14 de enero de 2006

LECTOR LUDI-19

Un sacrificio pagano, para rescatar a
Lucas de Ochoa/Fernando González,
personajes literarios


Propuesta para los estudiosos y usufructuadores de la obra de Fernando González


Por Iván Rodrigo García Palacios

El mejor homenaje que podría hacerse a la obra de Fernando González sería el que, como en un culto pagano, el sacerdote la asumiera como a la víctima propiciatoria de un sacrificio que es llevada viva e íntegra al altar para allí proceder a leerla en su totalidad, de tal manera que la interpretación y análisis de sus señales, signos y significados, sea una Suma total que magnifique en un todo su esplendor sacrificial y la rescate de su aparente dispersión o caos, para que el Amor la exponga en la unidad de sujeto, cultura y forma artística que en ella se expresa del hombre colombiano, el espíritu de una época y la revolución estética y literaria consecuente con la reflexión que aspira a comunicar.

Todo lo contrario de lo que ha sucedido con sus usufructuadores, que la han convertido en la mera suma de partes que jamás será igual al total, y que al contrario de los sacerdotes paganos, actúan como carniceros de plaza de mercado que descuartizan, desbrozan, pieza por pieza, y desechan, para ofrecer una exhibición de trozos clasificados por sabores, pesos y precios, en un ejercicio sofístico agradable al paladar pero ajeno a la naturaleza de la obra y a la original intención -debería decirse mejor: labor o misión- que se impuso Fernando González al vivirla y tratar de comunicarla.

Y es que, si bien es relativamente clara la intención comunicativa de Fernando González, no lo es tanto su forma artística que inventa un lenguaje literario que le permita, a diferencia de Platón, Descartes o Pascal, abordar el ser del hombre, no inmerso en el absoluto, sino en una dinámica lucha y contradicción por entender y aprehender lo absoluto y la miseria humana circundante, más cercano al Nietzsche poeta y narrador y, posiblemente, a Miguel de Unamuno, con las herramientas de Husserl y Heidegger y, podría decirse, anticipándose al Sartre y Camus dramaturgos y novelistas.

Y, no finalmente, dueño de una actitud fresca y rebelde frente a la rigidez de lo dogmático y a la injusticia de lo establecido, sintetizada de las obras e ideas que se producían en el mundo en medio del malestar de la cultura de su época y que ya llegaban, en tardías olas, en las mentes y maletas de los viajeros inteligentes que regresaban, a estos territorios, olvidados, aislados y aletargados, desde Europa y Estados Unidos.

En fin, sería toda una odisea de exploración interpretar las obras de Fernando González, más desde el punto de vista de la literatura que de la filosofía, así sus novelas sean la expresión de intenciones e intuiciones filosóficas propias y originales, y quizás con potencialidades sistematizadoras, que, posiblemente, respondían al modelo de Bildungsroman de la novelística que desde los años finales del siglo XIX se estaba empezando a generalizar en Europa, así como a aquella literatura que abiertamente denunciaba las injusticias y asumía una posición crítica frente a temas delicados como la religión, la política, el libre pensamiento, etc., entre otros: Zolá, Huysmans, France, Gide, Valle-Inclán, Unamuno, y a lo que habría que agregar las radicales obras filosóficas de Kierkegaard, Schopenhauer, Nietzsche, tan cercanas a la literatura, y que él debió leer como primicias. Ello sin descontar quién sabe cuántas otras lecturas clásicas.

Lo cierto del caso es que, literariamente hablando, las obras de Fernando González tienen un narrador en primera persona, unas veces dialogante y narrativo, otras, amanuense y copiador de libretas robadas o heredadas; aforístico en Pensamientos de un viejo (1919), narrador/reflexionador en el diario con el que sigue Viaje a pie (1929), dialogador/narrativo a partir de 1930, cuando en Mi Simón Bolívar, hacen su aparición esos dos (en uno) personajes, aparentemente antagónicos, como la cara y el sello de una moneda, que son Lucas de Ochoa/Fernando González, unas veces unidos y otras, separados por algún tiempo y obras, para que así la construcción final se lleve a cabo. Es sobre ellos (él) que recae todo el peso trágico de, ahora sí llamémoslas, las novelas.

Personaje dual que también engendra a don Mirócletes/Manuelito Fernández (Don Mirócletes, 1932), reaparecen en El hermafrodita dormido (1933), se separan en Mi compadre para que sólo Fernando González geste al general Juan Vicente Gómez (1934), se preñe de místico erotismo en El remordimiento y Salomé (1935), se convierta en correspondencia en las Cartas a Estanislao (1935), sociologice en Los negroides (1936), conciba, en la Revista Antioquia (1936-1945, números 2 al 8) a Don Benjamín, jesuita predicador, resucite a Santander (1940), y se haga con la herencia de Manjarres en El maestro de escuela (1941).

Y, la re-unión final... Luego de un largo silencio que Lucas de Ochoa dice fue de 27 años, ¿necesario, o no?..., ida y regreso al infierno, como parece anticipar el prólogo de El maestro de escuela..., no lo sé, se vuelven a re-unir en las calles y lugares de Envigado, ya dos agonistas en la síntesis total, para dar a luz el Libro de los viajes o de las presencias (1959) y La tragicomedia del Padre Elías y Martina la Velera (1961).

... Fin del viaje.

Y es ese proceso, en principio, de Bildungsroman, que va cediendo paso a la afirmación narrativa de los personajes en el pleno ejercicio de su personalidad y carácter que determinan la acción, la trama, la estructura, el tiempo y el desarrollo dialéctico del pensamiento e ideas que se van elevando hasta límites sublimes, el que debiera interesar a los críticos literarios para descubrir, por fin, que el valor literario de las obras de Fernando González, que puede ser igual o mayor que el que se atribuye a su propuesta filosófica, que a la hora de la verdad, viene a ser uno y el mismo, que por inseparable, ha causado la confusión de dar mayor prominencia a la segunda, olvidándose de lo primero, al mismo tiempo que ha confundido, como si fueran una sola, las obras literarias, las novelas, con aquellas otras que no lo son, pero que, por participar, las unas y las otras, de la misma sustancia del pensamiento filosófico, se las usa indiscriminada y descontextualizadamente en perjuicio de la existencia plena y original del personaje Lucas de Ochoa/Fernando González.

Los interesados en la teoría del personaje elaborada por el mismo Fernando González, recomiendo empezar por las Dos palabras que anteceden la novela Don Mirócletes, que se inicia así:

"Me parece que a ninguno lo atormentó un personaje suyo como Manuelito Fernández a mí. Amargóme los días de mi primera visita a París, pues allá lo creé y llegó a estar tan vivo que me sustituyó. Casi me enloquezco al darme cuenta de que me había convertido en el hijo de mi cerebro" (1).

Advirtiendo que en las demás novelas se exponen otros conceptos sobre la teoría de los personajes, así como sobre las teorías de la novela y la literatura, que, si se reunieran, formarían un amplio manual de crítica literaria que bien podría empezar por aplicarse al estudio e interpretación de las propias novelas de Fernando González, con mucha mayor propiedad que las teorías corrientes, dada la originalidad y novedad de la forma artística que él ha creado para escribirse, así como también son originales y novedosos sus conceptos e ideas para interpretar y exponer al sujeto y la cultura que existen y se vive en sus novelas.

