19 de diciembre de 2014

La Utilidad y su contraparte, la inutilidad








Lucas Cranach El Viejo, La fuente de la juventud.

La Utilidad y su contraparte, la inutilidad


Yo sé que ya hemos hablado del asunto, pero nunca un asunto de estos parece agotarse, a menos que los agotados seamos nosotros.
Nada hay útil o inútil en el universo, la libertad existe per se. Son sólo las leyes de la Naturaleza.
Así que eso de la utilidad y la inutilidad es otras más de las valoraciones que nos inventamos para medirlo todo y que se puede mirar tanto como algo natural o como algo cultural o como algo positivo o como algo negativo, al fin y al cabo, lo que cuenta es el resultado, bien sea físico o abstracto, lo útil es lo que produce algo o, al menos, se espera que lo produzca, lo que sea, algo bueno o algo malo, según se le mire: un cáncer o un embarazo, o también algo así como aprender algo o ser condicionado a sentir y pensar en algo. Lo inútil, según tu concepto, sería lo que carece de valor, lo gratuito, lo que da o lo que se da y lo que se recibe sin esperar recompensas ni premios ni castigos. Me parece que ese es otro asunto relacionado con la utilidad y la inutilidad, pero que mejor lo dejo pendiente.
Ahora bien, también la utilidad puede ser "inútil" como lo dices, tanto por eso de las trascendencias como en lo del mito y otras cosas de las que ya has dicho algo en el pasado o para ser más libresco, como en el manifiesto de Nuccio Ordine. En eso estamos de acuerdo. También puede ser considerada una medida de la felicidad como en el caso del utilitarismo: eso de darle valor al placer y al dolor o del utilitarismo de J. S. Mill de establecer las medidas para la felicidad. En fin, todo eso de la utilidad como medida hedonista.
Lo que bien vale la pena pensar, es en la utilidad según se la mire como resultado de un proceso natural o conceptual o ideológico, que al fin y al cabo, la naturaleza humana también se desarrolla y mueve en esos ámbitos, los que no se pueden escindir en sus conexiones, aunque posiblemente si y en algo en sus consecuencias, es decir, para eso del teorizar.
Por ello, antes de cualquiera otra explicación, una clasificación quizás arbitraria:
Utilidad evolutiva: la que se obtiene por el desarrollo de los procesos evolutivos, eso de la selección natural y la supervivencia, la reproducción y la adaptación. En esta categoría, la inutilidad podría ejemplificarse con eso del apéndice, un apéndice que no tiene utilidad conocida.
Utilidad lúdica: la que se obtiene o disfruta con el juego, arte, ensoñación, mística (de la mística y de la ensoñación nada hemos hablado, todavía). Razón lúdica: suspensión de la razón suficiente. La utilidad lúdica se conecta con la utilidad evolutiva en el sentido que son aquellas actividades mediante las cuales el cuerpo desarrolla, aprehende y aprende, ejercita y fija los funcionamientos y procesos de los circuitos neuronales que dan origen a la mente, a la conciencia, en fin, a todo eso que hace que seamos lo que somos y hacemos (Edelman, 2004 y Edelman y Tononi, 2002).
Utilidad cultural: aquellas que el Homo-Humano se inventa para darle valor, valorar sus acciones y actividades y, por supuesto, sus posesiones (posesiones son todo aquello que el Homo-Humano usurpa de la naturaleza): valor moral o ético, valores económicos, políticos, religiosos, etc. Razón suficiente.
Utilidad metafísica: aquella que se le da a la existencia, sentido de la vida o sentido de la existencia. En última instancia la justificación de la libertad o de otros conceptos invaluables.
Lo útil y lo inútil, al fin de cuentas, no son otra cosa que valores morales y la moral es un invento del Homo-Humano y no de la Naturaleza.
***
Lo que me interesa ahora es lo de la utilidad del juego, del arte, de la ensoñación y de la mística como utilidades evolutivas y lúdicas, nada que ver ni con morales, ni con éticas ni con medidas de placer, dolor o felicidad. Aquí de lo que se trata es de mirar la utilidad en el contexto de la selección natural, o sea, esa que funciona tanto a nivel biológico (darwinismo) como en ámbito social -psico o socio-, esa de Herbert Spencer.
Tal el caso de esta cita de Daniel C. Dennett en La peligrosa idea de Darwin:
"Permítaseme poner las cartas sobre la mesa. Si se tratase de conceder un premio a la mejor idea que alguien haya tenido, yo se lo concedería a Darwin, por delante de Newton y de Einstein y algunos otros. De un solo golpe, la idea de la evolución por selección natural unifica la esfera de la vida, su significado y su propósito, con la esfera del espacio y el tiempo, de la causa y del efecto, de los mecanismos físicos y de las leyes que los rigen. Pero no se trata solamente de una admirable idea científica. Es, también, una idea peligrosa. Aunque mi admiración por la magnífica idea de Darwin no tiene límites, estoy de acuerdo, además, con muchas de las ideas y proyectos que parecen haber sido puestos en jaque por esta idea y deseo protegerlos".
Aparte de filosofías y polémicas, volvamos a lo de la utilidad del juego, del arte, de la ensoñación y de la mística, como utilidades evolutivas y lúdicas. Si algo se puede decir, para empezar, es que todas ellas son motivo o actividad de "experiencia de conocimiento", tanto "el conocimiento" desde las entrañas, como desde el conocimiento spinoziano y de otros asuntos gozosos de los que habla la cita siguiente y que pone esas cosas en una perspectiva de horizonte, mejor dicho, del poder de los deseos y las creencias en eso de la selección psico y socio social y pone en otra perspectiva lo de la selección natural, de los que tratare de hablar más adelante.
Dice Vidal Peña:
"La alegría es un notorio tema espinosiano, y, muy especialmente, de la Ethica ordine geometrico demonstrata. En los últimos años las versiones que proponen un Espinosa deseante tanto o más que racionalista (a partir, sobre todo, de Gilles Deleuze) han subrayado la importancia de ese tema. Pero decir que es un tema no es enunciar una obviedad insípida; justificar por qué no es así va a ser, al menos, en parte, el tema -a su vez- de este estudio, que, en cierto modo, versa acerca de si es posible "tematizar" la alegría.
Empecemos recordando cosas muy conocidas. Espinosa lleva a cabo, en la parte tercera de su Ética, una construcción ordine geometrico de los afectos (construcción que tiene su precedente, aunque éste no sea estrictamente "geométrico", en la segunda parte de Las pasiones del alma, de Descartes). Esa construcción es previa a la distinción entre afectos buenos y malos ("buenos" y "malos", claro está, por relación al hombre, pues, hablando en términos absolutos, ya se sabe que, para Espinosa, no hay en la Naturaleza ni bien ni mal). Tras esa distinción entre afectos buenos y malos, efectuada en la parte cuarta, pasará, en la quinta, a indicar el camino de la salvación, de la beatitud. Pues bien: aquella construcción de las nociones de los efectos empieza por establecer tres afectos primitivos (Deseo, Alegría, Tristeza), a partir de los cuales va derivándose la complejidad de los afectos secundarios que Espinosa considera más importantes.
El Deseo es presentado nada menos que como motor primordial de la conducta humana; más aún, la Definición primera de los afectos (en esa misma parte tercera) enuncia que "el deseo es la esencia misma del hombre, en cuanto que es concebida como determinada a hacer algo". . . Fijémonos en que Espinosa dice que la esencia humana es Deseo; no dice que sea Razón, y eso parece orientar la ética espinosiana, en relación con su racionalismo, de manera muy especial. Por otra parte, la Alegría y la Tristeza son presentadas -al parecer- como piedras de toque de la racionalidad e irracionalidad de nuestra conducta; al menos, eso parece desprenderse de la Proposición 8 de fa parte IV, que reza así: "el conocimiento del bien y el mal no es otra cosa que el afecto de la alegría o el de la tristeza, en cuanto que somos conscientes de él". Teniendo en cuenta, además, que según la Proposición 44 de esa misma parte IV "el conocimiento del mal es siempre un conocimiento inadecuado", entonces la Tristeza se vincula a la irracionalidad ("conocimiento inadecuado") tanto como la Alegría a la racionalidad ("conocimiento adecuado")" (Vidal Peña, Espinoza: orden geométrico y alegría, Contextos, III/5, 1985, pp. 7-24).
