29 de agosto de 2006

LECTOR LUDI-35

Las mujeres... crían cuervos

- La violencia institucionalizada como estrategia de supervivencia
- Una patahistoria de la salud emocional de los Homo-Humanos
- El Antiguo Testamento como referente antropológico
- "El paraíso perdido" de la solidaridad
- La paranoia, madre de los mayores logros de la humanidad

Por Iván Rodrigo García Palacios

PRIMERA PARTE:
DE LA NECESIDAD AL MALTRATO INFANTIL

Las mujeres crían a sus hijos varones como al hombres soñado y, a sus hijas, tal y como fueron criadas por sus madres.

El resultado, hombres emocionalmente controladores y mujeres emocionalmente resentidas.

Y, si me atengo al secular mito, prejuicio o paradigma, según el cual, por una parte, los padres, varones, tradicionalmente apenas si actúan como modelos y representación del poder (o la autoridad o la disciplina o el liderazgo, como eufemísticamente le gusta llamarlo a la cultura) y que, por la otra parte, establece que las madres son las directamente implicadas y responsables de la crianza, podría afirmar que la reproducción cultural de los roles patriarcal y machista, así como que el del sometimiento femenino, según el matriarcalismo y feminismo, tiene su mayor "carga" (para utilizar ese término tan posmodernamente psicoanalítico y sociológico) por "culpa" de la mujer.

Como quien dice y para ironizar: Las mujeres son víctimas de sus propios frutos.

FEMINISMO DESENFOCADO

Algunas de las contradicciones que encuentro al leer las posturas de casi todos y todas, cuando reflexionan y analizan las relaciones de género, es que parten del presupuesto de que estas relaciones enfermizas se dan ya entre personas adultas, excluyendo el echo de que la formación, establecimiento y desarrollo, de las formas como se dan esas relaciones se originan y definen a partir del momento mismo del nacimiento.

El adulto, por lo que sé, es ya la suma y resultado de la totalidad de la evolución de su biografía vital, en la cual, los inicios o las iniciaciones, son puntos de partida que influyen por el resto de la existencia y, de lo cual, sus comportamientos son la consecuencia. Por lo tanto y de sana lógica, sería improcedente realizar un análisis que no incluya, hasta donde sea posible, la totalidad de la materia analizada.

La reproducción cultural y el origen de la formación, establecimiento y desarrollo, de esas relaciones, se remonta al principio de la historia de la evolución del Homo-Humano, como lo han tratado de demostrar antropólogos, psicólogos, sociólogos, historiadores, etc., revolucionarios y "políticamente incorrectos", a quienes, los sistemas imperantes de poder, pretenden censurar e impedir la divulgación amplia de sus ideas y aciertos, catalogándolos de falsos o delirantes, cuando no, y descaradamente, de subversivos.

Por muy similares que sean las naturalezas biológicas, fisiológicas y mentales de los hombres y de las mujeres, existen características específicas que los diferencian en todos esos aspectos y que, consecuentemente, determinan sus propias y particulares relaciones cuerpo-mente y las relaciones con lo externo. Puntos y diferencias en los que, ni las neurociencias ni las ciencias humanas, parecieran hacer mayor énfasis y discriminación, salvo que ya sean situaciones de marcada evidencia de lo femenino y lo masculino.

Son esas diferencias las que, en un análisis extremo, me hacen pensar que hombres y mujeres son, "casi", dos especies diferentes a las que sólo las une la reproducción, de la cual, entre otras cosas, sus mecanismos y funcionamientos han sido diferenciados y repartidos entre las dos.

Esos serían algunos de los puntos base por los que se desenfocan los análisis, conclusiones y recomendaciones que hacen tanto los matriarcalismos o feminismos como los patriarcalismos o machismos. Sólo los planteo a manera de hipótesis descabelladas que merecen investigación y tratamiento aparte, pero que, ahora, contribuyen a apoyar y a ampliar la visión de mi análisis y los comentarios sobre el asunto que me interesa:

SOY EL QUE SOY

- Somos como nos hacen y como tal nos comportamos.

- Cualquier transformación de nuestro futuro emocional debe efectuarse en el principio, así puedan intentarse algunas modificaciones a mitad del camino.

Utilizando, pero para criticarla, la historia del psicoanálisis, se me ha ocurrido definir paranoia, esquizofrenia y psicosis maníaco-depresiva, a mi manera, como casos extremos de la patología mental y emocional:

Paranoia: estado mental de miedo, real o imaginario, extremo y continuado, causado por maltratos o abusos, físicos y emocionales, desde la infancia, en el que se siente ser el único y poderoso para subyugar o destruir a aquellos que percibimos como amenaza.

Esquizofrenia: estado mental de miedo, real o imaginario, extremo y continuado, de no ser amado, causado por la privación y deprivación emocional y física desde el nacimiento.

Psicosis maníaco-depresiva: consecuencia y reacción mental y física a estados continuados de ansiedad o excitación extremos, reales o imaginarios, causados por estímulos intensos o anormales desde la infancia.

En similares términos se podría hablar de las mezclas que de estos estados anormales o patológicos definen las teorías correspondientes.

Sin entrar en contradicciones con las definiciones actuales y sus componentes psicológicos o neurocientíficos de estas patologías mentales y emocionales, en mis definiciones lo que busco destacar es presencia de una acción violenta, física y emocional, sobre el niño desde su nacimiento y por todo el período de su desarrollo físico, mental y emocional, alterando la formación, más o menos, saludable de su cerebro y mente y, por supuesto, su emocionalidad.

TRATAMIENTO PARA LA PATOLOGÍA EMOCIONAL

Es, desde los extremos de la enfermedad, como se determina los estándares de la salud emocional y se permite observar los estados y comportamientos humanos que se manifiestan en aquellos comportamientos de lo que se denomina patriarcalismo o machismo, así como matriarcalismo o feminismo, en sus contenidos tanto mentales y psicológicos como filosóficos, fenomenológicos e ideológicos, que se extienden por todos los espectros tanto de la salud mental y corporal individual como de la salud de la cultura.

Lo que propongo, por una parte, es que, si se pretende modificar las manifestaciones emocionales anormales y aberrantes de hombres y mujeres en sus relaciones mutuas y sociales, al tiempo que se pretende controlar los comportamientos adultos, es indispensable, por una parte, retornar al principio y desmontar de la cultura todas aquellas costumbres y prácticas que violentan el sano desarrollo emocional de los niños.

(Ver, como se plantea más adelante, que estas costumbres y prácticas violentas se hayan institucionalizado como una estrategia de supervivencia ante la necesidad extrema).

Y por la otra, propiciar que, simultáneamente, se generen nuevas costumbre y prácticas acordes con la naturaleza humana y sus necesidades de relacionarse y convivir solidariamente los unos con los otros de manera sana, tal y como las ciencias humanas lo han venido estableciendo y como fuera en aquel "paraíso perdido" (Ver más adelante), para así mejorar el bienestar y calidad de vida tanto para los propios individuos como para la misma cultura.

Ya es amplia la bibliografía producida por investigadores e investigadoras que han buscado los orígenes y las formas de reproducción cultural de las costumbres y prácticas violentas humanas, alguna vez estrategias de supervivencia, que alteran y enferman el sano desarrollo emocional de los individuos y la de la propia cultura, al tiempo que tratan de explicar y justificar su aparición y permanencia hasta ahora.

SEGUNDA PARTE:
UNA PATAHISTORIA DE LA HUMANIDAD

Si la historia de la humanidad se la cuenta sin la solemnidad e hipocresía oficiales y sin los ridículos rigores académicos o universitarios, resulta un relato patahistórico, para alegría de las buenas gentes, más cómico que trágico, pues y al fin y al cabo, sería la narración de la Historia de la Estupidez.

He aquí un somero intento de Pata-historia emocional de la humanidad:

El Homo-Humano se originó en África. La civilización, en Asia. La teología, en Europa. En América se mezclaron todos los vicios. Y, en Oceanía, el Homo-Humano permaneció aislado hasta que llegaron los otros.

Hace setenta y cuatro mil años, cuando el Homo-Humano estuvo al borde de la extinción, por causa de un cataclismo geológico, un pequeño grupo de Homo sobrevivientes se refugió en el extremo sur de África y de ellos se originó el Homo-Humano (hombre moderno), quien, ante tan trágica situación, no tuvo otra alternativa que desarrollar la solidaridad como fundamento de la convivencia y la supervivencia.

Esa solidaridad fue la mejor ventaja competitiva con la que la evolución dotó a la humanidad, aun por sobre la maravilla misma del cerebro, el cual, más adelante, se encargaría de borrar con el codo lo que la evolución escribió con la mano.

Una vez terminados los efectos del cataclismo y según la historia antropo-arqueológica, los Homo-Humanos iniciaron un obligado desplazamiento hacia el norte por los ríos y los campos nutricios en pequeños grupos u hordas, a manera de balsas anfibias protegidas de la hostilidad exterior por una burbuja o esfera solidaria (1), reforzada por sus, recientemente estrenadas, evoluciones cerebrales, mentales y culturales.

Economizándome un poco de años, digo con el texto bíblico: "y pobló la tierra..." a lo que agrego por mi cuenta: "... en relativa paz, tranquilidad y prosperidad, mientras la comida fue suficiente para todos".