¿Ha dudado acaso el LECTOR LUDI alguna vez de la existencia de don Quijote, Gargantua, Pantagruel, Papá Gorot, Emma Bovary, Robinson Crusoe, Guilliver, Iván Karamazov, el capitán Ahab, Swan, Josef K, Hans Castorp, Remo Erdosain, Antoine Roquentin, Oliveira, Aureliano Buendía, Herzog, o a los heterónimos de Fernando Pessoa?

¿Porqué se le niega, entonces, el derecho a existir, como personaje, a Lucas de Ochoa/Fernando González? Es una injusticia que es necesario reparar, si es que se desea comprender que él es la representación de ese ser colombiano, único, inteligente, universal, profundo, sensible a la colombiana, angustiado por su identidad y por su trascendencia, por su ser cuerpo y ser espiritual en su propio territorio. Ese personaje que encarne la tragedia de los intelectuales colombianos y latinoamericanos que como él, aman y odian entrañablemente a su patria y no se venden a las veleidades de poder y el dinero.

Pero, ¿quién es Lucas de Ochoa/Fernando González como personaje literario?
Aventurando una descripción ordinaria de los aspectos físicos y actividades de estos dos lados de la misma moneda, son exactamente iguales, pero difieren en personalidad y pensamiento.

Que sean unas pocas palabras, tomadas de dos de las novelas, las que los presenten de manera breve y que quede a cargo de los LECTORES LUDI el gusto de completar el retrato completo en su viaje por las novelas de Fernando González:

Primer encuentro, 1930:
¿Cómo no perseguirlo, a Lucas, mi vecino?... Sus barbas efímeras, muertas en las mejillas, son retrato de su ánimo; indican sus grandes ritmos, euforias y depresiones. Durante treinta o cuarenta días crecen y vemos entonces al loco, de ojos ansiosos parecidos a los de Benito Mussolini...".
(...)
"Si Lucas está en posesión de sus barbas, su andar es variado, rápido o lento y sus ideas van en pos del reposo o de alguna mujer y habla de la castidad. Sus vestidos son anchos, viejos vestidos enviados por algún hermano rico. En sus bolsillos van los tratados acerca de los Budas, de los astros lejanos, teologías, magias y libretas...".
"Era un día de barbas. Los rayos solares calentaban hasta el hervor cuando me encontré con Lucas. ¡Pobre Lucas! Sonreía. Y me confesó el motivo: Delante iban unas jóvenes mujeres y él hacia una semana que padecía por el ímpetu carnal, por su gran capacidad de ser absorbido por la hembra".
(...)
"Tiene Lucas treinta y cinco años. Lo encontré un día al descender de la montaña Santa Elena en cuyas faldas está la ciudad. "Por todas partes esas cimas -me dijo señalando las que enmarcan el estrecho valle del río- voy en los días sin trabajo, detrás de Lucas, espiando al hombre apasionado, aconsejándolo..."
"Era domingo. Venía con las manos en los bolsillos de los pantalones y con el andar pausado del hombre amigo de sí mismo. De lejos se veía el fingimiento, la imposición de la voluntad enfermiza sobre los nervios locos, sobre las meninges irritadas. Es el hombre de su idea. Es el hombre indeterminado. Venía con andar mecido y sonrisa despreciativa y de complacencia propia. ¿Qué pensaba? Sólo mías, porque lo admiro, son sus confidencias" (2).

Segundo encuentro, 27 años después, 1959:
"Y ahora, sentado en este café de Tamayito, mirado por todos, estoy intranquilo. ¡Y sigo mi camino!..."
"Iba así, con paso mecido y rítmico, mirada alterna, acaparando vida, y al llegar casi a la tienda y café de Jorge González, en ese barrio nuevo que construyeron en La Magnolia, vi allí sentado a mi hombre, a uno cuya presencia me conmovió, pero sin caer en la cuenta de por qué ni de quién era. Apenas iba acercándome, aumentaba mi alegría y sobre salto. Estaba ahí sentado, fumando y anotando en una libreta de ésas de carnicero, con ese aire de por encima de joven y de viejo, ensimismado, por encima de sano y de enfermo, y me detuve instantáneamente y me salió esto:
"- ¡Pero si es Lucas de Ochoa que se había ido hace tiempos, y tiene ahí su pocillo de café tinto, y fuma y está apuntando en su libreta!"
"- Yo también -comenzó al extenderme la mano- yo también vivo lo que te pasa: cuando venía por enfrente de la casa del difunto Palillo, yo también sentí una amago de conocimiento..."
(...)
"En la euforia del encuentro y de estas palabras suyas, cometí el disparate garrafal, y fue el tocarle la cicatriz de la herida con que lo había alejado de mí durante veintisiete años: le pregunté por Bolívar, por el Libertador... Sus ojos se pusieron verdes, verde gatuno, cuando el felino caza o está en celo. Mírome largamente y...
"- ¿Sigue tu misma alma de publicista? ¡Eres el mismo González de hace 27 años! ¡Y en ti hay madera, porque tienes remordimientos! ¿O perdiste ya este bendito acicate? ¿Te has hundido en la pu-bli-ci-dad? ¿Qué importa el Libertador? Para mi fue hermosa posada en mi viaje" (3).

Propongo, entonces, esta invocación como la iniciación a ese gran sacrificio pagano de rescate de la obra de Fernando González como gran literatura, como pagana fue su visión de la vitalidad.

La gran fiesta de la crítica para que al fin se descubra lo que ya había anunciado Thorton Wilder cuando leyó El maestro de escuela:
"You have re-invented the novel.
You have created the Novel: Twentieth century.
Story-telling is dead. "That happened and then happenend and then that happened is dead.
This es the New Novel" (Thorton Wilder, Quito, 21 de abril de 1941).

NOTAS:
(1). Don Mirócletes, Editorial "Le Livre Libre", París, MCMXXXII (253 p.), ps. 7 a 12
(2) Mi Simón Bolívar, Editorial Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, 1993 (264 p.), ps. 13 y 15
(3) Libro de los viajes o de las presencias, Editorial Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, 1995 (257 p.) ps. 15 y 17

12 de enero de 2006

CUADERNO DE CITAS-5

En búsqueda de un lenguaje para los sueños
en la literatura y las ciencias


- Las ciencias para leer como literatura y viceversa:
- Platón, Lucrecio, Bruno y el verdadero Cyrano de Bergerac
- Y, la primera narración literaria de cómo construir un vehículo para viajar a la luna
- ¡¡¡CIENCIA, LITERATURA Y SUEÑOS!!!, una logia hacía la SABIDURÍA

Por Iván Rodrigo García Palacios

Empecemos por el maestro de maestros en el arte de la escritura racional o científica, Platón, el filósofo griego, quien, al mismo tiempo que estableció los fundamentos de la filosofía occidental, hizo una amplia reflexión sobre la escritura. Sus diálogos se consideran obras maestras del buen escribir, así como también obras magistrales literarias en las que creo algunos de los mitos más influyentes y célebres de la literatura universal.

Véase lo que escribe en Fedro sobre la comprensión de los escritos:

"Quien considerase poder trasmitir un arte con la escritura, y quien lo recibiese convencido de que, a partir de esos signos escritos, podrá extraer alguna cosa clara y consistente, debería estar colmado de gran ingenuidad e ignorar verdaderamente el vaticinio de Amón (a saber, que la escritura no da memoria sino solamente capacidad para traer a la memoria, ni sabiduría sino sólo opinión), si considera que los discursos puestos por escrito son algo más que un medio para traer a la memoria de quien sabe las cosas sobre las cuales versa el escrito".

