Biblioteca
de San Lorenzo de El Escorial
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Lecturas
lúdicas: El negocio de los libros-C
De
la oscuridad de la Edad Media a la luz de las tabletas
Por
Iván Rodrigo García Palacios
Luego
de la caída del Imperio Romano, los lectores y los comerciantes de
libros desaparecieron del ámbito público, pero no tanto los
escritores, quienes o se convirtieron en escritores al servicio de la
iglesia católica que era la institución que dominaba la vida
privada y pública de las gentes y otros que realizaban su escritura
en secreto y la divulgaban de manera clandestina.
Por
otra parte, los libros que se salvaron de las bibliotecas de los
aristócratas romanos tras la caída del imperio fueron requisados
por El Vaticano, por sus jerarcas, aristócratas de las ciudades
italianas convertidos en obispos y cardenales y por algunas de las
ordenes monásticas que se encargaron de copiar, ornamentar y de
velar que se cumpliera la prohibición de su lectura para ojos no
autorizados.
Pero
esa situación volvió a cambiar a partir del siglo XII y, a finales
de la Edad Media y comienzos del Renacimiento, ese negocio de
rescatar libros perdidos de la antigüedad y copiarlos para su venta
volvió a florecer, pues los grandes aristócratas italianos
empezaron a competir con las instituciones y personajes del Vaticano
por la adquisición de los libros antiguos que se encontraban ocultos
o bien en las bibliotecas de los califatos musulmanes o en las de las
abadías, monasterios y conventos de las ordenes religiosas que se
especializaron en la traducción, interpretación y transcripción de
libros antiguos o en las bibliotecas de los aristócratas venidos a
menos que los vendían al mejor postor.
Los
buscadores de libros antiguos
Una
muy ilustradora novela narra la historia de cómo en el invierno de
1417 uno de esos buscadores de libros antiguos, Poggio Bracciolini,
logra el rescate de una copia del poema de Lucrecio, De rerum
novarum y con ello se desata la influencia con la que ese poema
afectará a lo que será el desarrollo de la cultura, la ciencia y el
arte en los tiempos que le siguieron y hasta ahora:
“Silenciar a Giordano Bruno resultó
mucho más fácil que volver a sumir en la oscuridad al De rerum
natura. El problema era que, una vez que el poema de Lucrecio
volvió al mundo de los vivos, las palabras de este visionario poeta
de la experiencia humana empezaron a resonar poderosamente en las
obras de los autores y artistas del Renacimiento, muchos de los
cuales se consideraban cristianos piadosos. Esos ecos —los rastros
de un encuentro perceptibles en la pintura o en la poesía épica—
resultaban para las autoridades menos alarmantes en el arte que en
las obras de los científicos o de los filósofos. La policía del
pensamiento de la Iglesia fue llamada pocas veces para que
investigara obras de arte con implicaciones heréticas.[276] Pero del
mismo modo que las dotes de Lucrecio como poeta contribuyeron a
divulgar sus ideas revolucionarias, también esas ideas fueron
transmitidas, de una forma muy difícil de controlar, por los
artistas que estaban directa o indirectamente en contacto con los
círculos humanistas italianos: pintores como Sandro Botticelli,
Piero di Cosimo o Leonardo da Vinci, y poetas como Matteo Boiardo,
Ludovico Ariosto o Torquato Tasso. Y al cabo de poco tiempo las ideas
aparecieron también lejos de Florencia y de Roma”.
Stephen Greenblatt. El Giro: De cómo
un manuscrito olvidado contribuyó a crear el mundo moderno (Trad.
castellana de J. Rabasseda y T. De Lozoya). Barcelona: Ed. Crítica,
2012, 319 pp. ISBN: 978-8498924121.
[276].
Una célebre excepción fue la investigación inquisitorial de Paolo
Veronese por la representación que hizo en 1573 de la Última Cena,
cuya intensa materialidad —la vida turbulenta, la comida encima de
la mesa, los perros escarbando y mendigando las migajas, etcétera—
suscitó varias acusaciones de irreverencia e incluso de herejía. El
Veronés se libró de sufrir consecuencias desagradables cambiando el
nombre de su obra y llamándola Banquete en casa de Leví.
