5 de octubre de 2018

Lecturas lúdicas: El negocio de los libros-A Sin libros no hay lectores y viceversa



Mural en la Universidad de Atenas de Eduard Lebiezki, sobre un dibujo de Carl Rahl - fragmento - Los filósofos de Atenas.
http://samlib.ru/n/nezwanow_a_s/matijsyrahzemlya.shtml


Lecturas lúdicas: El negocio de los libros-A
Sin libros no hay lectores y viceversa


Si echamos un vistazo global a la historia, vemos que lo que ha fomentado el desarrollo del pensamiento intelectual de la humanidad no fue el primer alfabeto, ni siquiera la repetición óptima de un alfabeto, sino la escritura en sí. Como el psicólogo ruso del siglo XX Lev Vigotsky decía, el acto de poner la palabras y los pensamientos por escrito estimula y en sí mismo cambia las ideas (Lev Vigotsky, Pensamiento y lenguaje). A medida que los humanos fueron aprendiendo a utilizar la lengua escrita cada vez con más precisión para trasmitir sus ideas, su capacidad para el pensamiento abstracto y las ideas novedosas se incrementó”.
Maryanne Wolf, Cómo aprendemos a leer. Historia y ciencia del cerebro y la lectura, Ediciones B, Barcelona, 2008, p. 86.


Por Iván Rodrigo García Palacios


Fueron los griegos los que convirtieron la escritura, la lectura y los libros en un negocio lucrativo de producción, conservación y divulgación de las producciones artísticas, científicas y especulativas de la imaginación y del pensamiento e hicieron de ello un negocio que perdura hasta ahora. Mejor dicho, crearon un mercado de editores, distribuidores, escritores y lectores, o sea, la ley de la oferta y la demanda, en donde, según el capitalismo, el dinero y la utilidades son los jueces. Salvo que en estas cuestiones de las artes y de las ciencias el juez es el tiempo.
Y lo más notable. Es más que conocida y sabida la revolución cultural que los griegos iniciaron, pero lo mas asombroso es que, al mismo tiempo, provocaron otra evolución en los cerebros que se fue extendiendo a todos los lectores y escritores, pues, como ya lo han demostrado los neurocientíficos, los cerebros de las personas que son lectores y escritores se desarrollan de una manera específica y, a su vez, desarrollan unas habilidades y capacidades de pensamiento y expresión poderosas y particulares.
Entonces, de no haber sido por esos griegos, las cosas serían muy otras ahora.
Por supuesto que antes de los griegos ya había escritura, lectura y libros, pero o eran para asuntos administrativos de la economía doméstica o de las leyes o para la conservación de los asuntos religiosos, pero nada que ver con la creación de arte, ciencia y las abstracciones de la mente. Además estaban circunscritos a ámbitos cerrados y altamente selectivos, a pequeños grupos. Y, por supuesto, nada de eso tenía que ver con los negocios y el mercado de libros que necesita comunidades mayores para existir.
Y es que los asuntos de la escritura y la lectura también tiene su propia historia, por una parte, como asunto cultural y, por la otra, como negocio económico. Pero también hay un asunto sobre el que apenas se empieza a explorar, ya que apenas se está empezando a desarrollar las herramientas adecuadas. Ese asunto es el impacto evolutivo que sobre el cerebro ejercen la escritura y la lectura, así como la acción por la que provocan un cambio que amplifica y potencia su capacidad y habilidades para el manejo de información y su comunicación, porque eso fue lo que significó el cambio del soporte para la conservación y el almacenamiento de la memoria de la cultura al pasar de la oralidad a la escritura con lo que se multiplicó exponencialmente la expansión de la capacidad y habilidad para la exploración del conocimiento y de la acumulación del saber en una espiral sin fin que hoy tiene a la humanidad en los comienzos de otra gran trasformación cognitiva que apenas empezamos a entender.


Nacimiento de un negocio lucrativo


Fue en Atenas, entre los siglos V y IV a. C., donde se reporta el primer comercio de libros y la presencia de librerías. Y es en ese período de cien años que ese negocio se consolidará, como negocio y como la transición de lo oral a lo escrito.
Las primeras referencias a un mercado de los libros, la existencia de librerías y de la denominación de la figura de los libreros, aparecen a mediados del siglo V a. C. en las obras de los autores de comedias. En Los embaucadores de Aristómenes, se emplea el término bibliopòles para referirse a los libreros. Lo que se complementa en la comedia Cheirogàstores (la gente que aplaca su hambre con el trabajo de sus propias manos), en la que se incluye un lugar entre los puestos del mercado para aquellos que comerciaban con los libros. Por su parte, otro comediógrafo, Eupolis, habla de “un lugar donde se compran los libros”.
Y ya para el año 414 a. C.
En la magnífica comedia Las aves (puesta en escena por vez primera en el 414 a.C.), Aristófanes representa a sus conciudadanos atenienses precipitándose a las librerías, «hacia los libros», inmediatamente después del almuerzo para conocer las novedades y discutir allí mismo sus méritos y defectos. Las librerías se habían convertido ya en punto de encuentro y lugar de conversación para el público con intereses literarios” (Tönnes Kleberg, Comercio librario y actividad editorial en el Mundo Antiguo. En: Guglielmo Cavallo (Dir.) Libros, editores y público en el Mundo Antiguo. Guía histórica y crítica, Alianza Editorial, Madrid, 1995, p. 54).


Lo que dijo Platón de Anaxágoras

  
Anaxágoras - fragmento del mural pintado por Eduard Lebiezki sobre un dibujo de Carl Rahl en la Universidad de Atenas.
https://es.wikipedia.org/wiki/Anax%C3%A1goras


Cierro este repaso cronológico a la antigüedad griega con Platón, al que puede considerarse como el máximo exponente de la transición de aquella cultura de la oralidad a la escritura y del mercado de los libros en Atenas, sin desestimar que él hizo sus propias críticas y recomendaciones sobre esos asuntos, en particular en su diálogo Fedro. Pero también lo invoco aquí por su referencia al mercado de los libros en su diálogo Apología de Sócrates, cuando le dice a Méleto:
[…] los libros de Anaxágoras de Clazómenas están llenos de estos temas? Y, además, ¿aprenden de mí los jóvenes lo que de vez en cuando pueden adquirir en la orquestra (*), por un dracma como mucho” (Platón, Apología de Sócrates, Gredos, Madrid, 1985, p. 163).
(*) En aquel momento el comercio librario en Atenas debía de estar concentrado junto a la llamada orchestra, una terraza semicircular en el mercado, al pie de la Acrópolis. Las estatuas de los tiranicidas Harmodio y Aristogitón estaban orientadas hacia abajo, hacia los talleres de libros y sus clientes. Se podría considerar este detalle en concreto como un símbolo no del todo despreciable del papel que tenía eí libro al servicio de la libertad. Si esta interpretación es correcta, allí se podían adquirir a precios reducidos, si se tenía necesidad de ello, entre otros, los escritos del filósofo Anaxágoras” (Tönnes Kleberg, Comercio librario y actividad editorial en el Mundo Antiguo. En: Guglielmo Cavallo (Dir.) Libros, editores y público en el Mundo Antiguo. Guía histórica y crítica, Alianza Editorial, Madrid, 1995, p. 55).
El otro y más célebre de los filósofos griegos de los siglos V y IV a. C., fue Sócrates, que no escribió ningún libro, pero del que todo su pensamiento fue trasmitido para la posteridad en los libros de sus discípulos: Platón y Jenofonte y por los recuerdos de Aristóteles quien no vivió en su tiempo, pero al que conoció bien por las enseñanzas de Platón como lo anota en sus libros.


