11 de agosto de 2014

Carta alejandrina No. 2




Rafael Sanzio, Hipatia de Alejandría, fragmento de La Academia de los filósofos.


Carta alejandrina No. 2


Medellín, 16 de julio 2014
Hipatia
"A ti, querida señora, te saludo cariñosamente ..." 1
Ya no existen Maestras (ni Maestros) como tu ni escuelas como la tuya ...
En mi primera carta dejé apenas insinuados los asuntos de "tu magisterio secreto" 2: conocimiento y saber, sentido y valor, enseñar o trasmitir, los que, para ser explicados, deberán ser considerados en el contexto de la sensación, la intuición, la imitación, la reflexión, la empatía, las emociones, las pasiones, los sentimientos, el entusiasmo, la memoria y todo ello con sus naturales consecuencias en la imaginación, el significado y el pensamiento. Mejor dicho, esas cosas que se llaman naturaleza y cultura, lo real y lo virtual.
Pero, primero y más urgente, dejé sin aclarar eso del "secreto" de tus enseñanzas, eso que igual es aplicable a lo que dicen algunos investigadores sobre algunas de las enseñanzas de tu maestro Platón y lo que, según se miren las cosas, no es más que otro de esos mitos y leyendas o "zonas oscuras" que se inventan los estudiosos académicos para ocultar su ignorancia y su incapacidad de explicar adecuadamente aquello que no han sabido entender: que antes que filósofo, Platón fue Discípulo de Sócrates y Maestro de sus discípulos y ambicionó ser el maestro de Atenas, la Atenas capital de un imperio universal, lo cual, para ti, no era ningún "secreto" ni "misterio", era un asunto bien claro, como bien lo atestigua tu discípulo Sinesio de Cirene en una de sus cartas a Herculiano:
"Se nos concedió a ti y a mi experimentar cosas maravillosas, cuya simple enumeración habría parecido increíble. Y es que hemos visto con nuestros propios ojos y escuchado con nuestros propios oídos a la auténtica maestra de los misterios de la filosofía" (Sinesio de Cirene, Cartas, 137, Gredos, Madrid, 1995, p. 258).
Todavía en tu tiempo se sentía que ser Maestro y Discípulo, como lo fueron Sócrates y Platón, era un estado más que una condición o profesión y, por lo tanto, enseñar era una conexión previa, íntima y vital entre Maestro y Discípulo y un requisito casi que indispensable para que se sucediera, por un lado, la enseñanza de la Sabiduría y, por el otro, el aprendizaje de los saberes de las ciencias, las artes, la tekné, mejor dicho, esos asuntos del conocer, del saber, del hacer o, para aclararlo más, una cosa era la enseñanza de la Sabiduría de "Los Sabios" y otra la trasmisión de saberes y haceres como lo que hacían los sofistas, profesores de retórica. El asunto de la enseñanzas la Sabiduría era cuestión de los sentimientos, del buen vivir y del bien pensar. Los asuntos de la retórica eran los del saber, los del arte y los de las habilidades de la persuasión para ser poderoso en la vida pública, en la política, mejor dicho, era y todavía es, el de la organización, la interpretación y el manejo de las palabras.
Tu, como discípula de Platón, te hiciste Maestra encarnando en ti las mismas enseñanzas que Diotima compartió con Sócrates, tal y como se explican en Banquete. Mejor dicho, el "secreto" o "misterio", no lo era tal y el mito o la leyenda de las sabiduría y enseñanzas secretas de Platón, que son las mismas tuyas, podrían explicarse por las relaciones, conexiones, correspondencias e interpretaciones, vitales, existenciales y pedagógicas (paideia), entre Sócrates y Platón, así como lo habían sido para "los sabios" y como lo fueron hasta para las de las gentes del común, las celebraciones de "los misterios eleusinos", el fenómeno dionisiaco del que ya te escribí en mi primera carta.
Y, por supuesto, también te hiciste Maestra por el magisterio de Plotino, quien había encarnado en él "El Espíritu" tanto de "los Sabios antiguos" como el de su pretérito maestro Platón, conjugados en su propia visión de Ser y Estar en sí mismo, con los otros y en el mundo 3. Ese es el mismo "Espíritu" que todavía conservabas en tu acción, influjo e importancia, en la vida social y política de tu tiempo y tu ciudad, en las cuales tenías arte y parte. No por otros motivos los fanáticos del nuevo dios te asesinaron con tal sevicia.