Digamos que "la alegría" espinosiana es "la utilidad" del juego, del arte, de la ensoñación y de la mística, en cuanto a individuo deseante y pensante, ya diré algo sobre la utilidad y la selección natural.
Mientras tanto, véase lo que dice Spinoza:
"Escolio: Entre la irrisión (que, como he dicho en el Corolario I, es mala) y la risa, reconozco que hay una gran diferencia. Pues la risa, como también la broma, es pura alegría y, por tanto, con tal que no tenga exceso, es de por sí buena (por la Proposición 41 de esta Parte). Pues, ciertamente, sólo una torva y triste superstición puede prohibir el deleite. ¿Por qué saciar el hambre y la sed va a ser más decente que desechar la melancolía? Tal es mi regla, y así está dispuesto mi ánimo. Ningún ser divino, ni nadie que no sea un envidioso, puede deleitarse con mi impotencia y mi desgracia, ni tener por virtuosos las lágrimas, los sollozos, el miedo y otras cosas por el estilo, que son señales de un ánimo impotente. Muy al contrario: cuanto mayor es la alegría que nos afecta, tanto mayor es la perfección a la que pasamos, es decir, tanto más participamos necesariamente de la naturaleza divina. Así, pues, servirse de las cosas y deleitarse con ellas cuanto sea posible (no hasta la saciedad, desde luego, pues eso no es deleitarse) es propio de un hombre sabio. Quiero decir que es propio de un hombre sabio reponer fuerzas y recrearse con alimentos y bebidas agradables, tomados con moderación, así como gustar de los perfumes, el encanto de las plantas verdeantes, el ornato, la música, los juegos que sirven como ejercicio físico, el teatro y otras cosas por el estilo, de que todos pueden servirse sin perjuicio ajeno alguno. Pues el cuerpo humano está compuesto de numerosas partes de distinta naturaleza, que continuamente necesitan alimento nuevo y variado, a fin de que todo el cuerpo sea igualmente apto para hacer todo lo que puede seguirse de su naturaleza, y, consiguientemente, a fin de que también el alma sea igualmente apta para conocer al mismo tiempo muchas cosas. Y así, esta norma de vida concuerda muy bien con nuestros principios y con la práctica común; por lo cual, si hay alguna regla de vida que sea la mejor, lo es ésta, así como la más recomendable en todos sentidos. Y no es preciso tratar de este tema con mayor claridad ni extensión" (Espinoza, Ética, (traducción de Vidal Peña), IV Parte, p. 148: Escolio a la proposición XLV).
Pero dejemos a Spinoza en su sitio con lo de las necesidades lúdicas del cuerpo y de la "mens" y volvamos al tema de la utilidad en la selección natural en el juego, en el arte, en la ensoñación y en la mística, mejor dicho, a eso de la utilidad lúdica en la selección natural.
Ahora si voy a tratar de explicarme hasta donde me sea posible.
Empiezo por decir que para que ese asunto tenga alguna validez, es necesario que se muestre alguna universalidad y esta se presenta en la naturaleza de los mamíferos, incluidos nosotros los Homo-Humanos.
O sino, considérese que todos los mamíferos aprehenden y aprenden, desarrollan y fijan en sus cerebros los comportamientos motores y "mentales", al menos, por medio del juego, de la ensoñación y de la mística , para no entrar en ambigüedades con lo del arte, eso sí considerado algo exclusivo y patrimonio de la humanidad.
Pero entonces, tengo que decir ahora lo que quiero decir con juego y no solo con la infinidad de actividades que se llaman juego y que van desde la actividad y el ejercicio físico con algún sentido deliberado o no, lo que, al fin y al cabo, no tiene ningún otro sentido que el hacer algo por hacerlo, por lo general, por el placer de hacerlo y cuyo resultado, utilidad, será, por un lado, obtener placer, aun en el dolor del esfuerzo y el cansancio de haberlo hecho, así sea solo o en compañía, pero, por otro lado, que también produce otro beneficio, utilidad: hacer que las habilidades motoras se desarrollen y se integren con las demás habilidades cerebrales (circuitos neuronales) y metales, tales las de reaccionar y actuar con oportunidad y precisión cuando sea necesario. Y, mucho más humano aun, saber cuándo, cómo y por qué reaccionar o actuar, ante situaciones y circunstancias probables o hipotéticas que se sienten bien como placenteras o bien como dolorosas. Todo sentimiento y todo pensamiento son resultados, utilidades o inutilidades, del sentir placer y dolor. Emoción y cognición son las dos caras de la misma moneda de la mente y de la conciencia, mejor dicho, lo que sentimos, somos y hacemos. De este asunto es mucho lo que hay que decir todavía y, según se me ocurre, es sobre ellos sobre los que las psicologías podrán decir algo científico y original, pero ya hablaremos de ello.
En pocas palabras, ese juego es una actividad por medio de la cual se desarrollan e integran en el funcionamiento de cerebro y cuerpo las acciones y las actividades físicas, motoras, instintivas, emocionales, imaginativas, intelectuales, por medio de las cuales somos y seleccionamos cómo y por qué estar en el mundo que sentimos, deseamos, imaginamos, pensamos, expresamos y conservamos como memoria (simples datos) y recuerdos (datos con emociones). Algo así como un puente de unión entre lo genético, lo epigenético y lo cultural.
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Las emociones, además de ser buenos mecanismos activadores del recuerdo, también son fijadores y trasformadores del sentido y del contenido del conocimiento y del recuerdo.
Los sentimientos están separados de los pensamientos porque los primeros son procesos de la carne y los segundos son palabras, sistemas de códigos, que funcionan en y con la carne.
Una cosa es conocer con la carne y otra es saber con el pensamiento.
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"El lenguaje apenas necesita la consciencia como una más entre las importantes habilidades por las que los humanos debieran agradecerle. Las glorias del lenguaje se hallan en otra parte: en la habilidad de traducir pensamientos en palabras y frases precisas, y palabras y frases en pensamientos; en la capacidad de clasificar económica y rápidamente conocimientos bajo el alero protector de un vocablo; y en la capacidad de expresar construcciones imaginarias o abstracciones remotas con una palabra simple y eficaz. Pero ninguna de estas notables habilidades -que permitieron a la mente humana crecer en saber, inteligencia y creatividad, y consolidaron las sofisticadas modalidades de consciencia ampliada que hoy poseemos tiene que ver con la fábrica de consciencia nuclear, ni con la producción de emoción o percepción" (Antonio Damasio, Sentir lo que sucede. Cuerpo y emoción en la fábrica de la conciencia, Andrés Bello, Santiago de chile, 2000, pp. 129-130).
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"Los sentimientos, en el sentido que se emplea en este libro, surgen de cualquier conjunto de reacciones homeostáticas, no únicamente de las emociones propiamente dichas. Traducen el estado de vida en curso en el lenguaje de la mente" (Antonio Damasio, En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos, Crítica. Barcelona, 2009, p. 85).
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Y aquí es donde ese juego se integra con el arte. El arte que es la expresión de lo que se siente y se piensa pero que no es posible expresarlo con los sentidos y significados de y por los lenguajes o los códigos establecidos. Eso es lo que se llama poético que vendría a ser la manifestación y expresión del sentido y significado de lo que se siente y se piensa de manera sensual y lógica, mejor dicho, lo dionisiaco y lo apolíneo, de lo que hablaba Nietzsche, pero re-interpretado por Giorgio Colli. En otras palabras, lo que se siente en la carne y lo que ordena y organiza la mente con los códigos de los sentimientos, del pensamiento y de la imaginación. En otras metáforas menos antiguas: lo lúdico y lo poético, en el lugar de lo dionisiaco y lo apolíneo.
Y damos otro paso o salto, no lo sé. En ese contexto aquí vuelven y se juntan todos los elementos: juego, arte, ensoñación y mística, para entenderse y conectarse entre sí como fuentes "del conocimiento" y del saber:
"[...] el éxtasis mistérico, en la medida en que se llega a él despojándose completamente de las condiciones individuales, es decir, en la medida en que en él el sujeto que conoce no se distingue del objeto conocido, debe considerarse como el presupuesto del conocimiento más que como conocimiento propiamente dicho. En cambio, el conocimiento (en este punto prefiero decir el saber) y la sabiduría se manifiestan mediante la palabra, en Delfos es donde se pronuncia la palabra divina, Apolo es quien habla a través de la sacerdotisa, no precisamente Dionisos" (Giorgio Colli, El nacimiento de la sabiduría, Tusquets, Barcelona, 1977, p. 15).
Para insistir sobre lo "del conocimiento" y del éxtasis, o sea, lo místico, en Nietzsche y en Giorgio Colli, otra cita:
"En torno al éxtasis
La filosofía y el arte son técnicas del éxtasis; éste es un conocimiento no condicionado por la individuación. El término «éxtasis» aparece en Grecia en el siglo cuarto antes de Cristo y significa «anomalía» fisiológica en cuanto alejamiento y separación de las reglas naturales. Una distorsión de las articulaciones, en el lenguaje hipocrático, o bien una alienación de la mente, un estar fuera de sí del cerebro. En la forma verbal, los dos sentidos de locura y de separación aparecen mucho antes, a partir de Pindaro. Una fusión originaria de tales significados en el lenguaje mistérico es una hipótesis posible, por la utilización de la forma verbal en la parte del Fedro platónico pululante de expresiones esotéricas. Más adelante, en la literatura neoplatónica, la utilización de «éxtasis» sigue siendo ambigua, y el término indica un movimiento hacia el exterior, o incluso una fragmentación. Sólo excepcionalmente designa en Plotino la cima del conocimiento místico, e incluso en este caso no como estado o quietud, sino como salida de sí mismo, abandono de sí mismo, junto a la expresión «anhelo de contacto». Lo que Plotino insinúa está «más allá del ser», y sin ser no hay objeto, de modo que la alusión se refiere a la realización de un impulso. El recipiente de cinc, de cuya visión surge el éxtasis de Jacob Böhme, alude a una desviación análoga, y decisiva, hacia el exterior, a un abandono totalmente conseguido —de improviso, por una milagrosa fragmentación— de la propia individualidad. Lo mismo puede decirse de aquel pensamiento de Nietzsche, que se le ocurrió en el lago de Silvaplana, cuando, procedente del bosque, se le apareció un peñasco enorme en forma de pirámide. Algo exterior a nosotros nos libera de nosotros mismos. Y puesto que nuestra individuación no es más que un nexo de conocimientos, y lo que emerge, por encima de la individuación, sigue siendo conocimiento, aunque un conocimiento diverso, he ahí entonces que, arrancado el velo de la persona, aparece la ocasión del éxtasis, el conocimiento que está en el origen, el instante, el primer recuerdo de lo que ya no es conocimiento" (Giorgio Colli, Después de Nietzsche, Anagrama, Barcelona, 1978, pp. 43-44).
Para distinguir las cosas, una cosa es ese "conocimiento" que se siente y obtiene desde la entrañas y otra cosa es el saber, ese que se manifiesta, se expresa, se memoriza, se conserva, se integra y se desarrolla en palabras, lenguajes, códigos, o sea, en los sistemas de comunicación, conservación e integración de la memoria, es decir, el saber.
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[... Sistemas hacedores de sentido y sentido quiere decir ordenar, organizar, que, a su vez, dan sentido a cada orden y organización que, a su vez, dan sentido a ... los códigos de orden y organización que sirven para signar y designar las cosas que se ordenan y organizan y al sistema de orden y organización signado y significado en la metáfora sin fin del signar y significar].
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Dicho ya algo sobre la mística y el éxtasis, queda pendiente decir también algo sobre la ensoñación, así que, y por el momento, me conformo con reproducir la cita de Gaston Bachelard que te mandé en un correo anterior que bien se puede tomar como un aperitivo para hablar del asunto y llamo la atención a lo que él dice de las ensoñaciones profundas, "Esas soledades de hoy nos devuelven a nuestras soledades primeras".
Las ensoñaciones que tienden a la infancia
"Cuando, en la soledad, soñamos largamente, alejándonos del presente para revivir los tiempos de la vida primera, varios rostros de niños vienen a nuestro encuentro. Fuimos varios durante ese ensayo de nuestra vida, en nuestra vida primitiva. Sólo hemos conocido nuestra unidad por los cuentos de los demás. Siguiendo el hilo de nuestra historia contada por ellos, terminamos, año tras año, por parecemos. Reunimos nuestros seres en torno a la unidad de nuestro nombre.
Pero la ensoñación no cuenta. O al menos hay ensoñaciones tan profundas, ensoñaciones que nos ayudan a descender tan profundamente en nosotros que nos desembarazan de nuestra historia, nos liberan de nuestro nombre. Esas soledades de hoy nos devuelven a nuestras soledades primeras. Éstas, soledades niño, dejan en algunas almas marcas imborrables. Toda la vida está sensibilizada por la ensoñación poética, por una ensoñación que sabe el precio de la soledad. La infancia conoce la desdicha gracias a los hombres. En la soledad puede distender sus penas. El niño se siente hijo del cosmos cuando el mundo de los hombres lo deja en paz. Y es así como en la soledad, cuando es señor de sus ensoñaciones, el niño conoce la dicha de soñar que será más tarde la dicha de los poetas. ¿Cómo no sentir que hay una comunicación entré nuestra soledad de soñador y las soledades de la infancia? Por algo en la ensoñación sosegada seguimos con frecuencia la pendiente que nos devuelve a nuestras soledades infantiles.
Dejemos al psicoanálisis el cuidado de curar las infancias maltratadas, y los pueriles sufrimientos de una infancia indurada que oprime la psiquis de tantos adultos. Hay una tarea abierta a un poético‐análisis que podría ayudarnos a reconstruir en nosotros el ser de las soledades liberadoras. El poético‐análisis debe devolvernos todos los privilegios de la imaginación. La memoria es un campo de ruinas psicológicas, un revoltijo de recuerdos. Toda nuestra infancia debe ser imaginada de nuevo. Al reimaginarla tendremos la suerte de volver a encontrarla en la propia vida de nuestras ensoñaciones de niño solitario.
De ahí que las tesis que pretendemos defender en este capítulo terminen todas haciendo reconocer la permanencia en el alma humana de un núcleo de infancia, de una infancia inmóvil pero siempre viva, fuera de la historia, escondida a los demás, disfrazada de historia cuando la contamos, pero que sólo podrá ser real en esos instantes de iluminación, es decir en los instantes de su existencia poética.
Mientras soñaba en su soledad el niño conocía una existencia sin límites. Su ensoñación no es simplemente una ensoñación de huida. Es una ensoñación de expansión.
Hay ensoñaciones de infancia que surgen con el brillo de un fuego [...]" (Gaston Bachelard, La poética de la ensoñación, Fondo de Cultura Económica, México, 1982, pp. 150-151).
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En medio de todos estos asuntos que hacen humano al Homo-Humano, quedan abiertos un par de asuntos que son los que abren las puertas a que esa humanidad sea posible, algo así como un par de procesos que la evolución ha seleccionado en exclusivo para los los Homo-Humanos: el asunto de la emoción y el asunto de la cognición, un territorio en el cual las ciencias ya están haciendo exploraciones reveladoras y que tal y como han empezado a descubrir, no son dos procesos sino un proceso con dos caras: sentir que se siente y dar sentido a lo que se siente (sentido se usa aquí en todas las acepciones del concepto tanto biológicas como conceptuales y existenciales, así como en todos aquellos usos que se hacen de la palabra y el concepto).
Y dicho todo lo anterior, hay que ver como todas esas cosas están conectadas entre sí, pero será en otra ocasión que hablaremos de ello.
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.