Rollos y pergaminos


Claro que en aquella época los libros no eran como los que conocemos ahora, sino que eran rollos de papiro o pergamino (piel de animales tratada, técnica que fue desarrollada en Pérgamo) y no eran impresos, sino copiados a mano por escribanos. Por eso es llamativo que fueran un negocio con esos precios tan bajos.
Sin embargo, así lo fue y parece que fue un negocio floreciente. Fueron los libros de los filósofos naturales y científicos y luego los de los sofistas y también, los de Platón, a pesar de las críticas de Platón a la escritura, y los libros de Aristóteles y los de los filósofos de las escuelas que les siguieron y otras tantas que empezaron a emerger, tales epicúreos y estoicos, escuelas estas que buscaban el conocimiento tanto del bien supremo, la felicidad, como del mal supremo, el sufrimiento. Al igual, se vendieron los libretos de las tragedias y las comedias, junto con la poesía y con las novelas de romance y aventuras, tales la de Longo, Danfis y Cloe, la de Aquiles Tacio, Leucipa y Clitofonte y la de Jámbilico, Babilonícas y entre todos ellos hicieron que el negocio de los libros fuera un negocio lucrativo y de largo aliento, de tan largo aliento que aun perdura con todas sus trasformaciones.
Y es que los escritores griegos bien sabían de la importancia de publicar sus obras. Véase lo que dice Eric G. Turner sobre ello:
Muy probablemente Isócrates siguió el ejemplo de Protágoras y utilizaba la voz de un discípulo, dado que, como repite a menudo, carecía de requisitos esenciales como energía y el saber impostar la voz. Pero estos lògoi se ponen también en circulación en varias copias a partir de una lista de distribución: diadidònai es la palabra usada por Isócrates. De su discurso Contra los sofistas, que es citado en la Antidosis, dice “una vez escrito, lo puse en circulación”. La formulación más completa aparece más de una vez en otro lugar: “distribuir entre los interesados”. El procedimiento tiene alguna semejanza con el de un estudioso moderno que envía separatas de sus libros; ni siquiera la motivación es diferente. Isócrates, a propósito de la publicación original de sus obras, dice: “cuando estas obras fueron escritas y puestas en circulación, conseguí una amplia reputación y atraje muchos discípulos”. En otra parte se dice que algunas de sus obras eran leídas en Esparta” (Eric G. Turner, Los libros en la Atenas de los siglos V y IV a. C., en: Guglielmo Cavallo (Director), Libros, editores y público en el Mundo Antiguo. Guía histórica y crítica, Alianza Editorial, Madrid, 1995. p. 40),






Safo leyendo uno de sus poemas de un papiro
https://commons.wikimedia.org/wiki/File:NAMA_Sappho_lisant.jpg

Y, por supuesto, según las leyes del mercado, ese negocio no se habría dado sin la existencia de un número cada vez mayor de lectores dispuestos a comprar los libros, mejor dicho, un mercado, un nicho, como dicen ahora. Lo que lleva a la emergencia de más escritores interesados en escribirlos y de los comerciantes con la expectativa de obtener utilidades por ellos.
Y, por supuesto, también fue un negocio globalizado, como que los comerciantes de libros atenienses llevaron su mercancías por todos los rincones del imperio griego y más allá, a las ciudades persas.
Fueron aquellos tiempos realmente asombrosos. Y será el helenismo el gran mercado de los libros, pero eso lo contaré en la próxima Lectura lúdica.






12 de septiembre de 2018

Lecturas lúdicas: por el poder de Eros-5 Del del enamoramiento al Libro de los Pasajes de Walter Benjamin



Asja Lacis y Walter Benjamin
https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEjpbko5puRUlNPV_ONfwqdNwD7J272vZF-bhyphenhyphent8mqE247O3wMyh-7vyJw3VOgmz3p7AudFNAZcdMgRexe3sMQQGpEvInPl2ZgwFJMhCWveRTbPcUSI2pAlKGtzpyLCgB3-D6_pv/s1600/lacis.jpg


Lecturas lúdicas: por el poder de Eros-5
Del del enamoramiento
al Libro de los Pasajes de Walter Benjamin


