9 de noviembre de 2018

Lecturas lúdicas: El negocio de los libros-F De regreso a la oscuridad



Peter Gric, Android Pietà, 2015
https://cromoforalapalomaonlinegallery.blogspot.com/2015/05/peter-gric.html


Lecturas lúdicas: El negocio de los libros-F
De regreso a la oscuridad


Por Iván Rodrigo García Palacios


A manera de conclusión apresurada a esta serie de Lecturas lúdicas – El negocio de los libros, se me ocurren unos comentarios y algunas especulaciones.
Básicamente, desde la emergencia del Homo sapiens, los humanos se comunicaron entre sí, reprodujeron y conservaron los productos de su imaginación y de su pensamiento de manera oral, es decir, una trasmisión de generación en generación. Ese medio de comunicación y trasmisión del conocimiento y de los saberes duró por más de sesenta mil años hasta la invención de la escritura por parte de los sumerios, pero, aun así, habrían de pasar otros tres milenios para que la escritura se convirtiera en el medio que hoy conocemos y que se utiliza para producir, trasmitir y conservar esos productos de la imaginación y del pensamiento que son las artes, las ciencias, las filosofías, etc., es decir, para que se diera la transición de la cultura y de sus medios de la expresión oral a la escritura.
Pero lo más asombroso de esa transición no fue tanto el cambio de formato para la comunicación y la trasmisión del conocimiento y del saber, sino la evolución epigenética que ello significó para el cerebro.
Resulta que en el cerebro no existen áreas especializadas para le lectura y la escritura y que tales habilidades son el resultado del desarrollo de inventos recientes en la evolución. Pero, el cerebro si está dotado de una extraordinaria habilidad, la de adaptación, resultado a su vez de una cualidad especial: la plasticidad neuronal, es decir, la posibilidad de modificar las funciones neuronales y la de formar nuevos circuitos neuronales con habilidades y capacidades propias, es decir, de cambiar la organización cerebral. “El efecto Baldwin”.
Gracias a ello fue posible desarrollar las habilidades y capacidades de la lectura y la escritura, las que, a su vez, le han permitido al cerebro ampliar la capacidad de pensar y, con ello, a la humanidad para desarrollar las más poderosas formas de generar nuevos conocimientos y saberes y, a su vez, la de evolucionar por su cuenta y riesgo.


Un suceso universal


De los descubrimientos sobre estos asuntos escribió Maryanne Wolf en su libro: Cómo aprendemos a leer. Historia y ciencia del cerebro y la lectura.


Si echamos un vistazo global a la historia, vemos que lo que ha fomentado el desarrollo del pensamiento intelectual de la humanidad no fue el primer alfabeto, ni siquiera la repetición óptima de un alfabeto, sino la escritura en sí. Como el psicólogo ruso del siglo XX Lev Vigotsky decía, el acto de poner la palabras y los pensamientos por escrito estimula y en sí mismo cambia las ideas (Lev Vigotsky, Pensamiento y lenguaje). A medida que los humanos fueron aprendiendo a utilizar la lengua escrita cada vez con más precisión para trasmitir sus ideas, su capacidad para el pensamiento abstracto y las ideas novedosas se incrementó”.
Maryanne Wolf, Cómo aprendemos a leer. Historia y ciencia del cerebro y la lectura, Ediciones B, Barcelona, 2008, p. 86.


Y así vuelvo a recordar el epígrafe con el que arranqué esta serie de Lecturas lúdicas, para mostrar el por qué la escritura y la lectura han sido un suceso extraordinario para la humanidad en su conjunto y no para un hombre en particular.
Porque, para lograr lo que se ha logrado en este breve intervalo de tiempo evolutivo, ha sido necesaria la participación de cada vez un mayor número de humanos que aprenden la lectura y la escritura y que, a su vez, producen cada vez una mayor cantidad de conocimiento y saberes, o sea, una mayor cantidad de productos de la imaginación y del pensamiento para que así, cada vez más humanos, los trasciendan y generen a partir de ellos más de esos productos en una espiral infinita.
Eso supone una solución al enigma del por qué antes del invento de la escritura y por los más de dos mil quinientos años después de ello, el incremento del conocimiento y el saber fuera tan lento y escaso, porque eso explica que para que estos aumenten es necesario el que más individuos participen y lo produzcan, pero aun más, que lo trasciendan, es decir, que lo hagan cada vez más complejo, amplio y profundo.
Eso fue lo que sucedió en esos más de dos mil quinientos años que siguieron al invento de la escritura y del dinero por parte de los sumerios, porque, si bien, como lo dijo Yuval Noah Harari en su libro Homo Deus, que ya cité antes, las civilizaciones que emergieron utilizaron la escritura y el dinero para conquistar y consolidar grandes imperios. Lo que no dijo, fue que el aprendizaje de tales habilidades de la mente se mantuvieron dentro de ámbitos cerrados y exclusivos, lo cual explica el por qué y por todo ese tiempo la cultura de la humanidad continuó siendo oral y que la escritura fuera solamente de uso para la economía doméstica, para los asuntos de gobierno y del Estado y, por supuesto, para el mantenimiento de las creencias religiosas y las religiones “del Libro”. Es por eso que aquellas civilizaciones antiguas fue poco lo que agregaron al patrimonio colectivo del saber y del conocimiento de la humanidad. Y digo poco en comparación con lo que sucedió luego.
Pues esa situación cambio a partir de la invención del negocio de los libros y la trasformación en la enseñanza y uso de la escritura y de la lectura, por parte de los griegos. Desde entonces, los saberes y el conocimiento de las civilizaciones occidentales se amplió exponecialmente en el curso de unos pocos siglos. Y quizás hubiera podido ser mucho más de no haber ocurrido la caída del Imperio Romano y la tragedia de la ascensión de los oscurantismos religiosos judeo-cristianos que volvieron, esta vez, a censurar el negocio de la escritura, la lectura y los libros, hasta su más mínima expresión y, con ello, a los productos de la imaginación y del pensamiento, pues las habilidades de los intelectuales quedaron circunscritas exclusivamente a asuntos teologales y los temas científicos fueron condenados a la clandestinidad y a sus autores a la muerte, si los pillaban. Ello porque únicamente el arte, pensamiento y ciencia de los libros sagrados eran “la verdad absoluta y única” y no se necesitaba ninguna otra verdad que la controvirtiera o la subvirtiera.
En consecuencia, se puede decir que el saber y el conocimiento se expanden en la medida en la que mayor cantidad de cerebros imaginando y pensando, participan y se expresan y ponen en circulación sus productos e ideas para que otros los trasciendan con su propia lectura trascendente. Y eso es precisamente lo que provoca el negocio de los libros, la escritura y la lectura, al poner al alcance de todos el conocimiento y los saberes de los otros.

https://www.google.com/search?client=ubuntu&channel=fs&biw=1221&bih=871&tbm=isch&sa=1&ei=mse7W82KBK2e_QafgKG4CQ&q=cerebro+procesador+de+data&oq=cerebro+procesador+de+data&gs_l=img.12...273467.280580.0.282740.0.0.0.0.0.0.0.0..0.0....0...1c.1.64.img..0.0.0....0._vQANNuPJVg#imgrc=KN-p256aazt1pM:


