Francisco
de Goya, Caprichos.
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Iván
Rodrigo García Placios
El
pensamiento está en el código
y
el sentido en el sentir
"El error que
estamos expuestos a cometer podría expresarse así: estamos buscando
el uso de un signo, pero lo buscamos como si fuese un objeto que
coexistiese con el signo ... Como las frases están en alguna parte,
buscamos un lugar para el pensamiento" (Ludwig Wittgenstein, Los
cuadernos azul y marrón, Tecnos, Madrid, 1968, 1998, p. 31-34).
...
y, una vez el pensamiento se instala en el lenguaje, es posible
someterlo a todo tipo de operaciones, manejos, peripecias y piruetas
lógicas, imaginarias, analíticas, especulativas, trascendentes o
no. ... y el resultado: poesía, artes, ciencias, filosofías y todo
lo que el Homo-Humano sabe y desea saber, inventa y desea inventar.
En
la memoria se instalan y permanecen el código y las reglas de su
operación, el lenguaje (código y lenguaje son la misma cosa), con
los cuales la mente procesa la información que percibe, elabora,
modifica o elimina tanto en la memoria y en los recuerdos como en el
saber, es decir, en los datos formalizados, organizados, conservados
y almacenados en los sistemas de memoria interna y externa. De esta
manera, lo que se manipula es la información elaborada a partir de
los datos percibidos o memorizados y recordados por medio de las
reglas del código. Ahora bien, esa manipulación puede hacerse de
manera estricta, es decir, o por un código de reglas fijas, tales
los códigos lógicos y matemáticos, o por un código de reglas
mínimas, tales las de los idiomas que permiten construir sentidos,
significados y significantes de manera flexible, como lo son los
símbolos o las metáforas o las analogías o las imágenes, o las
palabras, etc., que operan en la poesía, en la literatura y en las
artes. Aquí podría decirse que en esa primera forma de manipular
operan los códigos de la razón -ciencias y filosofías- y en la
segunda operan los códigos de los sentimientos y de la imaginación
-artes y poesía-. Mito y razón, arte y ciencia.
"El pensamiento no
es temporal porque esté atado a las condiciones de posibilidad de un
sujeto que es, esencialmente, tiempo, sino porque depende de un
sistema de condicionamientos que, necesariamente, tiene que dialogar
con su propia historia: un lenguaje, de alguna manera presente, que
ha de verse continuamente contrastado con los lenguajes por venir"
(Emilio Lledó, El silencio de la escritura /4. El texto de la
filosofía y los nivele de temporalidad).
***
327. “¿Se puede pensar
sin hablar?” -¿Y qué es pensar?- Bueno, ¿nunca piensas? ¿No
puedes observarte y ver qué sucede? Eso debe ser muy sencillo. No
tienes que esperar por ello como un acontecimiento astronómico y
luego hacer quizá tu observación deprisa.
328. Bueno, ¿a qué se
llama “pensar”? ¿Para qué se ha aprendido a utilizar esa
palabra? - Si digo que he pensado -¿tengo que estar siempre en lo
correcto?- ¿Qué clase de error cabe ahí? ¿Hay circunstancias bajo
las que se preguntaría: “¿Era realmente pensar lo que he hecho
entonces; no me equivoco?” Si alguien, en el curso de una secuencia
de pensamientos, realiza una medición: ¿ha interrumpido el
pensamiento si no se dice nada a sí mismo mientras mide?
329. Cuando pienso con el
lenguaje, no me vienen a las mientes ‘significados’ además de la
expresión verbal; sino que el lenguaje mismo es el vehículo del
pensamiento" (Ludwig Wittgenstein. Investigaciones Filosóficas).
***
El
humano es humano porque su cerebro tiene los mecanismos necesarios
para desarrollar la habilidad de codificar, es decir, que su cerebro
ha desarrollado la habilidad de establecer circuitos neuronales por
medio de los cuales dar organización y sentido a las percepciones y
sensaciones y, a partir de esa organización y sentido, desarrollar
habilidades simbólicas y sintácticas, o sea, darle sentido a lo que
se siente: mapas e imágenes. Todas esas habilidades son, en última
instancia, con las que se inventa y desarrolla el lenguaje y todo lo
relacionado con él: el pensar y el pensamiento.
He
aquí un par de explicaciones de dos neurocientíficos sobre el
pensar y el pensamiento.
