Lecturas y escrituras de un LECTOR LUDI para demostrarse que los libros son una fuente de gozoso "furor".
2 de julio de 2006
Tres reseñas para pasar el hartazgo de mundial
- Jaime Alberto Vélez, La baraja de Francisco Sañudo, El poeta invisible
- Estanislao Zuleta, Comentarios a Así hablaba Zaratustra, de Friedrich Nietzsche
- John R. Searle, La mente, una breve introducción
Por Iván Rodrigo García Palacios
Entre partido y partido, entre gol y gol, y para no involucrarme demasiado con todo ello, voy leyendo frases y párrafos de tres de las novedades bibliográficas de los últimos tiempos que me llamaron la atención y que pongo a la consideración de los LECTORES LUDI.
La primera, las dos novelas póstumas de Jaime Alberto Vélez, La baraja de Francisco Sañudo, El poeta invisible, que tratan de la poesía y los poetas de una manera breve y buena que los harán pensar sobre las estupideces que se comenten en nuestro medio en nombre de la poesía.
La segunda, un rescate de las conferencias de Estanislao Zuleta, Comentarios a Así hablaba Zaratustra, de Friedrich Nietzsche, como una invitación a leer y releer esa obra tan popular y célebre que ha impactado a tantos lectores en la juventud.
La tercera, sobre un asunto apasionante, de John R. Searle, La mente, una breve introducción, que ofrece a los lectores una sencilla pero profunda visión filosófica, sustentada en los últimos descubrimientos científicos, de los qué es la mente.
Además, para regresar a las reseñas, ese mi viejo oficio, que tenía abandonado.
PRIMERA RESEÑA
La baraja de Francisco Sañudo, El poeta invisible
Autor: Jaime Alberto Vélez
Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 2005 (142 p.)
"Genio y figura...". Jaime Alberto Vélez fue, en vida, un ácido crítico de las miserias culturales e intelectuales de la sociedad colombiana, y para ser congruente, lo siguió siendo hasta después de muerto, con la publicación póstuma de estas dos breves novelas -aparentemente, parte de una trilogía o algo más- que, si bien, se inscriben en la moda editorial de la publicación postmorten de los textos que los escritores dejaron pendientes, por cualquiera sean las razones y que los expertos editores se encargan en convertir en productos comerciales, hasta el punto de que algunos de esos escritores publicaron más obras después de muertos que en vida, en el caso de Jaime Alberto Vélez se convierten en una excepción que confirma la regla y en una sátira a esa moda.
A diferencia de aquellos productos comerciales necrófagos, las dos novelas de Jaime Alberto Vélez estaban ya concluidas y a punto para su publicación al momento de su muerte, y la tercera, no.
La crítica y la sátira a ese mecanismo de mercadeo, es que Jaime Alberto Vélez dio orden de quemar todos sus papeles, tal y como lo cuenta Luis Fernando Macías en el prólogo, en un gesto que yo no creo tan kafkiano, sino de responsabilidad y congruencia, y que espero que sus herederos respeten y no caigan en la tentación aduladora de los lagartos carroñeros.
Advierto de antemano que en este tipo de casos, cada caso es típico, y así como se presentó la explotación comercial de los papeles de Hemingway, existen los casos en que sería un crimen de lesa humanidad no rescatarlos. Para mi gusto, dos ejemplos: el de los archivos de Fernando González, tan valiosos como sus obras publicadas, y el de la última novela (cinco en una) de Roberto Bolaño, 2666, que, sabiendo que iba a morir, la dejó casi lista como una herencia que asegurara el porvenir económico de su mujer y su hijo. El caso Kafka es tan kafkiano como su obra y ya cada cual pensará lo que le parezca.
Pero, mejor entremos en las novelas. Son un broche de oro para la obra de Jaime Alberto Vélez. Dos pequeñas obras maestras de su estilo en las que haciendo uso de la libertad, tanto del género como de individuo, novela en deliciosa receta sobre tres de los muchos temas sobre los que escribió: la superstición, el maestro y la poesía. Dos personajes en los que Jaime Alberto Vélez representa los seres críticos que lo habitaban.
Esto es lo que me hace pensar que no era una trilogía, sino algo más, lo que se proponía Jaime Alberto Vélez, quizás una serie de pequeñas novelas tematizadas que en conjunto reunieran todos los temas que le preocuparon.
La superstición es el tema de La baraja de Francisco Sañudo, a la vez que cuenta la historia de un maestro que quiere entregar lo mejor a sus alumnos, critica la superstición en que caen las gentes por temor, ignorancia y tantas otras causas ideológicas. Pero que, al mismo tiempo, sufre la paradoja de todos los asuntos sobre creencias, ideologías y fanatismos, que terminan por hacer víctimas y mártires a todos aquellos que los critican, cualquiera sean sus buenas intenciones.
Y es que, La baraja o cartilla de lectura, de Francisco Sañudo, por sus características, es usada por las gentes como una especie de I Chin, en el que su lectura o consulta al azar de los breves textos, sirve como motivo de interpretaciones relacionadas con las situaciones y circunstancias que afectan a quien lo hace y que parecieran asociarse con los eventos de su pasado, presente o futuro, o con la descripción de la naturaleza y comportamientos de las personas que lo rodean. En fin, un manual adivinatorio.
La novela esta dividida en tres partes. La primera, es así como una especie de biografía crítica de la vida y la obra del maestro Francisco Sañudo y de su baraja o cartilla de lectura.
La segunda, es la baraja o cartilla de lectura propiamente dicha, compuesta por 45 breves textos poéticos, que por los efectos de la reversibilidad e inversión defensiva de las ideologías y creencias, terminan por convertirse en instrumentos de lo que el maestro criticaba: la superstición y la adivinación con la que los pícaros explotan a los pobres de espíritu, que no serán propiamente dueños del cielo.
La tercera, corresponde a tres testimonios de personajes cercanos a la vida y la obra de Francisco Sañudo, a manera de catalizadores para la leyenda y la ficción.
En, la segunda novela, El poeta invisible, Jaime Alberto Vélez contrapone dos personajes de la poesía colombiana: el célebre Julio Flórez que con su sensiblera poesía infestó el gusto popular de finales del siglo XIX y comienzos del XX y que en algo perdura, para bien y para mal. Y el ficticio homónimo que jamás escribió un verso, pero que dejó su legado poético en los márgenes de los libros de la contaduría que fue su profesión, al preguntarse por aquellas palabras inexistentes para expresar estados, situaciones, circunstancias, etc. de la vida, que por sutiles o complejos, ni han sido creadas ni definidas.
Y, si se quiere, esos pequeños textos son breves poemas por sí mismos, algo así como haikus a la colombiana. Para muestra, un par de ejemplos al azar de los 131 que se incluyen en la novela:
"Gesto de sumisión del esclavo en presencia de su amo".
"Persona a la que se desea por largo tiempo en la oscuridad del corazón".
Este poeta invisible se convierte así en una crítica a la poesía y una postura ética y existencia del poeta. Otra de las preocupaciones del Jaime Alberto Vélez, poeta, narrador, ensayista y crítico.
Dos breves novelas deliciosas e inquietantes.
SEGUNDA RESEÑA
Comentarios a Así hablaba Zaratustra, de Friedrich Nietzsche
Autor: Estanislao Zuleta
Hombre Nuevo Editores, Medellín, 2006 (195 p.)
Viejo conocido de filosofías y lecturas críticas, Estanislao Zuleta es la réplica de sus maestros: Kant y Freud. Sus conferencias y textos se ciñen a la meticulosidad kantiana que todo asunto, por mínimo, es analizado hasta el último extremo y consecuencia. Y, a la libertina fantasía interpretativa freudiana que para cualquier situación indefinible o inexplicable, propone las más oropelezcas teorías o interpretaciones.
Gran lector y estudioso de la literatura y la filosofía, Estanislao Zuleta propuso un pensamiento y una forma de prensar originales sustentadas en sus lecturas y estudios. De ello dan cuenta, por ejemplo, sus conferencias, ya publicadas por Hombre Nuevo Editores, sobre "El Quijote" y "La montaña mágica", en las que tiene un significativo peso el bagaje psicoanalítico. O, sus obras críticas sobre el pensamiento de Marx y otros ensayos. En el caso de su visión sobre la filosofía alemana, la obra que se reseña constituye una muestra especial.
Los "Comentarios" son una magnífica muestra y oportunidad, por un lado, para conocer el estilo de Estanislao Zuleta y, por el otro, para entusiasmarse a una lectura condimentada y profunda de la famosa obra de Friedrich Nietzsche, "Así hablaba (o, habló) Zaratustra".
Del propio Estanislao Zuleta, lo que dice sobre ese libro de Friedrich Nietzsche:
"Aunque, por su estilo, "Zaratustra" ha hecho decir a muchos comentaristas que es una obra esencialmente poética, Heidegger demuestra en su libro "Qué significa pensar" que el "Zaratustra" es una obra filosófica perfectamente rigurosa, pero con un tipo de rigor que no corresponde a un "orden de razones" a la manera de Descartes, por ejemplo; no es un orden deductivo el de "Zaratustra", sino un orden que se da en la forma como los diferentes temas se encuentran articulados y se refieren unos a otros.
Esos temas son: la muerte de Dios y el nihilismo, el último hombre y el superhombre, la venganza y el eterno retorno y es teniendo en cuenta el conjunto, como se puede captar el hilo de cualquiera de los discursos".
Por mi parte y respetando el contenido filosófico de "Zaratustra", alguna vez propuse su lectura del aspecto poético de esa obra como un canto de amor desesperado al fracaso amoroso de Friedrich Nietzsche con la hermosa Lou Andreas Salomé. Entendiendo que Friedrich Nietzsche utilizaba su propia introspección psicológica como motivo y punto de partida, más que para su filosofía, para experimentar y reflexionar sobre sus trágicas experiencias existenciales, tal y como, por ejemplo, ya lo había hecho, antes de "Zaratustra", en "El origen de la tragedia", con su enamoramiento por Cósima Wagner y su decepción por Richard Wagner. O, en el más extraño y posiblemente apócrifo, "Mi hermana y yo".
De todas maneras, esta lectura filosófica de Estanislao Zuleta al "Zaratustra", es un buen complemento a la lectura literaria, que la mayoría de los LECTOR LUDI, alguna vez hicimos de las obras más populares de Friedrich Nietzsche.
Anotando que, ese aspecto literario de la obra de Friedrich Nietzsche, ya ha sido estudiado por excelentes críticos literarios, al mismo tiempo que se ha filosofado sobre el sentido de la literatura en su filosofía, sobre este último asunto, recomiendo el libro de Alexander Nehamas, "Nietzsche, la vida como literatura".
En fin, una buena lectura lleva a otra y a otra...
TERCERA RESEÑA
La mente, una breve introducción
Autor: John R. Searle
Grupo Editorial Norma, Bogotá, 2006 (381 p.)
Por no sé cuáles motivos, mi vida de lector estuvo marcada por épocas y temas, sin que por ello, tampoco, me privara de lecturas desordenadas y al antojo del momento.
Orden y caos, como una fortuna o un fracaso, que si bien, por una parte, me libraba de los males de convertirme en un lector de pose académica y, por la otra, me impidió desarrollar un conocimiento más especializado. Pero no me quejo, me hizo ecléctico, me permitió explorar muchos territorios y me dio el placer de gozar de la variedad.