Piero
di Cosimo, Prometeo plasma al hombre.
https://www.nybooks.com/articles/2015/05/07/ravishing-painting-piero-di-cosimo/
En
la Florencia del Renacimiento, el rescate de libros antiguos debió
ser un buen negocio, como que allí Lorenzo de Medicis patrocinó la
la búsqueda y adquisición de los libros de Platón y de muchos
otros de los filósofos y científicos griegos, helénicos, árabes,
romanos y latinos. Allí se fundó una academia platónica dirigida
por Marsilio Ficino y se contribuyó al desarrollo de la ciencia, la
filosofía y las artes, como que en aquella ciudad se formaron y
trabajaron los más importantes arquitectos, filósofos, pintores y
escultores. Miguel Ángel, Leonardo da Vinci, Brunelechi, etc. Y
también, es del caso tener en cuenta que en otras importantes
ciudades-Estado de la península italiana, otros aristócratas y
cardenales del Vaticano entraron en competencia con Florencia y la
Santa Sede por poseer la mayor cantidad de objetos de la cultura
griega y latina. El saqueo griego por parte de los romanos se volvía
a repetir. En fin, es una historia asombrosa que hay que conocer,
porque allí se gestó eso que llaman la modernidad.
También,
hay que tener en cuenta que durante la expansión musulmana los
califas conformaron importantes bibliotecas de libros antiguos
griegos y romanos, así como de las ciencias de los sabios árabes y
judíos. Con ello contribuyeron a salvar y rescatar muchos libros
antiguos amenazados por guerras y fanatismos.
Se
sabe de buena parte de las lecturas y las escrituras que provocaron
las obras de los filósofos antiguos. Pero, una pregunta que valdría
la pena responder: ¿En qué momento volvieron a circular las obras
de los geómetras, matemáticos, físicos, arquitectos, médicos, y
los demás científicos antiguas, griegos, helénicos, romanos, etc.?
Eso ayudaría a explicar cuáles fueron las lecturas y los
desarrollos de esas ciencias a partir del Renacimiento: Copérnico
(1473-1543), Kepler (1571-1630), Galileo (1564-1642), para mencionar
sólo tres y dejar ese interrogante abierto.
Sacra
de San Michele, monumento
en el Piamonte italiano que sirvió de modelo a Umberto Econ para la
abadía de su novela El nombre de la rosa.
https://www.idealista.com/news/inmobiliario/internacional/2016/02/23/741103-el-nombre-de-la-rosa-la-historia-de-los-edificios-reales-que-inspiraron-la-obra?gallery-item=1
El
nombre de la rosa
Sobre
estas historias del negocio y el mercado de los libros y de la
búsqueda y venta de los códices y libros perdidos o malditos hay
una extensa literatura de novelas y cuentos con tramas apasionadas y
apasionantes.
Un
ejemplo: El nombre de la rosa, la célebre novela de Umberto Eco
ambientada en una abadía benedictina que alberga una importante sala
de copistas e interpretes de libros, pero también una misteriosa
biblioteca oculta en la gran torre, algunos de cuyos libros han sido
envenenados en las esquinas de sus páginas para que los lectores
desprevenidos que violen la prohibición de leerlos sean castigados
con una muerte dramática. Además de la intriga policíaca, la
novela tiene como trasfondo los grandes debates teológicos y
filosóficos del siglo XIV, ambos asuntos son manejados por el
protagonista, el monje benedictino, Guillermo de Baskerville y
narrados, muchos años después, por su pupilo el monje Adso de Melk.
De esta novela hay versión cinematográfica.
Otro:
El club Dumas, de Arturo Pérez Reverte, una novela ambientada en
tiempos más recientes y en la que las más populares novelas de
Alejandro Dumas, tal el caso de Los tres mosqueteros y El conde de
Montecristo, así como La divina comedia de Dante, juegan un papel en
una trama que conduce aun códice maldito cuyo protagonista es el
diablo y el que es la causa de la muerte trágica y dramática de
todos aquellos que quieren poseerlo para descifrar y poseer sus
misterios. Lucas Corso es una especie de detective y su negocio con
los libros es el de descubrir libros perdidos y comprobar la
autenticidad de libros antiguos. En el cumplimiento de un par de
encargos, Lucas Corso se ve envuelto en una trama de misteriosos
asesinatos. De esta novela también hay versión cinematográfica.