La
primera, del Premio Nobel, Gerald M. Edelman:
"Normalmente la
conciencia se considera que es lo mismo que el pensamiento. Creo que
esto es una identificación demasiado burda, porque pensar tiene
componentes adicionales adquiridos: un complejo de imágenes,
intenciones, suposiciones y razonamiento lógico. Es una mezcla de
varios niveles de actividad mental.
En sus productos más
altos y más abstractos, es una habilidad, que depende de habilidades
simbólicas. Con excepción de las habilidades especiales exhibidas
en el pensamiento artístico y las actividades rítmicas y tonales
del pensamiento musical, el pensamiento superior depende en gran
medida del lenguaje y de la lógica, en un diálogo interno entre el
pensador y otro interlocutor de cuya existencia el pensador puede no
ser consciente [...].
Es sólo cuando los
resultados de muchos paralelos, fluctuantes y temporales procesos de
percepción, formación de conceptos, memoria y estados atencionales
son almacenados en un objeto simbólico –una secuencia de
proposiciones lógicas, un libro, una obra de arte o musical- cuando
tenemos la impresión de que el pensamiento es puro.
Pensar no puede buscarse
si no hay un telón de fondo consciente...
El pensamiento es una
habilidad urdida desde la experiencia del mundo, desde niveles
paralelos y canales de la vida perceptiva y conceptual. Finalmente,
es una habilidad que queda restringida por valores sociales y
culturales. La adquisición de esta habilidad requiere no sólo
experiencias con las cosas, requiere también interacciones sociales,
afectivas y lingüísticas.
Con esto se quiere decir
que ninguna cantidad de datos neurocientíficos solos puede explicar
el pensamiento. No hay nada misterioso o místico en esta afirmación.
Una explicación neurocientífica es necesaria, pero no suficiente
como explicación última" (Gerald M. Edelman. Bright Air,
Brilliant Fire. On the matter of Mind. Págs. 173 y ss.).
La
segunda, del neurocientífico Antonio Damasio:
"La capacidad de
representar internamente imágenes y de ordenar dichas imágenes es
el pensamiento. (las imágenes pueden ser sonoras, olfativas,
etc.)...
Poseer una mente
significa que un organismo forma representaciones neurales que pueden
convertirse en imágenes, ser manipuladas en un proceso denominado
pensamiento, y eventualmente influir en el comportamiento al ayudar a
predecir el futuro, planificar en consecuencia y elegir la siguiente
acción.
Seguramente nadie negará
que el pensamiento incluye palabras y símbolos arbitrarios. Pero
tanto las palabras como los símbolos se basan en representaciones
organizadas topográficamente y pueden convertirse en imágenes"
(Antonio Damasio. El Error de Descartes).
***
No
se trata de filosofar ni tampoco de hacer fenomenología ni, mucho
menos, psicología, porque en esas actividades, antes de empezar a
hablar ya estaríamos condenados al silencio si hacemos caso a la
celebre frase de Wittgenstein, "de lo que no se puede hablar,
mejor es callar", pues nada de lo que se diga en esas
disciplinas sobre el pensamiento y el lenguaje o el código, nos
llevará a ningún lugar, porque, para empezar, la sola definición
de los términos y conceptos es imposible en ese código o sistema
auto-referencial o autoderivante que es el lenguaje, el que es, al
fin y al cabo, el lugar donde están el pensamiento, el saber, esa
memoria y recuerdos que son la evolución, la selección y la
mutación del conocimiento en saber.
Ni
tampoco se trata de hablar de eso tan caro a las filosofías de la
mente que son los estados mentales, que para el cerebro son la mente
y la conciencia, los estados de sensación y sentido y viceversa.
Así
pues que, como voy a hablar de pensamiento, código o lenguaje, diré
algo de lo que si puedo hablar, o sea, que el pensamiento es el
sentido que se asigna a lo que se siente y que se expresa por un
código o lenguaje, cualquiera estos sean, todo lo cual evoluciona y
muta por selección cultural, tal y como sucede con los organismos en
la evolución y selección natural.
Así
que, para resguardarme de las amenazas que pudieran silenciarme,
mejor diré que lo que pretendo decir es que en la teoría evolutiva
y de la selección natural, el pensamiento, el código y el lenguaje,
son productos de la conciencia y de la mente, es decir, de la memoria
del cuerpo, a los que se da sentido, por una parte, para expresar lo
que se siente y, por la otra, para nominar con las herramientas o
instrumentos que se inventan para organizar y expresar lo que se
siente a partir del sentido que se asigna al sentir placer y dolor:
"Aquellas
sensaciones que hemos llegado a considerar como dolor y placer, o
como castigos y recompensas, concuerdan directamente con los estados
integrados de tejido vivo en el interior de un organismo, mientras se
suceden unos a otros en su ocupación natural de gestionar la vida.