El cerebro procesador de datos


Sin embargo, esos logros están de nuevo en peligro, un peligro mayor que el del oscurantismo medieval: las nuevas tecnologías digitales están provocando una nueva evolución adaptativa del cerebro: el cerebro procesador de datos.
Según esto, el cerebro está volviendo a reorganizar los circuitos neuronales. Aquellos circuitos neuronales que se habían desarrollado con los inventos de la escritura y la lectura y que le daban la habilidad para realizar una lectura en profundidad, o sea, aquella que le permite trascender a partir de la materia de lo leído, lo que, a su vez, le permitía explorar en lo desconocido para así descubrir nuevos conocimientos y saberes, están siendo reorganizados hacia el simple procesamiento de datos, a la simple acumulación y repetición de los saberes ya establecidos. Y eso es una gran tragedia, porque ello significa limitar la imaginación y el pensamiento.
De acuerdo con lo expuesto por Maryanne Wolf, la neurocientífica cognitiva especializada en la lectura, citada antes, en sus libros Como aprendemos a leer (2007) y el más reciente, Reader, come home, aun no traducido al español, las nuevas tecnologías están atrofiando esas habilidades superiores del cerebro, pues, si bien el cerebro está desarrollando la habilidad de procesar simultáneamente grandes cantidades de información con los nuevos medios tecnológicos, también está perdiendo la habilidad del trascender de la lectura, es decir, la de dar sentido a lo que se lee y en consecuencia, a la invención de nuevas ideas y conocimientos.
Para cerrar el círculo de estas Lecturas lúdicas donde lo empecé , vuelvo a citar a Maryanne Wolf:
No pongo en duda la forma extraordinaria en que el mundo digital da vida a la realidad y la perspectiva de otras personas y culturas. Lo que sí me pregunto es si los lectores jóvenes típicos no consideran el análisis de texto y la búsqueda de niveles más profundos de significado como algo cada vez más anacrónico, a causa de lo tremendamente acostumbrados que están a la inmediatez y aparente globalidad de los datos que aparecen en pantalla, a los que pueden acceder sin que medie esfuerzo crítico y sin necesidad de ir más allá de la información recibida. Pregunto, por consiguiente, si nuestros niños están aprendiendo lo esencial de la lectura: trascender el texto.
(…)
Muchos estudiantes a los que les han salido los dientes accediendo con relativo poco esfuerzo a Internet puede que todavía no sepan pensar por sí mismos. Sus miradas se han estrechado a lo que ven y oyen con rapidez, y sin esfuerzo y tienen demasiadas pocas razones para pensar apartados de nuestras cajas tontas más flamantes y sofisticadas. Estos estudiantes no son analfabetos, pero tal vez nunca lleguen a convertirse en lectores expertos. Puede que durante esa fase del desarrollo lector en que la capacidad crítica es guiada, modelada, se practica y se pule, no hayan sido estimulados a explotar el súmmum del cerebro lector totalmente desarrollado: el tiempo para pensar por su cuenta”.
(Maryanne Wolf, Cómo aprendemos a leer. Historia y ciencia del cerebro y la lectura, Ediciones B, Barcelona, 2008), pp. 262-263).
Y, a manera de agregado: “pensar por su cuenta”, para mi, significa elaborar nuevas ideas, conocimientos, saberes y, lo más importante, saber trasmitirlos a los demás.



https://fundacionescrituras.org/la-fundacion-escrituras-pone-en-marcha-el-proyecto-donde-va-la-escritura-digital-un-debate-publico


La escritura se va muriendo


Y esa es la otra gran tragedia que está ocurriendo: ya tampoco se desarrolla y realiza la buena escritura.
Son muchos los científicos que estudian el cerebro lector y promueven la lectura como la gran habilidad y capacidad del desarrollo de la mente. Pero son muy pocos los que hacen lo mismo por la escritura, como si la escritura fuera apenas un apéndice de la lectura. Nada más falso. La escritura es mucho más que eso, pero es poco lo que se sabe. Valdría la pena estudiar y divulgar ese conocimiento y saberes.
O, para empezar a “desfacer ese entuerto”, es necesario intentar responderse a las preguntas: qué, como y por qué son y funcionan tanto la lectura como la escritura.
A manera de intento. La lectura es un proceso que funciona de afuera hacia adentro y la escritura en sentido contrario. En la lectura se trata de desentrañar los sentidos y los significados que quiere compartir y comunicar un escritor. En la escritura se trata de darle sentidos y significados con palabras a lo que se quiere expresar, compartir y comunicar. Ver: Lev Vygotsky Pensamiento y lenguaje y por supuesto, a los neurocientíficos cognitivos que ahora estudian estos asuntos del sentido y el significado.
En fin, la cosa es compleja y merece un mejor estudio que desentrañe los propósitos, las intenciones, la mecánica cerebral, la mecánica cultural, etc. del funcionamiento de la lectura y la escritura como acciones superiores de la mente humana.
Y esto nos conduce a los motivos de los peligros y a las alarmas que nos advierten de esos peligros.
Resulta que el lenguaje y los idiomas están siendo erosionados por la velocidad y la simpleza de los medios digitales. Se escribe sin pensar y lo que se quiere expresar se expresa con memes tan simples que apenas si invocan emociones y sentimientos simples y superficiales de placer o dolor, los que, a su vez, desatan emociones casi primarias que impulsan a la acción irreflexiva.
Me llama la atención, por ejemplo, que la misma Maryanne Wolf destaca la importancia, de la escritura, pero, a partir de allí se olvida de la escritura y concentra su investigación en la lectura, en el cerebro lector, dejando de lado la escritura, el cerebro escritor, lo que me lleva a pensar que ella, como muchos otros neurocientíficos cognitivos, consideran a la escritura como algo similar, un apéndice de la lectura, algo que está ahí porque ese es su lugar y porque sus aportes son parte del paisaje. Lo que no debe ser así como traté de definir antes.
Sin embargo, si se mira bien, la escritura es una función que implica, además de los circuitos y procesos de la lectura, otros que le son propios y necesarios, pues, en primer lugar, no es lo mismo organizar el pensamiento y la imaginación a partir de la lectura, que, en segundo lugar, organizar la imaginación y el pensamiento para escribir lo que se imagina y se piensa. Y, para acabar de ajustar, el escribir exige habilidades motoras que es necesario coordinar con lo que se imagina y se piensa. En la lectura, por otra parte, se usan los ojos y los procesos visuales de otra manera de como lo hacemos al escribir. Así que se puede deducir que tanto la lectura como la escritura contribuyen a desarrollar una nueva organización de los circuitos neuronales y del cerebro, pero cada una en áreas y funciones propias y especializadas. Habrá que espera a que se realicen la investigaciones adecuadas.
Mejor dicho, tanto la lectura como la escritura son fundamentales en el desarrollo del de la imaginación y del pensamiento, pero tanto la una como la otra lo hacen de manera diferente, al igual que lo son sus aportes al descubrimiento de conocimiento y la acumulación de saber que también son diferentes. Basta con reflexionar un poco sobre el asunto.
Por eso llamo la atención sobre las teorías de Lev Vigotsky, quien, hace cerca de cien años y sin las herramientas de los neurocientíficos actuales, pero sí con la genialidad de su capacidad de observación, deducción, intuición y síntesis, fue capaz de anticipar la importancia que la escritura tiene para la evolución del cerebro humano y para el desarrollo de las habilidades superiores de la mente. O dicho de otra manera, la escritura es la mejor herramienta para producir conocimiento y saberes.


Nuestras investigaciones han demostrado que el desarrollo de la escritura no repite la historia evolutiva del habla. El lenguaje escrito es una función lingüística separada, que difiere del lenguaje oral tanto en estructura como en su forma de funcionamiento. Aun su desarrollo mínimo requiere un alto nivel de abstracción. Es habla en pensamiento e imagen solamente, a la que le faltan las cualidades musicales, expresivas y de entonación del lenguaje oral”.
Lev Vigotsky, Pensamiento y lenguaje, Obras completas, volumen II, Visor, Madrid, 1993, p. 229.


El libro de Lev Vigotsky, Pensamiento y lenguaje está dedicado a estos asuntos.


Sin la escritura … la oscuridad


La escritura es el ejercicio mediante el cual la mente elabora los productos de su imaginación y de su pensamiento para ser compartidos con los otros y así sumar y multiplicar los saberes a la cultura de la humanidad.
Sin la escritura la mente se vuelve simple, dócil y doméstica, fácil víctima para ser sometida y dominada por aquellos que manipulan las emociones y sentimientos con estímulos que desatan las emociones y bloquean la capacidad reflexiva.
Sin escritura no se desarrolla el buen sentido crítico y, peor, se pierden el conocimiento y los saberes en el olvido de la memoria oral.
Mejor dicho, este de la escritura es un asunto que bien merece la pena ser explorado. Pero tendrá que ser en otro momento.


https://www.elempresario.com/noticias/tecnologia/2017/06/28/que_para_que_sirve_nube_40624_1108.html


El imaginar y el pensar conectados a la “nube”


Y, en medio de esas tragedias, otra más. Se están perdiendo las habilidades de imaginar y de pensar, así como también las habilidades para descubrir conocimiento y producir saberes. Denunciar esa nueva tragedia, es en buena parte el propósito de Maryanne Wolf al investigar y divulgar los perversos efectos que la intenet está teniendo sobre los cerebros de los humanos. Pero, también, lo peor, el que la sociedad no se preocupa de que sus sistemas educativos están contribuyendo a ello, pues, en su afán de producir mano de obra barata y calificada para alimentar la codicia del sistema capitalista y que además considera un desperdicio el que se invierta cualquier recurso y el que se realice cualquier esfuerzo en desarrollar adecuadamente las habilidades más superiores de la mente de los estudiantes en todos los niveles, o sean, la imaginación y el pensamiento.
Por todo ello vuelvo a insistir en mi cuento: no hay nada tan placentero como la Lectura y la Escritura lúdica, la naturaleza enseña sus maravillas por medio de los juegos, pero no esos juegos mecanizados, sino los juegos que hacen pensamientos por medio de los sentimientos y de la imaginación para ser pintados, escritos y divulgados. Y ahí es donde interviene el negocio de los libros, sean estos en papel y tinta o en pixeles y luz, son campos de juego maravillosos para desarrollar las habilidades de la imaginación y el pensamiento.