Por Iván Rodrigo García Palacios


Otra vez, por el poder de Eros, ... las leyes naturales del enamoramiento ejecutan su acción ineluctable (1-ver notas al final). Esta vez, la víctima, Walter Benjamin y por esa fecundación se gestaron el Libro de los Pasajes, el libro Calle de dirección única y una extensa exploración sobre el juego de los niños.
En el verano de 1924, Walter Benjamin fue presa del enamoramiento, ese estado fisiológico que para el cuerpo es un estro amoroso, la imperativa necesidad de aparearse, de fecundar y de criar un hijo y que, para el espíritu, es la fuerza erótica que provoca la fecundación, la gestación, la invención y la realización de acciones o de ideas extraordinarias. Platón lo llamó "furor divino", (Fedro, 254a, Ión, 533 e-f) y bellamente lo explicó en Fedro y Banquete como las cuatro locuras divinas y “el deseo de engendrar en lo bello” (Banquete, 206 e). Muchos siglos después, Giordano Bruno lo llamó "furor heroico" y lo explicó en su obra De heroicos furores (Giordano Bruno, Los Heroicos Furores, I, 4). Y no han sido los únicos.
Este es el cuento. Estando en Capri, un medio día del verano de 1924, Walter Benjamin vio a Asja Lacis (2) comprando almendras en una tienda y como ella no hablaba italiano, Benjamin se ofreció a ayudarla, luego, la siguió a la plazza y se le presentó formal y burguesamente. A partir de aquel momento se desató el enamoramiento que Benjamin ya venía incubando desde dos semanas antes de ese encuentro, tal y como se lo contó a ella y como ella lo narra en su autobiografía:
Vino ya al día siguiente. Estaba en la cocina –si se le podía llamar cocina a aquella cabina– y cocinaba espaguetis, encendía con paja el fuego. Yo llevaba un vestido gris que en uno de los lados tenía un roto (lo había olvidado). Pronto trabó amistad con Daga. En Dirección única habla de una pequeña muchacha que se negaba a saludar al invitado porque todavía no se había lavado, pero que después de haberlo hecho entró desnuda en la habitación para saludar. Se trataba de Daga. Mientras comíamos los espaguetis dijo: «La observo desde hace dos semanas. Cómo usted, en su traje blanco, con Daga, con sus largas piernas, no atraviesan la Piazza, sino que como flotan por ella.» (3).
Ese enamoramiento, como todo enamoramiento, provoca, visiones, casi delirios, pero también la fecundación de proyectos nuevos y latentes y la trasformación radical del enamorado, quien, durante y luego del enamoramiento, usara la energía vital que el enamoramiento le ha desatado para inventar y realizar aquellas actividades y obras que de otra manera no hubiera realizado.
Y para Walter Benjamin, tres fueron los grandes asuntos por los que fue fecundado en el enamoramiento por Asja Lacis. El uno, el Libro de los Pasajes, el dos, Calle de dirección única, libro que le dedicó a ella, y, el tres, aquel proyecto de investigación que desde niño fue su primordial inquietud y atracción: "el mundo de los niños y la naturaleza infantil" (4), lo que implica para los niños el juego, el pensamiento, el teatro, mejor dicho, qué, cómo y por qué, a través del arte se desarrolla el conocimiento y la educación de los niños y las consecuencias en el mundo de los adultos.
Por alguna extraña razón, la materia y la metodología de esos tres asuntos fue explicada por Walter Benjamin de manera sucinta en uno de los breves textos que componen el libro Calle de dirección única, al definir abanico, lo que, también por alguna extraordinaria conexión, explica, a su vez, el funcionamiento de la percepción durante el enamoramiento:
Abanico. Se habrá hecho la siguiente experiencia: cuando uno ama a una persona, incluso cuando solo piensa intensamente en ella, casi en cada libro encuentra su retrato. Es más, aparece como protagonista y como antagonista. En los relatos, novelas y cuentos se la encuentra en metamorfosis siempre nuevas. Y de ahí se sigue que la facultad de la fantasía es el don de interpolar en lo infinitamente pequeño, de hallar para cada intensidad, como una extensión, su nueva plenitud comprimida; en pocas palabras, de tomar cada imagen como si fuera la del abanico cerrado que solo al desplegarse toma aliento y muestra con la nueva expansión los rasgos de la persona amada en su interior”.
Eso fue lo que dirigió la exploración y propuesta de Walter Benjamin por el resto de su vida, tal y como lo expresó en todas sus obras, una teoría del qué, cómo y por qué conocen los niños, porque, si se mira con ojos de niño y de enamorado. Para Benjamin esos asuntos fueron partes de un mismo y gran asunto: un juego de niños. Mejor dicho, la forma como los niños sienten y se integran con el mundo y se hacen a sí mismos, algo así como lo que explica Susan Buck Morss sobre lo que sentía y pensaba Walter Benjamin del juego infantil y de su función en la vida individual y social:
"IV. El juego infantil: ¿una fuerza revolucionaria?
Los niños, escribió Benjamin, están menos intrigados por el mundo preformado que los adultos han creado que por sus residuos. Se sienten a traídos por objetos que carecen de valor o propósito evidente: "Los utilizan no tanto para reproducir las obras de los adultos, como para relacionar entre sí, de manera nueva y caprichosa, materiales de muy diverso tipo, gracias a lo que con ellos elaboran" [Walter Benjamin, Calle de sentido único]. La aproximación de Benjamin a los fenómenos descartados o descuidados por el siglo XIX no era muy distinta. Ningún pensador moderno, con la excepción de Piaget, tomó a los niños tan seriamente como Benjamin en el desarrollo de una teoría del conocimiento. Los libros infantiles del siglo XIX constituían una de las partes más valoradas de su única posesión apasionada, su colección de libros [Walter Benjamin, Diario de Moscú]. Confesó que no había muchas cosas "en el reino del libro con las que yo tenga una relación tan cercana" [Walter Benjamin, Diario de Moscú]. Scholem testificó sobre la importancia de los niños para Benjamin y señaló que éste tomaba muy seriamente el proceso cognitivo de recordar su propia infancia. "El hecho de que durante toda su vida se sintiera atraído con mágico poder por el mundo de los niños y la naturaleza infantil constituye uno de los rasgos de carácter más importantes de Benjamin. Este mundo se contó entre los objetos más duraderos y tenaces de su reflexión y todo lo que ha escrito sobre este tema se encuentra entre sus trabajos más perfectos" [Gershom Scholem, Walter Benjamin]. Benjamin pensaba que el juego de los niños con las palabras tiene "mayor parentesco con [...] los textos sagrados que con [...] el habla corriente de los adultos" [Gershom Scholem, Walter Benjamin]" (5).
Sobre la cita anterior, me permito hacer: un juego infantil y anotar otra influencia.
El juego infantil. Se puede decir que esa relación con los objetos y el juego que con ellos desarrollan los niños, que Walter Benjamin describe en el pasaje de Calle de sentido único (6) y que cita Susan Buck Morss en el párrafo anterior, es prácticamente el mismo modelo de juego-investigación-escritura que él desarrollará a partir de entonces y del que hace su primera prueba en El Libro de los Pasajes, ese libro que tratará de realizar desde entonces y el que puede considerarse un gigantesco juego intelectual.
Lo que lleva a lo siguiente:



Lev Vygotski
 
Walter Benjamin conoce a Lev Vygotski


La influencia. Después del encuentro con Asja Lacis, Benjamin va entrar en contacto con la obra de Lev Vygotski, en particular, su Psicología del arte (1925) y sus teorías lingüísticas y sobre el desarrollo infantil: lenguaje y habla. No es casualidad, Asja Lacis es rusa y parte de su formación artística y profesional la realizó en el ámbito de las nuevas teorías psicológicas y artísticas de los institutos revolucionarios en Moscú durante la primera mitad de los años 20 y pudo ser ella quien lo aproximara a las teorías del psicólogo ruso y, además, también judío. Lo cierto es que Lev Vygotski, será una notable fuente de inspiración para Walter Benjamin y tal y como aquel lo hiciera, también él va a confrontar las teorías de Piaget y de algunos otros, las que hasta ese momento dominaban su visión sobre el desarrollo infantil (7). También, entrará en contacto con otras teorías a partir de las cuales sustentará sus nuevas visiones sobre la infancia y el desarrollo del lenguaje y del pensamiento. Muestras de ello aparecerán tanto en Calle de sentido único (1925) como en el Programa de un teatro infantil proletario (1928), en El problema de la sociología del lenguaje (1935) y en la publicación póstuma de su escrito: Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje del hombre.


Un niño y una historia

Walter Benjamin fue un niño toda su vida o, al menos, si se puede afirmar con certeza que su gran preocupación existencial e intelectual fue la infancia, tal y como lo testimonió Gershom Scholem (8). Una disposición y actitud nada extraña si se implica y explica que tanto para él como para todos aquellos niños judíos y hasta no judíos que se enfrentan a su vida desde pequeños con la preocupación de no ser como los otros niños y de ser tratados tanto por los otros niños como por los adultos, aun los de su familia, como seres extraños y excluidos de la vida corriente de sus ámbitos. Una hipótesis descabellada para pensar en esas vidas que los adultos y el medio imponen a los niños mientras la cultura continúa perpetuando y perpetrando esos modelos de desarrollo, educación y formación de los niños como si se tratara de objetos ajenos a ese sentir por el que se harán seres sintientes, deseantes y pensantes (9).
¿Podría esto explicar, también, el interés de Walter Benjamin por las teorías de Charles Fourier, tanto las de su Nuevo mundo amoroso como las de la educación de los niños? Bien valdría la pena echar una mirada a las interpretaciones de René Schérer sobre la educación en la obra de Fourier como a la interpretación que de ella hace Walter Benjamin (10).
Cuatro años después de aquel verano y habiendo ocurrido y trascurrido una gran historia entre ellos, incluidos viajes a Riga y a Moscú (11), separaciones y reconciliaciones, Benjamin escribirá para Asja Lacis el Programa de un teatro infantil proletario (1928), en el cual expone aquello de lo que ella lo había fecundado.
Asja Lacis fue una actriz y directora de teatro que para ese verano de 1924 ya había participado y dirigido en numerosas actividades artísticas y teatrales al servicio de la Revolución Rusa de Octubre del 1917, se había relacionado con importantes personajes del ámbito del teatro y había fundado un teatro infantil proletario. Así lo cuenta Chus Tudelilla:
"Fue durante sus estudios en San Petersburgo cuando Asja Lacis conoció a Meyerhold y comenzó a interesarse por sus tesis teatrales. En 1917, Lacis confirmó su compromiso revolucionario: “Quería ser un buen soldado de la Revolución y cambiar la vida en esa dirección, y de hecho, afuera, la vida se transformaba, el teatro salía a la calle y la calle entraba en el teatro”. Al año siguiente fundó y dirigió en Orel un teatro infantil proletario, en el que desarrolló el método de improvisación basado en la imaginación de los niños. Tomando como modelo el “Octubre teatral” de Meyerhold, hizo el suyo propio con los niños huérfanos de la guerra, a quienes acogió en una gran casa de campo con el propósito de organizar un proyecto de educación artística, ética y política basado en la observación, en la improvisación y en el juego. En 1920 regresó a Ligatne para acompañar a su madre en su agonía; allí se casó con Jūlijs Lācis, padre de su hija Daga. En 1922 conoció a Bernhard Reich en Berlín, y en 1923 trabajó con Brecht en Munich. Lacis tenía claro que el principal objetivo de su proyecto era facilitar la transformación revolucionaria de la sociedad" (12).