Y por ello el miedo. Ese miedo con el que, desde entonces y hasta ahora, se "marcó" a sangre y fuego en la conciencia y en la visión de la humanidad, esa perversa y esquizofrénica dualidad de cuerpo y alma, vida y muerte, universo y dios, que son las que han predominado y determinado el desarrollo de lo que todavía decimos que somos, como ya lo dije en mi anterior carta.
Y, por ello, "el secreto" y "el misterio" de aquellas enseñanzas y de aquella conexión íntima entre los espíritus de Maestro y Discípulo, la de las enseñanzas de la salud vital, esa que es el vivir sin miedos de ninguna especie, fue algo a lo que tus enemigos consideraron un obstáculo para la expansión de su poder, así que lo convirtieron en motivo de persecución y muerte para así evitar que se conservara y, por ello, sólo ha sobrevivido en la clandestinidad, sin que, hasta ahora, se empiece a investigar sobre la naturaleza y funcionamiento de eso que aquellos antiguos maestros intuían y que ahora las neurociencias 4 estudian y demuestran.
Aquellos antiguos Maestros sabían que el fundamento para que sus enseñanzas cumplieran con su razón de ser dependía de lo que ahora las neurociencias y las ciencias cognitivas están descubriendo: que las enseñanzas de Diotima a Sócrates, esas que conforman la "erótica platónica", no eran otra cosa que el funcionamiento de la naturaleza evolutiva de la especie, ese mecanismo evolutivo que hace que los seres vivos se relacionen entre sí, individual y colectivamente, por la sensación, la intuición, la imitación, la empatía, las emociones, las pasiones, los sentimientos, el entusiasmo y la memoria, que es lo que le da sentido y/o valor a la imaginación, al significado, al pensamiento y a la comunicación, en un ininterrumpido proceso de evolución natural y cultural.
La "erótica platónica" es, quizás, el primer intento por explicar, enseñar y trasmitir, de una manera sistemática, las experiencias (las experiencias del conocer: el conocimiento "encarnado" e "incorporado", al vivir y al existir, o sea, el vivir y el existir como se siente, se imagina, se piensa, etc., con el cuerpo, algo así como la salud vital, la salud del aliento vital) que la evolución cultural había ido acumulando y trasmitiendo de generación en generación y de cultura en cultura y las que Platón aprehende y aprende de Sócrates. Esa es la paideia que Platón, por un lado, emplea en su magisterio y, por el otro, trata de consignar y comunicar en sus diálogos de una manera más didáctica que sus previos maestros, "los Sabios". Esa es la paideia que Platón considera debe ser desarrollada en ese Estado "en el que todos sus miembros vivan filosóficamente" que él propone en República.
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"El discurso filosófico no es filosofía [...]. Las teorías neoplatónicas están al servicio de la vida filosófica [...]. La filosofía de la época helenística y romana se nos presenta pues como un modo de vida, un arte de vivir, una manera de ser. De hecho, a partir de Sócrates al menos, la filosofía antigua había adoptado este carácter [...] . La filosofía antigua propone al hombre un arte de vivir, al contrario que la moderna, que aboga en primer lugar por la construcción de un lenguaje técnico reservado a especialistas" (Pierre Hadot, Ejercicios espirituales y filosofía antigua, La filosofía como forma de vida, Siruela, Madrid, 2006, págs. 233-241, 246).
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Hubo que esperar hasta ahora para que las neurociencias empezaran a mostrar aquello que los Sabios y Maestros de la antigüedad y de todos los tiempos en adelante sabían por sabia intuición: que los Homo-Humanos somos y hacemos lo que es y lo que hace el cerebro: naturaleza y cultura. Una naturaleza que siente que se siente y que convierte ese sentir en imágenes y esas imágenes en metáforas y esas metáforas en códigos y esos códigos en pensamientos y esos pensamientos en memorias vivas y dinámicas y esas memorias en objetos, arte, ciencia, tecnología, etc. y todo lo anterior, en cultura, el estado y el ámbito en los cuales los Homo-Humanos se re-unen por sus emociones y sentimientos: empatía, simpatía y antipatía, se hacen comunidad y hacen sociedad, mejor dicho, cultura.
