Giuseppe
Arcimboldi, El bibliotecario.
"-¿Cuántos son
ustedes?
-Miles, que van por los
caminos, las vías férreas abandonadas, vagabundos por el exterior,
bibliotecas por el interior. Al principio, no se trató de un plan.
Cada hombre tenía un libro que quería recordar, y así lo hizo.
Luego, durante un período de unos veinte año, fuimos entrando en
contacto, viajando, estableciendo esta organización y forzando un
plan. Lo más importante que debíamos meternos en la cabeza es que
no somos importantes, que no debemos de ser pedantes. No debemos
sentimos superiores a nadie en el mundo. Sólo somos sobrecubiertas
para libros, sin valor intrínseco." (Ray Bradbury, Farenheit
451).
Lector
Ludi No. 79
Iván
Rodrigo García Palacios
I.
El bosque de los hombres-libro
Hay
"hombres y mujeres-libro", hay "hombres y
mujeres-literatura", pero, también hay "hombres y mujeres
de El Libro", son tres especies diferentes sin otra
relación de que la tercera es la predadora de las dos primeras. Los
libros de los que aquí se trata, son tanto los de formato digital
como los de papel.
"Los
hombres de El Libro". Son aquellos que ven, sienten y se
gobiernan a sí mismos, a los otros y al mundo, por lo que está
escrito en El Libro que, según ellos, les fue dictado
por su dios y fue copiado por los profetas con la expresa orden
divina de someter a todos, hombres, mujeres, niños y al mundo, a sus
dictados, bajo una obediencia absoluta a consta de perder la vida
temporal, porque la espiritual ya les ha sido anulada. Y, para ser
congruente con el motivo de este escrito, son ellos los que condenan
a la hoguera a los libros, a sus autores y a sus lectores.
"Los hombres y mujeres-libro".
Por el contrario, son la manifestación humana y cultural de la
característica más asombrosa del universo y de la materia viva: la
diversidad, la variedad, la multiplicidad. Son tantos "hombres y
mujeres -libro" como hombres y mujeres hayan deseado ser
lectores y sentir y vivir y pensar con la diversidad, multiplicidad y
variedad, que ofrecen los libros, algo así como el infinito de las
posibilidades o la comunidad de los hombres y mujeres libres e
iguales para ponerlo en esos términos tan trascendentes y caros a
los filósofos, los científicos, los artistas, en fin, para los
intelectuales (los que usan el intelecto), etc. Pero y para los
efectos del juego que propongo, "los hombres y mujeres-libro"
son aquellos personajes de las obras de la literatura universal, que
su existencia, dentro de la narración o el poema, está determinada
por un libro o los libros o el ámbito de los libros, como ya se
explicará y mostrará más adelante.
Como
también el asunto es con la literatura, existen autores que
pareciera que la materia literaria de sus obras es precisamente la
literatura y sus historias, personajes, situaciones, etc. están
determinados por asuntos literarios y por los libros. A estos también
es necesario abrirles una categoría propia y, en lo posible,
diferenciada de las otras aquí tratadas. Y esos son "los
hombres y mujeres-literatura". Por ejemplo, los narradores que
escriben sobre asuntos literarios o sobre escritores o profesores de
literatura o bibliotecarios o libreros o coleccionistas de libros,
etc., como personajes de sus novelas y relatos que existen en función
de la literatura y de los libros. Por ejemplo, los casos de Nikos
Kazantzakis en Zorba el Griego y de Lawrence Durrel en El cuarteto de
Alejandría, esta última, una novela en la cual los personajes
escritores escriben sobre los mismos personajes y situaciones de la
novela, los que, a su vez, leen lo que los otros personajes
escritores han escrito para así investigar y escribir sus propias
novelas como parte de la narración en sus novelas.
El
ejemplo por excelencia de esta categoría es Jorge Luis Borges, por
obvias razones. Otro, más reciente, sería el español Enrique
Vila-Matas, al que menciono en esta introducción vinculado por el
recuerdo de Roberto Bolaño, un narrador excelso de personajes
"hombres-libro". Ya se hablará de todos ellos.