¿Cuándo leyó Benjamin a Vygotski?

En esta historia, al menos consta en un registro de que Walter Benjamin leyó y comentó un artículo de Lev Vygotski publicado en una revista alemana:
"At approximately the same time (In the late 1920s and early 1930s) the German Marxis Journal Unter dem Banner dem Marxismus published an article on the genetic roots of thinking and speech by a certain Wygotski (1929). It was read by the literary critic and philosopher Walter Benjamin who commented that it was Vygotsky's merit to have demostrated the meaning of the chimpanzee research for the fundamentals of linguistics' (Benjamin 1935/1972). He also praised Vygotsky for his dicovery that egocentric speech is the precursor of thought (ibid., p. 475. I know of no other writer who ever referred to Vygotsky's German article" (13).
Para 1934 y ya pasados aquellos eventos que provocaron el enamoramiento y las posteriores y no fáciles relaciones de Walter Benjamin con Asja Lacis y quizás ya lejos de esos y de otros ardores eróticos (14), Benjamin elabora su teoría del lenguaje, en la que, entre otras, interpreta las investigaciones de ese tiempo y también confronta a Piaget con Vygotski. Escribe su texto: El problema de la sociología del lenguaje, el que será publicado en 1935.
A continuación y de manera sumaria, trascribo tanto el motivo como los pasajes y citas que Benjamin dedica a Vygotski en su escrito, El problema de la sociología del lenguaje. Además, se puede apreciar la confrontación de las teorías de Piaget con las de Vygotski (la grafía del nombre de Vygotski en esta cita es la misma de la fuente original) (15):
"Es mérito de Wygotski haber expuesto el alcance de esas investigaciones sobre los chimpancés en su significación respecto de los fundamentos de la ciencia del lenguaje.
[...]
La presencia de un intelecto semejante al humano y la falta simultánea de un lenguaje sólo en cierto modo en ese aspecto semejante al humano; la independencia de las operaciones intelectuales... respecto de su lenguaje”[48].
[...]
Apenas puede ponerse en duda que la función emocional-reactiva del lenguaje, que es de la que ahora se trata esencialmente, “pertenece a las formas biológicas más antiguas de administración y está en parentesco genético con las señales ópticas y acústicas de los jefes en las agrupaciones de animales”[49]. El resultado de estas reflexiones es la fijación del punto geométrico en el que el lenguaje, en la in­tersección de la coordenada de la inteligencia y la gestual (manual o acústica), tiene su origen.
[...]
El contexto presente reclama sobre todo adentrarse en el concepto de Piaget del lenguaje infantil egocéntrico. El lenguaje de los niños, afirma Piaget, se mueve en dos órbitas diferentes. En una de ellas existe como lenguaje socializado y en la otra como lenguaje egocéntrico. Este último es sólo lenguaje para el sujeto parlante. No tiene ninguna función comunicativa. Los documentos de Piaget han probado más bien que ese lenguaje, consignado estenográficamente, resulta incomprensible mientras no se dé junto con él la situación que le ha motivado. Además de que su función egocéntrica no es concebible sin una estrecha relación para con el proceso del pensamiento. De lo cual habla la significativa circunstancia de que se haga perceptible sobre todo en las perturbaciones en el decurso de un comportamiento, en los impedimentos al resolver una determinada tarea. Esto es lo que ha llevado a Wygotski, quien por su lado ha emprendido ensayos en niños con métodos semejantes a los de Piaget, a conclusiones importantes. “Nuestras investigaciones han puesto de manifiesto que el coeficiente de lenguaje egocéntrico asciende en los casos graves a casi el doble del coeficiente normal de Piaget. Nuestros niños mostraron, cada vez que encontraban una dificultad, un acrecentamiento del lenguaje egocéntrico... Tenemos pues por justificada la suposición según la cual la dificultad o interrupción de una ocupación, que discurre lisa y llanamente, es un factor importante en la generación del lenguaje egocéntrico... El pensamiento aparece en acción cuando la actividad, que hasta entonces ha discurrido sin estorbos, se ve interrumpida”[55]. Con otras palabras: en la edad infantil el lenguaje egocéntrico ocupa el mismo sitio que más tarde estará reservado al proceso del pensamiento. Ese lenguaje es precursor, incluso maestro del pensamiento. “El niño aprende la sintaxis del lenguaje antes que la sintaxis del pensamiento. Las investigaciones de Piaget han probado sin ninguna duda que el desarrollo gramatical del niño precede a su desarrollo lógico”[56].
De todo, ello resultan correcciones a los puntos de arranque que ha propuesto el behaviorismo para resolver el problema “pensamiento y lenguaje”. Al esforzarse por construir una teoría del pensamiento en el marco de su doctrina sobre el comportamiento, los behavioristas han recurrido, y es comprensible, al lenguaje, sin favorecer en el fondo nada nuevo, más bien limitándose a hacer suyas las discutidas teorías de Lazarus Geiger, de Max Müller y de otros. Estas teorías desembocan en la construcción del pensamiento como una “locución interior”, una locución que consistiría en una excitación mínima del aparato articulativo, constatable sólo difícilmente y no sin ayuda de instrumentos de medida de especial precisión. De esta tesis, según la cual el pensamiento no es objetivamente sino un hablar interior, ha pasado Watson a buscar un miembro medio entre lenguaje y pensamiento. Dicho miembro lo percibe en un “lenguaje susurrante”. Por el contrario señala Wygotski que todo lo que sabemos de los susurros de los niños va “en contra de la suposición de que el susurro represente un proceso de transición entre el lenguaje interior y el externo”[57].
[...]
[48] L. S. WYGOTSKI. Die genetischen Wurze1n des Denkens uñd der Sprache.
[49] WYGOTSKI, op. cit., pág. 465.
[55] WYGOTSKI, OP. cit., pág. 612.
[56] WYGOTSKI, OP. Cit., pág. 614.
[57] WYGOTSKI, op. cit., pág. 609.