Esta introducción autobiográfica para reseñar un libro que filosofa sobre la mente y lo que, precisamente, me lleva a la pregunta: ¿Por qué nuestras existencias son como son?
Pues bien, en los últimos tiempos, entre mis asuntos de lectura, uno fundamental ha sido el de querer encontrar más y mejores respuestas a la pregunta mayor: ¿Qué nos hace humanos?, esa antigua pregunta que en la filosofía conduce a los misteriosos territorios de la metafísica, y que en los modernos estudios de las neurociencias, pareciera reducida a la actividad cerebral y un "algo más", todavía por conocer.
Hasta el momento, sólo había encontrado lecturas especializadas en uno u otro terreno, y poco, muy poco, lecturas en las que filosofía y neurociencias fueran tratadas de manera adecuada y armónica. Combinadas de tal manera que provocaran una verdadera filosofía de la mente. Ese placer se demoró hasta que me encontré con la novedad que ahora reseño, de un autor importante en el tema y con la admirable cualidad de exponer con sencillez y claridad estos complejos asuntos.
John R. Searle empieza por delimitar, con crítica claridad, el objeto de su investigación, estableciendo las debidas distancias y relaciones que liberan el estudio de la mente, propiamente dicha, por una parte, de las especulaciones filosóficas y teológicas que desde la antigüedad se han debatido en la búsqueda de un ente, material o espiritual, que llaman alma o "ese algo", que es como lo mismo y que, finalmente, pareciera sólo querer justificar e imponer la supremacía del humano en el universo.
Por la otra parte, aprovechar el conocimiento neurocientífico, cuyo propósito específico es el de estudiar los procesos cerebrales hasta las últimas consecuencias y que, todavía, se queda atónito ante "ese algo más" que es la mente y los estados mentales, en donde, se supone, por el momento, son o están la conciencia, la intencionalidad, la causación mental, el libre albedrío, la percepción y el yo.
En términos generales, los puntos que John R. Searle trata, son: una amplia visualización sobre las teorías, filosóficas y científicas, que han tratado sobre la mente y las funciones del cerebro. A partir de allí, una confrontación con el dualismo y el materialismo filosófico y científico que parte de la división mente-cuerpo. Y, finalmente, proponer su propia postura naturalista, tal y como lo resume al final de su libro:
"He completado la tarea que me propuse en el primer capítulo. Intenté presentar una descripción de la mente que situara los fenómenos mentales como parte del mundo natural. Nuestra presentación de la mente en todos sus aspectos -conciencia, intencionalidad, libre albedrío, causalidad mental, percepción, acción intencional, etc.- es naturalista en este sentido: en primer lugar, trata los fenómenos mentales como parte de la naturaleza" (p. 365).
9 de junio de 2006
LECTOR LUDI-31
La conexión evolutiva y cultural
del enamoramiento
- EL ENAMORAMIENTO: SEGUNDA PARTE
- ¿En qué momento empezamos a ser los humanos que hoy somos?
- Simbolizar: un proceso de miles de años de evolución cerebral y mental
- El enamoramiento: consecuencia de la extensión del celo y la erotización del sexo
Por Iván Rodrigo García Palacios
INTRODUCCIÓN
Uno de los misterios más fascinantes y difíciles de desvelar en la historia de la humanidad, ha sido el de determinar el momento, las condiciones y las circunstancias en los cuales el cerebro de los Homo empezó a simbolizar, a atribuirle símbolos a las sensaciones y, a partir de allí, a darle proyección a su existencia en el tiempo y en el espacio; a establecer nuevos sentidos y relaciones para sus sensaciones; a almacenar información en memorias asociativas que le permitían conservar y crear conocimientos y, en consecuencia, a crear nuevos mundos imaginarios y realizables, en fin, a ser consciente de tener conciencia y de poder expresarla. Ese fue el tiempo en el cual el Homo se transformó en Humano, el Humano que ha evolucionado hasta hoy.
Hasta ese momento, el cerebro del Homo sólo funcionaba como el del mamífero más avanzado en la evolución cerebral, por medio de procesos repetitivos que se transmitían de generación en generación y que, ocasionalmente, cada cientos de miles de años, evolucionaban para dar origen a un fenómeno biológico-cerebral que ampliaba la dinámica cotidiana mediante el desarrollo de una novedad tecnológica, al tiempo que elevaba las potencialidades y posibilidades de supervivencia y reproducción de individuos y hordas.
Como todo en la evolución, cada paso tiene una finalidad y nada es gratuito. Para transformar los organismos vivos, quita y pone de la materia prima disponible con el fin de adecuarla a las condiciones y circunstancias, favoreciendo aquellas habilidades necesarias para su supervivencia y su reproducción en los ambientes en que le corresponda vivir.
Así pues que, paralelamente con la evolución biológica y fisiológica del cerebro, que se desarrollaba a costa de otras partes del cuerpo, que se iban haciendo innecesarias, se aumentaba la capacidad cerebral y mental, necesarias para soportar el incremento, cada vez más complejo, de su actividad.
Tal es el caso de los grupos de Homo que por sus circunstancias y condiciones cambiaron sus dietas vegetales, que necesitaban un sistema gástrico grande para su digestión, y comenzaron a consumir alimentos cada vez más blandos, ricos en proteínas y nutrientes que, no requiriendo un gran sistema gástrico, permitió que las partes sobrantes de ese sistema se trasladaran a ampliar y mejorar el sistema nervioso u otras partes del cuerpo.
Esa complejidad cerebral y mental, soportada por ese sistema nervioso ampliado y mejorado, da pie para la aparición de los primeros intentos de ese simbolizar que le fue permitiendo la organización paulatina de los procesos cerebrales y mentales, hasta ir constituyendo e integrando funciones y áreas especializadas, dotadas con capacidad de memoria y relaciones simultáneas y paralelas que, a partir de las habilidades preexistentes, generó nuevas interpretaciones y manifestaciones de sí mismo y de la realidad.
Por ejemplo, los sonidos se fueron convirtiendo en lenguaje y música, la visión en imágenes virtuales recordables y modificables, e igual para las demás percepciones y sensaciones: olfato, tacto y sabores; dando origen a nuevas tecnologías e interpretaciones. La imaginación y el pensamiento inician así una actividad que todavía continúa evolucionando.
Por supuesto, igual que toda la evolución previa del Homo, la evolución del Humano ha sido lenta desde el momento en que comienza a simbolizar, hasta la vertiginosa rapidez de la actualidad. Con una mayor aceleración en los últimos 40.000 años, cuando, controlados los métodos para satisfacer muchas de las necesidades básicas, se empieza, como dijo el psicólogo estadounidense, Abraham Harold Maslow (1908-1970), a la satisfacción de las necesidades superiores o la autorrealización.
Pero, aclaro que para mí, tales necesidades superiores, a diferencia de las necesidades básicas, son generadas por la cultura y su satisfacción depende tanto de las adecuaciones biológicas y fisiológicas como de la ampliación de la capacidad mental, en una espiral sin final a la vista.
Llega, pues, el momento en el cual imaginación y pensamiento comienzan a abstraer y a conceptualizar, lo cual permite concebir el orden social, con su manejo del poder, que dan origen a la política y la religión.
Nacen las artes propiamente dichas que se convierten en los métodos y formas que le permiten a los humanos proyectar las condiciones de su existencia en el tiempo y en el espacio, así como el poder para manifestar y expresar todas aquellas cosas de las cuales todavía carece de elementos y formas concretas de explicación y a las que intenta dar una interpretación aceptable.
Y, a partir de las antiguas habilidades para fabricar herramientas y artefactos, empieza el desarrollo de la artesanía que derivaría en la industria y las ciencias que transforman, imitan, replican, controlan y destruyen la naturaleza.
De todas las posibilidades y potencialidades que el simbolizar le ha permitido desarrollar al ser humano que hoy es, la que ahora me interesa es: tratar de responder a las preguntas que alguna vez se me ocurrieron y que continúan inquietándome: ¿Cómo, a partir del sexo, se desarrolló la sexualidad? ¿Qué conexiones existen entre sexo, sexualidad, enamoramiento y amor?
PRIMERA PARTE
El sexo humano, como el de todos los seres vivos, asegura la reproducción y posibilita la evolución. En este sentido, el ser humano comparte con los seres vivos las mismas condiciones, con las diferencias correspondientes a cada una de las especies, las que, en términos generales, son ahora el resultado de millones de años de evolución, durante los cuales, la evolución ha experimentado hasta alcanzar los procesos sexuales que hoy caracterizan cada especie y que, vistos en conjunto, son variaciones y mezclas de una forma original de reproducción.
Si se mira comparativamente, el sexo humano comparte muchas de las características de otras especies animales y, en particular, ha desarrollado algunas características bio-sexuales propias y, como pienso, ha introducido algunas modificaciones culturales al mero comportamiento sexual reproductivo, con una finalidad social que, para la naturaleza humana, además de garantizar la reproducción evolutiva, satisfaga otras necesidades, estas ya de tipo cultural.
Por ello, me atrevo a pensar, que en algún momento de su evolución biológica y cultural, el Humano inventó la sexualidad a partir motivos, medios y finalidades que, como en todo en la evolución, se adecuó, se transformó, se acumuló o se desechó, de acuerdo a las circunstancias de cada época hasta obtener el estado actual que, como es de suponer, continuará evolucionando.
En primer lugar y para tratar de localizar ese momento, asumo y parto de la definición que José Antonio Marina ofrece de la sexualidad y que, de entrada me conecta con los temas anteriores:
"Llamo sexualidad al universo simbólico construido sobre una realidad biológica: el sexo" (1).
Esta definición me lleva a afirmar que para el Homo el sexo era simplemente sexo: la actividad reproductiva dirigida y controlada biológica y fisiológicamente, acorde con la evolución. Lo que me hace, a su vez, preguntarme, aunque difiera para otra ocasión el intentar una respuesta, ¿cómo serían las relaciones entre los humanos sin la sexualidad? Un asunto nada extraño, dadas las actuales formas de relación sexual y, lo más dramático, ante la posibilidad de reproducción artificial y controlada, con las consiguientes implicaciones morales, sociales, políticas, biológicas, en fin...
Regresando al tema, de todas las características que determinan el sexo en los seres vivos, probablemente, las más evidentemente perceptibles a todos los niveles, son las de celo, apareamiento, embarazo, nacimiento y crianza, las cuales, además de sus condicionamientos biológicos, son las de más factible de control cultural.
Se puede, entonces, pensar que en el momento en el cual el Humano empezó a simbolizar, una de las actividades que fue necesario simbolizar, para la conformación de los grupos o comunidades, fue la del sexo, como principio fundamental de las finalidades de sobrevivir y reproducirse.
Así pues que, una vez lograda la asociación de grupos de humanos, estos simbolizan las actividades que conducen a la seguridad y la sobrevivencia del grupo: liderazgo, político y religioso, recolección de alimentos y, especialmente, la reproducción.
La reproducción, como lo plantea Peter Sloterdijk, es una de las actividades que, básicamente, define la naturaleza misma del grupo:
"Las hordas son grupos de seres humanos criadores de seres humanos, que conceden a sus descendientes, a través de enormes distancias temporales, cualidades cada vez más desmedidas de lujo" (2).
