Henry
Otto Wix - 'View of Cuernavaca', watercolor, Smithsonian American Art
Museum.
https://commons.wikimedia.org/wiki/Category:Cuernavaca#/media/File:Henry_Otto_Wix_-_%27View_of_Cuernavaca%27,_watercolor,_Smithsonian_American_Art_Museum.jpg
Lectura
lúdica a
la
escritura de
Cien años de soledad-1
“El
momento del nacimiento” bajo el volcán
"Se diría que
espera usted encontrar la respuesta al enigma del universo".
(Henry James, Los
papeles de Aspern).
“Dos
cadenas montañosas atraviesan la República, aproximadamente de
norte a sur, formando entre sí valles y planicies. Ante uno de estos
valles, dominado por dos volcanes, se extiende a dos mil metros sobre
el nivel del mar, la ciudad de Quauhnáhuac (Cuernavaca, el nombre
náhuatl de la población era Quauhnáhuac)”.
(Malcolm
Lowry, Bajo el volcán. Tusquets, Barcelona, 1997, p. 23).
Iván
Rodrigo García Palacios
Los
tiempos del mito y de las leyendas en la escritura de Cien años de
soledad son tres, el primero, la gestación, el segundo, “el
momento del nacimiento” y, el tercero, el de la escritura. Del
primero, se sabe que fueron diez y ocho años desde que en 1948
Gabriel García Márquez escribiera ese mamotreto de manuscrito
titulado La Casa cuando apenas empezaba su formación como periodista
y escritor en el periódico El Universal de Cartagena de Indias, bajo
la tutela de Clemente Manuel Zabala y Gustavo Ibarra Merlano 1,
mamotreto que cargó consigo por todo el mundo en una historia de
peripecias asombrosas y que terminó destruido en México una vez
escribió Cien años de soledad.
El
segundo tiempo, “el momento del “nacimiento”, ha sido motivo de
múltiples mitos, leyendas y versiones, el último de los cuales se
debe a Carlos Fuentes en su discurso en el homenaje en Cartagena a
Gabriel García Márquez en sus ochenta años y por los cuarenta años
de la publicación de Cien años de soledad, el 24 de abril 2007.
El
tercer tiempo es el de la escritura, la que duró algo así como año
y medio, según diferentes versiones y de la que ahora se comienza a
tener mayor información, gracias a que los archivos personales de
Gabriel García Márquez están depositados y abiertos al público en
el Harry Ransom Center en Austin (Texas) 2
y de los que el profesor de Harvard, Álvaro Santana Acuña ha
empezado a publicar algunos artículos periodísticos como anticipo
de la publicación de su próximo libro sobre Gabriel García Márquez
y Cien años de soledad, Acent to Glory 3.
Como podrá verse, algunos de los datos publicados por Álvaro
Santana Acuña sobre la escritura de la novela, coinciden con algunos
de los que deduje en mis escritos de 2007: Desde las entrañas de
Bajo el volcán a los furores de Cien años de soledad y Mitos y
leyendas sobre cien años de soledad y los cuales me sirven ahora de
soporte para esta Lectura Lúdica 4.
Queda
pendiente la investigación a la correspondencia que Carlos Fuentes y
Gabriel García Márquez intercambiaron durante el tiempo de la
escritura, cuando Carlos Fuentes se radicó en Europa y la cual se
encuentra depositada en la Universidad de Princeton, Estados Unidos,
es de suponer que en ella debe haber la mayor información sobre el
proceso y la carpintería de esa escritura. Así que por ahora solo
queda la posibilidad de imaginar.
Pero,
lo que ahora me interesa es hacer la Lectura lúdica al segundo
momento y tratar de reconstruir, con la información ya publicada y
con la imaginación, ese cuento del momento en el cual, según los
mitos y leyendas, surgió en el cerebro de Gabriel García Márquez
la seguridad de que ya podía escribir la novela que llevaba gestando
por diez y ocho años.
Para
realizar esta exploración forense voy a utilizar lo que dijo Carlos
Fuentes en su discurso 5
en el homenaje que se le ofreciera a Gabriel García Márquez en
Cartagena con motivo de sus ochenta años y de los cuarenta años de
la publicación de Cien años de soledad.