Pero tampoco será necesario esperar hasta que esas mismas neurociencias logren comprender la totalidad del funcionamiento del cerebro para deducir y formular hipótesis, así sea descabelladas, sobre qué, cómo y por qué, el cerebro es, hace y nos hace, tal y como sería el caso de comprender qué es el pensamiento y cómo y por qué pensamos. Lo digo porque se ha considerado al pensamiento como a "algo" fuera de este mundo y al pensar como esa cualidad que nos separa del resto de la naturaleza, mejor dicho, lo que nos hace "excepciones", cosa que es falsa, porque el pensamiento, para formular una de esas hipótesis descabelladas, lo produce el cuerpo y, en consecuencia, es el resultado del funcionamiento integrado y dinámico de los códigos, las emociones y la memoria que se procesan en el cerebro y que la mente memoriza, representa, expresa, comunica y cambia, algo así como otra extensión del cuerpo, la cultura.
Somos un cuerpo vivo y con vida y por ello afirmo que el pensar y el pensamiento son un desarrollo evolutivo ya inscrito en el genoma del Homo-Humano y que, por lo tanto, empiezan a funcionar desde el momento en el cual las estructuras biológicas del cuerpo alcanzan su momento operativo. En algún momento, todavía no precisado de la gestación, cuando las estructuras del sistema nervioso ya se han desarrollado, el cerebro comienza a discriminar, organizar y memorizar las percepciones y sensaciones que se provocan y producen en el cuerpo tanto en su propio funcionamiento como desde el ámbito en el que se encuentra y, por lo tanto, debe comenzar a desarrollar y conectar los grupos de neuronas y los circuitos neuronales 5 de esa memoria del cuerpo que es la mente, mediante la cual maneja y controla las funciones, procesos, acciones y reacciones internas y externas del cuerpo, las cuales, a su vez, se convierten en las señales que disparan e inician los mecanismos genéticos y epigenéticos que luego lo conectarán con el ámbito cultural, es decir, con los sistemas de códigos que son los lenguajes y las memorias que son la cultura y la cultura que son todas las extensiones que inventa y desarrolla el cuerpo: cultura, sociedad, etc. Considero cultura todo aquello que el Homo-Humano inventa con y a partir de su cuerpo, es decir, lo que no es estrictamente producido por la mecánica biológica. Algo así como lo de las extensiones que propuso Marshal McLuhan.
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[...] brains—even small ones—are dauntingly complex”:
"Information flows in parallel through many different circuits at once; different components of a single functional circuit may be distributed across many brain structures and be spatially intermixed with the components of other circuits; feedback signals from higher levels constantly modulate the activity within any given circuit; and neuromodulatory chemicals can rapidly alter the effective wiring of any circuit" (Gary Marcus, A Map for the Future of Neuroscience, The New Yorker, September 17, 2013).
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Por otra parte, si nos atenemos a los descubrimientos de las neurociencias, la mayor parte de lo que sentimos, imaginamos, pensamos y hacemos está determinado o condicionado por funciones y procesos no-conscientes 6, la gran mayoría todavía desconocidos o apenas vislumbrados en las hipótesis que se plantean esas mismas neurociencias en épica lucha contra las supersticiones, prejuicios, paradigmas e intereses, etc., de las ideologías que por siglos han dominado y determinado la visión y el sentido que los Homo-Humanos tienen de sí mismos, de su "humanidad" y del mundo, algo así como del sentido de la vida. Ese sentido que se ha convertido en valor, pero económico.
Una definición simple y sencilla del sentido de la vida podría ser: el conocimiento, el saber y el control que cada individuo tiene sobre sí mismo y sobre el qué, cómo y por qué hace lo que hace y, por supuesto, sobre qué, cómo y por qué se es lo que se es: "Los conocedores" de Platón, Plotino, Bruno, Nietzsche, etc. Esos "conocedores" a los que también te proponías formar en tus discípulos, como bien lo atestigua Sinesio.
Como quien dice y en palabras simples y prácticas, el sentido de la vida es el orden, control y memoria que se tiene y se ejerce sobre las situaciones y circunstancias que afectan al cuerpo en el existir y que condicionan las acciones y lo que se siente por ello. O, en otras palabras, la propiedad de la materia y la energía de sentir, cambiar, recordar, actuar y propiciar el cambio, como quien dice: supervivencia, reproducción y adaptación.
Esto lo conocían, sabían y ejercían mejor los antiguos maestros con mucha menos información científica que la que ahora se descubre pero la que tanto cuesta poner al servicio de la salud vital. Esa salud vital que antes como ahora se plantea como el eterno dilema: placer y dolor.
