21 de marzo de 2019

Cartas Abelardinas- 2




Spinoza (http://ciacentro.org.ar/node/2318)


Cartas Abelardinas- 2


En el Tratado de la reforma del entendimiento, Spinoza define el método como “conocimiento reflexivo, o una idea de una idea; y dado que no hay una idea de una idea a menos que haya primero una idea, no habrá método a menos que haya primero una idea” (Warren Montag, Cuerpos, masa y poder. Spinoza y sus contemporáneos, Tierradenadie Ediciones, Madrid, 2005, p. 23).


Medellín, jueves 21 de marzo 2019
Abelardo
La lectura de la Ética demostrada según el modo geométrico de Barush Spinoza es uno de los más fascinantes y asombrosos desafíos que un buen lector pueda enfrentar, por un lado, es arduo seguir, armar y comprender aquel laberinto de definiciones, proposiciones, axiomas, escolios, corolarios. Por el otro lado, la forma como Spinoza los remite entre paréntesis y atravesados en el texto como si de notas de pie de página se tratara con el fin de sustentar, complementar, esclarecer y demostrar los argumentos con los que va construyendo su pensamiento y con los que va dándole forma a esa estructura de demostraciones que es la Ética, un diseño original para el saber pensar que es necesario aprender a descifrar y a manejar para sacarle el máximo provecho, que no es poco.
Pero, una vez comprendido el meollo del asunto, en particular y en general, y con el apoyo de las otras obras del autor y de algunos y bien escogidos escritos de los buenos estudiosos de su vida y filosofía (de los que iré nombrando algunos), el perseverante lector se encontrará con la mayor alegría, o sea y según el mismo Spinoza, con una mayor potencia de su esencia y capacidad de actuar. Algo así como un lector spinoziano, que es aquel cuya felicidad es el la búsqueda del conocimiento.
Pues bien y para empezar a nombrar los lectores spinozainos prometidos. El francés Laurent Bove y su libro La estrategia del conatus. Afirmación y resistencia en Spinoza (1996, traducción al español de 2009), así como en sus otros ensayos sobre Spinoza ha realizado la lectura que yo hubiera querido hacer, me explico.
Para mi, la Ética demostrada según el orden geométrico, es, además de la exposición rigurosa del pensamiento de Spinoza con una escritura estricta y sin adornos, la guía para trazar un holograma conceptual como si se tratara de un cuerpo trasparente, pero vivo, al que se puede contemplar en su funcionamiento tanto interior como exterior y que, a su vez, construye una figura geométrica de gran complejidad y, me imagino, de asombrosa belleza.
Pero, si bien Laurent Bove no dibuja aquel holograma, si expone y explica el pensamiento expuesto por Spinoza en su obra como una guía para que el buen lector y el Lector Ludí construyan la imagen de esa figura geométrica, así sea imaginaria y a su imagen y semejanza.
Y, lo mejor, Laurent Bove ha hecho algo mejor, ha seleccionado y destacado de manera independiente aquellos asuntos fundamentales del pensamiento de Spinoza como si se tratara de bloques fundamentales para la construcción de aquel edificio conceptual y así cada lector realice su propio ensamble y construcción.
Y el asombro llega cuando al ir haciendo la lectura de Spinoza se van estableciendo los descubrimientos que Spinoza anticipó sobre la naturaleza humana y, en particular, sobre el cuerpo humano y los que las neurociencias y otras ciencias han venido esclareciendo. Y no solo eso, agregar también las propuestas que hizo para las otras ciencias, en particular, para las ciencias exactas y no pocas para las ciencias biológicas y humanísticas.
Por ejemplo, para las neurociencias. Antonio Damasio en su libro En busca de Spinoza se refiere a lo que el filósofo dice en su Ética sobre la naturaleza del cuerpo (E, II, Postulados), tal el que la mente es la imagen del cuerpo, así como afirma la la unidad indivisible de cuerpo y mente. Asuntos todos ellos que inspiraron sus investigaciones sobre las funciones del cerebro y sus consecuencias en la acción y comportamientos humanos.
Pero que sea el mismo Antonio Damasio el que lo diga con sus propias palabras tomadas de su libro En busca de Spinoza:
Considere el lector las palabras exactas de Spinoza: «El objeto de la idea que constituye la mente humana es el cuerpo», que aparecen en la proposición 13 de la parte 11 de la Ética. 22 La afirmación se escribe de otra manera y se complica en otras proposiciones. Por ejemplo, en la prueba de la proposición 19, Spinoza dice: «La mente humana es la idea o conocimiento mismo del cuerpo humano». En la proposición 23, afirma: «La mente no tiene la capacidad de percibir ... excepto en la medida en que percibe las ideas de las modificaciones (afecciones) del cuerpo».
Considérense, además, los siguientes pasajes relevantes, todos ellos de la parte II de la Ética:
a) El objeto de la idea que constituye la mente humana es el cuerpo, y el cuerpo tal como existe realmente ... Por lo cual, el objeto de nuestra mente es el cuerpo tal como existe, y nada más ... (De la prueba que sigue a la proposición 13.)
b) De esta forma comprendemos, no sólo que la mente humana está unida al cuerpo, sino también la naturaleza de la unión entre mente y cuerpo (y)
c) ... con el fin de determinar si es que acaso la mente humana difiere de otras cosas, y si acaso las sobrepasa, es necesario que conozcamos la naturaleza de su objeto, es decir, del cuerpo humano. Cuál sea su naturaleza, no soy capaz de explicarlo aquí, ni el que yo lo hiciera sería necesario para la prueba de lo que propongo. Sólo diré generalmente que en la misma proporción en que cualquier cuerpo dado es más capaz que otros para realizar muchas acciones o recibir muchas impresiones de una vez, también lo está la mente, de la que es el objeto, más capaz que otras para formar muchas percepciones simultáneas ... (De la nota que sigue a la proposición 13.)
Este último concepto se plasma de forma resonante en la proposición 15: «La mente humana es capaz de percibir un gran número de cosas, y lo es en la misma proporción en que su cuerpo es capaz de recibir un gran número de impresiones».
Quizá más importante todavía, considere el lector la proposición 26: «La mente humana no percibe ningún cuerpo externo como si existiera realmente, excepto a través de las ideas de las modificaciones (afecciones) de su propio cuerpo» (Antonio Damasio, En búsqueda de Spinoza. Neurobiología de la emoción y los sentimientos, Crítica, Barcelona, 2009, p. 201).