Los mapas cerebrales de los estados en que los parámetros de los
tejidos se desvían significativamente del intervalo homeostático en
una dirección que no contribuye a la supervivencia, son
experimentados con una cualidad que finalmente llamamos dolor y
castigo. De forma análoga, cuando los tejidos operan en la parte
mejor del intervalo homeostático, el mapa cerebral de los estados
correlativos se vive como una cualidad a la que finalmente llamamos
placer y recompensa" (Antonio Damasio, Y el cerebro creó al
hombre, Destino, Barcelona, 2010, p. 94).
De
esa manera, con los códigos y lenguajes se expresan el sentir y los
sentimientos y, a partir de allí, se construyen los sistemas
concretos y abstractos mediante los cuales se busca organizar,
expresar y explicar lo que se siente al Ser y Estar en el espacio y
en el tiempo.
Es
por ello que el pensamiento está en el código o en el lenguaje con
los que se le da sentido al sentir.
"Todos los
conceptos, aún los más abstractos, nos remiten en última instancia
a una experiencia exterior. Mediante la introducción de una
referencia continua de un signo a otro y la consideración del
tiempo, Peirce llega a la conclusión de que la cognoscibilidad y el
ser son lo mismo y que el hombre es un signo que hace referencia a
algo exterior, que el hombre es un signo externo" (Lino Iglesias
Martínez, La ciencia cognitiva. Introducción y Claves para su
debate filosófico, Octubre 2006, Universidad de Navarra Trabajo de
Investigación dirigido por el Prof. Jaime Nubiola, p. 161) :
***
Mejor
dicho, todo lo del Homo-Humano se explica desde la materia viva que
lo compone y que lo hace lo que es, sólo que para poder hacer esa
explicación requirió de la evolución del cerebro y de los
mecanismos necesarios para la aparición del lenguaje, tal y como lo
explica Javier Sampedro en su libro Deconstruyendo a Darwin:
"[...] La
consciencia primaria —la capacidad de generar una escena mental en
la que una gran cantidad de información diversa se integra con el
objetivo de organizar el comportamiento presente e inmediato— se da
en animales con estructuras cerebrales similares a las nuestras. Esos
animales parecen capaces de construir una escena mental, pero, a
diferencia de nosotros, tienen unas capacidades semánticas o
simbólicas muy limitadas, y carecen de verdadero lenguaje".
(EDELMAN y TONONI, 2000.)
Pues ahí lo tenemos.
Según el punto de vista de Edelman, la evolución del cerebro humano
quedaría explicada por la aparición del lenguaje y de las
«capacidades semánticas o simbólicas». Es decir, del lenguaje en
sentido amplio, que incluye un léxico (capacidad semántica) y una
sintaxis (un sistema formal para manipular símbolos). La consciencia
primaria del chimpancé unida al lenguaje constituye «un proceso
físico unificado de inmensa complejidad; un proceso que, a
diferencia de cualquier cosa que los humanos hayamos construido hasta
ahora, puede integrar rápidamente inmensas cantidades de
información», según Edelman y Tononi. La ventaja selectiva de
disponer de una arquitectura cortical semejante parece bastante
obvia, y esto es un excelente caldo de cultivo para los esquemas
conceptuales del darwinismo.
Daniel Dennett, que
además de un darwinista ortodoxo es uno de los filósofos que más
brillante y exhaustivamente han reflexionado sobre el cerebro humano,
ha alcanzado independientemente una conclusión muy similar:
"Hay una enorme
diferencia entre nuestras mentes y las mentes de otras especies, un
abismo tan amplio que casi constituye una diferencia moral. Ello es
—debe ser— debido a dos factores interconectados, cada uno de los
cuales requiere una explicación darwinista: (1) el cerebro con el
que nacemos tiene características que faltan en otros cerebros, y
que han evolucionado bajo presión selectiva durante los últimos
seis millones de años o así, y (2) esas características hacen
posible una enorme elaboración de poderes, que derivan de compartir
el acervo de diseños [ideas útiles] a través de la transmisión
cultural. El fenómeno bisagra
que une esos dos factores es el lenguaje" (Dennett, Daniel
(1995). La peligrosa idea de Darwin, edición española de Galaxia
Gutenberg (1999).