-Fin-



1 de noviembre de 2018

Lecturas lúdicas: El negocio de los libros-E La literatura y el negocio de los libros



Ilustración para El cementerio de los libros olvidados
http://somatosphere.net/2014/01/top-of-the-heap-angela-garcia.html/attachment-5


Lecturas lúdicas: El negocio de los libros-E
La literatura y el negocio de los libros


Por Iván Rodrigo García Palacios


Para darle un recreo a esta serie de Lecturas lúdicas sobre el negocio de los libros, he aquí unos cuentos contados por los novelistas:
Al escritor español Carlos Ruiz Zafón se le ocurrió la forma de contar una de las más extraordinaria historias sobre los libros que un niño quisiera conocer: tratar de dar respuesta a la pregunta: ¿dónde van los libros de los que ya nadie se acuerda? Y para ello, nada mejor que contar la historia de un librero que inicia a su hijo en los misterios de El cementerio de los libros olvidados. Esta historia la cuenta Carlos Ruiz Zafón en la primera novela, La sombra del viento que hace parte de una tetralogía titulada.
Así comienza el cuento:
EL CEMENTERIO DE LOS LIBROS OLVIDADOS
Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados. Desgranaban los primeros días del verano de 1945 y caminábamos por las calles de una Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se derramaba sobre la Rambla de Santa Mónica en una guirnalda de cobre líquido” (Carlos Ruiz Zafón, La sombra del viento).
Los tres restantes volúmenes de la tetralogía continuarán con el desarrollo del resto de la historia de aquel niño y la trama de aventuras e intrigas que se van sucediendo a medida que va pasando la historia en la ciudad de Barcelona desde los años 20 hasta los cincuenta, Guerra Civil y dictadura franquista, incluidas.

Stefan Zweig in Ossining, New York in 1941, seven years after he fled the ascendant Nazism of Europe.
https://www.newyorker.com/books/page-turner/when-its-too-late-to-stop-fascism-according-to-stefan-zweig


Stefan Sweig, un hombre de libros


Al norte, en Alemania, otro escritor, este con un fin trágico, nos recuerda aquella época de comienzos del siglo XX en la que el Imperio Austrohúngro se desintegraba y provocaba la primera La Gran Guerra y la destrucción de la civilización europea, la que luego se vuelve catástrofe durante la segunda Gran Guerra.
Stefan Zweig, con su relato o novela breve, Mendel, el hombre de los libros, nos cuenta del oficio y de los trágicos eventos que destruyen la vida de Mendel, un librero, buscador de libros antiguos y raros por encargo, todo porque los servicios secretos de seguridad del Imperio descubren que es un inmigrante ilegal en Viena. Ese asunto de los inmigrantes ilegales no es cosa de ahora.
He aquí la presentación de Mendel:
Un compañero de la universidad, algo mayor que yo, me condujo a Mendel. Entonces yo investigaba al, incluso hoy, poco conocido médico y magnetizador paracélsico Mesmer, con poca suerte, por cierto; pues las obras básicas eran insuficientes, y el bibliotecario, al que como incauto novato pedí información, me respondió con un gruñido antipático que los datos bibliográficos eran cosa mía y no suya. Entonces aquel compañero me citó por primera vez su nombre.
Iré contigo a ver a Mendel —me prometió—, él sabe todo y lo consigue todo, es capaz de traerte el libro más esotérico del librero de viejo alemán más olvidado. Es el hombre más eficaz de Viena y, además, un original, un dinosaurio libresco prehistórico en vías de extinción.
Fuimos juntos al Café Gluck, y allí estaba, Mendel, el de los libros, con sus lentes, su barba descuidada, vestido de negro, meciéndose mientras leía como un arbusto oscuro en el viento. Nos acercamos, pero él no se inmutó. Sentado leía y mecía el torso sobre la mesa, como una pagoda, y a su espalda colgaba del gancho su abrigo cuarteado y negro, bien relleno de revistas y papelotes. Mi amigo tosió enérgicamente para anunciamos. Pero Mendel, las gruesas lentes pegadas al libro, seguía sin darse cuenta. Entonces mi amigo golpeó con los nudillos sobre la mesa, tan fuerte y audible como se llama a una puerta; por fin Mendel alzó la vista, empujó las gafas enmarcadas en acero hacia la frente con rapidez mecánica, y bajo las cejas revueltas de un color gris ceniza nos salieron al encuentro dos ojos extraordinarios, pequeños, negros, despiertos, ojos rápidos, agudos e inquietos como una lengua de serpiente. Mi amigo me presentó y yo expuse mi asunto, quejándome —como me había aconsejado astutamente mi amigo— con énfasis exagerado del bibliotecario que no había querido darme información. Mendel se echó hacia atrás y escupió cuidadosamente. Entonces soltó una risa breve y dijo con fuerte acento oriental:
Con que no ha querido ¿eh? ¡No ha podido, amigo mío! Es un Parch, un asno bataneado con pelo gris. Le conozco, para desgracia mía, desde hace veinte años, pero no ha aprendido nada desde entonces. ¡Cobrar su sueldo, es lo único que saben hacer! Deberían picar piedras, estos señores doctores, en vez de cuidar los libros” (Stefan Zweig, Mendel el de los libros).


http://antoniosaz.blogspot.com/2014/11/fahrenheit-451-1966-francois-truffaut.html


La temperatura a la que arde el papel


La quema de libros se ha dado a lo largo de la historia de la civilización, desde los emperadores chinos, hasta la quema de libros en Berlín el 10 de mayo de 1933 o durante La Revolución Cultural China de Mao Zedong, de 1966 a 1976.
Y hablando de especialistas en quemar libros, un buen ejemplo literario lo ofrece la novela de Ray Bradbury, Fahrenheit 451, la temperatura a la que arde el papel.
En un Estado distópico, en el cual los libros están prohibidos, se crea un ejército especializado en perseguir a los poseedores de libros y a quemar todo ejemplar o biblioteca que descubran, incluso a sus propietarios, si se oponen.
Todo trascurre sin problemas para la fuerza incendiaria hasta que uno de los miembros de ese ejército descubre el amor y, enamorado, se enamora también de los libros.
Pero así como el Estado se propone la incineración de los libros, un grupo de personas se impone la misión de salvarlos y para conservar los libros y burlar la acción de las fuerzas incendiarios, esos grupos organizan la resistencia a ese Estado y para conservar los libros se inventan lo que llaman los Hombres-libro, es decir, personas que memorizan un libro y lo conservan en su memoria para ser trasmitido a otros y mantenerlos preservados de generación en generación.
A partir de esta novela se han realizado dos películas. La primera y la versión considerada clásica, la del director francés François Truffaut y una versión comercial reciente producida y emitida por los canales de Streaming de HBO en 2018.


