Las imposturas de Freud (2a. parte)
Iván Rodrigo García Palacios
Iván Rodrigo García Palacios
- Génesis del PROYECTO DE PSICOLOGÍA (1895-1950) (1).
La inspiración, motivación e intenciones de las obras de los hombres no siempre se corresponden con la bondad o la perversidad de sus resultados. Es la naturaleza del hombre: bestia, ángel y demonio. Las grandes obras de los hombres son superiores a él y a sus intenciones: frutos de la carne que "el furor" del espíritu trasforma en paraísos o en infiernos.
Por ejemplo, Nietzsche, en 1883, despechado por su enamoramiento y el rechazo de Lou Andreas Salome, escribió Así habló Zaratustra, una de las obras más conocidas de la literatura y la filosofía. O Thomas Mann que escribió sus novelas y relatos impulsado por sus ambiciones y atormentado por sus preferencias emocionales, sexuales. O Fiódor Mijáilovich Dostoievski que escribió sus grandes novelas agobiado por sus profundas crisis existenciales y fisiológicas. O que Franz Kafka expresó en sus relatos y novelas su compleja naturaleza emocional. O que todos ellos y muchos otros más, produjeron algunas de las obras más importantes de la historia universal de la filosofía, la literatura y la ciencia, de los siglos XIX y XX.
En fin, son múltiples los ejemplos de grandes obras o inmensas acciones humanas que pueden consultarse en la historia de la política, las religiones, las ciencias, las artes, etc., en las que la naturaleza y el espíritu humanos se expresan de manera visceral, pero en los que siempre es necesario distinguir que una cosa es la naturaleza del hombre y que otra es la de sus obras.
Sigmund Freud (1856-1939), es uno de esos ejemplos. Muchas de sus obras las produjo en respuesta a algunos de los fracasos de su desmedida ambición, en medio de crisis existenciales y hasta afectado en su salud. Obras cuyos fundamentos están siendo denunciados, cuyo impacto fue indiscutible, pero cuyas consecuencias han sido desastrosas.
Una de esas obras, la que él mismo ni aceptó ni rechazó, pero ocultó, fue aquella en la que soportó gran parte de sus ideas y de las obras que escribió posteriormente: PROYECTO DE PSICOLOGÍA (1895-1950), un escrito extraño y diferente a todos los demás de su extensa obra escrita y el cual permaneció inédito y casi oculto hasta 1950. La historia de la escritura y la posterior publicación del Proyecto la cuenta James Strachey en su introducción a las obras completas de Freud, ya citadas atrás.
Mi interés no es analizar el contenido y consecuencias de ese escrito, lo que dejo a los "doctores de la santa madre iglesia psicoanalítica", así como a sus detractores.
Mi gusto por estas exploraciones en las obras de los hombres se explica por el gozo de formular hipótesis descabelladas sobre los motivos y las materias que, hipotética, deductiva, inductiva y abductivamente (2), pudieron intervenir en su concepción, gestación y nacimiento, es decir, tratar de responderme a las preguntas: ¿cuándo, cómo y porqué?, alguien emprende y realiza una obra que resulta ser mejor o peor que él mismo como ser humano o, simplemente, expresar lo que cada cual es.
El Proyecto de psicología (1895-1950), fue escrito durante lo que Freud llamó: "esplendido aislamiento" de 1895, cuando en medio de las situaciones críticas en su vida personal y profesional, creyó poder "brindar una psicología de ciencia natural" que acallara las críticas sobre la carencia de fundamentos científicos de sus propuestas y el rechazo de que eran objeto, al igual que a él mismo y a su desempeño profesional:
"El propósito de este proyecto es brindar una psicología de ciencia natural, a saber, presentar procesos psíquicos como estados cuantitativamente comandados de unas partes materiales comprobables, y hacerlo de modo que esos procesos se vuelvan intuibles y exentos de contradicción" (Sigmund Freud, Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey, Volumen 1 (1886-99). Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud, Proyecto de psicología. (1950 [1895]).
Fue desde el 27 de abril de 1895 y a un febril ritmo, cuando, por dos o tres semanas, Freud escribió ese extraño texto que dejó inconcluso, pero sobre cuyo asunto continúo obsesionado, tal y como lo muestra su correspondencia con Fliess, hasta el primero de enero de 1896, unos meses antes de pronunciar la conferencia del 21 de abril de 1896 y luego de publicar el artículo sobre la Etiología de la histeria, cuyo frío recibimiento por parte de la sociedad científica, lo obligo a cambiar su enfoque del análisis psicológico. En consecuencia, con ello determinó el resto de su destino y obras, algo que, como lo han demostrado sus críticos, se correspondía con su compleja naturaleza humana.