3 de diciembre de 2014

Carta alejandrina No. 5



Hipatia


Carta alejandrina No. 5


Medellín, 11 de septiembre 2014
Hipatía
"A ti, querida señora, te saludo cariñosamente ...".
Sé que tu escuela era tuya y que no es probable que recibieras otro emolumento que los pagos de tus discípulos como en la tradición de la Academia y el Liceo, precursores de la actual educación privada. Pero, también es cierto que tu escuela puede considerarse como parte de la original tradición educativa alejandrina del Museo, de la Biblioteca y del Serapeo (templo en el que se alojaba la pequeña biblioteca), esas legendarias instituciones en las que, además de recolectar, preservar y divulgar el saber de la humanidad, se puede decir que funcionó la primera universidad pública, es decir, aquella que, como institución educativa, era subvencionada por el Estado como un servicio de educación público.
Claro que eso de universidad pública no se corresponde con lo que luego se consideró a la universidad como institución educativa y lo que todavía se considera: una institución burocrática (en el peor de sus sentidos, la mayor parte de las veces) para la administración de la enseñanza de saberes "correctamente adaptados" con la ideología e intereses de los poderosos, de lo que los Ptolomeos, fundadores y patrocinadores de esas instituciones, tampoco estaban exentos y lo que, la Iglesia Católica y demás instituciones religiosas y políticas, han sabido sacar provecho para su beneficio político y económico.
Por mi parte, considero que de la idea original de aquella universidad pública alejandrina se puede rescatar y destacar la concepción ideal de desarrollar un lugar de enseñanza universal, es más, diría, cósmica, de la que algo se salvó de las intrigas, venalidades, disputas e intereses particulares de los patrocinadores, administradores y miembros del Museo y la Biblioteca, pues allí la burocracia se encargaba de administrar los recursos y los Sabios se encargaban de producir saberes y de enseñar a sus discípulos las ciencias de la vida y de la naturaleza, sin otra condición, por parte del maestro, que enseñar y, por parte del discípulo, aprender. Claro que sin olvidar ese sabio precepto: "el que pone la plata, pone las condiciones". Nunca existirá actividad humana despojada de intereses y propósitos particulares.
Y, tampoco, sin olvidar el satírico sentido de la anécdota que cuenta Timón de Fliunte 1 en la que al Museo, que significa "templo de las Musas", se le llama "jaula de las Musas", para satirizar las conflictivas relaciones que siempre se presentan entre poetas, filósofos, científicos, intelectuales de todas las disciplinas, artistas y artesanos, en fin, todos esos personajes con egos desproporcionados luchando por sobresalir y por ser siempre los más importantes y reconocidos, compitiendo por obtener "la mayor tajada" de los aportes y preferencias de los mecenas, en contra de los otros competidores, aun a costa de su integridad moral o intelectual o física.
De la poca información histórica sobre el Museo, la Biblioteca y el Serapeo y sobre la labor realizada por los Sabios allí acogidos y reunidos, se puede deducir que allí se cumplía con dos funciones. La una, la más conocida, la recolección, la preservación, el estudio, la copia, la traducción, la distribución de los manuscritos adquiridos, de los cuales y según la leyenda, se llegaron a poseer cerca de medio millón de libros o rollos. La otra, la de acoger a sabios para que, por una parte, realizaran allí sus trabajos, investigaciones y desarrollos en sus respectivas especializaciones científicas, filosóficas e intelectuales y, por la otra, y más como actividades particulares, enseñar a aquellos discípulos que se ponían a su disposición en pequeños grupos, actividades para las cuales era indispensable contar con los servicios de la Biblioteca.
Eso es lo que debería ser una universidad: un espacio y un tiempo para que los Maestros, por su méritos y con plena libertad, formen discípulos y estos, a su vez, se trasformen en Maestros y así sucesivamente. Es la mejor forma de desarrollar y acrecentar el patrimonio del saber de la humanidad. Todo lo contrario al negocio en el que se ha convertido la educación por efecto del triunfo de la ley del mercado y de todas las ideologías de los poderosos y de los poderes absolutos.
Pero, es que también eso de ser Maestros y ser discípulos fue botín de guerra de los sacerdotes del nuevo dios y de todos los poderes e ideologías, que convirtieron aquellas "secretas enseñanzas" en burocráticas y correctas enseñanzas, mejor dicho, mercancía para el dominio, la alienación y la enajenación de la dignidad humana.
Mejor dicho, la ley del mercado y las ideologías convirtieron la educación en fábricas de esclavos. Maestros y Discípulos como propiedades al servicio de los intereses económicos de los poderosos, esa "mesa del banquete del rico Epulón", en la cual los comensales son pocos y el resto de la humanidad sólo come las migajas de las viandas que ellos mismos han producido y de las que han sido esquilmados por los ricos y poderosos, quienes, a su vez, mantienen y patrocinan todas esas instituciones parásitas que se encargan de formar y someter a los esclavos, en una esclavitud que evoluciona con el mercado, las ideologías y la educación. Es así que, de esclavitud absoluta, se ha llegado a la esclavitud ideológica, o sea, esa que somete al cuerpo y al cerebro a la dominación de otros por medio del miedo y del pensamiento "incorporado" a través de la ideologización de la formación en el seno de la familia y en el ámbito de la educación institucional, eso que, en la visión de George Lakoff, el llama "marco" del modelo de la moral patriarcal 2.
Te cito y te remito a George Lakoff, porque él es uno de esos nuevos científicos de la ciencia cognitiva, la misma desde la cual se origina esa otra ciencia moderna: la neurociencia cognitiva, denominada así por el psicólogo George Miller y el neurobiólogo Michael S. Gazzaniga, ciencias estas que están realizando los estudios más actuales sobre la naturaleza natural y cultural de los Homo-Humanos, como un estudio científico interdisciplinar, más acorde con los desarrollos de las ciencias y de las filosofías que consideran a los Homo-Humanos resultado de la evolución, algo que para tus maestros y tu, eran motivo de conocimiento y saber, sin por ello dejar de asombrarse ante las maravillas de la Naturaleza capaz de producir seres tan asombrosos.
Aun cuando los sacerdotes del nuevo dios ya no son tan poderosos como antaño, todavía siguen con sus manos metidas en todos los asuntos de la existencia de los seres humanos o bien directamente o bien indirectamente a través de creyentes y fanáticos que ostentan y se apoderan del poder en las instituciones que gobiernan Estados y países. Pero, no es eso lo más grave, sino el peso de casi dos mil años de tradiciones que condicionan y dirigen la acción y el pensamiento de individuos y sociedades, hasta el punto que todavía muchos aspectos de las culturas continúan dominados por aquellas creencias y creyentes que te quitaron la vida, todo porque esas creencias e ideologías se imponen a los niños con la leche materna en el seno de la familia patriarcal.
Es así como todas esas instituciones religiosas persisten en mantener como fundamento de su poder y dominación, la norma legal y jurídica, la idea o concepto de familia que represente, reproduzca y perpetúe ese modelo patriarcal de familia sometido a las leyes divinas de un dios todopoderoso, en contra de un modelo igualitario, solidario, en el cual las condiciones y relaciones estén regidas por el principio natural de la crianza adecuada de los hijos como punto de partida para el desarrollo saludable de la vida comunitaria, en la cual se proyecten y realicen los mejores inventos y desarrollos de la cultura para beneficio de todos y cada uno de los miembros de las comunidades y no para el uso y beneficio de unos cuantos autodesignados como superiores.
Pero no, todavía persisten en que es obligatorio formar, desarrollar y educar a los hijos e hijas en el modelo ideológico y religioso imperante de sumisión a un dios y, en consecuencia, a un modelo patriarcal que establece diferencias y categorías de todo tipo. Al contrario de toda lógica natural, esa lógica que hoy, como lo fuera en tu tiempo, considera como bien supremo el hacer que mujeres, hombres y comunidades convivan de manera pacífica y solidaria, para buscar la felicidad. Pero, ni para que te cuento historias, poderes, ideologías y religiones, siempre han sido iguales o peores que las de tu época.
Tampoco ahora como en tu tiempo existe una solución adecuada. Todavía persiste el modelo patriarcal enquistado en la conciencia de mujeres y hombres porque se les ha inoculado en la mente con la leche materna, porque ese es el modelo o "marco" que rige toda la existencia individual y colectiva y que se trasmite de generación en generación. Pero, hasta tanto no se erradique ese modelo patriarcal de la cultura, mejor dicho, de la cuna y se le remplace por un modelo en el que mujeres y hombres sean iguales ante la ley, pero diferentes en su naturaleza natural y cultural y que, en consecuencia, la existencia individual y colectiva esté enmarcada por esas ideas de igualdad y solidaridad y, ojalá, de fraternidad, no será posible que la humanidad pueda enfrentar el futuro como un futuro cósmico, es decir, la supervivencia en el universo como solución a la más que probable extinción de la especie en la tierra.
El destino de la humanidad en la tierra está echado, más temprano que tarde y mucho antes de que colapse el sol, la tierra será inhabitable como consecuencia de la actividad humana y por tanto la opciones serán o perecer o migrar; así que tanto para una u otra opción, la humanidad del inmediato futuro tendrá que volver a desarrollar la conciencia de que su existencia debe ser convivencia entre todos y con la Naturaleza, si quiere sobrevivir en este mundo natural. O, a menos que siga creyendo y se siga engañando con una vida eterna y sobrenatural.
Una educación para tal fin tiene mucho que aprender de tu espíritu de Maestra, ese que se formó en la erótica platónica, esa pedagogía propuesta por Platón en Banquete y Fedro para formar "conocedores" y la que tu bien aprehendes y aprendes de él y de Plotino y trasmites a tus discípulos, como bien lo expresa Sinesio de Cirene como ya te había comentado en mis Cartas alejandrina anteriores.
Lo trágico fue que los sacerdotes del nuevo dios tergiversaron y manipularon las propuesta platónicas para ponerlas al servicio de sus beneficios e intereses, utilizándolas para escindir, alienar y enajenar en las personas la conciencia y la visión de sí mismos, de los otros y del mundo, en lugar de su propósito original de formar "conocedores", que era la propuesta de Platón y su máxima preocupación como bien lo dice Giorgio Colli:
«Este problema educativo es al mismo tiempo para él (Platón) el máximo problema político, ya que la felicidad y la perfección del Estado dependen de que exista en él la posibilidad de educar a conocedores» (Giorgio Colli, Filósofos sobrehumanos).
Y fue así como de los Estados teocráticos se pasó a los estados laicos, pero las ideologías del poder patriarcal de escisión del ser humano, de dominio y de sumisión impuestas por lo sacerdotes del nuevo dios se mantuvo como fundamento de la cultura y la continuaron inoculando en las conciencias de los seres humanos desde la cuna y con la leche materna, para así mantener, conservar y reproducir los seres humanos y las sociedades esquizofrénicas en las que habitamos. Por eso es que los sacerdotes del nuevo dios transigen en muchos de sus dogmas, doctrinas y leyes, pero, jamás, jamás, dejarán que les saquen las manos o subviertan su poder en el seno de la familia, al fin y al cabo, la familia es la gran formadora, transmisora y reproductora de esa conciencia escindida, alienada y enajenada: el dominio y la sumisión al gran dios padre ... Y esto en nada se cambia porque la familia sea formada por parejas del mismo sexo o de sexos diferentes.
Pocos "conocedores" después de ti se comprometieron con aquella pedagogía erótica y pocos fueron sus discípulos, porque los poderes imperantes los censuraron, los persiguieron, los reprimieron y los asesinaron. Sin embargo, esos pocos maestros y discípulos mantienen vivas esas enseñanzas que sin ser trasmitidas y enseñadas en escuelas hacen que pervivan "los conocedores", en unas épocas más y en otras menos, pero siempre ahí, como Maestros y discípulos de aquellas verdades que se conocen y se saben con el cuerpo.
De entre todos ellos, te destaco una línea de continuidad reconocida: muchos siglos habrían de pasar luego de tu asesinato para que un hombre arriesgara hasta su propia vida para volver a proponer aquella erótica platónica y ese fue Giordano Bruno, en particular, con su obra Los heroicos furores.