Es por eso que, antes, es necesario empezar por desatar a los Homo-Humanos del nudo y del círculo vicioso de la evolución cultural, eso que los ata a sus cadenas y al miedo, a las viejas imágenes memorizadas: las de la lógica dualista. Esa lógica dualista del cuerpo/alma, vida/muerte, dios/universo y de un largo etcétera binario, el sí mismo formado desde afuera, el que conoce y se conoce porque así se lo dictan desde lo trascendente. Ese es el Homo-Humano escindido y disociado de su naturaleza, esquizofrénico y paranoico, que se mira en el espejo de Narciso y sólo ve su propio rostro, pero no lo reconoce, a diferencia de Dionisios niño que al mirarse en el espejo, contempla al mundo, su sí mismo que es el mundo.
Es por ello que a esa esquizofrenia y paranoia de lo consciente hay que contraponer la unidad de la conciencia, el cuerpo que siente y se siente, en el que el sí mismo es y se forma desde adentro, inmanente, el que se conoce a si mismo y desde su sí mismo conoce lo exterior, lo que vienen a ser los procesos naturales de la imitación y la reflexión. Cuerpo que actúa y dialoga consigo mismo para conocerse, para así conocer y conocerse a sí mismo en el otro y en el mundo y, así, decidir, actuar, dialogar, etc. El Homo-Humano integrado en su sí mismo, uno en y con su cuerpo y mente que contempla su sí mismo, a los otros y al mundo, el que se mira en el espejo de Dionisios "y ve el mundo".
Más adelante volveré para decir algo más sobre esos espejos de Narciso y Dionisios.
Es en ese paradójico juego de espejos que propongo una pedagogía del Juego de Ser Niños,un juego desde el cual propiciar la formación del niño y, para el caso, también, la formación y re-formación de los adultos, una formación que propicie la re-configuración, la re-integración, la restauración, el "padecer lo originario" 7, del niño que se supone todos llevamos dentro ... perdido en las tinieblas interiores como el niño del narrador de El principito, de Antoine de Saint-Exupéry.
Lo que propongo, es el sentir. Volver a aprender a sentir, a sentir por la acción, por la actuación, por la representación, hasta alcanzar la sensación, la prolepsis, y lo que de ella se sigue: la invención de los sentidos, de los códigos, de los conceptos, otra vez, "la palabra padecida" (Ernesto Grassi), etc. Construir, inscribir, jugar y contar la propia memoria, la propia biografía, las propias emociones, los propios sentimientos, los propios anhelos, etc., en la acción, en la imitación y en la reflexión de y con los otros y de y con el mundo ... jugando como lo hacen los niños.
Con esto último hago referencia a Vigotski (sus teorías sobre el juego y su estudio de Hamlet) y a Bajtin y sus teorías de la socialización, así como a todo lo que las neurociencias están descubriendo y que hasta los neurocientíficos encuentran sus ejemplos, su ¿pre-ciencia?, en el teatro de Shakespeare, en la literatura, en las artes, como en este caso tomado de un libro del neurocientífico Antonio Damasio quien escribe sobre la precedencia de la reacción, es decir, de la emoción sobre el sentimiento:
"Al comentar la precedencia de la emoción sobre el sentimiento, permítaseme empezar llamando la atención sobre algo que Shakespeare dejó ambiguo en sus versos acerca de Ricardo. Tiene que ver con el término sombra y con la posibilidad de que aunque emoción y sentimiento sean distintos, este último aparezca antes que el primero. Las lamentaciones externas son sombras del dolor que no vemos, dice Ricardo, una especie de reflejo especular del objeto principal (la sensación de dolor), de la misma manera que la cara de Ricardo en el espejo es un reflejo del objeto principal del drama, Ricardo. Dicha ambigüedad concuerda bien con nuestra intuición sin instruir. Tendemos a creer que lo oculto es el origen de lo que se expresa. Además, sabemos que, en lo que concierne a la mente, el sentimiento es lo que realmente cuenta. «Ésa es la pura realidad», dice Ricardo, hablando de su dolor oculto, y estamos de acuerdo con él. Sufrimos o nos deleitamos en función de sentimientos reales. En sentido estricto, las emociones son exterioridades. Pero «principal» no significa «primero» ni tampoco «causativo». La posición central del sentimiento oscurece el asunto de cómo surgen los mismos y favorece el punto de vista de que, de alguna manera, éstos ocurren primero y a continuación se expresan en las emociones. Esta idea es incorrecta, y hay que echarle la culpa, al menos en parte, al retraso a la hora de encontrar una explicación neurobiológica de los sentimientos plausible.