Analizar buena parte de lo existencial y biográfico que de Freud se conjugó en ese momento, es indispensable para tratar de desentrañar las respuestas a mis preguntas y descubrir las fuentes que inspiraron y motivaron a Freud para la escritura de su Proyecto de psicología (1895-1950).
Mis hipótesis descabelladas se proponen mostrar las circunstancias y condiciones que impulsaron a Freud a escribir ese texto, su propósito, los antecedentes, las influencias y las fuentes sobre las que se apoyó, tanto que él las hubiera reconocido, ocultado, negado o, por otra parte, las que se puedan deducir o abducir de la lectura de sus obras y de su biografía. Sobre algunas de esas fuentes ya escribí en el texto anterior.
En ese contexto, me propongo analizar lo siguiente:
En primer lugar, esa escritura se corresponde al momento de la gran crisis en la existencia, personal y profesional, de Freud, una crisis que, como las que con anterioridad o posteridad y en diferentes circunstancias e intensidades, se le presentaron y lo afectaron a lo largo de su existencia, lo impulsaron a ejecutar acciones y obras significativas en su biografía, así como a tomar decisiones que determinaron su destino, para bien o para mal.
En segundo lugar, Freud produjo la mayor parte de sus obras y ejecutó muchas de sus decisiones en respuesta a situaciones en las cuales fue controvertido y carecía de los fundamentos necesarios para responder a las críticas.
En tercer lugar, como la mayor parte de las personas, Freud buscaba reproducir, reinstaurar o retornar a aquellos elementos, sensaciones y condiciones de sus pasados éxitos y así reponerse de los sufrimientos, ansiedades y angustias que le producían sus fracasos y controversias.
En cuarto lugar, los antecedentes juveniles marcaron profundamente su capacidad de desempeño personal y profesional, así como también lo dotaron de una amplia y asistemática formación intelectual a la que recurriría, como a una fuente entre luminosa y oculta, para resolver sus crisis, más evidentemente, sus crisis profesionales y emocionales.
Sucintamente voy a tratar de exponer estos cuatro puntos, los cuales y por su naturaleza, se conectan y relacionan entre sí.
Pero antes, una explicación. Las situaciones emocionalmente críticas tienen el poder de desbarajustar la existencia de algunas personas y hacerlas tomar decisiones y ejecutar acciones desesperadas, extremas y descontextuadas que, en casos excepcionales, producen resultados inesperados pero significativos, tal y como lo fueron las crisis existenciales de Freud, tanto las anteriores como las posteriores a 1895.
Como bien se sabe, Freud fue un maestro a la hora de ocultar, censurar o transformar la historia de los eventos de su pasado, con la deliberada intención de acomodar su biografía personal y profesional a su conveniencia.
Si bien, a principios de 1885, Freud destruyó su archivo personal y que, por mucho tiempo fue difícil tener información adecuada sobre su juventud, esa situación ha sido superada al encontrarse otras fuentes.
Pero esa no fue la única vez Freud tratara de manipular su historia pasada, lo que haría hasta después de muerto. Esa situación se repetiría a principios del nuevo siglo XX o, de manera diferente, como cuando vendiera parte de su biblioteca a libreros de libros usados y destruyera parte de sus archivos antes de irse a Inglaterra huyendo del nazismo en 1938 y como, a su imagen y semejanza, sus herederos manipularon sus archivos de tal manera que él mismo lo hubiera aplaudido.
Ahora sí, retomo la historia:
1. La crisis existencial y profesional que afectaba a Freud en 1895 está determinada por las siguientes causas y antecedentes:
Los primeros eventos, aparentemente insignificantes, que marcaron el destino de Freud, se sucedieron entre 1872 y 1873. Una primera crisis que determinará el genio y figura del futuro de Freud:
Primero: Le sucede su primer y juvenil enamoramiento por Gisela Flüss, aparentemente frustrado, cuando la realidad apunta a que fuera hacia la madre de la joven con quien Freud mantuvo una platónica relación. La influencia de este evento afecta al que sigue, Freud siempre taimado, disimuló y enmascaró sus verdaderos intereses, al igual que sus intenciones.