Pero, así como "la causa de tus alegrías será la causa de tus desdichas" y "la peor pesadilla es cuando se cumplen tus sueños", demasiados Homo-Humanos terminaron concentrándose y superpoblando un relativo estrecho territorio en Asia, en el cual y cuando los recursos empezaron a escasear, les cayó la maldición de Yahveh, convirtiéndose aquello, no sólo en una Babel de lenguas confundidas, sino en una maraña de tribus que no se dispersaron, como en el mito bíblico, pero que sí que empezaron a matarse las unas a las otras para arrebatarse y dominar los mejores territorios y preservar de esa manera la supervivencia de sus miembros. Así se originó la violencia como estrategia institucionalizada para la supervivencia.

Por supuesto, antes las cosas no fueron así. La horda en su burbuja protectora fue una especie de incubadora en la cual se buscaba mejorar las característica, físicas y mentales, de los Homo-Humanos, y en la cual todos los miembros, sin diferencia de sexo, tenían como prioridad la protección de la crianza, es decir, mejores condiciones de reproducción y supervivencia (2).

REPRODUCCIÓN DE GUERREROS

A manera de paréntesis y continuando con los referentes bíblicos, del mito de Caín y Abel podría sacarse la conclusión que, en los orígenes, la violencia institucionalizada fue más arraigada y perniciosa en los grupos con mentalidad de pastores, la que se sublimó en los guerreros, mientras que los grupos con mentalidad de agricultores, por su misma estabilidad territorial, pareciera que tuvieron que responder a la violencia de los invasores.

Claro que, con las sofisticaciones de la civilización posterior, la violencia institucionalizada, sagrada y profana, se generalizo y extendió a todos los Homo-Humanos, generando así la mentalidad imperial masculina, es decir, la paranoia, esa enfermedad mental que definen las ciencias modernas (3), y de la que, por ejemplo, el perverso paradigma de "triunfadores y perdedores", enquistado en la cultura, es, entre muchos otros, uno de los enemigos de aquel "paraíso perdido" de la solidaridad, y mediante el cual se refuerza la reproducción de la cultura de violencia y agonía emocional, de la que son víctimas mujeres y niños.

Fueron pues las mujeres y los niños las primeras víctimas de la subyugación masculina, en especial, la mujer que, de ser reconocida por su poder de procreación y fertilidad, paso a ser sometida al control violento de su sexualidad y emocionalidad, al igual que la casi total anulación de su rol social en la comunidad.

Esta situación se continúo proyectando y reproduciendo en la crianza, discriminada por sexo, de los niños. Situación que todavía persiste hoy a pesar de los avances en el conocimiento y la buena voluntad por corregirla, aún insuficiente, pues los paradigmas de la "pedagogía negra" (4) permanecen enquistados en la cultura como una antigua muralla ideológica defendida hasta sus últimas consecuencias.

Ese fue el origen del trauma emocional que hombres y mujeres se han venido reproduciendo generación tras generación y que se manifiesta de manera violenta en las relaciones consigo mismos y con los demás

En consecuencia, fue así que, lo que fuera un matriarcalismo diluido y más bien lúdico (5), se transformó, por efectos de la necesidad, en el patriarcalismo y machismo violentos que han perdurado, institucionalizados, ya por quince mil o más años.

De esa violencia, reproducida como paradigma cultural, ya escribí algo en el LECTOR LUDI-33, y allí remito al lector.

FIN DE LA HISTORIA

Lo que ocurrió en la historia de la humanidad desde entonces es la historia, como ya había dicho en el LECTOR LUDI-34, de la Estupidez, a la que los historiadores oficiales, académicos y universitarios, hipócritas y pedantes, llaman la historia del progreso, y en ello no se equivocan, pues allí se reflejan los triunfos de la inteligencia humana por encontrar las mejores y masivas formas de dominar y destruir a los otros.

Como quien dice, la paranoia es la madre de la mayoría de los grandes logros de la inteligencia... y, si no me cree, lo invito a malinformarse en los medios de comunicación.

NOTAS:

(1) Peter Sloterdijk, En el mismo barco, Siruela, Madrid, 1994 (103 p), p. 25

(2) Peter Sloterdijk, En el mismo barco..., ps. 26 y 27

(3) Sin tener las estadísticas correspondientes, me atrevo a especular que la paranoia se presenta más en hombres que en mujeres.

(4) Invito a leer los manuales escritos por el pedagogo alemán, D. G. M. Schreber, a mediados del siglo XIX, que fueron motivo de inspiración para los ideólogos de la educación nazi. Las Memorias del hijo de Schreber, Daniel Paul Schreber, fueron motivo de enfrentamiento entre Freud y aquellos de sus seguidores que se apartaron de su interpretación sobre las causas de la paranoia y que, finalmente, tuvieron la razón.
Quizás, un poco más fácil de encontrar, sea el libro de Alice Miller, Por tu propio bien. Raíces de la violencia en la educación del niño (Tusquets, Barcelona), en el cual expone y analiza la historia de la "pedagogía negra".

(5) Hasta ahora ni la historia ni la arqueología han encontrado pruebas contundentes sobre la existencia de tribus o comunidades primitivas exclusivamente gobernadas o regidas por mujeres. Por el contrario, tanto en las hordas como en las tribus anteriores al patriarcalismo violento, esas comunidades consideraban de igual jerarquía a mujeres y hombres, los cuales se diferenciaban por sus roles, no muy estrictos, y a las mujeres se les otorgaba una especial en consideración a la procreación y su fertilidad, que se hacía extensiva hasta ciertos campos de lo sagrado, sin que por ello y en el terreno de lo profano, dejara de tener importancia. En consecuencia, por ello lo denomino matriarcalismo diluido y lúdico.
Los mitos y leyendas sobre mujeres guerreras, o las amazonas, son sólo mitos y leyendas aparecidas con mucha posterioridad a la jerarquización masculina de la Edad del Hierro.

20 de agosto de 2006

LECTOR LUDI-34

El Humor es el espejo
en el que se desenmascara la Estupidez


- Como todo lo demás, el Humor merece una filosofía propia
- (Ojalá se hiciera lo mismo con la Estupidez)
- La risa siniestra de los absolutos
- Un modelo y los precursores de una Filosofía del Humor


Por Iván Rodrigo García Palacios

CONFESIÓN Y PROPÓSITO

Confieso que, como no soy humorista, esto me resultó más serio y solemne de lo que yo quería, pero, junto conmigo, los invito a reírnos de la seriedad y la solemnidad.

Confieso que por mis ojos ha pasado mucho humor y que mi memoria continúa siendo buena, pero no recuerdo, ahora, haber conocido alguna propuesta, más o menos formal, para una Filosofía del Humor. Es muy posible que ya exista algo que se le parezca en ese inconmensurable océano de lo que "sólo sé que nada sé".

Sin embargo, eso no impide que proponga, así no sean más que con algunas ideas, la necesidad de que se emprenda tan risible pretensión, que de mi parte, únicamente, aspira a motivar a otros filósofos que, sin la ambición de que se coloquen sus retratos en el Salón de la Fama de la Historia de la Filosofía, y que, por el contrario, como personas sabias, le agreguen uno más de los pocos pero buenos servicios y oficios necesarios para que esta humanidad agobiada y doliente de tanta Estupidez, ilumine en algo más las cavernas de sus tinieblas interiores y el macabro escenario de su tragedia.

Tengo algunos amigos que sin saberlo y por andarle pelando el cobre a las estupideces de los demás, prefieren la práctica a la teoría y no sacan el ratico, antes de convertirse en viejos y filósofos, para ir organizando el legado de las ideas, los principios y los conceptos que nutren su actividad como los elementos sustanciales que la sostienen y le dan vida.

Los invito a todos a que, así sólo sea en pequeñas notas, escriban lo que piensan y sienten y analicen sus motivaciones, intenciones y experiencias, para conservarlas y compartirlas con quien les provoque (ojalá, incluyéndome; ya tienen mi correo electrónico).

Me confieso víctima del mismo sistema de la Estupidez que a casi todos nos ha afectado. Ese sistema que destruye el desarrollo natural del pensar en la infancia y la juventud y que condena, a los más desesperados, a tratar de reconstruirlo cuando ya la originaria plasticidad y energía de la mente se está obsoletizando y fosilizando...

... Pero, así como nunca es tarde, en la última claridad del atardecer, quiero mantener encendida la minúscula lámpara de Diógenes, esa lucecita del primer fuego encendido por los humanos, para que le permita ver un poquito más a mi hijo, quien sé que me juzgará tarde que temprano. Así como a iluminar a mi propia ceguera de Ícaro irredento, y a quienes, como en el precepto evangélico, tengan ojos... así sean burlones.

Estas son, pues, mis notas para incitar a una Filosofía del Humor, y, ojalá, de la Estupidez. Al fin y al cabo, el Humor es un héroe menospreciado en los grandes logros por alcanzar aquello que nos hace verdaderamente Humanos.

Ahora sí, a lo que vinimos.

DEFINICIONES E HISTORIAS

Como cualquier ensayo académico que se respete y como el humor, que es una cosa muy seria, es mi obligación empezar por definir y contar la historia de la materia sometida al ácido escrutinio de mi reflexión, alegando en mi contra cualquier pretensión de formalidad, pues, al fin y al cabo, mi postura filosófica se inclina al marxismo (el de Groucho) quien, de la frase de Marx (Karl), "Todo lo sólido se disuelve en el aire", con toda seguridad habría creado una hilarante parodia.