Resulta que son los sentimientos los que constituyen las sombras de la manera externa de las emociones. He aquí lo que Ricardo tenía que haber dicho en realidad (con las debidas excusas a Shakespeare):
«¡Oh!, estos modos externos del lamento proyectan sombras intolerables e invisibles de dolor en el silencio de mi alma atormentada».
(Lo que me recuerda a James Joyce, cuando dice en Ulysses: «Shakespeare es el feliz coto de caza de todas las mentes que han perdido el equilibrio»)" (Antonio Damasio, En busca de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos, Crítica, Barcelona, 2009, p. 33).
Por eso es que no me queda la menor duda de que Shakespeare se contempló en el espejo de Giordano Bruno o en "la sombra de sus ideas":
"Así pues, dado que la naturaleza ofrece todo lo que es posible, ya sea antes de las cosas naturales, ya sea en las cosas naturales o por medio de las cosas naturales, debes saber que de todas las cosas naturales deriva una acción, de suerte que no puedes ignorar que la naturaleza opera a través de ellas" (Giordano Bruno, Las sombras de las ideas, Siruela, Barcelona, 2009, p. 74).
E insisto en aquello del buen sentir al bien pensar.
La percepción, la sensación, la reacción, el acto, la acción, la actuación, la representación, el juego, la emoción, el sentimiento, la memoria, preceden a la palabra, no viceversa. El logos se inventa la palabra muerte para someter los deseos de los Homo-Humanos a los designios del poder. La disolución, la escisión, la disociación del acto, de la actuación, de la representación, del juego, en meras palabras, es lo que perpetúa la instrumentación del lenguaje (de todos los códigos culturales), pues ya estos no serán metáforas de "las cosas", sino que pretenden ser "la cosa misma", disuelta, escindida, disociada.
El proceso de re-unir, será aquel en el cual el acto, la acción, la actuación, la representación, el juego, le devuelvan el sentido a la vida en sus códigos: Siento, luego existo. Existo, luego pienso. Pienso luego soy. El espejo que se mira en el espejo. El sentir que se "incorpora", se "encarna", en los juegos de las metáforas.
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A continuación diré algo sobre la imitación, la reflexión y el reflejo, que bien pueden ser el reflejo en el espejo de Dionisios o en el espejo de Narciso, en este último, que fuera también motivo para Plotino.
"El espejo es símbolo de la ilusión, porque lo que vemos en él no existe en la realidad, sino que es un mero reflejo. Pero el espejo es también símbolo del conocimiento, porque, al mirarme en él, conozco quién y cómo soy. Por otra parte, ese simbolismo cognoscitivo incluye un aspecto mucho más refinado, pues la actividad cognoscitiva consiste en encerrar el mundo en un espejo y reducirlo a un reflejo que yo ya poseo. Y aquí surge el fogonazo de la imagen órfica: Dionisios se mira en el espejo, y ¡ve el mundo!" (Giorgio Colli, La sabiduría griega, I, Trotta, Madrid, 2008, p. 47).
El juego de Dionisios en el espejo y el juego de Apolo
Cuenta el mito que los Titanes le dan al niño Dionisios un espejo para sus juegos y que, mientras él se contempla "ensimismado" en el espejo, en el que ve la imagen del mundo, los Titanes se aprovechan de su estado para descuartizarlo y, en la lucha, el espejo se rompe en pedazos al igual que el cuerpo de Dionisios y que será la labor de Apolo el tratar de restituirlo a la unidad original y así devolverlo a la vida.
El espejo de Narciso
Cuenta el mito que Narciso se acercó a un estanque y en el espejo del agua contempló su propio rostro y se enamoró de él y no quiso volver a mirar cosa alguna en el mundo. Hasta que un día se lanzó al agua en búsqueda del objeto amado y se ahogó.
"El espejo donde Narciso se contempla como si se tratara de otro, enamorándose locamente de ese otro sin reconocerse, torturándole con el deseo de poseerlo, es traducción de una paradoja, la de cierto impulso erótico que intenta unirnos con nosotros mismos, para reencontrarnos en nuestra integridad, pero que no puede jamás lograrse a menos que uno decida seguir cierto desvío. Amar significa el intento de realizar la unión en el otro" (Jean-Pierre Vernant, El individuo, la muerte y el amor en la antigua Grecia, Barcelona, Paidos, 2001, cap. 8).