El Libro de los Pasajes: el gran juguete

Es en la fecundación del Libro de los Pasajes que se abre el portal y el pasaje que conecta a Walter Benjamin con Charles Fourier: El París de los Pasajes, esos que lo llevan a La Harmonía, a ese Nuevo mundo amoroso de Fourier del que Benjamin se hace habitante e interprete, el niño que juega con aquellos "insólitos" objetos que atraen su atención de niño y con los cuales los niños construyen su mundo, real e imaginario, como hará Benjamin con las teorías de Fourier, tal y como lo explica en los dos resúmenes con los que pretende explicar el proyecto de los Pasajes, el que, igual que el mundo de Fourier, es inabarcable, inexplicable, interminable, en fin, es un juguete que está en la imaginación del jugador.
Mejor dicho, tal y como lo explica en el resumen de 1939 al referirse a "la armonía fourierista" como "juego combinado":
"El más íntimo impulso dado a la utopía fouriesta se encuentra en la aparición de las máquinas. El falansterio debía devolver a los hombres a un sistema de relaciones donde la moralidad ya no tiene más cabida. En él Nerón se habría convertido en un miembro más útil para la sociedad que Fenelón. Para ello Fourier no piensa confiar en la virtud, sino en un funcionamiento eficaz de la sociedad, cuyas fuerzas motrices son las pasiones. Mediante los engranajes de las pasiones, mediante la compleja combinación de las pasiones mecanicistas con la pasión cabalista, Fourier se representa la psicología colectiva como si fuera un mecanismo de relojería. La armonía fouriesta es el producto necesario de este juego combinado" (16) .
Combinar alegoría, analogía, metáfora, etc. son las marcas de esos juegos, los de Fourier y los de Benjamin y, por supuesto, los de los niños, basta con una lectura tanto a la Teoría de los cuatro movimientos y las demás obras de Fourier como a ese mamotreto inacabado que es el Libro de los Pasajes. Definitivamente, Benjamin es el niño que juega a hacer su juguete, el mismo juguete con el que cada lector podrá hacer su propio juguete y, así, hasta el infinito ...
Y no menos atractivo, Walter Benjamin vio en el Mundo amoroso de Fourier aquel sueño que para finales del siglo XX será ya pesadilla: el mecanismo pasional y el juego combinado que Fourier proponía como ámbito para la realización de la felicidad humana y social, sera convertido en fría y precisa ingeniería neurocientífica y biosocial, capaz de manipular las emociones, los sentimientos, los deseos de las personas tanto individual como colectivamente.
Esos son los pasajes, tanto aquellas construcciones urbanas como esos fragmentos de textos a los que se denominan pasajes (citas, notas de pìe de página, fragmentos, etc. con los que se sustenta un escrito) y los que se coleccionan (y Benjamin es el arquetipo del coleccionista) para ser interpretados y comentados o bien como la escritura sin fin en la Cábala (17) o bien como los agujeros de gusano entre universos paralelos o como los portales y los pasajes imaginarios por donde pasan y vagan la imaginación y el pensamiento en la búsqueda de ... (y que cada cual complete la frase).
En fin, una visión de los pasajes en un dibujo de M. C. Escher para introducir al siguiente portal:



M. C. Escher – Ciudad.
http://mentalfloss.com/article/64569/take-trippy-journey-mc-escher-drawing



El libro de los pasajes es un juguete similar al Atlas Mnemosyne de Aby Warburg (18), otro mecano o Cábala infinita, pero en la que se juega con imágenes dispuestas en paneles en las que las unas y los otros son intercambiables para generar interpretaciones y sentidos distintos. Tanto la obra de Aby Warburg como la de Walter Benjamin han sido consideradas como importantes aportes a la crítica de la cultura y del arte, así como por su influencia en las técnicas del montaje cinematográfico y en otros aspectos. En fin, otra historia del juego infantil.




Entonces, ¿Cuál era la búsqueda de Walter Benjamin?: Por supuesto, el espíritu del niño.
Y, por supuesto, es fascinante escribir sobre algo a partir de citas, ese juego que propuso el mismo Walter Benjamin, porque son la materia de El libro de los Pasajes y, porque no, la de la charla sin fin de los enamorados.


Notas



(1) http://enamoramientoyevolucion.blogspot.com.co/
(2) Asja Lacis (1891-1979): actriz y directora de teatro letona. Revolucionaria soviética en 1917, contribuyó a la difusión internacional de la obra de dramaturgos como, entre otros, Bertolt Brecht. En 1924, buscando un clima favorable a los delicados pulmones de una de sus hijas, viajó a Capri; allí fue donde conoció a Walter Benjamin, con quien colaboró profesionalmente y, hasta 1926, mantuvo una relación sentimental. Detenida y deportada por la KGB, entre 1938 y 1948 permaneció internada en Kazajistán. En 1956 fue readmitida en el Partido Comunista de la Unión Soviética.
(3) Fragmento de las Memorias de Asja Lacis. Recuerdo de Walter Benjamin en Capri (1924), publicado en:
http://www.sinpermiso.info/sites/default/files/textos//lacis.pdf
(4) Susan Buck Morss, Walter Benjamin, escritor revolucionario, Interzona, Buenos Aires, 2005, pp. 60 y ss.
(5) Susan Buck Morss, Walter Benjamin, escritor revolucionario, Interzona, Buenos Aires, 2005, pp. 60 y ss.
(6) Walter Benjamin, Calle de sentido único: "Solar en obras. Cavilar pedantemente sobre la producción de objetos —medios visuales, juguetes o libros— apropiados para los niños es una necedad. Desde la Ilustración, esta es una de las especulaciones más mohosas de los pedagogos. Su enamoramiento de la psicología les impide reconocer que la tierra está llena de los objetos más incomparables para la atención y el ejercicio infantiles. De los más específicos. De hecho, los niños son particularmente propensos a frecuentar cualquier lugar en que se trabaje visiblemente con cosas. Se sienten irresistiblemente atraídos por los desechos generados por la construcción, la jardinería o el trabajo doméstico, la costura o la carpintería. En los productos de desecho reconocen el rostro que el mundo de las cosas les vuelve precisamente a ellos, a ellos solos. En ellos no tanto reproducen las obras de los adultos como, mediante lo que con ellos confeccionan en el juego, ponen unos junto a otros, en una nueva, veleidosa relación, materiales de muy diversa índole. Los niños mismos se forman con ello su mundo de cosas, uno pequeño dentro del grande. Las normas de este pequeño mundo de cosas deberían tenerse en cuenta si se quiere crear a propósito para los niños y no se prefiere dejar que sea la propia actividad, con todo lo que en ella es accesorio e instrumento, la que encuentre sola el camino hasta ellos".
(7) La psicología de Vygotski, Antonio Machado Libros, Madrid 2014.
https://dialnet.unirioja.es/descarga/articulo/668446
(8) Gershom Scholem, Walter Benjamin. Historia de una amistad, Destino, Barcelona, 2014.
(9) http://lectorludi.blogspot.com.co/2013_03_17_archive.html
(10) Charles Fourier, ¿Cómo educar para la libertad y la felicidad?, selección e introducción de René Schérer, Errata Naturae, Madrid, 2016. - René Schérer, Utopías nómadas, Tirant lo Blanc, Valencia, 2010.
(11) En la entrada del 9 de diciembre de 1926 del Diario de Moscú, Walter Benjamin narra como ese día, antes de despedirse en la visita que Asja Lacis le hiciera, le lee un pasaje del libro Calle de sentido único, el que él le había dedicado, con cubierta diseñada por Sasha Stone, fue uno de los muchos regalos con que le obsequió aquel día. Walter Benjamin, Calle de dirección única: "El hombre enamorado no solo siente apego por los posibles “defectos” de la amada, por sus tics y sus debilidades, sino que las arrugas de su rostro y los lunares que aparecen en la piel, los vestidos raídos y los andares al sesgo lo atan más duradera e implacablemente que ninguna belleza. Esto se sabe desde hace mucho tiempo. Y ¿por qué sucede? Si es verdadera la teoría que nos dice que la sensación no anida en la cabeza, que no sentimos sin duda una ventana, una nube o un árbol en nuestro cerebro, sino en el lugar donde lo vemos, también cuando miramos a la amada nos encontramos fuera de nosotros. Pero dolorosamente absortos. Deslumbrada, la sensación revoletea, cual bandada de pájaros en el resplandor de la mujer. Y así como los pájaros buscan amparo en los frondosos escondrijos que un árbol les ofrece, las sensaciones huyen a las arrugas sombrías, a los gestos sin gracia y los defectos irrelevantes del cuerpo amado, donde se acurrucan como dentro de un seguro escondrijo. Y ninguno que pase por ahí se imaginará que justamente en lo defectuoso y censurable es en donde anida la emoción tan veloz como un rayo del admirador enamorado".
(12) Chus Tudelilla, Encuentro en Capri y cita en Moscú: Asja Lacis y Walter Benjamin. Consultado en el 22 de agosto 2016 en:
http://www.m-arteyculturavisual.com/2014/01/09/encuentro-en-capri-y-cita-en-moscu-asja-lacis-y-walter-benjamin/
(13) René van der Veer, Lev Vygotski, Bloomsbury, Londres, 2007, p. 1.
(14) Susan Buck Morss, Walter Benjamin, escritor revolucionario, Interzona, Buenos Aires, 2005, p. 54, nota de pie de página No. 158: En 1917 Benjamin se caso con Dora Pollak; en 1921 "desarrolló un a inclinación pasional" por Julia Cohn, un amor que "permaneció no correspondido"; en 1924 se enamoró de Asia Lacis, una comunista rusa; en 1929-30 atravesó un un doloroso divorcio para casarse con Lacis, pero este casamiento nunca ocurrió. La naturaleza tristemente insatisfactoria de la relación de Benjamin con Lacis está claramente registrada en el recientemente publicado diario de la visita de Benjamín a Moscú: Diario de Moscú, Madrid, Taurus, 1990.
(15) Walter Benjamin, El problema de la sociología del lenguaje, incluido en Imaginación y sociedad, Iluminaciones I, Taurus, Madrid, 1998, p. 184 y ss..
(16) Walter Benjamin, Libro de los Pasajes, París, capital del siglo XIX (resumen de 1939), Akal, Madrid, 2005, p. 52).
(17) "De acuerdo a la sabiduría de la Cábala, la realidad consiste de dos fuerzas, o cualidades: el deseo de recibir y el deseo por otorgar, también conocida como el Creador. La sabiduría de la Cábala es una herramienta científica para el estudio de estas dos fuerzas que son el fundamento de todo a nuestro alrededor". Hago la siguiente anotación: Lo que en otros términos podría equipararse como La ley de la atracción y el rechazo.
http://www.cabalacentroestudios.com/what-is-kabbalah
(18) Aby Warburg, Atlas Mnemosyne, Akal, Madrid, 2010.





