30 de septiembre de 2013

Lector Ludi No. 71: La mente es lo que el cerebro hace




Lector Ludi No. 71
Iván Rodrigo García Palacios
La mente es lo que el cerebro hace


Son más los neurocientíficos que han propuesto alguna forma de filosofar a partir de los descubrimientos de las neurociencias que los filósofos, quienes, prácticamente, están pasmados ante tal avalancha de los avances neurocientíficos.
Sin embargo, no puede decirse que tales avances neurocientíficos ofrezcan todavía un terreno firme sobre el cual fundamentar ni una ciencia ni una filosofía adecuadas sobre la naturaleza de lo humano y de la naturaleza de la mente. Ni los científicos y, por ende, ni los filósofos, tiene aun una comprobación científica sobre la naturaleza de la mente, salvo la frase que ya es un lugar común en los campos de las neurociencias:
"La mente es lo que el cerebro hace".
Pero, como no soy ni científico ni filósofo, esa frase me es suficiente para intentar una Lectura Lúdica de todos esos asuntos y eso es lo que he hecho en algunos de mis escritos.
Pero, ahora no me voy a meter en los laberintos ni de las filosofías ni de las neurociencias, voy a realizar un liviano recorrido por las leyendas y las historias de las relaciones de los científicos con la filosofía y de los filósofos con la ciencia en los territorios de la mente y la naturaleza de lo humano.
Si se quisiera poner una marca evidente e histórica del comienzo de esas relaciones, habría que tomarla del pórtico de la Academia de Platón, en el cual se colocó la siguiente inscripción:
"No ingrese quien no sepa geometría".
Para Platón, las ciencias eran un punto de apoyo para el logro del fin último de la dialéctica: El Bien Supremo.
Sin embargo, fue el mismo Platón quien rompió con ese posible punto de apoyo, pues para él eran más importantes los aspectos metafísicos del ser y del conocer que los aspectos científicos. Para Aristóteles, el avanzado discípulo de Platón, las cosas fueron casi lo mismo, aunque diferentes.
Como puede deducirse, es a partir de allí que se rompen las relaciones entre ciencia y filosofía y, si bien, la filosofía se pretenderá desde entonces como la única dueña de La Verdad, será en la ciencia donde y desde siempre estará el punto de apoyo o de partida para las reflexiones de la filosofía, tal y como lo habían hecho los Sabios anteriores a Platón, más consagrados a desvelar lo desconocido de la naturaleza material de las cosas que en los asuntos metafísicos e ideales de las mismas. Para los Sabios, lo fundamental estaba en el desarrollo de los lenguajes, los códigos, con los cuales conocer y explicar la vida, el espacio, el tiempo y el movimiento.
Dos mil años después, los filósofos humanistas del Renacimiento italiano, retomarán el propósito de interpretar a la naturaleza a partir de los avances de la ciencias, buscando que filosofías y ciencias hablaran en sus propios lenguajes, independientes de los de la metafísica y de los de las teologías, pero ese intento es frustrado por el miedo a las hogueras del Santo Oficio, tal y como ocurrió con Giordano Bruno y su infinito universo y los mundos, así como con su interpretación filosófica y divulgación de las ideas copernicanas.
Un poco más tarde, Descartes, atemorizado por las hogueras inquisitoriales y víctima de los prejuicios religiosos, opta por malinterpretar el método científico de Galileo y propone el error o mito de la dualidad cuerpo-mente, paradigma que todavía prevalece (Ver: Gilbert Ryle, El concepto de lo mental y Jean-Marie Schaeffer, El fin de la excepción humana).
Sólo Spinoza se atreve a proponer y demostrar "geométricamente", la naturaleza unida de cuerpo y mente:
"El objeto de la idea que constituye el alma (mens) humana es un cuerpo, o sea, cierto modo de la Extensión existente en acto, y no otra cosa" (Spinoza, Ética demostrada según el orden geométrico, II, Proposición XIII).
Ante la imposibilidad de quemar a Spinoza en las hogueras inquisitoriales, queman y prohíben sus libros e ideas y a aquellos que las aceptan, defienden y divulgan.
En consecuencia, las ciencias de la naturaleza unida de cuerpo y mente, desde entonces y hasta finales del siglo XX, quedan relegadas a la clandestinidad y enterradas bajo gruesas capas de ignorancia y superstición, así como enfrentadas a una estéril polémica entre dualismo o monismo, inmanencia o trascendendencia.
Las demás ciencias de la naturaleza alcanzan vertiginoso avance a partir de la integración de sus lenguajes: las ciencias físicas se nutren con los avances de los lenguajes matemáticos, como lo hacen Leibniz y Newton, al tiempo que se desarrollan los lenguajes de otras ciencias naturales y sociales: la química, la botánica, la zoología, la sociología, etc.
Durante el siglo XVIII, las ciencias de la naturaleza logran extraordinarios resultados y descubrimientos, hasta el punto que los filósofos de la Revolución Francesa se proponen la realización de una enciclopedia que reúna todos los conocimientos y saberes existentes.
Será a mediados del siglo XIX cuando Charles Darwin conmocione los ámbitos científicos y filosóficos con sus teorías de la evolución. Sin embargo, más que debates científicos y filosóficos, las teorías de Darwin desatan la cruenta persecución, teológica y religiosa, a la que los filósofos temerosamente le sacan el cuerpo.
Así que, salvo tímidas aproximaciones filosóficas, las teorías evolutivas quedan restringidas y encerradas en las ciencias biológicas y sociales dedicadas al estudio de la naturaleza del cuerpo humano y sólo relacionadas con la naturaleza de la mente humana por sus comportamientos culturales, psicológicos, políticos, éticos y morales.
La mente, como producto natural del cerebro, continuó siendo terreno vedado, pero, no por ello, dejó de ser terreno de oportunidades para los falsos profetas, los que se encargan de arar en el inmenso territorio de las supersticiones y especulaciones de la dualidad cuerpo-alma y de la naturaleza sobrenatural del pensamiento y del lenguaje.
Serán entonces los extraordinarios descubrimientos y avances de las ciencias y las tecnologías durante el siglo XX los que permitirán desarrollar las herramientas adecuadas con las cuales realizar las exploraciones en "la caja cerrada", hasta entonces hermética, del cerebro, en búsqueda de la naturaleza de la mente, así todavía no se pueda decir otra cosa que lo ya afirmado:
"La mente es lo que el cerebro hace".
Pero, no será por mucho tiempo. Porque, ahora si puede decirse que lo propuesto por Goethe puede ya aplicarse sin temores ni reservas:
"Si el físico puede llegar a conocer aquello que hemos llamado un fenómeno primigenio, queda entonces aliviado, y el filósofo con él. El primero porque está convencido de haber llegado a los límites de su ciencia, de que se encuentra en las alturas empíricas, desde donde, hacia atrás, puede vislumbrar la experiencia en todos sus niveles, y, hacia adelante, el reino de la teoría, donde puede penetrar. El filósofo queda aliviado porque toma del físico algo último, que para él se convierte en algo primero" (J. W. Goethe, Teoría de los colores).

















9 de julio de 2013

Lector Ludi No. 70: ¿Qué es el pensamiento? ¿Cómo y por qué se piensa?







Hieronymus van Aken, El Bosco, La sanación del loco.

Lector Ludi No. 70

Iván Rodrigo García Palacios

¿Qué es el pensamiento?
¿Cómo y por qué se piensa?


Paradoja aparte, el pensamiento sólo es posible describirlo o definirlo o hablar de él por la mediación de los propios inventos del pensamiento: los códigos articulados de gestos, señas, señales, signos, símbolos, etc. que lo hacen funcionar.
En esas condiciones, un código es:
Para explicarse la naturaleza de la Naturaleza y la naturaleza de su Ser y Estar en el mundo, el Homo-Humano inventa los códigos con los cuales ordenar, organizar, memorizar, asignar sentido, explicarse y recordar, lo que percibe y siente, en un proceso exponencial y ascendente de acuerdo con la complejidad de cada materia a codificar.
Un código es la articulación sistematizada de gestos, señas, señales, signos o símbolos, arbitrarios con los cuales se representa un orden u ordenamiento de las cosas de acuerdo con la asignación de sentido a la unidad de una materia y regido por normas preestablecidas.
El conocimiento es la codificación de los elementos y partes de una materia según un código preestablecido.
El saber es la acumulación del conocimiento codificado con un determinado código.
Las artes son la experimentación de nuevos códigos con los cuales se realiza la exploración en lo desconocido.