Imitación y reflexión
El Homo-Humano aprehende, aprende, entiende y experimenta su sí mismo, a los otros y al mundo por imitación y reflexión. Se contempla en el espejo de la Naturaleza, la reflexiona y la imita. Cuando se mira en el espejo de Dionisios, fragmenta la naturaleza para luego re-unirla en la unidad y en la vida. Cuando se mira a sí mismo en el espejo de Narciso se precipita en la muerte.
Imitación
Por naturaleza, el cuerpo se percibe y percibe el mundo, lo reflexiona y para memorizarlo lo imita. Esas imitaciones son la primera elaboración de los códigos y metáforas con los que extiende y expande su mente.
¿Cómo funciona la imitación?
El cerebro percibe la Naturaleza en su totalidad y la fragmenta en partes, las ordena y las imita (padecer/conocer/conocimiento), para luego ordenar los resultados de sus imitaciones asignándoles un sentido, es decir, estableciendo reglas y normas (lógica) para cada ordenación, ese sentido se construye por códigos y metáforas, hasta desarrollar un saber propio y particular, el cual, a su vez, ordena e integra con otros saberes, y así indefinidamente padece y conoce.
"La idea, la imaginación, la ficción, la configuración, la designación, la notación son la obra universal de Dios, la naturaleza y la razón, y está en poder de la analogía de aquella el que la naturaleza pueda admirablemente representar la acción divina, y que el ingenio humano pueda emular, por ello, la operación de la naturaleza" (Giordano Bruno, De Imaginum, signorum et idearum compositione).
Reflexión
Reflexión: relación de identidad de una cosa consigo misma.
Reflexión perceptual. El cuerpo percibe, siente y se siente en la sensación. Esa sensación es el reflejo, el desdoblamiento, el sentimiento, de lo percibido, lo identifica y lo memoriza.
Reflexión conceptual. Las sensaciones identificadas y memorizadas se convierten en prolepsis, los conceptos genéricos epicúreos, la reflexión de lo percibido, las sensaciones traducidas en códigos y metáforas.
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Como quien dice, la filosofía y las leyes —nos advierte Giordano Bruno al inicio de De la causa, principio e uno— se están yendo a la perdición, y no por escasez de intérpretes de palabras, sino de aquellos que profundicen en los sentimientos:
"Le filosofie e leggi non vanno inperdizione per penuria di interpreti di parole ma di que' che profondano ne' sentimenti" (G. Bruno, De la causa, principio y uno ... parte I).
Nos queda por hablar de la memoria, en particular, para recordar que tus enemigos destruyeron toda tu obra filosófica y que sólo se salvaron algunos de tus aportes en las matemáticas, la geometría y la astronomía y, lo peor, que contigo también condenaron a la clandestinidad tu magisterio "secreto" y ya no existen Maestros como tu. Ya lo advirtió Giordano Bruno, las palabras usurpan los estados que nos provocan los sentimientos. Pero, de eso hablaremos luego.
Hasta entonces, Salud y alegría,
Iván Rodrigo.


NOTAS
1Sinesio de Cirene, Cartas, carta No. 10, Gredos, Madrid, 1995, p. 46.
2Ver: María Dzielska, Hipatia de Alejandría, Siruela, Madrid, 2004, p. 60 y ss.
3 El punto de toque entre mística y logos que caracteriza la unión del pensamiento griego con el pensamiento y enseñanzas de Plotino y de Hipatia con este:
"[...] para los filósofos griegos la inteligencia no sólo es la facultad de conocer los objetos, sino también la facultad de autoconocimiento; y este autoconocimiento se revela como el fin de la filosofía y como el grado más alto de la realidad". "[...] la concepción plotiniana, según la cual el pensamiento de sí es la conciencia de nuestra propia identidad con el ser universal" (Emile Brehier, La filosofía de Plotino, Sudamericana, Buenos Aires, p. 140-141).
4Neurociencias son todas aquellas ciencias que se fundamentan en el estudio del cerebro sus funciones y procesos.
5Gerald M. Edelman. Wider than the sky, The phenomenal gift of consciousness., Yale University Press, 2004: Teoría de la Selección del Grupo de Neuronas .
6Los neurocientíficos utilizan el termino no-consciente para definir todas aquellas acciones, funciones y procesos de los que las personas no tienen conciencia ni son conscientes y así evitar las fusiones y confusiones con las que el término inconsciente ha sido utilizado, en particular por parte de los psicoanalistas.
7 Ernesto Grassi, El comienzo del pensamiento moderno. De la pasión y la experiencia de lo originario. Cuadernos sobre Vico 13-14 (2001-2002) Sevilla (España). ISSN 1130-7498.

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