La
máquina del tiempo
http://the-steam-engine.blogspot.com/2014/02/el-tiempo-en-sus-manos-time-machine-1960.html
Lecturas
lúdicas: El negocio de los libros-D
Los
libros del futuro: La
máquina del tiempo
Por
Iván Rodrigo García Palacios
En
las dos versiones cinematográficas realizadas a partir de la novela
de H. G. Wells, La máquina del tiempo, se toman la libertad de
incluir sendas escenas en las que el protagonista encuentra los
restos destrozados de una biblioteca de muchos siglos atrás. En la
versión de 1960, los libros han sido copiados en unos discos de
cristal como grandes monedas y son leídos cuando son puestos a
bailar como un trompo sobre la plataforma de una máquina que los
reproduce en sonido e imágenes holográficas. En la versión de
2002, la biblioteca está constituida por una serie de paneles
trasparentes, similares a aparatos de televisión planos, en los
cuales se proyecta una figura humana en forma de holograma que
orienta o reproduce en forma audiovisual la información que se le
solicita.
En
la escena original de la novela, en el capitulo titulado El Palacio
de Porcelana Verde, se trata de un inmenso edificio que se asemeja a
uno de esos grandes museos del siglo XX, ya en ruinas e invadido por
la vegetación y la humedad, con una gran antesala y distribuido por
salones y galerías en donde se exhibían las muestras de los avances
en las ciencias y en las artes. Una de esas galerías estaba dedicada
a los libros, pero como el resto de todo lo que allí se exhibía,
solo quedan pedazos de papel corroído por el tiempo y los elementos.
Como
puede verse, para la ciencia ficción de finales del siglo XIX y
comienzos del XX, todavía no era concebible el cambio de un formato
de escritura, lectura y libros con una tradición de más de dos mil
años. Pero, para mediados del siglo XX ya se estaba imaginando y
pensando en que todo ello iba a cambiar radicalmente.
Eso
nos lleva a pensar en el futuro de los libros, la escritura y la
lectura. Para empezar, las neurociencias ya han demostrado que un
cambio en los métodos e instrumentos con los que el hombre contempla
y manipula el mundo trae como consecuencia un cambio y una evolución
tanto en su visión del mundo como en el funcionamiento de su
cerebro. Una evolución natural y su correspondiente evolución
cultural. Así que no debe extrañarse lo que ahora está sucediendo
y de lo que apenas estamos siendo conscientes.
Los
libros en la película La máquina del tiempo de 1960
https://highteadreams.files.wordpress.com/2015/10/tumblr_m4hved371q1qdx4k4o1_500.png
Las
revoluciones de la escritura, de la lectura y de los libros
Según
los historiadores son varias las revoluciones que han trasformado a
la escritura, a la lectura y a los libros a lo largo de los siglos
desde ese lejano siglo V a. C. de los griegos.
La
invención del libro fue una gran revolución cultural. Claro que la
escritura y, por supuesto, su lectura, se desarrollaron muchos siglos
antes que el libro, pero sus usos y utilidades estaban relacionados
con otras actividades diferentes a la producción, a la conservación
y a la divulgación del conocimiento y del saber o a la de
proporcionar placer estético. Como dije antes, esta revolución sólo
se presentó cuando los escritores y comerciantes griegos
descubrieron que con la publicación de sus escritos y la venta de
sus libros, sus usos y utilidades serían mayores y lucrativas. Como
para pensar en Karl Marx.
Sin
embargo, otra explicación puede ser igualmente iluminadora. Yuval
Noah Harari explica en su libro Homo Deus el por qué el invento de
la escritura y del dinero por parte de los sumerios significó
superar las limitaciones del cerebro para procesar datos:
“Este obstáculo se eliminó
finalmente hace unos cinco mil años, cuando los sumerios inventaron
a la vez la escritura y el dinero. Estos hermanos siameses (nacidos
de los mismos progenitores en la misma época y en el mismo lugar)
quebraron las limitaciones del cerebro humano para procesar datos. La
escritura y el dinero hicieron posible empezar a recaudar impuestos a
centenares de miles de personas, organizar burocracias complejas y
establecer reinos extensos”.