Igualmente, Peter Sloterdijk, describe la naturaleza de la horda en su contexto psicosocial:
"A fin de presentar los essentials de la comunidad arcaica, sería útil tener a la vista algunas de las propiedades, de enriquecedoras consecuencias, de la originaria vida de las hordas. Lo mejor es imaginarse a las antiguas hordas como una especie de islas flotantes, que avanzan lentamente, de modo espontáneo, por los ríos de la vieja naturaleza. Se separan del medio exterior por la revolucionaria evolución de las técnicas de distanciamiento -sobre todo por la novedosa sincronía de huida y contraataque- y están sujetas desde su interior por un efecto invernadero emocional, que amalgama a los miembros de la horda -a través del ritmo, la música, los rituales, el espíritu de rivalidad, los beneficios de la vigilancia y el lenguaje- en una especie de institución psicosocial total. Estos grupos pueden denominarse islas sociales, pues, de hecho, han sido extraídos de su entorno como esferas que estuvieran animadas, rodeadas por un invisible cerco de distanciamiento, que mantiene alejada de los cuerpos humanos la opresión de la vieja naturaleza; con su protección, el Homo Sapiens puede convertirse en un ser que, de cara al exterior, evita el conflicto y, hacia el interior, alcanza el lujo" (3).
Esas condiciones y circunstancias, palabras más palabras menos, similares a los ámbitos que habita, física y psicológicamente, el Humano actual, son las mismas que permitirían - ¿obligarían?- el establecimiento de regulaciones específicas para la actividad sexual, con las consecuencias biológicas y culturales que determinarán la vida sexual, amorosa y social de los humanos en los miles de años transcurridos desde entonces.
En lugar destacado debe considerarse, entre otros, el control de la reproducción, por su importancia para la supervivencia y adecuación evolutiva biológica y cultural. Este asunto, junto con todos aquellos relacionados, ha sido estudiado por los antropólogos desde muy diversos puntos de vista y a ellos remito a los interesados.
Entonces, ¿cuáles serían las acciones que conducirían a desarrollar la sexualidad como reguladora, a partir de la mera actividad sexual? Y, ¿que tiene que ver con el enamoramiento?
SEGUNDA PARTE
El ser humano comparte las características sexuales del resto de los seres vivos de variada y diversa forma, y se diferencia por aquellas que le son propias. Las que me interesan ahora, son el celo, el apareamiento, el embarazo y la crianza, comunes a todas las especies, pero, igualmente, con manifestaciones propias en cada una de ellas.
En tiempos del Homo, la actividad sexual estaba regulada por la biología y la fisiología y, quizás, por las mínimas regulaciones de las condiciones sociales propias de la especie. Así pues que, sólo en el momento de trasformarse en Humano, esa actividad comenzó a ser alterada en función de las nuevas formas de comportamiento y las necesidades correspondientes. Por supuesto, todo ello a partir de lo ya existente.
El cambio más notable de la conducta sexual del Humano, resultante de la intervención simbolizadora o cultural, es el de haber extendido la receptividad sexual o celo femenino a todo tiempo, con variaciones de intensidad. Ello, sin que se suspendieran o apenas se modificaran, las condiciones biológicas y fisiológicas, de periodicidad y señales de atracción y selección, con las salvedades que mostraré para estas dos últimas.
Fue en la atracción y en la selección donde la cultura debió iniciar su más determinante intervención, al agregar, a las simples manifestaciones biológicas y fisiológicas, elementos inventados, tales como la intensificación u ocultamiento de los olores; cambios en la modulación de los sonidos; alteraciones de la presentación corporal para agregar nuevas sensaciones táctiles y visuales; ampliación de los repertorios gestuales de provocación, aceptación y rechazo. En fin, la transformación del cuerpo en un medio de expresión simbólica, esa necesidad de expresarse como más que humano lo humano. Había nacido Eros para el sexo y para el arte.
Pero, simultáneamente, y a partir de la natural característica humana a formar parejas de mayor permanencia, especialmente para proteger el embarazo y la crianza, también se establecieron regulaciones culturales y sociales que condicionaban las formas por las cuales debía realizarse el apareamiento, la formación de parejas y la permanencia de estas. Había nacido la sexualidad.
TERCERA PARTE
De Eros y sexualidad se origina el enamoramiento.
En primer lugar, bien se sabe que el celo produce transformaciones físicas y de comportamiento en los seres vivos, transformaciones que se extienden más allá de su duración y del apareamiento, con el evidente resultado de que, tras un intenso período de celo, se produce una mayor maduración sexual, física, psicológica, emocional, etc., de los individuos, la cual los mejora, más que para la propia reproducción, para afrontar con mayor éxito los períodos de embarazo y crianza.
Y, en segundo lugar, como ya se dijo, las parejas humanas tienden a extender el período de su unión para proteger el embarazo y la crianza.
Pues bien y de alguna manera, que no se me ocurre cómo explicar (todavía), pienso que, como consecuencia de la extensión del período del celo femenino, la erotización de la actividad sexual y la regulación de la sexualidad, se generaron los cambios mentales necesarios para que se produjera el Estado Naciente, que define Francesco Alberoni (4) y que conduce al posterior estado de Amor que, una vez concluido el enamoramiento, mantiene unida la pareja por extensos períodos y los convierte en mejores seres humanos.
Como quien dice, el enamoramiento, como yo lo pienso, no es ya el dañino y loco estado al que lo ha condenado el "pensamiento políticamente correcto", sino un elemento que la evolución nos ha legado para protegernos de nosotros mismos.
NOTAS
(1) José Antonio Marina, El rompecabezas de la sexualidad, Anagrama, Barcelona, 2002 (312 p.), p. 31
(2) Peter Sloterdijk, En el mismo barco, Siruela, Madrid, 1994 (103 p.), p. 27
(3) Peter Sloterdijk, En el mismo barco..., ps. 25 y 26
(4) Francesco Alberoni..., ya citado en LECTOR LUDI-30
7 de junio de 2006
LECTOR LUDI-31
La conexión evolutiva y cultural
del enamoramiento
- EL ENAMORAMIENTO: SEGUNDA PARTE
- ¿En qué momento empezamos a ser los humanos que hoy somos?
- Simbolizar: un proceso de miles de años de evolución cerebral y mental
- El enamoramiento: consecuencia de la extensión del celo y la erotización del sexo
Por Iván Rodrigo García Palacios
INTRODUCCIÓN
Uno de los misterios más fascinantes y difíciles de desvelar en la historia de la humanidad, ha sido el de determinar el momento, las condiciones y las circunstancias en los cuales el cerebro de los Homo empezó a simbolizar, a atribuirle símbolos a las sensaciones y, a partir de allí, a darle proyección a su existencia en el tiempo y en el espacio; a establecer nuevos sentidos y relaciones para sus sensaciones; a almacenar información en memorias asociativas que le permitían conservar y crear conocimientos y, en consecuencia, a crear nuevos mundos imaginarios y realizables, en fin, a ser consciente de tener conciencia y de poder expresarla. Ese fue el tiempo en el cual el Homo se transformó en Humano, el Humano que ha evolucionado hasta hoy.
Hasta ese momento, el cerebro del Homo sólo funcionaba como el del mamífero más avanzado en la evolución cerebral, por medio de procesos repetitivos que se transmitían de generación en generación y que, ocasionalmente, cada cientos de miles de años, evolucionaban para dar origen a un fenómeno biológico-cerebral que ampliaba la dinámica cotidiana mediante el desarrollo de una novedad tecnológica, al tiempo que elevaba las potencialidades y posibilidades de supervivencia y reproducción de individuos y hordas.
Como todo en la evolución, cada paso tiene una finalidad y nada es gratuito. Para transformar los organismos vivos, quita y pone de la materia prima disponible con el fin de adecuarla a las condiciones y circunstancias, favoreciendo aquellas habilidades necesarias para su supervivencia y su reproducción en los ambientes en que le corresponda vivir.
Así pues que, paralelamente con la evolución biológica y fisiológica del cerebro, que se desarrollaba a costa de otras partes del cuerpo, que se iban haciendo innecesarias, se aumentaba la capacidad cerebral y mental, necesarias para soportar el incremento, cada vez más complejo, de su actividad.
Tal es el caso de los grupos de Homo que por sus circunstancias y condiciones cambiaron sus dietas vegetales, que necesitaban un sistema gástrico grande para su digestión, y comenzaron a consumir alimentos cada vez más blandos, ricos en proteínas y nutrientes que, no requiriendo un gran sistema gástrico, permitió que las partes sobrantes de ese sistema se trasladaran a ampliar y mejorar el sistema nervioso u otras partes del cuerpo.
Esa complejidad cerebral y mental, soportada por ese sistema nervioso ampliado y mejorado, da pie para la aparición de los primeros intentos de ese simbolizar que le fue permitiendo la organización paulatina de los procesos cerebrales y mentales, hasta ir constituyendo e integrando funciones y áreas especializadas, dotadas con capacidad de memoria y relaciones simultáneas y paralelas que, a partir de las habilidades preexistentes, generó nuevas interpretaciones y manifestaciones de sí mismo y de la realidad.
Por ejemplo, los sonidos se fueron convirtiendo en lenguaje y música, la visión en imágenes virtuales recordables y modificables, e igual para las demás percepciones y sensaciones: olfato, tacto y sabores; dando origen a nuevas tecnologías e interpretaciones. La imaginación y el pensamiento inician así una actividad que todavía continúa evolucionando.
Por supuesto, igual que toda la evolución previa del Homo, la evolución del Humano ha sido lenta desde el momento en que comienza a simbolizar, hasta la vertiginosa rapidez de la actualidad. Con una mayor aceleración en los últimos 40.000 años, cuando, controlados los métodos para satisfacer muchas de las necesidades básicas, se empieza, como dijo el psicólogo estadounidense, Abraham Harold Maslow (1908-1970), a la satisfacción de las necesidades superiores o la autorrealización.
Pero, aclaro que para mí, tales necesidades superiores, a diferencia de las necesidades básicas, son generadas por la cultura y su satisfacción depende tanto de las adecuaciones biológicas y fisiológicas como de la ampliación de la capacidad mental, en una espiral sin final a la vista.
Llega, pues, el momento en el cual imaginación y pensamiento comienzan a abstraer y a conceptualizar, lo cual permite concebir el orden social, con su manejo del poder, que dan origen a la política y la religión.
Nacen las artes propiamente dichas que se convierten en los métodos y formas que le permiten a los humanos proyectar las condiciones de su existencia en el tiempo y en el espacio, así como el poder para manifestar y expresar todas aquellas cosas de las cuales todavía carece de elementos y formas concretas de explicación y a las que intenta dar una interpretación aceptable.
Y, a partir de las antiguas habilidades para fabricar herramientas y artefactos, empieza el desarrollo de la artesanía que derivaría en la industria y las ciencias que transforman, imitan, replican, controlan y destruyen la naturaleza.
De todas las posibilidades y potencialidades que el simbolizar le ha permitido desarrollar al ser humano que hoy es, la que ahora me interesa es: tratar de responder a las preguntas que alguna vez se me ocurrieron y que continúan inquietándome: ¿Cómo, a partir del sexo, se desarrolló la sexualidad? ¿Qué conexiones existen entre sexo, sexualidad, enamoramiento y amor?