Lo
primero que hay que decir es que Carlos Fuentes es un referente
válido y de confianza, ya que estuvo allí cuando sucedió, tal y
como él lo cuenta, pues era amigo íntimo de Gabriel García Márquez
y de su esposa Mercedes Barcha, hasta el punto de la complicidad
juguetona con la que urdieron los mitos y leyendas de la escritura de
Cien años de soledad. Pero también hay que decir que otra de las
versiones sobre ese momento es la de Mercedes Barcha, que también
estuvo allí y participó activamente en el invento de esos mitos y
en el momento del “nacimiento” de Cien años de soledad.
La
versión de Mercedes Barcha es la más más antigua de las dos y por
ello la más conocida, hasta el punto de que de ella se han derivado
otras versiones. También, Gerald Martín, el biógrafo al que
Gabriel García Márquez autorizó para entrevistarlo y escribir su
biografía, da cuenta de esas versiones, las que contrasta con otras
para insinuar la más probable 6.
La
versión de Carlos Fuentes apenas se dio a conocer en su discurso del
24 de abril de 2007 y es la que me interesa para realizar esta
Lectura Lúdica. He aquí la sección de ese discurso que voy a
diseccionar y de la que voy a tratar de mostrar los referentes
literarios que fueron usados para su elaboración:
“Se ha dicho que en México Kafka
sería un escritor costumbrista y en los años sesenta una de las
leyes del Castillo determinaba que los extranjeros debían renovar
cada seis meses su residencia y hacerlo no en México, sino
—amuélense todos— en un consulado mexicano del extranjero. Esto
significaba que Gabriel debía viajar dos veces al año para renovar
su permiso de residencia —Kafka puro, les digo— y como tanto él
como yo pasábamos por una temporada de aguda aerofobia —determinada,
en mi caso, por la trágica muerte de Gaitán Durán en la
Martinica—, íbamos por carretera a Acapulco, donde Gabo tomaba un
vapor inglés de la P. and O. (homenaje sin duda a su admirado
Somerset Maugham) y viajaba a Panamá, obtenía la visa y regresaba a
México.
Recuerdo estos viajes porque en uno de
ellos Gabriel García Márquez se transformó. Lo miré y me asusté.
¿Qué había ocurrido? ¿Nos habíamos estrellado contra un
implacable autobús de la línea México-Chilpancingo-Acapulco? ¿Nos
habíamos derrumbado por los precipicios del Cañón del Zopilote?
¿Por qué irradiaba una beatitud improbable el rostro de Gabo? ¿Por
qué le iluminaba la cabeza un halo propio de un santo? ¿Era culpa
de los tacos de cachete y nenepil que comimos en una fonda de Tres
Marías?
Nada de esto: sin saberlo, yo había
asistido al nacimiento de Cien años de soledad, ese instante de
gracia, de iluminación, de acceso espiritual, en que todas las cosas
del mundo se ordenan espiritual e intelectualmente y nos ordenan:
«Aquí estoy. Así soy. Ahora escríbeme».
Porque en esa época, él y yo
fabricábamos guiones de cine, demostrando nuestra verdadera vocación
cuando nos deteníamos horas en colocar una coma o en describir el
portón de una hacienda. Es decir: nos importaba lo que se leía, no
lo que se veía. Por eso, semanas más tarde, echados en la eterna
primavera del césped de mi casa en el barrio de San Ángel, Gabo
pudo preguntarme:
—Fontacho, ¿qué vamos a hacer?
¿Salvar al cine mexicano o escribir nuestras novelas?
La suerte estaba echada. Yo me fui a
Europa por segunda vez”.
[...]
"Yo regresé a Europa en 1966 y
me instalé en un "palazzo" veneciano para ver que se
sentía al ser Henry James, aunque sin esperanzas de emularlo. Fue
una temporada de intenso intercambio epistolar con los amigos, en
aquella época anterior -muy anterior. al fax, al e-mail".
"Gracias a ello, conservo un
maravilloso correo con Gabo en los momentos de la redacción de Cien
años de soledad. Yo sabía que él dejó sus empleos, le pidió a
Mercedes que llenara el refrigerador, echó candado a su casa y se
sentó a escribir un proyecto -me dijo- que le tomó madurar
diecisiete años y redactar catorce meses" 7.
Las
otras partes del discurso también ofrecen referencias e información
de mucha importancia para explicar la historia de la escritura de
Cien años de soledad, pero, por ahora me interesa únicamente contar
el cuento de esos mitos y leyendas del “nacimiento”, los que
fueron tejidos por Gabriel García Márquez, su esposa Mercedes
Barcha y su amigo Carlos Fuentes, quizás con el fin de obviar las
obvias preguntas de los periodistas y académicos y, a su vez,
ofrecer un relato más mítico y literario que una prosaica
respuesta.
