22 de mayo de 2006

LECTOR LUDI-30

El enamoramiento, arrebato místico, locura, insensatez, enfermedad

o transmutación

- El enamoramiento os hará nuevos hombres

- ¿Por qué nos enamoramos?

- ¿Qué sucede cuando termina el enamoramiento?

- El enamoramiento: ¿una enfermedad inevitable o una crisis necesaria?

- Las teorías del amor: éxtasis y delirios o dolores y horrores

- Una historia del enamoramiento y el amor a través de las épocas:

- Modelos e historias del enamoramiento: Kama Sutra, Banquete, Fedro, Ars Amandi, la enfermedad freudiana, el Estado Naciente, de Alberoni

- El exacerbado hedonismo individualista, pone en peligro el enamoramiento.

Por Iván Rodrigo García Palacios

INTRODUCCIÓN

¿Es el enamoramiento un capricho de la mente?, o por el contrario, ¿es un estado obligado y necesario, con causas y consecuencias determinables?

Todas las filosofías, ciencias, literaturas y poesías que tratan del amor pasión o del enamoramiento, que es, según ellas, la fuerza que une y mueve al universo, y llegan hasta el punto de exagerarla, afirmando que vence a la muerte en su forma cristiana del amor evangélico, se han concentrado en explorar las causas que lo originan y los sublimes o desastrosos estados que produce en los enamorados, pero han dejado olvidada la exploración de los efectos necesarios que produce en los seres humanos, luego de que ha concluido su acción, que el enamoramiento termina.

Antes de continuar, debo hacer una advertencia necesaria: enamoramiento y amor, así posean algunos rasgos en común, son dos estados diferentes y diferenciables para la existencia humana, con causas y consecuencias propias, ya los griegos los habían encarnado en dos diferentes dioses: Eros y Afrodita. Es pues, de esa manera, como se les tratará a continuación.

Aclarado lo anterior, mi primera pregunta: ¿Por qué nos enamoramos? La respuesta que pretendo dar, propone la hipótesis descabellada de que es un estado obligado y necesario para el desarrollo y evolución del ser humano, tanto biológico como mental, y que, como todos los demás mecanismos evolutivos, tiene funciones específicas tanto para la supervivencia como para la reproducción y que, como todo lo relacionado con el asunto, puede manifestarse de forma natural y saludable o defectuosa y patológica.

Igualmente, creo que, como en los demás fenómenos evolutivos, el enamoramiento se manifiesta y causa efectos diferentes, tanto mentales como biológicos, en hombres y mujeres. Lastimosamente, en este sentido han sido escasas las investigaciones y las pocas que existen no ofrecen afirmaciones concluyentes. De todas formas, por lo poco que se conoce y la experiencia reflexiva, me atrevo a plantear, más adelante, algunas hipótesis descabelladas.

Sin embargo, antes de iniciar una reflexión sobre esa propuesta, voy a echar una rápida mirada, por una parte, a la historia del enamoramiento, así como a algunos de los paradigmas y prejuicios que se mantienen sobre el tema y, por otra parte, sobre algunas de las exploraciones, acertadas o ilusorias, que se han propuesto para explicar el enamoramiento, ya que permitirían ver algunos de los elementos que han incidido en el desarrollo y evolución de la humanidad a partir de mi hipótesis.

Primera parte

Estas historias, así como los paradigmas y prejuicios podrían clasificarse, mínimamente, en seis vertientes que se entrecruzan, mezclan y fusionan de múltiples maneras:

1. El enamoramiento erótico existencial, sagrado y humano.

2. El enamoramiento erótico filosófico: locura amorosa y el amor de la amistad.

3. El enamoramiento del amor cortés: erótica sublimada.

4. El enamoramiento liberado por la Revolución Francesa y el Romanticismo.

5. El enamoramiento del psicoanálisis: enfermedad psicológica, obsesión sexual.

6. El enamoramiento como renacimiento: fuerza que cambia a los individuos.

1. DEL KAMA SUTRA A PLATÓN

Desde los pueblos del Oriente, Lejano o Próximo, se esparcieron las primeras teorías, historias, narraciones y poemas sobre el enamoramiento divino y humano. Los Libros Fundadores de la antigua India y la milenaria Persia, están llenos de los más apasionados encuentros amorosos de los dioses generadores, en los cuales engendraban sus creaciones cósmicas; existieron dioses y templos para consagrar estas funciones divinas e inspirar a los humanos.

Igualmente, las narraciones y poemas más hermosos de sus literaturas hablan, con lenguaje extático y gozoso de las ardorosas y apasionadas relaciones eróticas de los personajes y héroes que han inflamado la imaginación de generaciones de escritores y lectores de la literatura universal. Y, para rematar, fue allí donde se escribieron los primeros, más descriptivos y casuísticos, manuales amorosos, el más conocido: Kama Sutra.

Lo que todavía asombra es que para ellos la naturaleza del enamoramiento era, al mismo tiempo, divina y humana, así como que Eros y Amor eran las sustancias de una misma esencia. Dioses y hombres se enamoraban de la misma forma, y lo más asombroso todavía, el enamoramiento humano, cuya única finalidad era un trance extático y erótico, era, simultáneamente, un umbral por el que se accedía a la comunión con lo divino.

La otra cara antropohistórica de la naturaleza del enamoramiento prehelénico, es la expuesta por los egipcios, quienes, por un lado, encarnaban los aspectos sagrados del enamoramiento en "la diosa Hator, la soberana de todas las formas de alegría, desde la de las estrellas hasta la del placer físico, vela por la misteriosa atracción que reúne a dos amantes" (1).

Y, por la otra parte, los egipcios, al igual que los pueblos orientales, lejanos y próximos, consideraban los asuntos del amor y el matrimonio, cuestiones de organización y regulación social, política o religiosa, modalidad que, con algunas variantes y atenuaciones, se ha mantenido hasta ahora en casi todas las culturas tanto de Occidente como de Oriente. Pero ese es otro tema.

2. EL AMOR PLATÓNICO

La cultura griega, modelo del que se deriva la civilización occidental, fue formada por la mezcla y fusión iniciada por los micénicos a partir de las culturas emigrantes del Oriente, de Egipto y de la conquistada Minos; así como por la propia interpretación que se inicia con los poemas de Homero y sus sucesores y que se comienza a formalizar con los pensadores presocráticos y que con Sócrates, Platón, Aristóteles y con demás filósofos y escritores, alcanzan su forma definitiva y que es esparcida a Occidente por el helenismo, los romanos, la cultura latina subsiguiente y que alcanza su máxima expresión occidental en El Renacimiento Italiano.