Segundo: Al momento de prepararse para enfrentar su evaluación para optar a los estudios universitarios, Freud había elegido estudiar leyes, pero cambia su decisión y decide estudiar medicina, según él, a raíz de haber escuchado, a principios de 1873, la lectura de algunos fragmentos de Sobre la naturaleza, obra atribuida a Goethe, lo cual lo impulsó a dedicar sus esfuerzos al estudio de las ciencias. Son, esa lectura y su decisión, las que marcaron su destino, como mostraré más adelante.
Tercero: En uno de los resultados de los exámenes de evaluación fue destacado el hecho de ser un muy buen escritor y buen manejador del lenguaje y del estilo, asunto de lo que se mostró, vanidósamente, orgulloso y lo que incidió, en mi concepto, en su comportamiento futuro, porque, como se sabe, Freud se sentía fastidiado por las actividades de laboratorio y por el contacto con los enfermos. Él prefería lo que finalmente hizo mejor: escuchar historias y escribir teorías en la comodidad de su consultorio.
Hay que destacar la admiración temprana de Freud por Goethe y su dedicación a la literatura, como que leía a los clásicos en griego y latín y hasta a Don Quijote en español. Bien reconocida es la habilidad de su memoria y su amplia, aunque no profunda ni sistemática, cultura filosófica y literaria.
La segunda gran crisis que quiero destacar corresponde a 1885/86, momento que marca su cambio de dirección hacia el estudio y curación de las enfermedades mentales, dado el interés que le habían despertado sus trabajos de neurología y que lo llevarían a París a estudiar con Jean Martin Charcot.
Lo que debo destacar de esta crisis es el hecho de su enamoramiento por Martha Bernays y las dificultades que enfrentaba con la familia de ella, la que no lo aceptaba por considerar que no era un buen partido, asunto que Freud promete resolver al regresar a Viena ya convertido en un Fausto goethiano capaz de curar todas las enfermedades mentales incurables y decidido a casarse con ella. Así lo profetiza en su carta de mediados de 1885 a Martha, en la que le anuncia su beca y de lo que pronto será capaz lograr:
"¡Será maravilloso! Llegaré bien provisto de dinero, estaré bastante tiempo contigo, te llevaré un regalo hermoso, me trasladaré después a París, me convertiré en un gran científico, volveré a Viena rodeado de un halo grande, enorme, no tardaremos en casarnos, curaré todas las enfermedades nerviosas incurables, conservaré mi salud gracias a ti y te besaré hasta que estés fuerte, alegre y feliz" (Freud-Martha Bernays, 20 de julio de 1885, Letters, p. 166, 154. Citada por Ronald W. Clark, Freud. El hombre y su causa, Planeta, Barcelona, 1985, p. 44).
Los diez años siguientes son historia es bien conocida.
Salto hasta la crisis de 1895, la que determina la escritura del PROYECTO DE PSICOLOGÍA (1895-1950). Crisis que fue causada por variados factores:
Primero: Freud se había quedado aislado con su familia y sin amigos, pues no sólo había roto su relación con Josef Breuber, tras el fracaso y mentiras de sus Estudios sobre la histeria, sino que los demás colegas se habían distanciado a causa de la postura de Freud con relación a la incidencia sexual y el tratamiento de la histeria y la neurosis, asuntos que rechazaba no sólo la comunidad científica sino también la sociedad vienesa.
Segundo: la amenaza de una afección cardiaca que se había manifestado en 1893, que lo mantenía atemorizado, así como que también lo angustiaba la prohibición de fumar que le había impuesto Fliess. Además, la situación de sus finanzas como la de su éxito profesional era variables, asuntos que lo angustiaban aún más.
Tercero: Es necesario anotar las crecientes inquietudes sociales y políticas, así como el impacto de las nuevas tendencias y descubrimientos en las ciencias y las artes que transformaban violenta y rápidamente el ámbito europeo de finales del siglo XIX, en especial, la confrontación entre el materialismo científico que desvelaba, a pasos agigantados, la naturaleza del hombre y del universo, contra el idealismo platónico cristianizado, sus metafísicas y teologías, las que se resistían, manteniendo las creencias sobre la existencia de un alma como principio y fin de la vida y de un cuerpo en el que se sucedían los fenómenos vitales: el dualismo cartesiano.
En el campo específico de la psicología y en los asuntos que Freud se proponía desvelar, los sucesos habían sido notables como lo apunta la biografía de Freud que escribió Ronald W. Clark:
"El primer Congreso Internacional de Psicología se había celebrado en París en 1889. En 1890 aparecieron Los principios de la psicología, de William James y, con importancia para el futuro de Freud, La rama dorada, de J. G. Frazer, con sus hondas exploraciones en el nacimiento y la evolución de las instituciones. Un par de años después, Henry Havelock Ellis, un inglés desconocido, trabajaba en Hombre y mujer, popular anticipación de sus macizos Estudios sobre la psicología del sexo" (Ronald W. Clark, Freud. El hombre y su causa, Planeta, Barcelona, 1985, p. 83).