(Yuval Noah Harari, Homo Deus, Parte
II, Homo sapiens da sentido al mundo, 4. Los narradores).
Harari
también propone un interesante modelo de la evolución en el
procesamiento de datos que recomiendo leer. Ver en particular, en su
libro Homo Deus, el capítulo 11, La religión de los datos.
Hay
que considerar que la revolución sumeria tendría que esperar más
de dos mil quinientos años hasta el invento de los griegos para que
se convirtiera el negocio de la escritura, de la lectura y de los
libros en una mayor evolución en la generación y procesamiento de
información, conocimiento y saberes. Porque en la revolución de
los griegos se combinan una serie de elementos y circunstancias que
trasformarán el desarrollo de la cultura, la civilización y la
humanidad hasta ahora. Pues, a diferencia de la sumeria, fue más
allá de la solución a las meras necesidades cotidianas de la
economía doméstica, de las actividades del gobierno y de la
conservación del culto y asuntos de las religiones. Además, el
invento de los griegos fue más universal, porque, por un lado, su
materia eran las creaciones de la imaginación y el pensamiento y,
por el otro, estaba al alcance de todos. Y, para completar el cuadro,
hizo de la escritura, la lectura y los libros, un negocio y un
mercado de un producto por si mismo, el que, además, era en buena
parte intangible.
La
escritura como educación universal
“Estás leyendo este texto y
traduciendo el significado de sus vocablos en un flujo de pensamiento
conceptual a medida que avanzas. Las palabras y frases en la página,
que traducen mis conceptos, se trocan en imágenes no verbales en tu
mente. Esa colección de imágenes define los conceptos que estaban
antes en mi mente. Pero junto con percibir las palabras impresas y
desplegar el concomitante conocimiento conceptual requerido para
entenderlas, tu mente también te representa llevando a cabo la
lectura y la comprensión, momento a momento. El ámbito completo de
tu mente no se confina a las imágenes de lo percibido afuera o de lo
que se evoca con relación a lo percibido. También te incluye”
(Antonio Damasio, Sentir lo que se siente. Cuerpo y emoción en la
fábrica de la conciencia, Ed. Andrés Bello, Santiago de Chile,
2000, p. 146).
Lo
que hay que destacar es que hasta el siglo V a. C., todavía
predominaban en la vida cotidiana la comunicación y la memoria oral,
por lo que en Grecia, en primer lugar, se dio el cambio de la
trasmisión de saberes de forma oral a la escritura como forma de
comunicación, conservación y almacenamiento de la información y de
los saberes por medio de la escritura y en los rollos de papiros y
pergaminos, lo que significó, no solo un cambio económico, social,
político, cultural, etc., sino también una evolución y
trasformación para el funcionamiento del cerebro. Otro punto es es
el desarrollo de los alfabetos a partir de los sonidos de la voz y de
allí a su escritura, pero ese es otro tema relacionado.
Como
lo propuso Eric A. Havelock en su libro, Prefacio a Platón, la
revolución griega revolución supuso que en la trasmisión de la
cultura se pasara del oído al ojo como el sentido predominante en la
adquisición de conocimientos y saberes. Y, en consecuencia, el que
la civilización comenzara a formar a sus ciudadanos en la habilidad
de la escritura y la lectura, para que de allí se desarrollara un
amplio mercado de escritores que quisieran escribir libros y de
muchos lectores que quisieran comprarlos.
