6 de septiembre de 2006

LECTOR LUDI-36

El miedo... ¡¡¡Uy, que miedo!!!


- El miedo que domina, controla y enferma la vida
- El miedo produce la dominación del hombre por el hombre
- El miedo es un mecanismo de la supervivencia, pero que también trastorna y desgasta
- El "ying y el yang" del miedo
- Miedos metafísicos y miedos psicológicos
- Los miedos del Homo-Humano: lo desconocido, la muerte, el control del propio destino.

Por Iván Rodrigo García Palacios

PRIMERA PARTE:
DEFINICIONES Y CONCEPTOS

Las expresiones populares: "El miedo mata", "Me muero de miedo", "Lo mató el miedo", "¡Quién dijo miedo!", "Meter miedo", etc., así como dichos, refranes, coplas, relatos, leyendas, mitos y la gran cantidad de literatura de todas las clases y géneros referidos al miedo, no son una cosa gratuita y ni literal en la cultura, son la representación de una primitiva reacción humana y la incidencia de sus consecuencias para la vida y la cultura misma.

En este sentido cultural, una observación rápida de la historia y las condiciones en las que hoy se vive, parecería mostrar que la existencia de la humanidad ha estado sometida a una constante de miedo, como si fuera condición necesaria el vivir alerta y con miedo.

En un principio, el miedo ante la hostilidad del medio ambiente. Luego, ese miedo de nunca acabar de los Homo-Humanos (hombres modernos) buscando someter y destruir a otros Homo-Humanos. Constantes que hoy se llaman terrorismo, inseguridad, prevención de desastres y cataclismos, el castigo eterno, en fin, un miedo permanente que duele y enferma, pero que también posibilita la dominación, el sometimiento y la explotación, de las mayorías por unos pocos, esos que provocan y crean las condiciones del miedo para que nos matemos los unos a los otros y vivamos asustados (1).

Pero, también y relacionado y consecuencia de lo anterior, la cultura provoca une estado de permanente miedo individual. Ese miedo por medio del que, desde la misma infancia, se le niega a cada cual el poder y el derecho de ser dueño de su propia existencia y se le somete de mil maneras con amenazas y manipulaciones concretas o metafísicas.

De todos esos miedos tratan las siguientes consideraciones.

EL MIEDO Y LO HUMANO

Si bien, en términos generales, el miedo es una reacción primordial para la supervivencia de todos los organismos vivos, en el caso de los Homo-Humanos la imaginación y la inteligencia lo ha convertido en un método macabro de dominación y, por consecuencia, en causa para su propia destrucción.

Un organismo sometido a condiciones extremas y continuadas de miedo, acelera su degeneración físico-química, recortando proporcionalmente su tiempo de vida. Es que el miedo duele y mata.

En el caso de los Homo-Humanos, además de su deterioro físico-químico, hay que agregarle los efectos que tiene sobre su mente, como son: el poder de amplificar y proyectar los estados anormales producidos por el miedo tanto a su cuerpo como a su mente, así como a transmitirlos y contagiarlos a los demás.

El miedo es, igualmente, una reacción tanto individual como colectiva, que se genera por la percepción y transmisión de señales establecidas y conocidas para identificar amenazas o situaciones peligrosas para los organismos y que, bajo el poder y control de los Homo-Humanos, se convierte, lo mismo, en un mecanismo de supervivencia como en un mecanismo de dominación y autodestrucción.

Sin embargo, el miedo también tiene su parte de "ying y yang". En los Homo-Humanos es la fuerza que los empuja a generar las condiciones y circunstancias por medio de las cuales minimizar las causas de amenazas y peligros y buscar las formas para vencer sus miedos: el conocimiento que hace conocido lo desconocido para controlarlo y manejarlo y, en consecuencia, crear y producir la ciencia y la tecnología que pretende dominar y transformar la naturaleza... igualmente, para su bienestar o miedo.

Las artes, las ciencias, las filosofías y hasta las teologías, han explorado en esas desconocidas y a veces misteriosas regiones del miedo de los Homo-Humanos y han expuesto sus descubrimientos de diferentes formas. A ellas remito a los interesados en ampliar esta indagación.

