21 de diciembre de 2005

LECTOR LUDI-0

Hipótesis descabelladas de un aprendiz de lector lúdico
“La sombra del viento”, una novela de aventuras sobre la epifanía de la primera lectura

Por Iván Rodrigo García Palacios

La sombra del viento
Autor: Carlos Ruiz Zafón
Grupo Editorial Planeta, Buenos Aires, 2003 (479 p.)

Hacía tiempos que no me leía una de esas novelas que cortan el aliento, de esas que se quieren leer de una sola tirada pero que se espera que nunca terminen. El ansia de eterno retorno a esa lectura epifánica, a la primera lectura que jamás se olvida y marca para siempre. “La sombra del viento” es esa novela que, en la mejor tradición narrativa de aventuras a lo Alejandro Dumas o Joseph Conrad, un héroe, o protagonista-narrador, para ser más posmodernos, entra en la trama a los diez años y va creciendo con la intriga que él tiene que resolver a la manera de los más famosos detectives de la literatura policíaca de todos los tiempos, mientras aprende sobre las cosas de la existencia: el amor, el odio, la amistad, los amigos y los enemigos, la vida, la muerte, la violencia, el terror, el poder, la ambición, la política, la corrupción, la guerra, la dictadura, el misterio de los libros y los libros de misterio... en fin, una perpetua ceremonia de iniciación que comienza cuando Daniel Sampere, el héroe, lee la novela “La sombra del viento”, de Julián Carax, que ha encontrado en el Cementerio de los Libros Olvidados, al que lo ha llevado su padre para que se le encomiende el libro olvidado del que será protector.
Resulta que Julián Carax es un misterioso escritor barcelonés, que a pesar de haber escrito unas novelas apasionantes, todas habitantes del mismo cementerio, es un completo desconocido que ha tenido una vida trágica y cuyos libros son perseguidos, a cualquier precio, por un ser maléfico que quiere incinerarlos, y que por el ejemplar de Daniel se ve metido en su persecución, así como él se había metido en la lectura de su ejemplar protegido, de la que, como lo dice, era entrar en el juego de las muñecas rusas, y que como el lector sentirá, es tratar de descifrar el laberinto de espejos en la historia de la Barcelona de la primera mitad del siglo XX, pues, si el lector es curioso, o aprendiz de lector lúdico, con sólo consultar en la Enciclopedia Encarta, podrá descubrir que algunos de los nombres o apellidos de los personajes principales pertenecen a personajes reales que por alguna razón tienen algo que ver con la historia, la de la novela y la otra, abriendo sorprendentes cajas chinas y redes de araña en las cuales todos, de alguna manera están pegados y a merced del destino que ellos mismos se han trazado. O, por otra parte, si se interesa por la historia de Barcelona, se encontrará, con nombres figurados, a grandes personajes y en especial, su paisaje gótico-barroco, que determina el tono de la narración, y que fuera marcado, al final del siglo XIX y comienzos del XX, por la arquitectura de Antoni Gaudí, con el patrocinio del magnate Eusebi Güell i Bacigalupi (probablemente el Simón Aldaya de la novela), así como de la burguesía catalana, quienes quisieron agregar su propio toque de eternidad a la Barcelona que todavía conserva las huellas de su pasado arquitectónico desde los romanos hasta hoy, así sean ruinas tenebrosas, elementos fundamentales en la acción y la trama de la novela. Como fundamental es esa otra historia, unas veces diluida, otras ocultada y otras que parece querer olvidarse, de la Guerra Civil Española y la dictadura franquista, que como un velo negro marca las luces y sombras de la ciudad-catedral narrativa gótico-barroca en la que Carlos Ruiz Zafón construye su novela, y, que, como he querido contar, va más allá de las aventuras pérez revertianas y otras de moda, para profundizar en la exploración de las tinieblas interiores del ser humano y su historia como humanidad: que las guerras, particulares o generales, son un infierno al que se condenan los seres humanos, a pesar de saber de sus horrores y terrores: la pesadilla que a todos quita el sueño.
Como aprendiz de lector lúdico, recomiendo a los lectores, tanto la lectura apasionada que “La sombra del viento” provoca desde el primer párrafo, como a la más apasionante e interesante aventura de descifrar las relaciones históricas intertextualizadas que los llevarán al delicioso juego de abalorios de la lectura lúdica.
... Y, quisiera, que como en La sombra del viento, todos los padres que lean esta novela, también ellos, algún día, lleven a sus hijos pequeños de la mano a una librería... antes que tengan que enterrarlos en el Cementerio de los Libros Perdidos, pues como dice Bea, uno de los personajes de la novela: “el arte de leer se está muriendo muy lentamente, que es un ritual íntimo, que un libro es un espejo y que sólo podemos encontrar en él lo que ya llevamos dentro, que al leer ponemos la mente y el alma, y que ésos son bienes cada día más escasos”. Y, agrego yo, es la más rica herencia que los padres y maestros podemos legar a los niños.

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