Cuarto: Freud carecía, en ese momento de 1895, de cualquier teoría o material importante sobre los cuales trabajar, salvo su grata experiencia con Ernst Brücke y su experiencia parisina con Charcot, así como la lectura y traducción de las obras de este, base de su "socialmente incorrecta" teoría de la seducción; a lo que hay que agregar: los restos de su experiencias, fracasos y conflictos con Breuber; las observaciones y fracasos con sus pacientes histéricas; la problemática postura frente a la sexualidad y, por supuesto, la memoria de su pasado trabajo científico y filosófico. Y, por supuesto, el bagaje de lecturas literarias, filosóficas y científicas, de estas últimas, las ya mostradas antes: Spinoza, Schopenhauer, Nietzsche, Carl Gustav Carus, Eduard von Hartmann, Pierre Janet, etc.
En estas circunstancias, Freud tomaría sus siguientes decisiones extremas, tal y como lo manifiesta en su correspondencia de esa época con Wilhelm Fliess: escribir, primero, el Proyecto de psicología y, un poco después, La Etiología de la histeria.
La historia y las consecuencias de la Etiología de la histeria, así como la formulación de la Teoría de la seducción, han sido suficientemente estudiadas y criticadas. Lo que sigue siendo un misterio es la escritura del PROYECTO DE PSICOLOGÍA (1895-1950).
Sobre ese Proyecto, escribe Ronald W. Clark:
"Más avanzado el año (después de julio de 1895), escribió en pocas semanas un elegante artículo en el que intentó describir los procesos psíquicos en términos de fuerzas mensurables, intento en que faltó poco para que esbozase la teoría de las neuronas, que Wilhelm von Waldeyer presentó al año siguiente, y describiera el sistema nervioso en término de neuronas, nombre dado a las células nerviosas individuales y sus prolongaciones" (Ronald W. Clark, Freud. El hombre y su causa, Planeta, Barcelona, 1985, p. 84).
De aquí en adelante empiezo a formular mi hipótesis descabellada sobre la concepción, gestación y nacimiento del PROYECTO DE PSICOLOGÍA (1895-1950).
Para empezar en algún punto, me hago las siguientes preguntas: ¿De dónde nace este texto? ¿Por qué Freud no lo destruyó junto con aquellos de su fracaso y rechazo de la Teoría de la seducción a principios del siglo XX?
Es necesario reconocer los siguientes puntos:
Primero: El Proyecto es el único texto en el cual Freud propone los rudimentos de una teoría unificada, biológica y metafísica, por una parte, de los fenómenos mentales a partir de la naturaleza de las neuronas, de acuerdo con los descubrimientos científicos de ese momento y, por la otra, de una metafísica del ánima humana como objeto de trabajo científico psicológico.
Segundo: En el Proyecto, Freud logró sintetizar lo más importante de su experiencia y formación pasada e intuir la arquitectura de lo que sería su sistema y el resto de su obra.
Aquí es necesario remontar la historia hasta un posible origen:
¿Podría localizarse tal origen en aquel momento en el cual Freud escucha las supuestas palabras de Goethe, que es el mismo en el que se produce el nacimiento de ese Fausto goethiano, ese en el que se convierte Freud bajo el influjo del clásico alemán y el que, con su visión del mundo y su escritura, determinaran el destino y sembrarán la semilla que germinaría, por única vez, en el Proyecto?
Hipótesis descabellada que se sustenta en la persistente presencia de Goethe y sus obras, en Freud. Un Goethe de quien hace referencias directas o veladas en sus obras a lo largo de su vida, como aquella del Fausto con la que condena el descuido de Josef Breuber al ignorar el motivo sexual en su trabajo conjunto sobre la histeria, como lo anota Han Israëls, sobre una carta de Freud, fechada en 1932:
"En ese momento tuvo en las manos la llave que le hubiera abierto el camino hacia las madres (referencia al Fausto de Goethe, segunda parte, versos 6263-6264), pero la dejo caer" (Han Israëls, El caso Freud. Histeria y cocaína, Turner/Fondo de Cultura Económica, Madrid, 2002, p. 207).