Mi interés, ahora, es especular sobre cómo y por qué el miedo, de ser un mecanismo sano de supervivencia, ha sido convertido por los Homo-Humanos en mecanismo de dominación y autodestrucción, para de esa forma reflexionar sobre las posibilidades de ser dueño de mi propio miedo y, en consecuencia, del bienestar de mi existencia.

FISIOLOGÍA DEL MIEDO

El miedo es quizás la reacción más primitiva y compleja en la naturaleza de la materia viva y, ni se diga, cuando ya opera en los organismos con cerebro y en el más complejo cerebro del Homo-Humano.

Hasta el momento, las ciencias que exploran los diversos aspectos que hacen humano a los Homo-Humanos, han llamado al miedo: emoción o estado mental. Pero, por lo que esas denominaciones parecen ajustadas sólo para los organismos con cerebros complejos y deja por fuera a todos los otros organismos vivos, prefiero definirlo como una REACCIÓN, lo que incluye a todos los organismos vivos sin excepción, pues pienso que el miedo es común al origen de la vida misma.

El miedo ha sido estudiado en sus causas, procesos, consecuencias, tanto corporales como mentales y colectivas, en el caso de los Homo-Humanos y, quizás, para algunos organismos con cerebros complejos. Apenas si conozco alguna poca información de experimentos para demostrar que las plantas también siente el miedo.

Empiezo por plantear algunos de los elementos fisiológicos relacionados con el miedo.

El miedo tiene su propio órgano en el cerebro, la amígdala localizada en el sistema límbico. No sé si el miedo sea la única reacción fisiológica de los organismos vivos que poseen un cerebro complejo que tenga un órgano propio y especializado, pero sí sé que el miedo está presente en toda materia viva, desde la más simple y primitiva, hasta la más compleja y organizada como la del Homo-Humano y, además, sé que el miedo compromete a todas las partes de un organismo.

Es necesario aclarar que la amígdala también esta relacionada con "las emociones primarias (léase; innatas, preorganizadas, jamesianas)" (2), pero, mientras las otras emociones primarias se generan por combinaciones de otros procesos cerebrales, sólo el miedo estimula y se genera en la amígdala, hasta el punto de que quienes la pierden o su funcionamiento se impide, carecerán de cualquier reacción a situaciones amenazantes y al peligro, hasta el punto de comprometer la existencia del organismo.

Cuando un organismo reacciona ante situaciones amenazantes o peligrosas, se desata una serie de procesos en cadena, emergentes y violentos, por medio de los cuales se producen acciones automáticas para protegerse y ponerse a salvo, en los que intervienen todos los componentes del cuerpo.

En el caso de los Homo-Humanos, la reacción del miedo incluye, también, los procesos mentales que, además, se extiende a la protección de la integridad tanto física como emocional.

En ambos casos, se producen sobrecargas físicas, químicas, mentales y emocionales que el organismo, en condicione normales, controla y elimina, una vez desaparece la causa, pero que, en situaciones, continuadas y anormales, causan alteraciones o traumas en la actividad cerebral, así como la acumulación de sedimentos químicos o esfuerzos físicos extremos, cuyas consecuencias alteran paulatinamente la salud del organismo, produciendo la pérdida de funciones necesarias, hasta el punto de acelerar su deterioro o causar su destrucción o impulsar a su autodestrucción en estados alterados de la emocionalidad.

SEGUNDA PARTE:
LOS ORÍGENES DEL MIEDO

La historia del miedo es la historia de la vida, pero, mientras que para la totalidad de los organismos vivos es una reacción natural, para los Homo-Humanos hay que agregar que es una reacción que involucra tanto su parte biológica como su tratamiento mental, además de aquellas consecuencias que afectan la salud cerebral, con el correspondiente impacto fisiológico.

Para los organismos vivos simples, el miedo es una reacción única ante situaciones amenazantes que ponen en peligro la vida del organismo. Para los organismos con cerebro, el miedo se produce por condiciones algo más complejas, con igual finalidad.

Es en el Homo-Humano en quien, además de esas reacciones simples y las otras más complejas, el miedo alcanza su grado máximo de complejidad y sofisticación, puesto que, para el cerebro y la mente, el miedo se convierte tanto en reacción fisiológica como en materia de simbolización, imaginación y pensamiento.