"El heroico furor"


Y para lograr esas "visiones", "el furioso" de Giordano Bruno, debe estar poseído por "el furor heroico", un claro sucesor de los dionisiacos y eróticos ensimismamientos de Sócrates, del platónico "furor divino" y del imperturbable entusiasmo vital epicúreo.
Giordano Bruno, al igual que el Platón eleusino de Banquete y Fedro y el Epicuro de las Sensaciones epicúreas, propone a los Homo-Humanos "vivir la vida de los dioses":
"He aquí pues cómo Acteón, convertido en presa de sus propios canes, perseguido por sus propios pensamientos, corre y "dirige los nuevos pasos" -renovado en cuanto procede divinamente y con mayor ligereza, es decir, con mayor facilidad y con más eficaz vigor- "hacia la espesura", hacia los desiertos, hacia la región de las cosas incomprensibles; de hombre vulgar y común como era, se torna raro y heroico, tiene costumbres y conceptos raros, y lleva una vida extraordinaria. Y en este punto "le dan muerte sus muchos y grandes canes", acabando aquí su vida según el mundo loco, sensual, ciego e ilusorio, y comenzando a vivir intelectualmente; vive la vida de los dioses, nútrese de ambrosía y de néctar se embriaga" (Giordano Bruno, Los Heroicos Furores, I, 4).
Y, si al igual que en los escritos de Platón y Epicuro, el Lector Ludi hace la debida Lectura Lúdica, se encontrará a sí mismo, junto con ellos, trasformado en un dios.
Ese es el asunto. Ahora voy a mostrar ¿qué, cómo y porqué?, "el furioso heroico" de Giordano Bruno, es también, con "el daimónico" hombre platónico y el imperturbable epicúreo, que no son los primeros ni únicos ni últimos, pero si son un punto de partida del "camino" para trasformar al Lector Ludi en "Mago", pero el mago bruniano:
"TANSILLO: Se suponen, y de hecho existen, varias especies de furores, todas las cuales se reducen a dos géneros: los unos manifiestan únicamente ceguera, estupidez e ímpetu irracional, tendiendo a la insensatez ferina; consisten los otros en cierta divina abstracción por la cual algunos alcanzan a ser en verdad mejores que los hombres ordinarios. Y estos son a su vez de dos especies, pues ciertos individuos, al haberse convertido en habitáculo de dioses o espíritus divinos, dicen y obran cosas admirables de las que ni ellos mismos ni otros entienden la razón (...). Otros, por estar avezados o ser más capaces para la contemplación y por estar naturalmente dotados de un espíritu lúcido e intelectivo, a partir de un estímulo interno y del natural fervor suscitado por el amor a la divinidad, a la justicia, a la verdad, a la gloria, agudizan los sentidos por medio del fuego del deseo y el hálito de la intención y, con el aliento de la cogitativa facultad, encienden la luz racional, con la cual ven más allá de lo ordinario: y estos no vienen al fin a hablar y obrar como receptáculos e instrumentos, sino como principales artífices y eficientes" (Giordano Bruno, Los heroicos furores, Tecnos, Madrid, 1987, pp. 56-57).
Eso que "sienten" "los furiosos heroicos" de Giordano Bruno, es lo mismo que "sintieron" aquellos antes que él y todos los que después se preguntan por el sentido del Uno y Todo sin hallar otra respuesta que su propia sensación, su conciencia: materia y energía organizadas para sentir y conocer. Lo sublime es "el instante" de la vida en el infinito del tiempo y del espacio. El universo infinito y los infinitos mundos cuya materia y energía infinitas conocen y se conocen a sí mismas como totalidad: eso es el Homo-Humano.


Spinoza: El amor Dei intellectualis


Un ciento de años después, más discreto y hermético, Baruch Spinoza, lector, entre muchas otras obras, de la pirotécnica obra de Giordano Bruno, fue quien propusiera, lo mismo que aquel, "un furioso heroico", un poco menos pirotécnico que "el furioso" de Bruno, pero no menos exaltado que el "furor divino" del que habla Platón en Fedro (254 a) y en Ión (533 e-f).
Esa propuesta de Spinoza aparece, primero, en una obra temprana e inconclusa: el Tratado de la Reforma del Entendimiento y, luego, en su gran obra: Ética demostrada según el orden geométrico, en la Parte Quinta, la más hermética y exaltada, pero también, la más enigmática, tal como lo explica Steven B. Smith:
"La mención, en el Tratado de la Reforma del Entendimiento, de la suma perfección como consistente en la unión de la mente con la naturaleza como un todo, es una anticipación autorizada de lo que, en la quinta parte de la Ética, será llamado el amor intelectual a Dios. Ambas obras indican que la perfección humana es alcanzable sólo después de una purificación de la mente respecto de las falsas creencia y valores previos; ambas destacan que la filosofía es algo más que un método de conocimiento: es también una norma de vida; y ambas asumen que el enlace esencial que une la naturaleza con el entendimiento es el amor. El recorrido de la Ética es nada menos que una fenomenología del amor, desde la forma más baja del deseo hasta el amor espiritual más elevado. Esta escalera del amor, para utilizar la imagen del Banquete de Platón, refleja especularmente los diferentes estadios de conocimiento que hemos visto: la imaginatio, la ratio, la scientia. Cada forma de conocimiento tiene su correspondiente tipo de amor, que culmina en la unión de la mente con Dios o la naturaleza" (Steven B. Smith, Spinoza y el libro de la vida. Libertad y Redención en la Ética, Biblioteca Nueva, Madrid, 2007, p. 206).


"Los conocedores" de Nietzsche


Y, por supuesto, pero en compleja y delirante exposición, Friedrich Nietzsche, el último de los grandes en proponer una pedagogía para "conocedores", su "superhombre:
"Aquí el hombre está superado en todo momento, el concepto de «superhombre» se volvió aquí realidad suprema, en una infinita lejanía, por debajo de él, yace todo aquello que hasta ahora se llamó grande en el hombre. Lo alciónico, los pies ligeros, la omnipresencia de maldad y arrogancia, y todo lo demás que es típico del tipo Zaratustra, jamás se soñó que eso fuera esencial a la grandeza. Justo en esa amplitud de espacio, en esa capacidad de acceder a lo contrapuesto, siente Zaratustra que él es la especie más alta de todo lo existente, y cuando se oye cómo la define, hay que renunciar a buscar algo semejante:
- el alma que posee la escala más larga y que más profundo puede descender,
- el alma más vasta, la que más lejos puede correr y errar y vagar dentro de sí,
- la más necesaria, que por placer se precipita en el azar,
- el alma que es, y se sumerge en el devenir, la que posee, y quiere sumergirse en el querer y desear,
- la que huye de sí misma, que a sí misma se da alcance en los círculos más amplios,
- el alma más sabia, a quien más dulcemente habla la necedad,
- la que más se ama a sí misma, en la que todas las cosas tienen su corriente y su contracorriente, su flujo y su reflujo.
Pero esto es el concepto mismo de Dionisios [...]" (Friedrich Nietzsche, Ecce homo, Así habló Zaratustra. Un libro de todos y para nadie, 6).
Esta conexión del superhombre y Dionisios ha dado motivo para múltiples interpretaciones y a ellas remito.
***
No son estas las propuestas que un sistema educativo pueda asumir y realizar sin antes, como proponía Nietzsche, hacer la trasvaloración de todos los valores. Para empezar, por valorar aquellos valores, los mismos que sustentaban tu hacer pedagógico: considerarse ciudadanos del cosmos, en un cosmos en el que se busca "el conocimiento" y se desarrollan los saberes y en el que somos arte y parte de lo que ese cosmos es y hace: realidad espacio-temporal de energía-materia.
En otras palabras: ser como los dioses.
Pero nadie quiere ya ser como los dioses, mejor dicho, como aquellos dioses de los que venimos hablando. No, las gentes, narcotizadas por ideologías y consumismos, sólo desean ser como el rey Midas que todo lo que toquen se trasforme en placer puro y duro, sin matices, sin esas escalas que eran tan apreciadas desde Platón, en la cual eso de Ser y Estar era un escalar desde la mera materia a la conquista del Espíritu, ese Gran Anhelo de la carne por perseverar, el "conatus" spinoziano y, desde allí, lanzarse a explorar, descubrir y habitar el cosmos, el universo, eso que para ti era algo tan cierto y común como que la luz del sol es la energía de la vida.
... esa es una mística que nada que ver con esas beaterías y novelerías de pseudo-espiritualidad con las que engañan a las gentes que ya han perdido la fe hasta en su propia fe.
En fin, eso es algo que es necesario rescatar, así que, en tu memoria, en mi próxima carta intentaré decir algo de todo esto.
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.

