Richard
y Cosima Wagner y Nietzsche
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Lecturas
lúdicas:
por el poder de Eros-3
Primera
parte:
Cósima
y el Empédocles
Por
Iván Rodrigo García Palacios
Friedrich
Nietzsche era incapaz de amar, pero no era inmune al enamoramiento y
ese conflicto fue, en buena parte, el origen de la poderosa fuerza
erótica que impulsó la escritura de sus obras más emblemáticas,
la causa de sus tragedias amorosas y afectivas más dolorosas, de la
enfermedad que lo atormentó con horribles dolores y del desplome
total de su lucidez mental.
Al
igual que el universo, la materia viva está sometida al poder de
Eros. El enamoramiento afecta a todos por igual, pero cada
enamoramiento es el de cada cual. Nietzsche no fue la excepción: él
padeció dos enamoramientos y ambos fueron trágicos. El resto de
sus romances conocidos fueron imposturas de conveniencia. Salvo la
tortuosa historia del incesto. Ahora voy a escribir sobre el primero
de esos enamoramientos y en publicación posterior sobre el segundo.
El
primero y trágico de los
enamoramientos
de Nietzsche, fue el que se le desató por Cósima Wagner con la
complicación y conflicto de que ella era una
mujer casada, la
esposa del compositor Richard
Wagner, al que Nietzsche admiraba con idolatría.
Esto
ocurrió cuando Nietzsche se presentó en la casa de campo en
Tribschen donde habitaban los
Wagner, con el pretexto de haber
sido invitado por el propio
Richard Wagner
en noviembre de 1868 en Leipzig,
en la
casa del profesor Brockhaus 1.
La
historia comienza así: Nietzsche
llegó a Basilea, donde había sido nombrado profesor asistente en la
universidad local, el 19 de abril de 1869 y el
15 de mayo emprendió viaje a Lucerna y, desde
allí, peregrinó a Tribschen, en
donde se encontraba la casa de los Wagner,
pero
sin haberse anunciado y sometido
al azar de ser o no recibido por el músico.
Por
supuesto, nadie lo esperaba, pero, lo cierto es que, si bien ese día
no fue recibido por Richard Wagner, si lo fue el lunes siguiente.
Todo lo demás sobre esta primera y segunda visita de Nietzsche a
Tribschen, es un misterio y hace parte de las leyendas sobre la
relación de Nietzsche con los Wagner y de su enamoramiento por
Cósima.
La
poderosa fuerza erótica
Según
lo dicho antes, la primera de las consecuencias de ese enamoramiento
es la fuerza erótica que este produce y que se desata en la
escritura de las obras que Nietzsche dedica y ofrenda a Richard, a su
música, a sus ideas sobre el arte y a Cósima, la musa … de ambos.
En
1872 y 1873, Nietzsche escribe dos obras que son la ofrenda de su
enamoramiento a Cósima Wagner, al mismo tiempo que son una expresión
de su admiración por Richard Wagner y por sus ideas sobre el arte,
pero también un nada sutil llamado de atención para que le fuera
correspondido igual reconocimiento. Tales obras son: El origen de la
tragedia en el espíritu de la música y La filosofía en la época
trágica de los griegos. Fue la lectura del manuscrito de esta última
obra en Tribschen, lo que desató el resentimiento de Nietzsche
contra los Wagner.
Pero,
a pesar de que Nietzsche les entregaba servil adoración, los Wagner
solo se amaban a sí mismos, a la música del compositor y al
faraónico proyecto de Bayreuht. Y Nietzsche hizo lo mismo hasta que
su resentido orgullo no soportó una humillación más y ...
Así
como prácticamente todo lo que escribiera Nietzsche durante este par
de años está secretamente dedicado a su admiración por los Wagner,
cuando el idilio y la amistad se resintieron y Nietzsche fue
expulsado del círculo de los Wagner, se dedicó a la escritura de
uno de sus libros más populares: Humano, demasiado humano, publicado
en 1876, con el cual rechazó la filosofía de Schopenhauer y, al
mismo tiempo, sentenció el rompimiento y fue condenado al repudio y
al destierro de Bayreuht, por el resto de sus días y los de ellos.
Porque ese libro, además, significó el que Nietzsche rechazara las
ideas de Schopenhauer que tanto Richard como Cósima admiraban y
compartían. Y, también, porque implica una crítica a las propias
ideas de Richard sobre la música y el arte que Nietzsche había
exaltado antes. Y, por supuesto, “La gran tragedia”, renunciar al
amor de Cósima y a la amistad de Richard, lo que en en sí, fue un
suceso de tal magnitud que su salud se resintió hasta el punto de
tener que abandonar su cátedra en Basilea y tener que buscar climas
más benéficos para sus dolencias y dolores crónicos. Lo que,
consecuentemente, significó una trasformación total de la vida de
Nietzsche y, por supuesto, de la filosofía que lo haría célebre.