Otro caso, tanto más asombroso, es el del descubrimiento de las denominadas “neuronas espejo” por los neurocientíficos Giacomo Rizzolatti, Vittorio Gallese, Luciano Fadiga y Leo Fogassi, que palabras más o palabras menos ya había sido propuesto por Spinoza en la Ética:
PROPOSICIÓN XXVII
Por el hecho de imaginar que experimenta algún afecto una cosa semejante a nosotros, y sobre la cual no hemos proyectado afecto alguno, experimentamos nosotros un afecto semejante” (Ética, III, 27).
Si se lee con atención lo que dice Laurent Bove en el capítulo 3 de su libro sobre ese asunto, se puede deducir la notable influencia que Spinoza tuvo sobre científicos, filósofos, artistas y otros, en los siglos que le siguieron. Para una mayor información, leer le volumen IV de la obra que León Dujovne realizó sobre la vida, obra y época de Spinoza en el que habla específicamente de sus influencias.
Para mostrar algo de esa influencia. El neurocientífico Marco Iacoboni en su libro Las neuronas espejo, hace una referencia a la anticipación que Edgar Allan Poe y otros tuvieron del funcionamiento de lo que se denominarán “neuronas espejo” y los comportamientos que manejan:
En su famoso cuento “La carta robada”, Edgar Allan Poe escribe, a través de las palabras del protagonista C. August Dupin: “Si quiero averiguar si alguien es inteligente, o estúpido, o bueno, o malo, y saber cuáles son sus pensamientos en ese momento, adapto lo más posible la expresión de mi cara a la de la suya, y luego espero hasta ver qué pensamientos o sentimientos surgen en mi mente o en mi corazón, coincidentes con la ∗ expresión de mi cara”. ¡Cuánta preciencia! Poe no podría haber elegido una mejor manera de penetrar en la vida interna de sus personajes. Sin embargo, no fue el único. En la literatura científica sobre las emociones, la teoría de que la experiencia emocional cobra forma mediante los cambios de la musculatura facial –la “hipótesis de la retroalimentación facial”– tiene muchos antecedentes. Charles Darwin y William James fueron dos de los primeros en escribir sobre el tema (aunque Poe se adelantó a ambos por varias décadas). Darwin escribe: “La expresión libre de una emoción se intensifica por medio de signos externos. Por otro lado, la represión de todos sus signos exteriores suaviza nuestra emoción”. Para James, el fenómeno significa que “nuestra vida mental está entretejida con nuestro marco corpóreo, en el sentido más literal del término” (Marco Iacob0ni, Las neuronas espejo. Empatía, neuropolítica, autismo, imitación, o de cómo entendemos a los otros, Katz, Buenos Aires, 2009, pp. 120-121).
Más allá de estas referencias, es bueno tener en cuenta que los neurocientíficos mencionados atrás poseían también una sólida formación filosófica y humanística.
Igual puede decirse de Jean Pierre Changeux quien no solo reconoce la influencia de Spinoza sobre su trabajo, si no que también hizo buen uso de Demócrito, Epicuro y Lucrecio para inspirar su trabajo neurocientífico, los mismos que habían inspirado el pensamiento de Spinoza.
Y no fueron sólo ellos.
Pero también es del caso hacer una crítica a los filósofos actuales, a los que pareciera que menosprecian las enseñanzas de Spinoza y a los que todos estos descubrimientos y desarrollos científicos sobre el cerebro y las incidencias en la actividad cerebral y, por ende, en el comportamiento humano individual y colectivo, los estuviera dejando “pasmados” y ya no se atreven a especular y mucho menos a intentar proponer sus propias explicaciones o, al menos, a proponer sus propias hipótesis sobre el origen y finalidad de la acción y comportamiento humano, pues temen que las ciencias contradigan sus propuestas teóricas y, no se diga, las empíricas.