Pero ese es un Fausto contrapuesto a un Hamlet, con el que también Freud se identifica en notorias ocasiones. ¿Indicios que desvelan su compleja, escindida y contradictoria naturaleza?
Luego de aquella primitiva iluminación goethiana, Freud sufre otras y variadas influencias:
Por una parte, la de sus lecturas y estudios de la literatura clásica y moderna, así como de las filosofías clásicas y modernas, lo que ya le había proporcionado algunos éxitos en sus estudios y que le aportarían buenos elementos para sus estudios y obras posteriores.
De estas influencias, algunas son reconocidas abiertamente por Freud, pero otras, las ocultará por razones de conveniencia y sólo es posible encontrarlas en cuidadosa búsqueda de referencias y conexiones.
Véase algunos casos:
Así como Platón, en el siglo IV a. C., pretendió destruir el materialismo hedonista de sus inmediatos predecesores, a los que contrapone su teoría de las ideas o las formas. Platón casi lo logra, pero con la complicidad del cristianismo. Por su parte, Freud, en 1895, pretendió revertir ese idealismo buscando una teoría unificada que sin negar el alma platónica ni el dualismo cartesiano, le permitiera a su ciencia ingresar en los misteriosos terrenos de la mente y el cerebro.
Por ejemplo, debe ser significativo que así como las almas platónicas están investidas de "reminiscencias", "nociones previas" y "reflejo", Freud dotara a sus neuronas de una "investidura" que puede ser tanto metafísica como psicológica, al igual que de "reflejos" y "nociones".
Esto escribió Platón:
"Si uno recuerda [anamnesthenai] algo, fuerza es que tenga de algún modo una noción previa de ello.
Cierto- dijo.
También aceptaremos que una noción -siempre y cuando se produzca en estas condiciones- es una reminiscencia [anámnesis]" (Fedón, 73c).
Por su parte, esto escribió Freud en la Segunda proposición principal: la teoría de las neuronas, combinada con una teoría de "Qη " o cantidad, al describir a las neuronas dotadas de una "investidura" mediante la cual se determina y regulan sus funciones y que parece ser el elemento fundamental que sirve a Freud para explicar todos los procesos nerviosos y mentales:
"La idea de combinar con esta teoría de "Qη" la noción sobre las neuronas, tal como nos la proporciona la moderna histología, es un segundo pilar de esta doctrina. Contenido rector de ese nuevo discernimiento es que el sistema de neuronas se compone de neuronas distintas, de idéntica arquitectura, que están en contacto por mediación de una masa ajena, que terminan unas en otras como en partes de tejido ajeno; y en ellas están prefiguradas ciertas orientaciones de conducción, pues con prolongaciones celulares reciben, y con cilindros-eje libran. A esto se suma, además, la abundante ramificación con diversidad de calibre.
Si uno combina este cuadro de las neuronas con la concepción de la teoría de "Qη", obtiene la representación de una neurona (N) "investida" {besetzt} que está llena con cierta "Qη", y otras veces puede estar vacía". (Proyecto de psicología).
Más adelante, agrega:
“[...] existen neuronas pasaderas {durchlässig} (que no operan ninguna resistencia y no retienen nada), que sirven a la percepción, y neuronas no pasaderas (aquejadas de resistencia y retenedoras de "Qη"), que son portadoras de la memoria y probablemente también de los procesos psíquicos en general" (Proyecto de psicología).
Ahora y ya en otro ámbito cultural y por extraña similitud, el "Q" y el "Qη", esos signos alfabéticos que Freud apenas define como cantidad, parecen tomados de los signos y conceptos del "Qì" o "Kì": "flujo vital de energía" de la cultura china, el mismo que se extiende a otras culturas del Oriente lejano: taoismo, budismo, zen y yoga. Y el mismo que también es asimilado y ampliamente divulgado en Europa por el mesmerismo en la segunda mitad del siglo XIX. Asuntos en los que Freud debió interesarse de manera particular.
Para explicar esa similitud, véase lo que se entiende por "Qì" o "Kì":
En la cultura china tradicional el "Qì" (chino simplificado: 气, chino tradicional: 氣, pinyin: "Qì", literalmente ‘aire, aliento, disposición de ánimo’, pronunciado "chi" [tɕʰi˥˩] en mandarín estándar) es un principio activo que forma parte de todo ser vivo y que se podría traducir como "fujo vital de energía".
El término está extendido también en otros países de Extremo Oriente como Japón y Corea. Es similar a conceptos occidentales como energeia, magnetismo animal, élan vital o energía vital (vitalismo).