¡Ah!,
por supuesto y para hacer un homenaje a Giordano Bruno y a su Arte de
la memoria y sus vínculos mágicos, también quiero llamar la
atención sobre ese asunto de la memoria que antes fuera un arte y
que ahora ni se sabe qué es, pero que, como están las cosas por el
lado de las neurociencias, la memoria es cada vez más lo que somos
de lo que somos. En fin, un tema para pensar. Pero lo digo para
justificar el no hablar en este inventario de aquellos personajes de
la historia que tenían por oficio repetir con exactitud aquello que
memorizaban, como Funes el memorioso de Borges, que en la realidad
son más bien personajes de circo.
Pero
y como homenaje y motivo, en esta tradición de la memoria hay que
recordar a aquellos que recuerdan los libros de otros para contarlos
a otros. Mejor dicho para justificar el no hablar explícitamente de
los precursores de "los hombres y mujeres-libro" de la
novela de Ray Bradbury y de la película de François Truffaut,
Farenheit 451, que me motivaron a escribir esto.
Visto
así, este parece un tema muy serio y solemne, que es precisamente lo
que no quiero que parezca. Así que para proponer algo más frívolo
y lúdico, me propongo, junto con mis amigos Lectores Ludi, ir
catalogando o inventariando, que no listando, porque el propósito es
dar una pequeña reseña y explicación de cada item, de aquellos
personajes de la literatura cuya existencia en cada obra esté
determinada por uno o por varios o por los libros en general o por
alguna situación relacionada, conectada o correspondiente con los
libros, porque para el caso, esos son también "los hombres y
mujeres-libro", pero, habitantes en un libro: bibliotecas y
bibliotecarios, librerías y libreros de libros nuevos y viejos,
coleccionistas y mercaderes de ediciones "raras",
buscadores de libros perdidos, tal el caso excepcional de Poggio
Braciollini o Poggio el Florentino, el escribiente en el Vaticano y
secretario del Papa Juan XXIII que en 1417 descubriera en un
monasterio alemán un manuscrito de la obra perdida de Tito Lucrecio
Caro, De rerum natura, con lo que trasformó el mundo de las artes,
las ciencias y las filosofías de la época y de ahí en adelante,
tal y como lo narra Stephen Greenblatt, en su novela El giro. De cómo
un manuscrito olvidado contribuyó a crear el Mundo Moderno. Porque
eso es lo que los libros y "los hombres y mujeres-libro"
hacen: crear un mundo, el mundo.
En
fin, como este es un ámbito inmenso, diverso, múltiple y variado,
pareciera que las categorías y las definiciones generales o
universales y hasta particulares, son apenas posibles, tal y como es
en la vida. En consecuencia y para ser congruente con el propósito
del juego y dado que, en esas condiciones, cada caso parece ser
único, me limitaré a lo anunciado: ir presentado cada caso y que
cada quien realice las agrupaciones, ordenamientos, organizaciones y
catálogos que desee. Yo iré ofreciendo los míos. Este es un juego
de búsquedas y encuentros y que cada cual se ocupe de ir añadiendo
nuevos items al juego.
***
Aquí
se hace necesaria una explicación. Este juego comenzó por el
recuerdo, esa memoria de los sentimientos, de la re-lectura a la
novela de Ray Bradbury, Farenheit 451 y, luego, de volver a ver la
película que realizara François Truffaut, a lo que se sumó la
facilidad con la que las actuales tecnologías permiten revisar
aquellos materiales y materias que emergen de nuestros recuerdos y
verificar su certeza.
Así
pues que consulté en internet las palabras clave y me encontré con
un video de una de las escenas finales de la película y del libro,
en la cual se presentan "los hombres-libro" y que en la
película son mostrados paseando por un brumoso bosque con el
acompañamiento de la música compuesta por Bernard Herrmann para la
película. Escena en la que se explica, al igual que en la novela,
que el propósito de esos "hombres-libro" es la
preservación y salvación de los libros, porque el gobierno del
mundo los ha declarado peligrosos para la sociedad y se ha propuesto
incinerarlos todos, junto con sus autores y lectores.