PRIMERA PARTE
El sexo humano, como el de todos los seres vivos, asegura la reproducción y posibilita la evolución. En este sentido, el ser humano comparte con los seres vivos las mismas condiciones, con las diferencias correspondientes a cada una de las especies, las que, en términos generales, son ahora el resultado de millones de años de evolución, durante los cuales, la evolución ha experimentado hasta alcanzar los procesos sexuales que hoy caracterizan cada especie y que, vistos en conjunto, son variaciones y mezclas de una forma original de reproducción.
Si se mira comparativamente, el sexo humano comparte muchas de las características de otras especies animales y, en particular, ha desarrollado algunas características bio-sexuales propias y, como pienso, ha introducido algunas modificaciones culturales al mero comportamiento sexual reproductivo, con una finalidad social que, para la naturaleza humana, además de garantizar la reproducción evolutiva, satisfaga otras necesidades, estas ya de tipo cultural.
Por ello, me atrevo a pensar, que en algún momento de su evolución biológica y cultural, el Humano inventó la sexualidad a partir motivos, medios y finalidades que, como en todo en la evolución, se adecuó, se transformó, se acumuló o se desechó, de acuerdo a las circunstancias de cada época hasta obtener el estado actual que, como es de suponer, continuará evolucionando.
En primer lugar y para tratar de localizar ese momento, asumo y parto de la definición que José Antonio Marina ofrece de la sexualidad y que, de entrada me conecta con los temas anteriores:
"Llamo sexualidad al universo simbólico construido sobre una realidad biológica: el sexo" (1).
Esta definición me lleva a afirmar que para el Homo el sexo era simplemente sexo: la actividad reproductiva dirigida y controlada biológica y fisiológicamente, acorde con la evolución. Lo que me hace, a su vez, preguntarme, aunque difiera para otra ocasión el intentar una respuesta, ¿cómo serían las relaciones entre los humanos sin la sexualidad? Un asunto nada extraño, dadas las actuales formas de relación sexual y, lo más dramático, ante la posibilidad de reproducción artificial y controlada, con las consiguientes implicaciones morales, sociales, políticas, biológicas, en fin...
Regresando al tema, de todas las características que determinan el sexo en los seres vivos, probablemente, las más evidentemente perceptibles a todos los niveles, son las de celo, apareamiento, embarazo, nacimiento y crianza, las cuales, además de sus condicionamientos biológicos, son las de más factible de control cultural.
Se puede, entonces, pensar que en el momento en el cual el Humano empezó a simbolizar, una de las actividades que fue necesario simbolizar, para la conformación de los grupos o comunidades, fue la del sexo, como principio fundamental de las finalidades de sobrevivir y reproducirse.
Así pues que, una vez lograda la asociación de grupos de humanos, estos simbolizan las actividades que conducen a la seguridad y la sobrevivencia del grupo: liderazgo, político y religioso, recolección de alimentos y, especialmente, la reproducción.
La reproducción, como lo plantea Peter Sloterdijk, es una de las actividades que, básicamente, define la naturaleza misma del grupo:
"Las hordas son grupos de seres humanos criadores de seres humanos, que conceden a sus descendientes, a través de enormes distancias temporales, cualidades cada vez más desmedidas de lujo" (2).
Igualmente, Peter Sloterdijk, describe la naturaleza de la horda en su contexto psicosocial:
"A fin de presentar los essentials de la comunidad arcaica, sería útil tener a la vista algunas de las propiedades, de enriquecedoras consecuencias, de la originaria vida de las hordas. Lo mejor es imaginarse a las antiguas hordas como una especie de islas flotantes, que avanzan lentamente, de modo espontáneo, por los ríos de la vieja naturaleza. Se separan del medio exterior por la revolucionaria evolución de las técnicas de distanciamiento -sobre todo por la novedosa sincronía de huida y contraataque- y están sujetas desde su interior por un efecto invernadero emocional, que amalgama a los miembros de la horda -a través del ritmo, la música, los rituales, el espíritu de rivalidad, los beneficios de la vigilancia y el lenguaje- en una especie de institución psicosocial total. Estos grupos pueden denominarse islas sociales, pues, de hecho, han sido extraídos de su entorno como esferas que estuvieran animadas, rodeadas por un invisible cerco de distanciamiento, que mantiene alejada de los cuerpos humanos la opresión de la vieja naturaleza; con su protección, el Homo Sapiens puede convertirse en un ser que, de cara al exterior, evita el conflicto y, hacia el interior, alcanza el lujo" (3).
Esas condiciones y circunstancias, palabras más palabras menos, similares a los ámbitos que habita, física y psicológicamente, el Humano actual, son las mismas que permitirían - ¿obligarían?- el establecimiento de regulaciones específicas para la actividad sexual, con las consecuencias biológicas y culturales que determinarán la vida sexual, amorosa y social de los humanos en los miles de años transcurridos desde entonces.
En lugar destacado debe considerarse, entre otros, el control de la reproducción, por su importancia para la supervivencia y adecuación evolutiva biológica y cultural. Este asunto, junto con todos aquellos relacionados, ha sido estudiado por los antropólogos desde muy diversos puntos de vista y a ellos remito a los interesados.
Entonces, ¿cuáles serían las acciones que conducirían a desarrollar la sexualidad como reguladora, a partir de la mera actividad sexual? Y, ¿que tiene que ver con el enamoramiento?
SEGUNDA PARTE
El ser humano comparte las características sexuales del resto de los seres vivos de variada y diversa forma, y se diferencia por aquellas que le son propias. Las que me interesan ahora, son el celo, el apareamiento, el embarazo y la crianza, comunes a todas las especies, pero, igualmente, con manifestaciones propias en cada una de ellas.
En tiempos del Homo, la actividad sexual estaba regulada por la biología y la fisiología y, quizás, por las mínimas regulaciones de las condiciones sociales propias de la especie. Así pues que, sólo en el momento de trasformarse en Humano, esa actividad comenzó a ser alterada en función de las nuevas formas de comportamiento y las necesidades correspondientes. Por supuesto, todo ello a partir de lo ya existente.
El cambio más notable de la conducta sexual del Humano, resultante de la intervención simbolizadora o cultural, es el de haber extendido la receptividad sexual o celo femenino a todo tiempo, con variaciones de intensidad. Ello, sin que se suspendieran o apenas se modificaran, las condiciones biológicas y fisiológicas, de periodicidad y señales de atracción y selección, con las salvedades que mostraré para estas dos últimas.
Fue en la atracción y en la selección donde la cultura debió iniciar su más determinante intervención, al agregar, a las simples manifestaciones biológicas y fisiológicas, elementos inventados, tales como la intensificación u ocultamiento de los olores; cambios en la modulación de los sonidos; alteraciones de la presentación corporal para agregar nuevas sensaciones táctiles y visuales; ampliación de los repertorios gestuales de provocación, aceptación y rechazo. En fin, la transformación del cuerpo en un medio de expresión simbólica, esa necesidad de expresarse como más que humano lo humano. Había nacido Eros para el sexo y para el arte.
Pero, simultáneamente, y a partir de la natural característica humana a formar parejas de mayor permanencia, especialmente para proteger el embarazo y la crianza, también se establecieron regulaciones culturales y sociales que condicionaban las formas por las cuales debía realizarse el apareamiento, la formación de parejas y la permanencia de estas. Había nacido la sexualidad.
TERCERA PARTE
De Eros y sexualidad se origina el enamoramiento.
En primer lugar, bien se sabe que el celo produce transformaciones físicas y de comportamiento en los seres vivos, transformaciones que se extienden más allá de su duración y del apareamiento, con el evidente resultado de que, tras un intenso período de celo, se produce una mayor maduración sexual, física, psicológica, emocional, etc., de los individuos, la cual los mejora, más que para la propia reproducción, para afrontar con mayor éxito los períodos de embarazo y crianza.
Y, en segundo lugar, como ya se dijo, las parejas humanas tienden a extender el período de su unión para proteger el embarazo y la crianza.
Pues bien y de alguna manera, que no se me ocurre cómo explicar (todavía), pienso que, como consecuencia de la extensión del período del celo femenino, la erotización de la actividad sexual y la regulación de la sexualidad, se generaron los cambios mentales necesarios para que se produjera el Estado Naciente, que define Francesco Alberoni (4) y que conduce al posterior estado de Amor que, una vez concluido el enamoramiento, mantiene unida la pareja por extensos períodos y los convierte en mejores seres humanos.
Como quien dice, el enamoramiento, como yo lo pienso, no es ya el dañino y loco estado al que lo ha condenado el "pensamiento políticamente correcto", sino un elemento que la evolución nos ha legado para protegernos de nosotros mismos.
NOTAS
(1) José Antonio Marina, El rompecabezas de la sexualidad, Anagrama, Barcelona, 2002 (312 p.), p. 31
(2) Peter Sloterdijk, En el mismo barco, Siruela, Madrid, 1994 (103 p.), p. 27
(3) Peter Sloterdijk, En el mismo barco..., ps. 25 y 26
(4) Francesco Alberoni..., ya citado en LECTOR LUDI-30
22 de mayo de 2006
LECTOR LUDI-30
El enamoramiento, arrebato místico, locura, insensatez, enfermedad
o transmutación
- El enamoramiento os hará nuevos hombres
- ¿Por qué nos enamoramos?
- ¿Qué sucede cuando termina el enamoramiento?
- El enamoramiento: ¿una enfermedad inevitable o una crisis necesaria?
- Las teorías del amor: éxtasis y delirios o dolores y horrores
- Una historia del enamoramiento y el amor a través de las épocas:
- Modelos e historias del enamoramiento: Kama Sutra, Banquete, Fedro, Ars Amandi, la enfermedad freudiana, el Estado Naciente, de Alberoni
- El exacerbado hedonismo individualista, pone en peligro el enamoramiento.
Por Iván Rodrigo García Palacios
INTRODUCCIÓN
¿Es el enamoramiento un capricho de la mente?, o por el contrario, ¿es un estado obligado y necesario, con causas y consecuencias determinables?
Todas las filosofías, ciencias, literaturas y poesías que tratan del amor pasión o del enamoramiento, que es, según ellas, la fuerza que une y mueve al universo, y llegan hasta el punto de exagerarla, afirmando que vence a la muerte en su forma cristiana del amor evangélico, se han concentrado en explorar las causas que lo originan y los sublimes o desastrosos estados que produce en los enamorados, pero han dejado olvidada la exploración de los efectos necesarios que produce en los seres humanos, luego de que ha concluido su acción, que el enamoramiento termina.
Antes de continuar, debo hacer una advertencia necesaria: enamoramiento y amor, así posean algunos rasgos en común, son dos estados diferentes y diferenciables para la existencia humana, con causas y consecuencias propias, ya los griegos los habían encarnado en dos diferentes dioses: Eros y Afrodita. Es pues, de esa manera, como se les tratará a continuación.
Aclarado lo anterior, mi primera pregunta: ¿Por qué nos enamoramos? La respuesta que pretendo dar, propone la hipótesis descabellada de que es un estado obligado y necesario para el desarrollo y evolución del ser humano, tanto biológico como mental, y que, como todos los demás mecanismos evolutivos, tiene funciones específicas tanto para la supervivencia como para la reproducción y que, como todo lo relacionado con el asunto, puede manifestarse de forma natural y saludable o defectuosa y patológica.