George Grosz. Punishment
https://whenyouwereapostcard.postx2.com/post/79878444903/george-grosz-punishment-strafe-1934


Un hombre-libro incinerado


Otra novela sobre la quema de libros es la de Elias Canetti, Auto de fe, publicada en 1935, en la que desde el mismo título se hace referencia a una época en la que tanto los libros como sus dueños eran quemados en nombre la fe religiosa.
Antes que Ray Bradbury, Elias Canetti propuso la existencia de hombres-libro, pero más allá de ello, se hizo eco de la quema de libros de los nazis en 1933, pero mucho más, anticipó la perversión con la que esos nazis destruirían a Europa bajo el fuego de sus cañones y bombas unos años más tarde y, con ello, buena parte del patrimonio cultural occidental de siglos.
Peter Kien es un profesor experto sinólogo y dueño de una biblioteca con 25.000 volúmenes, la más grande e importante de su ciudad quien termina su vida en la locura e incinerado por el incendio de su propia biblioteca.
He aquí un fragmento de la explicación que el mismo Elias Canetti escribió sobre esta su única obra de ficción y novela:
El personaje principal de este libro, conocido hoy como Kien, era designado en los primeros esbozos con una B., abreviatura de Büchermensch (hombre-libro). Pues así, como un hombre-libro, lo tenía ante mis ojos, a tal punto que su relación con los libros era mucho más importante que él mismo. El componerse de libros era entonces su único atributo, y no tenía ningún otro. Cuando por fin me puse a escribir su historia en forma coherente, le di el nombre de Brand (Incendio). En este nombre estaba contenido su final: tenía que acabar en un incendio. Mientras yo ignoraba aún cómo iría progresando la novela, una cosa era segura ya desde el comienzo: él se prendería fuego junto con sus libros y ardería con su biblioteca en el incendio que provocase; por eso se llamaba Brand. Así pues, sus dos nombres anteriores, Büchermensch y Brand, fueron desde el comienzo el único dato seguro sobre su persona” (Elias Canetti,
Ensayo extraído del libro de Elias Canetti Das Gewissen der Worte, Cari Hanser Verlag, 1973).
Me parece interesante llamar la atención sobre lo que Elias Canetti hace decir a su protagonista sobre lo que debiera ser lectura para los niños y de la mercancía que les ofrecen las librerías:
Kien sintió lástima. El chico estaba corrompiendo su espíritu tierno y tal vez ávido de lecturas con esa infame pacotilla. Años después, quizá leyese más de un libro infecto sólo por haberse familiarizado desde niño con el título. ¿Cómo limitar la receptividad de los primeros años? En cuanto un niño aprende a caminar y a deletrear, queda a merced tanto del pavimento de una calle mal asfaltada, como de la mercadería de cualquier pobre infeliz que —el diablo sabrá por qué— se dedicó a vender libros. Los niños pequeños debieran crecer en grandes bibliotecas particulares. El contacto diario y exclusivo con espíritus serios, una atmósfera intelectual, sombría y apacible, y un tenaz esfuerzo de adaptación al orden más riguroso, tanto en el tiempo como en el espacio, ¿qué mejor manera de ayudar a esos seres tiernos en su juventud? Pero el único hombre que, en esa ciudad, poseía una biblioteca digna de consideración, era el propio Kien”.


Podría deducir que Elias Canetti anticipó en su novela Auto de fe, las consecuencias de la perdida de las habilidades de la lectura. Claro que si, como todos los artistas, anticipó el futuro, pero también hay que decir que en esa novela Elias Canetti denuncia el ascenso del nazismo, el fascismo y los populismos que arrasaron a Europa y buena parte del mundo en la II Guerra Mundial. Algo que ahora se repite.
¿Está condenada la humanidad a su autodestrucción? Esa podría ser la metáfora de Auto de fe. Un autodestrucción cada vez con medios más poderosos y eficaces.
Bien puede ser, la naturaleza todo lo construye y todo lo destruye de acuerdo con su ley.


En la próxima y última Lectura lúdica – El negocio de los libros, unas denuncias y algunas conclusiones.







26 de octubre de 2018

Lecturas lúdicas: El negocio de los libros-D Los libros del futuro: La máquina del tiempo



La máquina del tiempo
http://the-steam-engine.blogspot.com/2014/02/el-tiempo-en-sus-manos-time-machine-1960.html


Lecturas lúdicas: El negocio de los libros-D
Los libros del futuro: La máquina del tiempo


Por Iván Rodrigo García Palacios


En las dos versiones cinematográficas realizadas a partir de la novela de H. G. Wells, La máquina del tiempo, se toman la libertad de incluir sendas escenas en las que el protagonista encuentra los restos destrozados de una biblioteca de muchos siglos atrás. En la versión de 1960, los libros han sido copiados en unos discos de cristal como grandes monedas y son leídos cuando son puestos a bailar como un trompo sobre la plataforma de una máquina que los reproduce en sonido e imágenes holográficas. En la versión de 2002, la biblioteca está constituida por una serie de paneles trasparentes, similares a aparatos de televisión planos, en los cuales se proyecta una figura humana en forma de holograma que orienta o reproduce en forma audiovisual la información que se le solicita.
En la escena original de la novela, en el capitulo titulado El Palacio de Porcelana Verde, se trata de un inmenso edificio que se asemeja a uno de esos grandes museos del siglo XX, ya en ruinas e invadido por la vegetación y la humedad, con una gran antesala y distribuido por salones y galerías en donde se exhibían las muestras de los avances en las ciencias y en las artes. Una de esas galerías estaba dedicada a los libros, pero como el resto de todo lo que allí se exhibía, solo quedan pedazos de papel corroído por el tiempo y los elementos.
Como puede verse, para la ciencia ficción de finales del siglo XIX y comienzos del XX, todavía no era concebible el cambio de un formato de escritura, lectura y libros con una tradición de más de dos mil años. Pero, para mediados del siglo XX ya se estaba imaginando y pensando en que todo ello iba a cambiar radicalmente.
Eso nos lleva a pensar en el futuro de los libros, la escritura y la lectura. Para empezar, las neurociencias ya han demostrado que un cambio en los métodos e instrumentos con los que el hombre contempla y manipula el mundo trae como consecuencia un cambio y una evolución tanto en su visión del mundo como en el funcionamiento de su cerebro. Una evolución natural y su correspondiente evolución cultural. Así que no debe extrañarse lo que ahora está sucediendo y de lo que apenas estamos siendo conscientes.



Los libros en la película La máquina del tiempo de 1960
https://highteadreams.files.wordpress.com/2015/10/tumblr_m4hved371q1qdx4k4o1_500.png


Las revoluciones de la escritura, de la lectura y de los libros


Según los historiadores son varias las revoluciones que han trasformado a la escritura, a la lectura y a los libros a lo largo de los siglos desde ese lejano siglo V a. C. de los griegos.
La invención del libro fue una gran revolución cultural. Claro que la escritura y, por supuesto, su lectura, se desarrollaron muchos siglos antes que el libro, pero sus usos y utilidades estaban relacionados con otras actividades diferentes a la producción, a la conservación y a la divulgación del conocimiento y del saber o a la de proporcionar placer estético. Como dije antes, esta revolución sólo se presentó cuando los escritores y comerciantes griegos descubrieron que con la publicación de sus escritos y la venta de sus libros, sus usos y utilidades serían mayores y lucrativas. Como para pensar en Karl Marx.
Sin embargo, otra explicación puede ser igualmente iluminadora. Yuval Noah Harari explica en su libro Homo Deus el por qué el invento de la escritura y del dinero por parte de los sumerios significó superar las limitaciones del cerebro para procesar datos:
Este obstáculo se eliminó finalmente hace unos cinco mil años, cuando los sumerios inventaron a la vez la escritura y el dinero. Estos hermanos siameses (nacidos de los mismos progenitores en la misma época y en el mismo lugar) quebraron las limitaciones del cerebro humano para procesar datos. La escritura y el dinero hicieron posible empezar a recaudar impuestos a centenares de miles de personas, organizar burocracias complejas y establecer reinos extensos”.
(Yuval Noah Harari, Homo Deus, Parte II, Homo sapiens da sentido al mundo, 4. Los narradores).
Harari también propone un interesante modelo de la evolución en el procesamiento de datos que recomiendo leer. Ver en particular, en su libro Homo Deus, el capítulo 11, La religión de los datos.
Hay que considerar que la revolución sumeria tendría que esperar más de dos mil quinientos años hasta el invento de los griegos para que se convirtiera el negocio de la escritura, de la lectura y de los libros en una mayor evolución en la generación y procesamiento de información, conocimiento y saberes. Porque en la revolución de los griegos se combinan una serie de elementos y circunstancias que trasformarán el desarrollo de la cultura, la civilización y la humanidad hasta ahora. Pues, a diferencia de la sumeria, fue más allá de la solución a las meras necesidades cotidianas de la economía doméstica, de las actividades del gobierno y de la conservación del culto y asuntos de las religiones. Además, el invento de los griegos fue más universal, porque, por un lado, su materia eran las creaciones de la imaginación y el pensamiento y, por el otro, estaba al alcance de todos. Y, para completar el cuadro, hizo de la escritura, la lectura y los libros, un negocio y un mercado de un producto por si mismo, el que, además, era en buena parte intangible.