NOTAS
1Hipólito Escolar Sobrino, La biblioteca de Alejandría, Gredos, Madrid, 2001.
2George Lakoff, No pienses en un elefante. Lenguaje y debate político, 2004.

7 de octubre de 2014

Carta alejandrina No. 4



Hipatia de Alejandría


Carta alejandrina No. 4


Medellín, 7 de octubre 2014
Hipatía
"A ti, querida señora, te saludo cariñosamente ...".
Voy a tratar de contarte lo que son ahora esas cosas que intuyeron sabiamente tu y tus maestros y los maestros que luego vinieron.
Para ello, empiezo por decirte qué es eso a lo que he llamado "los estados mentales supremos": Ser como los dioses. Eso que significaba "tornarse/volverse divino", encarnar/incorporar en sí mismo las cualidades de los dioses como te decía en la carta anterior.
Aclaro que, por sus implicaciones sectarias, religiosas, teológicas e ideológicas, así como por los charlatanes y estafadores que se aprovechan de la ignorancia y el miedo de las personas, lo que más se presta a confusiones es eso de "supremo". Así que, para despacharlo sin muchas explicaciones, con ello me refiero a eso que tu y tus maestros llamaban "supremo" cuando se referían al más alto valor, cualidad, calidad y alcance de algo, bien fuera un objeto o bien una actividad o bien un estado en la naturaleza o en una persona: el devenir en la perfección, en lo bello, en lo justo. Así que esos estados no tienen nada que ver con seres o asuntos sobrenaturales o metafísicos.
"Los estados mentales supremos" son estados que se presentan y existen en la naturaleza, son aquellos que las personas pueden identificar o sentir o "experimentar" de manera excepcional en sí mismos y con los más amplios sentidos, significados y sensaciones.
Aclarado lo anterior, "los estados mentales supremos" son entonces estados del cuerpo -encarnados e incorporados- y no estados cualquiera. Se trata de estados mentales de un valor, cualidad, calidad, características y alcances, más allá de aquellos estados que los neurocientíficos, científicos cognitivos, psicólogos, etc. han denominado como estados o funciones superiores al referirse a los procesos y actividades cerebrales y mentales que involucran la conciencia, el consciente, el imaginar, el pensar, la intencionalidad, etc.
Pero, también, neurocientíficos, científicos cognitivos, psicólogos, etc. están demostrando la existencia de eso que exigías, que enseñabas y que lograbas de tus discípulos, tal y como lo cité en la carta anterior, y que es lo que podría corresponderse con "los estados mentales supremos":
[...] descubran en su fuero interno "el ojo sepultado dentro de nosotros" (Ep. 137). Este "ojo intelectual", este "hijo luminoso de la razón" (Ep. 139; Dion 9) escondido en lo más profundo de nosotros en espera de ser liberado, hace de cada individuo un portador del mundo trascendental, y lo capacita para romper las cadenas de la materia (María Dzielska, Hipatia de Alejandría, Siruela, Madrid, 2004, pp. 61-62).
Según las investigaciones actuales de los neurocientíficos, científicos cognitivos, psicólogos, etc. se ha demostrado que el cerebro puede alcanzar eso que he llamado "los estados mentales supremos", esos en los cuales es posible provocar y producir los logros mentales "supremos", o sea, aquello a lo que se denomina genialidad, creatividad, etc. y que es lo que tu y tus maestros llamaban "La Sabiduría". Esos son estados de plena concentración y de empatía 1, tanto en sí mismos como con los otros y con el mundo, a los que habría que agregarles el disfrute de la plenitud del aliento vital, es decir ese estado en el cual se experimenta una gran alegría o satisfacción o placer o entusiasmo, eso que tu y tus maestros llamaron "La Felicidad".
Véase, por ejemplo, lo que dice la ciencia actual:
"El punto ideal del arco de Yerkes-Dodson en el que debemos ubicarnos es la zona de rendimiento óptimo, denominado "flujo" en las investigaciones realizadas por Mihály Csíkszentmihályi en la Universidad de Chicago. El estado de "flujo" representa un pico de autorregulación, el punto de aprovechamiento máximo de las emociones al servicio del rendimiento o aprendizaje. Permite canalizar las emociones positivas para realizar una tarea con energía. En ese estado estamos concentrados y sentimos alegría espontánea, un éxtasis incluso.
[...] Esa zona de rendimiento óptimo se ha definido como un estado de armonía neuronal, en el que áreas dispares del cerebro se encuentran en sincronía, colaboran. También se ha considerado un estado de máxima eficiencia cognitiva. Alcanzar el "flujo" nos permite aprovechar al máximo nivel cualquier talento que podamos tener" (Daniel Goleman, El cerebro y la inteligencia emocional. Nuevos descubrimientos, Ediciones, B, Barcelona, 2012, pp. 66 y 67).
Los métodos y prácticas para lograr alcanzar tales estados de concentración, atención o los estados de relajación, han sido ofrecidos en cantidad, variedad, diversidad, etc., algunos con seriedad y muchos por charlatanería, autoayuda o estafa. Igual que en tu tiempo, es ahora. En los años 70 del siglo pasado se puso de moda eso de "la meditación trascendental", una historia que vale la pena conocer, pues tiene que ver con "The Beatles". En general, esos estados los han tratado como actividades o ejercicios de meditación y hasta de yoga. Actualmente, es algo que también llaman "mindfulness" (atención plena, lo que prefiero traducir como plenitud mental), una evolución de aquello de las meditaciones.
Hay que aceptar que eso de la meditación o el "mindfulness" o plenitud mental o atención plena, tiene su sentido teórico y práctico en el contexto de las neurociencias. Algunos neurocientíficos, con la participación del Dalai Lama y algunos monjes, han estudiado esos asuntos en el campo del budismo como bien lo han divulgado Daniel Goleman, Francisco Varela, Humberto Maturana, entre otros. Pero, también es necesario tener cuidado, pues esos asuntos han estado contaminados por siglos con eso de la excepción humana, trascendentalista, dualista, en la cual, "los estados mentales supremos" alcanzados mediante esas prácticas, se los ha considerado como asuntos sobrenaturales, es decir, como una relación o una visión de dioses o de lo divino, eso del alma como algo por fuera de la naturaleza material del cuerpo y del universo.
Si se despeja todo ese barullo trascendentalista, se puede decir que si, que "los estados mentales supremos" alcanzados por medio de la meditación o el "mindfulness"o plenitud mental o atención plena, son una manifestación divina y sagrada, pero, en el sentido de que son, como ya lo decía atrás, el umbral de acceso a "La Sabiduría" y a "La Felicidad", ser como los dioses, tal y como lo concebían tus maestros, algo que los neurocientíficos también están estudiando y demostrando, pues para los unos y los otros, la maravilla, lo extraordinario, está en el cerebro, una verdad clara y evidente como lo fue para una poeta, Emily Dickinson:
El cerebro
El cerebro - es más amplio que el cielo -
colócalos juntos-
contendrá uno al otro
holgadamente - y tú - también
el cerebro es más hondo que el mar -
retenlos - azul contra azul -
absorberá el uno al otro -
como la esponja - al balde -
el cerebro es el mismo peso de Dios -
pésalos libra por libra -
se diferenciarán - si se pueden diferenciar -
como la sílaba del sonido -
(Traducción: Silvina Ocampo).
[The Brain
The Brain —is wider than the Sky—
For —put them side by side—
The one the other will contain
With ease —and you— beside—
The Brain is deeper than the sea—
For —hold them— Blue to Blue—
The one the other will absorb
As Sponges —Buckets— do—
The Brain is just the weight of God—
For —Helft them— Pound the Pound—
And they will differ —if they do—
As Syllable from Sound.] 2
Sin embargo, nada de esto es sencillo, aquello que era, para ti y tus maestros, "lo sagrado", "lo divino", dejó de serlo y, en su lugar, se impusieron unas mistificaciones útiles y necesarias a los intereses de los sacerdotes del nuevo dios y en cuyo nombre se masacró a todos y a todo lo que se considerara "hijo de la Gran Madre Tierra", la Naturaleza, ese único ámbito posible de "lo sagrado" y de "lo divino", ese "lugar" al que se accede en "los estados mentales supremos".
Y aquí es donde el conflicto se volvió universal. Los sacerdotes del nuevo dios y sus teologías, por un lado y, por el otro, los filósofos y los científicos, empeñados en mitificar o desmitificar los sagrado y lo divino en la mente humana, según sus opuestos puntos de vista, en una oposición que parece irreconciliable y hasta necesaria, porque, para las ideologías que pretenden la sumisión humana a poderes terrenales en nombre de poderes extraterrenales, les es necesario contar con un amo y un enemigo, también extraterrenales, que encarnen y provoquen el miedo que hace fácil el someter y enajenar la mente y la voluntad de los individuos y de las comunidades con la promesa de una vida eterna y sobrenatural de premios o castigos, cielos e infiernos.
Así que, de dioses y demonios en los que se corporeizaban y encarnaban poderes y fuerzas naturales, se pasó a dioses y demonios absolutos, sobrenaturales, creadores y dadores de la vida y del universo y, por ello, amos, dueños y señores de todo lo habido y por haber y para los que se exige adoración y sumisión absolutas y en cuyo nombre se somete a los Homo-Humanos a la explotación y las peores torturas.
Tiempos oscuros y horribles los que siguieron a tu muerte y hasta el día de hoy.
Pero, mejor, hablemos del legado que tu y los fundadores de tu ciudad dejaron a la humanidad y gracias al cual, la oscuridad y el horror no han derrotado a la vida. Así que, en mi próxima carta, te hablaré de lo qué significó tu escuela y junto con ella el Museo y la Biblioteca de Alejandría, como fuentes de aquel conocimiento y de aquella sabiduría que continuaron fluyendo, unas veces en las sombras y otras a plena luz.
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.


