18 de mayo de 2016

Lector Ludi No. 84 El conocimiento es saber con sentimientos



Jacopo Zucchi, Eros y Psique, 1588.
https://es.wikipedia.org/wiki/Psique_%28mitolog%C3%ADa%29#/media/File:Jacopo_Zucchi_-_Amor_and_Psyche.jpg


Lector Ludi No. 84
Iván Rodrigo García Placios
El conocimiento es saber con sentimientos


Conocer y saber. Mente, conciencia, memoria, recuerdos, imaginación, pensamiento y anhelo. Los primeros y los segundos, son los enigmas o misterios de la naturaleza que el Homo-Humano se empeña en resolver como última frontera del conocimiento de su naturaleza y a fe que las ciencias han alcanzado asombrosos logros, en particular, en demostrar que esos son asuntos de la carne que han evolucionado con la materia viva y que nada tienen de enigmáticos ni "misteriosos", a no ser por superstición.
De manera poética, se trata del mito de Eros y Psique elaborado por Apuleyo en Las metamorfosis y al que Agustín de Ipona titulará como El asno de Oro: ¿Cómo y por qué cuerpo y mente son una sola cosa? ¿Cuáles, cómo y por qué son los productos de esa unidad?
La idea es escribir algo sobre esos asuntos a partir de uno de los mitos más apasionantes de la antigüedad y en el que se unen aquellas imágenes mitológicas con las que los antiguos griegos y helénicos se expresaban y explicaban sus ideas sobre su propia naturaleza y las formas como esa naturaleza se expresaba y conformaba a través del sentir, del imaginar, del pensar, del compartir y del anhelar.
Mi interpretación de este mito habla de la unidad del cuerpo deseante y la mente curiosa y de los riesgos que atentan contra ese enamoramiento. Antes, como ahora, el primer riesgo, la curiosidad de Psique por contemplar la naturaleza de Eros, porque ese ha sido un asunto enigmático y misterioso, porque es a partir del deseo que se inicia y expresa el proceso mediante el cual la carne deseante se hace mente pensante, pero, también, se corre el riesgo de que ese pensamiento desprecie y rechace su origen carnal y, como castigo, atente contra la naturaleza de su ser 1.
Y otro asunto enigmático y misterioso ha sido el que, de ese matrimonio de Eros y Psique, nace un hijo: Hedoné, Voluptas o Placer, al que se le ha dedicado menos atención científica, que curiosidad moral o artística.
En fin, estos son temas desde los cuales denunciar la dualidad, la excepcionalidad, esa que todavía pretende mantener vigente la existencia de una alma y la dualidad cuerpo / alma y todas sus consecuencias: la negación de que es el cuerpo, la materia de ese cuerpo, el que, del sentir y del sentir que se siente, se hace deseo y de ese deseo se hace el imaginar, el pensar, el anhelar ... la unidad consustancial de Eros y Psique.
Pero, antes, otro mito ...
En su libro: Sentir lo que sucede, Antonio Damasio se refiere a la curiosidad de Eva en el mito cristiano de la expulsión del paraíso como la injusta causante de la condena del hombre y de la mujer a una vida temporal de trabajos y sufrimientos sobre la tierra, cuando, según lo implica, no se le debiera considerar como una culpa, sino como un motivo de gratitud, pues es aquella acción la expresión natural de la curiosidad, que en las mujeres es más imperativa, y que es la que impulsa a la conciencia a descubrir y a dar sentido a lo que se siente:
"Aunque no estimo que la consciencia sea el pináculo de la evolución biológica, creo que es un gran hito en la vasta historia de la vida. Incluso cuando apelamos a la descarnada definición del diccionario -conocimiento que el individuo tiene de sí mismo y sus cambios, y del medio que lo rodea y sus transformaciones- nos es fácil imaginar por qué la consciencia allanó el camino de la evolución humana hacia una nueva categoría de creaciones imposibles sin ella: religión, organización política y social, artes, ciencias y tecnología. Quizás aún más trascendental sea el hecho de que la consciencia sea la función biológica crítica que nos permite conocer la pena o la alegría, el sufrimiento o el placer, vergüenza u orgullo, y también condolernos por amores o vidas perdidas. Sufridos individualmente u observados en el prójimo, el pathos y el deseo son subproductos de la consciencia. No podríamos conocer ninguno de estos estados personales si no tuviéramos consciencia. No culpes a Eva por saber; culpa a la consciencia, y dale las gracias" (Antonio Damasio, Sentir lo que sucede. Cuerpo y emoción en la fábrica de la consciencia. Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 2000, p. 20).
La materia de un psiquismo naturalizado es la conciencia como la describe Antonio Damasio, según la cita anterior, pues será esa función biológica la que permita explorar y explicar la naturaleza del ser humano, es decir, de cómo el animal pasa de sentir que siente a pensar lo que siente sin perder para nada el espíritu, su anhelo de futuro. Un Homo-Humano que hace la cultura, o sea, la extensión de su cuerpo, pero, también, el medio por el cual domestica su propia naturaleza y a la naturaleza 2.
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Ahora, una explicación necesaria. En uno y en otro mito, Psique y Eva, son víctimas de los encantos de un Eros seductor que, tras los placeres que les promete y proporciona, les oculta un gran castigo a su curiosidad: la pérdida indefinida e irreparable del estado de gracia o de éxtasis en el que se sentían hasta entonces.
En otra interpretación de ambos mitos, se me ocurre que aquel estado de gracia o éxtasis que afecta a Psique y Eva, es aquel en el que el Homo-Humano accede al conocimiento pleno y placentero, pero no-consciente, de su sí mismo, de los otros y del mundo. Y, porque es sólo sentir, es inexpresable e indecible y por ello, también, se pierde en el momento en el que se pretende asignarle sentido, sentido que será apenas una sombra del conocimiento original y el que, a partir de ese momento, se convertirá en el saber, mejor dicho, en la organización, codificación, desarrollo y conservación sin final de aquello a lo que se le ha asignado un sentido y para lo que se han inventado los códigos.