Y más adelante:

"Verdaderamente, aun los mejores escritos no son otra cosa que medios para ayudar a la memoria de aquellos que saben".

Pasando a los tiempos de Roma, quizás el mejor ejemplo de ciencia escrita como literatura, es el poema de Lucrecio, De la naturaleza (De rerum Natura), el cual sugiero leer acompañado por el delicioso ensayo de George Santayana, incluido en su obra, Tres poetas filósofos, Lucrecio, Dante, Goethe. Como sobre este tema ya había escrito en los LECTOR LUDI-6 y 10, allí los remito.

Como bien se sabe, en la Edad Media y en el Renacimiento, los lenguajes simbólicos eran de uso común, y como pedía Platón, eran materia ampliamente conocida, bien fueran para los asuntos del culto religioso, o de supersticiones, que como ya anoté en escrito anterior, le daban gran riqueza y sentido a la vida anímica y espiritual de las gentes. Simultáneamente y desde esas mismas épocas, se formaron logias clandestinas de personas cultas, que por temores reales, ocultaban, tras un lenguaje ricamente simbólico, sus creencias, ideologías, pensamiento y conocimientos, así como los fundamentos y prácticas de aquellas tradiciones esotéricas a las que se consagraban, para subvertir o escapar del poder universal que ostentaba la Iglesia Católica. En el ejemplo que sigue, se reúnen todos los elementos antes enumerados.

Se trata de uno de mis personajes favoritos de la historia: Giordano Bruno (1548-1600), conocido como El Nolano, a quien relacioné en escrito anterior como probable influencia sobre Shakespeare y transportador de las ideas y las obras del Renacimiento florentino a Inglaterra, como buen conocedor que se reconoce de Petrarca de quien cita frecuentemente el Cancionero, en la obra, La cena de las cenizas (1584), el libro que escribe durante su permanencia en ese país y en el que plantea, al mismo tiempo que su elogio a Copérnico, los fundamentos de "La Nolana filosofía", por cuya defensa será condenado a la hoguera inquisitorial por ocho cargos de herejía y quemado vivo en Campo dei Fiori, Roma, el 17 de febrero de 1600.

Giordano Bruno, como escritor científico, además de la defensa y divulgación del sistema copernicano, propuso originales especulaciones sobre la física que ya han sido validadas por la física moderna.

Ahora bien, lo que yo no tenía bien establecido en aquel momento, era el conocimiento y uso que Giordano Bruno hizo de las obras de Dante, a quien apenas cita despectivamente y de paso en dos o tres ocasiones en La cena de las cenizas. Ahora y para complementar la forma como él y otros cuantos trasportaron las ideas desde San Agustín, Petrarca, Dante y el Dolce Stil Novo y buena parte del Renacimiento, a la Inglaterra del siglo XVI, me he encontrado con el apoyo documental necesario. Se trata de la demostración que hace el experto bruniano, Miguel Ángel Granada, de la relación Dante-Bruno:

"Somos de la opinión de que incorporado el pasaje de Dante (y el universo conceptual dantesco) a la argumentación y discusión de Bruno, podremos reconocer mejor componentes decisivos del proyecto filosófico bruniano, de su alcance último y de su antagonista" (anoto que el autor se refiere a San Agustín como tal antagonista) (1).

Lo demás, es tela ya cortada.

Como aquí se está tratando de asuntos que se manejaban ocultamente, también voy hacer esotérico el ejemplo. Cito, precisamente, el fragmento de La cena de las cenizas en el que se oculta esa múltiple relación, sin mayores explicaciones, para así obligar a los LECTORES LUDI a realizar las lecturas correspondientes:

"¿Qué decir ahora del Nolano? ¿Tal vez, por ser me tan próximo, tanto como yo a mí mismo, no me convendrá elogiarlo? Seguramente, no existirá hombre razonable que me reprenda en esto, ya que quizás ello no solamente conviene, sino que es además necesario, como bien expresa el claro y culto Tansillo (Il Vendemmiatore):
aunque a un hombre, que fama y honor reclama,
hablar mucho de sí mismo no conviene,
porque su lengua, donde el corazón teme y ama,
no es en su hablar digna de fe;
el que otro sea el pregón de su fama
también alguna vez parece que convenga,
cuando viene hablar por uno de los dos:
para dejar escapar censuras, o para favorecer lo ajeno" (2).

Y, para los iniciados, la última parte del verso en su idioma original:

"l'esser altrui precon de la sua fama
pur qualche volta par che si convengna,
quando vien a parlar per un di dui:
per fuggir biasmo, o per giovar altrui".

Para terminar, un notorio contraste. Ofrezco a los LECTORES LUDI un ejemplo de una obra extraña y poco conocida del verdadero Cyrano de Bergerac, inspirador del popular drama del mismo nombre, de Edmond Rostand, cuyo nombre original era Savinien de Cyrano (1619-1655), nacido en París, criado en la gascuña, pupilo del erudito Jean Grangier y del filósofo sensualista, Pierre Gassendi, quienes marcaron sus ideas científico-filosóficas; militar de gran arrojo en la guerra de los Treinta Años y, el resto de su corta vida, dedicado al estudio, la lectura y a la escritura: obras teatrales de poco éxito; populares muestras del género epistolar, en el momento que en Francia tal género adquiría gran importancia; algunos panfletos y, finalmente, una novela inconclusa, póstumamente publicada por su amigo Henri Le Bret en 1657 y 1662, a la que debe su celebridad, al que proyectaba titular, El Otro Mundo, de la que se conservan dos partes: Viaje a la luna o historia cómica de los estados de la luna e Historia cómica de los estados del sol.

Esta novela de Bergerac fue y es importante por la divulgación que hizo de las ciencias, a manera de novela de ciencia ficción y por su postura filosófica sobre la relación armónica que la humanidad debía tener con la naturaleza, anticipándose en mucho al ecologismo actual, pero, declarándose desencantado, ya que consideraba que el hombre era un ser destinado a destruir la naturaleza y por tanto a ser destruido a su vez por ésta. Con su relato se propuso rebatir el modelo aristotélico, todavía sostenido por algunos en su época, divulgando las teorías copernicanas, describiendo los medios por los cuales su personaje viaja por el espacio hacia la luna y el sol, así como discutiendo, al mismo tiempo, el estado de otras ciencias en su tiempo. En segundo lugar, propone su propia visión utópica del mundo, inspirado por Tomás Moro y Campanella, a los cuales opone su desencanto. Es de destacar que Cyrano de Bergerac fue buen lector de Homero, Virgilio, Lucrecio, Ovidio, Dante, Ariosto y Bruno, de los cuales se inspira para su propuesta utópica de los mundos del Más Allá, en especial de Dante, que se constituye en canon innegable de su escritura y nos vuelve a conducir por ese río continúo y sin fin de las ideas y los sueños y mantener la unidad de estas sugerencias de lectura.