¿Qué es el pensamiento?
El Homo-Humano es materia que se ordena, forma, trasforma, evoluciona, siente, se siente (conciencia), imagina, piensa, recuerda (consciente) y anhela mantenerse unida y perdurar (Eros/Afrodita 1).
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Un espacio para ilustrar:
Eros:
"Todos sabemos, en efecto, que no hay Afrodita sin Eros" (Platón, Banquete, 180 d).
Y, según instruyó Diotima a Sócrates en Banquete, Eros es:
"Deseo de la generación y procreación en lo bello" (Platón, Banquete, 206 e).
También, dice Diotima que ese deseo se manifiesta en los cuerpos y en los espíritus 2.
Afrodita:
"...cómo, cuando el agua, la tierra, el aire y el sol [fuego] se mezclan, se originaron las formas (o figuras) y los colores de todos los seres mortales que ahora existen, reunidos por Afrodita..." (Empédocles, fr. 71).
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El pensamiento es la expresión codificada de las sensaciones, las que, a su vez, son el resultado de la expresión de los códigos sensoriales de la codificación físico-química del cuerpo por medio de los cuales la materia percibe y se percibe, siente y se siente y se mantiene unida.
Esa expresión somática de sentir, sentirse y perdurar, se inicia en las propiedades y cualidades de la materia, la reactividad: la materia se atrae y se ordena y se rechaza y desordena, en un proceso permanente regido por las leyes de la Naturaleza.
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Abro otro espacio para ilustrar:
Esas antiguas leyes, que ya propusiera Empédocles y que luego inspiraran a filósofos, matemáticos y científicos hasta las más avanzadas, pero no menos poéticas, teorías matemáticas, físicas y biológicas, de hoy, son, como lo explica W. K. C. Guthrie:
"Aunque Empédocles aceptó la negación eleata del espacio vacío, no admitió como consecuencia necesaria que el movimiento local fuera imposible. Dadas cuatro substancias en lugar de una, cada una de ellas podría ocupar los lugares de las otras, deslizándose las últimas, como en una serie de objetos en movimiento, para ocupar el lugar de las primeras, y así sucesivamente, sin necesidad de espacio vacío para moverse entre ellas. Toda vez que se les ha concedido el movimiento, sus «seres» adoptan dos características que había negado Parménides a su Ser único, y que hacen posible la génesis de un cosmos: a) están en movimiento y b) son divisibles. Esta segunda característica aparece ilustrada en el fr. 22, 1-2: «Ya que todos ellos —el sol, la tierra, el cielo y el mar— están en armonía (o concordia) con sus propias partes, que se han separado de ellos en los seres mortales.» La divisibilidad y el movimiento de las cuatro «raíces» posibilita su afirmación de que «no existe nacimiento de ningún ser mortal, ni fin alguno en la execrable muerte, sino sólo mezcla y separación de lo que está mezclado». El cambio aparente no es sino una nueva disposición. «Sólo existen precisamente estos elementos», escribe él, «pero, debido a su interpenetración mutua, alteran su apariencia: hasta tal punto la mezcla hace que cambien» (21, 13-14)" (W. K. C. Guthrie , Historia de la filosofía griega, II, La tradición presocrática desde Parménides a Demócrito, Gredos, Madrid, 1963, p. 159).
Continuando pero ya citando a Empédocles, él también las llamó: Armonía, Concordia, Discordia, Amor, Afrodita, Gozo:
"349. Fr. 17, verso 14, Simplicio, in Phys. 158, 13 (continuación de 348).
349. Ea, escucha mis palabras, pues el aprender acrece la sabiduría. Como antes te dije, al manifestarte los limites de mis palabras, te voy a contar un doble relato: en un tiempo lo Uno se acreció de la pluralidad y, en otro, del Uno nació por división la multiplicidad: fuego, agua, tierra y la altura inconmensurable del aire y, separada de ellos, la funesta Discordia, equilibrada por todas partes y, entre ellos, el Amor, igual en extensión y anchura. Míralo con tu mente y no te sientes con ojos estupefactos, pues se le considera innato incluso en los miembros mortales: debido a él tienen ambiciosos pensamientos y realizan acciones de concordia, dándole el nombre de Gozo y de Afrodita. Ningún mortal lo conoce, cuando se mueve en circulo entre ellos, pero tú presta atención al orden no engañoso de mi discurso.
Todos ellos son iguales y coetáneos, aunque cada uno tiene una prerrogativa diferente y su propio carácter, y prevalecen alternativamente, cuando les llega su momento. Nada nace ni perece fuera de ellos ¿Cómo podría, de hecho, ser destruido totalmente, puesto que nada está vacío de ellos? Porque, sólo si estuvieran en un constante perecer, no serían. Y ¿qué es lo que podría acrecer todo esto? ¿De dónde Podría venir? Sólo ellos existen, pero penetrándose mutuamente, se convierten en cosas diferentes en momentos diferentes, aunque son continuamente y siempre los mismos" (C. S. Kirk, J. E. Raven y M. Schofield, Los Filósofos Presocráticos. Historia crítica con selección de textos, Gredos, Madrid, pp. 412-413).
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En la materia viva, la reactividad se define e identifica como el sentir placer y dolor. El sentir que se siente, la conciencia, provoca las sensaciones, las cuales, ordenadas y codificadas, determinan el desarrollo y el funcionamiento de la materia viva.
A medida que la materia viva se ordena y agrupa, los códigos se superponen, yuxtaponen e integran, se hacen más complejos y extensos para así manejar y controlar los procesos, funciones y acciones de los cuerpos que se forman. Estos procesos, funciones y acciones codificados y memorizados operan desde el nivel físico-químico, biológico, metabólico, instintivo, hasta los niveles más complejos: sensoriales, apetitos, deseos, emociones, sentimientos, imaginación, pensamientos, recuerdos y anhelos (el anhelo es la expresión de las propiedades y cualidades de la materia mediante las cuales se ordenan, se mantienen unidos y se mueven los objetos o los cuerpos que se forman).
El cuerpo del Homo-Humano está formado por la infinidad de los cuerpos de las células que se han agrupado, ordenado y especializado de acuerdo a un código que determina su orden, forma, desarrollo, funcionamiento y acción, como un cuerpo intradependiente, pero independiente e interdependiente con los otros cuerpos en la Naturaleza.
De acuerdo con la especialización celular, corresponde a las células neuronales la función de procesar y controlar la información y la operación del cuerpo como unidad interna y externa, es decir, el funcionamiento interno y externo y las conexiones que se establecen entre lo uno y lo otro.
Una de las funciones especializadas de las células neuronales, es la de formar circuitos mediante los cuales procesar y almacenar la información del estado del cuerpo y determinar, para su preservación, la actividad interna y externa del cuerpo en el espacio y en el tiempo. La ordenación, conexión, superposición, yuxtaposición e integración de los diferentes circuitos neuronales se convierten en imágenes o mapas neuronales que se actualizan y almacenan permanentemente.
Las imágenes o mapas de la memoria sensorial y de la memoria de las sensaciones, son las que producen la mente, es decir, la memoria del cuerpo: la conciencia, la que, a partir de la codificación conectada, superpuesta, yuxtapuesta e integrada de los códigos particulares, producirá el consciente, o sea, la codificación de las sensaciones, los instintos, los apetitos, los deseos, las emociones, los sentimientos, la imaginación, los pensamientos, los recuerdos y los anhelos.
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Otro espacio para ilustrar:
Giordano Bruno describió así su Arte de la Memoria y su invento de "la memoria artificial":
"Tratamos este arte bajo una doble forma y camino, de las cuales una es más elevada y general ya sea para ordenar todas las operaciones del alma, ya sea también principio de muchos métodos, con los que cual diversos instrumentos puede intentarse e inventarse la memoria artificial. Consiste en primer lugar de treinta intenciones de las sombras, en segundo lugar en treinta conceptos de ideas, en tercer lugar en parecidos vínculos que podemos derivar de las intenciones y conceptos mediante una industriosa adaptación de los elementos de la primera rueda a los elementos de la segunda. La segunda parte que sigue está más limitada a un modo determinado de adquirir la memoria mediante el artificio" (Giordano Bruno, De Umbris idearum).
Será luego que Giordano Bruno exponga de manera amplia el funcionamiento y operaciones de su Arte de la Memoria en De magia, De vinculis in genere, Sigillus sigillorum y en otros de sus escritos, un método que, si bien se inspira en una tradición ya en decadencia, el tratamiento que él le da, no sólo inspirará los modelos de filósofos y matemáticos posteriores, sino que, analizado en un lenguaje actual, pareciera que estuvieran hablando de la internet que ahora copa nuestro mundo, si así se interpreta tanto el método bruniano como la explicación que de él ofrece Ignacio Gómez de Liaño:
"[...] el arte de la memoria de Giordano Bruno es la fabricación de un ojo. Ventana y espejo donde las cosas son apariciones y juegos de espectros, este ojo artificial e inventivo es la cifra de la mente que alumbra Bruno. Es en la práctica de la diversión óptica como se descifra esta, es en las seguridades de la presencia y en las inseguridades de una presencia siempre ambigua, como se enseña a vivir en la apariencia. Desde la cifra del ojo no son las apariencias lo que engaña.
Este ojo -cifra de la mente- no es el instrumento de la visión: no se ve con los ojos, sino, como los héroes de Homero, se ve en los ojos. Ubicadas en la vista, hecha lugar, la retina insume en sus puntos a las cosas, hechas puntos; y repite en su pequeño mundo de luz a la tierra y al cielo como geometría -medida de la tierra- y como planisferio celeste. ("Tierra" y "ojo" es como llama Bruno al centro de sus atrios mnemónicos). Tierra y cielo, a contrapelo de la ley de la gravedad, aparecen en el ojo como concreción de imágenes, pero también como diversión de espectros" 3.
Pero, en principio, lo que propone Giordano Bruno, es un "arte" mediante el cual "ordenar todas las operaciones del alma", pero de una "alma" de naturaleza y expresión diferentes a las impuestas por las filosofías y teologías cristianas de su época, a las que se opone y que, por el contrario, anticipa la concepción de que en el Homo-Humano no existe una excepcional dualidad de cuerpo y alma, sino la maravillosa unidad de un cuerpo que produce una mente excepcional que se construye de sensaciones, pasiones, anhelos y del que emana un Espíritu 4.
Para Giordano Bruno, cuerpo y alma, son lo que antes fueran para Epicuro:
"(63) Y después de estas cosas, es preciso reparar, refiriéndose a las sensaciones y pasiones –pues así la convicción será más certera– en que el alma es un cuerpo sutilmente particulado, diseminado por todo el organismo y muy semejante a un soplo que tiene una mezcla de calor, en parte semejante a este [calor], en parte semejante a aquel [soplo], si bien hay una parte que ha alcanzado gran variación [respecto] de tales [primeras partes] en razón de su sutil particulación y [que es] más simpática con el restante organismo" (Epicuro, Epístola a Heródoto).
Así describe Giordano Bruno el funcionamiento del cuerpo y del alma:
"Pues así como nuestra alma produce primera y universalmente con el cuerpo entero toda obra de vida, sin embargo, pese a estar toda entera en el todo y en toda y en no importa qué parte, no por ello hace todo a partir de todo ni de cualesquiera partes, sino que hace ver en el ojo, oír en el oído, gustar por la boca (porque si el ojo estuviese por todas partes, por todas partes vería, y si los órganos de todos los sentidos estuviesen por todas partes, por todas partes enteramente sentirían), así también el alma del mundo que está en todo el mundo, allí donde ha alcanzado una materia determinada, allí mismo produce un sujeto (cosa) y manifiesta, a partir de él, determinadas operaciones. Por consiguiente, aun cuando se halle igualmente por doquier, no actúa de igual manera en todas partes, porque no se le suministra una materia igualmente dispuesta en todas partes" (Giordano Bruno, De magia).
Y así serán, después, cuerpo y "mens" para Spinoza, quien se inspira en Giordano Bruno:
"PROPOSICIÓN XIII
"El objeto de la idea que constituye el alma (mens) humana es un cuerpo, o sea, cierto modo de la Extensión existente en acto, y no otra cosa" (Spinoza, Ética, II, Proposición XIII).
En palabras sencillas y en una traducción actual:
"La mente humana es la idea, imagen, forma y memoria, del cuerpo humano".
O para decirlo de la forma como lo explico en otro escrito:
La mente es la memoria sensorial del cuerpo, el escenario de la imaginación, donde se despliegan las emociones y los sentimientos, actúa el pensamiento y juegan los recuerdos y los sueños.
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Al cerebro, al igual que a la Naturaleza, le repugna el vacío 5 y también le repugna el desorden y, por ello, llena y ordena todo lo que lo afecta, es decir, lo codifica, lo recodifica y lo almacena.
El código genético todo lo llena y todo lo ordena, en él ya está codificado el cuerpo, su forma, su desarrollo y su funcionamiento.
Para el Homo-Humano ese funcionamiento se lo explica desde momento en el cual la conciencia se hace consciente, es decir, cuando el individuo comienza a codificar y dar sentido a lo que siente y, a partir de allí, se produce la evolución y la mutación de los códigos culturales: el conocimiento, el saber y las artes.
El cerebro del Homo-Humano tiene la capacidad y la habilidad de conectar, superponer, yuxtaponer e integrar, a los códigos biológicos, sus propios códigos culturales, es decir, aquellos códigos que inventa y desarrolla para dar orden, sentido, explicación y extensión, a lo que siente. De las imágenes mentales que produce y reproduce de las percepciones y sensaciones que le provocan sus sentidos, elabora, conecta, superpone, yuxtapone e integra códigos para ordenarlas, memorizarlas y llenar su sentido, para así, finalmente, darles una expresión que se establece, simultáneamente, como criterios de verdad, conducta y de acción, siempre en evolución, expansión, extensión y trasformación. Nunca definitivos ni absolutos.
Es precisamente por esas conexiones, superposiciones, yuxtaposiciones e integraciones que extiende y expande la percepción de su sí mismo al mundo, desde lo meramente sensorial hasta sus proyecciones concretas, prácticas y abstractas, inventando y desarrollando códigos que evolucionan, mutan y se acumulan en códigos cada vez más complejos y poderosos con los cuales explicarse lo que siente y lo que se siente sentir: el mundo micro y macro en el que habita, así como el mundo que anhela y construye, aquel en el que anhela habitar.
A manera de ejemplo, los primitivos códigos de gestos, señas, señales, sonidos, mutaron en códigos de signos y símbolos y, estos últimos, a su vez, también mutaron al momento de introducirles elementos que los trasforman, desarrollando los lenguajes.
Tal el caso de los lenguajes fonéticos, los que se trasformaron al momento de combinar las consonantes y las vocales o al momento de ser reproducida, por escrito, la fonetización. Por su parte, los lenguajes matemáticos, numéricos, aritméticos, científicos, se trasformaron al momento de introducir el cero a los sistemas numéricos y, luego, con la introducción de signos, símbolos y conceptos, tales los de: inercia, movimiento, vacío, unidad, divisibilidad, infinitesimal, quantum, etc.
Igual sucede con todos los códigos simbólicos, desde las primitivas expresiones hasta las expresiones actuales.
Lo mismo es válido para los códigos, expresiones y lenguajes de las ciencias y las artes particulares.
Una historia de esas trasformaciones de los códigos, expresiones y lenguajes culturales demostraría la validez de esa hipótesis y, con ello, la evolución y mutación de la imaginación y del pensamiento, puesto que, a cada mutación o evolución, corresponde una extensión y una expansión del conocimiento y del saber, los que, al igual que en el funcionamiento del cerebro, trasforman la memoria y extienden, expanden y proyectan la visión sobre el mundo y el sí mismo.