Mejor dicho, en el momento en el que el Homo-Humano le asigna un código a su sensación, desarrolla la memoria y, a partir de la memoria, el saber (también esoi que se llaman las creencias), que es lo que se convierte en artefactos independientes que van a funcionar mediante la combinación de memoria, sentimientos y códigos, es decir, de aquello que se convierte en recuerdos que son los elementos evolutivos de todo código o sistema de significación, eso que se denomina conceptos y metáforas. En otras palabras, el saber son las metáforas y conceptos que evolucionan por selección, es decir, por la combinación, deliberada o al azar, provocada por los sentimientos sobre los sentidos almacenados en la memoria y que de esa manera se convierten en recuerdos, o sea, aquello que constituye nuestro saber sobre nosotros mismos, sobre los otros y sobre la naturaleza. Ese saber interior es el que se combina con el saber que, a su vez, "el otro" expresa, comunica y comparte y que en esa expresión, comunicación y congregación, se constituye en eso que se llama cultura, que es el artefacto de los artefactos en el cual el saber se desarrolla, evoluciona y muta, tal y como lo explican las teorías de la evolución y la selección cultural 3.
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Porque por un lado, somos sentir y por el otro, ese sentir se codifica como pensar y entre el sentir y el pensar están la mente y la conciencia 4. Del sentir al pensar es el proceso mediante el cual, a partir de la mente, se elabora y desarrolla la conciencia, esa conciencia que se hace memoria y recuerdo de lo que se siente, lo que se conoce, lo que se sabe, que es aquello que se ha codificado, que es lo que se piensa, que es el saber, es decir, esa acumulación de información que es el saber, el que, a medida que se almacena, se va trasformado, cambiando, mutando y aumentando, porque en esos procesos se producen otros saberes. Y como es imposible almacenar en el cerebro todo el saber, ese que se produce por las relaciones, conexiones y correspondencias con los otros y con la naturaleza, el Homo-Humano se inventa aparatos cada vez más complejos y potentes para almacenar, integrar y procesar esa información y así poder manejarla, usarla y aprovecharla con la economía más eficiente posible a partir del modelo y funcionamiento del cerebro y, en consecuencia, desarrollar una cultura también más compleja, potente y extendida ... el límite del espíritu, del anhelo, es el universo, el camino a las estrellas.
El espíritu no es otra cosa que la expresión del sentimiento de la máxima atracción: el anhelo de futuro, el mismo que expresa el imperativo de la vida por perseverar, llámese conatus, como lo llama Spinoza o llámese éxito reproductor como lo llama Michel S. Gazzaniga o llámese el éxito de la especie como lo llaman otros filósofos y científicos:
"El cerebro humano es en verdad un extraño mecanismo, diseñado por la selección natural con un propósito principal: tomar decisiones que favorezcan el éxito reproductor" (Michael S. Gazzaniga, ¿Qué nos hace humanos?, Paidós, Barcelona, 2008, p. 43).
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El conocer está en el cuerpo, el conocimiento en el sentir y el saber en los códigos. Cuando se habla del sentir y de la sensación, no sólo se refiere a aquello que el cuerpo percibe y siente con los sentidos, sino también, y más complejo para el caso, a aquello que el cuerpo percibe con las extensiones o las herramientas que se ha inventado para percibir. De esta manera, se puede decir que el cuerpo percibe y siente desde la partícula más ínfima de la materia, hasta la inmensidad infinita del universo, pues el conocimiento y el saber que de ello obtiene e inventa es real y concreto como reales y concretos serán las imágenes y los conceptos que de ello elabore.
La formación y el manejo de conceptos y la resolución de problemas se hace en el código de acuerdo a las reglas del mismo código cuyo funcionamiento se desarrolla en la mente y eso es lo que se comparte con los otros. El código es externo, pero su funcionamiento es interno, neural, tal y como lo están demostrando las actuales neurociencias.
Las neurociencias han demostrado que existen áreas y estructuras cerebrales específicas para el desarrollo de las funciones cognitivas superiores:
"Varios científicos han sugerido que las capas supragranulares, y la red de conexiones entre áreas corticales que forman, participan intensamente en las funciones cognitivas superiores. Esta participación consiste en vincular áreas motoras, sensoriales y de asociación. Estas áreas reciben aferencias de sistemas sensoriales de alto nivel, las interpretan a la luz de experiencias pasadas semejantes, e intervienen en el razonamiento, el juicio, las emociones, la verbalización de ideas y el almacenamiento de recuerdos" (Michael S. Gazaniga, ¿Qué nos hace humanos?, 2008).
Pero también han demostrado que son las relaciones y conexiones con los otros y con las cosas, las que permiten el desarrollo del conocimiento y la acumulación, aumento y perfeccionamiento del saber.
Ya Vygotski había considerado, mucho antes de las actuales neurociencias, que se es inteligente al actuar con otros:
[...] lo que un niño puede hacer con ayuda es más indicativo de su inteligencia que lo que puede hacer por sí mismo”.
Pero este es otro asunto, el de las relaciones entre neurociencias y psicología o, para decirlo de otra manera: el conocer está en el cerebro; el conocimiento y el saber están en la cultura.