Y, ahora sí, el ejemplo tomado de la novela de Cyrano de Bergerac, Los paraísos posibles, Viaje a la luna. Se trata de la explicación que da el profeta Elias, el del episodio del carro de fuego, Segundo Libro de los Reyes, 2, 11, sobre cómo llegó hasta ese Paraíso Terrenal situado en la luna y sobre cómo construyó el célebre carro que un ángel le mostró en sus sueños:

"Soy Elias. Sabed que yo habitaba en las amenas orillas del río Jordán en compañía de Eliseo, hebreo como yo. Mi existencia se deslizaba feliz entre los libros, tan feliz como para que no la olvide, aunque entonces se me escapaba. Pero cuanto más crecían mis luces, más crecía también el conocimiento de las que no tenía. Cada vez que nuestros sacerdotes me nombraban al ilustre Adán, el recuerdo de su filosofía perfecta me hacía suspirar. Desesperaba yo de poder adquirirla, cuando cierto día, después de haber rendido sacrificios por la expiación de mis debilidades de ser mortal, el ángel del Señor se me apareció en sueños. Al despertar, me puse sin falta a trabajar en las cosas que él me había prescrito: tomé un cuadro de imán de dos pies de lado y lo puse en un horno; cuando estuvo bien purgado, precipitado y disuelto, extraje el atractivo calcinado y lo reduje al tamaño medio de una bala. Después de estos preparativos, hice construir un aparato de hierro, muy ligero. Unos meses después, todas mis máquinas estuvieron listas y yo entré en mi industrioso carro. Me preguntaréis para qué tenía que ingeniarme todo este aparato. Pues debo deciros que el ángel me dijo que si yo quería poseer la ciencia perfecta que deseaba, tenía que subir hasta la Luna, donde hallaría yo, en el paraíso de Adán, el Árbol de la Ciencia, y una vez que probara de su fruto mi alma sería esclarecida con todas las verdades de que una criatura es capaz. Ése era, pues, el viaje para el cual había construido mi carro. En fin, que cuando estuve dentro de él, firme y bien acomodado, lancé al aire con fuerza la bala de imán (*). La máquina de hierro, que yo había forjado deliberadamente más maciza en el medio que en las extremidades, fue arrastrada en seguida y en equilibrio perfecto. Así, pues, a medida que yo me aproximaba a donde el imán me atraía con su fuerza, lanzaba yo la bala nuevamente por encima de mí" (3).

En fin, cosas para divertirse.

¡¡¡CIENCIA, LITERATURA Y SUEÑOS!!!, una logia hacía la SABIDURÍA

(*) Claude Mettra y Jean Suyeux, en su edición crítica de la novela (París, Chez Jean-Jacques Pauvert, 1962), aportan un fragmento de Lucrecio, modelo de filosofía epicureista, acerca de la imantación. Parece que Cyrano está más cerca, en algunas cosas, de la ciencia antigua (llena de suscitaciones) que de la propia ciencia de su tiempo. Esto muestra hasta qué punto no es un servil venerador de la ciencia nueva, sino que la interpreta desde sus propios parámetros.

NOTAS:

(1). Miguel Ángel Granada, La reivindicación de la filosofía en Giordano Bruno, Herder, Barcelona, 2005 (284 p.), ps. 107-131
(2). Giordano Bruno, La cena de las cenizas, Editorial Swan, Madrid, 1984 (137 p.), p. 51. Recomiendo la edición de Alianza Editorial, Madrid, 1987, o sucesivas, en las que ya se anota la relación de Bruno y Dante, a partir de la edición italiana de F. Flamini, Nápoles, 1983. Las obras más conocidas de Bruno y que, prácticamente, lo condenaron a la hoguera son: Expulsión de la bestia triunfante, Cábala del Caballo Pegaso y Sobre el infinito universo y los mundos, esta última, la más importante sobre su pensamiento científico, su divulgación del sistema copernicano y sus novedosos planteamientos cosmológicos.
(3). Cyrano de Bergerac, Los paraísos posibles: noticias del otro mundo, Ediciones Altamir, Bogotá, 1996 (244 p.), ps. 42 y 43. Adaptación, introducción y notas de Óscar Torres Duque.
LECTOR LUDI-18

El genoma: Bartleby + Barnabooth = Bartlebooth


* Tres personajes distintos y un caso excepcional de genética literaria
* La oportunidad para desenmarañar un mejor código, el del genoma literario

Por Iván Rodrigo García Palacios

Existe una genética literaria, quizás más compleja que la de la misma biología, que permite establecer la herencia y la evolución de las obras de la literatura y del arte en general. Un caso excepcional de tal ingeniería genética literaria es el de la novela, La vida instrucciones de uso, de Georges Perec. Por supuesto, no es el único ni el último, pero si es uno de los casos más deliberados y asombrosos de la historia de la literatura universal.

GENOMAS LITERARIOS
Cuando James Joyce dijo que a los críticos literarios les iba a tomar más de trescientos años desentrañar la madeja de referencias de su Ulises, posiblemente estaba desafiando a las modas de la crítica literaria de la época, más interesadas en descubrir los antecedentes y las influencias del autor que por investigar y analizar los elementos constitutivos que fundamentan la evolución y desarrollo en las obras de arte, más allá de las mismas teorías estéticas.
Por supuesto, para esa misma época, ya se estaba avanzado en las ciencias del lenguaje que tanta influencia tendrían en el desarrollo de todas las áreas del conocimiento y, especialmente, sobre la naturaleza de la comunicación oral y escrita, hasta el punto de alcanzar un punto de similitud y de contacto entre genética biológica y genética literaria, en la búsqueda de relaciones que aún se trata de descubrir en los secretos de la mente, el pensamiento, el uso de la razón y de la palabra. Pero ese es otro asunto.
Regresando a la literatura, es novedoso, pero no extraño, que recientemente, Guillermo Sánchez Trujillo, un profesional de la estadística y profesor universitario, que dedicó veinte años a "tratar de averiguar de dónde sacaba Kafka sus historias" (1), utilizara el término "genoma dostokafkiano" y construyera un cuadro similar al que se utiliza para mostrar el genoma humano con el fin de mostrar gráficamente las íntimas relaciones que El proceso, otros escritos, personajes y el mismo Kafka, tenían con Crimen y castigo y otras obras de Fedor M. Dostoievski. Ejemplo de una investigación genética literaria en la que el uso de la terminología de la genética biológica se hace común, y no sólo por casualidad o novelería, sino por necesidad metodológica e histórica, tal y como lo obliga el hecho de que "Kafka había reconocido como sus "hermanos de sangre" a Flaubert, Dostoievski, Kleist y Grillparzer" (2), o como cuando titula su primer libro sobre el asunto: Crimen y Castigo de Franz Kafka, anatomía de El proceso (3), para sólo citar dos ejemplos.

UN CASO EXTRAORDINARIO
En fin, el LECTOR LUDI podrá encontrar muchos otros casos y ejemplos en la moderna crítica literaria y en las ciencias del lenguaje que lo ilustrarán y asombrarán, pero, lo que en realidad deseo con estas notas, es llamar la atención sobre un caso realmente extraordinario de génesis o genética literaria en toda la extensión de la palabra, y en el cual, un personaje de una importante novela del siglo XX, es, como bien lo reconoce su autor, el descendiente directo de otros dos, y que, como en la genética, no es propiamente una suma matemática de ellos, sino un nuevo personaje que posee la herencia genética de ambos, siendo como es un personaje único, diferente y con su particular personalidad, heredada y transformada.
Se trata de Bartlebooth, el protagonista de La vida instrucciones de uso, del francés Georges Perec, que es el descendiente directo de Bartleby + Barnabooth, los fascinantes personajes de Bartleby, de Herman Melville y de Barnabooth, de Valery Larbaud, y que, como en la genética biológica, es el resultado, transformado y original, de herencias e influencias, que en este caso particular, han sido sometidas a los principios del Ouvroir de Littérature Potentielle (OULIPO, Taller de Literatura Potencial), de los cuales, la novela, es reconocida como una de sus obras emblemáticas.
Para los LECTORES LUDI, sugiero la lectura y análisis de esas tres novelas y de algunos estudios críticos sobre el tema. Para los restantes, a continuación ofrezco los autorretratos de los tres personajes, a manera de divertimento y aperitivo para una lectura lúdica:

BARTLEBOOTH
En el último capítulo, XCIX, de los cien, pues realmente son noventa y nueve, que conforman La vida instrucciones de uso, la gran novela del OULIPO, escrita por el francés Georges Perec (1938-1982), el lector sólo se encuentra con Bartlebooth de cuerpo presente, por primera y última vez, en la última página y momento de su muerte.
Bartlebooth es el excéntrico y multimillonarios protagonista que dedica su fortuna y los últimos años de su vida a realizar una de las hazañas más extrañas de la literatura universal: armar un puzzle o rompecabezas de su propia invención.
Este es el tercer personaje del trío que fascinará a los lectores por sus naturalezas extraordinariamente literarias:
"Bartlebooth está sentado frente a su puzzle. Es un anciano flaco, casi descarnado, de cráneo clavo, tez cerosa, mirar apagado; viste bata de lana de un azul desvaído ceñida en el talle por un cordón gris. Sus pies, calzados con chinelas de cabritilla, se apoyan en una alfombra de seda de bordes desflecados; con la cabeza ligeramente echada hacia atrás y la boca entreabierta, agarra con la mano derecha el brazo de la butaca mientras la izquierda, apoyada sobre la mesa en una postura poco natural, casi al límite de la contorsión, mantiene entre el pulgar y el índice la última pieza del puzzle". (4).
Y un poco más adelante:
"Es el veintitrés de junio de mil novecientos setenta y cinco y van a dar las ocho de la tarde. Sentado delante de su puzzle, Bartlebooth acaba de morir. Sobre el paño negro de la mesa, en algún punto del cielo crepuscular del puzzle cuatrocientos treinta y nueve, el hueco negro de la única pieza no colocada aún dibuja la figura casi perfecta de una X. Pero la pieza que tiene el muerto entre los dedos tiene la forma, previsible desde hacía tiempo en su ironía misma, de una W". (5) (¿Será esta W un gen del propio Perec? Porque W es también el título de una de las obras autobiográficas de Georges Perec: W o el recuerdo de la infancia, la que, como podrá comprobar el LECTOR LUDI, se integra íntimamente al proceso creativo de La vida instrucciones de uso).

RIQUEZA Y ABSURDO
Para finalizar el autorretrato y presentar el proyecto de Bartlebooth, cito lo que dice el editorial de uno de los dos números que la revista Anthropos dedicara al estudio y análisis de la vida y la obra de Georges Perec:
"¡Que maravillosa invención es el hombre!"
"Bartlebooth traza su proyecto y su empeño; se configura lúcidamente en la acción, en el hacerse del mismo".
Y a continuación, lo que se dice de él en la novela:
"Imaginemos aun hombre cuya riqueza sólo se pueda comparar con su indiferencia por todo lo que la riqueza suele permitir de ordinario y cuyo deseo, mucho más orgulloso, estriba en querer abarcar, describir, agotar, no la totalidad del mundo -proyecto que se destruye con sólo enunciarse-, sino un fragmento constituido del mismo: frente a la inextricable incoherencia del mundo, se tratará entonces de llevar a cabo un programa en su totalidad, sin duda limitado, pero entero, intacto, irreductible".
"En otros términos, Bartlebooth decidió un día que toda su existencia quedara organizada en torno a un proyecto cuya necesidad arbitraria tuviera en sí misma su propia finalidad".
"Se le ocurrió esta idea cuando tenía veinte años. Fue primero una idea vaga, una pregunta que se hacía a sí mismo -¿qué hacer?-, una respuesta que se iba esbozando: nada. No le interesaban el dinero, el poder, el arte ni las mujeres. Tampoco la ciencia, ti tan siquiera el juego. A lo sumo las corbatas y los caballos o, si se prefiere, imprecisa pero palpitante tras estas fútiles ilustraciones (aunque millares de personas orientan eficazmente su vida alrededor de sus caballos del domingo), cierta idea de la perfección". (6) En las dos páginas siguientes de la novela continúa la presentación y fundamentación del proyecto de Bartlebooth.

BARTLEBY
El primer miembro del trío, por razones de precedencia cronológica, es Bartleby, El Escribiente, personaje de la novela corta del estadounidense, Herman Melville (1819-1891) del mismo título, y cuyo "genio y figura" son el motivo y la trama de sus breves páginas. Esta es la presentación que de él hace el narrador:
"Como respuesta al aviso que puse, un joven inmóvil apareció una mañana en la puerta de mi oficina que estaba abierta, pues era verano. ¡Puedo ver esa figura aún hoy: pálidamente limpia, lastimosamente respetable e incurablemente desolada! Era Bartleby".
"Después de algunas palabras sobre sus aptitudes, lo contraté, contento de tener entre mi cuerpo de copistas a un hombre de aspecto tan singularmente tranquilo, que podría, opinaba yo, producir efectos benéficos sobre el temperamento volátil de Pavo y el modo de ser ardiente de Pinzas" (7).
Y, un poco más adelante, en el momento que Bartleby dice por primera vez las únicas palabras que repite a lo largo de la narración: "Preferiría no hacerlo", se agrega esta descripción:
"Lo miré fijamente. Su rostro era fino y tranquilo; el ojo gris, débilmente sereno. Ninguna señal de agitación lo surcaba. Si hubiera habido la más mínima inquietud, ira, impaciencia o impertinencia en su actitud; en otras palabras, si hubiese habido algo ordinariamente humano en él, sin duda que lo habría despedido con violencia de mi establecimiento" (8).