Dennett nos confirma así
que, si partimos de los ya complejísimos cerebros de los demás
primates, el problema de la evolución del cerebro humano puede
reducirse al de la evolución del lenguaje. Pero también admite que
ese paso evolutivo, por mucho que se pueda expresar en una sola
palabra —«palabra»— es demasiado grande para que cerremos la
puerta del despacho y nos vayamos a tomar unas cañas con la
consciencia tranquila. El lenguaje es nuestro nuevo
Urbilateria: una solución biológica única, compleja, ocurrida una
sola vez en la historia del planeta, y cuya evolución no ha dejado
evidencias claras de una transición gradual. Necesitamos explicar
cómo evolucionó.
Es increíble que hayamos
llegado hasta aquí sin mencionar ni una vez a Noam Chomsky. Vamos a
ello (Javier Sampedro, Deconstruyendo a Darwin, Crítica, Barcelona,
2002, p.p. 183-184).
El
problema no es ya si el cerebro produce el lenguaje, lo que no tiene
discusión, lo realmente crítico es establecer cómo, desde los
dispositivos cerebrales, se produce el lenguaje. Mejor dicho, para
ponerlo en mis propias "palabras": ¿cómo, desde el
sentir, el cerebro inventó el lenguaje y con él, el pensamiento?,
tal y como se puede deducir de lo que también dice Javier Sampedro
en el capítulo que sigue a la cita anterior y del que cito este
párrafo:
"Visualicemos esto
haciendo uso de la teoría de la consciencia primaria de Edelman y
Tononi (lo que no quiere decir que esta teoría sea aceptada por los
científicos mencionados en el párrafo anterior). El más bestia de
los Australopithecus ya disponía, como cualquier otro
primate, de un sistema complejo para formar escenas conscientes
unitarias, gracias a la interacción paralela y rápida (150
milisegundos) de las percepciones de cientos de especialistas
del córtex. Las más comunes de estas escenas conscientes
encarnarían conceptos abstractos omnipresentes en la vida diaria,
como «pertenencia», «estar vivo», «estar allí delante»,
«moverse hacia aquí», etcétera (recordemos que un concepto no es
más que una escena consciente con las conexiones reforzadas por la
frecuente ocurrencia simultánea de sus componentes). Esos conceptos
ya existían antes que las palabras. Cuando el lenguaje hizo su
entrada en el escenario evolutivo, no lo hizo como el sistema formal
abstracto que es hoy, sino que se tuvo que conformar con explorar
modestamente esos conceptos o escenas conscientes preexistentes, la
sustancia de la que ya estaba hecha la mente del mono, y empezar
tímidamente a ponerles nombres: mío, tuyo, en, entre, ir, venir,
dar, tomar. Estas palabras y otras de naturaleza similar, que existen
en todos los idiomas con un sonido u otro, suelen ser las que tienen
unas raíces etimológicas más profundas, y también las que exhiben
unas estructuras más irregulares: un reflejo, tal vez, de que se
inventaron mucho antes de que el lenguaje fuera un sistema formal,
lleno de regularidades. Las
primeras palabras no inventaron conceptos: se limitaron a describir
los conceptos anteriores al lenguaje, sobre todo los más comunes o
importantes: los conceptos generados por la consciencia primaria de
un mono" (Javier Sampedro, Deconstruyendo a Darwin,
Crítica, Barcelona, 2002, p.p. 191-192).
Se
puede inferir entonces que una cosa es el pensar, esa formación de
escenas conscientes unitarias previa a los conceptos y otra cosa es
el pensamiento: la descripción de los conceptos anteriores al
lenguaje, el cual, obviamente, evolucionó en un sistema formal, en
los códigos e idiomas con los que ahora tratamos de expresar y
exponer lo que sentimos, conocemos y sabemos.
Luego
de lo anterior, Javier Sampedro explica lo del efecto Baldwin, con el
que, se me ocurre, se esclarece ese proceso de producir el pensar
desde el sentir:
"El efecto Baldwin
puede resumirse en una especie de slogan publicitario: lo
aprendido se hace instinto. O, con un poco más de
precisión: cuando un cerebro es capaz de aprender algo, el resultado
de ese aprendizaje acaba, generaciones después, formando una
estructura innata en el cerebro del recién nacido" (Javier
Sampedro, Deconstruyendo a Darwin, Crítica, Barcelona, 2002, p.
193).