¿Cómo se piensa?
La imaginación y el pensamiento son, entonces, la habilidad de inventar, desarrollar, manejar y controlar los códigos culturales a partir de los códigos naturales.
El cerebro recibe, procesa, almacena, conecta, contrasta, interpreta y expresa la información, las percepciones y las sensaciones que recibe tanto del interior como del exterior del cuerpo y las convierte en las imágenes o mapas que conforman la mente como la memoria del cuerpo, la conciencia, algo así como un sistema operativo y de memorias que manejan y controlan el funcionamiento del cuerpo, los que se expresan en procesos internos y en procesos externos de movimiento y acción con el propósito de preservar la supervivencia, reproducción y adaptación del organismo. En el interior del cuerpo se desarrollan los procesos metabólicos, homeodinámicos y dinámicos. Hacia el exterior, la dinámica del movimiento que lleva a la organización de la acción, la ejecución de las actividades y la expresión de los sentimientos, por medio de los cuales cumplir aquellos mismos propósitos: los imperativos evolutivos.
Son entonces las sensaciones, la conciencia, los propósitos y esas actividades, las que el cerebro memoriza, produce y expresa como instinto, apetito, deseo, emoción, sentimiento, imaginación, pensamiento, recuerdo y anhelo, al momento de asignarles un orden con significados y significantes con los cuales dirigir las acciones como criterios de verdad, conducta, acción y recuerdo.
Ese orden de significados y significantes se fundamenta en las sensaciones físicas, las que, a medida que se acumulan en la mente, la memoria, son trasformadas en proyecciones de acción y expectativa, hasta alcanzar altos grados de abstracción.
Ese orden se traduce en códigos cada vez más complejos que se conectan, superponen, yuxtaponen e integran, para desarrollar una memoria cada vez más extensa y expandida, la que, por magnitud y necesidad, se expresará, conservará y compartirá por medio de acciones externas: gestos, sonidos, señas, señales, signos, símbolos, los que, a su vez, se expresan a través del cuerpo y se conservan en objetos, en archivos.
Como criterios de acción, de conducta y de verdad, esos códigos, serán concretos, reales, especulativos o ficticios, de ahí que se conviertan en las expresiones de las ciencias, las matemáticas, las filosofías y las artes, como herramientas de la exploración en lo desconocido.
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Un nuevo espacio para ilustrar:
Sentir y conciencia
Como lo dijo Epicuro, de acuerdo con la interpretación de Diógenes Laercio y lo que las actuales neurociencias están demostrando, el Homo-Humano empieza a construir su Ser y Estar en el mundo desde el sentir, desde la sensación:
(31) [...] los criterios de la verdad son las sensaciones (aistheseis), las prenociones (prolépseis) y las afectaciones (páthe), y los epicúreos añaden las proyecciones imaginativas de la mente (phantastikaí epibolaí tês dianoías)” 6
Más adelante agrega:
(33) La prólepsis (impresión, impronta, “imprintig”), dicen los epicúreos, es como una comprensión (katálepsis), una opinión recta, un pensamiento (énnoia), una noción general que está en nosotros como un recuerdo (mnéme), de lo que muchas veces se nos ha presentado desde fuera. Por ejemplo, aquello que se me está presentado de esa manera es un hombre. Porque en el momento mismo en que se dice hombre, gracias a la prólepsis, se piensa, al mismo tiempo, en su imagen genérica (týpos), según las sensaciones que antes se han tenido. Para todo hombre, pues, aquello que es primeramente significado en él se nos presenta como evidente. Y nosotros no podríamos llevar adelante investigación alguna, si no tuviéramos ya de antemano algún conocimiento. Por ejemplo, cuando decimos: ¿aquello que hay allí es un caballo o un buey? Porque para hacer tal pregunta es preciso haber conocido alguna vez la forma (morphé) de caballo o de buey. No podríamos, pues, nombrar cosa alguna, si antes no conociésemos, por medio de la prólepsis, su imagen genérica, su týpos. Las prolépseis son, pues, evidentes” 7
Al final de sus comentarios, Diógenes Laercio establece la diferencia entre el conocer por las sensaciones y la opinión que se forma a partir de ellas:
(34) »La opinión la califican de suposición, y la consideran verdadera y falsa. Si es confirmada por otros testimonios y no resulta contradicha por ninguno, es verdadera. Pero si no es confirmada por testimonios y es contradicha, resulta falsa. Por eso introdujeron la calificación de “en expectativa”, por ejemplo en expectativa de acercarse a la torre y conocer cómo es de cerca.
»Dicen que hay dos afecciones, el placer y el dolor, que se presentan a todo ser vivo, y el uno es connatural y el otro extraño. Por uno y otro decidimos nuestras elecciones y rechazos.
»Y que entre las investigaciones las unas versan sobre los hechos, y las otras, sobre la palabrería huera» 8
[...]
Y aquí retorna el asunto de sentir y conciencia, del que ya escribí en Sensaciones epicúreas, y que me obliga ahora a transcribir lo escrito por dos físicos: el Premio Nobel Georges Charpak y Roland Omnès y un neurocientífico, Antonio Damasio, citado por ellos dos.
Escriben Georges Charpak y Roland Omnès:
"Intelectualmente, sabemos que el problema de la significación carece de respuesta o, al menos, que la respuesta está más allá del horizonte del saber actual. Sin embargo, ¿qué palabras concretas han acudido a nuestra pluma y a la de Bertrand Jordan? Sufrimiento, vida interior, belleza, alegría, deseo, repugnancia, dificultad de creer ... Todas pertenecen al orden del sentimiento: un sentimiento que lucha contra el entendimiento. Podría decirse, pues, que el problema no es encontrar el significado intelectual del universo y de las leyes, sino integrar este conocimiento en la conciencia: conciencia más vasta que el puro conocimiento y que engloba los sentimientos, incluido el sentimiento de sí mismo. Es en mí, por mí, para mí, que deseo hacer del conocimiento una parte viva de mí y algo absolutamente extraño.
Un gran neurobiólogo, Antonio Damasio, nos ayudará a dar cuerpo a esta idea aún vaga, a la luz de recientes resultados en el campo del cerebro y de la conciencia. He aquí lo que dice:
"La idea más sorprendente (surgida de las investigaciones sobre estos temas) es, quizás, el hecho de que la conciencia se origina en un sentimiento. [...] La idea de que la conciencia sería un sentimiento de conocimiento concuerda con los resultados que hemos podido obtener sobre las estructuras cerebrales que se le asocian más estrechamente. [...] Arraigando la conciencia en el sentir podemos explicar el sentimiento de sí mismo. [...] Situar el origen de la conciencia en el sentimiento nos lleva a interrogarnos por la naturaleza íntima del sentir. ¿De qué están hechos los sentimientos? (Notemos que el autor ha descrito antes el soporte biológico, humoral, de las emociones, que son más primarias que los sentimientos). ¿De qué son percepción los sentimientos? ¿Hasta dónde podemos explorarlos? En la actualidad aún no es posible dar una respuesta plena a estas preguntas. [...] Pudiera ser que la conciencia humana exigiera la presencia de sentimientos" 9
Los mecanismos neuronales del sentir, de los sentimientos y de su utilidad biológica y existencial serán también explorados y explicados a partir del descubrimiento de las neuronas espejo por parte de Marco Iacoboni y su equipo de investigaciones.
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 ¿Por qué se piensa?