Johannes
Gutenberg, la imprenta.
http://de10.com.mx/top-10/2018/02/23/mas-de-500-anos-de-la-impresion-del-primer-libro-de-la-historia
La
imprenta
Fue
el desarrollo de la imprenta por Gutenberg que la proliferación de
los libros impresos a precios más módicos hizo que también
comenzaran a proliferar los lectores y que las obras de la
imaginación y del pensamiento se convirtieran en los impulsores del
descubrimiento de nuevos conocimientos y de la producción de saber.
Con
ello también se abrieron las puertas del infierno para la Iglesia
Católica que vio amenazado su poder de controlar la conciencia de
las gentes. Los libros se convirtieron en armas subversivas contra el
pensamiento único y el poder absoluto.
Y
con ello nació un negocio floreciente. Sin embargo, el de
editor-impresor, fue un oficio peligroso, pues a los que pillaran
editando los libros prohibidos los esperaban las llamas, no
propiamente del infierno después de la muerte, sino las de las
hogueras de la Inquisición en vida.
El
mercado de los libros
Si se traza un mapa con la localización
de los impresores y se lo superpone a otro con la concentración del
surgimiento de lectores y escritores, así como con el descubrimiento
de nuevos conocimientos, se podrá notar que existen notables
coincidencias. Tal el caso de la emergencia del Renacimiento en el
norte de Italia que luego se extiende por Francia, Países bajos,
Europa central, Alemania, Inglaterra, etc. Y clandestinamente en
España.
Lo otro que habría que notar, son las
diferencias en el desarrollo de las ciencias, filosofías y artes, en
los países que acogen la Reforma Luterana y aquellos que quedan bajo
el dominio del Vaticano. En fin, una serie de variables que
mostrarían la estrecha relación que, con el desarrollo de un buen
mercado de libros y la expansión de la escritura y la lectura, tiene
el que haya cada vez más desarrollo del conocimiento y de la
conciencia social.
He aquí una muestra histórica de esos
desarrollos del mercado de la impresión de libros y los desarrollos
de las ciencias, las filosofías y las artes:
“Lo más probable es que la imprenta
de tipos móviles fuera inventada en Alemania por Johan Gutenberg,
desde donde se difundió muy rápidamente por toda Europa. Los
impresores llegaron a Basilea hacia 1466, a Roma hacia 1467, a París
y a Pilsen hacia 1468, a Venecia hacia 1469, a Lovaina, Valencia,
Cracovia y Buda hacia 1473, a Westminster (entonces separada de la
ciudad de Londres) hacia 1476 y a Praga hacia 1477. Hacia 1500 había
imprentas establecidas en casi 250 ciudades. Estas imprentas habían
sido fundadas con frecuencia por compatriotas de Johan Gutenberg.
Hacia 1500 los alemanes habían abierto al menos 86 imprentas fuera
del mundo germano-parlante: 37 en Italia, 18 en la península
ibérica, 13 en Francia y 7 en los Países Bajos (aún no separados
políticamente en norte y sur). La primera imprenta en Italia, por
ejemplo fue fundada en Subiaco en 1465 por dos alemanes, Conrad
Sweynheim y Arnold Pannartz. En Venecia, el primer impresor fue el
alemán Johan von Speyer. En Buda, Andreas Hess desempeñó un papel
importante; en Sevilla, Jacob Cromberger, que llegó en 1500, instaló
un taller que funcionó por largo tiempo.
La rápida multiplicación de libros a
partir de 1450 merece ser resaltada. Sólo en Venecia, donde se
imprimieron más libros que en cualquier otra ciudad de Europa, se
considera que 4.500 títulos (con casi medio millón de ejemplares)
es una estimación razonable. Se imprimían muchas obras clásicas
(Cicerón por ejemplo). De oficiis fue impresa en Subiaco. En
París se puso de moda en la década de 1470. «Nadie solía leer a
Cicerón día y noche como tanta gente hoy en día», escribía el
erudito francés Guillaume Fichet. En Londres, William Caxton
imprimió la versión inglesa de Tiptoft de De amicitia en 1481. Los
clásicos griegos comenzaron a imprimirse antes de que terminara el
siglo XV, gracias sobre todo a Aldus Manutius de Venecia, cuya
edición de Aristóteles en cinco volúmenes apareció entre 1495 y
1498” (Peter Burke, El Renacimiento europeo, Crítica, Barcelona,
2000).