El Homo-Humano paga, a un precio muy alto, el poseer el cerebro más complejo, el que lo dota con mayores potencias para su beneficio y su perjuicio. El tener conciencia lo hace consciente de su miedo primario, ese miedo común a todos los organismos vivos, pero también le da el poder de imaginar y manipular los miedos a los que reacciona su conciencia. Es así como siente e imagina miedos metafísicos y psicológicos, con los cuales se afecta a sí mismo y, también, utiliza para afectar, manipular y dominar a los demás.

Los miedos metafísicos provienen de su deseo por comprender aquellos fenómenos que imagina más allá de su conciencia y para los cuales carece de explicaciones, pero a los que intenta someter al poder de su pensamiento, unas veces para vencerlos y, las otras, para tratar de evitar ser vencido por ellos. De entre los miedos metafísicos, dos de ellos son: el miedo a lo desconocido y el miedo a la muerte.

Los miedos psicológicos, son innumerables y las ciencias han identificado una larga lista de patologías, al igual que numerosos intentos para su tratamiento y curación, unos acertados y otros fraudulentos. Remito a esas ciencias para el estudio y tratamiento de los miedos.

Sobre esos miedos, metafísicos y psicológicos de los Homo-Humanos intentaré algunas consideraciones generales:

DOS MIEDOS METAFÍSICOS

Es tal el poder de la mente que, así como puede beneficiar el propósito vital de la supervivencia, es también capaz de actuar en contra de ese propósito a través de patologías, muchas de ellas aun desconocidas para la ciencia en sus causas y procesos.

Una de esas fuerzas es la de la imaginación, ese todavía misterioso poder capaz de desentrañar los secretos del universo, al mismo tiempo que crea universos metafísicos y sobrenaturales, paradisíacos o aterradores, en los cuales la vida florece o se marchita.

Es en ese territorio de la mente donde también el Homo-Humano ejercita su poder para imaginar miedos que poco o nada tienen que ver con la preservación de la integridad física o mental y que, por el contrario, lo afectan perjudicialmente.

Dos de esos miedo son:

1) MIEDO A LO DESCONOCIDO

Me atrevo a pensar que el primer miedo, conscientemente estructurado, que sintió el humano cuando se convirtió en Homo-Humano, fue hacía todo aquello que le era desconocido. Y, por desconocido, no hablo de la anticipación preventiva a los peligros de su ámbito, los que iba identificando, analizando y memorizando, para control y manejo.

Lo desconocido, a lo que me refiero, son todos aquellos fenómenos para los que el primitivo conocimiento de los Homo-Humanos no encontraba explicación, pero que, para sus recientemente estrenadas capacidades de simbolizar, imaginar y pensar, eran materia, además del simple miedo fisiológico de ese "algo" que ahora llamamos misterio -lo que está para ser conocido e imaginado- y que, con toda seguridad, representó un aterrador "algo más allá de lo natural", tan poderoso y terrorífico que no le quedó otra alternativa que postrarse y tratar de imaginar una explicación.

El Homo-Humano, entonces, imaginó que, dado que él ni producía ni era capaz de producir aquellos fenómenos que lo afectaban para su placer o su dolor, tenía que existir "algo o alguien superior, de su imagen y semejanza", quien los producía y a quien debía congraciar para que no lo lastimara o para que lo favoreciera.

Debió ser entonces que las grandes preguntas sin respuesta inmediata dieron origen a los primeros grandes retos para la mente humana: la explicación de la naturaleza y el funcionamiento de todo lo existente.

Eran más las cosas inexplicables, por lo que nació la superstición, ese espacio mental al que se remiten las creencias sobre todo aquello que todavía parece misterioso y con lo que se establece una relación de miedo, sometimiento y adoración.

Fue así que se dio cuerpo simbólico y material a las fuerzas que generaban la vida y la muerte. O, aquellas otras fuerzas capaces de producir los grandes eventos del mundo físico, los cuales, unas veces, le eran benéficos y otras, catastróficos.

