10 de mayo de 2019

Cartas Abelardinas – 9



El Bosco, Jardín de las delicias, detalle.
https://www.elconfidencial.com/cultura/2014-07-25/de-quien-es-el-bosco_167647/

Cartas Abelardinas – 9

Si las culturas humanas presentan una apariencia de gran diversidad, es porque de las múltiples combinaciones de una selección restringida de rasgos culturares fundamentales puede surgir un número exponencial de formas culturales” (Stanislas Dehaene, El cerebro lector. Últimas noticias de las neurociencias sobre la lectura, la enseñanza, el aprendizaje y la dislexia, Siglo XXI, Buenos Aires, 2017, p. 359).

Medellín, viernes 10 de mayo 2019
Abelardo
Instintos, emociones, deseos y/o apetitos, sentimientos, pensamientos, esos son los distintos mecanismos cerebrales con los que identificamos y definimos nuestros comportamientos y conductas. Además y según la psicología, son los estados por medio de los cuales nos conocemos a nosotros mismos y conocemos todo aquello que nos es externo. Mejor dicho, somos, y todo lo que es lo es, porque sentimos. Hay que distinguir que para la psicología las emociones son estados y que para las neurociencias son funciones cerebrales.
No me explico cual es el problema de los filósofos, humanistas, psicólogos, sociólogos, antropólogos, etnólogos, con la evolución. Para ellos es imposible que la materia pueda producir seres humanos tal y como los conocemos y hasta desconocemos. Mejor dicho, les cuesta aceptar lo que son y hacen los humanos y que son el resultado de la evolución de la materia. El resto, esa inasible “materia” de los pensamientos, los sentimientos, el amor y tantas otras cosas no son otra cosa que lo que los humanos dicen que son, por más que traten de sostener eso de que el alma o el espíritu o la mente, son una sustancia diferente y “sobrenatural”.
Lo otro es aquello de que las emociones son muchas cosas a la vez y, a veces, ninguna, pues, a la hora de la verdad, las diversas expresiones que se llaman emociones también hacen parte de todo aquello llaman sentimientos, afectos, pasiones, amor, amistad, en fin, innumerables variedades de las emociones o de estados emocionales o de estados anímicos, en fin, sutilezas que afectan por igual lo que el cuerpo siente y lo que se dice de esos sentires. Y, por supuesto, el sentir y las emociones son el resultado de múltiples y complejas funciones cerebrales que generan estados psicológicos.
Pues resulta que todo ello es y una la misma cosa, sólo que lo que se pudiera considerar como la emocionalidad y lo mismo que la intencionalidad, son asuntos que para las ciencias sociales, humanistas y psicológicas son conceptos y definiciones de estados de ánimo. En cambio, para las neurociencias es el estudio de funciones cerebrales, entre otras cosas, muy complejas y variadas, como que el cerebro utiliza diversas estructuras y circuitos neuronales para distintas funciones, las que van desde la simple reacción a un estímulo que provoca placer o dolor o una emoción primaria. Reacciones que provocan estados de ánimo de alegría o satisfacción o plenitud, por el lado del placer. O que provocan miedo o ira o repugnancia, mejor dicho, el rechazo o repulsión a cualquier estímulo que provoque dolor en las estructuras sensoriales y cerebrales que perciben los estímulos que afectan el cuerpo, por ínfimo que este sea, esto por el lado del dolor.
Una vez se se produce el estímulo, las funciones cerebrales para las expresiones emocionales son tan diversas y variadas, así como lo son las intensidades con las que se siente y como son de diversos los objetos de los que se percibe y siente alguna sensación. Cuanto más complejo es el conjunto de estructuras y funciones cerebrales que intervienen en la sensación, más complejo será aquello que se siente: estados de ánimo de tal sutileza que se ha dado una identificación y definición a muchos de ellos. A su vez, de ahí se deriva la complejidad y variedad de los conceptos y definiciones de los estados de ánimo que estudian la psicología y las demás ciencias humanísticas y sociales.
hasta la más confusa de todas: el amor.
Pero las cosas han empezado a cambiar, a veces vertiginosamente, desde que las ciencias han desarrollado las herramientas adecuadas para estudiar los aspectos más complejos del cuerpo humano y sus comportamientos, tanto los evidentes como aquellos más sutiles y ocultos a la simple observación. Es así que el estudio del cerebro está desvelando “los misterios” de ese órgano del cuerpo hasta en su más mínima expresión.
Propongo un par de lecturas de iniciación en estos asuntos de las emociones y los sentimientos … inmanentes y trascendentes:
En 1996 el francés Joseph LeDoux, publicó su libro El cerebro emocional en un momento en el que filósofos, humanistas, psicólogos, sociólogos, antropólogos, etnólogos, etc. no se ponían de acuerdo sobre la naturaleza de las emociones y menos sobre los sentimientos, pasiones, en fin, sobre la propia naturaleza del sentir.
[…] los cimientos que forman las emociones son mecanismos neuronales que controlan las interacciones con el entorno, sobre todo las conductas encargadas de los problemas fundamentales de la supervivencia” (Joseph LeDoux, El cerebro emocional, Ariel, Buenos Aires, 1999, p. 138).
Por la misma época, Antonio R. Damasio, neurocientífico portugués que desde 1976 ha investigado y estudiado de manera especial las relaciones entre emociones, sentimientos y pensamientos y el procesamiento de decisiones, mejor dicho los mecanismos de la cognición y la supervivencia.
Las emociones proporcionan un medio natural para que el cerebro y la mente evalúen el ambiente interior y el que rodea al organismo, y para que respondan en consecuencia y de manera adaptativa” (Antonio R. Damasio, En busca de Spinoza, Neurobiología de la emoción , y los sentimientos, Crítica, Barcelona, 2009, p. 56).
El primero de sus libros, el que le atrajo una gran atención tanto de parte de la comunidad neurocientífica como en las demás ciencias humanas y, de manera destacada en el ambiente popular, fue El error de descartes. La razón de las emociones, porque en él confronta el dualismo cartesiano y afirma la evolución como la razón del desarrollo de las actividades y habilidades cerebrales que hacen a los humanos, tal como lo propondrá desde entonces y hasta su último libro, Y el cerebro creó al hombre. ¿Cómo pudo el cerebro generar emociones, sentimientos, ideas y el yo?
Y no son los únicos neurocientíficos que han estudiado estos asuntos, sólo que estos dos que sugiero leer son un buen material de iniciación para aquellos que disfrutan explorando sobre “los misterios” de la naturaleza humana y despejando supersticiones de conocimientos.
En fin, el asunto es para largo, pero de momento lo deja ahí. Como decía el viejo Alfred Hitchcock: “Felices sueños”.
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.



Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, charlando entre amigos sobre la y algunas novelas del siglo XIX

Lectura en grupo. https://elpais.com/elpais/2014/12/12/album/1418422523_273005.html Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, ch...