5 de septiembre de 2018

Lecturas lúdicas: por el poder de Eros-4 Segunda parte: Zaratustra y Lou Andreas Salome



Lou Andreas Salome, Paul Rée, Friedrich Nietzsche, fotógrafo Jules Bonet.


Lecturas lúdicas: por el poder de Eros-4
Segunda parte:
Zaratustra y Lou Andreas Salome


Por Iván Rodrigo García Palacios


En enero de 1882, Friedric Nietzsche se sentía recuperado de sus enfermedades crónicas y entusiasmado porque empezaba a aminorar el padecimiento que el rechazo y ruptura de su amistad con los Wagner le había causado y así lo registró en el epígrafe de la cuarta parte del libro al que se consagraría a escribir por los siguientes seis meses: La gaya ciencia. Invocando a Sanctus Januarius, dice en el epígrafe y en el aforismo 276, primero de esa cuarta parte:
Sanctus Januarius
Tú que con flamígera lanza
rompes el hielo de mi alma
y la empujas bramante al mar
de su esperanza suprema,
cada vez más claro y más sano,
libre, en su amante sujeción:
por eso celebra ella tus milagros,
¡hermosísimo Enero!
Génova, enero de 1882.
276. Para el Año Nuevo. Todavía vivo, todavía pienso: tengo que seguir viviendo, tengo que seguir pensando”.
La existencia de Nietzsche pudo haber continuado más o menos de igual forma, con los altibajos normales de su salud y de su ánimo y, a lo mejor, el clima de Italia le hubiera sentado bien para sus dolencias, de no haber sido porque el 25 de abril de 1882, en la catedral de San Pedro en Roma, a pleno sol del medio día, Nietzsche contempla a “la joven rusa” que Malwida von Meysenbug y Paul Rée tanto le habían ponderado. Ella es Lou Andreas Salomé, iluminada y resplandeciente bajo un rayo de sol estando sentada en uno de los confesionarios (como si fuerz El éxtasis de María Magdalena de Caravaggio) y, en medio de su asombro, exclama:
"¿De qué estrellas venimos y hemos caído para encontrarnos aquí?" (1-ver notas al final).
Caravagio, El éxtasis de María Magdalena.
http://www.repubblica.it/cultura/2014/12/02/news/treffers_prostituta_e_santa_vi_svelo_il_segreto_della_maddalena-101919458/


De no haber sucedido así ni La gaya ciencia ni Así habló Zaratustra hubieran sido lo que son. Pero, lo cierto es que Lou se encontraba en aquel lugar y momento acompañada de Paul Rée, a quien había conocido unos días antes en la casa de Malwida von Meysenbug. Lou sintió empatía a primera vista por Paul y más la entusiasmó su modo de ser y de filosofar, además de sus intereses por la filosofía de Spinoza, en la que ella estaba interesada. Así que cuando Nietzsche pasó a saludar a Malwida, ella le informó en dónde estaban ellos y salió en su búsqueda … al parecer, para llegar un poco tarde al corazón de Lou, pero no al interés que ella tenía por su filosofía. La tragedia, si bien opera al azar, sus hilos se tejen con evidente claridad, claro, cuando se reconstruye a posteriori la trama de su red.
Resulta que unos días antes Paul Rée había invitado a Nietzsche, que estaba por los lados de Mesina, a que se le uniera en Roma y, para antojarlo, le habló de la joven, bella e inteligente rusa que había conocido en casa de Malwida von Meysenbug. Pero el azar le jugo una mala pasada. Paul Rée, que había conocido primero a Lou, se enamoró de ella y ella sintió especial atracción por Paul, así que cuando Nietzsche llegó, esa relación era ya una muy buena e “íntima” amistad.
También Nietzsche fue “asaltado” por el enamoramiento y como hombre de su tiempo, se apresuró a proponer matrimonio a Lou, pero con la torpeza de que le pidió a Paul que lo hiciera en su nombre. Por supuesto, Lou lo rechazó, no una, sino tres veces, porque su interés en ese momento de su vida no era ni el romance ni el matrimonio ni establecer una familia, lo que ella estaba buscando era profundizar la formación filosófica que había empezado en San Peterburgo, en su Rusia natal y en la que se le había despertado un especial interés por la filosofía de Spinoza, para lo cual Paul era el compañero ideal y en ese proyecto se hizo incluir Nietzsche, también interesado en Spinoza desde hacía un año, cuando escribía su libro Aurora y se preparaba para la escritura de La gaya ciencia.
La solución a este triángulo la propuso Lou. Ella había tenido un “sueño”, en el cual los tres formaban una comunidad de amigos dedicados al estudio filosófico, para lo cual puso especial énfasis en afirmar que para ella todo este asunto no tenía ninguna connotación amorosa:
"(...) hacerle comprender bien a Rée que mi vida amorosa "concluida para siempre" me inducía a un total afán de libertad sin límites".
(...)
"Con honradez lo que me convenció de manera más inmediata de que mi plan que era una afrenta a las costumbres sociales entonces vigentes era realizable, fue ante todo un simple sueño nocturno. En él vi un cuarto de trabajo agradable, lleno de libros y de flores, flanqueado por dos dormitorios y, yendo y viniendo entre ambos, nosotros, camaradas de trabajo formando un círculo alegre y serio" (2).
Y así lo acordaron. Por lo que los tres, junto con la madre de Lou, se dirigieron a Orfa en plan turístico y es en la excursión que realizan por el lago de la localidad a la isla y el monasterio de Monte Sacro que se sucede otro bucle de la tragedia. Al final de sus días, Lou dijo:
"¿Si besé a Nietzsche en Monte Sacro? Ya no lo sé" (3).
De Orfa se dirigen a Lucerna y allí se toman la fotografía de la carreta y el látigo que hará célebre todo ese romance y esa tragedia.
Allí se separan, Paul y Lou se dirigen a Berlín con el propósito de hacer los preparativos para la comunidad filosófica. Por su parte, Nietzsche se dirige a Tautenburg para concluir la escritura de La gaya ciencia, la cual termina en junio y se la envía al editor. También en ese momento desea mostrarle el manuscrito a Lou, pero al fin no puede viajar a Berlín para ello, así que acuerdan reunirse en Tautenburg en el mes de agosto para cuando, además, ya habrá salido el libro de la imprenta, regalo con el que la quiere sorprender.