Así que vuelvo y repito la definición de Humor que ya había propuesto al iniciar:

- El Humor es el espejo en el que se desenmascara la Estupidez.

Ampliaría, así sea innecesario y redundante:

El Humor es el ácido en el cual se disuelven las vanidades, las pretensiones y las soberbias que se han atribuido los humanos a sí mismos como elementos de su condición, para legitimar un supuesto derecho divino que hace superiores a unos sobre otros y sobre todo lo demás en el universo.

En ese contexto, sería la Filosofía Política la primera en contribuir a la formulación de una Filosofía del Humor, pues han sido, el poder y el arte de gobernar, quizás los materiales primeros sobre los cuales el Humor ha ejercido ese poder disolvente de vanidades, pretensiones y soberbias.

Políticos y humoristas están conectados por una trágica relación: ambos son víctimas y victimarios, los unos de los otros, sólo los diferencia el que los políticos resuelven esa diferencia de manera macabra, pues carecen de sentido del humor.

Por supuesto, la Filosofía Política debe ser tomada, salvo honrosas excepciones, con Filosofía del Humor, pues desde sus fundadores, tanto occidentales: Platón, Aristóteles y Maquiavelo, como orientales, como Sun Tzu, autor de El arte de la guerra, más para los primeros que para los segundos, ha sido tan seria y solemne que todo el poder inspirado por ella ha terminado disuelto en el aire.

Similares contribuciones y consecuencias, en sus debidas proporciones, deberían ser tomadas del resto de las artes y las ciencias que tienen como motivo el ser humano que, al fin y al cabo, pareciera no tienen otro propósito que el de legitimar y ennoblecer todas las vanidades, las pretensiones y soberbias humanas.

ESTUPIDEZ FILOSÓFICA

Antes de definir, es necesario aclarar que no es necesario decir Estupidez humana, pues la Estupidez es sólo característica de los humanos.

Ahora bien y en esas condiciones, con lo anterior ya están sentadas las bases para proceder a enunciar una definición de la Estupidez, lo que es algo estúpido. Pero, de todas maneras, me gustaría ensayar y explorar, con esa pretensión definitoria de los humanos, en otros territorios un poco más cercanos a aquella filosofía que de verdad busca la Verdad.

Para intentar tal definición de la Estupidez, voy a usar una frase de Roberto Calasso, tomada de un contexto en el que él se refiere precisamente a la Estupidez:

"El saber triunfa en cuanto ha sido enterrada toda Sabiduría" (1)

A la que agrego y para complementar mi definición:

"Y se convierte, a ese saber, en uno más de los absolutos con los cuales se determina y extermina la vida".

Lo que se confirma con la frase del célebre grabado de Goya:

"El sueño de la razón engendra monstruos".

Para darle una somera mirada a este asunto de la Estupidez, que se relaciona íntimamente con el Humor, pero que no hace parte de mi principal propósito, ahora, tengo que decir que la Estupidez pareciera ser una de las características esenciales de los humanos, que no se sabe si lo ha sido desde el momento en que el Homo devino en Humano, de lo que más bien poco se sabe, pero de lo que si es seguro, hace parte de su naturaleza a partir de lo que ya se sabe de la historia, pues ha sido marca predominante de casi toda actividad humana en todos los campos de su acción.

Una de las más populares historias de la Estupidez, es la de Paul Tabori, quien, sin necesidad de proponérselo, ofrece una lectura del más serio Humor. Y, por supuesto, texto ineludible en este asunto, es el de Erasmo, Elogio de la estulticia o Elogio de la locura, como malamente lo han titulado.

Peor todavía, si no fuera por lo aterradora que es esa historia de las estupideces, ella produciría esa risa siniestra, como aquella con la cual los nihilistas y anarquistas celebran sus ataques destructores con los que pretenden construir su utopía y, si no fuera porque ellos carecen, también, de todo sentido del humor.

Como bien puede deducirse, salvo en las pocas excepciones en las que el humano cultiva la Sabiduría, el resto de la historia humana es la historia de su Estupidez. Para empezar, la historia de los absolutos, en cuyo nombre la Estupidez reina como macabra deidad absolutamente estúpida.

Sin embargo y con beneficio de inventario, hay que reconocerle a la Estupidez ser la fuente nutricia del poder disolvente del Humor y de la balsámica risa. El humor es el anti héroe que, a contracorriente, pretende redimir lo humano de nuestra condición.

Como, a diferencia del humor, ya existen buenos libros sobre historia de la Estupidez, a los que remito y los que recomiendo leer, y que se constituyen en prueba indiscutible de la relación íntima de Estupidez y Humor, dejo el asunto para otra ocasión.

Por mi parte, continúo con mi propuesta de una Filosofía del Humor.

MODELO Y FUNDADORES

Creo recordar que alguien relacionó a los humoristas con los perros, seguramente con la intención de asociarlos con fundadores de la Filosofía Cínica en la Grecia de Platón. Una relación, tal vez no muy original y si muy explotada, que me parece intrigante por lo que ya dije antes: no creo que se hubiese intentado proponer una Filosofía del Humor, de la que considero a los cínicos sus precursores.

Y a ello me acojo, pues, en primer lugar, como ahora se está reconociendo, los cínicos, al igual que las otras escuelas filosóficas griegas y atenienses, hicieron importantes aportes a la Sabiduría, sólo que con otras formas, las cuales, por su sabia crudeza y corrosivo sentido del humor, fueron estigmatizadas hasta hoy, precisamente, por aquellos poderes a los que disolvían en el aire.

Y, en segundo lugar, porque fue el perro el animal con el cual los cínicos se identificaron y de los cuales obtuvieron su denominación e identidad: Cynós: Can: Perro.

Así, Antístenes, "El Verdadero Perro", como se le llamó, sea considerado el fundador de la Filosofía Cínica, es Diógenes de Sínope, al que Platón, víctima de sus burlas y furias, llamara "Sócrates furioso", es el personaje más reconocido y popular de esa escuela filosófica, de la que Michel Onfray (2) dice:

"El cinismo filosófico propone una gaya ciencia, un alegre saber insolente y una sabiduría práctica eficaz: "Tras la causticidad de Diógenes y su intención de provocar, percibimos una actitud filosófica seria, tal como puede haber sido la de Sócrates. Si se dedicó a hacer caer una tras otra las máscaras de la vida civilizada y a oponer a la hipocresía en boga las costumbres del "perro", ello se debe a que Diógenes creía que podía proponer a los hombres un camino que los condujera a la felicidad" (3). Diógenes se erige pues en médico de la civilización cuando el malestar desborda las copas y satura la actualidad".

Descripción que se aplicaría en su totalidad a una Filosofía del Humor, pero a la que es necesario diferenciar de ese honroso y precursor antecedente griego estableciendo aquellos elementos que le son propios y únicos y que conforman su naturaleza, sus principios, sus conceptos, etc.

Antes de proceder a nombrar algunos de los elementos necesarios para la formulación de una Filosofía del Humor, quiero agregar otra fuente de consulta muy moderna, amplia y afortunada sobre el cinismo. Se trata de la obra de Peter Sloterdijk, Crítica de la razón cínica (4), quizás una de las mejores y escasas investigaciones filosóficas con las que se formaliza y sistematiza esta demonizada actitud filosófica de la antigüedad y se la aplica a la condición humana como un bálsamo a las miserias actuales.

FILOSOFÍA DEL HUMOR

Como toda filosofía respetable, la del Humor posee una epistemología, un objeto de conocimiento: el ser humano. Estudia las simas, que no las cimas, del pensar y del pensamiento.

Es dueña de su propia lógica, la que se funda en el precepto evangélico: "con la vara que midiereis serás medido".

Desarrolla sus propias metafísica y teología, a partir de las cuales pretende desmitificar, con irreverente insolencia, nunca desprovista de respeto por su objeto, a las trascendencias que, de absolutos y seres superiores, aspira el hombre ser imagen y semejanza.

Su moral, podría estar inspirada en una parodia de los principios filosóficos en los cuales la saludable risa sea la máxima expresión del Bien, de la Belleza, del Amor o Ágape, del Eros.

En cuanto a las ideologías, que son una de sus materias primas, el Humor también es dueño de su propia propuesta de camino hacia la felicidad: aquel que aspira a conducir a los humanos, desnudos de toda vanidad, pretensión, soberbia, engaño o explotación, riéndose, saludablemente, de sí mismos y de los demás, hacia un cielo más terrenal que no concluya, como todas las utopías, en un reino de terror, pero en el que sean la risa y el gozo el premio eterno.

(Aclaración obligatoria: las utopías no son perversas "per se", es el Hombre, sin sentido del Humor, quien las transforma en macabras. Ejemplos inmemoriales: la Revolución Francesa y la Revolución Rusa, así hubieran logrado que los poderes seculares aflojaran un poquito la cuerda de la horca para las generaciones venideras).

Y, su psicología, quizás el aspecto más complejo de este sistema filosófico del Humor, pues al contrario de las psicologías corrientes o fraudulentas que todavía pululan, el humor estudia los comportamientos mentales de la perversidad, con el fin de disolver las máscaras por las cuales el hombre se ha convertido en el Hombre que extermina al lobo y destruye la naturaleza. Así como, igualmente, estudia los comportamientos por los cuales el Hombre ríe y es risible.

En fin, la política del Humor estudia y denuncia las flaquezas y debilidades de los seres humanos con el fin de evitar que unos abusen de otros y que, estos otros, permitan que se abuse de ellos.