La escritura como educación universal


Estás leyendo este texto y traduciendo el significado de sus vocablos en un flujo de pensamiento conceptual a medida que avanzas. Las palabras y frases en la página, que traducen mis conceptos, se trocan en imágenes no verbales en tu mente. Esa colección de imágenes define los conceptos que estaban antes en mi mente. Pero junto con percibir las palabras impresas y desplegar el concomitante conocimiento conceptual requerido para entenderlas, tu mente también te representa llevando a cabo la lectura y la comprensión, momento a momento. El ámbito completo de tu mente no se confina a las imágenes de lo percibido afuera o de lo que se evoca con relación a lo percibido. También te incluye” (Antonio Damasio, Sentir lo que se siente. Cuerpo y emoción en la fábrica de la conciencia, Ed. Andrés Bello, Santiago de Chile, 2000, p. 146).


Lo que hay que destacar es que hasta el siglo V a. C., todavía predominaban en la vida cotidiana la comunicación y la memoria oral, por lo que en Grecia, en primer lugar, se dio el cambio de la trasmisión de saberes de forma oral a la escritura como forma de comunicación, conservación y almacenamiento de la información y de los saberes por medio de la escritura y en los rollos de papiros y pergaminos, lo que significó, no solo un cambio económico, social, político, cultural, etc., sino también una evolución y trasformación para el funcionamiento del cerebro. Otro punto es es el desarrollo de los alfabetos a partir de los sonidos de la voz y de allí a su escritura, pero ese es otro tema relacionado.
Como lo propuso Eric A. Havelock en su libro, Prefacio a Platón, la revolución griega revolución supuso que en la trasmisión de la cultura se pasara del oído al ojo como el sentido predominante en la adquisición de conocimientos y saberes. Y, en consecuencia, el que la civilización comenzara a formar a sus ciudadanos en la habilidad de la escritura y la lectura, para que de allí se desarrollara un amplio mercado de escritores que quisieran escribir libros y de muchos lectores que quisieran comprarlos.
Lo otro a tener en cuenta y que ha sido importante hasta la actualidad, son las formas como los lectores realizan su lectura. Una, la lectura en voz alta, para sí mismo o para otros. Dos, la lectura silenciosa y visual, esa que según San Agustín le impactó cuando veía leer a San Ambrosio, pero de la que existen testimonios ya desde la Grecia del siglo V a. C., tal y como lo explica el neurocientífico Antonio Damasio en la cita anterior.
Pero, además de la historia y las reflexiones de la filosofía y las ciencias sociales sobre la escritura y la lectura, en los últimos tiempos han sido los neurocientíficos los que se han propuesto descubrir ese maravilloso y complejo mecanismo evolutivo y cerebral que ha hecho del Homo sapiens lo que ahora es y, más asombroso, en lo que podría llegar a ser.
He aquí lo que dice el neurocientífico Stanislas Dehaene:
En completa oposición con el modelo de la ciencia social estándar, según el cual la cultura se pasea gratuitamente por un cerebro-pizarra en blanco, la lectura demuestra que la cultura y la organización cerebral están ligadas inextricablemente. A lo largo de su larga historia cultural, los seres humanos descubrieron poco a poco que podían reutilizar sus sistemas visuales como medio sustituto de entrada de la lengua, y llegaron así a la lectura y a la escritura. También voy a discutir brevemente cómo otros rasgos culturales humanos importantes podrían someterse a un análisis similar. La matemática, el arte, la música y la religión también pueden considerarse dispositivos evolucionados, moldeados por siglos de evolución cultural, que han invadido nuestros cerebros de primates.
(Stanislas Dehaene, El cerebro lector: Últimas noticias de las neurociencias sobre la lectura, la enseñanza, el aprendizaje y la dislexia, Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores, 2014, p. 23.


Estos descubrimientos neurocientíficos sobre la escritura y la lectura apenas están empezando a ser incorporados en las actividades cotidianas de las comunidades empezando por la crianza, la educación y el desarrollo científico y tecnológico consecuente. Igual sucede con el cambio de los paradigmas de los científicos sociales para quienes no ha sido sencillo superar siglos de prejuicios sobre la naturaleza del Homo Humano, a la que le asignan una superioridad casi sobrenatural por sobre las demás expresiones de la vida.
En fin, la cosa es que la realidad termina por imponerse, pero ese es otro asunto.
Peter Gric, Androide II
http://www.nuncalosabre.com/android-ii-peter-gric/


El apocalipsis digital


Ahora, propongo que las grandes revoluciones de la escritura, la lectura y los libros son: la primera, el paso de lo oral a lo escrito; la segunda y la que se está sucediendo en la actualidad, es el paso de lo escrito a lo digital. En otras palabras y de acuerdo a lo dicho atrás, del oído a los ojos y, ahora, de los ojos al cerebro.
Llegará el momento en el que toda trasmisión de información y de comunicación de productos del pensamiento y de la imaginación se realizará de cerebro a cerebro o de dispositivo digital a cerebro y viceversa y nuestra memoria se ampliará con dispositivos exocerebrales, al igual que nuestra capacidad de procesamiento de información en circuitos que van de individuo a individuo y de estos a colectivos de individuos dispersos por el mundo, así como a dispositivos de procesamiento y almacenamiento de información masivos. De alguna manera nos convertiremos en los ciborgs de los que habla ya la ciencia ficción y con los que los científicos ya realizan algunos experimentos.
Pero también son dos las revoluciones en cuanto al formato del libro. La primera, a finales de la edad antigua y principios de la edad cristiana, cuando se introdujo el formato de códice para remplazar a los rollos por el formato que que perdura hasta ahora cuando se está iniciando la segunda revolución en el cambio de formato de los libros del códice al dispositivo digital, un cambio aun en transición.


Los libros en el ciberespacio


Para 1984, cuando William Gibson publicó su novela Neuromante, tanto la ciencia como la ciencia ficción ya hablaban de los ciborgs, término acuñado por Manfred E. Clynes y Nathan S. Kline desde 1960 y ya era aceptado en todos los ámbitos. Sin embargo, la novedad en la novela de William Gibson no era la posibilidad de que se desarrollaran ese tipo de seres compuestos de organismo y máquina, sino la posibilidad de conectar a los humanos con los aparatos cibernéticos en el ciberespacio, la existencia de una red de conexiones y la existencia de una matriz. Es en la novela de William Gibson que se utiliza por primera vez el concepto de ciberespacio y que él mismo se encargó de definir:
«El ciberespacio. Una alucinación consensual experimentada diariamente por billones de legítimos operadores, en todas las naciones, por niños a quienes se enseña altos conceptos matemáticos... Una representación gráfica de la información abstraída de los bancos de todos los ordenadores del sistema humano. Una complejidad inimaginable. Líneas de luz clasificadas en el no-espacio de la mente, conglomerados y constelaciones de información. Como las luces de una ciudad que se aleja... » (William Gibson, Neuromante, )
Diez años después, en una entrevista, el mismo autor agregó:
[El ciberespacio] es una metáfora que nos permite comprender ese lugar en el que, desde aproximadamente la Segunda Guerra Mundial, venimos haciendo crecientemente muchas de las cosas que consideramos civilización [...] cuando la gente usa Internet, es cuando está más obviamente navegando en el ciberespacio. Al usar Internet entras a un territorio en el cual la geografía ya no existe (Josefsson, 1994. La traducción es mía)” (Citado en: Neuromante: el futuro que llegó, Israel Alatorre Cuevas).
Ilustración del comic sobre la novela de William Gibson, Neuronate. Los dos personajes protagónicos: el haker Case y la asesina Molly.
http://cinemania.elmundo.es/noticias/tim-miller-deadpool-nuevo-director-al-asalto-neuromante/


En el ciberespacio: uno y ninguno


Ya estamos en los primeros pasos de ese escenario de ciencia ficción creado por William Gibson. El negocio de la escritura y de la lectura ya está en el ciberespacio, solo que la conexión cerebral a esa matriz aun está pendiente de los avances científicos y los desarrollos tecnológicos que la harán posible.
Como están las cosas, ya pasamos la mayor parte del tiempo de vigilia conectados al ciberespacio que en este momento ofrece la internet y sus aplicaciones a todos y cada uno de los propietarios y usuarios de los nuevos dispositivos tecnológicos, pero con la inconsciencia o la indiferencia al hecho de que ya no estamos conectados e interactuando con otras personas, sino con Inteligencias Artificiales y siendo mediados por ellas, las que, se supone cumplen nuestras ordenes y disposiciones y anticipan y satisfacen nuestras necesidades materiales y afectivas, pero que en realidad disponen de nuestras emociones, deseos, sentimientos, imaginación, pensamientos y anhelos en función de una directriz o matriz que, también, se supone es controlada por algunas personas y con algunos fines altruistas, pero que en realidad están evolucionando con una supuesta pero desconocida finalidad.
Las profecías