BARNABOOTH
El segundo y último personaje del trío es Archibaldo Olson Barnabooth, el personaje que escribe el Diario íntimo del que es autor el francés Valery Larbaud (1881-1957), ambos tan importantes como olvidados para la historia de la literatura del siglo XX, pues el primero, a pesar de ser un personaje de ficción, fue precursor de nuevas formas de expresión literaria y poética, y el segundo fue, en su momento, uno de los grandes promotores, divulgadores y traductores, de las obras de escritores desconocidos que gracias a él alcanzaron el reconocimiento que merecían, así como de literaturas inéditas en Europa que gracias a su labor obtuvieron fueron divulgadas y ejercieron su influencia en la historia literaria universal. La cultura latinoamericana tiene una impagable deuda con él.
"Barnabooth pertenece a esa especie de hombres para quienes las cosas que contribuyen a la civilización significan en principio placer, juego "gratuidad", divertimiento del espíritu, vale decir, que son "inútiles" según el juicio de la mayoría" (9). Pero, es el mismo Valery Larbaud quien presenta a Barnabooth en la primera entrada de su Diario íntimo, al referirse a una nota periodística que Barnabooth lee en una publicación ilustrada de Viena, durante un viaje en tren:
"Mr. A. Olson Barnabooth. ¡10'450.000 libras esterlinas de renta!"
"Unas páginas más adelante, una nota informa al lector que yo soy "probablemente uno de los hombres más ricos de este planeta", y con toda seguridad "el más joven de los grandes multimillonarios". El cronista, que me envejece en un año, me felicita por haber fundado hospitales y asilos en América del Sur, pero agrega: "La manera de vivir del joven multimillonario no difiere de la de la mayoría de los ociosos de su mundo"
"Al principio eché pestes muy contra el muy impertinente. Incluso por un instante sentí verdadera lástima, solo como estaba en mi coche-salón; ¿había en el mundo un hombre más injustamente tratado que yo?, ¿un carácter más desconocido que el mío? ¡Significaba tan poco, mis sueños, mis aspiraciones, mi fisiología y mis arrebatos de entusiasmo eran tan "ajenos" a ese joven multimillonario fundador de hospitales!"
"¡Y "ocioso", yo, que consumo mi vida tras la búsqueda de lo absoluto! Tu eres el ocioso, periodistiquilla encorvado toda la noche sobre una mesa" (10).
Pero también existe una primera presentación de Archibaldo Olson Barnabooth, la del supuesto biógrafo X. M. Tournier de Zamble que antecede la edición de Las obras francesas de A. O. Barnabooth, publicadas por el propio Valery Larbaud en 1908, y que dan pie a la publicación definitiva, ampliamente modificada, de las Obras completas..., en 1913. Dice el supuesto biógrafo, que no es otro que el mismo Valery Larbaud:
“Barnabooth, un encantador joven de veinticuatro años recién cumplidos, no muy alto, vestido siempre con sencillez, bastante endeble, de pelo tirando a bermejo, ojos azules, tez muy blanca, sin barba ni bigote" (11). A lo que, Adolfo García Ortega, resumiendo, agrega: "Y explicita que nació en 1883 en Campamento, provincia de Arequipa, hoy Chile, justo cuando una guerra se disputaba entre Perú, Chile y Bolivia por ese territorio. Debido a eso Barnabooth se considera "sin patria". Tras ser mayor de edad se naturaliza ciudadano de Nueva York, de donde es su familia. Celebra las fiestas nacionales del 4 y del 28 de julio, que son las de los Estados Unidos y Perú, respectivamente. Bolívar es a quien más admira junto a Federico II de Prusia" (12).
La biografía de X. M. Tournier de Zamble, que ya no aparece en la edición de las Obras completas..., de 1913, son utilizadas y convertidas por Valery Larbaud en la escritura del Diario íntimo de A. O. Barnabooth, pues, como él lo reconoce, resultaría redundante.

DESEMARAÑANDO EL CÓDIGO
Como en el Ulises, de James Joyce, en La vida instrucciones de uso, de Georges Perec, las referencias de todo tipo son una parte sustancial y fundamental de la novela, y son parte de un juego que el lector quizás quiera disfrutar desenmarañándolo, para así lograr amplificar, casi al infinito, los potenciales significados que ellas agregan al texto, pero sin que ello sea condición necesaria para disfrutar la lectura corriente de ambas novelas, que sin bien ofrecen serias resistencias y dificultades, el LECTOR LUDI sabrá apreciarlas.
Por otra parte, a diferencia de Joyce, Perec ha agregado a su novela un anexo que incluye: índice de nombres, algunas referencias cronológicas, el índice de algunas de las historias contadas en el libro y un post scríptum, con el fin de facilitarles el juego a los lectores.
Feliz lectura.

NOTAS
(1) Guillermo Sánchez Trujillo, El proceso, edición crítica, publicado por la Universidad Autónoma Latinoamericana, Medellín, 2005 (359 p.), p. 15
(2) El proceso, edición crítica, p. 15
(3) Guillermo Sánchez Trujillo, Crimen y Castigo de Franz Kafka, anatomía de El proceso, Universidad Autónoma Latinoamericana, Medellín, 2002 (246 p.)
(4) Georges Perec, La vida instrucciones de uso, Anagrama, Barcelona, 1997 (638 p.), p. 570
(5) La vida instrucciones de uso, p. 572
(6) La vida instrucciones de uso, p. 147.
(7) Herman Melville, Bartleby, Grupo Editorial Norma, Colección Cara y Cruz, Bogotá, 1990 (115 p.), p. 18
(8) Bartleby, p.21
(9) Alexandre Vialatte, El elefante es irrefutable, citado por Héctor Bianciotti, en el prefacio a: Valery Larbaud, Obra completa de A. O. Barnabooth, (313 p.), p. 10
(10) Obra completa de A. O. Barnabooth, El pobre camisero, poesía, diario íntimo, Ediciones Igitur, Tarragona, 2005 (313 p.), ps. 83 y 84
(11) X. M. Tournier de Zamble, citado por Adolfo García Ortega en el posfacio, Obra completa de A. O. Barnabooth, p. 306
(12) Posfacio, Obra completa de A. O. Barnabooth, p. 306

8 de enero de 2006

LECTOR LUDI-17

Pequeñas reseñas
El misterio del enamoramiento

* Francesco Alberoni y su estudio comparado sobre el amor.
* Cómo funciona en cuerpo y ánimo el enamoramiento.

Por Iván Rodrigo García Palacios

El misterio del enamoramiento
Autor: Francesco Alberoni
Gedisa Editorial, Barcelona, 2004 (163 p.)

"Estar enamorado amigos..." es la cantinela de un poema del argentino Francisco Luis Bernárdez, en el cual hace una extensa lista de las emociones, las sensaciones y los estados que viven los enamorados y las realidades, casi sobrenaturales, que perciben. Por lo que recuerdo, el poema, como todo en la poesía, explora y expone lo indecible, así que el lector podrá conmoverse y comprender, para él, lo qué es estar enamorado, pero le exigiría una profunda reflexión explicarse y explicarle a otros qué sería el amor.
Pues bien, hace mucho tiempo, en 1979, el sociólogo, profesor universitario y periodista italiano, Francesco Alberoni, publicó en Italia un libro titulado Enamoramiento y amor, en el cual exponía de manera sencilla una teoría sobre el enamoramiento que conmocionó a millares de lectores, al parecer en otras partes y pocos en Colombia, teoría a la que había llegado luego de muchos años de investigación y reflexión sobre los fenómenos al rededor de los movimientos colectivos, de los que da razón y cuenta en su famoso libro, Movimiento e institución, que era el texto de su cátedra de Sociología en la Universidad de San Pío V de Roma, y en el que explicaba que en los movimientos colectivos se presentaba un momento inicial que él denominaba "estado naciente", que lo llevó a plantearse que ese estado también se presentaba en el enamoramiento como "el estado naciente de un movimiento colectivo de dos", propuesta que es bella y sencillamente explicada en ese primer libro y que después extiende en sus demás libros de divulgación a cerca de las relaciones amorosas de los seres humanos.
En su último libro sobre el mismo tema, El misterio del enamoramiento, el profesor Alberoni, ofrece, en la primera parte, sus nuevas conclusiones y adiciones a cerca de cómo funciona el enamoramiento en el ánimo, en la mente, en el cerebro y en el comportamiento de los enamorados, hasta lograr lo que sólo los movimientos colectivos alcanzan: su transformación total, definitiva e irreversible, en otros individuos, tanto en el momento del enamoramiento, como lo que continuarán siendo una vez ese estado haya desaparecido.
Y es, precisamente, ese asunto lo más asombroso del libro, pues de esa manera demuestra que no es totalmente cierto el paradigma que afirma que el proceso de cambio íntimo de las personas es sólo el resultado de la evolución emocional, lenta y extendida a toda la vida de un individuo, sobre el que él se apoya para decir: "es que yo soy así, acéptame como soy, que poco puedo cambiar"; sino que, el "estado naciente", el enamoramiento, es un fenómeno que logra esa transformación de manera tan rápida y definitiva que el mismo individuo no parece percibirla del todo, quizás hasta mucho tiempo después, si es que tiene la habilidad de reflexionar sobre sí mismo con profundidad y honestidad, con esa “preocupación o inquietud de sí mismo”, "epimeleia heautou" que Sócrates le exigía a Alcibíades, de la que se habla en la Apología de Sócrates y en el diálogo del mismo nombre, ambos de Platón, por contraposición al "conócete a ti mismo", "gnothi seauton", tan común a los griegos, tallado en piedra sobre la entrada del templo de Delfos. Pero esto último es otro asunto. Lo cierto del caso es que esta primera parte del libro del profesor Alberoni, ofrece a los buenos lectores, y entendedores, la posibilidad de realizar un viaje de asombrosa exploración por los territorios de ese maravilloso estado que es "estar enamorado amigos...".
Ahora y pasando a la segunda parte, el libro del profesor Alberoni, presenta una parte, compuesta por cuatro capítulos en los cuales elabora su crítica a las teorías amorosas elaboradas por cuatro pensadores del siglo XX, discutiéndolas y demostrando sus fallos y aciertos. Ellos son: Jean Paul Sartre, en El ser y la nada; Denis de Rougemont, el autor del libro, ya clásico, El amor y Occidente; Georges Bataille, en su libro El erotismo; René Girard, en sus libros, Mentira romántica y verdad novelesca, La violencia y lo sagrado.
Podría decirse que, esta segunda parte, es el aporte del profesor Alberoni a estimular a la formulación de una metodología de reflexión crítica y personal del lector juicioso sobre lo que otros dicen qué es el amor, y que no siempre el amor es lo que se piensa.
Y, finalmente, en la tercera y última parte, el profesor Alberoni, presenta su opinión sobre lo qué fue y lo qué le espera al enamoramiento al pasar de la cultura occidental que dominó al mundo de manera particular en cada región, a las nuevas culturas globalizadas que están cambiando las formas y costumbres de verse y relacionarse las personas consigo mismas y con los "Otros".
Un libro que hace pensar mucho más de lo que podría creerse por su apariencia sencilla y breve.
CUADERNO DE CITAS-4