Esas son algunas de las ciencias filosóficas de la cuales el Humor hace un buen uso y que debe usar con solvencia como requisito de su calidad.

Y, para mostrar que el Humor también tiene un espacio en las ciencias exactas y en sus filosofías, he aquí lo que dice el filósofo chino, Lyn Yutang:

"La función química del Humor es ésta: cambiar el carácter de nuestros pensamientos".

De esta manera, no sólo se relacionan las ciencias exactas con mi somera investigación, sino que se introduce un elemento budista, desde el punto de vista en el cual el budismo es también una ciencia que busca, tanto alcanzar la iluminación, como conocer de la mente humana.

Todo lo anterior conduce a otros tiempos y espacios de investigación que no son del propósito que ahora me ocupa. Así, mejor continuar con otros puntos necesarios.

ELEMENTOS Y FINALIDAD

Para seguir, la finalidad primordial del Humor es provocar la risa.

La risa es un comportamiento y expresión de exclusividad humana, con complejos y extensos significados que se manifiestan de innumerables formas, desde las saludables, como la carcajada extrovertida, la risa alegre, la sonrisa gozosa del placer anticipado o consumado, la sonrisa burlona y maliciosa que disuelve a los poderosos, hasta las risas enfermas, como la risa siniestra, ya citada antes, de los nihilistas, los anarquistas y, seguramente, los asesinos.

Queda pendiente responder a algunas de las preguntas clave: ¿Por qué el hombre es el único animal que ríe? ¿Qué es la risa? ¿Cómo se produce? ¿Cómo se provoca? ¿Qué efectos causa: interna y externamente? ¿Cuáles son sus significados?, etc.

Como dato erudito e innecesario, recuerdo el libro: La risa (1900), de Henri Bergson (1859-1941), que bien puede servir de lejano antecedente filosófico evolucionista, así las ciencias actuales ya lo hayan desvirtuado. Por supuesto, la bibliografía es mucho más amplia desde los griegos hasta hoy.

LA BURLA Y LA PICARDÍA

De los múltiples elementos primordiales del Humor que es necesario investigar, serían la burla y la picardía, los dos más próximos conocidos.

Por burla entiendo aquella habilidad humana que se ríe de la vanidad, la prepotencia y la maldad de los otros, y que, ocultando sus intensiones desenmacaradoras, logra a exponer, ridiculizándolas, la debilidad y Estupidez de los soberbios y poderosos, disolviendo sus máscaras hipócritas de falsa grandeza y poder.

Es necesario diferenciar esta burla que hace el Humor de aquella otra que pretende engañar con maldad o que se mofa del dolor o la desgracia ajena.

Familiar directo de la burla es la picardía, para cuya definición y comprensión remito a los interesados a estudiar la muy conocida picaresca española, en la cual y en los incontables estudios que sobre ella se han realizado, encontrarán los curiosos fuente inagotable de información y saludables risas.

EN FIN...

Saltando de tema en tema, habría que mencionar los géneros, los tonos, las formas, etc., que se le da al Humor, tales la sátira, la ironía, etc., pero pienso que sobre esos asuntos existe suficiente ilustración y a la que remito a los interesados.

De mi parte y para finalizar filosóficamente y al borde del abismo del absurdo camusiano, mi pretensión de proponer una Filosofía del Humor, concluyo citando la cita que André Breton (5) hace de Pierre Piobb (6):

"No hay nada, se ha dicho, que un humor inteligente no pueda resolver en carcajada, ni siquiera la nada... la risa, como una de las más fastuosas prodigalidades del hombre, y hasta los límites del desenfreno, está al borde de la nada, nos la ofrece como garantía".

NOTAS

(1) Roberto Calasso, Los cuarenta y nueve escalones, Anagrama, Barcelona, 1994 (410 p.), p. 345
(2) Michel Onfray, Cinismos. Retrato de los filósofos llamados perros, Paidós, Buenos Aires, 2005 (240 p.), p. 32
(3) Citado por M. Onfray: Goulet-Cazé, M. -O., L'Ascése cynique. Un commentaire de Diogéne Laërce, VI, 70-71, Vrin, pág. 22
(4) Peter Sloterdijk, Crítica de la razón cínica, Siruela, Madrid, 2003 (786 p.)
(5) André Breton, Antología del humor negro, Anagrama, Barcelona, 1966 (402 p.), p. 9
(6) Pierre Piobb, Les Mystéres des Dieux, Venus (Daragon, ed., 1909)

14 de agosto de 2006

LECTOR LUDI-33

La educación como sistema deshumanizador de los niños

- Los niños son niños y no pequeños adultos
- Los niños, materia prima para los molinos de la economía.

Por Iván Rodrigo García Palacios

Releo aquellos libros que en mi juventud leía desesperadamente buscando la sabiduría para enfrentar y resolver los pequeños grandes dilemas y angustias que me afectaban y me deprimían a mis catorce, quince, ... años, y me pregunto ¿por qué no podía pensar y actuar en ese entonces como ahora, inspirado por esas mismas palabras que todavía me parecen sabias o dañinas? ¿Cuáles son las diferencias que, comprendiendo, aceptando o rechazando, lo mismo ayer que hoy, mis sentimientos y actos sean tan distintos? ¿Es necesario recorrer todo el camino para poder ver, o es que algo estuvo mal entonces que nublaba el entendimiento? Y, ¿cuál será esa niebla que enceguece como para pensar en poder evitar que ese velo entorpezca la existencia de mi hijo?

De algo tiene que servir el haber leído tanto de tantas ciencias y tantas sabidurías, así como de preciarme de haber formado mis propias ideas y formas de entender la existencia y al mundo.

De todas maneras, por lo menos, la idea de que iguales riesgos enfrentaría la vida de mi hijo si lo sometía a las reglas del sistema, como si, como decidimos, le daríamos la oportunidad de desarrollarse en unas condiciones al margen, con la mínima exposición a las creencias, las ideologías y las supersticiones de la cultura, así como con la condición de explicárselo todo con el mayor sentido crítico.

Al fin y al cabo, en la confrontación de tantas lecturas e ideas contradictorias, pude sintetizar una especie de modelo, que sin privar a mi hijo, en lo posible, de nada de lo que ofrece la civilización, él pudiera tomar aquello en el gusto y orden que mejor le conviniera.

Como para empezar un catálogo, los cuentos y la introducción al Retrato de Dorian Gray, de Oscar Wilde, si se leen cuidadosamente, son una fuente de sabiduría sobre la mente original de los niños y la mejor forma de orientar y facilitar su desarrollo, así como a la filosofía que puede inspirar su vida mayor para defenderse de esa estupidez que Erasmo advierte, describe y critica en El Elogio.

Esas debieran ser las primeras lecturas críticas y obligatorias para aquellos padres que desean, muchas veces más con las mejores intenciones, para que sus hijos no tengan que pasar por los mismos infiernos que ellos. Debiera existir una educación obligatoria y gratuita para que los padres aprendan a ser buenos padres y, así, los niños sean y crezcan lo más felices que se pueda.

Porque, para desgracia de los niños, ellos son sólo niños para algunas cosas, o pequeños adultos, como siempre ha pretendido la ancestral cultura que ha institucionalizado el trauma que produce la "coraza psicológica" ("adormecimiento de emociones positivas e incluso adicción al dolor") que describiera W. Reich cuando se sublevó contra las mentiras y estupideces de S. Freud y las sectas psicoanalíticas que lo han perpetuado, negando, hasta hoy, la teoría de la seducción.

Las ideas de Wilde, como la de algunos otros pocos que habría que saber buscar en la literatura y las ciencias humanas, anteriores y posteriores, sientan el principio de que los niños son niños y que de ahí en adelante, ser lo que se es, en cada momento con sus circunstancias y condiciones, son la única manera para no ser condenado a la "caverna del mito platónico".

Pero, la estupidez es como la Hidra venenosa que por cada cabeza que se le corta, se reproducen siete... cada vez peores.

LA PERVERSIDAD EDUCATIVA

Para muestra, "un botón". Sin necesidad de hablar sobre los abusos y maltratos a que se somete a los niños, que de vez en cuando ponen de moda los medios de comunicación y sobre los que existe más que suficiente ilustración, se me ocurre pensar sobre la magnífica estupidez que el actual neo liberalismo económico heredó, transformó y disimuló, a partir del legado del viejo liberalismo: la explotación del trabajo infantil.

Claro, todavía muchos niños son masacrados, disimuladamente, en miles de formas denigrantes de trabajo y los sobrevivientes son explotados por el resto de sus existencias. Pero, esta explotación fue extendida a la casi totalidad de los niños del mundo aplicando, a costumbres ancestrales que parecían superados, los refinamientos de ideologías cada vez más subliminales.

En la antigüedad los niños eran iniciados, desde que nacían, para el destino que les correspondería: cazadores-guerreros, la mayor parte de las veces. Hoy, pareciera que esa predestinación hubiera sido abolida. Nada más falso, la mentira ha sido convertida en falsa verdad.

En uno de sus ensayos, el pensador francés, Michel Serres, explica la perversidad de que cada vez se inicie el proceso de escolarización de los niños a menor edad:

Mientras más temprano se inicien y terminen los estudios, más tiempo y energía laboral tendrán para ser explotados y, como ya la expectativa de vida es mayor, la edad de jubilación será más tardía. ¡La ecuación utilitaria perfecta!

