10 de diciembre de 2011


El crimen pasional del Superhombre







Delacroix (1928): Fausto, Margarita, Mefistófeles



Iván Rodrigo García Palacios
El crimen pasional del Superhombre
Del primer Fausto de Goethe
al primer Superhombre ("Übermensch") de Nietzsche


¿Cuál es esa visión del "Superhombre ("Übermensch") que dice que sí a la vida", con la que Nietzsche, en diciembre de 1882, escribe por primera vez ese motivo, al mismo tiempo que se lamenta, dramáticamente, porque de poco más le ha servido para soportar los padecimientos físicos y anímicos que, por el conflicto y rompimiento con Lou Andreas Salomé y Paul Rée, lo afectan y lo tienen postrado, casi al borde del suicidio y temiendo el eterno retorno de su vida?
Esto escribe Nietzsche en esa primera mención del Superhombre ("Übermensch") en diciembre 1882:


No quiero la vida de nuevo. ¿Cómo he podido soportarla? Produciendo. ¿Qué es lo que permite soportar su vista? La visión del superhombre que dice que sí a la vida. Yo también lo he intentado ¡ay de mí!”.


Como todos los abismales pensamientos de Nietzsche: el eterno retorno, la muerte de dios y la voluntad de poder, el del Superhombre ("Übermensch") también tiene un origen más humilde y pasional, a la vez que conectado a las lecturas y personajes que lo afectaron profunda e íntimamente. Como bien se sabe, tanto ese concepto como el del eterno retorno de lo mismo y la voluntad de poder, se trasformarán en laberintos sin salida, pese al empeño de Nietzsche por darles un desarrollo filosófico pleno y sistemático.
Los estudiosos de la obra y de los escritos de Nietzsche, tienden a ignorar esa primera mención que hace Nietzsche del Superhombre ("Übermensch"), en diciembre de 1882. Quizás porque es apenas una exclamación desesperada y sin ninguna otra anotación que la explique y desarrolle como acostumbraba para los pensamientos que consideraba importantes. Quizás porque en ese momento era sólo un lamento que le permitía corresponder su lastimoso estado físico y anímico con la visión de un más noble antecedente con el cual elevarse y superase a través de otra tragedia, la del "más grande de Alemania": Goethe, al que admiraba desde su temprana juventud y al que, como tantos otros, consideraba su maestro y modelo de imitación y de superación.
Aparte de la importancia que en Así habló Zaratustra tienen el Superhombre ("Übermensch") y del bruniano y espinoziano "espíritu de la tierra" ("Erdgeistes"):


"¡Mirad, yo os enseño el superhombre!
El superhombre es el sentido de la tierra. Diga vuestra voluntad: ¡sea el superhombre el sentido de la tierra! " ("Seht, ich lehre euch den Übermenschen! / Der Übermensch ist der Sinn der Erde. Euer Wille sage: der Übermensch sei der Sinn der Erde!"). (Z, I, Prólogo, 3).


Al igual que a parte de las autorizadas explicaciones e interpretaciones filosóficas que se han realizado sobre esos dos asuntos y de los autorizados análisis sobre las conexiones entre Fausto y Así habló Zaratustra, como ya lo han mostrado otros (1), el término Superhombre ("Übermensch") es de Goethe, como antes lo fuera de Novalis, Heine y de una reminiscencia de Platón (2).
Ese Superhombre ("Übermensch") junto con el bruniano y espinoziano "Espíritu de la tierra" ("Erdgeistes") de Goethe aparecen en De noche ("Die Nacht"), primer poema de la primera parte de Fausto, en el diálogo entre Fausto y el Espíritu:


"Fausto: [...] (Hojea el libro a desgana y descubre el signo del espíritu de la tierra)
¡Qué diferente es ahora este símbolo para mí!
Espíritu de la tierra, te me acercas".
("Faust: [...] (er schlägt unwillig das Buch um und erblickt das Zeichen des Erdgeistes.) / Wie anders wirkt dies Zeichen auf mich ein! / Du, Geist der Erde, bist mir näher").
[...]
Espíritu: [...] ¡Qué lastimoso espanto se apodera de ti, oh superhombre! ("¡Welch erbärmlich Grausen/Fast Übermensch dich!").