Para
decirlo también en mis propias palabras, el repudio de la Naturaleza
al vacío y al desorden se traduce en el imperativo de todo organismo
por organizar y controlar su ámbito interno y externo y, al mismo
tiempo, dotar al cerebro con los mecanismos, procesos y funciones
mediante los cuales organizar lo que el organismo siente y que, en el
Homo-Humano, se convierte en sentir que siente y en darle sentido a
esos sentimientos, desarrollando habilidades simbólicas y semánticas
hasta inventar el lenguaje, que es lo verdaderamente asombroso: cómo
con un reducido número de signos -letras o números- se pueden hacer
combinaciones infinitas con sentido y significado para luego,
especular con todo ello en artes, ciencias, filosofías. Ese es el
gran invento, el gran mito y el gran misterio.
***
La
filosofía y las matemáticas son las disciplinas que se ocupan de
explorar, de experimentar y de descubrir, las posibilidades de los
códigos -lenguajes y matemáticas- para expresar el orden de aquello
que se siente como experiencia sensual o como experiencia abstracta o
aquello que se siente como experiencia imaginada.
La
física y la química, por su parte, se ocupan de explorar, de
experimentar y de descubrir la naturaleza, la composición y el
funcionamiento de la materia y de la energía y de expresarlo en los
códigos matemáticos y en los lenguajes e idiomas.
Las
ciencias biológicas, son las que se ocupan de explorar, de
experimentar y de descubrir, la naturaleza, la composición y el
funcionamiento de la materia y la energía con el fin de comprender
la vida y las expresiones de la vida.
Y
... en el principio, la poesía es la expresión de aquello que se
conoce con el sentir, paso previo a la asignación del sentido.
Con
todo lo anterior, se busca convertir la comprensión que alcanza cada
disciplina, ciencia y arte, en el saber que se almacena, acumula,
verifica y trasforma.
Como
tales, las filosofías, las ciencias y las artes, son los artefactos
inventados por los Homo-Humanos con el fin de desarrollar, organizar
y conservar la memoria de aquello a lo que se le ha asignado un
sentido y se lo ha convertido en saber.
Por
la otra parte, el cuerpo de los Homo-Humanos es un explorador y
experimentador del conocimiento que le proporcionan el placer y el
dolor. Y, a partir del desarrollo, organización, conservación y
evolución de ese conocimiento, provocar el desarrollo y la evolución
de la cultura y del saber.
El
saber sobre sí mismo, sobre los otros y sobre el mundo y sus
conexiones, relaciones y correspondencias con los otros y con el
mundo, parte del sentir y, a partir de allí, en sus conexiones,
relaciones y correspondencias con el pensar y el actuar.
***
Lo
que hace humano al Homo-Humano son los mecanismos cerebrales mediante
los cuales desarrolla la habilidad de codificar, es decir, de
inventar y desarrollar códigos, lenguajes, idiomas, etc. y, por
supuesto, pensar. Pensar a partir de lo que siente y de la conciencia
de que siente. Pensar, es anticipar, prevenir y reaccionar, mejor
dicho, diseñar el futuro en el tiempo y en el espacio, lo que, a su
vez, es el pensamiento. Y el pensamiento está en el código. Y el
espíritu, es el anhelo de futuro.
Si
el pensar es una función del cerebro, será aquella mediante la cual
se establecen en la mente "los mapas de significación"
para todas y cada una de las organizaciones de las sensaciones que el
cerebro realiza a partir de los sentidos o significados que asignan a
cada sensación. Para una explicación, sugiero la que proponen
Gerald M. Edelman y Giulio Tononi 1,
al igual que la lectura de los capítulos 14 y 15 del libro de Javier
Sampedro, Deconstruyendo a Darwin 2.
Dicen
Gerald M. Edelman y Giulio Tononi
"[...] La
consciencia primaria —la capacidad de generar una escena mental en
la que una gran cantidad de información diversa se integra con el
objetivo de organizar el comportamiento presente e inmediato— se da
en animales con estructuras cerebrales similares a las nuestras. Esos
animales parecen capaces de construir una escena mental, pero, a
diferencia de nosotros, tienen unas capacidades semánticas o
simbólicas muy limitadas, y carecen de verdadero lenguaje"
(Gerald M. Edelaman y Giulio Tononi, El universo de la conciencia.
Cómo la materia se convierte en imaginación, Crítica/Drakontos,
Barcelona, 2005, p. 127).