Es pues allí donde se inician las reflexiones y planteamientos sobre las naturalezas del enamoramiento y el amor, que ellos, como sus antecesores, continuaron manteniendo como manifestaciones relacionadas pero diferentes, así como diferentes eran sus impactos y usos sociales, políticos y religiosos.

La diferencia que establecen los griegos en la forma como enfrentan los asuntos del enamoramiento y el amor, más que en los significados o comportamientos, radica en el enfoque y el tratamiento que le dan. Por una lado, los poetas, dramaturgos y escritores, las tratan como situaciones existenciales o cotidianas y, por el otro lado, los filósofos, que se centran en establecer sus relaciones con la salud del alma, lo que se denomina sabiduría que no es otra cosa que la teorización o contemplación de la verdad, que a su vez, fundamentan la ética individual y cívica. Igualmente, para los filósofos, es el punto de partida para desvelar y conocer los misterios del universo: la física y la metafísica.

Es Platón quien mejor reflexiona sobre los asuntos del enamoramiento y el amor, a los que trata en diferentes contextos e interpretaciones en buena parte de sus diálogos, cartas y otros textos. El más famoso de sus diálogos y en el que plantea sus doctrinas sobre el enamoramiento y el amor, de forma más dialéctica que sistemática, es el Banquete, en el que el diálogo Sócrates-Diotima, cierra las exposiciones de los otros personajes y matiza y complementa sus tesis.

UN BANQUETE AMOROSO

El Banquete, es a su vez un bello canto poético y un vívido tratado filosófico en el que Platón entrelaza la vitalidad y la filosofía, propias de la naturaleza humana, y que se explica, en su introducción, M. Martínez Hernández:

"La definición de Eros de labios de Diotima es la más cercana a los puntos de vista de Platón sobre la naturaleza del amor, cuyas tres notas más características son que amor es todo deseo de cosas buenas y de felicidad (Banquete, 205d), que amor es desear que lo bueno sea de uno para siempre (Banquete, 206a) y que amor es procreación en la belleza tanto corporal como espiritual (Banquete, 206b). Lo propio de nuestra naturaleza mortal es aspirar a ser inmortal en la medida en que podamos por medio de la generación en la belleza. Este deseo de inmortalidad del hombre, producto en el fondo de la naturaleza demónica o intermediaria del Eros y de su genealogía, necesita de un aprendizaje que se traduce en una serie de etapas sucesivas que conducen a la contemplación de la Belleza en sí, realmente independiente de las bellezas particulares" (2).

AMOR Y AMISTAD: FEDRO

El otro diálogo fundamental en el que Platón trata del enamoramiento y el amor, es Fedro, aunque mal interpretado, y en el cual se trata de los discursos de Lisias y Sócrates, plantea, primero, el discurso de Lisias, del que dice Ernesto Grassi:

"La serie de argumentos del discurso de Lisias conforma una fenomenología sistemática del desasosiego que se manifiesta en la fuerza transponedora de las pasiones" (3).

Los argumentos de Lisias, cuyo significado y contenido sintetiza Ernesto Grassi:

"Todos señalan que la pasión es el motivo de que el ser humano transfiera significados a la realidad mediante su fantasía "libre" y que estos significados desaparecen tan pronto como la pasión ha acabado" (4).

Ahora bien, los siete argumentos de Lisias buscan explicar los comportamientos de los enamorados, y a partir de los cuales Sócrates, en su discurso, utiliza para elaborar la crítica al loco enamoramiento y a ofrecer la mejor opción para las relaciones amorosas. Ellos son (5):

1. Se afirma que los amantes se arrepienten de todo lo que han dedicado al amado (Fedro, 231a-231b7).

2. El acento recae sobre el sujeto de la relación pasional: también el sujeto se revela actor de una fábula tras cuyo final ya no se reconoce a sí mismo. Es característico que cada amante esté convencido de que su pasión sólo se dirige al último amado: a él lo valora "siempre más que al anterior" (Fedro, 231c6-231d7-231c6).

3. Se dirige al hecho de que la referencia erótica en que se encuentran objeto y sujeto de la pasión cambia continuamente (Fedro, 231c6-231d7).

4. Señala que incluso la elección del compañero no la determina el individuo, sino una fuerza impersonal, anónima, de tal modo que en este juego erótico el individuo no se revela como un momento último, indivisible. Hay que negarle toda libertad (Fedro, 231d7-231d12).

5. Se dirige, casi como ejemplo de las tesis presentadas antes, al fenómeno del vanagloriarse. El amante desea dar a conocer su relación erótica, ser elogiado por ella, lo cual lo vuelve sordo a los reproches de quienes se encuentran fuera de esta relación, es decir, no está en condiciones de conocer la situación de la comunidad en cuyo marco se encuentra (Fedro, 231d12-232b5).

6. Se basa en el miedo a perder el objeto de la pasión, de donde surge el intento desesperado de alejar al amado de otras personas (Fedro, 232b6-232c)

7. Se subraya la efimeridad del juicio sobre el amado y el riesgo del elogio que surge de él; el elogio, la admiración, la adulación muestran la pérdida de toda medida (Fedro, 232e-233b6).

¿QUÉ ES EL AMOR?

Es entonces cuando Fedro acicatea a Sócrates para que exprese sus críticas al discurso de Lisias, las que inicia con la presentación de su método de deliberación, la formulación de la pregunta clave y su definición de amor:

"Deliberemos primero, de mutuo acuerdo, sobre qué es el amor y cual es su poder" (Fedro, 237c).

Para, a continuación ofrecer su elemental definición del amor:

"El Eros es un deseo" (Fedro, 237d), pero, como agrega E. Lledo Íñigo, sustentado en esos dos principios que hay en nosotros y que nos arrastran, "uno de ellos es un deseo natural de gozo, otro es una opinión adquirida que tiende a lo mejor" (Fedro, 237d).

Y, tercero, Sócrates concluye, introduciendo en la relación amorosa, los beneficios de la amistad:

"Dones tan grandes y tan divinos, muchacho, te traerá la amistad del enamorado" (Fedro, 256e).

EROS Y AFRODITA

En fin y para concluir, es necesario decir que para los griegos, enamoramiento y amor, eran los conceptos encarnados por Eros y Afrodita, con sus aparentes similitudes y sus profundas diferencias, y es a partir de allí que se elaboran las interpretaciones que formarán la imagen del mundo amoroso de romanos, helénicos, latinos, cristianos y hasta la actualidad.

