LECTOR LUDI-51
"La iluminación camino de Cuernavaca"
y el nacimiento de Cien años de soledad
Por Iván Rodrigo García Palacios
Al fin pude encontrarle una relación lógica y real a la frase del discurso de Carlos Fuentes en el homenaje, en Cartagena, abril de
Dijo Carlos Fuentes:
"[...] los tacos de cachete y nenepil que comimos en una fonda de Tres Marías" (2)
Resulta que Tres Marías es un pequeño pueblo que queda unos kilómetros antes de Cuernavaca, cuando se viaja por carretera de Ciudad de México hacia Acapulco.
Coincide, como ya lo había escrito, con la misma anécdota que cuenta Mercedes Barcha sobre el momento de la iluminación de su esposo en el nacimiento de Cien años de soledad, ocurrido durante un paseo familiar a Cuernavaca. Anécdota similar de otros testigos, es citada por Dasso Saldívar (3).
Se podría afirmar qué si coinciden los datos de la misma anécdota contada por personas diferentes, el suceso que las origina tiene un fundamento lógico y real. Si. Ese es uno de los métodos de comprobación que utilizan los estudiosos de la historia, la literatura y otras disciplinas.
Se puede decir entonces que la reiterada coincidencia de varios testigos sobre el momento y la localización exacta del lugar del nacimiento de Cien años de soledad en Cuernavaca, más que afirmar la ocurrencia real del evento en ese sitio, así como al evento mismo, a lo que se refiere es a un asunto relacionado pero de otra naturaleza.
Para el caso, lo que cuentan los testigos no es tanto la ocurrencia del evento sino de la conexión de este con las causas que lo originaron: Cuernavaca + Malcolm Lowry + Bajo el volcán = nacimiento de Cien años de soledad.
Con este tipo de juegos herméticos se trata de encriptar una referencia particular por medio de alusiones cuyas claves, una vez se descifra el asunto, son claras y obvias, así no se diga nada de los motivos por los cuales se le quiere ocultar. Lo que conduce a otra condición: este tipo de ocultamiento se hace para compartir un secreto con otros iniciados, así como el reconocimiento de que el asunto, tarde que temprano, será descubierto y que no es un secreto indecible.
Sobre esto ya escribí antes. Sin embargo, para descubrir ese secreto y los motivos por los cuales Gabriel García Márquez y Carlos Fuentes quieren mantener el ocultamiento, habrá que esperar hasta que se levante la reserva sobre “el correo” entre ellos.
“Correo” que, como lo muestra la breve cita que hace Carlos Fuentes, muestra a un Gabriel García Márquez en el mismo estado en el que Malcolm Lowry se sintió en su momento: poseído por la escritura y su obra.
Esto es lo que dice la carta de Gabriel García Márquez a Carlos Fuentes:
“[…] jamás he trabajado en soledad comparable, no siento más punto de referencia que, quizás, Rabelais, sufro como un condenado poniendo a raya la retórica, buscando tanto las leyes como los límites de lo arbitrario, sorprendiendo a la poesía cuando la poesía se distrae, peleándome con las palabras”.
“A veces me salta el pánico de no haber dicho nada a lo largo de quinientas páginas; a veces, quisiera seguir escribiendo el libro el resto de mi vida, en cien volúmenes, para no tener más vida que esta…” (4).
Las mismas quejas y el mismo estado de agonía y éxtasis que manifiesta Malcolm Lowry en sus cartas, al igual que en los testimonios de quienes se relacionaron con él durante los casi nueve años que estuvo escribiendo y reescribiendo Bajo el volcán y otras de sus obras, tal y como lo cita Douglas Day en los capítulos V y VI, de su biografía. Cartas y testimonios que ya habían sido publicados, tanto en inglés como en versiones en español, para 1964 (5).
¿Coincidencias? Todavía no se puede saber, lo que si se puede afirmar ahora y sin ninguna duda, es que tanto la anécdota como las palabras de Carlos Fuentes, son el reconocimiento encriptado a la deuda de Gabriel García Márquez con Malcolm Lowry y su novela Bajo el volcán.
GGM Y
Voy a contar otra historia más que conecta a Gabriel García Márquez con Malcolm Lowry y su novela Bajo el volcán.
Desde los años cincuenta y antes de la muerte de Malcolm Lowry, en 1957, existía en el Hollywood cinematográfico interés por realizar la versión cinematográfica de Bajo el volcán, interés al que no fueron ajenos los mismos productores mexicanos.