¿Cómo entender y explicar, en aquel momento de la historia: las nubes, la lluvia, el agua, el viento, las tormentas, el movimiento, el fuego, el sol, la luna, las estrellas, en fin, todos los fenómenos naturales del mundo visible?

Sin explicaciones posibles, el Homo-Humano llenó el vacío de su comprensión, como lo hacen los sueños, y se imaginó un mundo de lo invisible, la residencia de los dueños de aquellas fuerzas capaces dar y quitar la vida, mover a la naturaleza y que dominaban, a su capricho y antojo, a los Homo-Humanos y sus destinos.

Y... desde entonces.

Con la comprensión primitiva del mundo de lo visible y material, el Homo-Humano inició el desarrollo y evolución del conocimiento, para gracia y desgracia de la humanidad, pues, al igual que del conocer derivaba elementos para mejorar su existencias y dominar el miedo, también fue materia para la invención de otros miedos que lo dominaban y con los cuales dominaba a los demás. Pero esos son otros asuntos que merecen una exploración aparte.

2) MIEDO A LA MUERTE

El miedo metafísico más evidente, más cercano e inevitable, es el miedo a morir.

Conectado directamente con el miedo primario y orgánico, ese que impulsa a escapar de las amenazas y los peligros que pueden causar la muerte, el miedo a la muerte, más allá de ese natural impulso, es una creación de la mente, que si bien motiva a buscar las formas y maneras por medio de la cual vencerla y de la cual se originan toda clase de ciencias y tecnologías, también es una condena - o ¿será una marca ineluctable? - a saberse finito y limitado, una advertencia a que la soberbia es un enemigo de la vida y de la felicidad y un recordatorio permanente de que la verdadera humildad es la forma más saludable de gozar la vida.

El miedo a la muerte es una condena que, llevada a situaciones extremas y continuadas de miedo, conduce a la enfermedad y el dolor, a la parálisis y a la pérdida del goce de vivir.

Nadie mejor que Epicuro definió la inutilidad de ese miedo a la muerte:

"Acostumbrate a pensar que la muerte para nosotros no es nada, porque todo el bien y todo el mal residen en las sensaciones, y precisamente la muerte consiste en estar privado de sensación" (Carta a Meneceo, 124).

Y agrega Epicuro, entre otras cosas y para demostrar lo absurdo que es ese miedo a la muerte:

"El peor de los males, la muerte, no significa nada para nosotros, porque mientras vivimos no existe, y cuando está presente nosotros no existimos" (Carta a Meneceo, 125).

En fin, esa exhortación epicúrea es lo máximo que podemos conocer de esa muerte a la que se le tiene tanto miedo: de la muerte nada se sabe y nada se puede saber: la muerte no existe mientras vivimos y, cuando ya existe, no vivimos.

En puro sentido científico: todo organismo nace, se reproduce y muere. Lo demás, es juego metafísico para la imaginación... mientras no mate.

UN MIEDO PSICOLÓGICO

Del normal o anormal funcionamiento de la mente, me interesa, ahora, especular sobre un miedo particular, un miedo que tiene muchas relaciones con el miedo primario y los miedos metafísicos y psicológicos, hasta el punto que no me atrevo a ubicarlo en una de esas categorías.

Es un miedo que afecta y perjudica la forma y el bienestar de como se vive la propia existencia y las relaciones con los demás: es el miedo a ser controlado y manipulado por otros y, en consecuencia, a sentir que la vida depende de otros, humanos o divinos, que la determinan y manejan a su capricho y antojo.

Si bien es cierto, como ya lo he comentado en ocasiones anteriores, que el Homo-Humano necesita, para sobrevivir y reproducirse, la compañía y dependencia de otros de su especie, tal compañía y dependencia debe ser regida por la solidaridad, como lo fue "en los viejos tiempos" y no por el sometimiento, la dominación y la reverencia, que la cultura de poder y el miedo han desarrollado hasta hoy, aprovechando y abusando de las debilidades y fortalezas de la especie.

Es que la vida misma y la especie humana, en particular, es fuerte en su conjunto pero frágil en su individualidad. Tal miedo es:

3) DEPENDENCIA Y CONTROL

El primer gran susto y el principio de todo el miedo psicológico que siente el Homo-Humano, se produce en el momento mismo de la expulsión violenta de la criatura desde cálido refugio de la placenta y es lanzado a un mundo hostil que agrede dolorosamente todos sus sentidos y percepciones. Es un miedo que no podrá olvidarse.