Porque el pensamiento es otra herramienta más con la que la materia viva cumple los imperativos de la evolución: supervivencia, reproducción y adaptación.
Y porque ese es el sendero para que el Homo-Humano realice su anhelo de futuro, el espíritu, aquello que su naturaleza le exige: extender sus manos hacia las estrellas.
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Y un último espacio para ilustrar:
Y ese cuerpo inventa (o crea, según el gusto) las extensiones de las que hablaba Marchall McLuhan, por medio de las cuales establece, desarrolla y extiende su Ser y Estar en el mundo.
Y la mayor y más humana de esas extensiones es la que describe Nietzsche:
"El cuerpo creador se creó el espíritu como una mano de su voluntad".
"[...] Espíritu - es la vida que muerde en la propia carne ¡en su padecimiento acrecienta su saber!" (Nietzsche, Así habló Zaratustra, I, De los despreciadores del cuerpo).
He ahí la "Experiencia primordial", el espíritu, que es el Gran Anhelo de futuro:
Anhelo: Deseo vehemente de conseguir alguna cosa.
Anhelo que para Spinoza es el conatus:
"PROPOSICIÓN IX
El alma [mens], ya en cuanto tiene ideas claras y distintas, ya en cuanto las tiene confusas, se esfuerza por perseverar en su ser con una duración indefinida, y es consciente de ese esfuerzo suyo" (Ética, II).
Lo que se explicaría, también y según Spinoza, que el hombre se definirá por su anhelo y, en general, todas las cosas por su conatus.
Esta ley del conatus es general para toda la naturaleza, aunque sólo en el hombre alcance la dimensión vital, existencial y psicológica que las palabras "perseverar, duración, esfuerzo", parecen conllevar.
Pero, también y según Antonio Damasio:
"El anhelo es un rasgo profundo de la mente humana. Esta implantado en el diseño del cerebro humano y en el acervo genético que lo engendra, no menos que los rasgos profundos que nos conducen con gran curiosidad hacia una exploración sistemática de nuestro propio ser y del mundo que lo rodea; los mismos rasgos que nos impulsan a construir explicaciones para los objetos y situaciones de este mundo. El origen evolutivo del anhelo es completamente plausible, pero la explicación necesita otro factor para que uno pueda comprender por qué la constitución humana acabó por incorporar el rasgo. Creo que en los seres humanos primitivos funcionó un parecido factor de la misma manera que está funcionando ahora. Su consistencia tiene que ver con el poderoso mecanismo biológico que hay tras él: la misma empresa natural de autopreservación que Spinoza enuncia de forma tan clara y trasparente como esencia de nuestro ser, el conatus, es llamado actuar cuando nos enfrentamos a la realidad del sufrimiento y, en especial, de la muerte, real o anticipada, ya sea la nuestra o la de los que amamos. La perspectiva misma del sufrimiento y la muerte trastorna el proceso homeostático del espectador. La empresa natural para la autopreservación y el bienestar responde al trastorno con una lucha para evitar lo inevitable y corregir el equilibrio. La lucha provoca que encontremos estrategias compensadoras para la homeodinámica que se ha desviado del camino recto; y el darse cuenta de toda la situación comprometida es causa de profunda aflicción" (Antonio Damasio, En busca de Spinoza. Neurobilogía de la emoción y los sentimientos, Crítica, Barcelona, 2009, p. 249).
Es en ese contexto en el que, por un "calentamiento cerebral", concentración extrema de la atención, motivado por la imperiosa necesidad de resolver una situación agobiante, se sucede "una experiencia excepcional" de naturaleza biológica, anímica o intelectual, por la que se provoca y produce una conformación emergente, breve o duradera, de un nuevo sistema de circuitos y conexiones neuronales nuevas, en los que se involucran otros sistemas, circuitos y conexiones, existentes o se reactivan otros que estaban inactivos o habían sido eliminados, causando un estado de exaltado entusiasmo gozoso y de regocijo.
- o -