Hace unos cincuenta años, en el caso colombiano, la edad a la que se autorizaba la iniciación escolar estaba establecida por la ley en los ocho años. Claro que, para esa época ya se estaba, disimuladamente, autorizando y poniendo de moda, enviar a los niños un par de años antes a lo que se denominaba el "Kinder", sin que todavía fuera obligatorio.

Lentamente, el sistema se fue acomodando a sus ambiciones, el "kinder" es obligatorio para poder iniciar la primaria y la edad establecida está entre los cuatro y los cinco años. Pero, la moda de hoy es que los niños, casi que sin cumplir el primer año de vida, ya son materia prima de salas cuna, guarderías y "prekinder".

Y, en el otro extremo, los estudios profesionales se especializaron, estratificaron y acotaron, de tal manera que con dos años se es tecnólogo y para profesionalizarse son necesarios otros dos y algunos más para especializarse. La educación se convirtió en mercancía de poca calidad y alto costo. Y, ello sin hablar, de la piratería educativa que es lo que llaman educación no formal.

Una operación aritmética sencilla permite deducir que si se inicia la primaria a los ocho años los nuevos profesionales estarían entrando al mercado laboral aproximadamente a los veinticuatro o veinticinco años (personas un poco más maduras), de acuerdo con el sistema educativo que establecía cinco años de primaria, seis de bachillerato y cinco de estudios profesionales, para luego continuar con las especializaciones.

En el nuevo sistema, la edad promedio de iniciación laboral es aproximadamente de veinte años. Carne tierna para los molinos de la economía. ¿Cuánta madurez se puede esperar de esos jóvenes? ¿Qué vida emocional les espera?

Una mirada alrededor es suficiente para comprender ese espectáculo dantesco en que vivimos: Niños y jóvenes madurados biches, como se estilaba decir.

¡Cuánta locura! ¡Cuánto dolor!... sin necesidad.

28 de julio de 2006

CUADERNO DE CITAS-16

Cómo Nicanor Tremebundo

se condenó al infierno de Dante

- El enamoramiento trae consigo el germen de su castigo

- El infierno de Paolo y Francesca di Rimini, los desdichados amantes de la Divina Comedia

Por Iván Rodrigo García Palacios

Cuando hace unos veintiséis años Nicanor Tremebundo creyó que había desvelado, por primera vez, los misterios del amor y el enamoramiento, contó, en su libro "El gran indiferente", lo siguiente, sin saber, en ese momento, que se estaba condenando a ser habitante de uno de los círculos del infierno dantesco:

"Cuando entendió la diferencia entre amor y enamoramiento y comprendió que esas ganas de morirse que le producía el segundo no eran de morirse de verdad, sino de morirse de placer, que, entre otras cosas, es lo más cerca que han estado de esclarecer la muerte las teorías de las nuevas ciencias y que, por el contrario, el amor apenas si le producía unos aburrimientos mortales, esos sí como para quitarle las ganas de vivir al más sibarita; descubrió que lo mejor que podía ocurrirle era verse poseído por el más crónico de los enamoramientos, para lo cual, con su manía de prevenirlo todo, elaboró un simple y sencillo plan en su ejecución, pero complejo y lleno de riqueza imaginativa en sus detalles, el cual, en resumidas palabras, consistía en irse con su enamorada a una playa solitaria, alejados del más mínimo contacto con otros humanos, a gozar hasta el agotamiento total de las fuerzas físicas y morir dichosos, o hasta el agotamiento de las potencias de ese estado naciente y tener que retornar de nuevo al mundo de la gente y volver a intentarlo" (1).

Y, como hace poco elaboré algunas reflexiones sobre las causas y consecuencias del amor y el enamoramiento, me encuentro ahora, al releer uno de los deliciosos libros del filósofo español y estadounidense, George Santayana (1863-1952), "Tres poetas filósofos: Lucrecio, Dante, Goethe" (2), con una cita (que compartiré con ustedes más adelante), en la cual explica, a partir de su análisis de la obra de Dante Alighieri (1265-1321), que esa fuerza poderosa y misteriosa del enamoramiento también contiene su propia potencia moral y que dentro de él ya está engendrado el germen del castigo al que serán condenado los dichosos amantes que, al subvertir, por necesidad, las leyes de la cordura, pagan, por obligación, el precio por su renovación y evolución humanas.

Aun cuando, como en todo lo que tiene que ver con el ser HUMANO, es necesario analizar, conjunta y separadamente, los aspectos biológicos y culturales, de los cuales el enamoramiento es una de sus manifestaciones.

Y, ahora que lo pienso bien, más intuitivo y anticipado fue Nicanor Tremebundo al planear su vida amorosa y que ahora me obliga a reflexionar sobre ese aspecto de la variedad y la monotonía del amor y el enamoramiento y sus repercusiones morales. En fin, ya habrá ocasión para ello.

Por el momento, los interesados en revisar mis anteriores reflexiones sobre el enamoramiento, los remito a los LECTOR LUDI-30 y 31, en mi weblog: lectorludi, cuya dirección incluyo en la nota remitente.

Así que, para abreviar, he aquí la cita de George Santayana:

CITA ÚNICA

"Un caso más sutil e interesante, bien que menos obvio, puede encontrarse en el castigo de Paolo y Francesca di Rimini. ¿Qué es lo que hace tan desdichados en el infierno a estos amantes? Están todavía juntos. ¿Puede constituir un castigo para los amantes el ser eternamente arrastrados por los vientos uno en brazos del otro? Es justamente lo que, de poder hablar, habría escogido su pasión. Es lo que la pasión busca y quisiera prolongar para siempre. La sentencia divina la ha tomado sólo de un modo literal. El destino mencionado es precisamente el que, en la bien conocida narración, desea Aucassin para sí mismo y para su amante Nicolette (*): no un cielo ganado mediante la renuncia, sino la posesión, aunque sea en el infierno, de lo que se ama e imagina. Y un gran poeta romántico, Alfred de Musset, ha echado en cara a Dante el no haber visto que el eterno destino que ha correspondido a Paolo y Francesca sería, no la ruina de su amor (**), sino su perfecto cumplimiento. Esto último parece ser muy cierto, pero ¿olvidó Dante esta verdad? Si así fuera, ¿qué instinto le guió en la elección para dichos amantes del mismo destino que ellos habrían escogido?

Hay gran diferencia entre los aprendices de la vida y los maestros. Aucassin y Alfred de Musset pertenecían a los aprendices; Dante era uno de los maestros. Podía experimentar tan profundamente como cualquier mozalbete o cualquier romántico los nuevos estímulos de la vida, pero había vivido estas cosas, conocía sus posibles e imposibles consecuencias, había visto su relación con respecto al resto de la naturaleza humana y a un ideal de paz y felicidad definitivas. Había descubierto la necesidad de decirse continuamente a sí mismo: debes renunciar. Y por esa razón no necesitaba para el infierno más adornos que los ideales y realizaciones literales de nuestras pequeñas pasiones absolutas. El alma poseída por alguna de estas pasiones tiene, sin embargo, otras esperanzas. El amor mismo sueña con algo más que con la mera posesión. Para concebir la felicidad, debe concebir una vida en un mundo variado, lleno de acontecimientos y actividades que constituyan entre los amantes vínculos nuevos e ideales. Pero el amor ilícito no puede alcanzar esta manifestación pública. Está condenado a la mera posesión; posesión en la oscuridad, sin un ambiente, sin un futuro. Es amor entre ruinas. Y es precisamente éste el tormento de Paolo y Francesca: amor entre las ruinas de ellos mismos y de todo lo que hubieran podido poseer para entregarse. Entrégate, nos diría Dante, entrégate completamente a un amor que no sea más que amor, y estarás ya en el infierno. Sólo un poeta inspirado podría ser tan penetrante moralista. Sólo un profundo moralista podría ser tan trágico poeta" (3).

(*) La narración Aucassin y Nicolette es una de las composiciones, mezcla de prosa y verso, llamadas "chante-fable, de un autor desconocido. Procede del siglo XVI y narra los amores entre Nicolette, cautiva comprada a los sarracenos, y Aucassin, hijo del conde Garin.

(**) Alfred de Musset, Poésies, Nouvelles, Souvenir:

"Dante, pourquoi dis-tu qu'il n'est pire misére

Qu'un souvenir hereux dans les jours de douleur?

Quel chagrin t'a dicté cette parole amére,

Cette offense au malheur?

... Ce blasphéme vanté ne vient pas de ton coeur.

Un souvenir hereux est peut-être sur terre

Plus vrai que le bonheur...

Et c'est ta Francoise, á ton ange de glorie,

Que tu pouvais donner ces mots á pronocer,

Elle qui s'interrompt, pour conter son historie,

D'un éternel baiser!"

NOTAS

(1) Iván Rodrigo García, Nicanor Tremebundo, el gran indiferente (novela inédita), Medellín, 1985

(2) George Santayana (1863-1952), Tres poetas filósofos: Lucrecio, Dante, Goethe, Tecnos, Madrid, 1995 (164 p)

(3) George Santayana, Tres poetas filósofos..., ps. 90 y 91

2 de julio de 2006

LECTOR LUDI-32

Tres reseñas para pasar el hartazgo de mundial


- Jaime Alberto Vélez, La baraja de Francisco Sañudo, El poeta invisible
- Estanislao Zuleta, Comentarios a Así hablaba Zaratustra, de Friedrich Nietzsche
- John R. Searle, La mente, una breve introducción


Por Iván Rodrigo García Palacios

Entre partido y partido, entre gol y gol, y para no involucrarme demasiado con todo ello, voy leyendo frases y párrafos de tres de las novedades bibliográficas de los últimos tiempos que me llamaron la atención y que pongo a la consideración de los LECTORES LUDI.