Pues
bien, el fragmento citado se corresponde con la narración y
explicación de aquel momento excepcional o casi sobrenatural del
nacimiento de la novela misma y sus consecuencias. Esa narración y
explicación la divido en tres partes. La primera, en la que se crea
un contexto y un estado de cosas. La segunda, en la que se narra el
momento del suceso. Y, la tercera, en la que se anticipan las
consecuencias que llevan a la escritura de la novela, las que luego
son narradas y explicadas en el resto del discurso.
La
primera frase del relato y de la explicación presenta a Kafka como
referente y motivo en la ambientación del mito, pero, también y lo
más asombroso, señala y desvela el enigma del autor y de los textos
del palimpsesto a partir de los que se va a elaborar ese mito y
leyenda y ellos son, Malcolm Lowry, su novela Bajo el volcán, sus
cartas y la historia de sus estancias en México. Más adelante
explico la más directa conexión con esos asuntos.
Resulta
que en la primera estancia de Malcolm Lowry en México, en 1937, le
escribe una extraña y desesperada carta a John Davenport y en ella
le dice:
"Es la perfecta situación
kafkiana" 8.
Carlos
Fuentes continúa con la explicación del motivo que provoca el
evento y momento que darán origen al “nacimiento” de Cien años
de soledad. Y comienza por señalar la obligación y necesidad que
Gabriel García Márquez tenía de viajar a renovar el visado de
permanencia en México, pero resulta que esa situación también ya
había sido vivida y contada antes por Malcolm Lowry y es reproducida
de forma casi literal de su ya mítica carta a Ronald Paulton, del 15
de junio de 1946. He aquí el fragmento de esa carta que utiliza
Carlos Fuentes:
“A comienzos de la primavera de 1938
regresé nuevamente a Acapulco. Como en aquella época mi condición
legal era la de “rentista”y ya había obtenido una ampliación
del visado original, tarjeta de turista o lo que fuera, pedí una
prórroga y mal aconsejado, según creo recordar, de que debía
obtenerla ahí, por ser el puerto de ingreso original en el país y
también por que pensaba embarcarme en un barco de la Panamá
Pacific Line, me dirigí a Acapulco. Solicité esa prórroga y
entonces me dijeron, después de muchas dilaciones, que era necesario
obtenerla en la ciudad de México” 9
Lo
primero que puede puede verse, evidentemente, es
que el homenaje de admiración no
es para Somerset Maugham, sino para Malcolm Lowry, una
forma de ocultar al autor de las referencias reales que se
usaron
para narrar y explicar ese momento extraordinario
en el que se produce “el nacimiento” de Cien años de soledad,
como paso a mostrar.
Para
empezar con lo de las conexiones. El
biógrafo de Malcolm Lowry, Douglas Day, cuenta que Lowry también
había sido “impactado” por “el encanto” de Cuernavaca en
1937, en su primera estancia en México, lo que desató la escritura
de Bajo el volcán 10.
En
su discurso, Carlos Fuentes, narra y explica ese
“momento del nacimiento” de Cien años de soledad a partir de
seis preguntas, cuyas referencias
y respuestas se pueden
encontrar en
Bajo el volcán, la novela de Malcolm Lowry cuyo
escenario es Cuernavaca, tal es
el caso en
los capítulos I, en el que se recuerda el motivo y pormenores de un
viaje y III, en el que se
describen los estados de ánimo y el paisaje del lugar durante
el viaje de El Consul, Geofrey
Firmin, a Parián,
todo lo cual se corresponde con lo sucedido a Gabriel García Márquez
en aquel momento.
En
primer lugar, el recuerdo del viaje:
"[...] recordó aquel viaje en
auto con Yvonne y el Cónsul a lo largo del lecho del lago, antaño
cráter de un inmenso volcán, y nuevamente contempló un horizonte
desvanecido en el polvo, los autobuses que zumbaban en medio de las
tolvaneras" 11.