Es
entonces el proceso de elaboración y manejo de "los mapas de
significación" el que explique el proceso de pensar. El sentido
o significado de las sensaciones que van a conformar "los mapas
de significación" se elabora a partir de la reactividad al
placer y al dolor y, desde allí, a la elaboración y derivación de
señales, signos, códigos, concretos, imaginarios, simbólicos o
abstractos, para desarrollar los códigos y lenguajes con los que se
ordena, describe y explica lo que se siente y lo que se expresa de
ese sentir, mejor dicho, el pensamiento.
El
pensar y el pensamiento son la conclusión del proceso que se inicia
en el sentir, el que se expresa en el sentimiento y al que se le
asigna un sentido:
"Si hay algo en
nuestra, existencia que pueda ser revelador de nuestra pequeñez y
grandeza simultáneas, son los sentimientos.
Empieza a desvelarse la
manera en que dicha revelación llega a la mente. El cerebro utiliza
varias regiones específicas que trabajan en concierto para
representar una miríada de aspectos de las actividades del cuerpo en
forma de mapas neurales.
Esta representación es un compuesto, una imagen siempre cambiante de
la vida en acción. Los canales químicos y neurales que conducen al
cerebro las señales con las que puede pintarse este retrato de la
vida son tan específicos como la tela que las recibe. El misterio de
cómo sentimos es ahora un poco menos misterioso" (Antonio
Damasio, En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los
sentimientos, Crítica, Barcelona, 2009, p. 13).
Ahora
bien, lo que denomino "mapas de significación", es la suma
de lo que Antonio Damasio llama "mapas neurales", "mapas
sensoriales", "mapas mentales", "mapas
cerebrales" etc., los cuales se explican:
"Esto se consigue
mediante moléculas químicas transportadas en el torrente sanguíneo,
así como mediante señales electroquímicas transmitidas a lo largo
de rutas nerviosas. Diversos aspectos del proceso vital pueden
señalarse de esta manera en el cerebro y representarse allí en
numerosos mapas constituidos
por circuitos de neuronas localizadas en lugares específicos del
cerebro" (Antonio Damasio, En busca de Spinoza. Neurobiología
de la emoción y los sentimientos, Crítica, Barcelona, 2009, p. 40).
[...]
"Los animales más
sencillos carecen de las estructuras cerebrales necesarias para
representar, en forma de mapas
sensoriales, las transformaciones que se
producen en el cuerpo cuando tienen lugar reacciones emotivas, y ello
resulta en la sensación. Carecen también del cerebro preciso para
representarse la simulación anticipada de dichas transformaciones
corporales, lo que constituiría la base del deseo o la ansiedad"
(Antonio Damasio, En busca de Spinoza.
Neurobiología de la emoción y los sentimientos, Crítica,
Barcelona, 2009, p. 53).
Estos
"mapas" hacen parte del desarrollo evolutivo de la
maquinaria cerebral:
"La evolución
parece haber ensamblado la maquinaria cerebral de la emoción y el
sentimiento en entregas parciales. Primero fue la maquinaria para
producir reacciones ante un objeto o acontecimiento, dirigidas al
objeto o a las circunstancias: la maquinaria de la emoción. En
segundo lugar vino la maquinaria para producir un mapa
cerebral y después una imagen
mental, una idea, para las reacciones y para el estado
resultante del organismo: la maquinaria del sentimiento"
(Antonio Damasio, En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción
y los sentimientos, Crítica, Barcelona, 2009, p. 80-81).
En
fin, Antonio Damasio enfatiza:
"El rasgo distintivo
de los cerebros como el que poseemos los seres humanos es su
asombrosa habilidad para crear mapas.
La planificación es esencial para una gestión sofisticada, dado que
los mapas y la gestión de la vida se hallan estrechamente
relacionados, Cuando el cerebro genera mapas, se informa a sí mismo.
La información que se halla contenida en los mapas puede utilizarse
de manera no-consciente para guiar la conducta motora de forma
eficaz, una consecuencia de lo más deseable ya que la supervivencia
depende de que se tome la acción acertada. Pero cuando
los cerebros crean mapas están creando también imágenes, la
principal divisa de nuestra mente. La conciencia nos permite
percibir mapas como imágenes, manipular esas imágenes y aplicarles
el razonamiento.
Los mapas se construyen
cuando interactuamos con los objetos, por ejemplo, una persona, una
máquina, un lugar, desde el exterior del cerebro hacia el interior.