Al
final de su lucidez 1888 y 1889, Nietzsche escribirá un par de
libros sobre su relación con Richard Wagner en un acto de
contricción y reivindicación tardía, Wagner murió el 13 de
febrero de 1883.
Enamoramiento
y tragedia
Continuando
con lo propuesto y en el segundo lugar. El enamoramiento es también
la causa de una tragedia y esta fue escrita por el propio Nietzsche
en una anticipación profética.
En
1870, Nietzsche empezó a escribir algunos apuntes para un drama en
el que su enamoramiento por Cósima Wagner era el motivo oculto, pero
esta idea se quedó sólo en un proyecto del que apenas se conocen
unos mínimos apuntes 2.
Lo cierto es que el drama de Nietzsche se inspira en la inconclusa
tragedia de Hölderlin titulada Empédocles, obra en la que la
protagonista es la Diotima en la que se encarna a Susette Godard,
otra mujer casada, de la que Hölderlin estaba enamorado … hasta la
locura.
En
el drama de Nietzsche, también titulado Empédocles, él es la
encarnación de Empédocles y Corina es la de Cósima. Lo otro, es
que Nietzsche, además de la relación de la pareja, también propone
el triángulo que para Nietzsche (Empédocles-Diónisos) significa
amar a Cósima (Corina-Ariadna), esposa de Richard Wagner (el
Minotauro). Ambos mueren sacrificados en el cráter del Etna. Este
drama, al igual que el de Hölderlin, está inspirado en la antigua
leyenda griega sobre el filósofo Empédocles, quien murió al
arrojarse en el cráter de volcán Etna en Sicilia, según la
leyenda, para alcanzar su divinización. Igual que Nietzsche … en
su drama.
La
historia del Empédocles
La
existencia de Nietzsche estuvo marcada por máscaras. Una de las
primeras en ser expuesta es la
máscara de Empédocles que
encarna Nietzsche y que
lleva a otras máscaras. He aquí la explicación que de ello hace
Curt Paul Janz:
"Empédocles, en el que de modo
francamente inquietante se prefigura ya el camino del Nietzsche
posterior y en el que aparecen símbolos fundamentales. Como más
tarde con Zaratustra, también aquí toma una figura histórica -la
del filósofo siciliano, médico prodigioso, poeta y fundador
religioso del siglo V a. C., el legendario Empédocles -como máscara
en la que él mismo aparece idealmente, sólo que en este caso
permanece más cercano a la tradición, mientras que del
legendario-histórico persa Zaratustra sólo queda el nombre y su
función como fundador religioso. Conocía a Empédocles a través de
Diógenes Laercio. De su concepción filosófica del mundo hubo de
interesar a Nietzsche el proyecto de unir lo místico-pitagórico con
la ciencia natural moderna. En la doctrina de Empédocles de la
trasmigración de las almas está uno de los impulsos para lo
doctrina de Nietzsche del eterno retorno de lo mismo como hipotética
ética. Pero lo que toma muy especialmente son las leyendas sobre la
autodivinización de Empédocles y su muerte en el Etna, leyendas que
ya el tiempo ilustrado de Diógenes Laercio narra como curiosidad.
Separándose completamente de la tradición y yendo mucho más allá
de los límites de la elaboración del tema, tal como se encuentra en
el fragmento de Hölderlin (en relación a cuyo Empédocles,
extrañamente, no puede encontrarse referencia alguna), da por
compañera a su Empédocles, junto a su amado Pausanias, que también
le reconocen Diógenes Laercio y Hölderlin, a una tal Corina".
Existe una Corina histórica; fue una poetisa beocia que vino de
Tesalia y según la leyenda habría sido maestra de Píndaro y le
habría vencido en una competición poética. En cualquier caso se
trataba de una mujer altamente intelectual.
Y con ello comienza la simbólica
personal que habría de acompañar a Nietzsche toda la vida, incluso
hasta en la locura. Empédocles se convierte más tarde en Dionisos,
Corina en Ariadna. Empédocles es un disfraz de sí mismo, y bajo
Corina / Ariadna habría que suponer ya ahora, en el otoño de 1870,
a Cósima. Algunas citas del borrador que apoyarían esta
interpretación:
"Tercer acto: Teseo y Ariadna. El
coro, Pausanias y Corina. Empédocles y Corina en el escenario.
Vértigo de muerte en el pueblo ante el anuncio de la reencarnación.
Se le venera como al dios Dionisios, mientras que él comienza sufrir
de nuevo. (El actor Dionisios ridículamente enamorado de Corina)...
Quinto acto... Dos ríos de lava de los que no pueden escapar
(Empédocles y Corina). Empédocles se siente asesino, digno de un
castigo infinito, espera el renacimiento de una muerte expiatoria.