De acuerdo a la medicina tradicional china, el "Kì" es una energía que fluye continuamente por la Naturaleza, y la interrupción de su libre flujo en el cuerpo es la base de los trastornos físicos y psicológicos. Tiene su origen en el Plasma, el cuarto estado de la materia. Representa el potencial funcional de los órganos. Es el agente primordial de la alquimia china. Es responsable de la circulación de la sangre, controla la termorregulación del organismo, tiene una función inmunitaria y otra de contención, además de un potencial metabólico.
Los practicantes de ciertas disciplinas afirman que el ser humano puede controlar y utilizar esta energía, a través de diversas técnicas, acrecentándola, acumulándola y distribuyéndola por todo el cuerpo o usarla en forma concentrada, como en el Tàijíquán, el Daitō-ryū aiki-jutsu, el Aikidō y otras artes marciales. Otros afirman poder curar cierto número de enfermedades y otros efectos liberando el libre flujo del "Kì" por el cuerpo humano. Éste es el caso de medicinas alternativas como el reiki, la acupuntura la digitopuntura y de algunas disciplinas como el qìgōng.
La ciencia occidental no admite el concepto de "Qì" como un fenómeno real desde el momento que no resulta medible con ningún dispositivo y que sus efectos pueden ser explicados como sugestión. La controversia en torno al "Qì" está relacionada con la explicación de su operatividad como resultado de la intervención del "Qì" como un fluido inmaterial (energía). Algunos maestros de qìgōng proclaman que pueden detectar y manipular de forma directa el "Qì" e incluso operar con el mismo a distancia. Hay una corriente que incluye a algunos maestros de qìgōng tradicionales, que considera que el "Qì" puede ser visto como un proceso biológico y su efectividad puede ser explicada en términos familiares para la medicina occidental.
En fin, la lectura del Proyecto le dará al lector una mejor comprensión a esta conexión Platón-Freud-"Qì", idealismo, ciencia y tradición oriental. Así como que también será posible establecer los elementos tomados de otros filósofos, científicos y tradiciones culturales.
En este contexto, lo que Freud propone es algo así como que el psicoanalista es una especie de "manipulador de los flujos" de "Q" y "Qη", muy del estilo de los maestros orientales, de los chamanes y de los espiritistas que despertaban la curiosidad y atraían atención de los europeos de finales del siglo XIX, con sus novelerías y supersticiones.
Establecida esta posible conexión con Platón y los orientales y como una natural consecuencia, salto a sugerir la utilización por parte de Freud de las ideas de los filósofos y científicos de los siglos XVIII y XIX y, en particular, de dos de los más fundamentales del siglo XVII: Baruch Spinoza (1632 y 1677) y Gottfried Wilhelm Leibniz (1646-1716), maestro y alumno, respectivamente. Lo cual se corresponde con la dinámica del desarrollo del conocimiento, salvo en los casos en los que no se reconozcan "esos hombros de gigantes" o, lo que es peor, cuando se realizan interpretaciones amañadas y retorcidas para acomodarlas al propio beneficio y conveniencia.
De Spinoza, Freud interpreta su concepción de la Naturaleza, del mundo y del hombre, en las que ya se anticipan las conexiones y unidad cuerpo-mente que las actuales neurociencias están demostrando.
A manera de ejemplo, Spinoza afirma, además de lo ya anotado antes sobre el conatus, que mente y cuerpo son atributos paralelos, manifestaciones, de la misma sustancia (Ética, parte I), para luego agregar, sobre lo que Spinoza escribe como "mens", más cercano a mente y no a lo que se traduce como alma:
"PROPOSICIÓN XIII
"El objeto de la idea que constituye el alma (mens) humana es un cuerpo, o sea, cierto modo de la Extensión existente en acto, y no otra cosa" (Spinoza, Ética, II, Proposición XIII).
Nada extraño sería suponer que de esta "mens" que se lee en el texto de Spinoza, Freud también la interprete como "mensurable", como cantidad, para así acomodarla con su teoría de "Q" y "Qη".
Con Leibniz, quien trató de darle una explicación lógica, independiente de la metafísica, a la existencia de la naturaleza y de sus relaciones con Dios, Freud se enfrenta con la necesidad de quedar bien con dios y con el diablo.
De las obras de Leibniz conocidas para la época de Freud: Discurso de metafísica, Monadología y Principios de la naturaleza, que por ser obras más lógicas que metafísicas, son las que, junto con las de Spinoza, podrían haber inspirado a Freud la unificación de materia y alma en la teoría del Proyecto, unificación que era todavía asunto de apasionadas controversias en los ámbitos donde se enfrentaban fe y razón, ciencia y religión, asuntos en los que Freud se jugó más de un malabarismo intelectual por temor a las represalias.