Son precisamente estas similitudes y diferencias las que, a partir de los romanos, se enfatizarán, por una parte, para proponer modelos de buen comportamiento amoroso, y por la otra, para proscribir el Eros pagano, que en la formación y difusión del cristianismo alcanzará los mayores extremos, sin que por ello se pudiera impedir la dinámica evolutiva generada por el enamoramiento, pero si, posiblemente, afectando su más saludable devenir.

ARS AMANDI: OVIDIO

Los romanos, que saquearon, copiaron e interpretaron, cultural y materialmente, a Grecia y el helenismo, a diferencia de ellos, parece que en las cuestiones de Eros y Venus, especialmente en lo concerniente al primero, fueron menos poéticos y filosóficos, pero mucho más escandalosos, como lo atestiguan las historias y leyendas sobre sus orgías y vida licenciosa. Desde los mismos inicios del pueblo romano ya se plantea, con el rapto de las sabinas, un rasgo tal sentido.

Es notorio, precisamente cuando se cambia de Era, que sea el momento en el cual el poeta Ovidio (43 a.C.-c. 17 d.C.), sea popular por sus poemas eróticos y en especial por su Ars Amandi, un manual que hace pensar, por su similitud, en el antiguo Kama Sutra y por extensión, en los elementos similares con los que tanto romanos como hindúes asumían la actividad erótica, con la salvedad de que para los primeros el contenido sagrado del Eros no tenía el mismo peso cultural que para los segundos.

Sin embargo, en los asuntos de Venus, el amor cultural y social de los romanos parece haber sido más moralizado, ético y rígido que para sus antecesores, salvo en las relaciones de las castas hindúes.

Las relaciones de familia, de matrimonio y de filialidad, alcanzaron tal importancia en Roma, que fueron tratadas con especial cuidado en sus códigos jurídicos, en sus aspectos de patria potestad, derechos y responsabilidades económicos, de sucesión y de comportamiento de hombres y mujeres. Como en la India, el matrimonio también se manejó por relaciones de casta, economía y política.

Ahora, en el ámbito del enamoramiento, como en el mundo amoroso de los orientales y los griegos, para los romanos los romances apasionados de aquellos hombres y mujeres que se sintieron asaltados por Eros, se pueden leer en su poesía amorosa que muestra mejor la igualdad del arrebato y la diferencia o similitud de su expresión.

3. EL AMOR Y EL CRISTIANISMO

A la caída del Imperio Romano y al advenimiento del Cristianismo, la visión sobre el enamoramiento y el amor cambian radicalmente. El Eros pagano es obligado a pasar a la clandestinidad; nace el nuevo concepto del amor cristiano, mejor expuesto por Benedicto XVI en su primera encíclica y, consecuentemente, la concepción y regulación del amor humano y entre humanos, se establece a partir de la interpretación de lo anterior, así como el establecimiento de nuevas formas y expresiones, cuyas doctrinas, leyes y normas eran determinadas por el poder de la Iglesia Católica.

Consecuencia de ello fue la tragedia amorosa de Abelardo y Eloisa, al igual que la de muchos otros amantes a quienes el virulento cristianismo, enemigo declarado de la pasión amorosa, condenó a tormentos terribles, crueles, dolorosos y fatales, acusándolos de estar poseídos por encantos, hechizos y embrujos, causados por magos, hechiceros y brujas, agentes del demonio, a quienes, también, se perseguía y condenaba a la hoguera.

El Eros pagano de la clandestinidad se manifiesta, al menos, de dos formas. La una, en nada diferente a las anteriores, se presenta en la poesía y narración erótica o hermética que conserva la calidad literaria y poética de las obras del pasado. La otra, a veces, obscena, vulgar o pornográfica, clandestina y de gran popularidad.

Lo llamativo en esta época es el hecho de que la poesía amorosa desarrolle una vertiente esotérica y hermética por medio de la cual se comunican y manifiestan conocimientos secretos, misteriosos, herméticos, sobre las ciencias y el ser físico y metafísico de los humanos, y que se correspondían con una transmutación y una adquisición de poderes sobrenaturales por quien los desarrollaban.

Estos conocimientos no eran aceptados, al menos de manera abierta, por los poderes que respaldaban al cristianismo como religión oficial y dominante de la Europa Medieval y Renacentista. La historia ya ha desvelado el interés y las inversiones que algunas cortes católicas europeas de la época, tuvieron por la alquimia y otras ciencias ocultas.

Representantes más notorios de esta vertiente poética, esotérica y hermética, son Petrarca, los poetas del Stil Novo, Dante, Boccaccio y otros que los continuaron posteriormente (Shakespeare, Milton, Blake, por ejemplo), para quienes, según consideran algunos estudiosos, el culto amoroso a la Dama Celeste, encarnación de Luz y Sabiduría última, es el método para acceder a una transmutación del enamorado hacia regiones superiores de sí mismos, una especie de transmutación alquímica del espíritu.

AMOR CORTESANO Y BUCÓLICO

Igualmente, el poder católico, al proscribir totalmente toda manifestación del Eros pagano y de cualquier hermetismo, propició la aparición de nuevas formas de expresión amorosa y hermética aparentemente inocuas en las que el amor erótico era sublimado hasta convertirse en arrebato de emoción espiritual, las cuales se consideraron adecuadas para todo público y se volvieron muy populares.

Aquí se originan el amor cortesano, el amor bucólico y, su derivación más popular, el amor pastoril, que se desarrollaron, mantuvieron y evolucionaron, en la literatura y la mentalidad popular, desde la Edad Media, divulgados por los juglares conjuntamente con sus cantares de gestas, hasta la Edad Moderna.

Son también famosos y populares de estas expresiones los poemas del amor trágico de parejas que son separadas por sus circunstancias sociales y que se inspiraron en las novelas griegas del siglo primero y segundo de nuestra era, como Dafnis y Cloe. Entre ellos: Tristán e Isolda o Romeo y Julieta.

MANUALES DE AMOR ... Y ANDREAS CAPELLANUS

En la línea de los poetas de la Dama Celeste, pero con la finalidad de convertirse, al mismo tiempo, en manuales de amor cortesano y de esoterismo, aparecen una serie de grandes poemas amorosos de notable popularidad entre cortesanos e intelectuales, en los cuales sus autores se valían motivos alegóricos para cantar las gracias y desgracias del Amor y las formas adecuadas y morales del comportamiento amoroso.