1Eros, el dios sin padre, la fuerza de la generación y la degeneración, algo así como la entropía. Afrodita, diosa del Deseo/Amor, la fuerza que atrae y une.
2 Digo deseo en lugar de amor y espíritu en lugar de alma, porque amor y alma son términos que están condicionados por una alta carga ideológica. En cambio, deseo y espíritu, aunque son también términos complejos, son conceptos más filosófica y científicamente pertinentes.
3 Ignacio Gomez de Liaño, Mundo, magia, memoria, Biblioteca Nueva, Madrid, 2007, p. 28-29
4 Sobre el Espíritu ya me he expresado en las Cartas eleusinas.
5Albert Ribas Massana, Biografía del vacío. Su historia filosófica y científica desde la Antigüedad a la Edad Moderna, Sunya, Barcelona, 2008.
6Diógenes Laercio, Vida de Epicuro, Libro X, de las Vidas de los filósofos ilustres, citado por Emilio Lledó, El epicureísmo, Taurus, Madrid, 1995, pp. 87.
7Diógenes Laercio, Vida de Epicuro, Libro X, de las Vidas de los filósofos ilustres, citado por Emilio Lledó, El epicureismo, Taurus, Madrid, 1995, pp. 93-94.
8Diógenes Laercio, Vidas de los filósofos más ilustres, Traducción del griego: Carlos García Gual, Alianza, Madrid, 2007.
9 Georges Charpak y Roland Omnès, Sed sabios, convertíos en profetas, Anagrama, Barcelona, 2005, pp. 165-166.
Antonio R. Damasio, La sensación de lo que ocurre, Debate, Barcelona, 2001, capítulo 11.

17 de junio de 2013

¿Son la misma cosa hombres y mujeres?


El Bosco, Creación del mundo. Detalle de El Jardín de las Delicias.


Lector Ludi No. 69
Iván Rodrigo García Palacios
¿Son la misma cosa hombres y mujeres?


"Más del 99% del código genético de los hombres y las mujeres es exactamente el mismo" Louann Brizendine 1.


1. Cosmogonías y mitos
En el principio no existían ni los dioses ni las diosas, sólo la tierra, una Gran Madre de todo lo existente y dadora de vida, de cuyo seno todo nace y todo retorna en un ciclo sin principio ni fin.
Los hijos de esa Gran Madre eran sólo sus hijos, todos iguales ante ella pero diferentes entre ellos, dueños de sí mismos y de sus cuerpos. Cuerpos animados por "el espíritu", el hálito de La Madre, ese hálito que ella comparte y con el cual anima, por igual, la vida de todos sus hijos y de todo lo existente en la Naturaleza.
Y los hombres, las mujeres, los niños, los animales, las plantas, el agua, el aire, el fuego, la tierra y todas las cosas, vivían en comunidades matriciales y solidarias en las que todos, por igual, compartían el poder y las responsabilidades por el bienestar de todos y cada uno de los miembros de la comunidad.
Pero, un día, La Madre Tierra se secó y el hambre y las necesidades y el dolor y el sufrimiento desesperaron a los hombres y a las mujeres y ellos se revelaron contra La Madre Tierra e inventaron a los dioses 2 para que sometieran su poder y la obligaran a satisfacer su hambre y sus necesidades y a mitigar su dolor y sus sufrimientos.
En aquel tiempo el hombre se miró y se vio tan fuerte y poderoso frente a la débil y sumisa mujer, por lo que decidió que él no podía ser hijo de esa Gran Madre Tierra que se negaba a satisfacer sus necesidades y que era el momento de invocar al Gran Padre para que ordenara de nuevo al mundo.
A aquellos dioses se les asignó el poder de crear y de dominar todo lo creado por la mediación de un poder patricial jerarquizado y vertical de arriba hacia abajo, desde el más poderoso de los dioses hasta la más débil de todas las criaturas: dioses, hombres, mujeres, niños, animales, plantas, agua, aire, fuego, tierra.
Y los hombres inventaron las cosmogonías y los mitos y las ideologías con los cuales conservar y trasmitir la memoria de aquellos tiempos y de los sucesos que los siguieron y, según la cual, aquellos dioses se crearon y crearon todo de la nada y a cada dios, hombre, mujer, niño, animal, planta y cosa sobre la tierra, le asignaron una alma particular que los animara según su poder y la importancia de su función. Y a los hombres les asignaron un alma sobrenatural y la potestad de dominar y administrar al mundo según una discriminación sobre la que fundarán las jerarquías del existir y de la que ellos se designaron a sí mismos como a la excepción natural o la excrecencia divina o sobrenatural.
... y desde entonces, ya nada ni nadie, ni la Madre Tierra ni la vida ni el mundo, fueron ni iguales ni sagrados. Desde la usurpación de los dioses, lo sagrado se convirtió en impostura. A la hierofanía original de la vida se la convirtió en historia 3.

2. El motivo de las desigualdades
Fue así como se introdujo en la cultura la mutación: de lo matricial a lo patricial:
Matricial: nacer desde un mundo natural, a un mundo natural y regresar a un mundo natural para reiniciar el ciclo de la vida. Semilla animada por la vida (bios) de la madre y la simiente (bios) del padre.
Patricial: Nacer desde un mundo sobrenatural, a un mundo natural, al cuerpo, para luchar por el derecho de regresar al mundo sobrenatural por toda la eternidad. Semilla o alma generada por el dios, la semilla a la que se le infunde la simiente divina (bios, zoe y logos).
Se necesita un motivo único, primitivo, simple, fuerte, poderoso, profundo, etc., capaz de escindir en la conciencia la unidad cuerpo-mente y de esa manera disociar, enajenar y alienar, la conciencia y la visión de unidad, individual y colectiva, que los Homo-Humanos tienen de sí mismos, del mundo, de su Ser y Estar, de su consciente.
Un motivo que, a su vez, es una aporía 4, porque su solución tiene que ser afirmativa tanto si se niega como si se afirma el postulado: todo lo creado ha sido creado por un creador increado. Sobre ese motivo se construyó la cultura de la humanidad, hasta ahora.
Ese motivo es sencillo y común para todo y en particular para la definición de sexo y género, porque así opera en la construcción cultural del género en todo sentido: biológico, filosófico, metafísico, ontológico, teológico, científico, antropológico, sociológico, psicológico, etc.
A partir de ese motivo se establece la disociación por géneros y no por la división biológica de sexo, para así fundamentar las demás operaciones dualistas de las diversas construcciones culturales.
He ahí la consecuencia de la división en alma y materia, la dualidad. La trampa del mito de Decartes 5: o bien como la excrecencia divina o sobrenatural: cuerpo-alma, o bien como la excepción humana 6: cuerpo-mente, sujeto-objeto, etc.
Ahí es donde se producen la esquizofrenia individual y colectiva (Del gr. σχίζειν, escindir, y φρήν, inteligencia), al igual que la paranoia (Del gr. παράνοια; de παρά, al lado, contra, y νόος, espíritu).
Si al cuerpo y a la mente se les impide desarrollarse adecuadamente en la unidad de la conciencia: la percepción, la sensación y la formación de las imágenes mentales del espacio y el tiempo en la que han nacido y se les obliga a definirse e identificarse como conceptos, antes que como sensaciones y sentimientos, se rompe la continuidad del proceso de la conversión mental que se inicia con las percepciones, las sensaciones y los sentimientos, para de ellos formar los conceptos, se provoca la escisión de cuerpo y mente:
"Por ello, cuando la cultura sustituye la sensación y los sentimientos, como principios del sentido, del significado, para imponer el concepto, destruye el vínculo con la naturaleza y, lo que era real, deja de serlo para convertirse en idea, en representación, en abstracción, y el mundo deja de ser mundo sensorial y sensual, y es sustituido por el mundo artificial de la representación, de lo sensible, de lo abstracto, sin las originales conexiones y correspondencias con los estímulos y las sensaciones y, por lo tanto, sin conexiones ni correspondencias con la naturaleza del cuerpo, un Homo-Humano escindido, disociado y aterrorizado, es decir, esquizofrénico, porque se le ha escindido naturaleza de inteligencia y se le ha puesto contra un abismo insalvable y aterrador, se le ha convertido en paranoico. Así se forjan los guerreros y los esclavos (esquizofrenia y paranoia en sus etimologías griegas originales).
Ese es el Homo-Humano, habitante de un mundo abstracto, sin conexiones ni correspondencias con el mundo natural, concreto, sensual, es como los monos de Hoffmann y Kafka" 7.
Ese es el campo de batalla en el que se desgarran y destruyen mutuamente el cuerpo, la materia corrupta (soma) y el aliento vital, la vida (bios) y la existencia (zoe). Una herida ardiente que supura ira e intenso dolor. El hombre es su propio enemigo: guerrero o esclavo.