Notas
1 Marco Iacoboni, Las neuronas espejo, Katz, Buenos Aires, 2009.
2 Ver: Steven Pinker, La tabla rasa, p. 581 y ss.





11 de septiembre de 2014

Carta alejandrina No. 3


Hipatia

Carta alejandrina No. 3


Medellín, 11 de agosto 2014
Hipatía
"A ti, querida señora, te saludo cariñosamente ...".
Pero, ¿cuál era el propósito de "tus enseñanzas secretas"?:
Ser como los dioses 1, sabios, serenos y felices, "aquí y ahora", en este cuerpo vivo que piensa y se piensa, porque siente y se siente sentir y porque anhela. Y, lo más extraordinario, porque en ese sentir, pensar, anhelar e imaginar, encarna/incorpora en su sí mismo a los otros y al mundo. Eso es lo que significaba "tornarse/volverse divino", encarnar/incorporar en sí mismo las cualidades de los dioses. Ese es el propósito de la "erótica platónica", la que, a su vez, se inspiró en "la experiencia eleusina", la misma que se convirtió en el fundamento de "las enseñanzas secretas" que desde antes y a partir de Platón, imparten "los verdaderos Maestros y Maestras", tu, entre ellos y de manera destacada, y por las cuales se crea el espíritu que permite acceder al "conocimiento" y, desde allí, al descubrimiento y uso de nuevos saberes:
"-En efecto, Adimanto, el que tiene su pensamiento verdaderamente vuelto hacia las cosas que son no tiene siquiera el tiempo para mirar hacia abajo a los quehaceres de los hombres y para llenarse de envidia y de hostilidad litigando con ellos sino que, mirando y contemplando cosas que están bien ordenadas y que son siempre del mismo modo, que no cometen ni sufren injusticia entre ellas sino que están siempre en orden y dispuestas de acuerdo a la proporción, él imita precisamente estas cosas y se hace semejante a ellas lo más posible. ¿O crees tú que exista acaso alguna posibilidad de que quien tiene familiaridad con una cosa y la admira, no la imite?
-No es posible, dijo.
-Por eso, el filósofo, teniendo familiaridad con lo que es divino y ordenado, se torna él mismo también ordenado y divino, en la medida en que es posible a un hombre" (Platón, República, VI, 500 b-d).
Ya para tu tiempo, pocas eran las escuelas en las que se enseñaban las ciencias del "aliento vital" y las ciencias de la naturaleza. Pocos eran, también, los Maestros y discípulos que en el ámbito helénico continuaban impartiendo y recibiendo las "enseñanzas secretas" de los sabios y de los filósofos griegos, junto con las enseñanzas de las ciencias y las artes, preservando, desarrollando y trasmitiendo aquellos conocimientos, aquellas disciplinas y aquellos saberes necesarios para la evolución cultural de la humanidad, y, por lo cual, enfrentaban persecuciones por motivo de creencias religiosas y políticas, tal el caso de Sócrates y de los cientos más que desde entonces el poder ha sacrificado por pensar diferente.
Por ello, el conflicto se encendió cuando esas enseñanzas, junto con todos los maestros y sus discípulos y sus escuelas, fueron reclamadas por los sacerdotes del nuevo dios, de manera exclusiva y bajo condiciones estrictas y cerradas, en las cuales maestros y alumnos sólo podían concentrar su contemplación e inteligencia en la idea, única, de ese nuevo dios, todo lo opuesto a lo que desde y antes de Platón se consideraba a la contemplación y a la inteligencia: un estado por el cual "tornarse/volverse divino", ser ciudadano del cosmos.
Fue así como la nueva iglesia se convirtió en dueña y rectora de "lo divino" y de "lo sagrado", es decir, de la posibilidad de ser, ya no "un iniciado" (misto) 2, que es al fin y al cabo lo que significa "místico", sino en la obligación de ser un contemplador de dios, pero no de cualquier dios o de cualquiera otra de las ideas de dioses o del cosmos, sino, única y exclusivamente, de ese nuevo dios y en la total obediencia a su gobierno teocrático.
"Iniciar", era lo que hacías con tus discípulos, prepararlos para la experiencia de una trasformación profunda de la existencia en todo sentido: material, emocional, intelectual, espiritual. Trasformación afectiva y efectiva sin propósito ni sectario ni religioso ni teológico, sólo del "aliento vital". Experiencia sobre la que existen testimonios ciertos de personajes cuya importancia es reconocida por la historia en los ámbitos de la filosofía, las ciencias, la política, etc. 3:
«Ninguna [institución ateniense] es mejor que los misterios. Pues mediante ellos hemos sido sacados de nuestro bárbaro y salvaje modo de vida y educados y refinados en un estado de civilización; y así como los ritos se llaman “iniciaciones”, así en verdad hemos aprendido de ellos los principios de la vida...».
[...]
«Se nos ha dado una razón no sólo para vivir en alegría, sino también para morir con mayor esperanza» (Cicerón, De legibus, II, XIV, 36).
Pero, con el triunfo político de esa nueva iglesia, poco después de tu cruel y trágico asesinato, todo terminó tanto las últimas manifestaciones de los misterios eleusinos, como las últimas escuelas, maestros y discípulos helénicos. Y empezó una era de ignorancia y superstición, de cuyas consecuencias somos víctimas, todavía hoy, 1500 años después.
***
Es de esa escuela, de tu magisterio y de tus discípulos que quiero hablarte ahora.
De lo poco que se sabe sobre tu vida, obra, escuela y magisterio, da buena cuenta tu biógrafa María Dzielska, de cuyo libro: Hipatia de Alejandría (Siruela, Madrid, 2004), sugiero leer, en particular, el aparte titulado: La búsqueda del conocimiento, en el cual trata de revivir las experiencias pedagógicas vívidas contigo y en tu escuela por tus discípulos a partir de los testimonios epistolares de uno de ellos, Sinesio de Cirene, y en los que bien se muestra ese ámbito en el cual "Sabiduría" y ciencias, "conocimiento" y saberes, son el motivo final de esa búsqueda, como bien lo atestigua el mismo Sinesio de Cirene, tanto sobre aquello de "tornarse/volverse divino", como de los estudios teóricos y prácticos de las ciencias: matemáticas, geometría, astronomía, etc. De esto último bien lo demuestra en la carta No. 15, dirigida a ti, Hipatia, en la que te pide que le hagas fabricar el areómetro (hydroskópion) que él había inventado.
Pero, antes y como muestra anticipada que bien ilustra lo que me propongo decir más adelante, trascribo algunos fragmentos de dicha biografía y, luego, la cita de una de las cartas de Sinesio de Cirene. Esto dice María Dzielska:
"Hipatia despierta el instinto filosófico de sus alumnos, extrae de ellos imágenes y sentimientos religiosos dirigidos hacia la realidad divina.
La "auténtica guía" que preside los misterios de la filosofía ordena a sus discípulos que sigan las enseñanzas de Platón y que por medio de un enérgico esfuerzo de la inteligencia y el corazón descubran en su fuero interno "el ojo sepultado dentro de nosotros" (Ep. 137). Este "ojo intelectual", este "hijo luminoso de la razón"(Ep. 139; Dion 9) escondido en lo más profundo de nosotros en espera de ser liberado, hace de cada individuo un portador del mundo trascendental, y lo capacita para romper las cadenas de la materia. En este esfuerzo común para descubrir los recursos naturales de la divinidad humana, Hipatia advierte probablemente a sus alumnos que presten atención a las palabras de Plotino en su lecho de muerte. Sinesio las cita al escribir a su amigo Herculiano: "Alza lo que hay de divino en tu interior hasta el primogénito divino" (Ep. 139).
La chispa de sabiduría encendida por el "guía divino", "esa chispa escondida que ama ocultarse", se convierte en una gran llama de conocimiento (Ep. 139), concluyendo así el viaje del alma que Plotino denominaba anagoge, la ascensión hacia el cielo, hacia la divinidad. La meta del filosofar se ha alcanzado; el espíritu se halla en un estado de revelación, contemplación, theoria (Ep. 140; Dion 6-9). Esta es la experiencia consumada, incontrovertible, porque toca el ser primero, la verdadera realidad, la causa original de la realidad temporal. Se trata, efectivamente, del aspecto más importante de la vida humana: "Darse enteramente a las cosas superiores y por completo a la contemplación de la Realidad y del origen de las cosas mortales" (Ep. 140)". (María Dzielska, Hipatia de Alejandría, Siruela, Madrid, 2004, pp. 61-62).