Bien conocía y recordaba Nietzsche la vida y obra de Goethe, por eso no es de extrañar que en ese diciembre de 1882 se identificara con Goethe quien, casi a la misma edad que él tenía en ese momento y que se enfrentaba a los conflictos y rivalidad con Schiller, publica la primera parte de Fausto, pero que, a diferencia de Nietzsche, había encontrado en el amor de Christiane Volpius la sensualidad y el apoyo doméstico e incondicional que había soñado para él con Lou Andreas Salomé.
No pretendo desentrañar la urdimbre de conexiones que emparentan Fausto y Así habló Zaratustra, esa labor ya la han realizado otros más autorizados. Mi propósito es también humilde y pasional: quisiera mostrar algunas de las circunstancias vitales de Goethe con las que Nietzsche se identifica en aquel momento de diciembre de 1882 y por las que lanza ese lamento de Superhombre ("Übermensch") que en su dolor rechaza la vida y teme su eterno retorno.
Como bien se sabe, Fausto es una obra que Goethe escribió durante casi toda su vida y en distintas épocas críticas de su existencia, desde los primeros esbozos de su juventud, en los cuales resuma su experiencia existencial e intelectual, sus dramáticos amores de juventud, sus lecturas formativas de los clásicos griegos y las más apasionadas influencias del "Sturm und Drang" que bien se avenían con el enigma y misterio de la leyenda de Fausto, ese personaje al que Goethe reinterpretaría a su aire y genio.
Desde esa primera versión: Fausto primitivo o "Urfaust" (1765-1771), hasta las publicaciones de la primera parte (1808) y de la obra completa con sus dos partes (1832), Goethe escribe Fausto en circunstancias críticas de su existencia, circunstancias críticas que, para la hipótesis descabellada que estoy proponiendo, son los espejos en los que Nietzsche mira su desesperación de diciembre de 1882.
Nietzsche identifica los motivos y a la protagonista de su tragedia amorosa, Lou Andreas Salomé, con Helena y Margarita de Fausto. La Margarita que pregunta a Fausto por su actitud frente a la religión:


"MARGARITA:
Di, ¿cómo estás con la religión? Aunque eres un hombre bueno de corazón, me temo que no le das mucha importancia" (3).


Tal y como lo hiciera la misma Lou en los días y noches felices del idilio de Tautemburg. Además, Nietzsche envidia de Goethe la realización que, con Christiane Volpius, hace del sueño doméstico y sensual que el pretendía para sí mismo con Lou. También, debe recordarse que, para el momento de la publicación de la primera parte de Fausto, Goethe mantenía una soterrada revalidad con Schiller, equivalente a la que afectaba a Nietzsche con Paul Rée por el amor de Lou.
Nietzsche, como Fausto, también quiso realizar un pacto con Mefistófeles mediante el cual se le concediera el acceder a la Verdad, el conocimiento y el elevarse en el "Eterno femenino", así como el poder de conquistar el amor de Lou.
Similares a los de Fausto, son pues, el enamoramiento, el estado físico y anímico, los pensamientos y los anhelos que afectaban a Nietzsche en diciembre de 1882, los que se mantendrán hasta la escritura de Así habló Zaratustra y hasta el final.
Así empieza la primera parte de Fausto, con el lamento que Nietzsche hace suyo, como se podrá notar en la lectura completa del poema:


"De noche
En un angosto cuarto gótico de techo alto y abovedado.
Fausto: (inquieto, en un sillón frente al pupitre).
He estudiado, ¡ay!, filosofía,
jurisprudencia y medicina,
y también, ¡por desgracia!, teología;
profundamente, con apasionado esfuerzo.
Y heme aquí ahora, ¡pobre loco!,
tan cuerdo como antes [...].
(Nacht.
In einem hochgewölbten, engen gotischen Zimmer Faust, (unruhig auf seinem Sessel am Pulte).
Faust:
Habe nun, ach! Philosophie,
Juristerei und Medizin,
Und leider auch Theologie
Durchaus studiert, mit heißem Bemühn.
Da steh ich nun, ich armer Tor!
Und bin so klug als wie zuvor [...])
(Goethe, Fausto, I, primeros versos del poema: De noche).