Pasa
luego a identificar el lugar en donde se produce “el evento”, “la
fonda de Tres Marías”, en la que también puede notarse la
referencia y la relación con lo del auto familiar en la versión de
Mercedes Barcha y el auto en Bajo el volcán. Hay que anotar que en
la versión de Mercedes Barcha ese viaje de Gabriel García Márquez,
con ella y los niños a unas vacaciones en Acapulco, se realiza en el
carro familiar, un Opel blanco y que él es el conductor. El vehículo
en el que viajan Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez no se
identifica, pero debió ser un autobús como más adelante se
muestra, pues, de acuerdo al relato, ninguno de los dos es el
conductor:
"Bajando por las curvas de Tres
Marías en el Plymouth, viendo allá abajo en la lejanía la ciudad
entre la bruma, y luego la ciudad misma, los hitos, tu alma pasó
arrastrándose junto a ellos como si pendiera de la cola de algún
caballo desbocado- cuando volviste aquí…" 12.
Y
debió ser un autobús porque así lo dice en Bajo el volcán, en
donde además se cuenta lo de los riesgos que se enfrentan y que
pudieron ser la causa del estado de pasmo de Gabriel García Márquez
en aquel momento como lo dice Carlos Fuentes:
"Autobuses de extraños nombres
-procesión proveniente de caminos vecinales- rozándoles avanzaban
en dirección contraria [...]" 13.
Falta
la correspondencia y la explicación para lo de “del Cañón del
Zopilote”, como llaman en México a los buitres y también saber el
por qué esas aves carroñeras hacen parte del mito. Claro que en
Bajo el volcán también hay algunas menciones “al Cañón de los
Lobos”, pero ese es un delirio de El Consul:
"[…] Incluso aquellos, pensó
Hugh, que sin esfuerzo flotaban, elegantes, en el cielo azul por
encima de sus cabezas: los buitres, "zopilotes", que sólo
esperan la ratificación de la muerte" 14.
En
su carta a Jonathan Cape, Malcolm Lowry, lo desvela:
"En cuanto a los "zopilotes,
los buitres, añadiría que son mucho más que aves de cartón: en
este lugar son una realidad; uno de ellos, por cierto, me observa
mientras escribo y su mirada nada tiene de placentero: revolotean a
lo largo de todo el libro y en el capítulo IX se convierten en un
arquetipo, como el águila de Prometeo" 15.
Y,
finalmente, la explicación al estado de pasmo de Gabriel García
Márquez, según Carlos Fuentes:
[…] ese instante de gracia, de
iluminación, de acceso espiritual, en que todas las cosas del mundo
se ordenan espiritual e intelectualmente y nos ordenan: «Aquí
estoy. Así soy. Ahora escríbeme».
La
respuesta es de Malcolm Lowry:
"En sus labios iba y venía una
tenue y tranquila sonrisa que de cuando en cuando se paseaba con
movimiento imperceptible como si, a pesar de los tumbos, el bamboleo
y las sacudidas que sin interrupción impelían a unos contra otros,
estuviese resolviendo un problema de ajedrez o recitando algo para
sí" 16.
Después
de estos eventos, Carlos Fuentes pasa a exponer las consecuencias por
las que él regresa a Europa y Gabriel García Márquez se encierra a
escribir Cien años de soledad. Y, con ello, a desvelar “el
misterio” del origen de todo este cuento.
Es en este punto donde
se muestra la conexión de todo este cuento con la “fabricación de
guiones de cine”, y se explican las referencias a Malcolm Lowry, su
novela, su correspondencia y su biografía, lo que dará origen al
mito y a la leyenda del “nacimiento” de Cien años de soledad y,
posteriormente, al palimpsesto de la escritura misma de la novela,
pero ese es un cuento para luego.
Esa
época de la que habla Carlos Fuentes, es la de cuando el productor
de cine mexicano Luis Barranco compró los derechos para realizar una
versión cinematográfica de Bajo el volcán, la última de tantas
que se habían tratado de realizar desde 1957, incluida la de Luis
Buñuel y de las que sólo se realizó la de John Huston. Luis
Barranco le encargó la escritura del guión a Gabriel García
Márquez, quien ya era reconocido como guionista en México 17.
Estos eventos debieron sucederse con posterioridad a la publicación
de la traducción de Bajo el volcán al español en 1964 y de la
publicación del número especial de la revista de la Universidad de
México dedicado a Malcolm Lowry y a su obra, en noviembre de ese
mismo año 18.
Entonces,
eso explica el por qué hacer un guión para “crear” el mito del
extraordinario “nacimiento” de Cien años de soledad.