La primera, las dos novelas póstumas de Jaime Alberto Vélez, La baraja de Francisco Sañudo, El poeta invisible, que tratan de la poesía y los poetas de una manera breve y buena que los harán pensar sobre las estupideces que se comenten en nuestro medio en nombre de la poesía.

La segunda, un rescate de las conferencias de Estanislao Zuleta, Comentarios a Así hablaba Zaratustra, de Friedrich Nietzsche, como una invitación a leer y releer esa obra tan popular y célebre que ha impactado a tantos lectores en la juventud.

La tercera, sobre un asunto apasionante, de John R. Searle, La mente, una breve introducción, que ofrece a los lectores una sencilla pero profunda visión filosófica, sustentada en los últimos descubrimientos científicos, de los qué es la mente.

Además, para regresar a las reseñas, ese mi viejo oficio, que tenía abandonado.

PRIMERA RESEÑA

La baraja de Francisco Sañudo, El poeta invisible
Autor: Jaime Alberto Vélez
Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2005 (142 p.)

"Genio y figura...". Jaime Alberto Vélez fue, en vida, un ácido crítico de las miserias culturales e intelectuales de la sociedad colombiana, y para ser congruente, lo siguió siendo hasta después de muerto, con la publicación póstuma de estas dos breves novelas -aparentemente, parte de una trilogía o algo más- que, si bien, se inscriben en la moda editorial de la publicación postmorten de los textos que los escritores dejaron pendientes, por cualquiera sean las razones y que los expertos editores se encargan en convertir en productos comerciales, hasta el punto de que algunos de esos escritores publicaron más obras después de muertos que en vida, en el caso de Jaime Alberto Vélez se convierten en una excepción que confirma la regla y en una sátira a esa moda.

A diferencia de aquellos productos comerciales necrófagos, las dos novelas de Jaime Alberto Vélez estaban ya concluidas y a punto para su publicación al momento de su muerte, y la tercera, no.

La crítica y la sátira a ese mecanismo de mercadeo, es que Jaime Alberto Vélez dio orden de quemar todos sus papeles, tal y como lo cuenta Luis Fernando Macías en el prólogo, en un gesto que yo no creo tan kafkiano, sino de responsabilidad y congruencia, y que espero que sus herederos respeten y no caigan en la tentación aduladora de los lagartos carroñeros.

Advierto de antemano que en este tipo de casos, cada caso es típico, y así como se presentó la explotación comercial de los papeles de Hemingway, existen los casos en que sería un crimen de lesa humanidad no rescatarlos. Para mi gusto, dos ejemplos: el de los archivos de Fernando González, tan valiosos como sus obras publicadas, y el de la última novela (cinco en una) de Roberto Bolaño, 2666, que, sabiendo que iba a morir, la dejó casi lista como una herencia que asegurara el porvenir económico de su mujer y su hijo. El caso Kafka es tan kafkiano como su obra y ya cada cual pensará lo que le parezca.

Pero, mejor entremos en las novelas. Son un broche de oro para la obra de Jaime Alberto Vélez. Dos pequeñas obras maestras de su estilo en las que haciendo uso de la libertad, tanto del género como de individuo, novela en deliciosa receta sobre tres de los muchos temas sobre los que escribió: la superstición, el maestro y la poesía. Dos personajes en los que Jaime Alberto Vélez representa los seres críticos que lo habitaban.

Esto es lo que me hace pensar que no era una trilogía, sino algo más, lo que se proponía Jaime Alberto Vélez, quizás una serie de pequeñas novelas tematizadas que en conjunto reunieran todos los temas que le preocuparon.

La superstición es el tema de La baraja de Francisco Sañudo, a la vez que cuenta la historia de un maestro que quiere entregar lo mejor a sus alumnos, critica la superstición en que caen las gentes por temor, ignorancia y tantas otras causas ideológicas. Pero que, al mismo tiempo, sufre la paradoja de todos los asuntos sobre creencias, ideologías y fanatismos, que terminan por hacer víctimas y mártires a todos aquellos que los critican, cualquiera sean sus buenas intenciones.

Y es que, La baraja o cartilla de lectura, de Francisco Sañudo, por sus características, es usada por las gentes como una especie de I Chin, en el que su lectura o consulta al azar de los breves textos, sirve como motivo de interpretaciones relacionadas con las situaciones y circunstancias que afectan a quien lo hace y que parecieran asociarse con los eventos de su pasado, presente o futuro, o con la descripción de la naturaleza y comportamientos de las personas que lo rodean. En fin, un manual adivinatorio.

La novela esta dividida en tres partes. La primera, es así como una especie de biografía crítica de la vida y la obra del maestro Francisco Sañudo y de su baraja o cartilla de lectura.

La segunda, es la baraja o cartilla de lectura propiamente dicha, compuesta por 45 breves textos poéticos, que por los efectos de la reversibilidad e inversión defensiva de las ideologías y creencias, terminan por convertirse en instrumentos de lo que el maestro criticaba: la superstición y la adivinación con la que los pícaros explotan a los pobres de espíritu, que no serán propiamente dueños del cielo.

La tercera, corresponde a tres testimonios de personajes cercanos a la vida y la obra de Francisco Sañudo, a manera de catalizadores para la leyenda y la ficción.

En, la segunda novela, El poeta invisible, Jaime Alberto Vélez contrapone dos personajes de la poesía colombiana: el célebre Julio Flórez que con su sensiblera poesía infestó el gusto popular de finales del siglo XIX y comienzos del XX y que en algo perdura, para bien y para mal. Y el ficticio homónimo que jamás escribió un verso, pero que dejó su legado poético en los márgenes de los libros de la contaduría que fue su profesión, al preguntarse por aquellas palabras inexistentes para expresar estados, situaciones, circunstancias, etc. de la vida, que por sutiles o complejos, ni han sido creadas ni definidas.

Y, si se quiere, esos pequeños textos son breves poemas por sí mismos, algo así como haikus a la colombiana. Para muestra, un par de ejemplos al azar de los 131 que se incluyen en la novela:

"Gesto de sumisión del esclavo en presencia de su amo".

"Persona a la que se desea por largo tiempo en la oscuridad del corazón".

Este poeta invisible se convierte así en una crítica a la poesía y una postura ética y existencia del poeta. Otra de las preocupaciones del Jaime Alberto Vélez, poeta, narrador, ensayista y crítico.

Dos breves novelas deliciosas e inquietantes.

SEGUNDA RESEÑA

Comentarios a Así hablaba Zaratustra, de Friedrich Nietzsche
Autor: Estanislao Zuleta
Hombre Nuevo Editores, Medellín, 2006 (195 p.)

Viejo conocido de filosofías y lecturas críticas, Estanislao Zuleta es la réplica de sus maestros: Kant y Freud. Sus conferencias y textos se ciñen a la meticulosidad kantiana que todo asunto, por mínimo, es analizado hasta el último extremo y consecuencia. Y, a la libertina fantasía interpretativa freudiana que para cualquier situación indefinible o inexplicable, propone las más oropelezcas teorías o interpretaciones.

Gran lector y estudioso de la literatura y la filosofía, Estanislao Zuleta propuso un pensamiento y una forma de prensar originales sustentadas en sus lecturas y estudios. De ello dan cuenta, por ejemplo, sus conferencias, ya publicadas por Hombre Nuevo Editores, sobre "El Quijote" y "La montaña mágica", en las que tiene un significativo peso el bagaje psicoanalítico. O, sus obras críticas sobre el pensamiento de Marx y otros ensayos. En el caso de su visión sobre la filosofía alemana, la obra que se reseña constituye una muestra especial.

Los "Comentarios" son una magnífica muestra y oportunidad, por un lado, para conocer el estilo de Estanislao Zuleta y, por el otro, para entusiasmarse a una lectura condimentada y profunda de la famosa obra de Friedrich Nietzsche, "Así hablaba (o, habló) Zaratustra".

Del propio Estanislao Zuleta, lo que dice sobre ese libro de Friedrich Nietzsche:

"Aunque, por su estilo, "Zaratustra" ha hecho decir a muchos comentaristas que es una obra esencialmente poética, Heidegger demuestra en su libro "Qué significa pensar" que el "Zaratustra" es una obra filosófica perfectamente rigurosa, pero con un tipo de rigor que no corresponde a un "orden de razones" a la manera de Descartes, por ejemplo; no es un orden deductivo el de "Zaratustra", sino un orden que se da en la forma como los diferentes temas se encuentran articulados y se refieren unos a otros.

Esos temas son: la muerte de Dios y el nihilismo, el último hombre y el superhombre, la venganza y el eterno retorno y es teniendo en cuenta el conjunto, como se puede captar el hilo de cualquiera de los discursos".

Por mi parte y respetando el contenido filosófico de "Zaratustra", alguna vez propuse su lectura del aspecto poético de esa obra como un canto de amor desesperado al fracaso amoroso de Friedrich Nietzsche con la hermosa Lou Andreas Salomé. Entendiendo que Friedrich Nietzsche utilizaba su propia introspección psicológica como motivo y punto de partida, más que para su filosofía, para experimentar y reflexionar sobre sus trágicas experiencias existenciales, tal y como, por ejemplo, ya lo había hecho, antes de "Zaratustra", en "El origen de la tragedia", con su enamoramiento por Cósima Wagner y su decepción por Richard Wagner. O, en el más extraño y posiblemente apócrifo, "Mi hermana y yo".