3. Guerreros y esclavos
Para escindir el cuerpo de la mente y forjar guerreros y esclavos, la cultura ha desarrollado los motivos y mecanismos por medio de los cuales se obliga al desarrollo intensivo de las áreas primitivas del cerebro, aquellas donde están localizados y operan los instintos básicos de supervivencia y reproducción, logrando así que se privilegie el desarrollo de los comportamientos predadores o subordinados. Predadores, son aquellos comportamientos por los cuales el individuo ejerce el poder por medio de la fuerza y la violencia para cumplir los imperativos evolutivos. Subordinados, son los individuo que se someten al poder, la fuerza y la violencia, para lograr su supervivencia y reproducción. Es así como el individuo predador, macho o hembra, somete y domina a los individuos más débiles, sin importar si se trata de machos, hembras, niños, todos aquellos que manifiestan debilidad. Esto se sucede tanto entre los Homo-Humanos como entre las demás especies animales, pues es un mecanismo evolutivo.
En los Homo-Humanos esos motivos y mecanismos biológicos son desarrollados y condicionados por la cultura a partir del desarrollo mismo del individuo desde que nace. Por medio de ellos se privilegia el desarrollo de las áreas y mecanismos primitivos de la evolución cerebral por sobre aquellos localizados en aquellas áreas y mecanismos cerebrales evolucionados más recientemente y localizados en la corteza cerebral. Es así como los instintos se imponen y dominan por sobre los mecanismos cerebrales localizados en la corteza, como lo son los deseos, las emociones, los sentimientos, la imaginación, el pensamiento.
Sobre la base de esos mecanismos evolutivos, genéticos y culturales, se desarrollan y se pueden explicar las manifestaciones de la infinita variedad de los comportamientos y de las expresiones de la conducta de mujeres y hombres consigo mismos y con los otros, desde lo saludable hasta lo patológico. Tales son los casos de la homofobia, la misoginia, la xenofobia, para mencionar sólo tres que afectan tanto a los individuos mismos como a las relaciones de mujeres y hombres. Sobre ello es mucho lo que están descubriendo las neurociencias.
El primer mecanismo biológico y el más primitivo de ellos, es el del miedo. Cada individuo tiene que competir para obtener la satisfacción de sus necesidades primordiales, fisiológicas y emocionales y así cumplir los imperativos evolutivos de supervivencia y reproducción.
Todo individuo recién nacido está en dependencia absoluta de su madre o padres y, para que estos satisfagan sus necesidades fundamentales, es obligado a manifestar comportamientos de fortaleza y sumisión, los cuales se convertirán en el fundamento de su conducta por el resto de su vida. El individuo se sentirá, es decir, será y estará en su sí mismo y en el mundo, tal y como se sintió cuando sus necesidades fundamentales fueron o no satisfechas adecuadamente al momento de su crianza. Sentirá la tranquilidad del bienestar o el dolor del miedo.
Los otros y el mundo se perciben según el color con el que se los siente: con alegría y tranquilidad o con ira e intenso dolor.
Es a partir de todo esto que la cultura establece y refina los procesos y medios a través de los cuales cada individuo se convierte en guerrero o en esclavo, en un Homo-Humano saludable o patológico y, por supuesto, en la infinidad de variaciones entre lo uno y lo otro.
En el cerebro quedan marcados los circuitos neuronales genéticos, epigenéticos y culturales, pero, gracias a la plasticidad del cerebro y las neuronas, el resultado de ese proceso puede ser trasformado, restaurado y reconfigurado.

4. El orden de las cosas
Sobre esa base se construyó el código de la dualidad que rige y jerarquiza la cultura hasta ahora: cuerpo-alma, fuerte-débil, superior-inferior, arriba-abajo, macho-hembra, hombre-mujer, maculino-femenino, etc.
En el orden natural de las cosas, el cuerpo y la mente están ordenados sobre la base de un código 8: las reacciones de atracción y rechazo y su memorización, fundamento del mecanismo de la homeostasis que regula todo organismo por medio de las reacciones que dan origen a otro código más complejo: sentir placer y dolor, reconocerlos y memorizarlos, lo que, a su vez, es el punto de partida de todos los códigos, cada vez más complejos, por los que se ordenarán y manifestarán todas las acciones, actividades y comportamientos de los organismos, desde la reacción metabólica, pasando por los instintos, apetitos, deseos, emociones, sentimientos, pensamientos, hasta el más elusivo anhelo, los cuales son la base de la conciencia y de las expresiones humanas: sentir, recordar, imaginar, pensar, anhelar, a partir de las cuales se ordenan y expresan las extensiones que de sí mismo hace el Homo-Humano: su sí mismo y la cultura: el consciente.

5. Conciencia y consciencia
Una cosa es sentir que se siente, conciencia y otra, ser consciente de sentir y expresarlo. Sensaciones y sentimientos, he ahí "el hilo" de los circuitos neuronales que desde la percepción de un estímulo procesan la reacción de las sensaciones que elaboran el sentimiento y las imágenes mentales que finalmente, ya codificadas, producirán y expresarán la imaginación y el pensamiento.
Es por ello que, antes de conocer y saber qué soy y qué estoy en el espacio y en el tiempo, es necesario y primero, sentir, es decir, que mi cerebro elabore las sensaciones y sentimientos de ser y estar en el espacio y en el tiempo, sólo de esa manera tendré conciencia y mi consciente podrá elaborar e interpretar las imágenes adecuadas con las que se inventan las medidas de todo lo posible.
Es en ese punto crítico, entre conciencia y consciente, en el que se incrusta el motivo de la dualidad.

6. Desmontando el motivo
En la medida en que la conciencia y la visión del mundo de mujeres y hombres se rija por ese motivo dualista, creacionismo, que las escinde, es imposible cualquier análisis y, en consecuencia, será imposible desmontar su operación en la cultura.
El asunto no es sólo purgar los lenguajes de aquellas discriminaciones y desigualdades entre hombres y mujeres o lo masculino y lo femenino, etc., sino purgar la cultura de ese motivo dualista que divide la Naturaleza entre lo natural y lo sobrenatural. Sólo es posible un único motivo: la Naturaleza es lo que es y todo lo demás que se diga de ella son sólo conceptos codificados sobre la base de lo que ella es y lo que se siente al Ser y Estar en ella y los cuales son interpretados con los códigos que se han inventado para expresarlos. Son esos códigos los que escinden y dividen todas las cosas de la Naturaleza para su organización, memorización, comprensión, conocimiento y manipulación.
La vida es otra expresión de la Naturaleza, de la materia, una más de la infinidad de sus posibles expresiones en el tiempo y en el espacio. La vida y la existencia de cada Homo-Humano es única y exclusiva en su tiempo y su espacio, "aquí y ahora" y de principio a fin, pero, para la cultura que él inventa, cada vida y cada existencia tiene los mismos derechos y deberes.
Y eso debe ser lo sagrado, el entusiasmo de vivir en la plena actividad que provoca placeres y dolores, pero que también provoca el jubilo de la ausencia de dolor o placer, esa vida de la que emerge ese anhelo de futuro que es el espíritu: el entusiasmo de extender las manos hacia el universo.