Una
parte del drama de este final de la película y del libro, está en
que Guy Montag, uno de los más acérrimos y exitoso incinerador de
libros y perseguidor de sus poseedores y dueños, es asaltado por la
duda sobre la bondad de su actividad, porque Clarisse, su joven
vecina, le pregunta si ha leído alguno de los libros que quema y él,
luego de leer uno, es afectado por una trasformación que lo lleva a
incorporarse a la causa de los preservadores y en esa escena es el
momento en el que está siendo presentado a la comunidad de "los
hombres-libro" e informado de su funcionamiento.
Así
que, pensando en que la realidad actual es más perversa en contra de
la existencia de los libros y de su función en la vida de la
humanidad, sus comunidades y los individuos, porque, si bien ya poco
se queman físicamente los libros, aunque si se persigue y reprime a
los autores y a los lectores, su destrucción está siendo peor,
porque los libros, los de papel como los digitales, están siendo
convertidos en objetos insulsos e inútiles y vanos y frívolos,
junto con todo lo que ellos representan: el conocer, el sentir, el
imaginar, el pensar, el anhelar, etc., todo aquello que es y
representa ser humano: el Espíritu o el anhelo de futuro.
Es
cierto, ya no se queman los libros, porque estos se resisten a
desaparecer por ese método de destrucción y porque, aun quemados y
mientras existan "los hombres-libro", como Aves Fénix,
renacerán de sus cenizas. Siempre, en algún lugar una memoria
olvidada se preserva.
Por
eso, lo trágico, es que ahora lo que se destruye y se degenera es
algo esencial: el deseo de la lectura, ese deseo que es la esencia de
lo humano, según Spinoza, otro "hombre-libro" y generador
de innumerables "hombres-libro". Ese mismo deseo que ahora
las neurociencias están demostrando que es el motivo que hace
decidir y actuar a los humanos y a toda la materia viva. Ese deseo
que ahora está siendo manipulado para que los humanos deseen
someterse al dominio de ...
Mejor
dicho, como están las cosas, la lectura y la escritura, como tales y
no como simplemente saber leer y escribir, están en peligro de
extinción. Si ya nadie siente ese deseo de ser lector y escritor, no
habrá reproducción de lectores y de escritores y el destino de la
humanidad quedará así en las manos de "los hombres de El
Libro", o sea, de la esterilidad emocional, imaginativa,
intelectual, espiritual. Algo así como la reproducción artificial y
controlada de hombres y mujeres en serie y a la carta ... Y así, la
humanidad se convertirá en otra especie más, domesticada y
doméstica, sobre la tierra, como alguna vez lo narró Aldous Huxley
en su novela Un mundo feliz.
***
Ante
ese escenario de dogmas, superstición, miedo, terror, ignorancia, se
me ocurrió que había que hacer algo, así fuera la simple y
sencilla acción de un hombre-libro y Lector Ludi, solo ante los
poderes del mundo, pero que busca la complicidad de sus amigos para
sembrar una semilla del deseo de la lectura.
Para
empezar, había que recuperar el poder de esa mínima recompensa que
la lectura ofrece al lector: el poder de jugar, la lectura lúdica.
Con el juego vendrán el placer, la alegría, la sensualidad, la
imaginación y eso que llaman creatividad. El juego, al igual que la
risa, disuelve los dogmas, los miedos, las supersticiones, la
ignorancia. El juego, como el deseo, es una expresión natural de la
vida.
Fue
por ello que propuse este juego: catalogar o inventariar con una
buena y mínima descripción y explicación, a "los hombre y
mujeres-libro", así como a "los hombres y
mujeres-literatura" que recordáramos de nuestras lecturas o
aquellos que descubriéramos de otras o por ajenas lecturas. Pero
sólo por el placer de jugar y de desear ... a tener futuro.
He
aquí y reseñados al gusto y modo, tanto los que he propuesto como
los que han propuesto aquellos amigos que respondieron la invitación
a participar en el juego.
1.