El
mercado de los libros en Inglaterra fue también importante aun desde
antes del éxito de la imprenta, como que sus reyes, aristócratas,
intelectuales y el mismo pueblo, eran consumidores de libros desde
los más complejos de las filosofías y las ciencias hasta los más
populares. Allí los humanistas latinos y los intelectuales
renacentistas italianos tuvieron una gran acogida, sus libros se
vendieron como éxito editorial y su influencia fue notable para el
desarrollo de sus ciencias filosofías y artes. Además de muy
enconadas polémicas entre sus fanáticos y los promotores de otras
posturas, tales las que se dieron entre Giordano Bruno y los
académicos de Oxford en 1583. Por fortuna para Bruno en Inglaterra
no operaba la Inquisición, pero no por mucho tiempo.
Pero
el mercado inglés, hasta siglo XVIII, fue más un mercado de
importación de libros que un mercado local de producción y venta de
los libros impresos por sus imprentas.
Sin
embargo, en esta historia, es importante resaltar la dinámica del
mercado de los libros tanto en el continente europeo como en
Inglaterra. Y para ilustrarlo, esta anécdota que conecta a
Shakespeare con la novela Miguel de Cervantes, Don Quijote.
Para
1613 se representó en Londres una obra teatral titulada Cárdenlo.
Su tema se basa en un episodio de la novela de Cervantes
(Capítulo
XXIV. Donde se prosigue la aventura de la Sierra Morena),
la que había sido traducida al inglés un año antes. Lo asombroso
de esta historia está en el nombre de los autores de esa pieza
teatral: Fletcher y Shakespeare. Esta
información aparece registrada en una
solicitud archivada en la oficina encargada
de proteger los derechos de autor y de impresión.
Además,
como cuenta Roger Chartier en el libro Escuchar a los muertos con los
ojos:
“[…] no
fueron ni los primeros ni los últimos en transformar la historia de
Cervantes en una obra de teatro. En España, Guillén de Castro los
había precedido con su comedia Don Quijote de la Mancha; en París
les siguieron Pichou, autor de Folies de Cardenio, y Guérin de
Bouscal, que puso en escena tres obras inspiradas en Don Quijote”
(Roger Chartier, Escuchar a los muertos con los ojos, Katz, Buenos
Aires, 2008).
No
hay que olvidar que la segunda parte de Don Quijote de la Mancha fue
escrita por Cervantes en 1615 para evitar que otros escritores se
aprovecharan de la popularidad del personaje y de la novela para
vender continuaciones apócrifas. Y ciertamente lo logró, esa
segunda parte fue tan popular y se vendió igual o mejor que la
primera.
Con
lo anterior, queda mostrada la dinámica del mercado de los libros a
partir del desarrollo de la imprenta.
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La
Ilustración
“En El templo del gusto, Voltaire
describe la «Biblioteca de Dios»: «Allí casi todos los libros son
nuevas ediciones revisadas y retocadas», en las cuales «las obras
de Marot y de Rabelais quedan reducidas a cinco o seis hojas»
(Mijail Bajtin, La cultura popular en la edad media y en el
Renacimiento. El contexto de François Rabelais).
Y
fue precisamente ese poder subversivo de los libros lo que desató lo
que ahora se llama “la Modernidad”, o sea, la emergencia de la
razón como medida de todo conocimiento y saber, lo que llegaría a
su máxima expresión con la emergencia de lo que se llama “la
Ilustración”, ese modo de pensar que desarrolla las potencias, las
capacidades y las habilidades de la razón para conocer, saber y
establecer las verdades de las ciencias y el pensamiento y que es una
de las motivaciones ideológicas que provocarán La Revolución
Francesa y el deseo de derrocar el poder absoluto de reyes y
aristócratas, así como de derrotar la alienación provocada por el
pensamiento único de la religión.
Por
supuesto, luego de la Revolución y en el siglo XIX, la Revolución
Industrial hizo también del negocio de los libros una gran empresa,
como que los escritores y los editores llenaban con sus folletines
los mercados del libro impresos a gran escala. Tal el caso de autores
como Alejandro Dumas y su empresa de producir folletines escritos por
otros y que él editaba y vendía con su firma. Lo mismo es válido
para los periódicos y medios de comunicación impresos. Y las
ciencias se desarrollaron aceleradamente.