1 Louann Brizendine, El cerebro femenino, RBA, Barcelona, 2007, p. 23. La autora es médica, neurobiologa y neuropsiquiatra.
2 Francisco Mora, El dios de cada uno, Alianza, Madrid, 2011. El autor es neurobiologo.
3 Mircea Eliade, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, Fondo de Cultura Económica, México, 1986.
4 Diccionario RAE: Aporía (Del griego: ἀπορία, dificultad de pasar). Filosofía: - Enunciado que expresa o que contiene una inviabilidad de orden racional. - Dificultad lógica insuperable de un razonamiento o de su conclusión: Zenón de Elea propuso varias aporías en defensa de las tesis de Parménides contra el movimiento.
5 Gilbert Ryle, El concepto de lo mental: El mito de Descartes. La doctrina oficial:
"Existe una doctrina sobre la naturaleza y localización de lo mental que prevalece tanto entre los teóricos y aun entre los legos que merece ser considerada la doctrina oficial. La mayoría de los filósofos, psicólogos y religiosos aceptan, con algunas reservas, sus tesis básicas y, aunque les reconocen dificultades teóricas, suponen que ellas pueden ser superadas sin que la arquitectura de la teoría cambie. Se sostendrá aquí que los principios centrales de la doctrina son incorrectos y se contradicen con lo que sabemos acerca de la mente cuando no especulamos sobre ella.
La doctrina oficial, que procede principalmente de Descartes, sostiene que, excepto en el caso de los idiotas y de los recién nacidos, todo ser humano tiene un cuerpo y una mente. Algunos preferirán decir que todo ser humano es un cuerpo y una mente. El cuerpo y la mente están unidos, pero después de la muerte del cuerpo la mente puede continuar existiendo y funcionando.
El cuerpo humano está en el espacio, sujeto a las leyes mecánicas que gobiernan a todos los cuerpos espaciales, y sus procesos y estados pueden ser controlados por observadores externos. De este modo, la vida corporal es algo público, como lo es la vida de los animales y reptiles y aun el desarrollo de los árboles, cristales minerales y planetas.
Pero la mente no se encuentra en el espacio ni sus funciones están sujetas a leyes mecánicas. Las operaciones de la mente no son observables y su desarrollo es privado. Sólo yo puedo tener conocimiento directo de los estados y procesos de mi propia mente. En consecuencia, toda persona vive dos historias paralelas: una está formada por lo que le acaece a su cuerpo y la otra por lo que le acaece a su mente. La primera es pública; la segunda, privada. Los eventos que forman la primera historia pertenecen al mundo físico; los de la segunda, al mundo mental".
6 Jean-Marie Schaeffer, El fin de la excepción humana, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires, 2009, pp. 13:
“[...] desde hace por lo menos un siglo y medio, sabemos, más allá de toda duda razonable, que los humanos son -que nosotros somos- seres vivientes entre otros seres vivientes (con todo lo que esto implica) y que la unidad de la humanidad es la de una especie biológica. Por lo tanto, también sabemos que la llegada a la existencia de la humanidad se inscribe en la historia de lo viviente en un planeta de mediana dimensión de “nuestro” sistema solar. Esta historia y su muy larga prehistoria nos han formado, y en principio, y ante todo, somos uno de los episodios de esta evolución que no es sólo nuestro pasado, sino también nuestro presente y nuestro porvenir. Al mismo tiempo, no podríamos separarnos del conjunto complejo e inestable de las formas de vida que coexisten actualmente sobre la Tierra. Esta vida no humana constituye mucho más que nuestro “entorno”: ella es constitutiva de nuestro ser, que no es otra cosa que una de sus encarnaciones pasajeras.
Sin embargo, la concepción de la humanidad que sirve de ayuda a una parte no desdeñable de aquellos que se proponen estudiar al ser humano desde una perspectiva filosófica o en su dimensión social y cultural opone una negativa categórica y radical a esa comprobación. Ella afirma que el hombre constituye una excepción entre los seres que pueblan la Tierra, incluso que constituye una excepción entre los seres -o el ser- a secas. Esta excepción, nos dice, se debería al hecho de que, en su esencia propiamente humana, el hombre poseería una dimensión ontológica emergente, en virtud de la cual trascendería a la vez la realidad de las otras formas de vida y su propia “naturalidad”.
7 Ver: Iván Rodrigo García Palacios, Lector Ludi No. 68: http://lectorludi.blogspot.com/
8 Para explicarse la naturaleza de la Naturaleza y la naturaleza de su Ser y Estar en el mundo, el Homo-Humano inventa los códigos con los cuales ordenar, organizar, memorizar y asignar sentido a lo que percibe y siente, en un proceso exponencial y ascendente de acuerdo con la complejidad de cada materia a codificar.
Un código es la articulación sistematizada de señales, signos o símbolos, arbitrarios con el cual se representa un orden u ordenamiento de las cosas de acuerdo con la asignación de sentido a la unidad de una materia y regido por normas preestablecidas.
El conocimiento es la codificación de los elementos y partes de una materia según un código preestablecido.
El saber es la acumulación del conocimiento codificado con un determinado código.

8 de abril de 2013

Lector ludi No. 68: ¿Humanización o desnaturalización?


Goya, El aquelarre


Lector Ludi No. 68
Iván Rodrigo García Palacios


¿Humanización o desnaturalización?