Los campos magnéticos de Fernando González y León de Greiff

* ¿Qué tienen que ver la literatura y la sabiduría?
* Venus, Eros, Amor: la Amada y los sueños

Por Iván Rodrigo García Palacios

Es bien complicado eso de tratar explicarse, comprender o aprehender, en la realidad o en eso que llamamos el mundo real o de la razón, aquellos asuntos de lo sobrenatural o de los otros mundos o de la irracionalidad, en cuyos dos extremos están o la fe o la fantasía.

Algo así como para empezar a pensar en esos asuntos: mirar desde la definición que Maeterlinck hace de esoterismo: "explicación del Universo incomprensible que nada explica porque lo inexplicable no admite explicación".

Y es que allí, en ese territorio esotérico, se encuentran los símbolos con los que se manifiestan lo sagrado, el arte, la poesía y todo ese lenguaje perdido que le da sentido al soñar y Luz, Sabiduría y salud a la vigilia.

CITA COMPLEMENTARIA

Ediciones pro fantasía y expectación
"Ojos abiertos no son todo vigilia ni toda la vigilia.

A cosas de nuestra alma vigilia llama sueños. Pero hay
de ésta también un despertar que la hace ensueño:
la crítica del yo, la Mística.

Vigilia, no lo eres todo. Hay lo más despierto que tú:
la mística.
Y ensueños entre párpados recogidos.

Más que el Día
es evidente el Ser, la plenitud,
y eternidad nemónica individual
de nuestro ser
nunca comenzado, interrumpido ni cesable.

Lemas
De Arte y Vida:
Tragedia y Humorística no sufren limite en el Arte ni
en la Vida.
De Pensamiento:
Haya poder contra la Muerte: El Ser no tiene ley,
todo es Posible.

Un Estado, cultura, arte, ciencia o libro no hechos
para servir a la Pasión, directa o indirectamente,
no tiene explicación.
Despierta el alma, vigente en dormido cuerpo, son los
ensueños. Y a veces rige sobre la Vigilia; hace
esperar en el umbral a la Realidad.

Sin Fantasía es mucho el Dolor; se hace, más de lo que es, fantástico"

(Macedonio Fernández, No toda es vigilia la de los ojos abiertos, incluido en: Museo de la Novela de la Eterna, Biblioteca Ayacucho, Caracas, 1982 (653 p.), ps.100-101)

Como ya lo han visto, jugando me he ido involucrando en algunos temas que se van relacionando y que, por fuerzas, que no sé explicarme, me obligan a continuar como si se tratara de un asunto pendiente de toda la vida y que ha llegado la hora de concluir la expedición que se ha planeado por muchos años y que siempre se aplazó, por todas las justificaciones que uno se va inventando... y empieza a sentirse el entusiasmo.

Pues bien, embarcado en ese viaje de vasos comunicantes y encuentros extraños, de la idea de una lectura pagana a las novelas de Fernando González, aparecieron la Erótica y los sueños como un ámbito esotérico en el cual lo real y lo sobrenatural, lo práctico y lo fantástico, la fe y la imaginación, lo surreal y vigilia, se iban relacionando como la luz del día con el sol al amanecer.

CITA PREVIA

"La presencia de la contingencia en la representación del destino terrestre presupone una doble creencia: por un lado, que existe una armonía universal infinitamente superior a la sucesión visible de los acontecimientos, y, por otro, que los hombres, al comprender la vanidad de esta última, pueden tener acceso a la sabiduría divina".
(Thomas Pavel, Representar la existencia, el pensamiento de la novela, Crítica, Barcelona, 2005 (407 p.), p. 60)

Fue así como propuse la hipótesis descabellada de unos vasos comunicantes, o mejor, surrealmente, unos campos magnéticos, que emparentaban a los amigos y Panidas Fernando González y León de Greiff, convirtiendo en anagrama el título de la novela Salomé, al que ahora agrego otra variante: Leo & Ma (&=S=y), por aquello de León y Matilde, la esposa y Dama Celeste, que como se verá en las citas y lecturas que incluyo y sugiero más adelante, podrían abrir el sendero de exploración a las influencias recíprocas, a las afinidades electivas, y a los encuentros y desencuentros de sus pensamientos y visiones del mundo (Agradecería datos y referencias sobre estos temas para ampliar mi exploración)

La lectura de aquellas novelas de Fernando González, que coinciden con la época de los Panidas y la permanencia de ambos en el Valle de Aburrá, hace pensar que su postura frente al Amor y la Amada va evolucionando notoriamente de filosófica a metafísica, como lo pueden comparar en el capítulo titulado La amada y los demás textos sobre ambos temas en Pensamientos de un viejo (1916), y que, ya para 1929, en Viaje a pie, con Julia y las demás damas y situaciones eróticas que allí hacen presencia, se ha ido convirtiendo en algo diferente (y cuando digo convirtiendo también pienso en conversión). Es extraña, para no decir otra cosa por el momento, esa dedicatoria final del libro a Margarita (todavía no es Berenguela), su esposa: "Para ti es este libro; tú sabes qué piensa el autor de Nuestro Señor Jesucristo". ¿Otro secreto que habrá que desvelar?

CITA EXPLICATIVA (¿profecía?)