Igualmente, creo que, como en los demás fenómenos evolutivos, el enamoramiento se manifiesta y causa efectos diferentes, tanto mentales como biológicos, en hombres y mujeres. Lastimosamente, en este sentido han sido escasas las investigaciones y las pocas que existen no ofrecen afirmaciones concluyentes. De todas formas, por lo poco que se conoce y la experiencia reflexiva, me atrevo a plantear, más adelante, algunas hipótesis descabelladas.
Sin embargo, antes de iniciar una reflexión sobre esa propuesta, voy a echar una rápida mirada, por una parte, a la historia del enamoramiento, así como a algunos de los paradigmas y prejuicios que se mantienen sobre el tema y, por otra parte, sobre algunas de las exploraciones, acertadas o ilusorias, que se han propuesto para explicar el enamoramiento, ya que permitirían ver algunos de los elementos que han incidido en el desarrollo y evolución de la humanidad a partir de mi hipótesis.
Primera parte
Estas historias, así como los paradigmas y prejuicios podrían clasificarse, mínimamente, en seis vertientes que se entrecruzan, mezclan y fusionan de múltiples maneras:
1. El enamoramiento erótico existencial, sagrado y humano.
2. El enamoramiento erótico filosófico: locura amorosa y el amor de la amistad.
3. El enamoramiento del amor cortés: erótica sublimada.
4. El enamoramiento liberado por
5. El enamoramiento del psicoanálisis: enfermedad psicológica, obsesión sexual.
6. El enamoramiento como renacimiento: fuerza que cambia a los individuos.
1. DEL KAMA SUTRA A PLATÓN
Desde los pueblos del Oriente, Lejano o Próximo, se esparcieron las primeras teorías, historias, narraciones y poemas sobre el enamoramiento divino y humano. Los Libros Fundadores de la antigua India y la milenaria Persia, están llenos de los más apasionados encuentros amorosos de los dioses generadores, en los cuales engendraban sus creaciones cósmicas; existieron dioses y templos para consagrar estas funciones divinas e inspirar a los humanos.
Igualmente, las narraciones y poemas más hermosos de sus literaturas hablan, con lenguaje extático y gozoso de las ardorosas y apasionadas relaciones eróticas de los personajes y héroes que han inflamado la imaginación de generaciones de escritores y lectores de la literatura universal. Y, para rematar, fue allí donde se escribieron los primeros, más descriptivos y casuísticos, manuales amorosos, el más conocido: Kama Sutra.
Lo que todavía asombra es que para ellos la naturaleza del enamoramiento era, al mismo tiempo, divina y humana, así como que Eros y Amor eran las sustancias de una misma esencia. Dioses y hombres se enamoraban de la misma forma, y lo más asombroso todavía, el enamoramiento humano, cuya única finalidad era un trance extático y erótico, era, simultáneamente, un umbral por el que se accedía a la comunión con lo divino.
La otra cara antropohistórica de la naturaleza del enamoramiento prehelénico, es la expuesta por los egipcios, quienes, por un lado, encarnaban los aspectos sagrados del enamoramiento en "la diosa Hator, la soberana de todas las formas de alegría, desde la de las estrellas hasta la del placer físico, vela por la misteriosa atracción que reúne a dos amantes" (1).
Y, por la otra parte, los egipcios, al igual que los pueblos orientales, lejanos y próximos, consideraban los asuntos del amor y el matrimonio, cuestiones de organización y regulación social, política o religiosa, modalidad que, con algunas variantes y atenuaciones, se ha mantenido hasta ahora en casi todas las culturas tanto de Occidente como de Oriente. Pero ese es otro tema.
2. EL AMOR PLATÓNICO
La cultura griega, modelo del que se deriva la civilización occidental, fue formada por la mezcla y fusión iniciada por los micénicos a partir de las culturas emigrantes del Oriente, de Egipto y de la conquistada Minos; así como por la propia interpretación que se inicia con los poemas de Homero y sus sucesores y que se comienza a formalizar con los pensadores presocráticos y que con Sócrates, Platón, Aristóteles y con demás filósofos y escritores, alcanzan su forma definitiva y que es esparcida a Occidente por el helenismo, los romanos, la cultura latina subsiguiente y que alcanza su máxima expresión occidental en El Renacimiento Italiano.
Es pues allí donde se inician las reflexiones y planteamientos sobre las naturalezas del enamoramiento y el amor, que ellos, como sus antecesores, continuaron manteniendo como manifestaciones relacionadas pero diferentes, así como diferentes eran sus impactos y usos sociales, políticos y religiosos.
La diferencia que establecen los griegos en la forma como enfrentan los asuntos del enamoramiento y el amor, más que en los significados o comportamientos, radica en el enfoque y el tratamiento que le dan. Por una lado, los poetas, dramaturgos y escritores, las tratan como situaciones existenciales o cotidianas y, por el otro lado, los filósofos, que se centran en establecer sus relaciones con la salud del alma, lo que se denomina sabiduría que no es otra cosa que la teorización o contemplación de la verdad, que a su vez, fundamentan la ética individual y cívica. Igualmente, para los filósofos, es el punto de partida para desvelar y conocer los misterios del universo: la física y la metafísica.
Es Platón quien mejor reflexiona sobre los asuntos del enamoramiento y el amor, a los que trata en diferentes contextos e interpretaciones en buena parte de sus diálogos, cartas y otros textos. El más famoso de sus diálogos y en el que plantea sus doctrinas sobre el enamoramiento y el amor, de forma más dialéctica que sistemática, es el Banquete, en el que el diálogo Sócrates-Diotima, cierra las exposiciones de los otros personajes y matiza y complementa sus tesis.
UN BANQUETE AMOROSO
El Banquete, es a su vez un bello canto poético y un vívido tratado filosófico en el que Platón entrelaza la vitalidad y la filosofía, propias de la naturaleza humana, y que se explica, en su introducción, M. Martínez Hernández:
"La definición de Eros de labios de Diotima es la más cercana a los puntos de vista de Platón sobre la naturaleza del amor, cuyas tres notas más características son que amor es todo deseo de cosas buenas y de felicidad (Banquete, 205d), que amor es desear que lo bueno sea de uno para siempre (Banquete, 206a) y que amor es procreación en la belleza tanto corporal como espiritual (Banquete, 206b). Lo propio de nuestra naturaleza mortal es aspirar a ser inmortal en la medida en que podamos por medio de la generación en la belleza. Este deseo de inmortalidad del hombre, producto en el fondo de la naturaleza demónica o intermediaria del Eros y de su genealogía, necesita de un aprendizaje que se traduce en una serie de etapas sucesivas que conducen a la contemplación de
AMOR Y AMISTAD: FEDRO
El otro diálogo fundamental en el que Platón trata del enamoramiento y el amor, es Fedro, aunque mal interpretado, y en el cual se trata de los discursos de Lisias y Sócrates, plantea, primero, el discurso de Lisias, del que dice Ernesto Grassi:
"La serie de argumentos del discurso de Lisias conforma una fenomenología sistemática del desasosiego que se manifiesta en la fuerza transponedora de las pasiones" (3).
Los argumentos de Lisias, cuyo significado y contenido sintetiza Ernesto Grassi:
"Todos señalan que la pasión es el motivo de que el ser humano transfiera significados a la realidad mediante su fantasía "libre" y que estos significados desaparecen tan pronto como la pasión ha acabado" (4).
Ahora bien, los siete argumentos de Lisias buscan explicar los comportamientos de los enamorados, y a partir de los cuales Sócrates, en su discurso, utiliza para elaborar la crítica al loco enamoramiento y a ofrecer la mejor opción para las relaciones amorosas. Ellos son (5):
1. Se afirma que los amantes se arrepienten de todo lo que han dedicado al amado (Fedro, 231a-231b7).
2. El acento recae sobre el sujeto de la relación pasional: también el sujeto se revela actor de una fábula tras cuyo final ya no se reconoce a sí mismo. Es característico que cada amante esté convencido de que su pasión sólo se dirige al último amado: a él lo valora "siempre más que al anterior" (Fedro, 231c6-231d7-231c6).
3. Se dirige al hecho de que la referencia erótica en que se encuentran objeto y sujeto de la pasión cambia continuamente (Fedro, 231c6-231d7).
4. Señala que incluso la elección del compañero no la determina el individuo, sino una fuerza impersonal, anónima, de tal modo que en este juego erótico el individuo no se revela como un momento último, indivisible. Hay que negarle toda libertad (Fedro, 231d7-231d12).
5. Se dirige, casi como ejemplo de las tesis presentadas antes, al fenómeno del vanagloriarse. El amante desea dar a conocer su relación erótica, ser elogiado por ella, lo cual lo vuelve sordo a los reproches de quienes se encuentran fuera de esta relación, es decir, no está en condiciones de conocer la situación de la comunidad en cuyo marco se encuentra (Fedro, 231d12-232b5).
6. Se basa en el miedo a perder el objeto de la pasión, de donde surge el intento desesperado de alejar al amado de otras personas (Fedro, 232b6-232c)
7. Se subraya la efimeridad del juicio sobre el amado y el riesgo del elogio que surge de él; el elogio, la admiración, la adulación muestran la pérdida de toda medida (Fedro, 232e-233b6).
¿QUÉ ES EL AMOR?
Es entonces cuando Fedro acicatea a Sócrates para que exprese sus críticas al discurso de Lisias, las que inicia con la presentación de su método de deliberación, la formulación de la pregunta clave y su definición de amor:
"Deliberemos primero, de mutuo acuerdo, sobre qué es el amor y cual es su poder" (Fedro, 237c).
Para, a continuación ofrecer su elemental definición del amor:
"El Eros es un deseo" (Fedro, 237d), pero, como agrega E. Lledo Íñigo, sustentado en esos dos principios que hay en nosotros y que nos arrastran, "uno de ellos es un deseo natural de gozo, otro es una opinión adquirida que tiende a lo mejor" (Fedro, 237d).
Y, tercero, Sócrates concluye, introduciendo en la relación amorosa, los beneficios de la amistad:
"Dones tan grandes y tan divinos, muchacho, te traerá la amistad del enamorado" (Fedro, 256e).
EROS Y AFRODITA
En fin y para concluir, es necesario decir que para los griegos, enamoramiento y amor, eran los conceptos encarnados por Eros y Afrodita, con sus aparentes similitudes y sus profundas diferencias, y es a partir de allí que se elaboran las interpretaciones que formarán la imagen del mundo amoroso de romanos, helénicos, latinos, cristianos y hasta la actualidad.
Son precisamente estas similitudes y diferencias las que, a partir de los romanos, se enfatizarán, por una parte, para proponer modelos de buen comportamiento amoroso, y por la otra, para proscribir el Eros pagano, que en la formación y difusión del cristianismo alcanzará los mayores extremos, sin que por ello se pudiera impedir la dinámica evolutiva generada por el enamoramiento, pero si, posiblemente, afectando su más saludable devenir.
ARS AMANDI: OVIDIO
Los romanos, que saquearon, copiaron e interpretaron, cultural y materialmente, a Grecia y el helenismo, a diferencia de ellos, parece que en las cuestiones de Eros y Venus, especialmente en lo concerniente al primero, fueron menos poéticos y filosóficos, pero mucho más escandalosos, como lo atestiguan las historias y leyendas sobre sus orgías y vida licenciosa. Desde los mismos inicios del pueblo romano ya se plantea, con el rapto de las sabinas, un rasgo tal sentido.