Lo
otro a tener en cuenta y que ha sido importante hasta la actualidad,
son las formas como los lectores realizan su lectura. Una, la lectura
en voz alta, para sí mismo o para otros. Dos, la lectura silenciosa
y visual, esa que según San Agustín le impactó cuando veía leer a
San Ambrosio, pero de la que existen testimonios ya desde la Grecia
del siglo V a. C., tal y como lo explica el neurocientífico Antonio
Damasio en la cita anterior.
Pero,
además de la historia y las reflexiones de la filosofía y las
ciencias sociales sobre la escritura y la lectura, en los últimos
tiempos han sido los neurocientíficos los que se han propuesto
descubrir ese maravilloso y complejo mecanismo evolutivo y cerebral
que ha hecho del Homo sapiens lo que ahora es y, más
asombroso, en lo que podría llegar a ser.
He
aquí lo que dice el neurocientífico Stanislas Dehaene:
“En completa oposición con el
modelo de la ciencia social estándar, según el cual la cultura se
pasea gratuitamente por un cerebro-pizarra en blanco, la lectura
demuestra que la cultura y la organización cerebral están ligadas
inextricablemente. A lo largo de su larga historia cultural, los
seres humanos descubrieron poco a poco que podían reutilizar sus
sistemas visuales como medio sustituto de entrada de la lengua, y
llegaron así a la lectura y a la escritura. También voy a discutir
brevemente cómo otros rasgos culturales humanos importantes podrían
someterse a un análisis similar. La matemática, el arte, la música
y la religión también pueden considerarse dispositivos
evolucionados, moldeados por siglos de evolución cultural, que han
invadido nuestros cerebros de primates.
(Stanislas Dehaene, El cerebro lector:
Últimas noticias de las neurociencias sobre la lectura, la
enseñanza, el aprendizaje y la dislexia, Buenos Aires: Siglo
Veintiuno Editores, 2014, p. 23.
Estos
descubrimientos neurocientíficos sobre la escritura y la lectura
apenas están empezando a ser incorporados en las actividades
cotidianas de las comunidades empezando por la crianza, la educación
y el desarrollo científico y tecnológico consecuente. Igual sucede
con el cambio de los paradigmas de los científicos sociales para
quienes no ha sido sencillo superar siglos de prejuicios sobre la
naturaleza del Homo Humano, a la que le asignan una superioridad casi
sobrenatural por sobre las demás expresiones de la vida.
En
fin, la cosa es que la realidad termina por imponerse, pero ese es
otro asunto.
Peter
Gric, Androide II
http://www.nuncalosabre.com/android-ii-peter-gric/
El
apocalipsis digital
Ahora,
propongo que las grandes revoluciones de la escritura, la lectura y
los libros son: la primera, el paso de lo oral a lo escrito; la
segunda y la que se está sucediendo en la actualidad, es el paso de
lo escrito a lo digital. En otras palabras y de acuerdo a lo dicho
atrás, del oído a los ojos y, ahora, de los ojos al cerebro.
Llegará
el momento en el que toda trasmisión de información y de
comunicación de productos del pensamiento y de la imaginación se
realizará de cerebro a cerebro o de dispositivo digital a cerebro y
viceversa y nuestra memoria se ampliará con dispositivos
exocerebrales, al igual que nuestra capacidad de procesamiento de
información en circuitos que van de individuo a individuo y de estos
a colectivos de individuos dispersos por el mundo, así como a
dispositivos de procesamiento y almacenamiento de información
masivos. De alguna manera nos convertiremos en los ciborgs de los que
habla ya la ciencia ficción y con los que los científicos ya
realizan algunos experimentos.
Pero
también son dos las revoluciones en cuanto al formato del libro. La
primera, a finales de la edad antigua y principios de la edad
cristiana, cuando se introdujo el formato de códice para remplazar a
los rollos por el formato que que perdura hasta ahora cuando se está
iniciando la segunda revolución en el cambio de formato de los
libros del códice al dispositivo digital, un cambio aun en
transición.