"Los alumnos regulares de Hipatia, sobre quienes Sócrates Escolástico escribe de manera muy exagerada, diciendo que vienen "de todas partes", visitan la casa de su profesora a diario. Para esos alumnos, que deben ocuparse "sólo de asuntos divinos" (Ep. 154) a lo largo de su vida, Hipatia imparte clases de acuerdo con un programa secreto. En un círculo cuyos miembros participan en los "misterios filosóficos" resulta inadmisible "que los impuros manejen lo que es puro (Ep. 137). Que los discípulos más fervientes de Hipatia se reúnen con ella a menudo queda confirmado por su afecto mutuo" (María Dzielska, Hipatia de Alejandría, Siruela, Madrid, 2004, pp. 71).
"En mi opinión, dentro del círculo de Hipatia, una razón mucho más poderosa para el secreto que el elitismo es la intensidad de las experiencias que compartían. El singular estado conseguido por medio de un esfuerzo mental sostenido y por la purificación del alma mediante la contemplación, la inmovilidad en el éxtasis y la pérdida de contacto con la realidad resulta indescriptible: ¿qué es lo que hay que explicar, excepto que se ha experimentado? Apolonio de Tiana, el "santo", alude a la experiencia en Sobre los sacrificios, donde afirma que a Dios se le adora por medio del éxtasis silencioso y la demostración de la propia perfección. De hecho, los Himnos de Sinesio están dedicados a esas experiencias; el autor celebra el gozoso silencio de las esferas sobre las que Dios reina. También busca la tranquilidad secreta de la contemplación durante sus actividades sacerdotales, a las que considera "misterios inefables".
Las pruebas reunidas sobre la docencia de Hipatia y el círculo de sus alumnos nos acerca al medio filosófico de Alejandría en el tránsito del siglo IV al V, y también a las comunidades de maestro discípulos del platonismo tardío características del último helenismo" (María Dzielska, Hipatia de Alejandría, Siruela, Madrid, 2004, pp. 77-78).
Esto dice Sinesio de Cirene en la carta No. 137:
"Si de verdad el provecho que se obtenía de los errantes viajes de Odiseo era, como afirmó Homero, «ver las ciudades de muchos hombres y conocer su forma de pensar», y eso aun habiendo arribado a las costas no de gente agradable sino de Lestrígones y Ciclopes, de seguro que el poema habría celebrado maravillosamente este viaje tuyo y mío, que nos ha permitido llegar a conocer por experiencia cosas que, aunque la fama las contara, no se creerían. Y es que hemos visto con nuestros propios ojos y escuchado con nuestros propios oídos a la auténtica maestra de los misterios de la filosofía" (Sinesio de Cirene, Cartas, 137, Gredos, Madrid, 1995, p. 258).
***
Lo aterrador de toda esta historia es que, desde entonces, todo lo relacionado con esas "enseñanzas secretas" se convirtió en motivo de persecución y riesgo fatal para maestros y discípulos, pues, para esa nueva iglesia, hasta "las experiencias, los conocimientos, las enseñanzas" místicas de sus propios sacerdotes y miembros, eran sospechosas y peligrosas y heréticas.
Y, ciertamente, esas si que son acciones peligrosas para toda creencia, ideología e institución que pretenda ejercer un poder absoluto, porque es en y por ellas que se disuelve todo dogma o, parodiando a Marx, el filósofo, se disuelve todo lo sólido de ese poder absoluto.
Pero y lo paradójico, es que ese peligro radica precisamente en que esas "enseñanzas secretas" son la plena realización de aquello que, se supone, la nueva iglesia pretende implantar como su fundamento: "El Amor".
Esa es "La Gran impostura". Porque nada más sencillo y simple. Desde antes de Platón y a partir de "la erótica platónica", todo se reduce a las cualidades y calidades de la comunidad y a la conexión entre maestro y discípulos, tal y como lo hiciera Sócrates con Platón y tu, Hipatia, con tus discípulos, como bien lo testimonia Sinesio en sus cartas y que tu biógrafa relata con propiedad y tino.
Si se despoja a estas "enseñanzas secretas" de todas las fusiones y confusiones y de toda la retórica sobrenatural y de toda esa teología pietista y toda esa doble moral y de toda esa autoayuda, con la que se les ha oscurecido, complicado y ocultado, nos vamos a encontrar con que en ellas están las mínimas cualidades y calidades que tienen y contienen tus propias enseñanzas: despertar los más íntimos y profundos sentimientos y alcanzar, mediante el esfuerzo sostenido, el estado mental adecuado de placer y entusiasmo que permiten enfrentar y superar todo obstáculo y dificultad.
Como quien dice, para ti y tus Maestros y los Maestros que luego fueron, el asunto era claro, así no tuvieran el saber que ahora descubren neurocientíficos, científicos cognitivos y otros científicos, todo es cuestión de sentir y sentir que se siente, pues ese es el paso previo del pensar y del pensar que se piensa, porque es necesario sentir y sentirse para dar sentido y significado a lo que se percibe, se siente y se abstrae.
A partir de allí, descubrir, conocer, saber, inventar, imaginar, pensar, anhelar, etc. serán acciones aladas en "lo desconocido", es decir, maestros y discípulos contemplarán, teorizarán, explicarán y aplicarán en las ciencias y en la filosofía los saberes descubiertos al asombro de "los conocimientos experimentados", como bien lo demuestran quienes han estudiado estos, ya no tan misteriosos asuntos.
Y no son ahora tan misteriosos porque las neurociencias, las ciencias cognitivas y otras ciencias están mostrando que todo lo que somos y hacemos es obra, actividad, de nuestro cuerpo que, como te dije en mi anterior carta, era algo que ya habían intuido los grandes Maestros, tu entre ellos. Pero, y lo más importante, que también intuitivamente habían desarrollado los métodos para hacer que sus alumnos lograran experimentar "algo", lo que ahora llamo: "los estados mentales supremos", "un algo" que está "más allá" del acto de pensar o de imaginar o de decidir, es decir, ese "algo" que es el gozo de explorar, descubrir y construir, tanto el sí mismo y el estar en el mundo, como la invención y construcción de ese Ser y de ese Estar y de ese Mundo. Ese anhelo de futuro que es el Espíritu: Ser como los dioses.
Ese fenómeno extraordinario, quizás más semejante a la naturaleza del "furor" propuesto por Giordano Bruno en Los heroicos furores:
"TANSILLO: Se suponen, y de hecho existen, varias especies de furores, todas las cuales se reducen a dos géneros: los unos manifiestan únicamente ceguera, estupidez e ímpetu irracional, tendiendo a la insensatez ferina; consisten los otros en cierta divina abstracción por la cual algunos alcanzan a ser en verdad mejores que los hombres ordinarios. Y estos son a su vez de dos especies, pues ciertos individuos, al haberse convertido en habitáculo de dioses o espíritus divinos, dicen y obran cosas admirables de las que ni ellos mismos ni otros entienden la razón (...). Otros, por estar avezados o ser más capaces para la contemplación y por estar naturalmente dotados de un espíritu lúcido e intelectivo, a partir de un estímulo interno y del natural fervor suscitado por el amor a la divinidad, a la justicia, a la verdad, a la gloria, agudizan los sentidos por medio del fuego del deseo y el hálito de la intención y, con el aliento de la cogitativa facultad, encienden la luz racional, con la cual ven más allá de lo ordinario; y estos no vienen al fin a hablar y obrar como receptáculos e instrumentos, sino como principales artífices y eficientes" (Giordano Bruno, Los heroicos furores, Tecnos, Madrid, 1987, pp. 56-57).
Claro que de esto también se aprovecharon los mistificadores para fundar sus sectas y ganar sus prosélitos sometiéndolos por su ignorancia, superstición y miedo, al dominio de ideas de dioses inexistentes. Un grupo de estos fanáticos, instigados por uno de esos mistificadores, fueron los que te asesinaron con crueldad y sevicia.
Pero, ese es ya otro asunto y otra crítica que no son del caso tratar aquí.
Así que mejor tomemos un breve reposo y la próxima vez hablaremos de eso que he llamado "los estados mentales supremos", lo que apenas queda enunciado.
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.


Notas
1Los dioses para los griegos eran representación de fenómenos, cualidades y poderes superiores y no esa idea del dios cristiano. Ver: G. M. A. Grube, El pensamiento de Platón, Gredos, Madrid, 987, p. 232 y ss. -William Keith Chambers, Historia de la filosofía griega, seis tomos Gredos, Madrid.
2Karl Kerény, Eleusis, Siruela, Madrid, 2004, p. 70. Ver Carta alejandrina No. 1.
3Karl Kerény, Eleusis, Siruela, Madrid, 2004.



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