"Mi buen señor Milo ¿qué me dice usted? Aprenda usted a hablar, hablar y hablar; lo demás vendrá por sí. Hable usted ex abundantia cordis, ab irato, in abstracto, o como sea, pero hable, hable y hable, eso es todo. Usted mismo se asombrará al ver cómo las ideas le vendrán conforme vaya hablando, cómo surgirá en usted la ciencia y lo llevará a todas las profundidades sapienciales. Generalmente, no sabrá usted lo que está diciendo y eso es porque estará inflamado por el fuego de la inspiración. Siempre convendrá que aprenda de memoria algunas expresiones que valen para todo. Hay que hablar mucho, por ejemplo, de la finalidad del arte, del ideal...". "- Mi querida Pipi, ¡qué verdad más grande me dijo aquel hombre! ¡Que presta acudió a mí la sabiduría a la vez que la palabra! He visto en el espejo cómo mi frente, arrugada de por sí, se pone elegantemente tersa cuando hablo del ideal, el arte o los poetas que no entiendo..." (E. T. A. Hoffmann, Reporte de un educado joven, Carta de Milo, un educado mono, a su amiga Pipi en Norteamérica, 1810).
***
"[...] por primera vez en mi vida, me encontraba sin salida [...] Había tenido hasta entonces muchas y ahora no tenía ninguna. Estaba atrapado. Si me hubieran sujetado con clavos, mi libertad de movimiento no hubiera sido menor [...] no tenía salida, pero la tenía que conseguir porque, sin ella, no podía vivir [...]; entonces dejé de ser mono [...].
Temo que no se entienda puntualmente lo que yo entiendo por salida. Uso la palabra en su sentido más habitual y pleno. No pienso en ese gran sentimiento de libertad por los cuatro costados. Quizás lo conocí como mono y he conocido hombres que lo añoran [...].
No; yo no quería libertad. Sólo una salida; a la derecha, a la izquierda, a donde fuera; no pedía otra cosa; aunque la salida no fuera más que un chasco; la petición era pequeña, así que el chasco no sería mayor. ¡Salir adelante, salir adelante! [...]. Visto desde aquí , me parece como si, al menos, hubiera adivinado que tenía que encontrar una salida si quería vivir, pero que esa salida no se conseguía mediante la huida. Ya no sé si la huida era posible, pero creo que sí; a un mono le tiene que ser posible la huida siempre [...].
[...] Se me fue haciendo claro un objetivo elevado. Nadie me prometió que, si me volvía como ellos, se me liberaría del grillete [...] Repito; no me atraía imitar a los hombres; los imité sólo porque buscaba una salida, por ningún otro motivo.
[...] Ay, uno aprende cuando hace falta; uno aprende cuando quiere una salida; uno aprende sin piedad [...] Merced a un empeño que hasta ahora no se ha repetido sobre la tierra, he alcanzado la formación media de un europeo. Tal vez eso no sea, en sí, gran cosa; pero algo será, cuando me ayudó a salir de la jaula y me procuró esta salida especial, esta salida humana [...]" (Franz Kafka, Informe para una academia, 1917).
***
Hasta el comienzo de la civilización como proceso de trasformación y domesticación de la naturaleza, el cuerpo del Homo-Humano evolucionó y se adaptó acorde con las condiciones y tiempos de la necesidad. A partir de allí, la evolución cultural impuso sus condiciones y ritmo, la humanización, pero, al mismo tiempo, el cuerpo se desnaturalizó, es decir, la evolución natural no ha podido adaptar el cuerpo con la velocidad necesaria que le imponen la naturaleza y necesidades desarrolladas por la cultura.
Lo aterrador es que, a medida que la evolución de la cultura se acelera, se acelera también la desnaturalización del cuerpo y, lo peor, se incrementa la violencia con la que se le impone la cultura.
Mitos, leyendas, fábulas, relatos, cuentan de dioses y hechiceros que se trasforman en animales, de humanos que absorben el espíritu de animales, de humanos que se trasforman en animales y viceversa, de animales que hablan y se comportan como humanos, en fin, existe una extraña fascinación cultural por la humanización y la animalización que quizás explique el miedo a aceptar que el humano es animal antes que humano y que, tener conciencia, pensamiento e inteligencia, es sólo cuestión de sentir y sentirse, de tener sentimientos y memoria, lo demás viene por añadidura: saber reconocerse en un espejo o saber usar un objeto como herramienta o saber hablar, leer, escribir, sumar y restar, etc.
La diferencia entre el animal y el Homo-Humano, es que este último evolucionó hasta poseer un cerebro con la capacidad de desarrollar una memoria de más largo plazo, así como la capacidad de conservarla, extenderla y trasformarla, en el espacio y en el tiempo, más allá de su propio cuerpo (sentimiento, imaginación, pensamiento y cultura), en un cuento maravilloso y aterrador. Maravilloso, porque el animal se hace humano. Aterrador, porque el humano se pretende dios y como dios, se empeña en desnaturalizarse.
Para mi gusto, humanizarse es ingresar desde la naturaleza a ese mundo que el Homo-Humano se ha inventado. Desnaturalizarse, es excluirse de la naturaleza, pretender ser superior a ella, lamentarse de haber perdido el paraíso y sentirse atrapado en un mundo extraño y ajeno.
No debiera ser así. El Homo-Humano, antes que humano, es animal y como tal, antes que excluirse de la naturaleza, debe, como lo hiciera en tiempos remotos, humanizarse, hacerse humano en y a partir de la naturaleza. Al fin y al cabo, la naturaleza es tan maravillosa que, por aun desconocidos procesos, fue capaz de generarlo y producirlo. Los mismos procesos que algún día, también, lo trasformarán ... En qué, cómo y por qué, son las preguntas que se intenta responder, no siempre de la mejor manera.
Para el asunto que me interesa, humanizarse no es buscar una salida de la naturaleza, sino, desde la misma naturaleza, alcanzar la naturaleza humana: la materia que siente, se siente, actúa, recuerda, imagina, piensa, se expresa y anhela (el espíritu es el anhelo de futuro). La materia que crea una memoria de sí misma 1.
Es esa memoria la que se humaniza o se desnaturaliza. Y se desnaturaliza cuando el Homo-Humano, al humanizarse, destruye el vínculo con la naturaleza, el de la primera memoria, la del sentir, la del sentirse y la del sentimiento (placer, dolor, desear, imaginar, anhelar), y en su lugar, violenta la creación de otra memoria, la memoria de la cultura, la del hablar y la del comportarse (pensar), algo extraño, ajeno, artificial.
Los conceptos se originan en el sentir, en el sentirse y en los sentimientos y no al contrario. Sentir, sentirse y sentimientos, son las conexiones y correspondencias que establece el cerebro entre sus propias sensaciones, las sensaciones que percibe por los estímulos internos y externos, a partir de las y los cuales desarrolla la memoria del cuerpo, es decir, la mente y, por consecuencia, las demás memorias, los recuerdos, el pasado, el presente y el futuro, la organización sensorial del espacio y del tiempo. De esta manera, el cuerpo es la medida de todas las cosas.
Por ello, cuando la cultura sustituye la sensación y los sentimientos, como principios del sentido, el significado, para imponer el concepto, destruye el vínculo con la naturaleza y, lo que era real, deja de serlo para convertirse en idea, en representación y el mundo deja de ser mundo sensorial y sensual, sustituido por el mundo artificial de la representación de lo sensible, sin las originales conexiones y correspondencias con los estímulos y las sensaciones y, por lo tanto, sin conexiones ni correspondencias con la naturaleza del cuerpo, un Homo-Humano escindido, disociado y aterrorizado, es decir, esquizofrénico, porque se le ha escindido naturaleza de inteligencia y se le ha puesto contra un abismo insalvable y aterrador, se le ha convertido en paranoico. Así se forjan los guerreros (esquizofrenia y paranoia en sus etimologías originales).
Ese es el Homo-Humano habitante de un mundo abstracto, sin conexiones ni correspondencias con el mundo natural, concreto, sensual, es como los monos de Hoffmann y Kafka.
***
Como lo propuso Spinoza: "La mente humana es la idea del cuerpo humano" 2. Entonces, es a partir del cuerpo que el Homo-Humano se conoce y conoce. El cuerpo es el punto de partida, fundamento y desarrollo de todo conocimiento. Antes que pensar, el Homo-Humano siente, se siente y tiene sentimientos. En consecuencia, si ese sentir, sentirse y tener sentimientos, no se desarrollan adecuadamente, la adquisición y desarrollo del conocimiento del Homo-Humano, será inadecuado, es decir, el Ser y Estar en el mundo del Homo-Humano será del tamaño, espacio, peso y duración, así como del color, olor, sabor, sonido y tacto, de como lo aprehendió, aprendió, comprendió y desarrolló, en el cerebro. Y, en consecuencia, el desarrollo de los sentimientos.
El conocimiento es lo que le da sentido (sensaciones, entendimiento y sentimiento) al Ser y Estar en el mundo. El cuerpo del Homo-Humano evolucionó hasta desarrollar un cerebro que desarrolla una mente que es la memoria del cuerpo, en la cual se conservan, organizan y manejan los recuerdos.
Ahora bien, si esa memoria y esos recuerdos no se desarrollan adecuadamente a partir de las sensaciones y sentimientos, porque se les impone y sustituye por conceptos, el conocimiento será un vacío mecánico sin correspondencia con el Ser y Estar en el mundo, porque los conceptos los desplazan y remplazan, no por recuerdos sentidos, sino por significados. Antes que ser concepto, el mundo fue sensación. El concepto, antes que ser significado, fue sentido. Después, el concepto será lo que sea.
Ahora bien, el concepto es un código para la organización y manejo (comprensión, interpretación, etc.) del espacio y del tiempo de la memoria. Un código que se elabora con palabras, números, etc., y que permite su conservación y desarrollos.
A manera de ejemplo, el cuerpo, la mente, está en el mundo y por los sentidos se ubica en el espacio y en el tiempo, los percibe, los siente, los organiza y los maneja: placer y dolor, luego les da nombres y significados para manejarlos, desarrollarlos conservarlos y expresarlos, en su existencia sensorial y racional.
Si la mente del Homo-Humano ha percibido, sentido, organizado, en su memoria mental, el placer y el dolor, el espacio y el tiempo, de manera adecuada, es decir, como un placer y un dolor, un espacio y un tiempo, que ni física ni emocionalmente son ni un enemigo ni un amigo ni un algo para conquistar, domesticar, destruir o un algo aterrador al que se ha sido desterrado desde un hipotético paraíso (¿si existe vida después de la muerte, existió antes del nacer?). Si ese algo es un espacio y tiempo en los que se siente placer o dolor según se perciba, sienta, organice y maneje la ubicación y la duración, con ello se codifica la memoria y con el manejo de los recuerdos buscará y descubrirá lo que le es bueno o le es malo en lo desconocido, así construirá el Ser y Estar en el mundo con la única certeza de principio y fin.
Es a partir de esa única certeza que los Homo-Humanos inventan los códigos, ese es el primer código: tiempo y espacio referidos al placer y al dolor. Luego vendrán los códigos del existir, de las ciencias, de las artes y, por supuesto, de lo sobrenatural, que es aquello que antes fue "lo desconocido" y que después se codificó en cosmogonías y teologías.
Los Homo-Humanos inventan códigos para conocerse, conocer y explicarse su sí mismo y el mundo que los rodea, para preservar la memoria de ese saber 3 y para relacionarse entre si.
Los Homo-Humanos inventan códigos a partir de las percepciones y sensaciones que les provoca la Naturaleza y, partiendo de ésta como modelo, organizaron, manejaron y preservaron la memoria para así conservarla, expresarla, compartirla e interpretarla.
Un código es un sistema articulado de signos o señales o símbolos, etc., mediante el cual se establecen o se asignan significados particulares o generales a los mismos o a la combinación de varios de ellos o a los resultantes de estas combinaciones y así sucesivamente, hasta alcanzar el límite de tales combinaciones.
Un código llega a su límite cuando el sistema que lo forma ya no es capaz de asignar y establecer significados para organizar y explicar los fenómenos y es necesario ajustar o inventar otro código.
Pero, ¿qué sucede cuando la mente aun no ha sido codificada?
Antes de que la mente sea codificada, con y por los códigos de la cultura, el conocimiento del Homo-Humano, de sí mismo y del mundo que lo rodea, es un conocimiento sensorial y sensual cuya única referencia son las sensaciones, es lo que se ha denominado un "conocimiento total", pero ese es otro asunto.
Lo que si es cierto, es que todo Homo-Humano es el resultado de sus propios códigos biológicos y genéticos, los que se expresan de forma particular en cada individuo. Así como que también cada individuo será inscrito por y en los códigos de la cultura. Pero, lo asombroso, es que cada individuo también creará con esa codificación significados y sentimientos propios y particulares con los que se se conectará y expresará en la comunidad de su especie.
Al final de cuentas y por más que se pretenda homogeneizar y estandarizar a la humanidad, cada Homo-Humano es único, exclusivo, irrepetible e intransferible.
Y, ¿la humanidad?, es la mezcla de todas las diferencias que anhelan el futuro: el Espíritu.

1 La materia posee memoria físico-química y en la materia viva (bios) esta memoria es biológica, genética, metabólica, fisiológica. Son las mismas memorias que luego el cerebro interpreta y convierte en imágenes sensoriales, las que la mente expresa en sonidos, signos, señales, símbolos, etc.: la cultura.
2 Como lo definía Spinoza y las modernas neurociencias lo están demostrando, mente y cuerpo son atributos paralelos, manifestaciones de la misma sustancia (Ética, parte I), para luego agregar:
"PROPOSICIÓN XIII
"El objeto de la idea que constituye el alma (mens) humana es un cuerpo, o sea, cierto modo de la Extensión existente en acto, y no otra cosa" (Spinoza, Ética, II, Proposición XIII).
3 Conocer y saber son dos actividades diferentes pero relacionadas.

Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, charlando entre amigos sobre la y algunas novelas del siglo XIX

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