Se puede decir que, por un lado, las teorías evolutivas y, por el otro, las ciencias del cerebro, los amenazan con demostrar la certeza de lo que dijo Spinoza sobre la sustancia y la “causa sui”. Pero, por sobre todo, la alegría que provoca la gran labor, esa que es el conquistar el conocimiento como lo propuso Spinoza.
Y para finalizar de manera expedita. De entre las muchas e importantes explicaciones que ofrece el libro de Laurent Bove, me gustaría destacar las que hace en el capítulo IV sobre la alegría, a la que Spinoza considera el alimento de la vitalidad, la potencia de la vida, de la salud del cuerpo y la del espíritu:
Dice Spinoza que la Hilaritas, es decir, el Regocijo o Jubilo, es una alegría que expresa un perfecto equilibrio afectivo de las partes del Cuerpo (y habría que decir que de todas las partes de nuestro ser) que están, en ese afecto, afectadas de igual o parecido modo)” (Lauren Bove, La estrategia del conatus. Afirmación y resistencia en Spinoza, Tierradenadie Ediciones, Madrid, 2009, p. 113).
Pero también y quizás el asunto principal del libro, es ofrecer una explicación a las propuestas políticas de Spinoza, tal y como lo anuncia en el mismo subtítulo del libro: La estrategia del conatus. Afirmación y resistencia. Se puede decir que es una revaloración del Spinoza político, más allá y en una dirección diferente a la realizada por los neo-marxistas a partir de lo dicho por Althusser de Spinoza, su filosofía y sus propuestas políticas. Algunos de aquellos neomarxistas: los franceses Etienne Balibar, Pierre François Moreau, Pierre Macherey, Martial Gueroult, Alexandre Matheron. O los italianos: Antonio Negri, Emilia Giancotti, Paolo Virno, Augusto llluminati, Vittorio Morfino, Filippo del Lucchese, Stefano Visentin. Y, por supuesto, el autor de la cita del epígrafe, Warren Montag. Por contraste, la lectura de Spinoza por parte de Gilles Deleuze de la que hablar requiere de otro empeño.
Y para concluir, en términos generales, lo que Laurent Bove propone es una lectura de la filosofía y de las propuestas políticas de Spinoza a partir de lo que él considera el punto de apoyo sobre el que Spinoza soporta sus propuestas para mover a ser libres y a la búsqueda del conocimiento: la “causa sui” y, luego, la sustancia: “Deus sive natura”.
Por aquello que dice Spinoza:
Los hombres luchan por su esclavitud (servidumbre) como si se tratara de su salvación” (Spinoza, Tratado Teológico-Político, Prefacio, I).
Y lo que luego complementa al iniciar la conclusión de su libro cuando Laurent Bove dice:
Tanto en el ámbito político, como en el ámbito ético, el proyecto filosófico spinozista es siempre acercarnos lo más posible al movimiento real de la autoreproducción de lo Real. Filosofía naturalista de la causa sui, el spinozismo, en su posición inmanentista radical es también la filosofía por excelencia del movimiento real – o, lo que es lo mismo, una filosofía de la sustancia -. Porque la “sustancia” es ese movimiento autonormativo, autoorganizador, autoconstitutivo “sin principio ni fin”, que (se) produce en una infinitud infinita de maneras (y según) una infinidad de cosas. Y esa realidad dinámica (en su complejidad casual), tanto para los hombres como para los pueblos, tanto para los cuerpos como para las ideas, es la Libertad, porque la libertad es movimiento” (Lauren Bove, La estrategia del conatus. Afirmación y resistencia en Spinoza, Tierradenadie Ediciones, Madrid, 2009, p. 331).


Mejor dicho, más allá de las lecturas especializadas a la filosofía de Spinoza, propongo una lectura lúdica, es decir, esa lectura que es un viaje al conocimiento, que es alegría y que aumenta la potencia de ser, estar, actuar y ser libre.
Salud y alegría,
Iván Rodrigo.


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