Es notorio, precisamente cuando se cambia de Era, que sea el momento en el cual el poeta Ovidio (
Sin embargo, en los asuntos de Venus, el amor cultural y social de los romanos parece haber sido más moralizado, ético y rígido que para sus antecesores, salvo en las relaciones de las castas hindúes.
Las relaciones de familia, de matrimonio y de filialidad, alcanzaron tal importancia en Roma, que fueron tratadas con especial cuidado en sus códigos jurídicos, en sus aspectos de patria potestad, derechos y responsabilidades económicos, de sucesión y de comportamiento de hombres y mujeres. Como en
Ahora, en el ámbito del enamoramiento, como en el mundo amoroso de los orientales y los griegos, para los romanos los romances apasionados de aquellos hombres y mujeres que se sintieron asaltados por Eros, se pueden leer en su poesía amorosa que muestra mejor la igualdad del arrebato y la diferencia o similitud de su expresión.
3. EL AMOR Y EL CRISTIANISMO
A la caída del Imperio Romano y al advenimiento del Cristianismo, la visión sobre el enamoramiento y el amor cambian radicalmente. El Eros pagano es obligado a pasar a la clandestinidad; nace el nuevo concepto del amor cristiano, mejor expuesto por Benedicto XVI en su primera encíclica y, consecuentemente, la concepción y regulación del amor humano y entre humanos, se establece a partir de la interpretación de lo anterior, así como el establecimiento de nuevas formas y expresiones, cuyas doctrinas, leyes y normas eran determinadas por el poder de
Consecuencia de ello fue la tragedia amorosa de Abelardo y Eloisa, al igual que la de muchos otros amantes a quienes el virulento cristianismo, enemigo declarado de la pasión amorosa, condenó a tormentos terribles, crueles, dolorosos y fatales, acusándolos de estar poseídos por encantos, hechizos y embrujos, causados por magos, hechiceros y brujas, agentes del demonio, a quienes, también, se perseguía y condenaba a la hoguera.
El Eros pagano de la clandestinidad se manifiesta, al menos, de dos formas. La una, en nada diferente a las anteriores, se presenta en la poesía y narración erótica o hermética que conserva la calidad literaria y poética de las obras del pasado. La otra, a veces, obscena, vulgar o pornográfica, clandestina y de gran popularidad.
Lo llamativo en esta época es el hecho de que la poesía amorosa desarrolle una vertiente esotérica y hermética por medio de la cual se comunican y manifiestan conocimientos secretos, misteriosos, herméticos, sobre las ciencias y el ser físico y metafísico de los humanos, y que se correspondían con una transmutación y una adquisición de poderes sobrenaturales por quien los desarrollaban.
Estos conocimientos no eran aceptados, al menos de manera abierta, por los poderes que respaldaban al cristianismo como religión oficial y dominante de
Representantes más notorios de esta vertiente poética, esotérica y hermética, son Petrarca, los poetas del Stil Novo, Dante, Boccaccio y otros que los continuaron posteriormente (Shakespeare, Milton, Blake, por ejemplo), para quienes, según consideran algunos estudiosos, el culto amoroso a
AMOR CORTESANO Y BUCÓLICO
Igualmente, el poder católico, al proscribir totalmente toda manifestación del Eros pagano y de cualquier hermetismo, propició la aparición de nuevas formas de expresión amorosa y hermética aparentemente inocuas en las que el amor erótico era sublimado hasta convertirse en arrebato de emoción espiritual, las cuales se consideraron adecuadas para todo público y se volvieron muy populares.
Aquí se originan el amor cortesano, el amor bucólico y, su derivación más popular, el amor pastoril, que se desarrollaron, mantuvieron y evolucionaron, en la literatura y la mentalidad popular, desde
Son también famosos y populares de estas expresiones los poemas del amor trágico de parejas que son separadas por sus circunstancias sociales y que se inspiraron en las novelas griegas del siglo primero y segundo de nuestra era, como Dafnis y Cloe. Entre ellos: Tristán e Isolda o Romeo y Julieta.
MANUALES DE AMOR ... Y ANDREAS CAPELLANUS
En la línea de los poetas de
Sólo para citar un par de ejemplos notables: "El libro de
Sin embargo, es casi extraordinario que en plena Edad Media aparezca una especie de Kama Sutra acorde con la época. Se trata del Tratado sobre el amor ("De Amore"), de Andreas Capellanus o Andrés El Capellán, compuesto, posiblemente, en 1174, y en el cual se explican de manera didáctica y práctica los modos y maneras de enamorar y hacer el amor, no sin ironía o disimulada moralidad.
Por otra parte, también corresponden a esta época, enfoques sobre Eros y Afrodita que muestran otros aspectos trágicos del enamoramiento, tales, como entre otras, las obras españolas: Libro de Calixto y Melibea y de la puta vieja Celestina, de Fernando de Rojas, publicado en 1499. Y, El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina (1579-1648).
4. EL AMOR DE
La literatura de la época, con el Marqués de Sade a la cabeza, más que cualquier otro testimonio, retrata con sombríos y aterradores colores el horror y el dolor al que habían sido condenados los arrebatos de Eros. Pero, igualmente, anticipaban la inmersión que, seguidamente, realizaría el Romanticismo en las profundidades del corazón, de la mente y de los sueños, para proponer un nuevo modelo erótico tan trágico como las otras miserias humanas.
Así como
Goethe, Hölderlin, Diderot, Víctor Hugo, Balzac, Sthendal, Novalis, son algunos de los escritores que ilustran magníficamente la época romántica europea. Para agregar y como curiosidad e igualmente ilustración, la gran novela romántica de Hispanoamérica fue María, de Jorge Isaacs.
FANALSTERIOS Y LOS MUCHACHOS DE LAS FLORES
Quizás lo que más influyó en el cambio de los paradigmas amorosos en el siglo XIX y XX, fue la visión utópica de las comunas socialistas que ya se anticipan en Saint-Simon, pero que es la excéntrica obra de Charles Fourier, con su propuesta de una sociedad organizada en fanalsterios, la que eleva esa visión del mundo a su máxima expresión y que llega a ser la inspiración para los movimientos comunitarios desde entonces y hasta mayo del 1968, así como del movimiento y las comunas hippies de los años sesenta.
El impacto que tuvo la obra de Charles Fourier, a quien nunca se le reconoció en vida, influyó no sólo en los intelectuales desde entonces, sino que también motivó para que se fuera extendiendo una nueva visión del enamoramiento y el amor, hasta llegar a convertirse en los movimientos del amor libre y liberación sexual que marcan buena parte del siglo XX.
Sus obras, esos manuales exagerados y casuísticos de organización social amorosa, son lecturas curiosas y deliciosas para conocer una nueva forma de utopía que establece un mundo en forma de fanal de abejas regido por el amor.
Algunos de los títulos de la obra de Charles Fourier, que cito para provocar su lectura, son: Nuevo Mundo Amoroso, La armonía pasional del Nuevo Mundo, Teoría de los cuatro movimientos.
5. SIGLO XX: EL AMOR COMO ENFERMEDAD
Pero, si por una parte, desde el siglo XIX se pretendía una mayor libertad para los individuos y las comunidades, al iniciar el siglo XX, Sigmund Freud y los psicoanálisis que de él se inspiran, con algunas excepciones, propone una visión apocalíptica, no aterradora en sí misma, sino por la reducción que hace del Eros y del enamoramiento, a los que convierte en enfermedad, lo mismo que cualquier manifestación de amor que se desvíe de la moral y la buenas costumbres impuestas por los poderes.
Con su astuta habilidad para renombrarlo todo, al mismo tiempo que elaborar galimatías teóricos para los que carecía de explicación, Freud confundió y convirtió al desarreglo emocional por el cual las personas se vuelven adictos, obsesivos o esclavos sentimentales de otros en la enfermedad del amor o el enamoramiento, estados con los que el enamoramiento nada tiene que ver, y a la que llama "regresión" y con la cual, sus no menos hábiles continuadores, han inventado hasta clínicas del amor.
Esta nociva reducción psicológica del Eros y Afrodita, que también se extendió a muchos otros aspectos de la psique humana, perduró, con sus daños y distorsiones, hasta un poco más allá de la mitad del siglo XX, momento en el cual comenzaron a aparecer, pública y ampliamente, las críticas que el poderoso movimiento psicoanalítico que Freud y sus sectarios alumnos habían logrado mantener censuradas.
Sin embargo, el poder de ese paradigma seudocientífico, al que hay que reconocerle el valor de una que otra de sus intuiciones, todavía continúa haciendo daños en los lugares subdesarrollados del planeta, a donde los avances científicos e intelectuales se demoran en penetrar efectivamente. Colombia, entre ellos.
Uno de los mayores daños que el psicoanálisis freudiano causó al desarrollo emocional de las generaciones que sufrieron su influjo, fue el de haber perpetuado y legitimado el maltrato infantil, ocultando y falseando las causas que buena parte de los desarreglos del comportamiento individual se encuentran en la "pedagogía negra" que las culturas, las ideologías y las instituciones políticas, religiosas y científicas, impusieron para la formación y desarrollo de los niños y que el psicoanálisis freudiano pretendió legitimar científicamente de forma fraudulenta.
La histerotización, neurotización y psicotización freudiana de la vida y la expresión amorosa provocada por el psicoanálisis, que en buena parte influyó en la vida amorosa de las gentes del siglo XX, ha sido tan ampliamente criticada y sus presupuestos rebatidos, que mejor declaro la suficiente ilustración y que cada cual se informe a su gusto.
Todo lo anterior me sirve para continuar pensando que el enamoramiento es un estado común y obligatorio de los seres humanos que las culturas no pueden impedir, a pesar de la represión o la distorsión ideológica a que se someta a los amantes, pues, salvo en sus formas de expresión, las que cada época desarrolla, conjuntamente con las demás partes de la cultura, el enamoramiento prevalecerá.
La naturaleza profunda y los objetivos del enamoramiento están orientados a trasformar la mente del ser humano, en su emocionalidad y otras manifestaciones, aún por investigar, al igual que en la evolución biológica se encarga de trasformar el cuerpo.
6. EL RENACIMIENTO DE EROS
Para mi gusto, la más hermosa teoría sobre el enamoramiento y el amor, por la originalidad de su enfoque, por la coherencia de su argumentación y por la validez de su reflexión, es la de Francesco Alberoni. La misma que propusiera en 1979, cuando publicó su primer libro con el mismo título: Enamoramiento y amor, y que desde entonces ampliando y desarrollando en más de una docena de libros y que ofreció actualizada, además de confrontada con otros enfoques filosóficos y teóricos, en su libro de 2003, El misterio del enamoramiento.
Hasta donde sé, Francesco Alberoni ha sido el único científico social que ha analizado los cambios mentales, biológicos, intelectuales, emocionales, etc., que les suceden a los enamorados, en lo que el ha llamado Estado Naciente, y que, si bien, pareciera circunscribir sólo al momento durante el cual los amantes están en tal estado, se puede afirmar que las consecuencias de esos cambios se extienden más allá de su terminación y, como más adelante mostraré, son el principio de la metamorfosis mental y cerebral que es la real finalidad del enamoramiento.