El primero en manifestar este interés fue Orson Wells, quien quiso reunirse con Lowry, sin lograrlo. Otros de los interesados fueron: John Ford, así como unos productores alemanes a través de Clemensten Holder y unos años más tarde el director José Quintero.
Pero sólo fue hasta 1962, ya estando radicado Gabriel García Márquez en Ciudad de México, cuando Margerie, la esposa de Malcolm Lowry, le vendió al actor Zachary Scoott los derechos cinematográficos de Bajo el volcán, a lo que sigue una historia de veinte años de dilaciones causadas por las condiciones impuestas por Margerie sobre el guión y el guionista. Historia que culmina con la versión de John Huston.
Pero, antes que concluya esa historia, en ella se va a involucrar también a Gabriel García Márquez.
Luego de la muerte de Zachary Scoott, su esposa, Ruth Ford, vendió los derechos a dos productores franceses, Robert y Ramond Hakim, quienes habían sido los productores de Belle do Jour, la famosa película de Luis Buñuel, al que consideraban el más adecuado para realizar la versión de Bajo el volcán, dada la admiración del director español por la novela de Malcolm Lowry, a la que ya le había hecho un homenaje en su película Los olvidados (1950). Margerie rechazó al actor propuesto por Buñuel para representar el papel del Cónsul, por lo que se descartó que Buñuel dirigiera la película.
En la puja que siguió por la realización de la versión cinematográfica de Bajo el volcán, se sumaron muchos grandes directores, entre ellos: Alan Bridges, Joseph Losey, Tony Richardson, Ken Rusell, Joseph Stricky, Anthony Harvey.
Sin embargo, en algún momento que desconozco, fue el productor mexicano Luis Barranco quien obtuvo esos derechos y para quien, por razones que no se conocen pero que presiento, Gabriel García Márquez "tenía que ser el guionista". Barranco, que quería a Paul Leduc como director, tampoco logró realizar el proyecto (6).
Ese presentimiento lo sustento en que Luis Barranco bien sabía que Gabriel García Márquez era un guionista y escritor reconocido por los cineastas mexicanos, pero, más extraño aun, que Luis Barranco debió estar al tanto del secreto y sabía que él era un conocedor y admirador de la obra de Malcolm Lowry y, en especial de su novela Bajo el volcán. Estoy averiguando las fechas en las cuales se sucedieron estos eventos, porque sería más asombroso todavía que coincidieran con algún momento entre 1964 y 1967.
Para 1962 Gabriel García Márquez ya estaba radicado en Ciudad de México y ya se relacionaba con los intelectuales y cineastas mexicanos, incluidos los españoles del exilio, entre quienes debió ser notoria la expectativa por las intrigas que se sucedían en el Hollywood cinematográfico alrededor de la realización de la versión cinematográfica de Bajo el volcán y en especial por parte de Luis Buñuel, también radicado en México, quien, como ya dije, era un viejo conocedor y admirador de la novela de Malcolm Lowry y con antecedentes en el asunto.
Consecuentemente y además de lo anterior, debió ser notable el interés que despertara entre los intelectuales, cineastas mexicanos y españoles expatriados, tanto la historia como la obra de Malcolm Lowry, porque para esa época las publicaciones culturales y universitarias empezaron a publicar sus cartas y escritos inéditos, así como ensayos sobre su vida y obra.
Por ejemplo,
Toda esta expectativa alcanzó su más alto grado en 1964, cuando Editorial Era publica la primera versión castellana de Bajo el volcán, en la traducción de Raúl Ortiz y Ortiz.
¿Extraño? Justo un año antes que ocurriera “la iluminación camino de Cuernavaca" y que Gabriel García Márquez iniciara la escritura de Cien años de soledad.
ADULTERIO, INCESTO...
Para continuar abundando en datos, conexiones y relaciones entre Cien años de soledad y Bajo el volcán, quiero ahora añadir dos más. Uno que apenas insinúe en mi escrito anterior y otro que había dejado de lado del discurso de Carlos Fuentes cuando menciona a Somerset Maugham.
En mi escrito anterior había dicho que los pecados y las culpas que se cometen y castigan en Bajo el volcán y en Cien años de soledad, eran el adulterio y el incesto, respectivamente.