Los
libros en el ciberespacio
Para
1984, cuando William Gibson publicó su novela Neuromante, tanto la
ciencia como la ciencia ficción ya hablaban de los ciborgs, término
acuñado por Manfred E. Clynes y Nathan S. Kline desde 1960 y ya era
aceptado en todos los ámbitos. Sin embargo, la novedad en la novela
de William Gibson no era la posibilidad de que se desarrollaran ese
tipo de seres compuestos de organismo y máquina, sino la posibilidad
de conectar a los humanos con los aparatos cibernéticos en el
ciberespacio, la existencia de una red de conexiones y la existencia
de una matriz. Es en la novela de William Gibson que se utiliza por
primera vez el concepto de ciberespacio y que él mismo se encargó
de definir:
«El ciberespacio. Una alucinación
consensual experimentada diariamente por billones de legítimos
operadores, en todas las naciones, por niños a quienes se enseña
altos conceptos matemáticos... Una representación gráfica de la
información abstraída de los bancos de todos los ordenadores del
sistema humano. Una complejidad inimaginable. Líneas de luz
clasificadas en el no-espacio de la mente, conglomerados y
constelaciones de información. Como las luces de una ciudad que se
aleja... » (William Gibson, Neuromante, )
Diez
años después, en una entrevista, el mismo autor agregó:
“[El ciberespacio] es una metáfora
que nos permite comprender ese lugar en el que, desde aproximadamente
la Segunda Guerra Mundial, venimos haciendo crecientemente muchas de
las cosas que consideramos civilización [...] cuando la gente usa
Internet, es cuando está más obviamente navegando en el
ciberespacio. Al usar Internet entras a un territorio en el cual la
geografía ya no existe (Josefsson, 1994. La traducción es mía)”
(Citado en: Neuromante: el futuro que llegó, Israel Alatorre
Cuevas).
Ilustración
del comic sobre la novela de William Gibson, Neuronate. Los dos
personajes protagónicos: el haker Case y la asesina Molly.
http://cinemania.elmundo.es/noticias/tim-miller-deadpool-nuevo-director-al-asalto-neuromante/
En
el ciberespacio: uno y ninguno
Ya
estamos en los primeros pasos de ese escenario de ciencia ficción
creado por William Gibson. El negocio de la escritura y de la lectura
ya está en el ciberespacio, solo que la conexión cerebral a esa
matriz aun está pendiente de los avances científicos y los
desarrollos tecnológicos que la harán posible.
Como
están las cosas, ya pasamos la mayor parte del tiempo de vigilia
conectados al ciberespacio que en este momento ofrece la internet y
sus aplicaciones a todos y cada uno de los propietarios y usuarios de
los nuevos dispositivos tecnológicos, pero con la inconsciencia o la
indiferencia al hecho de que ya no
estamos conectados e interactuando con otras personas, sino con
Inteligencias Artificiales y
siendo mediados por ellas,
las que, se supone cumplen nuestras ordenes y disposiciones y
anticipan y satisfacen nuestras necesidades materiales y afectivas,
pero que en realidad disponen de nuestras emociones, deseos,
sentimientos, imaginación, pensamientos y anhelos en función de una
directriz o matriz que, también, se supone es controlada por algunas
personas y con algunos fines altruistas, pero que en realidad están
evolucionando con una supuesta pero desconocida finalidad.
Las
profecías
Para
comienzos de los años sesenta, filósofos, científicos estudiosos
de la sociedad, la cultura y la comunicación, ya anticipaban los
escenarios y consecuencias que devendrían con las nuevas ciencias y
tecnologías que se estaban desarrollando a partir de las ciencias
electrónicas, de la computación y de los desarrollos de lo que
desde 1956 se llamó Inteligencia Artificial según el nombre
propuesto por John MacCarthy.
