la esponja - al balde -
el cerebro es el mismo peso de Dios -
pésalos libra por libra -
se diferenciarán - si se pueden diferenciar -
como la sílaba del sonido -
(Traducción: Silvina Ocampo).
[The Brain
The Brain —is wider than the Sky—
For —put them side by side—
The one the other will contain
With ease —and you— beside—
The Brain is deeper than the sea—
For —hold them— Blue to Blue—
The one the other will absorb
As Sponges —Buckets— do—
The Brain is just the weight of God—
For —Helft them— Pound the Pound—
And they will differ —if they do—
As Syllable from Sound.] 2
Sin embargo, nada de esto es sencillo, aquello que era, para ti y tus maestros, "lo sagrado", "lo divino", dejó de serlo y, en su lugar, se impusieron unas mistificaciones útiles y necesarias a los intereses de los sacerdotes del nuevo dios y en cuyo nombre se masacró a todos y a todo lo que se considerara "hijo de la Gran Madre Tierra", la Naturaleza, ese único ámbito posible de "lo sagrado" y de "lo divino", ese "lugar" al que se accede en "los estados mentales supremos".
Y aquí es donde el conflicto se volvió universal. Los sacerdotes del nuevo dios y sus teologías, por un lado y, por el otro, los filósofos y los científicos, empeñados en mitificar o desmitificar los sagrado y lo divino en la mente humana, según sus opuestos puntos de vista, en una oposición que parece irreconciliable y hasta necesaria, porque, para las ideologías que pretenden la sumisión humana a poderes terrenales en nombre de poderes extraterrenales, les es necesario contar con un amo y un enemigo, también extraterrenales, que encarnen y provoquen el miedo que hace fácil el someter y enajenar la mente y la voluntad de los individuos y de las comunidades con la promesa de una vida eterna y sobrenatural de premios o castigos, cielos e infiernos.
Así que, de dioses y demonios en los que se corporeizaban y encarnaban poderes y fuerzas naturales, se pasó a dioses y demonios absolutos, sobrenaturales, creadores y dadores de la vida y del universo y, por ello, amos, dueños y señores de todo lo habido y por haber y para los que se exige adoración y sumisión absolutas y en cuyo nombre se somete a los Homo-Humanos a la explotación y las peores torturas.
Tiempos oscuros y horribles los que siguieron a tu muerte y hasta el día de hoy.
Pero, mejor, hablemos del legado que tu y los fundadores de tu ciudad dejaron a la humanidad y gracias al cual, la oscuridad y el horror no han derrotado a la vida. Así que, en mi próxima carta, te hablaré de lo qué significó tu escuela y junto con ella el Museo y la Biblioteca de Alejandría, como fuentes de aquel conocimiento y de aquella sabiduría que continuaron fluyendo, unas veces en las sombras y otras a plena luz.
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.


Notas
1 Marco Iacoboni, Las neuronas espejo, Katz, Buenos Aires, 2009.
2 Ver: Steven Pinker, La tabla rasa, p. 581 y ss.





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