Un idilio frustrado


Ese encuentro, al que se ha llamado "el idilio de Tautemburg", al fin sucede del 7 al 26 de agosto de 1882, para felicidad de Nietzsche, complacencia de Lou, pero para el mayor disgusto de Elizabeth, la hermana de Nietzsche, quien odiará y perseguirá a Lou por el resto de sus vidas.
Durante esos días y noches en Tautenburg, Lou y Nietzsche se dedican a la más intensa actividad de la formación filosófica de ella, en una relación alumna y maestro que hace feliz a Nietzsche y de la que Lou saca el mayor provecho, tanto que el futuro de su actividad profesional será marcada por las enseñanzas allí recibidas (4). Esto es lo que le cuenta Lou a Paul en una de sus cartas del momento:
«En estas tres semanas hemos conversado hasta el agotamiento; curiosamente él aguanta ahora cerca de diez horas diarias de charla. En nuestras veladas, cuando la lámpara, vendada como un inválido con un paño rojo para que no dañe sus pobres ojos, arroja sólo un débil resplandor por el cuarto, siempre llegamos a hablar de trabajos en común... Sorprendente que en nuestras conversaciones aboquemos involuntariamente al borde de abismos, a aquellos lugares de vértigo adonde alguna vez se ha subido en solitario para mirar desde allí a lo profundo. Siempre hemos elegido los caminos de gamuzas, y si alguien nos hubiera escuchado, habría creído que eran dos diablos los que conversaban» (5).
Pero, como en el viejo proverbio, “la causa de tu felicidad será la causas de tu desdicha”. Allí, en aquellos días y noches de Tautenburg, también se engendró el desenlace de la tragedia, por eso, no es para nada casual y más bien profético, el que en los aforismos 341 y 342 de La gaya ciencia ya se anuncien tanto al mismo Zaratustra como a las visiones abismales del pensamiento de ese profeta torturado: el eterno retorno.


Incipit tragoedia


Después de la partida de Lou de Tautemburg, el 26 de agosto de 1882, Elizabeth inicia contra ella una campaña de intrigas y maledicencias con encono y vulgaridad, cuyo objetivo es el de separarla de él y de borrarla de la biografía de su hermano, campaña en la que persistió hasta el final de sus días, pero con resultados catastróficos, pues tergiverso, mutiló y destruyo muchos de los escritos del archivo del filósofo, perjudicando de esa forma todas las investigaciones posteriores sobre su vida y obra, hasta que el trabajo de Giorgio Colli y Mazzimo Montinari y otros, restauraron, organizaron y publicaron lo que aun sobrevivía.
A partir de ese momento de Tautemburg, las relaciones entre Nietzsche, Lou y Rée, prácticamente quedan rotas y sólo se comunican por medio de las cartas doloridas de él, algunas de ellas se quedaron en borrador y nunca fueron enviadas, y las escasas respuestas de ellos. Las respuestas de Lou, frías e indiferentes, otras, nunca fueron respondidas, aun cuando ella nunca dejo de preocuparse por el estado anímico y por la salud de él hasta el último día. La misma Lou se encargó de destruir buena parte de los documentos de esa relación que ella consideró podrían perjudicar sus biografías públicas. Los demás materiales escritos, los publicó su amigo Ernst Pfeiffer, en el libro Documentos de un encuentro (6).
Nietzsche, Lou y Rée sólo volverán a sostener un breve y nada amistoso encuentro a finales de septiembre de 1882 en Lepzig. Será el último y, aunque se presentaron ocasiones de reconciliación, Nietzsche confesaría después que, por algo que él había hecho en contra de ella y que permanece en el misterio, aquella reconciliación era imposible.
En diciembre de 1882, Nietzsche se instala en Rapallo en medio de los tormentos de su ánimo y dolores de su cuerpo enfermo. Del 20 de diciembre es este fragmento de la carta para a Rée y Lou. Un borrador anterior y no enviado de esta carta contiene otras quejas y reclamos tanto más dramáticos de Nietzsche a la pareja:
"361. A Paul Rée y Lou von Salomé en Berlín (Fragmento)
¡Mis queridos Lou y Rée!
No os preocupéis demasiado por mis accesos de «megalomanía» o por mi «vanidad herida» — e incluso si un día, a causa de algún afecto, ocurriese que me quitase la vida, no habría mucho que lamentar. ¡Qué os importan mis fantasías! (Incluso mis «verdades» os han dejado hasta ahora completamente indiferentes.) Pues piensan ambos que soy a fin de cuentas un semi-enajenado que sufre de jaquecas, a quien la prolongada soledad le ha trastornado completamente la cabeza.
Llego a esto que considero como una valoración razonable de la situación, después de haber tomado — por desesperación — una dosis enorme de opio. Pero en lugar de perder por ello el juicio, parece que me está viniendo por fin. Por lo demás, me he encontrado realmente mal durante semanas; y si digo que he tenido aquí durante 20 días un tiempo como el de Orta, no tendré que añadir nada más.
Amigo Rée, ruéguele a Lou que me perdone todo — también ella me ofrecerá una oportunidad para perdonarla. Porque hasta ahora no le he perdonado nada.
Es mucho más difícil perdonar a los amigos que a los enemigos.
Se me ocurre una «defensa» de Lou [+++]
Respuesta a una carta no conservada de Paul Rée y Lou von Salomé." (7).
Es durante este período que Nietzsche concibe y escribe las primeras menciones y una anotación sobre el Superhombre (8):
No quiero la vida de nuevo. ¿Cómo he podido soportarla? Produciendo. Qué es lo que permite soportar su vista? La visión del superhombre, que dice que sí a la vida. Yo también lo he intentado ¡ay de mí” (9).
De esa manera completa el espectro de las materias que conformarán Así habló Zaratustra: "El eterno retorno de lo mismo", "Dios ha muerto", "el Superhombre", la voluntad de poder y, por supuesto, Zaratustra.