Recientemente,
el filósofo Byung Chul Han, en el prólogo de su libro En el
enjambre, cita y comenta al filósofo de los medios de comunicación
Marshall McLuhan como el que anticipaba las consecuencias de los
avances tecnológicos de las ciencias y tecnologías electrónicas y
de la computación en los cerebros, para mostrar como en la
actualidad estamos siendo absorbidos por los medios digitales y las
redes del ciberespacio:
“Ante el vertiginoso crecimiento del
medio electrónico, Marshall McLuhan, teórico de los medios,
advertía en 1964: «La tecnología eléctrica ya está dentro de
nuestros muros y estamos embotados, sordos, ciegos y mudos ante su
encuentro con la tecnología de Gutenberg» (M. McLuhan, Comprender
los medios de comunicación. Las extensiones del ser humano,
Barcelona, Paidós, 1996, p. 38). Algo semejante sucede hoy con el
medio digital. Somos programados de nuevo a través de este medio
reciente, sin que captemos por entero el cambio radical de paradigma.
Cojeamos tras el medio digital, que, por debajo de la decisión
consciente, cambia decisivamente nuestra conducta, nuestra
percepción, nuestra sensación, nuestro pensamiento, nuestra
convivencia. Nos embriagamos hoy con el medio digital, sin que
podamos valorar por completo las consecuencias de esta embriaguez.
Esta ceguera y la simultánea obnubilación constituyen la crisis
actual. (Byung Chul Han, En el enjambre, Pólogo, Herder, Barcelona,
2014).
La
cita anterior corresponde al prólogo completo de En el enjambre y
entre esa cita de Marshall McLuhan y el comentario que le hace Byung
Chul Han, median cincuenta años en los cuales se ha dado la
trasformación que ha hecho que la humanidad pase de contemplar su
mundo con los ojos a aprehenderlo con el cerebro.
Como
sugiere William Gibson y lo aceptan neurocientíficos, filósofos,
antropólogos, psicólogos y demás estudiosos de la humanidad y la
cultura, ahora se está dando un cambio evolutivo y cultural en las
formas cómo percibimos y concebimos el mundo, en las formas como nos
comunicamos y en las formas como representamos lo que sentimos,
imaginamos, pensamos, soñamos el futuro y ello como consecuencia de
las aplicaciones de las nuevas tecnologías.
Pero
lo peor es como unos cuantos poderes y poderosos han aprovechado los
avances en las técnicas para la manipulación de las personas, hasta
el punto de que ya no atacan las creencias y valores de cada persona,
sino que someten y dominan las emociones, los deseos, los
sentimientos, la imaginación y los pensamientos de individuos y
comunidades actuando sobre los mecanismos pre-conscientes del
cerebro.
Está
demostrado el que los circuitos neuronales se organizan y funcionan
gracias a su plasticidad y que esta es inducida tanto por la
configuración del cerebro (genética) como por la cultura
(epigenética) en la que se desarrolla.
Así
que, como están las cosas, estamos en procesos de evolución natural
y cultural y, por lo tanto, en los primeros pasos de un cambio de
formatos para la escritura, la lectura y, también, de los libros.
Así que, los libros que estamos leyendo y los que vamos a leer en el
próximo futuro, ya no son los libros que leíamos … ayer.
Pero,
lo que no parece que vaya a cambiar, todavía, es el “conatus”,
ese anhelo de futuro, es decir, esa necesidad y el deseo de explorar
lo desconocido, pues de ello depende la supervivencia de la vida
misma y para lograrlo, la escritura, la lectura y los libros, son
herramientas importantes de la evolución. Solo que ojalá no sea
para beneficio de unos cuantos, aunque, de poco sirve lamentarse, la
naturaleza se rige por leyes sin sentimientos y su propósito
imperativo es el de sobrevivir a toda costa, acorde con las leyes
naturales, pero en un proceso de construcción y destrucción sin fin
… aparente.
Pero
mejor hago un intermedio y en la próxima de estas Lecturas lúdicas
voy a proponer un juego de lectura lúdica.
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