21 de diciembre de 2005

LECTOR LUDI-1

¿Cuál es el origen literario
del Profesor Mustio Collado?

A propósito de una lectura lúdica de “Memorias de mis putas tristes”

Por Iván Rodrigo García Palacios

Desde que leí el libro de Carlos Rincón, “García Márquez, Hawthorne, Shakespeare, De la Vega & Co. Unltd.” (Serie “La Granada Entreabierta”, 86, Instituto Caro y Cuervo, Santa Fe de Bogotá / 1999), dejé de ser sólo sentimental en la lectura de las últimas obras de García Márquez y pasé a convertirme en un aprendiz del lector lúdico, al que siempre había aspirado y del que Carlos Rincón es su manifestación en el grado de Magíster Ludi: aquel que trata de descifrar, hasta donde sea posible, los juegos que el autor propone o juega con su escritura (Los curiosos podrán encontrar en el libro de Carlos Rincón las relaciones que en “Del amor y otros demonios”, García Márquez establece con “La letra escarlata”, de Nathaniel Hawthorne, así como con la obra de Shakespeare, la poesía de Gracilazo y otros poetas clásicos, y no sé cuántas relaciones más con genios del arte universal). El arte es una profunda exploración de las tinieblas interiores del ser humano y de su compleja realidad existencial.

Esa fue la razón, para que, al emprender la lectura de “Memorias de mis putas tristes”, me tomara el juego con método y lúdica. La primera hipótesis descabellada que se me ocurrió tenía que ver con los lectores apasionados que, presurosamente, publicaron sus comentarios, laudatorios, unos, o, despectivos, otros, que hablaban más de ellos que del libro, pidiendo el que apareciera pronto la crítica autorizada que colocara al libro como obra de arte y así los redimiera y les aplacara el remordimiento por su pecado de curiosidad morbosa que esperando encontrar un despliegue erótico japonés, que juguetona y engañosamente el libro sugería con el epígrafe de “La casa de las bellas durmientes” (no dormidas, como erróneamente se cita), de Yasunari Kawabata, se sintieron desilusionados y pecadores, porque el erotismo que García Márquez les propone no es aquel al que están acostumbrados, sino el erotismo macondiano, cuya naturaleza ya ha sido mostrada y demostrada en toda la obra anterior de García Márquez y en el que no hay engaño posible. Como quien dice, se quedaron con el pecado y sin el género, como se verá.

Tampoco había posibilidad de engaño en la siguiente hipótesis descabellada: esta novela era otro arreglo de cuentas. Así como “Del amor y otros demonios” era una arreglo de cuentas con la sociedad cartagenera, algunos de los personajes y situaciones que García Márquez conoció, sufrió o gozó, en los tiempos primitivos de su formación como escritor en Cartagena, al igual que con una parte de la ingente literatura que se ha leído. “Memorias de mis putas tristes”, también es otro ajuste de cuentas. En este caso se trata de la sociedad barranquillera, a la que él llega desde Cartagena. En sus páginas se habla de los de arriba y de los de abajo, de la librería del Sabio Catalán y de la bohemia de jóvenes artistas de La Cueva y otros bares, de los burdeles (en uno de ellos se hospedó), pero, de manera muy específica, del el ámbito y “los chicos” de la prensa, hablada y escrita, como se decía antes, en el que hizo su oficio de escritor, y por supuesto, el paisaje de aquella ciudad de los años cincuenta. En cuanto a su arreglo de cuentas con la literatura, además de uno que otro escritor colombiano, tanto en las referencias abiertas, como en las ocultas, en las “Memorias...”, García Márquez incluye autores y obras de las literaturas italiana, francesa y oriental, entre otras, las que el lector podrá jugar a descifrar por su propia cuenta y riesgo.

Y para cerrar estas primeras hipótesis descabelladas, prefiero dejar algunas preguntas para que cada quien se las responda: ¿Porqué esta es la única novela en la cual García Márquez identifica un personaje con las iniciales de su nombre: J. M. B., y a quién corresponden? ¿Sabiendo que en esta la novela, como en otras anteriores, él cita a personas reales con su propio nombre o con un nombre figurado, por los motivos qué sea, porqué esta es la primera vez que García Márquez utiliza las iniciales de un nombre en su narrativa? ¿Cuál es el misterio o el ajuste de cuentas?

PERO, ¿DE DÓNDE SALE EL PROFESOR MUSTIO COLLADO?

Cuando escribí las anteriores hipótesis descabelladas sobre “Memorias de mis putas tristes”, todavía me quedaba una idea parásita en la mente que tendría que terminar de incubar y madurar hasta el punto en que su genio y figura me permitieran aislar algunos elementos con los cuales empezar a hacer las comparaciones suficientes como para permitirme asociar al Profesor Mustio Collado (el único nombre con el que se auto nombra el nonagenario viejo de García Márquez en sus memorias, nombre tomado de un verso de un poeta colombiano ya identificado por otros) , con alguno de los viejos célebres de la literatura universal.