Para comienzos de los años sesenta, filósofos, científicos estudiosos de la sociedad, la cultura y la comunicación, ya anticipaban los escenarios y consecuencias que devendrían con las nuevas ciencias y tecnologías que se estaban desarrollando a partir de las ciencias electrónicas, de la computación y de los desarrollos de lo que desde 1956 se llamó Inteligencia Artificial según el nombre propuesto por John MacCarthy.
Recientemente, el filósofo Byung Chul Han, en el prólogo de su libro En el enjambre, cita y comenta al filósofo de los medios de comunicación Marshall McLuhan como el que anticipaba las consecuencias de los avances tecnológicos de las ciencias y tecnologías electrónicas y de la computación en los cerebros, para mostrar como en la actualidad estamos siendo absorbidos por los medios digitales y las redes del ciberespacio:
Ante el vertiginoso crecimiento del medio electrónico, Marshall McLuhan, teórico de los medios, advertía en 1964: «La tecnología eléctrica ya está dentro de nuestros muros y estamos embotados, sordos, ciegos y mudos ante su encuentro con la tecnología de Gutenberg» (M. McLuhan, Comprender los medios de comunicación. Las extensiones del ser humano, Barcelona, Paidós, 1996, p. 38). Algo semejante sucede hoy con el medio digital. Somos programados de nuevo a través de este medio reciente, sin que captemos por entero el cambio radical de paradigma. Cojeamos tras el medio digital, que, por debajo de la decisión consciente, cambia decisivamente nuestra conducta, nuestra percepción, nuestra sensación, nuestro pensamiento, nuestra convivencia. Nos embriagamos hoy con el medio digital, sin que podamos valorar por completo las consecuencias de esta embriaguez. Esta ceguera y la simultánea obnubilación constituyen la crisis actual. (Byung Chul Han, En el enjambre, Pólogo, Herder, Barcelona, 2014).


La cita anterior corresponde al prólogo completo de En el enjambre y entre esa cita de Marshall McLuhan y el comentario que le hace Byung Chul Han, median cincuenta años en los cuales se ha dado la trasformación que ha hecho que la humanidad pase de contemplar su mundo con los ojos a aprehenderlo con el cerebro.
Como sugiere William Gibson y lo aceptan neurocientíficos, filósofos, antropólogos, psicólogos y demás estudiosos de la humanidad y la cultura, ahora se está dando un cambio evolutivo y cultural en las formas cómo percibimos y concebimos el mundo, en las formas como nos comunicamos y en las formas como representamos lo que sentimos, imaginamos, pensamos, soñamos el futuro y ello como consecuencia de las aplicaciones de las nuevas tecnologías.
Pero lo peor es como unos cuantos poderes y poderosos han aprovechado los avances en las técnicas para la manipulación de las personas, hasta el punto de que ya no atacan las creencias y valores de cada persona, sino que someten y dominan las emociones, los deseos, los sentimientos, la imaginación y los pensamientos de individuos y comunidades actuando sobre los mecanismos pre-conscientes del cerebro.
Está demostrado el que los circuitos neuronales se organizan y funcionan gracias a su plasticidad y que esta es inducida tanto por la configuración del cerebro (genética) como por la cultura (epigenética) en la que se desarrolla.
Así que, como están las cosas, estamos en procesos de evolución natural y cultural y, por lo tanto, en los primeros pasos de un cambio de formatos para la escritura, la lectura y, también, de los libros. Así que, los libros que estamos leyendo y los que vamos a leer en el próximo futuro, ya no son los libros que leíamos … ayer.
Pero, lo que no parece que vaya a cambiar, todavía, es el “conatus”, ese anhelo de futuro, es decir, esa necesidad y el deseo de explorar lo desconocido, pues de ello depende la supervivencia de la vida misma y para lograrlo, la escritura, la lectura y los libros, son herramientas importantes de la evolución. Solo que ojalá no sea para beneficio de unos cuantos, aunque, de poco sirve lamentarse, la naturaleza se rige por leyes sin sentimientos y su propósito imperativo es el de sobrevivir a toda costa, acorde con las leyes naturales, pero en un proceso de construcción y destrucción sin fin … aparente.
Pero mejor hago un intermedio y en la próxima de estas Lecturas lúdicas voy a proponer un juego de lectura lúdica.

19 de octubre de 2018

Lecturas lúdicas: El negocio de los libros-C De la oscuridad de la Edad Media a la luz de las tabletas



Biblioteca de San Lorenzo de El Escorial
https://steemit.com/spanish/@iaberius/los-monjes-copistas-de-los-scriptoria-medievales


Lecturas lúdicas: El negocio de los libros-C


De la oscuridad de la Edad Media a la luz de las tabletas


Por Iván Rodrigo García Palacios


Luego de la caída del Imperio Romano, los lectores y los comerciantes de libros desaparecieron del ámbito público, pero no tanto los escritores, quienes o se convirtieron en escritores al servicio de la iglesia católica que era la institución que dominaba la vida privada y pública de las gentes y otros que realizaban su escritura en secreto y la divulgaban de manera clandestina.
Por otra parte, los libros que se salvaron de las bibliotecas de los aristócratas romanos tras la caída del imperio fueron requisados por El Vaticano, por sus jerarcas, aristócratas de las ciudades italianas convertidos en obispos y cardenales y por algunas de las ordenes monásticas que se encargaron de copiar, ornamentar y de velar que se cumpliera la prohibición de su lectura para ojos no autorizados.
Pero esa situación volvió a cambiar a partir del siglo XII y, a finales de la Edad Media y comienzos del Renacimiento, ese negocio de rescatar libros perdidos de la antigüedad y copiarlos para su venta volvió a florecer, pues los grandes aristócratas italianos empezaron a competir con las instituciones y personajes del Vaticano por la adquisición de los libros antiguos que se encontraban ocultos o bien en las bibliotecas de los califatos musulmanes o en las de las abadías, monasterios y conventos de las ordenes religiosas que se especializaron en la traducción, interpretación y transcripción de libros antiguos o en las bibliotecas de los aristócratas venidos a menos que los vendían al mejor postor.


Los buscadores de libros antiguos


Una muy ilustradora novela narra la historia de cómo en el invierno de 1417 uno de esos buscadores de libros antiguos, Poggio Bracciolini, logra el rescate de una copia del poema de Lucrecio, De rerum novarum y con ello se desata la influencia con la que ese poema afectará a lo que será el desarrollo de la cultura, la ciencia y el arte en los tiempos que le siguieron y hasta ahora:
Silenciar a Giordano Bruno resultó mucho más fácil que volver a sumir en la oscuridad al De rerum natura. El problema era que, una vez que el poema de Lucrecio volvió al mundo de los vivos, las palabras de este visionario poeta de la experiencia humana empezaron a resonar poderosamente en las obras de los autores y artistas del Renacimiento, muchos de los cuales se consideraban cristianos piadosos. Esos ecos —los rastros de un encuentro perceptibles en la pintura o en la poesía épica— resultaban para las autoridades menos alarmantes en el arte que en las obras de los científicos o de los filósofos. La policía del pensamiento de la Iglesia fue llamada pocas veces para que investigara obras de arte con implicaciones heréticas.[276] Pero del mismo modo que las dotes de Lucrecio como poeta contribuyeron a divulgar sus ideas revolucionarias, también esas ideas fueron transmitidas, de una forma muy difícil de controlar, por los artistas que estaban directa o indirectamente en contacto con los círculos humanistas italianos: pintores como Sandro Botticelli, Piero di Cosimo o Leonardo da Vinci, y poetas como Matteo Boiardo, Ludovico Ariosto o Torquato Tasso. Y al cabo de poco tiempo las ideas aparecieron también lejos de Florencia y de Roma”.
Stephen Greenblatt. El Giro: De cómo un manuscrito olvidado contribuyó a crear el mundo moderno (Trad. castellana de J. Rabasseda y T. De Lozoya). Barcelona: Ed. Crítica, 2012, 319 pp. ISBN: 978-8498924121.
[276]. Una célebre excepción fue la investigación inquisitorial de Paolo Veronese por la representación que hizo en 1573 de la Última Cena, cuya intensa materialidad —la vida turbulenta, la comida encima de la mesa, los perros escarbando y mendigando las migajas, etcétera— suscitó varias acusaciones de irreverencia e incluso de herejía. El Veronés se libró de sufrir consecuencias desagradables cambiando el nombre de su obra y llamándola Banquete en casa de Leví.