El término importante aquí, y nunca insistiré lo suficiente, es
interacción. Nos recuerda que generar mapas, algo que es
esencial, tal y como apuntamos antes, para mejorar las acciones, a
menudo se produce en principio dentro de un marco de acción. La
acción y los mapas , los movimientos y la mente, forman parte de un
ciclo interminable, una idea que Rodolfo Llinás ha sabido captar de
manera sugerente al atribuir el origen de la mente al control
cerebral del movimiento organizado [Rodolfo Llinás, I of the Vortex:
From Neurons to Self, Bradford Books, MIT Press, MA, 2001].
Los mapas se elaboran
también cuando recordamos objetos del interior de los bancos de
memoria de nuestro cerebro. La elaboración de mapas no se detiene
nunca, ni cuando dormimos, como lo demuestran los sueños. El cerebro
humano acota en mapas cualquier objeto que se halle situado en su
exterior, cualquier acción que ocurra fuera de él y todas las
relaciones que adoptan los objetos y las acciones, en el tiempo y el
espacio, relativas a cada uno y a la nave nodriza que es organismo,
el dueño exclusivo de nuestro cuerpo, cerebro y mente. El cerebro
humano es un cartógrafo nato y la cartografía comienza por acotar
en mapas el cuerpo en cuyo interior se asienta el cerebro"
(Antonio Damasio, Y el cerebro creó al hombre, Destino, Barcelona,
2010, p. 109).
Y
estos "mapas" son, como lo explica Antonio Damasio, las
imágenes, simples o complejas, que el cerebro elabora con los datos
que suministran los sentidos o que inventa con la imaginación con el
fin de organizar las sensaciones, su procesamiento y la asignación
de sentido o significado y de allí, al deseo y al sentimiento, a la
imaginación, al pensamiento y a la acción.
Otra
explicación distinta pero complementaria para estos "mapas",
la ofrecen Gerald M. Edelman y Giulio Tononi 3,
a la que remito a los interesados.
A
manera de curiosidad lúdica, invito a enterarse de las propuestas de
Giordano Bruno al respecto de imágenes, memoria, imaginación, etc.
y la interpretación actual sobre las mismas que he mencionado en
otros de mis escritos.
***
Según
todo lo anterior, la materia de un psiquismo naturalizado está en el
sentir que es el que da origen a la memoria y a los recuerdos
(memoria con sentimientos) y a la conciencia y a la emoción y al
sentimiento y al deseo y, desde allí, a la acción y a la
imaginación y al pensamiento y al anhelo (que es el espíritu) y a
la cultura, tal y como la describe Antonio Damasio:
"Aunque no estimo
que la consciencia sea el pináculo de la evolución biológica, creo
que es un gran hito en la vasta historia de la vida. Incluso cuando
apelamos a la descarnada definición del diccionario -conocimiento
que el individuo tiene de sí mismo y sus cambios, y del medio que lo
rodea y sus transformaciones- nos es fácil imaginar por qué la
consciencia allanó el camino de la evolución humana hacia una nueva
categoría de creaciones imposibles sin ella: religión, organización
política y social, artes, ciencias y tecnología. Quizás aún más
trascendental sea el hecho de que la consciencia sea la función
biológica crítica que nos permite conocer la pena o la alegría, el
sufrimiento o el placer, vergüenza u orgullo, y también condolernos
por amores o vidas perdidas. Sufridos individualmente u observados en
el prójimo, el pathos y el deseo son subproductos de la
consciencia. No podríamos conocer ninguno de estos estados
personales si no tuviéramos consciencia. No culpes a Eva por saber;
culpa a la consciencia, y dale las gracias" (Antonio Damasio,
Sentir lo que sucede. Cuerpo y emoción en la fábrica de la
consciencia. Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 2000, p.
20).
En
consecuencia, será la evolución biológica la que permita explorar
y explicar la naturaleza de lo que se denomino Homo-Humano, es decir,
de cómo el animal pasa de sentir que siente a pensar lo que siente y
así a darle sentido a todo, incluso al espíritu, o sea, a ese
anhelo de futuro del cuerpo, ese cuerpo que es el Homo-Humano, ese
con el que hace la cultura o, mejor, ese cuyas extensiones son la
cultura:
"El homo
sapiens gobierna el mundo porque es el único
animal que puede creer en cosas que existen puramente en su propia
imaginación, como los dioses, los estados, el dinero y los derechos
humanos" (Yuval Noah Harari, De animales a dioses, Debate,
Madrid, 2014).