Esto lo arrastra hacia el Etna. Quiere salvar a Corina. Un animal se
les acerca. Corina muere con él. "¿Huye Dionisios de Ariadna?"
3.
Cósima
no debió conocer nada del proyecto del drama Empédocles, el que
Nietzsche escribía para su regalo en la celebración de su
cumpleaños 33, el 25 de diciembre de 1870.
Pero,
las cosas no salieron como se lo había propuesto, porque en lugar de
regalarle el drama, que no pudo concluir, Nietzsche le regala "...
una copia en limpio de su estudio El origen del pensamiento griego"
4,
que es uno de los textos previos a El nacimiento de la tragedia a
partir del espíritu de la música, libro en el cual, además de
reivindicar la música de Wagner, es posible abducir la velada y
hermética declaración de su enamoramiento por ella. No de otra
forma es posible interpretar párrafos como el siguiente sobre la
máscara de Diónisos, como lo explica Nietzsche en El nacimiento de
la Tragedia a partir del espíritu de la música:
"Según este conocimiento y según
la tradición, al principio, en el período más antiguo de la
tragedia, Dionisios, héroe genuino del escenario y punto central de
la visión, no está verdaderamente presente, sino que sólo es
representado como presente: es decir, en su origen la tragedia es
sólo «coro» y no «drama». Más tarde se hace el ensayo de
mostrar como real al dios y de representar como visible a cualquier
ojo la figura de la visión, junto con todo el marco transfigurador:
así es como comienza el «drama» en sentido estricto. Ahora se le
encomienda al coro ditirámbico la tarea de excitar dionisíacamente
hasta tal grado el estado de ánimo de los oyentes, que cuando el
héroe trágico aparezca en la escena éstos no vean acaso el hombre
cubierto con una máscara deforme, sino la figura de una visión,
nacida, por así decirlo, de su propio éxtasis".
"Imaginémonos a Admeto
recordando en profunda meditación a su esposa Alcestis que acaba de
fallecer, y consumiéndose totalmente en la contemplación espiritual
de la misma - cómo de repente conducen hacia él, cubierta por un
velo, una figura femenina de formas semejantes a las de aquélla, de
andar parecido: imaginémonos su súbita y trémula inquietud, su
impetuoso comparar, su convicción instintiva - tendremos así algo
análogo al sentimiento con que el espectador agitado por la
excitación dionisíaca veía avanzar por el escenario al dios con
cuyo sufrimiento se había ya identificado. Involuntariamente
transfería la imagen entera del dios que vibraba mágicamente ante
su alma a aquella figura enmascarada, y, por así decirlo, diluía la
realidad de ésta en una irrealidad fantasmal. Éste es el estado
apolíneo del sueño, en el cual el mundo del día queda cubierto por
un velo, y ante nuestros ojos nace, en un continuo cambio, un mundo
nuevo, más claro, más comprensible, más conmovedor que aquél, y,
sin embargo, más parecido a las sombras" 5.
He
ahí la máscara de Diónisos-Nietzsche y la tragedia de ese
triangulo amoroso en el que el Minotauro, Richard Wagner, es el
tácito tercer actor en la disputa por la posesión de
Corina-Ariadna-Cósima.
Que
Cósima comprendió y aceptó, en principio halagada, la hermética
declaración amorosa de Nietzsche y lo que de ello se sigue, es ya
parte de una historia bien conocida que terminó en tragedia.
Este
asunto de las máscaras y de la tragedia de sus enamoramientos,
tendrá otro bucle diez años después, cuando se enamora de Lou
Andreas Salomé y en ello se gestará Así habló Zaratustra, pero
ese es el asunto de la próxima publicación.
Del
tercer punto de la propuesta, o sea, del desplome total de su lucidez
mental, es el que se sucede cuando la totalidad de la historia
existencial y fisiológica de Nietzsche converge en el acto final de
la gran tragedia: Diónisos
y Ariadna explotan en su cerebro como juegos pirotécnicos y se hizo
la luz, pero, también, la oscuridad y el silencio total.
Notas
1 Curt Paul Janz, Friedrich Nietzsche. 2. Los diez años de Basilea,
(1869-1879), Alianza, Madrid, 1981, pp. 21 y ss.
2
Friedrich Nietzsche, Fragmentos póstumos. Volumen I (1869-1874),
Tecnos, Madrid, 2010, pp. 145 y 219-221.
3 Curt Paul Janz, Friedrich Nietzsche. 2. Los diez años de Basilea,
(1869-1879), Alianza, Madrid, 1981, p. 98 a 100.
4
Curt Paul Janz, Friedrich Nietzsche. 2. Los diez años de Basilea.
(1869-1879), Alianza, Madrid, 1981, p. 102.
5
Friedrich Nietzsche, El nacimiento de la tragedia a partir del
espíritu de la música 8.
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