Sólo para citar un par de ejemplos notables: "El libro de la Rosa" ("Le Roman de la Rose"), de Guillaume de Lorris, aparecido en el siglo XIII; "El Libro del Corazón de Amor Perdido", de René d'Anjou (1409-1480).

Sin embargo, es casi extraordinario que en plena Edad Media aparezca una especie de Kama Sutra acorde con la época. Se trata del Tratado sobre el amor ("De Amore"), de Andreas Capellanus o Andrés El Capellán, compuesto, posiblemente, en 1174, y en el cual se explican de manera didáctica y práctica los modos y maneras de enamorar y hacer el amor, no sin ironía o disimulada moralidad.

Por otra parte, también corresponden a esta época, enfoques sobre Eros y Afrodita que muestran otros aspectos trágicos del enamoramiento, tales, como entre otras, las obras españolas: Libro de Calixto y Melibea y de la puta vieja Celestina, de Fernando de Rojas, publicado en 1499. Y, El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina (1579-1648).

4. EL AMOR DE LA REVOLUCIÓN FRANCESA Y EL ROMANTICISMO

La Revolución Francesa, por un lado y el Romanticismo, por otro, iniciaron los cambios que afectaron los modelos de Eros y Afrodita que desde el siglo XIX se han venido desarrollando hasta la visión amorosa de la posmodernidad.

La Revolución Francesa puso en evidencia las miserias sociales, políticas y religiosas e hizo lo mismo con la hipocresía amorosa, al provocar que apareciera el trasfondo erótico pagano que se ocultaba tras las paredes de palacios y mansiones, la explotación sexual de los pobres, el fracaso de los modelos de amor institucionalizados, así como sus relaciones de todo lo anterior con el poder y la ideología.

La literatura de la época, con el Marqués de Sade a la cabeza, más que cualquier otro testimonio, retrata con sombríos y aterradores colores el horror y el dolor al que habían sido condenados los arrebatos de Eros. Pero, igualmente, anticipaban la inmersión que, seguidamente, realizaría el Romanticismo en las profundidades del corazón, de la mente y de los sueños, para proponer un nuevo modelo erótico tan trágico como las otras miserias humanas.

Así como la Revolución Francesa liberó a los hombres de los poderes absolutos de las monarquías y la Iglesia Católica, el Romanticismo abrió las compuertas de la consciencia que impedían expresar lo que sucedía en los territorios ocultos de la mente humana, al mismo tiempo que mostró la posibilidad de una comunión amorosa, tan trágica o tan gozosa, en la que se podía morir por amor, y que los igualaba a todos, tanto por Eros como por Afrodita.

Goethe, Hölderlin, Diderot, Víctor Hugo, Balzac, Sthendal, Novalis, son algunos de los escritores que ilustran magníficamente la época romántica europea. Para agregar y como curiosidad e igualmente ilustración, la gran novela romántica de Hispanoamérica fue María, de Jorge Isaacs.

FANALSTERIOS Y LOS MUCHACHOS DE LAS FLORES

Quizás lo que más influyó en el cambio de los paradigmas amorosos en el siglo XIX y XX, fue la visión utópica de las comunas socialistas que ya se anticipan en Saint-Simon, pero que es la excéntrica obra de Charles Fourier, con su propuesta de una sociedad organizada en fanalsterios, la que eleva esa visión del mundo a su máxima expresión y que llega a ser la inspiración para los movimientos comunitarios desde entonces y hasta mayo del 1968, así como del movimiento y las comunas hippies de los años sesenta.

El impacto que tuvo la obra de Charles Fourier, a quien nunca se le reconoció en vida, influyó no sólo en los intelectuales desde entonces, sino que también motivó para que se fuera extendiendo una nueva visión del enamoramiento y el amor, hasta llegar a convertirse en los movimientos del amor libre y liberación sexual que marcan buena parte del siglo XX.

Sus obras, esos manuales exagerados y casuísticos de organización social amorosa, son lecturas curiosas y deliciosas para conocer una nueva forma de utopía que establece un mundo en forma de fanal de abejas regido por el amor.

Algunos de los títulos de la obra de Charles Fourier, que cito para provocar su lectura, son: Nuevo Mundo Amoroso, La armonía pasional del Nuevo Mundo, Teoría de los cuatro movimientos.

5. SIGLO XX: EL AMOR COMO ENFERMEDAD

Pero, si por una parte, desde el siglo XIX se pretendía una mayor libertad para los individuos y las comunidades, al iniciar el siglo XX, Sigmund Freud y los psicoanálisis que de él se inspiran, con algunas excepciones, propone una visión apocalíptica, no aterradora en sí misma, sino por la reducción que hace del Eros y del enamoramiento, a los que convierte en enfermedad, lo mismo que cualquier manifestación de amor que se desvíe de la moral y la buenas costumbres impuestas por los poderes.

Con su astuta habilidad para renombrarlo todo, al mismo tiempo que elaborar galimatías teóricos para los que carecía de explicación, Freud confundió y convirtió al desarreglo emocional por el cual las personas se vuelven adictos, obsesivos o esclavos sentimentales de otros en la enfermedad del amor o el enamoramiento, estados con los que el enamoramiento nada tiene que ver, y a la que llama "regresión" y con la cual, sus no menos hábiles continuadores, han inventado hasta clínicas del amor.

Esta nociva reducción psicológica del Eros y Afrodita, que también se extendió a muchos otros aspectos de la psique humana, perduró, con sus daños y distorsiones, hasta un poco más allá de la mitad del siglo XX, momento en el cual comenzaron a aparecer, pública y ampliamente, las críticas que el poderoso movimiento psicoanalítico que Freud y sus sectarios alumnos habían logrado mantener censuradas.

Sin embargo, el poder de ese paradigma seudocientífico, al que hay que reconocerle el valor de una que otra de sus intuiciones, todavía continúa haciendo daños en los lugares subdesarrollados del planeta, a donde los avances científicos e intelectuales se demoran en penetrar efectivamente. Colombia, entre ellos.

Uno de los mayores daños que el psicoanálisis freudiano causó al desarrollo emocional de las generaciones que sufrieron su influjo, fue el de haber perpetuado y legitimado el maltrato infantil, ocultando y falseando las causas que buena parte de los desarreglos del comportamiento individual se encuentran en la "pedagogía negra" que las culturas, las ideologías y las instituciones políticas, religiosas y científicas, impusieron para la formación y desarrollo de los niños y que el psicoanálisis freudiano pretendió legitimar científicamente de forma fraudulenta.