"¡Zaratustra, mi hijo!"


El 1 de febrero de 1883, inicia la escritura de Así habló Zaratustra. Y el 11 de febrero de 1883 le anuncia el feliz alumbramiento a su amigo Franz Overbeck, en Basilea, quien recibe la carta de un gozoso Nietzsche que le comunica, desde Rapallo, el nacimiento, así como la misión y las características de Así habló Zaratustra:
"El libro del que te hablé, cosa de 10 días, se me aparece ahora como mi testamento. Contiene un retrato extraordinariamente preciso de lo que será mí ser tan pronto como se haya liberado de toda su carga. Es un poema y no una colección de aforismos" (10).
Había nacido: "¡Mi hijo Zaratustra!" (11).
Y con Zaratustra, una larga historia de interpretaciones y polémicas que perduran hasta ahora. Esta es parte de esa historia como la cuenta Curt Paul Janz en su biografía:
"Nietzsche tenía acabadas la 1ª y la 2ª partes de Así habló Zaratustra en Febrero de 1883. La 3ª la finalizará en Enero de 1884. De todos modos, en febrero de 1885 añadirá una 4ª parte y todavía hará planes para una V y una VII que no llegará a realizar pues concebirá nuevas ideas que ya no entran dentro del proyecto artístico del Zaratustra. Este había ido creciendo trozo a trozo como una torre, lo que lleva a muchos a pensar que concibió su obra como una sinfonía. Por su parte Köselitz coloca el libro en la serie de los escritos sagrados. Para otros, sin embargo, Nietzsche se limitaría a plagiar el Prometeo de Carl Spitteler; y el problema es que el mismo Spitteler lo creía también. Para justificar su creencia se apoyaba en la tesis de Weingartner. Sin embargo, el problema es que éste no da prueba alguna que justifique que Nietzsche conoció el Prometeo de Spitteler aparecido en 1881. Lo único que señala como verosímil es el paralelismo de los animales acompañantes en ambos autores: en Spitteler el león y el perrito; en Nietzsche el águila y la serpiente. Pero incluso aquí, el origen de los animales de Nietzsche habría que buscarlo en otras fuentes.
En relación con el personaje de Zaratustra, es muy probable que Nietzsche sea deudor de la Simbólica de Friedrich Creuzer. Acerca del por qué Nietzsche decide hacer de ese personaje el abanderado de su obra, habría que escuchar primeramente lo que el mismo Nietzsche nos dice en Ecce homo. De todas formas, esta explicación no parece convincente en el contexto de su pensamiento.
Por lo que se refiere a la idea del eterno retorno las explicaciones que se han hecho han sido muchas y lo seguirán siendo. Ya en 1895 Rudolf Steinner avanzó la tesis de que el eterno retorno había surgido en Nietzsche como contraposición a las lecturas que había hecho sobre el Curso de filosofía de Dühring, a lo que Naumann se opuso frontalmente haciendo referencia a la necesidad de tener en cuenta otros testimonios. Naumann avanzó también la hipótesis sobre el significado de la idea del Superhombre. De todos modos, aún hoy, tanto el eterno el retorno como el superhombre ofrecen grandes dificultades en su interpretación.
Otra cuestión debatida se refiere al puesto que ocupa el Zaratustra en la obra total de Nietzsche. Llama la atención el hecho de que esta obra aparece como aislada en la totalidad de la misma. Sin embargo, aunque esto parece ser cierto, lo evidente es que con esta obra, y sus ideas sobre la muerte de Dios, el eterno retorno y el superhombre, lo que Nietzsche consigue es situarse en un nuevo plano de partida con el que comenzar el largo camino de la transvolaración de todos los valores.
Por último, ¿es Zaratustra el hijo intelectual de Nietzsche o el mismo Nietzsche?" (12).
No es casual que Zaratustra sea otra encarnación del Nietzsche-Diónisos que ya se había manifestado en el drama Empédocles, porque la máscara trágica de los enamoramientos de Nietzsche será ese dios griego que marca tanto su primer enamoramiento como el espíritu de la tragedia y de la música griega que ofrendó a Cósima, la amante mitificada, y a Richard Wagner, pero que traspondrá en Zaratustra en su enamoramiento por Lou Andreas Salomé, la amante imposible, pero de carne y hueso.
Finalmente, será Diónisos el dios al que ofrende los últimos destellos de su mente, cuando en 1888, escribiera Hecce Homo y, por supuesto, esas últimas notas que anuncian que la locura ha tomado su lugar.
O, ¿será que, como en la vieja leyenda: a quien un dios quiere destruir, antes lo enloquece?


Notas


(1) Friedrich Nietzsche, Lou van Salome, Paul Rée, Documentos de un encuentro, Laertes, Barcelona, 1982, p. 76.
(2) Friedrich Nietzsche, Lou van Salome, Paul Rée, Documentos de un encuentro, Laertes, Barcelona, 1982, pp. 69-70.
(3) H. F. Peters, Mi hermana, mi esposa, la vida de Lou Andreas-Salomé, Plaza & Janés, Barcelona, 1980, pp. 94-96.
(4) Los Andreas-Salomé, Aprendiendo con Freud, Laertes, Barcelona, 1984. Lou Andreas Salomé fue la encargada de interpretar las filosofías de Spinoza y de Nietzsche que Freud adaptó para sus teorías psicoanalíticas.
- Notas y apuntes realizados por Nietzsche para la formación de Lou han sido publicados en: Lou Andreas Salomé, Recuerdos de mi vida en Documentos de un encuentro, p. 69-70. Y en: Friedrich Nietzsche, Fragmentos póstumos, III, 1882-1885, Tecnos, Madrid, 2010.pp. 27-47.
(5) Curt Paul Janz, Friedrich Nietzsche. 3. Los diez años del filósofo errante (1879-1888), Alianza, Madrid, 1981, p. 118.
(6) Friedrich Nietzsche, Lou van Salome, Paul Rée, Documentos de un encuentro, Laertes, Barcelona, 1982.
(7) Friedrich Nietzsche, Correspondencia, Volumen IV, enero 1880-diciembre 1884, Trotta, Madrid, 2010, pp. 303-304.
(8) “Aunque en la evolución del pensamiento de Nietzsche. esta idea del superhombre tiene sus precedentes en la concepción juvenil del genio y en la noción de «espíritu libre» del período intermedio, como tal denominación aparece por primera vez en el fragmento 4 [81] del cuaderno N V 9c de 1882-1883, donde se alude a la mirada del superhombre que afirma la vida”. Friedrich Nietzsche, Fragmentos póstumos, III, Introducción, Tecnos, Madrid, 2010, p. 15.
(9) Friedrich Nietzsche, Fragmentos póstumos, III, Tecnos, Madrid, 2010, p. 109.
(10) Friedrich Nietzsche, Lou van Salome, Paul Rée, Documentos de un encuentro, Laertes, Barcelona, 1982, pp. 208-209.
(11) A partir de este momento, Nietzsche se referirá a Zaratustra como a su hijo. Friedrich Nietzsche, Correspondencia, Volumen IV, enero 1880-diciembre 1884, Trotta, Madrid, 2010.
(12) Curt Paul Janz, Friedrich Nietzsche, Biografía, 3. Los diez años del filósofo errante (1879-1888),Alianza, Madrid, 1981, capítulo 5: “Mi hijo Zaratustra”, pp. 167 y ss.







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