Para empeorar las cosas, el recién nacido carece de toda posibilidad de defenderse por sí mismo, razón por la cual depende, absolutamente, de los otros para satisfacer sus necesidades básicas por un extenso período del tiempo de su vida.

Nacemos siendo dependientes y controlados. El único mecanismo de defensa, a veces inútil, es el llanto.

Es a partir de esa dependencia y de ese control que la cultura desarrolla y perpetúa el sometimiento, la dominación y reverencia de unos por otros. Para lograrlo y justificarlo ha creado las ideologías y las religiones, con las que imprime marcas indelebles en la mente y las legitima como necesidades para la sobrevivencia, prometiendo engañosas posibilidades de salud y bienestar, tanto para el individuo como para la comunidad.

Uno de los perversos mecanismos de perpetuación de las ideologías y religiones está marcado como paradigma desde la relación misma que se establece con la madre, el padre y los demás, desde el momento mismo del nacimiento, pues, además de la dependencia absoluta para la satisfacción de las necesidades básicas, el contenido de esa relación se fundamenta en el placer y el dolor que se provoca y que, en condiciones saludables y normales, debiera estar condicionado por la satisfacción de esas y otras necesidades y no por las condiciones aberrantes de la cultura, como son las de esclavizar a la criatura a los deseos y expectativas anormales del adulto, con la finalidad de provocar y establecer comportamientos "correctos" de sometimiento, dominio y reverencia.

Ese miedo a depender y ser controlado es la rebelión que se desata en el niño y que, cuando éste alcanza mayor fortaleza y dominio de sus capacidades, lo obliga a confrontar y tratar de borrar violentamente, en primer lugar, las marcas mentales y emocionales que lo afectan en su intimidad y de las que quiere liberarse para ser dueño de su propia existencia. Y, en segundo lugar, a luchar contra la cultura, las ideologías y las religiones a las que subvierte con el fin de crear el mundo que su visión le muestra.

Porque el dolor continuado producido por el miedo, lleva a los Homo-Humanos a situaciones insoportables y los obliga a rebelarse violentamente contra aquellos y aquello que los somete y los domina, destruyendo, de paso, todo lo que los rodea.

La liberación es una ardua lucha que dura toda la vida y en la que quizás sea imposible vencer. Sin embargo, la mente y la imaginación del Homo-Humano son poderosas y pueden alcanzar algún punto o refugio donde sea posible ser dueño de uno mismo.

A manera de ejemplos de quienes han buscado lograr el mayor grado de control sobre sí mismo y del ámbito que lo rodea para así sentir ser libres, he aquí algunas de las propuestas, quizás extremas y extravagantes que algunos grandes rebeldes y revolucionarios han experimentado por sí mismos y legado a la humanidad. En primer lugar la de los griegos: Diógenes y los cínicos y la de Epicuro. En segundo lugar, la de las filosofías orientales que proponen aquello de que quien nada tiene es dueño de todo.

Los interesados, pueden recurrir a la información existente sobre esas vida y obras, así como sobre aquellas filosofías. Quizás nos parezcan complejas, difíciles o absurdas, pero es que es necesario vencer antes los prejuicios y paradigmas que obstaculizan el camino a la Sabiduría.

Pero, lo más importante, que quien alcance esta difícil pero mínima meta, pueda compartirla con otros, en especial, con los que apenas llegan a este mundo. Esa es una buena manera de subvertir ideologías y religiones, prejuicios y paradigmas, para así ayudar a construir un mundo mejor y más justo.

Mejor dicho, el mejor remedio para el miedo: "epimelathenai seautou", "tomarse a sí mismo como objeto de desvelos".

NOTAS
(1) Una buena fuente de información, entre muchas otras, sobre el miedo en la cultura, es el libro de Jean Delumeau, El miedo en Occidente, Taurus, Madrid, 2002 (655 p.)
(2) Antonio R. Damasio, El error de Descartes, Crítica, Barcelona, 2003 (275 p.), p. 130

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