La histerotización, neurotización y psicotización freudiana de la vida y la expresión amorosa provocada por el psicoanálisis, que en buena parte influyó en la vida amorosa de las gentes del siglo XX, ha sido tan ampliamente criticada y sus presupuestos rebatidos, que mejor declaro la suficiente ilustración y que cada cual se informe a su gusto.

Todo lo anterior me sirve para continuar pensando que el enamoramiento es un estado común y obligatorio de los seres humanos que las culturas no pueden impedir, a pesar de la represión o la distorsión ideológica a que se someta a los amantes, pues, salvo en sus formas de expresión, las que cada época desarrolla, conjuntamente con las demás partes de la cultura, el enamoramiento prevalecerá.

La naturaleza profunda y los objetivos del enamoramiento están orientados a trasformar la mente del ser humano, en su emocionalidad y otras manifestaciones, aún por investigar, al igual que en la evolución biológica se encarga de trasformar el cuerpo.

6. EL RENACIMIENTO DE EROS

Para mi gusto, la más hermosa teoría sobre el enamoramiento y el amor, por la originalidad de su enfoque, por la coherencia de su argumentación y por la validez de su reflexión, es la de Francesco Alberoni. La misma que propusiera en 1979, cuando publicó su primer libro con el mismo título: Enamoramiento y amor, y que desde entonces ampliando y desarrollando en más de una docena de libros y que ofreció actualizada, además de confrontada con otros enfoques filosóficos y teóricos, en su libro de 2003, El misterio del enamoramiento.

Hasta donde sé, Francesco Alberoni ha sido el único científico social que ha analizado los cambios mentales, biológicos, intelectuales, emocionales, etc., que les suceden a los enamorados, en lo que el ha llamado Estado Naciente, y que, si bien, pareciera circunscribir sólo al momento durante el cual los amantes están en tal estado, se puede afirmar que las consecuencias de esos cambios se extienden más allá de su terminación y, como más adelante mostraré, son el principio de la metamorfosis mental y cerebral que es la real finalidad del enamoramiento.

NEUROCIENCIA AMOROSA

Véase lo que dice Francesco Alberoni:

"Hemos dicho que eso indistinto que éramos siendo feto o lactante se perdió definitivamente con la mielinización de nuestras fibras nerviosas, con la construcción de un mundo de cosas y de un yo. El renacimiento adulto, el Estado Naciente, ha de ser una reestructuración funcional del sistema nervioso, posible gracias a su extrema complejidad e inestabilidad. Con un nuevo centrado del yo, de su comunidad y de su mundo" (6).

Además de sus reproches al desinterés de los psicólogos por el enamoramiento, más allá de su tratamiento patológico, Francesco Alberoni, reprocha, igualmente, a los neurocientíficos sus equivocadas interpretaciones a los resultados de sus investigaciones, a pesar de su reciente interés por el tema.

Primer reproche, porque, si bien demuestran "que el Estado Naciente tiene una base neurofisiológica bien precisa", reducen "el cuadro neurológico presente en el enamoramiento, a que se asemeja al que se encuentra en algunos estados obsesivos" (7). En nota de pie de página, Alberoni, agrega, refiriéndose a la base neurofisiológica: "Es una exigencia que, en cambio, han sentido Marazziti, Donatella. 2002. "La natura dell'amore, Milan, Rizzoli" (8).

La otra equivocación, dice Alberoni, es "interpretando esta intensa actividad cerebral solamente como un huracán de emociones, al que puede seguir el proceso racional de afecto" (9).

Y... ¿QUÉ HACER SIN EL ENAMORAMIENTO?

Al concluir su libro, Francesco Alberoni propone un análisis sociológico del enamoramiento, entre pasado y futuro, en el que demuestra que ese estado está amenazado y en decadencia en Occidente a causa del exacerbado hedonismo individualista que distorsiona las condiciones que él ha definido para ese estado: "El enamoramiento es el Estado Naciente de un movimiento colectivo de dos" (10).

La advertencia que ofrece, finalmente, Francesco Alberoni, sobre la posibilidad de que el enamoramiento, como mecanismo evolutivo, pueda estar en riesgo de verse afectado en su dinámica, a medida que se pierden los lazos de solidaridad humana, es aterrador, porque plantea, como mal menor, una involución y, como apocalipsis, la desaparición de la especie.

EL PODER DE LA FANTASÍA PASIONAL

Quizás, para las ciencias positivas del comportamiento humano, que el enamoramiento y el amor sean misterios delicados y difíciles de abordar, o que, la mayor parte de los filósofos y fenomenólogos, a pesar del antecedente platónico, los consideran asuntos sin la importancia de otros en el Ser humanos, haya sido el pretexto para que los estudios, investigaciones y reflexiones sobre ellos no ocupen lugar preponderante en la exploración del conocimiento y se les mantenga marginados en una especie de limbo frívolo, más dominado por la sexualidad que por el poder que, evidentemente, tienen sobre la existencia y el devenir del hombre y de la especie.

Por ello resulta agradable encontrar una propuesta seria y original como la del filósofo italiano Ernesto Grassi, en la que relaciona enamoramiento y amor con fantasía e imaginación, como fuerzas trasformadoras de nosotros mismos y de nuestra visión del mundo, por medio de las cuales nos impulsamos hacia el más allá y hacia el porvenir. Véase lo que, en comunidad conceptual compartida con Alberoni, dice Grassi, :

"Las pasiones hacen florecer así apariciones a la luz de posibilidades imprevisibles, conducen a decepciones, abren heridas o las curan: establecen relaciones repentinas y transforman nuestro entorno: los acentos de la cotidianidad quedan desplazados. Si la pasión nos captura, la fantasía se enciende e ilumina el escenario de nuestra existencia; llama desde los bastidores a los compañeros y los hace desaparecer: esperanzas, miedos, envidia, comunidades y enemistades quedan invocadas por la fantasía humana transponedora, colorean las situaciones, transforman el significado de cada uno de los hechos. La pasión aparece como un ámbito en el que florecen las metáforas "engañadoras". La pasión conduce a transferencias subjetivas, y todo reluce en un significado nuevo. Pero, ¿cómo puede nuestra vida echar raíces en este cambio constante? También el impulso erótico transforma las relaciones, las amistades y los recuerdos, disuelve cada forma de objetividad alcanzada, hasta que las pasiones se apagan por completo cuando ante los ojos asombrados del antiguo compañero la realidad cotidiana aparece de nuevo en sus patrones habituales" (11).