Invito a leer el Discurso de metafísica, de Leibniz, para apreciar la forma como el filósofo emplea las matemáticas y las ciencias en una exposición y argumentación que bien pudo inspirar a Freud esa su ley general del movimiento del Proyecto de psicología, como trasposición a las leyes de la Naturaleza de Leibniz.
Nada de esto puede extrañar en Freud, quien en más de una ocasión se inspiró, como punto de partida para sus teorías, en temas y motivos de obras literarias, científicas y filosóficas, sin mencionarlas, tal el caso del Coloquio de los perros, de Miguel de Cervantes, al que se le asocia con el nacimiento del psicoanálisis, así como otras obras de la cultura española (3).
En fin, pueden y deben existir otras fuentes literarias, científicas y filosóficas en Freud, tales las ya tratadas antes: Schopenhauer, Nietzsche, Carl Gustav Carus, Eduard von Hartmann, Pierre Janet y Lou Andreas Salomé, pero también es necesario reconocer y abonarle aquellas primeras experiencias científicas en las que participó y que son las que, a la hora de la verdad, más le interesaban para componer su cuadro de neuronas y psicología.
Es necesario reconocer la influencia fundamental de sus estudios con el científico y filósofo Franz Brentano en 1874-75, y la de su trabajo con Ernst Brücke, a partir de 1877, que serán las que determinen las posturas filosófico-científicas de Freud y las que incidirán en la formulación del Proyecto.
Serán las propuestas de Ernst Brücke y sus asociados, de donde Freud tomó su postura científica y materialista. Cito la biografía de Ronald W. Clark:
"El hombre bajo cuya severa influencia le contentaría estar durante los seis años siguientes (desde mediados de 1877) había sido, tres decenios antes, miembro prominente del grupo berlinés capitaneado por Helmholtz y Du Bois-Reymond, dos de los tres profesores al curso de los cuales había soñado Freud asistir en Berlín. Du Bois-Reymond había resumido la creencia maestra del grupo al escribir: "Brücke y yo juramos solemnemente poner en práctica esta verdad: "No hay en el organismo otras fuerzas activas que las físicas y químicas comunes. En aquellos casos en que, de momento, algo no pueda explicarse por tales fuerzas, se ha de encontrar el modo o la forma específica de su acción por medio del método fisicomatemático, o aceptar la existencia de otras, de rango igual al de las fisicoquímicas, en la materia, reducibles a la fuerza de atracción y repulsión". Esta creencia se afirmó algunos años después cuando Helmholtz incluyó la biología dentro del concepto de conservación de la materia, y quedó en la raigambre de la enseñanza de Brücke. Su influencia en Freud tuvo dos aspectos. Le llevó a creer que el efecto debe seguir a la causa, lo mismo en el campo mental que en el físico, y así le impulsó hacia su primer concepto fundamental: que los síntomas corporales de la histeria no eran casuales e insignificantes, sino el resultado directo de causas no desveladas. En segundo lugar, le indujo a pensar durante cierto tiempo que los procesos mentales y físicos dependían de entidades particulares, cuya acción podía describirse en términos de fuerzas físicas y químicas. La idea se resistió al desarrollo, pero persistió en lo hondo de su cerebro. Hasta el fin de sus días esperó que sus teorías sobre la naturaleza de la mente llegarían a ser descriptibles de manera fisiológica" (Ronald W. Clark, Freud. El hombre y su causa, Planeta, Barcelona, 1985, pp. 31 y 32).Ideas, leyes y fuerzas que seguramente recordó en ese momento de crisis, para invocarlas en el Proyecto y aplicarlas, por ejemplo, cuando habla de "las sensaciones de placer y displacer" que representan "la fuerza de atracción y repulsión", así como los mecanismos de "barreras-contacto", de "las facilitaciones", etc., con las que explica la mecánica de la memoria, del deseo, de los sueños, entre otros asuntos.
Ese momento de 1895 debió ser para Freud, de nuevo, otro de sus dilemas Fausto-Hamlet: ¿ciencia o metafísica o teología?
Como bien se sabe, Freud optó por convertirse en chamán.
***
Otro asunto raro y extraño con relación a la historia del PROYECTO DE PSICOLOGÍA (1895-1950)"y que es necesario mirar con malicia, es el hecho de que, a pesar del aparente rechazo de Freud a ese texto, este no desapareciera de sus archivos, se conservara y fuera publicado en 1950.