"Pero, ¿qué son estos jóvenes viajeros? Somos, querida lectora, metafísicos, y algo poetas debido a la concreción y dureza de nuestras glándulas de treinta años. Quizás en la vejez no quede sino el metafísico. Pero ahora somos amantes aficionados a la filosofía. El amor es para nosotros lo que está detrás de las formas, la médula de lo fenoménico o, para decirlo en forma bárbaras, el nóumeno"
(Fernando González, Viaje a pie, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 1993 (262 p.), p.202)

CITA AFIRMATIVA (¿la conversión?)

"El autor de este libro volvió a Medellín el dieciocho de enero de mil novecientos veintinueve; volvió a ti, mujer cercana, lectora cercana; volvió a tus ojos celestiales, mujer múltiple"
(Fernando González, Viaje a pie, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 1993 (262 p.), p.261)

Luego vendrá ese fértil lustro de 193o a 1935, del que sugiero pensar en los encuentros narrados en El Hermafrodita dormido: Anita Tilotta (¿Otilia ...?, Irene, y por supuesto, esa descripción llena de misterios con la escultura: El Hermafrodita dormido y sus posibles relaciones con las de Afrodita y las Venus. Para concluir en El remordimiento y Salomé, de las que ya he escrito y espero volver a escribir.

Claro está, se trata de Margarita, luego Berenguela, y de las demás mujeres personajes de sus novelas y, ¿por supuesto? la Dama Celeste, en fin, es el asunto que necesita desvelarse... ¿Tendrá algo que ver con su culto a la Virgen María?

Lo cierto es que la vida y la obra de Fernando González a partir de 1935 se va transmutando, como en la Divina comedia, de infierno a purgatorio y finalmente a paraíso, hasta su Tragicomedia... de 1963, la culminación, la incitación y la clave para desvelar todos los misterios. Lo que ya he mencionado y sobre lo que continuaré esculcando, pues apenas he empezado a explorar el arcón.

La grandeza o importancia de toda obra literaria, poética o artística, así como la del espíritu de un pueblo, serán del tamaño de la Tradición que los nutre ("Tradición, en una definición sencilla, es todo aquello que se trasmite y que otorga al hombre una cosmovisión, un punto de partida sobre el orden de lo sagrado", Tomada de: Carlos Garrido, El esoterismo, claves de las doctrinas secretas, Montesinos, Barcelona, 1983 (128 p.), p. 18). Lo demás es paporreta.

Y, ¿cuál es la Tradición de la cual se nutre la obra de Fernando González: La telúrica andina de Viaje a pie, Mi Simón Bolívar, etc., la de la antigüedad clásica de El Hermafrodita dormido, El remordimiento, Salomé, la más compleja, proteica y sintética, del Libro de los viajes o de las presencias y La Tragicomedia...? Y, ¿cuál es, en últimas, su propósito? Esos son los asuntos a desvelar.

SEGUNDA CITA COMPLEMENTARIA

"Mientras tanto me adiestraré, pues para cualquiera de las artes se requieren dos maestrías:la de la concepción viva y la del dominio de los medios para la expresión formal; concebir y parir. Lo principal es la concepción, pues el que verdaderamente está preñado, pare. Pero siempre es necesaria la artesanía".
(Fernando González, Libro de los Viajes o de las Presencias, Editorial Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, 1995 (257 p.), p. 237)

Y para complementar esta cita complementaria, recomiendo leer el Itinerario, esas últimas páginas que cierran la Tragicomedia y que Fernando González atribuye al personaje Fabricio Sacristán.

EN LEÓN DE GREIFF

En cambio, pareciera que en León de Greiff su relación con la Dama Celeste hubiera sido más clara, definitiva y directa, desde mucho antes: Matilde es la musa inspiradora o ¿su representación esotérica?

Revisando el primer volumen, León de Greiff, Obra dispersa, poesía y prosa, 1913-1953, publicado por la Editorial Universidad de Antioquia, 1995, me he encontrado lo siguiente para este CUADERNO DE CITAS y de lo cual sólo reproduzco algunos fragmentos, pero recomiendo la lectura de los poemas íntegros pues así se podrá comprender el significado esotérico de los mismos. Igualmente, sugiero la lectura de Prosas de Gaspar, Primera Suite, 1918-1925, que hacen parte del tomo II publicado por Procultura en 1986 y en el que León de Greiff cuenta sobre los Panidas y ese tiempo fecundo y extraordinario.

Ahora sí, las citas:

PRIMERA CITA

El poema completo es un canto extraño y misterioso que cito íntegro para que los LECTORES LUDI sientan su esoterismo:

Filosofismos

"Yo no creo en ninguna
religión irrisoria:
comulgo con la Luna;
mía me da la gloria...

De la vida desdeño
toda necia faena;
vivo en un sólo sueño:
y es la vida muy buena...

Nada más que en la Amada
medito. En lo macabro,
para reír, actúo...
y en la misma balada
de las que a ratos labro,
canto a la dulce novia
y canto al Padre Búho...

Cultivo suave fobia
de la luz indiscreta.
Mi levísimo tedio
-tedio que yo acentúo
con mi desdén al medio-
deviene, conceptúo,
de esa fibra secreta
que al soñador maltrata;
de esa fibra secreta,
fibra vibrátil, neta,
de fulgores de plata...

Y es mi tedio asaz largo
pero nada profundo,
nada negro ni amargo...

Muy lejos de este mundo
hay un jardín hermético,
y en él hay una fuente
que dá un licor sintético
que me torna demente...

Y, demente, la vida
yo paso en un sueño...
y el dolor (si en mí anida...)
huye cuando el Ensueño
en mí sus alas cierra
blancas y evanescentes
y me alza de la tierra
a mágicos Orientes!"
(Filosofismos, 1914, incluido en el Álbum para Matilde. 1921)

SEGUNDA CITA

"Tiempo de amor, clave de Sol y sol de estío
y el corazón enfermo y el espíritu apático
tal una impertinencia dentro de un concurso extático
o como una sonrisa y en un duelo sombrío..."
(Tergiversaciones, mayo de 1917)

TERCERA CITA

Laberinto Lunario

"Monstruo de mi laberinto"
Pedro Calderón de la Barca

"II
El sortilegio de la Luna Maga
Por ésta calle irregular se quiebra
y en sus recodos, argentino, enhebra
medrosas luces que un temblor apaga...

Mi espíritu, sonámbulo, naufraga...
mi lógica, pueril, se desvertebra...
y un angustioso frío de culebra
aloja en mí su adamasquina daga!

El sortilegio de Selene Bruja
filtra en mi corazón letal burbuja
de pavor... cosas hórridas premiro...

Ni un ruido en la calleja... Insomne giro...
Sordo y grave el Silencio se acurruja;
y advierto -entonces- que al soñar, deliro..."
(1918-1920, incluido en el Álbum para Matilde)


CUARTA CITA

"Morena mujer que de negro
las carnes amadas ciñe,
morena mujer ¿cuándo el día
será de nuestras bodas?"
(Agosto 10 de 1922)

QUINTA CITA

"¡No labres ensueños con verbo sonoro,
vacío!
¡No labres ensueños con ritmo y palabras!

El ensueño, solo, vale más que el verso
más pulido y terso..."
(Enero 9 de 1923)

Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, charlando entre amigos sobre la y algunas novelas del siglo XIX

Lectura en grupo. https://elpais.com/elpais/2014/12/12/album/1418422523_273005.html Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, ch...