No es fortuita esta relación del enamoramiento con la fantasía, que junto con la angustia y el ingenio, forman parte de la esencia de la existencia humana y la han determinado desde el origen.

La explicación de Grassi coincide con la de Platón que más adelante expongo y ambas me servirán para mostrar algunos de los mecanismos que desata el enamoramiento en la trasformación del hombre y, cuyos efectos, se convierten en permanentes, una vez cesa el estado de enamoramiento, para convertirnos en hombres nuevos.

Segunda parte

ARREBATO MÍSTICO, LOCURA O INSENSATEZ

A través de las épocas, el enamoramiento ha sido considerado: arrebato místico y comunión con la divinidad; locura erótica; encanto o embrujo demoníaco; impulso subversivo; enfermedad psicoanalítica; Estado Naciente, de acuerdo con las circunstancias, condiciones y variantes que cada época, lugar, pueblo o cultura, le ha asignado.

Igualmente, desde la antigüedad y hasta nuestros días, también se le considera un estado temporal de alteración mental que trasforma a quien lo padece, como la actual neurociencia lo comprueba, pero del que se retorna a la cordura y la sensatez, una vez ha concluido.

Pero lo que no ha sido dicho ni estudiado, son las consecuencias posteriores que transforman o transmutan, al individuo en otro del que era antes de enamorarse. Ese es un fenómeno real, concreto y posible de ser probado y demostrado. Nada de lo que sucede en la mente y en el cerebro es gratuito.

Quizás sea Platón, quien plantea, sin precisar ni profundizar, la posibilidad de la transformación posterior de los amantes una vez concluido el estado de enamoramiento, cuando afirma, en el discurso de Sócrates en el Fedro:

"Y ahora, pues, que tiene que cumplir su promesa, ha cambiado, dentro de él mismo, de dueño y señor: inteligencia y sensatez, en lugar de amor y apasionamiento. Se ha hecho, pues, otro hombre, sin que se haya dado cuenta el amado" (Fedro, 241a).

Por supuesto, la interpretación que se haga de tal afirmación es a conveniencia, porque, dado el sentido ético del discurso socrático, pudiera estar dirigido a reconocer el obvio retorno de los enamorados a la sensatez y la cordura que el enamoramiento les había suspendido.

Pero es esta suspensión, durante el enamoramiento, de los procesos mentales adaptados a las normas del ámbito social, de la que se sirven, la mente y el cerebro, para proceder a evolucionar.

Debe distinguirse esta suspensión de cualquier otro estado de alteración mental, llámese locura o cualquier otro nombre, pues estos estados, de por sí, ya tienen un lugar en la mente y funcionan con su propia dinámica. En cambio, la suspensión del enamoramiento es otra cosa que será necesario investigar, pero que, de ser cierta, no se corresponde con ninguna patología, ni deja secuelas ni se establece, ni en el cerebro ni en la mente, más allá de las transmutaciones que ha provocado.

¿QUÉ ES Y CÓMO SE SUCEDE EL ENAMORAMIENTO?

Acepto y tomo la definición de Alberoni, "El enamoramiento es el Estado Naciente de un movimiento colectivo de dos", ya citada, al igual que la explicación y la descripción que él ha dado en sus obras y que los interesados pueden consultar.

Alberoni explica y describe dos momentos de transformaciones. Las primeras, previas al Estado Naciente y, las segundas, las que se suceden cuando el individuo entra en tal estado.

Las primeras transformaciones son aquellas que se van presentando en el individuo y que una vez consolidadas y reunidas las condiciones necesarias, desatan el Estado Naciente. Véase lo que dice Francesco Alberoni:

"El período que precede a la aparición del Estado Naciente el individuo padece un estado de Tensión Creciente, de insatisfacción. Tiene la impresión de vivir de modo falso, inauténtico. Un estado que corresponde a la tensión y la asfixia que el feto sufre en el útero materno al término del embarazo. En la vida adulta nos sentimos sofocados, prisioneros, cuando nuestro impulso vital, nuestro deseo de vivir se ve trabado por las normas, las relaciones sociales, por instituciones escleróticas. Es la Sobrecarga Depresiva. Entonces la tensión entre el impulso vital y las estructuras que lo comprimen llegan a un umbral en el que el sistema se desintegra, explota.

Este proceso, en términos absolutamente generales, es un aumento progresivo del desorden, de la Entropía hasta el umbral en el cual el sistema se hace añicos. Pero, como ha mostrado Ilya Prigogine, si tiene suficiente energía, el sistema no muere, sufre una metamorfosis, asume otra estructura, cambia de forma. En nuestra psique, esta transición de un orden a otro se da a través de una experiencia particular, el Estado Naciente" (12).

Sin embargo, para Alberoni, la aparición de estos fenómenos, previos al enamoramiento, parece estar más condicionada por sucesos existenciales provocados por las circunstancias de la vida cotidiana y que bien podrían o no presentarse, y no por causas obligatorias y necesarias que desaten un proceso de trasformación mental y cerebral original y permanente.

Yo pienso que, como por ejemplo en algunos reptiles y otros animales, cuando se llega a un punto de crecimiento o saturación, se cambia, obligatoria y necesariamente, de piel, en este caso, de estado mental.

Las segundas transformaciones, de las que habla Alberoni, son las que se suceden cuando el individuo ya ha está en el Estado Naciente:

"Roto el cascarón que lo apresaba, el individuo vive una excitante experiencia de liberación, de euforia, una expansión del yo. Se encuentra en un mundo en el que ya no existen los vínculos, las obligaciones, los obstáculos de su mundo interior y en el que la vida es feliz, fresca, auténtica; en el que los colores son más vivos y todas las cosas resplandecientes y maravillosas. Y a él se entrega lleno de energía, de esperanza, deslumbrado y con el corazón latiendo fuerte, pero con la experiencia regocijante de que todo es posible nuevamente. Es un renacimiento: "¡Incipit vita nova!" (13).