De todas maneras, esta lectura filosófica de Estanislao Zuleta al "Zaratustra", es un buen complemento a la lectura literaria, que la mayoría de los LECTOR LUDI, alguna vez hicimos de las obras más populares de Friedrich Nietzsche.

Anotando que, ese aspecto literario de la obra de Friedrich Nietzsche, ya ha sido estudiado por excelentes críticos literarios, al mismo tiempo que se ha filosofado sobre el sentido de la literatura en su filosofía, sobre este último asunto, recomiendo el libro de Alexander Nehamas, "Nietzsche, la vida como literatura".

En fin, una buena lectura lleva a otra y a otra...

TERCERA RESEÑA

La mente, una breve introducción
Autor: John R. Searle
Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2006 (381 p.)

Por no sé cuáles motivos, mi vida de lector estuvo marcada por épocas y temas, sin que por ello, tampoco, me privara de lecturas desordenadas y al antojo del momento.

Orden y caos, como una fortuna o un fracaso, que si bien, por una parte, me libraba de los males de convertirme en un lector de pose académica y, por la otra, me impidió desarrollar un conocimiento más especializado. Pero no me quejo, me hizo ecléctico, me permitió explorar muchos territorios y me dio el placer de gozar de la variedad.

Esta introducción autobiográfica para reseñar un libro que filosofa sobre la mente y lo que, precisamente, me lleva a la pregunta: ¿Por qué nuestras existencias son como son?

Pues bien, en los últimos tiempos, entre mis asuntos de lectura, uno fundamental ha sido el de querer encontrar más y mejores respuestas a la pregunta mayor: ¿Qué nos hace humanos?, esa antigua pregunta que en la filosofía conduce a los misteriosos territorios de la metafísica, y que en los modernos estudios de las neurociencias, pareciera reducida a la actividad cerebral y un "algo más", todavía por conocer.

Hasta el momento, sólo había encontrado lecturas especializadas en uno u otro terreno, y poco, muy poco, lecturas en las que filosofía y neurociencias fueran tratadas de manera adecuada y armónica. Combinadas de tal manera que provocaran una verdadera filosofía de la mente. Ese placer se demoró hasta que me encontré con la novedad que ahora reseño, de un autor importante en el tema y con la admirable cualidad de exponer con sencillez y claridad estos complejos asuntos.

John R. Searle empieza por delimitar, con crítica claridad, el objeto de su investigación, estableciendo las debidas distancias y relaciones que liberan el estudio de la mente, propiamente dicha, por una parte, de las especulaciones filosóficas y teológicas que desde la antigüedad se han debatido en la búsqueda de un ente, material o espiritual, que llaman alma o "ese algo", que es como lo mismo y que, finalmente, pareciera sólo querer justificar e imponer la supremacía del humano en el universo.

Por la otra parte, aprovechar el conocimiento neurocientífico, cuyo propósito específico es el de estudiar los procesos cerebrales hasta las últimas consecuencias y que, todavía, se queda atónito ante "ese algo más" que es la mente y los estados mentales, en donde, se supone, por el momento, son o están la conciencia, la intencionalidad, la causación mental, el libre albedrío, la percepción y el yo.

En términos generales, los puntos que John R. Searle trata, son: una amplia visualización sobre las teorías, filosóficas y científicas, que han tratado sobre la mente y las funciones del cerebro. A partir de allí, una confrontación con el dualismo y el materialismo filosófico y científico que parte de la división mente-cuerpo. Y, finalmente, proponer su propia postura naturalista, tal y como lo resume al final de su libro:

"He completado la tarea que me propuse en el primer capítulo. Intenté presentar una descripción de la mente que situara los fenómenos mentales como parte del mundo natural. Nuestra presentación de la mente en todos sus aspectos -conciencia, intencionalidad, libre albedrío, causalidad mental, percepción, acción intencional, etc.- es naturalista en este sentido: en primer lugar, trata los fenómenos mentales como parte de la naturaleza" (p. 365).

9 de junio de 2006

LECTOR LUDI-31

La conexión evolutiva y cultural

del enamoramiento

- EL ENAMORAMIENTO: SEGUNDA PARTE

- ¿En qué momento empezamos a ser los humanos que hoy somos?

- Simbolizar: un proceso de miles de años de evolución cerebral y mental

- El enamoramiento: consecuencia de la extensión del celo y la erotización del sexo

Por Iván Rodrigo García Palacios

INTRODUCCIÓN

Uno de los misterios más fascinantes y difíciles de desvelar en la historia de la humanidad, ha sido el de determinar el momento, las condiciones y las circunstancias en los cuales el cerebro de los Homo empezó a simbolizar, a atribuirle símbolos a las sensaciones y, a partir de allí, a darle proyección a su existencia en el tiempo y en el espacio; a establecer nuevos sentidos y relaciones para sus sensaciones; a almacenar información en memorias asociativas que le permitían conservar y crear conocimientos y, en consecuencia, a crear nuevos mundos imaginarios y realizables, en fin, a ser consciente de tener conciencia y de poder expresarla. Ese fue el tiempo en el cual el Homo se transformó en Humano, el Humano que ha evolucionado hasta hoy.

Hasta ese momento, el cerebro del Homo sólo funcionaba como el del mamífero más avanzado en la evolución cerebral, por medio de procesos repetitivos que se transmitían de generación en generación y que, ocasionalmente, cada cientos de miles de años, evolucionaban para dar origen a un fenómeno biológico-cerebral que ampliaba la dinámica cotidiana mediante el desarrollo de una novedad tecnológica, al tiempo que elevaba las potencialidades y posibilidades de supervivencia y reproducción de individuos y hordas.

Como todo en la evolución, cada paso tiene una finalidad y nada es gratuito. Para transformar los organismos vivos, quita y pone de la materia prima disponible con el fin de adecuarla a las condiciones y circunstancias, favoreciendo aquellas habilidades necesarias para su supervivencia y su reproducción en los ambientes en que le corresponda vivir.

Así pues que, paralelamente con la evolución biológica y fisiológica del cerebro, que se desarrollaba a costa de otras partes del cuerpo, que se iban haciendo innecesarias, se aumentaba la capacidad cerebral y mental, necesarias para soportar el incremento, cada vez más complejo, de su actividad.

Tal es el caso de los grupos de Homo que por sus circunstancias y condiciones cambiaron sus dietas vegetales, que necesitaban un sistema gástrico grande para su digestión, y comenzaron a consumir alimentos cada vez más blandos, ricos en proteínas y nutrientes que, no requiriendo un gran sistema gástrico, permitió que las partes sobrantes de ese sistema se trasladaran a ampliar y mejorar el sistema nervioso u otras partes del cuerpo.

Esa complejidad cerebral y mental, soportada por ese sistema nervioso ampliado y mejorado, da pie para la aparición de los primeros intentos de ese simbolizar que le fue permitiendo la organización paulatina de los procesos cerebrales y mentales, hasta ir constituyendo e integrando funciones y áreas especializadas, dotadas con capacidad de memoria y relaciones simultáneas y paralelas que, a partir de las habilidades preexistentes, generó nuevas interpretaciones y manifestaciones de sí mismo y de la realidad.

Por ejemplo, los sonidos se fueron convirtiendo en lenguaje y música, la visión en imágenes virtuales recordables y modificables, e igual para las demás percepciones y sensaciones: olfato, tacto y sabores; dando origen a nuevas tecnologías e interpretaciones. La imaginación y el pensamiento inician así una actividad que todavía continúa evolucionando.

Por supuesto, igual que toda la evolución previa del Homo, la evolución del Humano ha sido lenta desde el momento en que comienza a simbolizar, hasta la vertiginosa rapidez de la actualidad. Con una mayor aceleración en los últimos 40.000 años, cuando, controlados los métodos para satisfacer muchas de las necesidades básicas, se empieza, como dijo el psicólogo estadounidense, Abraham Harold Maslow (1908-1970), a la satisfacción de las necesidades superiores o la autorrealización.

Pero, aclaro que para mí, tales necesidades superiores, a diferencia de las necesidades básicas, son generadas por la cultura y su satisfacción depende tanto de las adecuaciones biológicas y fisiológicas como de la ampliación de la capacidad mental, en una espiral sin final a la vista.

Llega, pues, el momento en el cual imaginación y pensamiento comienzan a abstraer y a conceptualizar, lo cual permite concebir el orden social, con su manejo del poder, que dan origen a la política y la religión.

Nacen las artes propiamente dichas que se convierten en los métodos y formas que le permiten a los humanos proyectar las condiciones de su existencia en el tiempo y en el espacio, así como el poder para manifestar y expresar todas aquellas cosas de las cuales todavía carece de elementos y formas concretas de explicación y a las que intenta dar una interpretación aceptable.

Y, a partir de las antiguas habilidades para fabricar herramientas y artefactos, empieza el desarrollo de la artesanía que derivaría en la industria y las ciencias que transforman, imitan, replican, controlan y destruyen la naturaleza.

De todas las posibilidades y potencialidades que el simbolizar le ha permitido desarrollar al ser humano que hoy es, la que ahora me interesa es: tratar de responder a las preguntas que alguna vez se me ocurrieron y que continúan inquietándome: ¿Cómo, a partir del sexo, se desarrolló la sexualidad? ¿Qué conexiones existen entre sexo, sexualidad, enamoramiento y amor?