Y,
por supuesto, los aristócratas continuaron cultivando sus grandes
bibliotecas y todo lo que ello significaba para la herencia familiar.
Y es la gran biblioteca de uno de esos aristócratas franceses el
escenario para una entretenida sátira. Se trata de la novela de
Anatole France, La rebelión de los Ángeles.
“Capítulo II.
Donde se hallarán
noticias útiles acerca de una biblioteca en la cual han de acontecer
pronto sucesos extraños.
Deseoso de abarcar todo el círculo de
los conocimientos humanos y de enaltecer su genio enciclopédico con
un símbolo apropiado y una pompa en consonancia con sus recursos
pecuniarios, el barón Alejandro D’Esparvieu había formado una
biblioteca de trescientos sesenta mil volúmenes, entre impresos y
manuscritos, cuya base principal procedía de los benedictinos de
Ligugué” (Anatole France, La rebelión de los Ángeles).
Entre
la imprenta y el siglo XX
Desde
el desarrollo de la imprenta y hasta finales del siglo XX, los
cambios en el negocio de los libros, la lectura y la escritura fueron
aquellos que exigió el mercado mismo: los cambios demográficos,
económicos, políticos, sociales, etc., junto con los avances
tecnológicos en las máquinas de impresión y el transporte, lo que
ya es parte de la historia. En otras palabras, a más libros, más
lectores. Y, por supuesto, las consecuencias obvias de que más
lectores conscientes de sí mismos y con sentido crítico generan
sociedades más complejas.
Y
ahora, desde finales del siglo XX, las ciencias y las tecnologías
han desarrollado un nuevo soporte, un nuevo formato y un nuevo
procedimiento para el almacenamiento, conservación, manejo,
trasmisión y venta de los libros. Estamos pasando del soporte físico
del papel al soporte digital de impulsos electromagnéticos. De la
página de papel a la pantalla de luz. De lo material a lo virtual,
una trasformación en el manejo de la información que apenas
empieza.
Un
nuevo salto evolutivo
Y
eso que ahora esta sucediendo y que se despliega ante nuestros ojos,
significa un nuevo salto evolutivo para el funcionamiento del
cerebro.
Es
un cambio de formato en las formas como se conservan y se elaboran
los productos de las creaciones de la imaginación y del pensamiento
para la divulgación, que al igual que hace dos mil quinientos años
significará una evolución en el funcionamiento del cerebro para el
manejo de la información, pues, si en ese entonces se hizo el cambio
de pasar de lo oral a lo escrito, que implicó el privilegiar que
fuera el ojo que lee y la mano que todo lo anota de la escritura,
por sobre el oído que escucha y al cerebro que todo lo recuerda de
la trasmisión oral.
Entonces,
el cambio que ahora se está dando, al pasar de lo análogo a lo
digital, significará otro salto evolutivo, pues exigirá que sea el
cerebro directamente el que desarrolle los mecanismos, procesos y
funcionamiento para el manejo de la información, su producción, su
conservación y su comunicación. O sea, que ese sistema que por más
de dos mil quinientos años le dio a la especie humana las ventajas
de las que se ha aprovechado para desarrollar culturas de inmensa
complejidad, empieza a ser relevado por uno nuevo, mucho más
complejo, el que apenas se está empezando a descubrir. Pero, aun
más, ya se sabe que este nuevo sistema multiplicará el poder del
cerebro humano tan exponencialmente como antes. O sea, los humanos
hacen aquello que pueden hacer, es decir, para lo que están siendo
dotados por su evolución.
Y
los científicos ya saben que, si bien el cerebro no ha sido dotado
de un sistema genético para la escritura y la lectura, si tiene la
habilidad, con los estímulos y procesos adecuados, para reciclar las
neuronas y los circuitos neuronales con los cuales desarrollar los
sistemas de la lectura y de la escritura que es lo que provoca esos
saltos evolutivos.
Vale
la pena anotar que sobre la influencia e impacto de los medios de
comunicación en el cerebro, Walter J. Ong y Marshall McLuhan
propusieron sus teorías desde los años cincuenta.
Sin
embargo, lo que ahora está sucediendo es algo más complejo que lo
ocurrido hace dos mil quinientos años. Pero, ese será el tema de la
siguiente Lectura lúdica de esta serie, que empezará con un cuento
de ciencia ficción como para que sea la literatura la que ilustre
esa historia.
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