Carlos
Fuentes se fue a Europa y lo que dijo a continuación en su discurso
cuenta sobre los palimpsestos literarios a partir de los que se
inventa y se narra ese mito y, lo más especial, quien es “la
autora” que urdió ese invento.
De
aparente manera casual, Carlos Fuentes dice:
“[…] me instalé en un "palazzo"
veneciano para ver que se sentía al ser Henry James, aunque sin
esperanzas de emularlo”.
¿Cual
podría ser ese “palazzo veneciano” y al mismo tiempo ser Henry
James? Pues son el “palazzo veneciano” y el personaje de Jeffrey
Aspern, ese poeta inglés del que la búsqueda de sus manuscritos
perdidos constituye el misterio que se va a resolver en la novela de
Henry James, Los papeles de Aspern y que, por supuesto, también
señala a “la autora” de todo ese mito y leyenda ya en el primer
párrafo de la novela:
"La única idea fecunda en todo
el asunto surgió de los labios amigos de mistress Prest, a la cual
había confiado el secreto. Ella fue quien urdió la estratagema y
aflojó el nudo gordiano. En las mujeres no suele suponerse el don de
elevarse a una visión amplia de un problema cualquiera. Sin embargo,
desarrollan a veces con singular serenidad planes tan audaces como
pudiera concebirlos un hombre" 19.
Y quién otra que la
misma Mercedes Barcha es la única “mistress Prest” en todo este
cuento. Con razón, Carlos Fuentes dijo que no tenía esperanzas de
emularlo, la explicación es obvia.
A partir de aquí,
Gabriel García Márquez emprende la escritura de Cien años de
soledad. Un proceso que se prolongará por diez y ocho meses y sobre
el que también existen algunos mitos y leyendas, así como mucha
ilustración.
Notas
1Gustavo
Arango, Un ramo de no me olvides. García Márquez en El Universal,
2https://hrc.contentdm.oclc.org/digital/collection/p15878coll73
3
https://www.theatlantic.com/entertainment/archive/2017/05/one-hundred-years-of-solitude-50-years-later/527118/
https://www.almendron.com/tribuna/la-soledad-multitudinaria-de-garcia-marquez/
https://sites.utexas.edu/ransomcentermagazine/2017/05/23/una-historia-de-cien-anos-de-soledad-a-traves-de-sus-documentos/#more-19035
https://www.nexos.com.mx/?p=20655
http://www.es.lapluma.net/index.php/articulos/cultura/literatura/9652-2017-05-30-23-01-08.html
4garciamarquez.blogspot.com/2008/08/desde-las-entraas-de-bajo-el-volcn-al_7685.html
http://mitosyleyendasobrecienaosdesoledad.blogspot.com/
5Carlos
Fuentes, Para darle nombre a América, homenaje, Cien años de
soledad, edición conmemorativa, RAE, 2007.
6
Gerald Martin, Gabriel García Márquez, Una vida, Debate, Bogotá,
2009, pp. 336-337: “Después de estas visitas inesperadas de
tierras lejanas y las buenas nuevas que trajeron consigo, García
Márquez decidió llevar a su familia a pasar unas breves vacaciones
a Acapulco el fin de semana siguiente, tras la larga ausencia
durante el rodaje en Pátzcuaro. La carretera a Acapulco es una rúa
tortuosa, llena de recodos y curvas estremecedoras, y García
Márquez, que siempre ha sido un conductor apasionado, estaba
disfrutando dé lo lindo al volante de su pequeño Opel blanco
recorriendo el paisaje cambiante de la carretera, mexicana. A menudo
ha dicho que conducir es una habilidad en cierta medida automática,
que sin embargo exige concentrarse mucho, lo cual le permite
abstraerse y pensar en sus novelas. No llevaba mucho tiempo
conduciendo aquel día cuando, «de la nada», la primera frase de
una novela se le presentó en su cerebro. Tras ella, invisible pero
palpable, estaba toda la novela, como si le fuera dictada —se la
trasvasaran— desde arriba. Fue tan poderoso e irresistible como un
hechizo. La fórmula secreta de la frase se hallaba en el punto de
vista y, por encima de todo, en el tono: «Muchos años después,
frente al pelotón de fusilamiento...». García Márquez, como
sumido en un trance, se hizo a un lado de la carretera, dio media
vuelta con el Opel y tomó rumbo de nuevo hacia Ciudad de México. Y
entonces...