Es un misterio. El texto sobrevivió a la destrucción de los archivos a principios del siglo XX, al selectivo trasteo de los archivos a Londres en 1938 y, finalmente, a las acuciosas políticas ortodoxas de "lo correcto freudiano" y a las sobreprotectoras manos de los guardianes del legado en la Fundación.
Se me ocurre creer que Freud, tan cuidadoso de su imagen y tan hábil mitómano con sus mentiras, fallos y fracasos, siempre pensó, por una parte, que el Proyecto había sido en lo que más se aproximó a la formulación y demostración científica del psicoanálisis, la que tanto le exigieron y nunca presentó.
Por la otra, que en el Proyecto quedaron planteadas todas las ideas que desarrolló posteriormente, habiendo logrando, para su gusto, esa teoría unificada de ciencia, metafísica y teología, que era obligatoria en aquella época y que le permitió proponer y sostener su doctrina de misterios impenetrables, salvo para los sacerdotes de su secta.
Secta que, como judío, Freud sabía que era necesario encarnarla en el mito y en la "Tradición", como una antigua religión monoteísta, pero, así mismo, insertarla en el ámbito de la modernidad, al tiempo que se la "investía" de un nuevo motivo y todo ello tan sólo para lograr proponer su gran impostura, como lo escribe Ana Cristina Vélez Caicedo:
"La necesidad de encontrarse a sí mismo, y expresar el yo, herencia del romanticismo, y la de culpar a otros de nuestros actos, herencia del psicoanálisis, son cosas únicas de la época actual" (Ana Cristina Vélez Caicedo, Homo artisticus. Una perspectiva biológico-evolutiva, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2008, p, 49).
Para eso de culpar a otros de nuestros actos, Freud debió ser consciente de la extensa polémica sobre el libre albedrío, por el cual los hombres son responsables de sus actos pero nunca serán los culpables. Como en el judeocristianismo, el perdón redime de toda culpa.
A lo que es necesario adjuntar los demás correlatos ideológicos que del judeocristianismo nutren al psicoanálisis: la falta, la culpabilidad, el odio a las mujeres, al cuerpo, a los deseos, a los placeres y a la carne, el desprecio por este mundo, la exaltación del más allá y la pulsión de la muerte. Con razón el psicoanálisis caló tan profundo en las frágiles mentes predispuestas a creer en que podían ser redimidas en vida.
Y, para acabar de ajustar, es del caso aceptar lo que escribió Ronald W. Clark:
"Hasta el fin de sus días (Freud) esperó que sus teorías sobre la naturaleza de la mente llegarían a ser descriptibles de manera fisiológica".
Y el Proyecto era la prueba para demostrar, al fin, que él había sido el primero... en algo.
Lastimoso es que no lo discutiera con sus sectarios ni lo dejara conocer de los prosélitos, aquellos que se encargaron de divulgar y aplicar la mitomanía del psicoanálisis como una religión que todavía persiste.
En fin, esa fue la gran genialidad de Freud, el negociante: saber que la gente estaba dispuesta a pagar y pagar bien, por aquello que deseaba y creía, así fuera un engaño, porque lo absolvía y lo redimía de sus culpas.
NOTAS
(1) Sigmund Freud / Obras Completas de Sigmund Freud. Standard Edition. Ordenamiento de James Strachey / Volumen 1 (1886-99). Publicaciones prepsicoanalíticas y manuscritos inéditos en vida de Freud / Proyecto de psicología. (1950 [1895]).
(2) Carlos Rincón, García Márquez, Hawthorne, Shakespeare, De la Vega & Co. Unltd., Serie “La Granada Entreabierta”, 86, Instituto Caro y Cuervo, Santa Fe de Bogotá / 1999:
"Racionamiento por abducción", descubierto por Charles S. Peirce en 1879 y que funciona, algo así, como lo explica Carlos Rincón:
"Se trata según leía alguna vez en un artículo de Heinz Heckhausen, del cortocircuito, de la chispa que se produce entre dos complejos de imaginación hasta entonces separados, "por mediación de un elemento común". La complejidad de un concepto -de una imagen- puede así potenciarse, multiplicarse como por arte de magia, al estar puesta en contacto con diferentes contextos".
(3) Jeffrey Moussaieff Masson, El asalto a la verdad. La renuncia de Freud a la teoría de la seducción, Seix Barral, Barcelona, 1985, pp. 24-25.
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