Piero di Cosimo, Prometeo plasma al hombre.
https://www.nybooks.com/articles/2015/05/07/ravishing-painting-piero-di-cosimo/


En la Florencia del Renacimiento, el rescate de libros antiguos debió ser un buen negocio, como que allí Lorenzo de Medicis patrocinó la la búsqueda y adquisición de los libros de Platón y de muchos otros de los filósofos y científicos griegos, helénicos, árabes, romanos y latinos. Allí se fundó una academia platónica dirigida por Marsilio Ficino y se contribuyó al desarrollo de la ciencia, la filosofía y las artes, como que en aquella ciudad se formaron y trabajaron los más importantes arquitectos, filósofos, pintores y escultores. Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Brunelechi, etc. Y también, es del caso tener en cuenta que en otras importantes ciudades-Estado de la península italiana, otros aristócratas y cardenales del Vaticano entraron en competencia con Florencia y la Santa Sede por poseer la mayor cantidad de objetos de la cultura griega y latina. El saqueo griego por parte de los romanos se volvía a repetir. En fin, es una historia asombrosa que hay que conocer, porque allí se gestó eso que llaman la modernidad.
También, hay que tener en cuenta que durante la expansión musulmana los califas conformaron importantes bibliotecas de libros antiguos griegos y romanos, así como de las ciencias de los sabios árabes y judíos. Con ello contribuyeron a salvar y rescatar muchos libros antiguos amenazados por guerras y fanatismos.
Se sabe de buena parte de las lecturas y las escrituras que provocaron las obras de los filósofos antiguos. Pero, una pregunta que valdría la pena responder: ¿En qué momento volvieron a circular las obras de los geómetras, matemáticos, físicos, arquitectos, médicos, y los demás científicos antiguas, griegos, helénicos, romanos, etc.? Eso ayudaría a explicar cuáles fueron las lecturas y los desarrollos de esas ciencias a partir del Renacimiento: Copérnico (1473-1543), Kepler (1571-1630), Galileo (1564-1642), para mencionar sólo tres y dejar ese interrogante abierto.


Sacra de San Michele, monumento en el Piamonte italiano que sirvió de modelo a Umberto Econ para la abadía de su novela El nombre de la rosa.
https://www.idealista.com/news/inmobiliario/internacional/2016/02/23/741103-el-nombre-de-la-rosa-la-historia-de-los-edificios-reales-que-inspiraron-la-obra?gallery-item=1


El nombre de la rosa


Sobre estas historias del negocio y el mercado de los libros y de la búsqueda y venta de los códices y libros perdidos o malditos hay una extensa literatura de novelas y cuentos con tramas apasionadas y apasionantes.
Un ejemplo: El nombre de la rosa, la célebre novela de Umberto Eco ambientada en una abadía benedictina que alberga una importante sala de copistas e interpretes de libros, pero también una misteriosa biblioteca oculta en la gran torre, algunos de cuyos libros han sido envenenados en las esquinas de sus páginas para que los lectores desprevenidos que violen la prohibición de leerlos sean castigados con una muerte dramática. Además de la intriga policíaca, la novela tiene como trasfondo los grandes debates teológicos y filosóficos del siglo XIV, ambos asuntos son manejados por el protagonista, el monje benedictino, Guillermo de Baskerville y narrados, muchos años después, por su pupilo el monje Adso de Melk. De esta novela hay versión cinematográfica.
Otro: El club Dumas, de Arturo Pérez Reverte, una novela ambientada en tiempos más recientes y en la que las más populares novelas de Alejandro Dumas, tal el caso de Los tres mosqueteros y El conde de Montecristo, así como La divina comedia de Dante, juegan un papel en una trama que conduce aun códice maldito cuyo protagonista es el diablo y el que es la causa de la muerte trágica y dramática de todos aquellos que quieren poseerlo para descifrar y poseer sus misterios. Lucas Corso es una especie de detective y su negocio con los libros es el de descubrir libros perdidos y comprobar la autenticidad de libros antiguos. En el cumplimiento de un par de encargos, Lucas Corso se ve envuelto en una trama de misteriosos asesinatos. De esta novela también hay versión cinematográfica.


Johannes Gutenberg, la imprenta.
http://de10.com.mx/top-10/2018/02/23/mas-de-500-anos-de-la-impresion-del-primer-libro-de-la-historia


La imprenta


Fue el desarrollo de la imprenta por Gutenberg que la proliferación de los libros impresos a precios más módicos hizo que también comenzaran a proliferar los lectores y que las obras de la imaginación y del pensamiento se convirtieran en los impulsores del descubrimiento de nuevos conocimientos y de la producción de saber.
Con ello también se abrieron las puertas del infierno para la Iglesia Católica que vio amenazado su poder de controlar la conciencia de las gentes. Los libros se convirtieron en armas subversivas contra el pensamiento único y el poder absoluto.
Y con ello nació un negocio floreciente. Sin embargo, el de editor-impresor, fue un oficio peligroso, pues a los que pillaran editando los libros prohibidos los esperaban las llamas, no propiamente del infierno después de la muerte, sino las de las hogueras de la Inquisición en vida.


El mercado de los libros


Si se traza un mapa con la localización de los impresores y se lo superpone a otro con la concentración del surgimiento de lectores y escritores, así como con el descubrimiento de nuevos conocimientos, se podrá notar que existen notables coincidencias. Tal el caso de la emergencia del Renacimiento en el norte de Italia que luego se extiende por Francia, Países bajos, Europa central, Alemania, Inglaterra, etc. Y clandestinamente en España.
Lo otro que habría que notar, son las diferencias en el desarrollo de las ciencias, filosofías y artes, en los países que acogen la Reforma Luterana y aquellos que quedan bajo el dominio del Vaticano. En fin, una serie de variables que mostrarían la estrecha relación que, con el desarrollo de un buen mercado de libros y la expansión de la escritura y la lectura, tiene el que haya cada vez más desarrollo del conocimiento y de la conciencia social.
He aquí una muestra histórica de esos desarrollos del mercado de la impresión de libros y los desarrollos de las ciencias, las filosofías y las artes:
Lo más probable es que la imprenta de tipos móviles fuera inventada en Alemania por Johan Gutenberg, desde donde se difundió muy rápidamente por toda Europa. Los impresores llegaron a Basilea hacia 1466, a Roma hacia 1467, a París y a Pilsen hacia 1468, a Venecia hacia 1469, a Lovaina, Valencia, Cracovia y Buda hacia 1473, a Westminster (entonces separada de la ciudad de Londres) hacia 1476 y a Praga hacia 1477. Hacia 1500 había imprentas establecidas en casi 250 ciudades. Estas imprentas habían sido fundadas con frecuencia por compatriotas de Johan Gutenberg. Hacia 1500 los alemanes habían abierto al menos 86 imprentas fuera del mundo germano-parlante: 37 en Italia, 18 en la península ibérica, 13 en Francia y 7 en los Países Bajos (aún no separados políticamente en norte y sur). La primera imprenta en Italia, por ejemplo fue fundada en Subiaco en 1465 por dos alemanes, Conrad Sweynheim y Arnold Pannartz. En Venecia, el primer impresor fue el alemán Johan von Speyer. En Buda, Andreas Hess desempeñó un papel importante; en Sevilla, Jacob Cromberger, que llegó en 1500, instaló un taller que funcionó por largo tiempo.
La rápida multiplicación de libros a partir de 1450 merece ser resaltada. Sólo en Venecia, donde se imprimieron más libros que en cualquier otra ciudad de Europa, se considera que 4.500 títulos (con casi medio millón de ejemplares) es una estimación razonable. Se imprimían muchas obras clásicas (Cicerón por ejemplo). De oficiis fue impresa en Subiaco. En París se puso de moda en la década de 1470. «Nadie solía leer a Cicerón día y noche como tanta gente hoy en día», escribía el erudito francés Guillaume Fichet. En Londres, William Caxton imprimió la versión inglesa de Tiptoft de De amicitia en 1481. Los clásicos griegos comenzaron a imprimirse antes de que terminara el siglo XV, gracias sobre todo a Aldus Manutius de Venecia, cuya edición de Aristóteles en cinco volúmenes apareció entre 1495 y 1498” (Peter Burke, El Renacimiento europeo, Crítica, Barcelona, 2000).
El mercado de los libros en Inglaterra fue también importante aun desde antes del éxito de la imprenta, como que sus reyes, aristócratas, intelectuales y el mismo pueblo, eran consumidores de libros desde los más complejos de las filosofías y las ciencias hasta los más populares. Allí los humanistas latinos y los intelectuales renacentistas italianos tuvieron una gran acogida, sus libros se vendieron como éxito editorial y su influencia fue notable para el desarrollo de sus ciencias filosofías y artes. Además de muy enconadas polémicas entre sus fanáticos y los promotores de otras posturas, tales las que se dieron entre Giordano Bruno y los académicos de Oxford en 1583. Por fortuna para Bruno en Inglaterra no operaba la Inquisición, pero no por mucho tiempo.
Pero el mercado inglés, hasta siglo XVIII, fue más un mercado de importación de libros que un mercado local de producción y venta de los libros impresos por sus imprentas.
Sin embargo, en esta historia, es importante resaltar la dinámica del mercado de los libros tanto en el continente europeo como en Inglaterra. Y para ilustrarlo, esta anécdota que conecta a Shakespeare con la novela Miguel de Cervantes, Don Quijote.
Para 1613 se representó en Londres una obra teatral titulada Cárdenlo. Su tema se basa en un episodio de la novela de Cervantes (Capítulo XXIV. Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena), la que había sido traducida al inglés un año antes. Lo asombroso de esta historia está en el nombre de los autores de esa pieza teatral: Fletcher y Shakespeare. Esta información aparece registrada en una solicitud archivada en la oficina encargada de proteger los derechos de autor y de impresión.
Además, como cuenta Roger Chartier en el libro Escuchar a los muertos con los ojos:
[…] no fueron ni los primeros ni los últimos en transformar la historia de Cervantes en una obra de teatro. En España, Guillén de Castro los había precedido con su comedia Don Quijote de la Mancha; en París les siguieron Pichou, autor de Folies de Cardenio, y Guérin de Bouscal, que puso en escena tres obras inspiradas en Don Quijote” (Roger Chartier, Escuchar a los muertos con los ojos, Katz, Buenos Aires, 2008).
No hay que olvidar que la segunda parte de Don Quijote de la Mancha fue escrita por Cervantes en 1615 para evitar que otros escritores se aprovecharan de la popularidad del personaje y de la novela para vender continuaciones apócrifas. Y ciertamente lo logró, esa segunda parte fue tan popular y se vendió igual o mejor que la primera.
Con lo anterior, queda mostrada la dinámica del mercado de los libros a partir del desarrollo de la imprenta.
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La Ilustración