PRIMERA PARTE

El sexo humano, como el de todos los seres vivos, asegura la reproducción y posibilita la evolución. En este sentido, el ser humano comparte con los seres vivos las mismas condiciones, con las diferencias correspondientes a cada una de las especies, las que, en términos generales, son ahora el resultado de millones de años de evolución, durante los cuales, la evolución ha experimentado hasta alcanzar los procesos sexuales que hoy caracterizan cada especie y que, vistos en conjunto, son variaciones y mezclas de una forma original de reproducción.

Si se mira comparativamente, el sexo humano comparte muchas de las características de otras especies animales y, en particular, ha desarrollado algunas características bio-sexuales propias y, como pienso, ha introducido algunas modificaciones culturales al mero comportamiento sexual reproductivo, con una finalidad social que, para la naturaleza humana, además de garantizar la reproducción evolutiva, satisfaga otras necesidades, estas ya de tipo cultural.

Por ello, me atrevo a pensar, que en algún momento de su evolución biológica y cultural, el Humano inventó la sexualidad a partir motivos, medios y finalidades que, como en todo en la evolución, se adecuó, se transformó, se acumuló o se desechó, de acuerdo a las circunstancias de cada época hasta obtener el estado actual que, como es de suponer, continuará evolucionando.

En primer lugar y para tratar de localizar ese momento, asumo y parto de la definición que José Antonio Marina ofrece de la sexualidad y que, de entrada me conecta con los temas anteriores:

"Llamo sexualidad al universo simbólico construido sobre una realidad biológica: el sexo" (1).

Esta definición me lleva a afirmar que para el Homo el sexo era simplemente sexo: la actividad reproductiva dirigida y controlada biológica y fisiológicamente, acorde con la evolución. Lo que me hace, a su vez, preguntarme, aunque difiera para otra ocasión el intentar una respuesta, ¿cómo serían las relaciones entre los humanos sin la sexualidad? Un asunto nada extraño, dadas las actuales formas de relación sexual y, lo más dramático, ante la posibilidad de reproducción artificial y controlada, con las consiguientes implicaciones morales, sociales, políticas, biológicas, en fin...

Regresando al tema, de todas las características que determinan el sexo en los seres vivos, probablemente, las más evidentemente perceptibles a todos los niveles, son las de celo, apareamiento, embarazo, nacimiento y crianza, las cuales, además de sus condicionamientos biológicos, son las de más factible de control cultural.

Se puede, entonces, pensar que en el momento en el cual el Humano empezó a simbolizar, una de las actividades que fue necesario simbolizar, para la conformación de los grupos o comunidades, fue la del sexo, como principio fundamental de las finalidades de sobrevivir y reproducirse.

Así pues que, una vez lograda la asociación de grupos de humanos, estos simbolizan las actividades que conducen a la seguridad y la sobrevivencia del grupo: liderazgo, político y religioso, recolección de alimentos y, especialmente, la reproducción.

La reproducción, como lo plantea Peter Sloterdijk, es una de las actividades que, básicamente, define la naturaleza misma del grupo:

"Las hordas son grupos de seres humanos criadores de seres humanos, que conceden a sus descendientes, a través de enormes distancias temporales, cualidades cada vez más desmedidas de lujo" (2).

Igualmente, Peter Sloterdijk, describe la naturaleza de la horda en su contexto psicosocial:

"A fin de presentar los essentials de la comunidad arcaica, sería útil tener a la vista algunas de las propiedades, de enriquecedoras consecuencias, de la originaria vida de las hordas. Lo mejor es imaginarse a las antiguas hordas como una especie de islas flotantes, que avanzan lentamente, de modo espontáneo, por los ríos de la vieja naturaleza. Se separan del medio exterior por la revolucionaria evolución de las técnicas de distanciamiento -sobre todo por la novedosa sincronía de huida y contraataque- y están sujetas desde su interior por un efecto invernadero emocional, que amalgama a los miembros de la horda -a través del ritmo, la música, los rituales, el espíritu de rivalidad, los beneficios de la vigilancia y el lenguaje- en una especie de institución psicosocial total. Estos grupos pueden denominarse islas sociales, pues, de hecho, han sido extraídos de su entorno como esferas que estuvieran animadas, rodeadas por un invisible cerco de distanciamiento, que mantiene alejada de los cuerpos humanos la opresión de la vieja naturaleza; con su protección, el Homo Sapiens puede convertirse en un ser que, de cara al exterior, evita el conflicto y, hacia el interior, alcanza el lujo" (3).

Esas condiciones y circunstancias, palabras más palabras menos, similares a los ámbitos que habita, física y psicológicamente, el Humano actual, son las mismas que permitirían - ¿obligarían?- el establecimiento de regulaciones específicas para la actividad sexual, con las consecuencias biológicas y culturales que determinarán la vida sexual, amorosa y social de los humanos en los miles de años transcurridos desde entonces.

En lugar destacado debe considerarse, entre otros, el control de la reproducción, por su importancia para la supervivencia y adecuación evolutiva biológica y cultural. Este asunto, junto con todos aquellos relacionados, ha sido estudiado por los antropólogos desde muy diversos puntos de vista y a ellos remito a los interesados.

Entonces, ¿cuáles serían las acciones que conducirían a desarrollar la sexualidad como reguladora, a partir de la mera actividad sexual? Y, ¿que tiene que ver con el enamoramiento?

SEGUNDA PARTE

El ser humano comparte las características sexuales del resto de los seres vivos de variada y diversa forma, y se diferencia por aquellas que le son propias. Las que me interesan ahora, son el celo, el apareamiento, el embarazo y la crianza, comunes a todas las especies, pero, igualmente, con manifestaciones propias en cada una de ellas.

En tiempos del Homo, la actividad sexual estaba regulada por la biología y la fisiología y, quizás, por las mínimas regulaciones de las condiciones sociales propias de la especie. Así pues que, sólo en el momento de trasformarse en Humano, esa actividad comenzó a ser alterada en función de las nuevas formas de comportamiento y las necesidades correspondientes. Por supuesto, todo ello a partir de lo ya existente.

El cambio más notable de la conducta sexual del Humano, resultante de la intervención simbolizadora o cultural, es el de haber extendido la receptividad sexual o celo femenino a todo tiempo, con variaciones de intensidad. Ello, sin que se suspendieran o apenas se modificaran, las condiciones biológicas y fisiológicas, de periodicidad y señales de atracción y selección, con las salvedades que mostraré para estas dos últimas.

Fue en la atracción y en la selección donde la cultura debió iniciar su más determinante intervención, al agregar, a las simples manifestaciones biológicas y fisiológicas, elementos inventados, tales como la intensificación u ocultamiento de los olores; cambios en la modulación de los sonidos; alteraciones de la presentación corporal para agregar nuevas sensaciones táctiles y visuales; ampliación de los repertorios gestuales de provocación, aceptación y rechazo. En fin, la transformación del cuerpo en un medio de expresión simbólica, esa necesidad de expresarse como más que humano lo humano. Había nacido Eros para el sexo y para el arte.

Pero, simultáneamente, y a partir de la natural característica humana a formar parejas de mayor permanencia, especialmente para proteger el embarazo y la crianza, también se establecieron regulaciones culturales y sociales que condicionaban las formas por las cuales debía realizarse el apareamiento, la formación de parejas y la permanencia de estas. Había nacido la sexualidad.

TERCERA PARTE

De Eros y sexualidad se origina el enamoramiento.

En primer lugar, bien se sabe que el celo produce transformaciones físicas y de comportamiento en los seres vivos, transformaciones que se extienden más allá de su duración y del apareamiento, con el evidente resultado de que, tras un intenso período de celo, se produce una mayor maduración sexual, física, psicológica, emocional, etc., de los individuos, la cual los mejora, más que para la propia reproducción, para afrontar con mayor éxito los períodos de embarazo y crianza.

Y, en segundo lugar, como ya se dijo, las parejas humanas tienden a extender el período de su unión para proteger el embarazo y la crianza.

Pues bien y de alguna manera, que no se me ocurre cómo explicar (todavía), pienso que, como consecuencia de la extensión del período del celo femenino, la erotización de la actividad sexual y la regulación de la sexualidad, se generaron los cambios mentales necesarios para que se produjera el Estado Naciente, que define Francesco Alberoni (4) y que conduce al posterior estado de Amor que, una vez concluido el enamoramiento, mantiene unida la pareja por extensos períodos y los convierte en mejores seres humanos.

Como quien dice, el enamoramiento, como yo lo pienso, no es ya el dañino y loco estado al que lo ha condenado el "pensamiento políticamente correcto", sino un elemento que la evolución nos ha legado para protegernos de nosotros mismos.

NOTAS

(1) José Antonio Marina, El rompecabezas de la sexualidad, Anagrama, Barcelona, 2002 (312 p.), p. 31

(2) Peter Sloterdijk, En el mismo barco, Siruela, Madrid, 1994 (103 p.), p. 27

(3) Peter Sloterdijk, En el mismo barco..., ps. 25 y 26

(4) Francesco Alberoni..., ya citado en LECTOR LUDI-30

Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, charlando entre amigos sobre la y algunas novelas del siglo XIX

Lectura en grupo. https://elpais.com/elpais/2014/12/12/album/1418422523_273005.html Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, ch...