Parece
una lástima intervenir en este punto del relato, pero el biógrafo
se siente obligado a señalar que ha habido versiones distintas de
este episodio (como ocurre con tantos otros), y que el que acaban de
leer lisa y llanamente no puede ser cierto, o cuando menos no puede
adquirir el carácter milagroso que la mayoría de quienes lo narran
han dado a entender. Las distintas versiones varían en cuanto a si
lo que oyó García Márquez fue la primera frase o sólo lo asaltó
la imagen de un abuelo que llevaba a un niño a descubrir el hielo
(o, de hecho, a descubrir algo más). Sea cual sea la verdad, desde
luego ocurrió algo misterioso, por no decir mágico.
La
versión clásica, recién interrumpida, nos ofrece a un García
Márquez que da media vuelta con el coche en el preciso instante en
que oye la frase en su cabeza y cancela perentoriamente las
vacaciones familiares, que conduce de regreso a Ciudad de México y
empieza la novela en cuanto llega a casa. Otras versiones nos lo
muestran repitiéndose aquellas líneas y reflexionando acerca de
sus posibles implicaciones mientras conduce, luego elaborando
profusas notas cuando llega a Acapulco, y empezando la novela
propiamente cuando regresa a la capital. Desde luego, ésta es la
más convincente de entre las distintas alternativas; en cualquier
caso, en todas las versiones las vacaciones se truncan y los niños
y la sufrida Mercedes (sin alcanzar a imaginar siquiera cuánto le
quedaba aún por sufrir) no tuvieron más remedio que tragarse su
desilusión y esperar a las siguientes vacaciones, una ocasión que
tardaría largo tiempo en llegar”.
7Carlos
Fuentes, Para darle nombre a América, homenaje, Cien años de
soledad, edición conmemorativa, RAE, 2007 (609 p.), p. XXI.
8Carta
publicada en la Revista de la Universidad de México, XIX, 3, nov.
de 1964, p. 29. Citada por: Douglas Day, Malcolm Lowry. Una
biografía, Fondo de Cultura Económica, México, 1983, p. 26-266:
9
Malcolm Lowry, El volcán, el mezcal, los comisarios …,
Tusquets, Barcelona, 1984, p. 74.
10
Douglas Day, Malcolm Lowry, una biografía, Fondo de Cultura
Económica, México, 1983, pp. 244-245. "Más allá del hotel,
al norte, estaba la gran "Selva" que en tiempos de los
aztecas había recibido el nombre de Cuernavaca (el nombre náhuatl
de la población era Quauhnáhuac) [...] Los alrededores eran
espectaculares, aunque la casa no lo fuera; y el terreno era
propicio para Lowry, el eterno simbolista: era como un palacio en
ruinas sobre la superficie de la tierra, las mágicas montañas a lo
lejos, alzándose como el Monte del Purgatorio hacia el cielo, y a
los pies, aparentemente sin fondo y efectivamente feculento, el
abismo [...] Pero si Lowry había estado buscando el bosque de
símbolos de Baudelaire, con sus innumerables correspondencias,
jamás podría haber encontrado un lugar más apropiado que
Cuernavaca. Empezó a escribir casi de inmediato".
"En
cosa de unas semanas había terminado ya un cuento que decidió
llamar Bajo el volcán. Estaba dividido en tres partes iguales y
tenía cerca de 7.000 palabras"
11Malcolm
Lowry, Bajo el volcán, Tusquets, Barcelona, 1997, p. 31.
12Malcolm
Lowry, Bajo el volcán, Tusquets, Barcelona, 1997, p. 113.
13Malcolm
Lowry, Bajo el volcán, Tusquets, Barcelona, 1997, p. 274.
14Malcolm
Lowry, Bajo el volcán, Tusquets, Barcelona, 1997, p. 288.
15Malcolm
Lowry, el volcán, el mezcal, los comisarios, Tusquets, Barcelona,
1984, p. 54.
16Malcolm
Lowry, Bajo el volcán, Tusquets, Barcelona, 1997, pp. 271-272.
17Julius
Neelley, Persiguiendo el volcán, Revista Quimera No. 53, Barcelona,
p. 81.
18Revista
de la Universidad de México, vol. XIX, número. 3, noviembre de
1964
19Henry
James, Los papeles de Aspern, Fabula-Tusquets, Barcelona, 2001, p.
9.