En El templo del gusto, Voltaire describe la «Biblioteca de Dios»: «Allí casi todos los libros son nuevas ediciones revisadas y retocadas», en las cuales «las obras de Marot y de Rabelais quedan reducidas a cinco o seis hojas» (Mijail Bajtin, La cultura popular en la edad media y en el Renacimiento. El contexto de François Rabelais).


Y fue precisamente ese poder subversivo de los libros lo que desató lo que ahora se llama “la Modernidad”, o sea, la emergencia de la razón como medida de todo conocimiento y saber, lo que llegaría a su máxima expresión con la emergencia de lo que se llama “la Ilustración”, ese modo de pensar que desarrolla las potencias, las capacidades y las habilidades de la razón para conocer, saber y establecer las verdades de las ciencias y el pensamiento y que es una de las motivaciones ideológicas que provocarán La Revolución Francesa y el deseo de derrocar el poder absoluto de reyes y aristócratas, así como de derrotar la alienación provocada por el pensamiento único de la religión.
Por supuesto, luego de la Revolución y en el siglo XIX, la Revolución Industrial hizo también del negocio de los libros una gran empresa, como que los escritores y los editores llenaban con sus folletines los mercados del libro impresos a gran escala. Tal el caso de autores como Alejandro Dumas y su empresa de producir folletines escritos por otros y que él editaba y vendía con su firma. Lo mismo es válido para los periódicos y medios de comunicación impresos. Y las ciencias se desarrollaron aceleradamente.
Y, por supuesto, los aristócratas continuaron cultivando sus grandes bibliotecas y todo lo que ello significaba para la herencia familiar. Y es la gran biblioteca de uno de esos aristócratas franceses el escenario para una entretenida sátira. Se trata de la novela de Anatole France, La rebelión de los Ángeles.
Capítulo II. Donde se hallarán noticias útiles acerca de una biblioteca en la cual han de acontecer pronto sucesos extraños.
Deseoso de abarcar todo el círculo de los conocimientos humanos y de enaltecer su genio enciclopédico con un símbolo apropiado y una pompa en consonancia con sus recursos pecuniarios, el barón Alejandro D’Esparvieu había formado una biblioteca de trescientos sesenta mil volúmenes, entre impresos y manuscritos, cuya base principal procedía de los benedictinos de Ligugué” (Anatole France, La rebelión de los Ángeles).


Entre la imprenta y el siglo XX


Desde el desarrollo de la imprenta y hasta finales del siglo XX, los cambios en el negocio de los libros, la lectura y la escritura fueron aquellos que exigió el mercado mismo: los cambios demográficos, económicos, políticos, sociales, etc., junto con los avances tecnológicos en las máquinas de impresión y el transporte, lo que ya es parte de la historia. En otras palabras, a más libros, más lectores. Y, por supuesto, las consecuencias obvias de que más lectores conscientes de sí mismos y con sentido crítico generan sociedades más complejas.
Y ahora, desde finales del siglo XX, las ciencias y las tecnologías han desarrollado un nuevo soporte, un nuevo formato y un nuevo procedimiento para el almacenamiento, conservación, manejo, trasmisión y venta de los libros. Estamos pasando del soporte físico del papel al soporte digital de impulsos electromagnéticos. De la página de papel a la pantalla de luz. De lo material a lo virtual, una trasformación en el manejo de la información que apenas empieza.


Un nuevo salto evolutivo


Y eso que ahora esta sucediendo y que se despliega ante nuestros ojos, significa un nuevo salto evolutivo para el funcionamiento del cerebro.
Es un cambio de formato en las formas como se conservan y se elaboran los productos de las creaciones de la imaginación y del pensamiento para la divulgación, que al igual que hace dos mil quinientos años significará una evolución en el funcionamiento del cerebro para el manejo de la información, pues, si en ese entonces se hizo el cambio de pasar de lo oral a lo escrito, que implicó el privilegiar que fuera el ojo que lee y la mano que todo lo anota de la escritura, por sobre el oído que escucha y al cerebro que todo lo recuerda de la trasmisión oral.
Entonces, el cambio que ahora se está dando, al pasar de lo análogo a lo digital, significará otro salto evolutivo, pues exigirá que sea el cerebro directamente el que desarrolle los mecanismos, procesos y funcionamiento para el manejo de la información, su producción, su conservación y su comunicación. O sea, que ese sistema que por más de dos mil quinientos años le dio a la especie humana las ventajas de las que se ha aprovechado para desarrollar culturas de inmensa complejidad, empieza a ser relevado por uno nuevo, mucho más complejo, el que apenas se está empezando a descubrir. Pero, aun más, ya se sabe que este nuevo sistema multiplicará el poder del cerebro humano tan exponencialmente como antes. O sea, los humanos hacen aquello que pueden hacer, es decir, para lo que están siendo dotados por su evolución.
Y los científicos ya saben que, si bien el cerebro no ha sido dotado de un sistema genético para la escritura y la lectura, si tiene la habilidad, con los estímulos y procesos adecuados, para reciclar las neuronas y los circuitos neuronales con los cuales desarrollar los sistemas de la lectura y de la escritura que es lo que provoca esos saltos evolutivos.
Vale la pena anotar que sobre la influencia e impacto de los medios de comunicación en el cerebro, Walter J. Ong y Marshall McLuhan propusieron sus teorías desde los años cincuenta.
Sin embargo, lo que ahora está sucediendo es algo más complejo que lo ocurrido hace dos mil quinientos años. Pero, ese será el tema de la siguiente Lectura lúdica de esta serie, que empezará con un cuento de ciencia ficción como para que sea la literatura la que ilustre esa historia.

Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, charlando entre amigos sobre la y algunas novelas del siglo XIX

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