Lo primero, era eliminar y sintetizar, pues desde los albores de la literatura, el viejo ha sido considerado modelo de sabiduría y dignidad, de lo cual no está exento el Profesor Mustio Collado, pero no propiamente en el sentido más trascendente y moralizante, si no más humano y existencial. Pero, por sobre ello, el motivo literario del viejo enamorado de una mujer joven fue, desde la antigüedad, motivo de burlas y escarmientos, como en la Historia de Susana y Daniel, de los Apócrifos del Antiguo Testamento, o en una de las fábulas de Esopo, o en el Decamerón, hasta los tiempos modernos, cuando al viejo enamorado se le viene a tratar con mayor consideración, iniciando con el “Fausto”, de Goethe, en el que se le pide, alegóricamente, al amor el poder de rejuvenecimiento. O, como en el romanticismo, se le atribuyen al viejo enamorado sentimientos nobles, como el de renunciar a su amor para se realice la ilusión de su amada de entregarse en los brazos de un amante más joven. O, como en otras vertientes literarias de los siglos XIX y XX, en las cuales los viejos enamorados fracasan trágicamente, como el sabio anciano Prynne en “La letra escarlata”, de Nathaniel Hawthorne, u otros viejos trágicos en Balzac, Ibsen, H. Mann, García Lorca. Todos los anteriores, algunos más que otros, están presentes en el Profesor Mustio Collado. Y, por supuesto, faltaba la alusión más evidente al viejo de “La casa de las bellas durmientes”, de Yasunari Kawabata.

Pero, para efectos de “Memorias de mis putas tristes”, más que por los viejos enamorados, mi hipótesis descabellada, se inclinaba por el género de las memorias, pues lo que allí leía no era propiamente una fábula sobre viejos enamorados con algún tipo de moraleja, burla o tragedia, sino lo que ya dije, un arreglo de cuentas, que es lo que en esencia se proponen por lo general los libros de memorias, a diferencia de las confesiones que proponen la propia vida como sistema filosófico, o las autobiografías que son los bronces de cuerpo entero que se construyen sus autores. Las memorias, como arreglo de cuentas, buscan recordar y reflexionar, para otros, sobre aquellas personas o cosas que nos alegraron, nos hicieron felices, nos enseñaron, o en último caso, que se desea que hubieran sido de la manera como se cuentan.

De todo lo anterior, se podrá encontrar en “Memorias...”. Pero necesitaba encontrar una novela y un autor de los cuales García Márquez, así como lo había propuesto Carlos Rincón con “La letra escarlata”, de Hawthorne para “Del amor y otros demonios”, pudiera haber relacionado a su Profesor Mustio Collado.

Las conjeturas de mi hipótesis descabellada comienzan a formularse, en primer lugar, a partir de la insistencia con la que se menciona en “Memorias...” a la literatura italiana, así como una mención específica a Proust (¿García Márquez recobrando el tiempo perdido?), claro que existen muchas otras menciones a otros autores y obras, las que eliminé del mi procedimiento por innecesarias para el efecto. Sin embargo, si hay una que supongo y que dejo a los especialistas comprobar, que si es necesaria para la demostración: es la presencia intertextual de James Joyce, que como ya se verá, también hace parte de esta hipótesis descabellada.

El siguiente elemento de la conjetura lo tomé de una cita de las “Memorias...”: “No tengo que decirlo, porque se me distingue a leguas: soy feo, tímido y anacrónico. Pero a fuerza de no querer serlo he venido a simular todo lo contrario. Hasta el sol de hoy, en que resuelvo contarme como soy por mi propia y libre voluntad, aunque sólo sea para alivio de mi conciencia”. El tono, pero en especial la palabra “conciencia” llamaron mi atención. Existe una muy bella y poco conocida novela titulada “La conciencia de Zeno”, de Italo Svevo, tanto Zeno como Svevo tenían algo que hacía pensar en el Profesor Mustio Collado.