NEUROCIENCIA AMOROSA
Véase lo que dice Francesco Alberoni:
"Hemos dicho que eso indistinto que éramos siendo feto o lactante se perdió definitivamente con la mielinización de nuestras fibras nerviosas, con la construcción de un mundo de cosas y de un yo. El renacimiento adulto, el Estado Naciente, ha de ser una reestructuración funcional del sistema nervioso, posible gracias a su extrema complejidad e inestabilidad. Con un nuevo centrado del yo, de su comunidad y de su mundo" (6).
Además de sus reproches al desinterés de los psicólogos por el enamoramiento, más allá de su tratamiento patológico, Francesco Alberoni, reprocha, igualmente, a los neurocientíficos sus equivocadas interpretaciones a los resultados de sus investigaciones, a pesar de su reciente interés por el tema.
Primer reproche, porque, si bien demuestran "que el Estado Naciente tiene una base neurofisiológica bien precisa", reducen "el cuadro neurológico presente en el enamoramiento, a que se asemeja al que se encuentra en algunos estados obsesivos" (7). En nota de pie de página, Alberoni, agrega, refiriéndose a la base neurofisiológica: "Es una exigencia que, en cambio, han sentido Marazziti, Donatella. 2002. "La natura dell'amore, Milan, Rizzoli" (8).
La otra equivocación, dice Alberoni, es "interpretando esta intensa actividad cerebral solamente como un huracán de emociones, al que puede seguir el proceso racional de afecto" (9).
Y... ¿QUÉ HACER SIN EL ENAMORAMIENTO?
Al concluir su libro, Francesco Alberoni propone un análisis sociológico del enamoramiento, entre pasado y futuro, en el que demuestra que ese estado está amenazado y en decadencia en Occidente a causa del exacerbado hedonismo individualista que distorsiona las condiciones que él ha definido para ese estado: "El enamoramiento es el Estado Naciente de un movimiento colectivo de dos" (10).
La advertencia que ofrece, finalmente, Francesco Alberoni, sobre la posibilidad de que el enamoramiento, como mecanismo evolutivo, pueda estar en riesgo de verse afectado en su dinámica, a medida que se pierden los lazos de solidaridad humana, es aterrador, porque plantea, como mal menor, una involución y, como apocalipsis, la desaparición de la especie.
EL PODER DE
Quizás, para las ciencias positivas del comportamiento humano, que el enamoramiento y el amor sean misterios delicados y difíciles de abordar, o que, la mayor parte de los filósofos y fenomenólogos, a pesar del antecedente platónico, los consideran asuntos sin la importancia de otros en el Ser humanos, haya sido el pretexto para que los estudios, investigaciones y reflexiones sobre ellos no ocupen lugar preponderante en la exploración del conocimiento y se les mantenga marginados en una especie de limbo frívolo, más dominado por la sexualidad que por el poder que, evidentemente, tienen sobre la existencia y el devenir del hombre y de la especie.
Por ello resulta agradable encontrar una propuesta seria y original como la del filósofo italiano Ernesto Grassi, en la que relaciona enamoramiento y amor con fantasía e imaginación, como fuerzas trasformadoras de nosotros mismos y de nuestra visión del mundo, por medio de las cuales nos impulsamos hacia el más allá y hacia el porvenir. Véase lo que, en comunidad conceptual compartida con Alberoni, dice Grassi, :
"Las pasiones hacen florecer así apariciones a la luz de posibilidades imprevisibles, conducen a decepciones, abren heridas o las curan: establecen relaciones repentinas y transforman nuestro entorno: los acentos de la cotidianidad quedan desplazados. Si la pasión nos captura, la fantasía se enciende e ilumina el escenario de nuestra existencia; llama desde los bastidores a los compañeros y los hace desaparecer: esperanzas, miedos, envidia, comunidades y enemistades quedan invocadas por la fantasía humana transponedora, colorean las situaciones, transforman el significado de cada uno de los hechos. La pasión aparece como un ámbito en el que florecen las metáforas "engañadoras". La pasión conduce a transferencias subjetivas, y todo reluce en un significado nuevo. Pero, ¿cómo puede nuestra vida echar raíces en este cambio constante? También el impulso erótico transforma las relaciones, las amistades y los recuerdos, disuelve cada forma de objetividad alcanzada, hasta que las pasiones se apagan por completo cuando ante los ojos asombrados del antiguo compañero la realidad cotidiana aparece de nuevo en sus patrones habituales" (11).
No es fortuita esta relación del enamoramiento con la fantasía, que junto con la angustia y el ingenio, forman parte de la esencia de la existencia humana y la han determinado desde el origen.
La explicación de Grassi coincide con la de Platón que más adelante expongo y ambas me servirán para mostrar algunos de los mecanismos que desata el enamoramiento en la trasformación del hombre y, cuyos efectos, se convierten en permanentes, una vez cesa el estado de enamoramiento, para convertirnos en hombres nuevos.
Segunda parte
ARREBATO MÍSTICO, LOCURA O INSENSATEZ
A través de las épocas, el enamoramiento ha sido considerado: arrebato místico y comunión con la divinidad; locura erótica; encanto o embrujo demoníaco; impulso subversivo; enfermedad psicoanalítica; Estado Naciente, de acuerdo con las circunstancias, condiciones y variantes que cada época, lugar, pueblo o cultura, le ha asignado.
Igualmente, desde la antigüedad y hasta nuestros días, también se le considera un estado temporal de alteración mental que trasforma a quien lo padece, como la actual neurociencia lo comprueba, pero del que se retorna a la cordura y la sensatez, una vez ha concluido.
Pero lo que no ha sido dicho ni estudiado, son las consecuencias posteriores que transforman o transmutan, al individuo en otro del que era antes de enamorarse. Ese es un fenómeno real, concreto y posible de ser probado y demostrado. Nada de lo que sucede en la mente y en el cerebro es gratuito.
Quizás sea Platón, quien plantea, sin precisar ni profundizar, la posibilidad de la transformación posterior de los amantes una vez concluido el estado de enamoramiento, cuando afirma, en el discurso de Sócrates en el Fedro:
"Y ahora, pues, que tiene que cumplir su promesa, ha cambiado, dentro de él mismo, de dueño y señor: inteligencia y sensatez, en lugar de amor y apasionamiento. Se ha hecho, pues, otro hombre, sin que se haya dado cuenta el amado" (Fedro, 241a).
Por supuesto, la interpretación que se haga de tal afirmación es a conveniencia, porque, dado el sentido ético del discurso socrático, pudiera estar dirigido a reconocer el obvio retorno de los enamorados a la sensatez y la cordura que el enamoramiento les había suspendido.
Pero es esta suspensión, durante el enamoramiento, de los procesos mentales adaptados a las normas del ámbito social, de la que se sirven, la mente y el cerebro, para proceder a evolucionar.
Debe distinguirse esta suspensión de cualquier otro estado de alteración mental, llámese locura o cualquier otro nombre, pues estos estados, de por sí, ya tienen un lugar en la mente y funcionan con su propia dinámica. En cambio, la suspensión del enamoramiento es otra cosa que será necesario investigar, pero que, de ser cierta, no se corresponde con ninguna patología, ni deja secuelas ni se establece, ni en el cerebro ni en la mente, más allá de las transmutaciones que ha provocado.
¿QUÉ ES Y CÓMO SE SUCEDE EL ENAMORAMIENTO?
Acepto y tomo la definición de Alberoni, "El enamoramiento es el Estado Naciente de un movimiento colectivo de dos", ya citada, al igual que la explicación y la descripción que él ha dado en sus obras y que los interesados pueden consultar.
Alberoni explica y describe dos momentos de transformaciones. Las primeras, previas al Estado Naciente y, las segundas, las que se suceden cuando el individuo entra en tal estado.
Las primeras transformaciones son aquellas que se van presentando en el individuo y que una vez consolidadas y reunidas las condiciones necesarias, desatan el Estado Naciente. Véase lo que dice Francesco Alberoni:
"El período que precede a la aparición del Estado Naciente el individuo padece un estado de Tensión Creciente, de insatisfacción. Tiene la impresión de vivir de modo falso, inauténtico. Un estado que corresponde a la tensión y la asfixia que el feto sufre en el útero materno al término del embarazo. En la vida adulta nos sentimos sofocados, prisioneros, cuando nuestro impulso vital, nuestro deseo de vivir se ve trabado por las normas, las relaciones sociales, por instituciones escleróticas. Es
Este proceso, en términos absolutamente generales, es un aumento progresivo del desorden, de
Sin embargo, para Alberoni, la aparición de estos fenómenos, previos al enamoramiento, parece estar más condicionada por sucesos existenciales provocados por las circunstancias de la vida cotidiana y que bien podrían o no presentarse, y no por causas obligatorias y necesarias que desaten un proceso de trasformación mental y cerebral original y permanente.
Yo pienso que, como por ejemplo en algunos reptiles y otros animales, cuando se llega a un punto de crecimiento o saturación, se cambia, obligatoria y necesariamente, de piel, en este caso, de estado mental.
Las segundas transformaciones, de las que habla Alberoni, son las que se suceden cuando el individuo ya ha está en el Estado Naciente:
"Roto el cascarón que lo apresaba, el individuo vive una excitante experiencia de liberación, de euforia, una expansión del yo. Se encuentra en un mundo en el que ya no existen los vínculos, las obligaciones, los obstáculos de su mundo interior y en el que la vida es feliz, fresca, auténtica; en el que los colores son más vivos y todas las cosas resplandecientes y maravillosas. Y a él se entrega lleno de energía, de esperanza, deslumbrado y con el corazón latiendo fuerte, pero con la experiencia regocijante de que todo es posible nuevamente. Es un renacimiento: "¡Incipit vita nova!" (13).
EL ENAMORAMIENTO CREA UN NUEVO MUNDO
Carezco de la información científica suficiente como para apoyar mi afirmación sobre el origen y la permanencia de estas transformaciones, salvo la citada por Alberoni. Pero, haciendo caso a mi experiencia, reflexión y otra información científica que puede relacionarse con el asunto, pienso que sí existen esas causas obligatorias y necesarias, que si bien son las mismas para todos los individuos, se presentan en momentos específicos, no periodizables, provocados por causas y trasformaciones anteriores del desarrollo mental y cerebral.
Me apoyo en la información científica existente que, en primer lugar, ha demostrado que el desarrollo del cerebro y de la actividad mental, al contrario de lo que se creía, no se detiene en algún momento determinado.
Las neuronas que mueren se pueden reponer y, también, es posible, en primer lugar, que se establezcan nuevas conexiones neuronales, como en el caso de las personas que han sido afectadas en algún sector del cerebro, o, en segundo lugar, que se restablezcan otras conexiones que no se habían desarrollado oportunamente, todo ello hasta el momento en el cual el cerebro deja de funcionar normal y saludablemente.
Igualmente, existe información científica que prueba que las transformaciones cerebrales, a diferencia de otras transformaciones corporales, están menos programadas por períodos estables o fijos del desarrollo fisiológico, pero sí por condiciones previas de ese desarrollo que pueden o no darse y que sólo se presentan cuando todas las condiciones se han reunido.