Cultura
que es, a su vez, esa extensión de su cuerpo por medio de la cual se
propone la domesticación de la naturaleza, así como la de su propia
naturaleza y, paradójicamente, es también domesticado por la
naturaleza, como lo dice Yuval Noah Harari en su libro De animales a
dioses:
"Ciertamente, la
revolución agrícola amplió la suma total de alimento a disposición
de la humanidad, pero el alimento adicional no se tradujo en una
dieta mejor o en más ratos de ocio, sino en explosiones demográficas
y élites consentidas. El agricultor medio trabajaba más duro que el
cazador-recolector medio, y a cambio obtenía una dieta peor. La
revolución agrícola fue el mayor fraude de la historia.
¿Quién fue el
responsable? Ni reyes, ni sacerdotes, ni mercaderes. Los culpables
fueron un puñado de especies de plantas, entre las que se cuentan el
trigo, el arroz y las patatas. Fueron estas plantas las que
domesticaron a Homo sapiens, y no al revés" (Yuval Noah
Harari, De animales a dioses, Debate, Madrid, 2014, p. 98).
Y,
por todo ello y por donde quiera que se le mire, el Homo-Humano es el
resultado de un largo proceso de evolución y selección natural y
cultural, así como de otros procesos biológicos ... sin fin ni
finalidad:
"[...] a pesar de
las cosas asombrosas que los humanos son capaces de hacer, seguimos
sin estar seguros de nuestros objetivos y parecemos estar tan
descontentos como siempre. Hemos avanzado desde las canoas a los
galeones, a los buques de vapor y a las lanzaderas espaciales, pero
nadie sabe adónde vamos. Somos más poderosos de lo que nunca
fuimos, pero tenemos muy poca idea de qué hacer con todo ese poder.
Peor todavía, los humanos parecen ser más irresponsables que nunca.
Dioses hechos a sí mismos, con solo las leyes de la física para
acompañarnos, no hemos de dar explicaciones a nadie. En
consecuencia, causamos estragos a nuestros socios animales y al
ecosistema que nos rodea, buscando poco más que nuestra propia
comodidad y diversión, pero sin encontrar nunca satisfacción.
¿Hay algo más peligroso
que unos dioses insatisfechos e irresponsables que no saben lo que
quieren?" (Yuval Noah Harari, De animales a dioses, Epílogo,
Debate, Madrid, 2014, pp. 455-456).
Y,
para concluir, esos "dioses hechos a sí mismos", se han
empeñado, sin resultado positivo alguno, en negar su naturaleza
material:
"Para mí constituye
una grandiosa paradoja que buena parte del mundo científico aceptara
la teoría de Darwin para todo excepto para la evolución de la
sacrosanta mente humana, que de algún modo debía quedar a salvo de
la barbarie mecanicista de la selección natural. Porque si hay un
dispositivo biológico que apesta a adaptación darwiniana por todos
los poros, ése es precisamente la mente humana. Nuestra consciencia,
nuestra inteligencia y nuestra creatividad, en parte heredadas de los
primates, y en parte amplificadas en cadena por la invención
evolutiva del lenguaje, constituyen un caso escandaloso de adaptación
para el manejo casi instantáneo de informaciones muy complejas sobre
el mundo y sobre los demás individuos, una habilidad que sin duda ha
resultado crucial en el pasado de nuestro linaje. Nada en la
consciencia humana tiene sentido si no es a la luz de la adaptación
darwiniana por selección natural" (Javier Sampedro,
Deconstruyendo a Darwin. Los enigmas de la evolución a la luz de la
nueva genética, Crítica, Barcelona, 2002, p. 212).
Hasta
tal punto los Homo-Humanos pretenden negar su propia naturaleza que
por ello han querido exterminarse los unos a los otros.
Pero
esa es otra historia.
NOTAS
1
Gerald M. Edelaman y Giulio Tononi, El universo de la conciencia.
Cómo la materia se convierte en imaginación, Crítica/Drakontos,
Barcelona, 2005. Ver también: Gerald M. Edelman. Wider than the
sky. The phenomenal gift of consciousness. Yale University Press,
2004 .
2
Javier Sampedro, Deconstruyendo a Darwin. Los enigmas de la
evolución a la luz de la nueva genética, Crítica, Barcelona,
2002.
3
Gerald M. Edelaman y Giulio Tononi, El universo de la conciencia.
Cómo la materia se convierte en imaginación, Crítica/Drakontos,
Barcelona, 2005. Ver también: Gerald M. Edelman. Wider than the
sky. The phenomenal gift of consciousness. Yale University Press,
2004 .