Ese es el fáustico Superhombre ("Übermensch") en el que Nietzsche se encarna, dolorido y maltrecho, en diciembre de 1882. Sin embargo, un poco más de un mes después, es traspuesto, en Así habló Zaratustra, en el Superhombre ("Übermensch") "del porvenir", capaz de soportar, en la gracia de su "voluntad de poder", "el eterno retorno de lo mismo", para de ahí en adelante convertirse en enigma y perderse en el laberinto conceptual que Nietzsche no podrá resolver ni superar y que lo sepultará en la locura. La leyenda de la muerte de Homero se repite.
Es ya cerca del final que Nietzsche, en Crepúsculo de los ídolos, intenta retornar a ese primer Superhombre ("Übermensch") y a ese su origen goethiano, pero un paso más allá en el abismo, el modelo es César Borgia (4).
Ya demasiado tarde:


"A quien un dios quiere destruir, antes lo enloquece" ("Quem deus vult perdere, dementat prius").


Ariadna, Eros, Dionisios y Apolo, han perpetrado su trágica venganza.
Esa es la resolución del crimen pasional del primer Superhombre ("Übermensch") de Nietzsche.
NOTAS
(1) T. K. Seung, Goethe, Nietzsche y Wagner. Their spinozan epics of love and power, Lexington Books.
(2) Curt Paul Janz, Friedrich Nietzsche, Biografía, 3. Los diez años del filósofo herrante:
http://www.paginasobrefilosofia.com/html/prebiogr.html
"SOBRE EL SUPERHOMBRE
Desde Naumann siempre se ha recordado cómo la expresión «superhombre» ya aparece en Novalis, Heine y Goethe. En sus fundamentos la idea ya está esbozada en el platonismo. Nietzsche mismo remite a esta fuente en un apunte de los años ochenta, donde él reproduce, recortándolo tendenciosamente, un párrafo platónico (Theages 126ª): «Cada uno de nosotros desea, en lo posible, ser el señor de todos los hombres, y preferiblemente dios.» En la formulación plotínica posterior la idea se lleva hasta sus últimas consecuencias: el anhelo y la tarea de los que filosofan es volverse «semejantes a Dios»
(3) Johan Wolfgang Goethe, Fausto:
"JARDÍN DE MARTA
(MARGARITA y FAUSTO.)
MARGARITA
Prométemelo, Enrique.
FAUSTO
Con todas mis fuerzas.
MARGARITA
Di, ¿cómo estás con la religión? Aunque eres un hombre bueno de corazón, me temo que no le das mucha importancia.
FAUSTO
¡Déjalo, niña! Ves que para ti soy bueno: por mi amor doy cuerpo y sangre; no quiero sustraerle a nadie sus sentimientos ni su Iglesia.
MARGARITA
Eso no me gusta, se debe tener fe.
FAUSTO
¿Se debe?"
(Marthens Garten
Margarete. Faust.
Margarete:
Versprich mir, Heinrich!
Faust:
Was ich kann!
Margarete:
Nun sag, wie hast du's mit der Religion?
Du bist ein herzlich guter Mann,
Allein ich glaub, du hältst nicht viel davon.
Faust:
Laß das, mein Kind! Du fühlst, ich bin dir gut;
Für meine Lieben ließ' ich Leib und Blut,
Will niemand sein Gefühl und seine Kirche rauben.
Margarete:
Das ist nicht recht, man muß dran glauben.
Faust:
Muß man?
(4) Friedrich Nietzsche, Crepúsculo de los ídolos, Aforismos 49 y 37, respectivamente.



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