EL ENAMORAMIENTO CREA UN NUEVO MUNDO

Carezco de la información científica suficiente como para apoyar mi afirmación sobre el origen y la permanencia de estas transformaciones, salvo la citada por Alberoni. Pero, haciendo caso a mi experiencia, reflexión y otra información científica que puede relacionarse con el asunto, pienso que sí existen esas causas obligatorias y necesarias, que si bien son las mismas para todos los individuos, se presentan en momentos específicos, no periodizables, provocados por causas y trasformaciones anteriores del desarrollo mental y cerebral.

Me apoyo en la información científica existente que, en primer lugar, ha demostrado que el desarrollo del cerebro y de la actividad mental, al contrario de lo que se creía, no se detiene en algún momento determinado.

Las neuronas que mueren se pueden reponer y, también, es posible, en primer lugar, que se establezcan nuevas conexiones neuronales, como en el caso de las personas que han sido afectadas en algún sector del cerebro, o, en segundo lugar, que se restablezcan otras conexiones que no se habían desarrollado oportunamente, todo ello hasta el momento en el cual el cerebro deja de funcionar normal y saludablemente.

Igualmente, existe información científica que prueba que las transformaciones cerebrales, a diferencia de otras transformaciones corporales, están menos programadas por períodos estables o fijos del desarrollo fisiológico, pero sí por condiciones previas de ese desarrollo que pueden o no darse y que sólo se presentan cuando todas las condiciones se han reunido.

No son lo mismo, por ejemplo, los procesos de maduración sexual que los de maduración cerebral y mental. Existe información científica que demuestra los saltos que se suceden en desarrollo cerebral y mental, al igual que la flexibilidad de cerebro y mente para trasformarse, tanto en estados normales como anormales. Por ejemplo, la forma como se remplazan las funciones de un sector cerebral dañado, o bien, la aparición de funciones y capacidades que en un momento anterior no se poseían.

Ahora bien, como ya había citado atrás, de Alberoni y Grassi, el poder del enamoramiento y de las pasiones es tal que no sólo provoca transformaciones mentales, si no también fisiológicas, las cuales, una vez establecidas y normalizadas, entrarán a formar parte del nuevo individuo al concluir el Estado Naciente, porque el enamoramiento tiene inicio, transición y final, al igual que una finalidad o un objetivo específico y determinable que es, precisamente, la hipótesis que propongo.

Razón de más para evitar confundir el enamoramiento con los estados anormales, obsesivos o de dependencia, que carecen de cualquier objetivo y cuya única finalidad es la ser síntoma, como la infección y la fiebre, de un estado de enfermedad, de una enfermedad psicológica que no tiene ninguna relación ni con el enamoramiento ni con el amor.

EL ENAMORAMIENTO OS HARÁ NUEVOS HOMBRES

Para la experiencia común que tenemos de la vida, es una lástima que no desarrollemos la habilidad de darnos cuenta, medir o evaluar los cambios que se suceden en la mente. Sólo tarde, muy tarde, próximos al final, si miramos atrás con atención y reflexión, podemos establecer con alguna certeza los momentos, las experiencias y los sucesos que nos cambiaron y los cambios que nos afectaron y transmutaron a lo largo de la vida.

Precisamente, el propósito de estas hipótesis descabelladas sobre las transmutaciones que nos provoca el enamoramiento, es el de rescatar esa posibilidad de poder establecerlas y reconocerlas. Primero, conociéndolas y, segundo, saber si se pueden utilizar en nuestro beneficio inmediato, es decir, una vez se ha concluido el estado de enamoramiento.

¿CUÁLES SON ESAS TRANSMUTACIONES?

Igual, pero diferente al arduo proceso alquímico, el enamoramiento es una piedra filosofal que, en un breve e intenso período de la existencia -eterno mientras se está enamorado, mínimo cuando ya no se está-, transmuta "en otros" a los enamorados.

En el enamoramiento, como lo dice Alberoni, se desatan energías y fuerzas casi sobrenaturales, las que le permiten al enamorado imaginar y realizar las realidades más fantásticas y difíciles, las mismas que, en condiciones normales, le costarían toda una vida. Y, las que durante el período de exaltación, lo convierten en un Hércules capaz de vencer todos los retos y pruebas que se le interpongan. Esa es la piedra filosofal del enamoramiento.

Discrepo, eso sí, de Alberoni en el sentido de que es durante el enamoramiento que somos "otro", "exaltado y maravilloso", lo que él considera un renacimiento, cierto, parcialmente. Pienso, por mi parte, que el verdadero renacimiento se concreta una vez ha concluido aquel.

a) PRIMERA TRANSMUTACIÓN: EL VERDADERO RENACIMIENTO

Un día, el enamorado se despierta y no se reconoce. La angustiosa ansiedad, dolorosamente gozosa, con la que cada día se despertaba, ya no se siente por todo su cuerpo y mente, no es que hubiera desaparecido, es como si nunca hubiera estado allí.

Es él mismo, pero "es otro", no es que haya retornado a la cordura y a la sensatez, nunca las había perdido, como sugiere Platón, es que estuvieron en suspenso, como se definió atrás. Su memoria está intacta, recuerda todo lo que ha pasado, pero sus recuerdos ya no son iguales, la amada, que ayer era una presencia luminosa, fuente de indecibles deseos y temores, gozos y dolores, no es, propiamente, una desconocida, pero, como si lo fuera: es una mujer igual a cualquiera otra con la que se cruza en la calle y de la que se pregunta: "¿Cómo pude enamorarme?".

Pero, más grave todavía, esa amada se ha escindido: la una, es aquella a la que casi puede odiar por los tormentos que, él le atribuye, le ha infringido; la otra, de nuevo, esa presencia sublimada de la amante ideal, sin rostro ni nombre, pero con la cual ha vivido momentos sublimes que su imaginación ya nunca olvidará y continuará buscando en un futuro que ya no le interesa por el momento, ni por mucho tiempo.

Sin embargo, esta no ha sido su verdadera transmutación, es otra: ha adquirido, así no sea muy consciente de ello, una nueva identidad, una nueva visión de sí mismo y del mundo que lo rodea, completamente diferente a lo que fue, antes de enamorarse y, por supuesto, él que fue durante el enamoramiento: se ha convertido en un nuevo hombre.