No son lo mismo, por ejemplo, los procesos de maduración sexual que los de maduración cerebral y mental. Existe información científica que demuestra los saltos que se suceden en desarrollo cerebral y mental, al igual que la flexibilidad de cerebro y mente para trasformarse, tanto en estados normales como anormales. Por ejemplo, la forma como se remplazan las funciones de un sector cerebral dañado, o bien, la aparición de funciones y capacidades que en un momento anterior no se poseían.
Ahora bien, como ya había citado atrás, de Alberoni y Grassi, el poder del enamoramiento y de las pasiones es tal que no sólo provoca transformaciones mentales, si no también fisiológicas, las cuales, una vez establecidas y normalizadas, entrarán a formar parte del nuevo individuo al concluir el Estado Naciente, porque el enamoramiento tiene inicio, transición y final, al igual que una finalidad o un objetivo específico y determinable que es, precisamente, la hipótesis que propongo.
Razón de más para evitar confundir el enamoramiento con los estados anormales, obsesivos o de dependencia, que carecen de cualquier objetivo y cuya única finalidad es la ser síntoma, como la infección y la fiebre, de un estado de enfermedad, de una enfermedad psicológica que no tiene ninguna relación ni con el enamoramiento ni con el amor.
EL ENAMORAMIENTO OS HARÁ NUEVOS HOMBRES
Para la experiencia común que tenemos de la vida, es una lástima que no desarrollemos la habilidad de darnos cuenta, medir o evaluar los cambios que se suceden en la mente. Sólo tarde, muy tarde, próximos al final, si miramos atrás con atención y reflexión, podemos establecer con alguna certeza los momentos, las experiencias y los sucesos que nos cambiaron y los cambios que nos afectaron y transmutaron a lo largo de la vida.
Precisamente, el propósito de estas hipótesis descabelladas sobre las transmutaciones que nos provoca el enamoramiento, es el de rescatar esa posibilidad de poder establecerlas y reconocerlas. Primero, conociéndolas y, segundo, saber si se pueden utilizar en nuestro beneficio inmediato, es decir, una vez se ha concluido el estado de enamoramiento.
¿CUÁLES SON ESAS TRANSMUTACIONES?
Igual, pero diferente al arduo proceso alquímico, el enamoramiento es una piedra filosofal que, en un breve e intenso período de la existencia -eterno mientras se está enamorado, mínimo cuando ya no se está-, transmuta "en otros" a los enamorados.
En el enamoramiento, como lo dice Alberoni, se desatan energías y fuerzas casi sobrenaturales, las que le permiten al enamorado imaginar y realizar las realidades más fantásticas y difíciles, las mismas que, en condiciones normales, le costarían toda una vida. Y, las que durante el período de exaltación, lo convierten en un Hércules capaz de vencer todos los retos y pruebas que se le interpongan. Esa es la piedra filosofal del enamoramiento.
Discrepo, eso sí, de Alberoni en el sentido de que es durante el enamoramiento que somos "otro", "exaltado y maravilloso", lo que él considera un renacimiento, cierto, parcialmente. Pienso, por mi parte, que el verdadero renacimiento se concreta una vez ha concluido aquel.
a) PRIMERA TRANSMUTACIÓN: EL VERDADERO RENACIMIENTO
Un día, el enamorado se despierta y no se reconoce. La angustiosa ansiedad, dolorosamente gozosa, con la que cada día se despertaba, ya no se siente por todo su cuerpo y mente, no es que hubiera desaparecido, es como si nunca hubiera estado allí.
Es él mismo, pero "es otro", no es que haya retornado a la cordura y a la sensatez, nunca las había perdido, como sugiere Platón, es que estuvieron en suspenso, como se definió atrás. Su memoria está intacta, recuerda todo lo que ha pasado, pero sus recuerdos ya no son iguales, la amada, que ayer era una presencia luminosa, fuente de indecibles deseos y temores, gozos y dolores, no es, propiamente, una desconocida, pero, como si lo fuera: es una mujer igual a cualquiera otra con la que se cruza en la calle y de la que se pregunta: "¿Cómo pude enamorarme?".
Pero, más grave todavía, esa amada se ha escindido: la una, es aquella a la que casi puede odiar por los tormentos que, él le atribuye, le ha infringido; la otra, de nuevo, esa presencia sublimada de la amante ideal, sin rostro ni nombre, pero con la cual ha vivido momentos sublimes que su imaginación ya nunca olvidará y continuará buscando en un futuro que ya no le interesa por el momento, ni por mucho tiempo.
Sin embargo, esta no ha sido su verdadera transmutación, es otra: ha adquirido, así no sea muy consciente de ello, una nueva identidad, una nueva visión de sí mismo y del mundo que lo rodea, completamente diferente a lo que fue, antes de enamorarse y, por supuesto, él que fue durante el enamoramiento: se ha convertido en un nuevo hombre.
Ha despertado, después de haber dormido profundamente y luego de haber soñado intensamente, siente cuerpo y mente reparados, frescos y renovados.
b) SEGUNDA TRANSMUTACIÓN: LAS RIQUEZAS DEL NUEVO HOMBRE
Si corrió con la buena fortuna de haberse enamorado de alguien pleno de intereses e inquietudes, sueños e ideales, importantes para la vida práctica y anímica, con toda certeza los habrá hecho suyos, pero todavía más, los habrá realizado y concretado, así hubiese sido únicamente para convertirse en más atractivo y deseado para su amada, que consciente de que aquello le serviría para el resto de su existencia. Ese es el tesoro que ha encontrado, sin proponérselo, y mucho menos, sin ningún interés de obtener beneficio propio, pues todo lo ha hecho para agradar a su amada.
La historia está llena de historias y personajes famosos que en algún momento de su existencia vivieron grandes enamoramientos. Las historias más abundantes son las de los grandes artistas, pues, al fin y al cabo, sus biografías son más profusas en los sucesos biográficos. En cambio, los personajes de las ciencias y el poder han mantenido sus biografías alejadas de esas informaciones, bien por reserva o bien porque consideran que esos datos no son relevantes para sus logros y realizaciones.
Vale la pena anotar, también, que no siempre esas historias y enamoramientos terminan bien, o que las obras que produjeron sirvieron de beneficio a la humanidad, muchas de ellas son trágicas. Véase algunas:
Cuantos hay que se convirtieron en excelsos poetas y escribieron obras maestras de la literatura universal. Qué otra cosa fue el amor, nunca realizado, de Dante Alighieri (1265-1321), por Beatriz:
La lista de poetas y escritores, cuyas obras fueron motivadas por sus enamoramientos, sería extensa, así que dejo a cada cual el continuarla.
Cuantos hay que aprendieron música y se convirtieron en hábiles interpretes de instrumentos musicales, o compusieron las más bellas páginas musicales. Qué otra cosa fue el amor de Robert Schumann (1810-1856), por Clara Wieck: la producción de las más hermosas composiciones pianísticas de la madurez del músico.
De los filósofos, tan serios y formales, el ejemplo más notable es del de Friedrich Nietzsche (1844-1900), cuyo Así habló Zaratustra, fue motivado por el trágico encuentro amoroso con Lou Andreas Salomé. También es célebre el enamoramiento de Nietzsche por Cósima, la esposa de Richard Wagner que, además de provocar el rompimiento de la amistad entre el filósofo y el músico, inspiró su primera gran obra: El origen de la tragedia.
Si en algún aspecto se destaca el fin trágico de los enamoramientos, es sobre quienes ejercen el poder. Dos ejemplos que muestran la luz y las tinieblas del amor apasionado:
El enamoramiento sucesivo de Julio César y Marco Antonio por la legendaria reina egipcia Cleopatra. El amor de Julio César por la reina, pienso, lo inspiró convertir a Roma en Imperio, como una replica a las ambiciones imperiales que la inspiraban a ella. Desgraciadamente, ese sueño de enamorado sólo le atrajo la traición de sus amigos y el asesinato a manos de sus opositores y enemigos.
Por su parte, Marco Antonio y Cleopatra, fueron derrotados por los ejércitos de Octavio y murieron trágicamente, para inspiración de poetas y escritores.
En fin, que cada cual revisite la historia del enamoramiento a su gusto.
c) TERCERA TRANSMUTACIÓN: ¿QUIÉNES FUIMOS?
Sutil y casi imperceptible es la tercera y última transmutación del enamorado, cuando deja de estarlo.
Una de las etapas del enamoramiento, según Alberoni, es aquella en que los enamorados, en interminables e inagotables conversaciones, se cuentan y comparten sus memorias y sus recuerdos, al mismo tiempo que planean su utopía presente y futura. Es como si revisaran todo aquello que los hizo infelices, les causó miedo, los hizo sentir culpables, les atrajo dolores y tristezas, en fin, todo aquello que les causó sufrimiento; todo ello por la necesidad de corregir y borrar aquellos sufrimientos al influjo de la brillante luz que en el enamoramiento los ilumina, en todo el sentido de la palabra: contemplarse y conocerse, nuevos, "otros".
Pues bien, ese proceso de revisión y corrección de la pasada existencia tiene sus consecuencias al final del enamoramiento. Como en la creación bíblica, las tinieblas del pasado han sido apartadas por la luz de una nueva vida que empieza: la mente se ha vaciado de malos recuerdos y se ha renovado para ser conscientes de una nueva conciencia, de sí mismos y del resto del universo; se ha renacido en un nuevo ser, se ha evolucionado hacia una nueva visión del sí mismo y del mundo en que se vive... "casi" diferente al de antes.
CONCLUSIÓN
Confío en que las neurociencias llegarán pronto a demostrar que mi hipótesis descabellada no lo era tanto, pues como lo dije, nada es gratuito en el universo y, así como se destruye para construir, es natural la constante renovación de la naturaleza y de la vida, el enamoramiento es un proceso obligado y necesario que, en condiciones de normalidad, renueva, intelectual, emocional y físicamente, al individuo para que así se pueda continuar la existencia con nuevas posibilidades de supervivencia, reproducción y trascendencia.
O, si no, la triste vida de aquellos que jamás se han enamorado: la enfermedad y las tinieblas.
NOTAS
(1) Christian Jacq, Las egipcias, Planeta, Bogotá, 2001 (358 p.), p. 171
(2) Platón, Diálogos III, Fedón, Banquete, Fedro, Gredos, Madrid, 1997 (415 p.), p. 155
(3) Ernesto Grassi, El poder de la fantasía, Observaciones sobre la historia del pensamiento occidental, Anthropos, Barcelona, 2003 (253 p.), p. 192
(4) Ernesto Grassi, El poder... p. 192
(5) Todas las citas correspondientes a los diálogos e identificadas con el código alfanumérico, han sido tomadas de: Platón, Diálogos III, Fedón, Banquete, Fedro, Gredos, Madrid, 1997 (415 p.), ps. 318-322
(6) Francesco Alberoni, El misterio del enamoramiento, Gedisa, Barcelona, 2004 (163 p.), p. 26
(7) Francesco Alberoni, El misterio... p.61
(8) Francesco Alberoni, El misterio... p. 161
(9) Francesco Alberoni, El misterio... p. 62
(10) Francesco Alberoni, Enamoramiento y amor, Gedisa, Barcelona, 1980 (167 p.), p. 9
(11) Ernesto Grassi, El poder... ps. 188-189
(12) Francesco Alberoni, El misterio... ps. 26-27
(13) Francesco Alberoni, El misterio... p. 27
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