Para empezar, Italo Svevo es el seudónimo que utiliza Ettore Schmitz (Trieste, Italia, 1861-1928), judío de origen alemán y ciudadano del imperio Austro-húngaro hasta su disolución en 1918, quien es enviado a la Alemania paterna a estudiar, lo que le da una doble identidad, algo así como la identidad colombo italiana del Profesor Mustio Collado. Publica dos novelas, “Una vita” (1892) y “Senilità” (1898), en las que comienza a experimentar con el narrador desde la conciencia interior, las cuales tuvieron poca acogida y decidió aislarse. Veinticinco años después publica “La conciencia de Zeno” (1923), que son las memorias que Zeno escribió por orden del Doctor S., un sicoanalista que lo trata de sus problemas de salud aparentemente sicosomáticos. La novela se inicia con un prefacio del Doctor S., que explica que divulga ese escrito de su paciente por venganza. Estas memorias de Zeno son, en parte, el resultado de esos años de aislamiento reflexivo de Italo Svevo, y en especial, de su relación con James Joyce, quien, en 1907, fuera su profesor de inglés y amigo de conversaciones literarias, y cuya influencia es importante para la novela de Svevo. En mi conjetura, tanto Zeno como las otras dos novelas de Svevo, parecen tener relaciones evidentes con el Profesor Mustio Collado y, en general, con “Memorias de mis putas tristes”.

Pero, faltaba un elemento, quizás el más significativo para la comprobación de mi hipótesis descabellada. En 1929, Svevo publica una novela corta, cuyo título en italiano es: “La novella del buon vecchio e della bella fanciulla”, traducido al español como: “La historia del buen viejo y la bella muchacha”, una narración en tercera persona que cuenta la historia de un viejo (algo así como sesenta años) que establece una, casual pero causante, relación con una muchacha de veinte años, que le inspira la escritura de una esperpéntica teoría sobre las relaciones entre los viejos con los jóvenes y sus consecuencias en la salud individual y social, y con la que marca su destino..., historia que, en definitiva, le sirve a Svevo para reflexionar sobre la vejez, lo mismo que las “Memorias...”, a García Márquez. Pero, más sorprendente todavía, las estructuras, algunos temas y otros elementos, de ambas novelas cortas, se asemejan como dos gotas de agua, lo que una buena lectura comparativa demostrará... a quien quiera intentarlo (Ver algunos ejemplos al final).

En cuanto a Zeno y el Profesor Mustio Collado, son los personajes encargados del arreglo de cuentas de sus autores. Italo Svevo arregla cuentas con Trieste, en especial consigo mismo y su existencia ignorada y aislada. García Márquez, como ya lo dije antes, con Barranquilla y el ámbito al que llegó en 1949. Lo que pueda haber de autobiográfico en estas memorias, será asunto de especialistas.

Y para terminar, una última jugada, entre muchas otras. En el final de “Memorias de mis putas tristes”, aparece una confusión temporal de diez años, pues el Profesor Mustio Collado, que escribe sobre la celebración de sus noventa años, inusitadamente pasa a hablar de sus cien años, en un salto inexplicable. Pues, resulta que en otra novela italiana, “Antiafrodisiaco para el amor platónico” (1851), de Ippólito Nievo (1831-1861), en el último capítulo, el narrador habla de haber pasado dormido tres años, dos meses (que son tres) y un día, algo similar a lo que sucede en el célebre cuento del estadounidense Washington Irving, “Rip van Winkle”... Como para seguir jugando con “Alicia...”

Dejo en este punto mis conjeturas e hipótesis descabelladas para que cada cual, como aprendiz de Lector Ludi, haga sus propias interpretaciones en el juego de abalorios que es la lectura como juego infinito... la única redención para el remordimiento de leer a la ligera.

EJEMPLOS:

Las citas de Mustio Collado y Delgadina son siempre a las diez de la noche. Las del buen viejo y la bella muchacha, a las nueve. Además, se asemejan los estados de ansiedad anímica con la que cada viejo se siente ante cada una de las citas con su respectiva jovencita.

Si el lector es curioso contará el número de las citas en ambas novelas, para darse cuenta si es el mismo en una y otra.

En ambas novelas los dos viejos escriben. Mustio Collado por profesión, dedica sus columnas semanales en el periódico a la durmiente Delgadina. El buen viejo dedica los últimos días de su vida a escribir un tratado de moral sobre las relaciones entre los viejos y las jovencitas con el cual demostrar que la salud de los primeros depende de las correctas relaciones con las segundas.

También, en ambas novelas, un médico actúa como filósofo de la senectud, algo así como el Cicerón "De Senectute". Y la escritura, para ambos viejos, se manifiesta como el efecto rejuvenecedor de sus amores con bellas jóvenes.

Los dos viejos dejan testamento en el cual legan sus propiedades a las jovencitas, para garantizarles su futuro.

En fin, son muchos otros los detalles paralelos: las descripciones de los aspectos físicos de los dos viejos. Las coincidencias entre las viejas casonas en que viven cada uno de los viejos. Cada uno de los viejos tiene en su casa una especie de ama de llaves, claro que en cada caso ese personaje es diferente y las relaciones de los viejos con ellas son asimétricas, pero no totalmente.

Etc. Que cada lector siga su juego.

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