Ha despertado, después de haber dormido profundamente y luego de haber soñado intensamente, siente cuerpo y mente reparados, frescos y renovados.

b) SEGUNDA TRANSMUTACIÓN: LAS RIQUEZAS DEL NUEVO HOMBRE

Si corrió con la buena fortuna de haberse enamorado de alguien pleno de intereses e inquietudes, sueños e ideales, importantes para la vida práctica y anímica, con toda certeza los habrá hecho suyos, pero todavía más, los habrá realizado y concretado, así hubiese sido únicamente para convertirse en más atractivo y deseado para su amada, que consciente de que aquello le serviría para el resto de su existencia. Ese es el tesoro que ha encontrado, sin proponérselo, y mucho menos, sin ningún interés de obtener beneficio propio, pues todo lo ha hecho para agradar a su amada.

La historia está llena de historias y personajes famosos que en algún momento de su existencia vivieron grandes enamoramientos. Las historias más abundantes son las de los grandes artistas, pues, al fin y al cabo, sus biografías son más profusas en los sucesos biográficos. En cambio, los personajes de las ciencias y el poder han mantenido sus biografías alejadas de esas informaciones, bien por reserva o bien porque consideran que esos datos no son relevantes para sus logros y realizaciones.

Vale la pena anotar, también, que no siempre esas historias y enamoramientos terminan bien, o que las obras que produjeron sirvieron de beneficio a la humanidad, muchas de ellas son trágicas. Véase algunas:

Cuantos hay que se convirtieron en excelsos poetas y escribieron obras maestras de la literatura universal. Qué otra cosa fue el amor, nunca realizado, de Dante Alighieri (1265-1321), por Beatriz: la Divina Comedia. O, el amor de Francesco Petrarca (1304-1374), por Laura: los sonetos de amor que inauguraron el género.

La lista de poetas y escritores, cuyas obras fueron motivadas por sus enamoramientos, sería extensa, así que dejo a cada cual el continuarla.

Cuantos hay que aprendieron música y se convirtieron en hábiles interpretes de instrumentos musicales, o compusieron las más bellas páginas musicales. Qué otra cosa fue el amor de Robert Schumann (1810-1856), por Clara Wieck: la producción de las más hermosas composiciones pianísticas de la madurez del músico.

De los filósofos, tan serios y formales, el ejemplo más notable es del de Friedrich Nietzsche (1844-1900), cuyo Así habló Zaratustra, fue motivado por el trágico encuentro amoroso con Lou Andreas Salomé. También es célebre el enamoramiento de Nietzsche por Cósima, la esposa de Richard Wagner que, además de provocar el rompimiento de la amistad entre el filósofo y el músico, inspiró su primera gran obra: El origen de la tragedia.

Si en algún aspecto se destaca el fin trágico de los enamoramientos, es sobre quienes ejercen el poder. Dos ejemplos que muestran la luz y las tinieblas del amor apasionado:

El enamoramiento sucesivo de Julio César y Marco Antonio por la legendaria reina egipcia Cleopatra. El amor de Julio César por la reina, pienso, lo inspiró convertir a Roma en Imperio, como una replica a las ambiciones imperiales que la inspiraban a ella. Desgraciadamente, ese sueño de enamorado sólo le atrajo la traición de sus amigos y el asesinato a manos de sus opositores y enemigos.

Por su parte, Marco Antonio y Cleopatra, fueron derrotados por los ejércitos de Octavio y murieron trágicamente, para inspiración de poetas y escritores.

En fin, que cada cual revisite la historia del enamoramiento a su gusto.

c) TERCERA TRANSMUTACIÓN: ¿QUIÉNES FUIMOS?

Sutil y casi imperceptible es la tercera y última transmutación del enamorado, cuando deja de estarlo.

Una de las etapas del enamoramiento, según Alberoni, es aquella en que los enamorados, en interminables e inagotables conversaciones, se cuentan y comparten sus memorias y sus recuerdos, al mismo tiempo que planean su utopía presente y futura. Es como si revisaran todo aquello que los hizo infelices, les causó miedo, los hizo sentir culpables, les atrajo dolores y tristezas, en fin, todo aquello que les causó sufrimiento; todo ello por la necesidad de corregir y borrar aquellos sufrimientos al influjo de la brillante luz que en el enamoramiento los ilumina, en todo el sentido de la palabra: contemplarse y conocerse, nuevos, "otros".

Pues bien, ese proceso de revisión y corrección de la pasada existencia tiene sus consecuencias al final del enamoramiento. Como en la creación bíblica, las tinieblas del pasado han sido apartadas por la luz de una nueva vida que empieza: la mente se ha vaciado de malos recuerdos y se ha renovado para ser conscientes de una nueva conciencia, de sí mismos y del resto del universo; se ha renacido en un nuevo ser, se ha evolucionado hacia una nueva visión del sí mismo y del mundo en que se vive... "casi" diferente al de antes.

CONCLUSIÓN

Confío en que las neurociencias llegarán pronto a demostrar que mi hipótesis descabellada no lo era tanto, pues como lo dije, nada es gratuito en el universo y, así como se destruye para construir, es natural la constante renovación de la naturaleza y de la vida, el enamoramiento es un proceso obligado y necesario que, en condiciones de normalidad, renueva, intelectual, emocional y físicamente, al individuo para que así se pueda continuar la existencia con nuevas posibilidades de supervivencia, reproducción y trascendencia.

O, si no, la triste vida de aquellos que jamás se han enamorado: la enfermedad y las tinieblas.

NOTAS

(1) Christian Jacq, Las egipcias, Planeta, Bogotá, 2001 (358 p.), p. 171

(2) Platón, Diálogos III, Fedón, Banquete, Fedro, Gredos, Madrid, 1997 (415 p.), p. 155

(3) Ernesto Grassi, El poder de la fantasía, Observaciones sobre la historia del pensamiento occidental, Anthropos, Barcelona, 2003 (253 p.), p. 192

(4) Ernesto Grassi, El poder... p. 192

(5) Todas las citas correspondientes a los diálogos e identificadas con el código alfanumérico, han sido tomadas de: Platón, Diálogos III, Fedón, Banquete, Fedro, Gredos, Madrid, 1997 (415 p.), ps. 318-322

(6) Francesco Alberoni, El misterio del enamoramiento, Gedisa, Barcelona, 2004 (163 p.), p. 26

(7) Francesco Alberoni, El misterio... p.61

(8) Francesco Alberoni, El misterio... p. 161

(9) Francesco Alberoni, El misterio... p. 62

(10) Francesco Alberoni, Enamoramiento y amor, Gedisa, Barcelona, 1980 (167 p.), p. 9

(11) Ernesto Grassi, El poder... ps. 188-189

(12) Francesco Alberoni, El misterio... ps. 26-27

(13) Francesco Alberoni, El misterio... p. 27

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