Me encuentro ahora en la biografía escrita por Douglas Day que en ese cuento, escrito por Malcolm Lowry y terminado en Cuernavaca a mediados de 1937, titulado Bajo el volcán, origen de la novela y convertido luego en el capítulo VIII, así como en la conocida como la "segunda versión" de la misma, Yvonne es la hija de el Cónsul y no su esposa y que Hugh es un extraño, amigo de su hija y no el medio hermano del Cónsul. Y que entre Yvonne y el Cónsul se plantea una posible relación incestuosa:
"Hugh, un joven recién llegado ese mismo día de Acapulco, no tiene ojos más que para Yvonne, pero Yvonne está más interesada en su padre, que, por ella, está haciendo el esfuerzo de pasar el día sin licor. En libre asociación, a la manera de todos los héroes atormentados de Lowry, él va emitiendo señales a lo largo del camino, vistas que se abren ante ellos, sonidos y palabras fortuitas, que se intersectan y se corresponden, y apuntan hacia cierta culpa no especificada que el Cónsul siente" (7).
Queda consumado el incesto en Bajo el volcán y en Cien años de soledad y, por supuesto, se mantiene el adulterio de la versión publicada de la novela de Malcolm Lowry.
... Y SOMERSET MAUGHAM
Lo otro, cuando hice la desencriptación del discurso de Carlos Fuentes, ni siquiera mencioné lo que escribió en ese breve paréntesis:
"(Homenaje sin duda a su admirado Somerset Maugham)" (8).
No lo hice porque la referencia me parecía que no tenía nada que ver con el asunto de Bajo el volcán y Cien años de soledad. Pero resulta que estaba equivocado, por defectos de mi memoria.
Lo había olvidado y ahora lo recuerdo, porque al releer la biografía de Douglas Day sobre Malcolm Lowry, la conexión si existía, al igual que la conexión con el tema del adulterio, tal y como escribió Douglas Day en su comentario sobre el capítulo VII de la "segunda versión". "Segunda versión" que debió ser también motivo de estudio y lectura para la intelectualidad mexicana de la primera mitad de los sesenta, tanto en inglés como en versiones en español, dado el interés despertado por la vida y la obra de Malcolm Lowry.
Esto es lo que escribe Douglas Day:
"[...] pero el Cónsul sostiene que alguien que gustaba de Somerset Maugham debía de haber hecho aquella inscripción en la pared de Laruelle. Allí había dormido Priscilla con Laruelle, y el Cónsul, recordándolo, se vuelve bastante brusco" (9).
Priscilla es el nombre del personaje que encarna la esposa del Cónsul en esa "segunda versión" y esa inscripción se explica así:
"En la pared más cercana a la calle hay una inscripción en dorado: "No se puede vivir sin amar". Las palabras son de Fray Luis de León: el poeta-sacerdote ascético español del siglo XVI que fuera condenado por
Aquí se vuelve abrir esa otra antigua conexión de Gabriel García Márquez con la poesía española, pero ese es también asunto de otra historia.
Historia que también podría contar sobre cuáles fueron los motivos herméticos que Gabriel García Márquez tomó de Bajo el volcán para Cien años de soledad. Hasta el momento me encontrado con algunos, pero ese es otro "trabajo en progreso".
Hay les dejo la inquietud.
NOTAS
(1) Las menciones que hago sobre mi anterior escrito, se refieren al LECTOR LUDI-45, http://lectorludi.blogspot.com/
(2) Carlos Fuentes, Para darle nombre a América, homenaje, Cien años de soledad, edición conmemorativa, RAE, 2007 (609 p.), p. XIX.
(3) Dasso Saldívar, García Márquez. El viaje a la semilla. La biografía, Alfaguara, Madrid, 1997 (611 p.), p. 430.
(4) Carlos Fuentes, Para darle nombre a América, homenaje, Cien años de soledad…, p. XXII.
(5) Para los interesados en informarse sobre la historia de la escritura de Bajo el volcán y las circunstancias que la rodearon, especialmente, la permanencia de Malcolm Lowry en Cuernavaca y Canadá, recomiendo la biografía de Douglas Day, considerado el biógrafo oficial del escritor:
Douglas Day, Malcolm Lowry. Una biografía, Fondo de Cultura Económica, México, 1973 (529 p.), capítulos V y VI.
(6) Julius Neelley, Persiguiendo el volcán, Revista Quimera No. 53, Barcelona, p. 81.
(7) Douglas Day, Malcolm Lowry. Una biografía…, p. 246.
(8) Carlos Fuentes, Para darle nombre a América, homenaje, Cien años de soledad..., p. XIX.
(9) Douglas Day, Malcolm Lowry. Una biografía..., p. 299.
(10) Douglas Day, Malcolm Lowry. Una biografía..., p. 299.