NOTAS

1Javier Sampedro, Deconstruyendo a Darwin, Coda. "Para mí constituye una grandiosa paradoja que buena parte del mundo científico aceptara la teoría de Darwin para todo excepto para la evolución de la sacrosanta mente humana, que de algún modo debía quedar a salvo de la barbarie mecanicista de la selección natural. Porque si hay un dispositivo biológico que apesta a adaptación darwiniana por todos los poros, ése es precisamente la mente humana. Nuestra consciencia, nuestra inteligencia y nuestra creatividad, en parte heredadas de los primates, y en parte amplificadas en cadena por la invención evolutiva del lenguaje, constituyen un caso escandaloso de adaptación para el manejo casi instantáneo de informaciones muy complejas sobre el mundo y sobre los demás individuos, una habilidad que sin duda ha resultado crucial en el pasado de nuestro linaje. Nada en la consciencia humana tiene sentido si no es a la luz de la adaptación darwiniana por selección natural. Y el efecto Baldwin constituye una poderosísima herramienta a su servicio. Una herramienta tan eficaz como el lamarckismo, pero que no escapa de las fronteras del darwinismo ortodoxo. Me complace que este libro haya resultado al final tan poco dogmático. Y ahora perdónenme, que he quedado para tocar la guitarra".
2 Yuval Noah Harari, De animales a dioses. Breve historia de la humanidad: "Hace 70.000 años, Homo sapiens era todavía un animal insignificante que se ocupaba de sus propias cosas en un rincón de África. En los milenios siguientes se transformó en el amo de todo el planeta y en el terror del ecosistema. Hoy en día está a punto de convertirse en un dios, a punto de adquirir no solo la eterna juventud, sino las capacidades divinas de la creación y la destrucción".
3 Luigi Luca Cavalli Sforza, La evolución cultural, Anagrama, Barcelona, 2007.
4 Para una explicación sobre la mente y la conciencia, remito a las obras de Antonio Damasio y Gerald M. Edelman, entre otros neurocientíficos. Así como los filósofos: Michael S. Gazaniga, El pasado de la mente (Editorial Andrés Bello, Barcelona, 1999), Daniel, Dennett (1995), La peligrosa idea de Darwin, edición española de Galaxia Gutenberg (1999).
También, leer: Carlos J. Blanco Martín, La naturalización del psiquismo. Estudio crítico, revista A parte Rei, No. 21: http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/natura.pdf

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