Ray Bradbury, Farenheit 451
y
la película del mismo nombre de François Truffaut
En
primer lugar y como homenaje, "los hombres-libro" de la
novela de Ray Bradbury, Farenheit 451, y la película del mismo
nombre de François Truffaut, una de cuyas escenas finales fue el
título y el motivo para este juego y que, al mismo tiempo, muestra
como dos formas de arte asocian sus expresiones. Estos son algunos de
"los hombres-libro" mencionados en la novela:
"Nosotros tenemos
memorias fotográficas, pero pasamos la vida entera aprendiendo a
olvidar cosas que en realidad están dentro. Simmons, aquí presente
ha trabajado en ello durante veinte años, y ahora hemos
perfeccionado el método de modo que podemos recordar cualquier cosa
que hayamos leído una vez. ¿Le gustaría algún día, Montag, leer
La República de Platón?
-¡Claro!
-Yo soy La República de
Platón. ¿Desea leer Marco Aurelio? Mr. Sirnmons es Marco.
-¿Cómo está usted?
-dijo Mr. Simmons-.
-Hola -contestó Montag-.
-Quiero presentarle a
Jonathan Swift, el autor de ese malicioso libro político, Los viajes
de Gulliver. Este otro sujeto es Charles Darwin, y aquél es
Schopenhauer, y aquél, Einstein, y el que está junto a mí es Mr.
Albert Schweitzer, un filósofo muy agradable, desde luego. Aquí
estamos todos, Montag, Aristófanes, Mahatma Gandhi, Gautama Buda,
Confucio, Thomas Love Peacock, Thomas Jefferson y Mr. Lincoln. Y
también somos Mateo, Marco, Lucas y Juan" (Ray Bradbury, Farenheit
451).
2.
Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha
El
más famoso, célebre y conocido de "los hombres-libro" e
inspirador de muchos otros "hombres-libro" más, es don
Quijote, veamos por qué:
Primero.
Don Quijote es "el hombre-libro" más conocido, porque
enloqueció por "leer libros de caballerías":
"Es, pues, de saber
que este sobredicho hidalgo, los ratos que estaba ocioso, que eran
los más del año, se daba a leer libros de caballerías, con tanta
afición y gusto, que olvidó casi de todo punto el ejercicio de la
caza, y aun la administración de su hacienda. Y llegó a tanto su
curiosidad y desatino en esto, que vendió muchas hanegas de tierra
de sembradura para comprar libros de caballerías en que leer, y así,
llevó a su casa todos cuantos pudo haber dellos" (Miguel de
Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha, I, cap. I).
Segundo.
El autor del libro en la novela es un autor inventado por el autor y
el que es, a su vez, un escritor de una tradición y disciplina de
escritores:
"La historia de don
Quijote de la Mancha, escrita por Cide Hamete Benengeli, historiador
arábigo" (Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la
Mancha, I, cap. IX).
Tercero.
En la historia se habla de otro libro con las aventuras del mismo
personaje pero de otro autor, pero con una versión espuria del
personaje y de la historia:
"Llegóse en esto la
hora de comer; comieron juntos don Quijote y don Álvaro. Entró
acaso el alcalde del pueblo en el mesón, con un escribano, ante el
cual alcalde pidió don Quijote, por una petición, de que a su
derecho convenía de que don Álvaro Tarfe, aquel caballero que allí
estaba presente, declarase ante su merced como no conocía a don
Quijote de la Mancha, que asimismo estaba allí presente, y que no
era aquél que andaba impreso en una historia intitulada: Segunda
parte de don Quijote de la Mancha, compuesta por un tal de
Avellaneda, natural de Tordesillas" (Miguel de Cervantes
Saavedra, Don Quijote de la Mancha, II, Capítulo LXXII ).
Cuarto.
Visto lo anterior, Don Quijote de la Mancha es un libro de libros:
uno, el libro escrito por Miguel de Cervantes; dos, el libro escrito
por Avellaneda y tres, el libro que al final y según la propia
declaración de Cide Hamete Benengeli, el autor de ficción, fue
escrito por su pluma "fantástica", la misma del cálamo de
la tradición islámica en la que se inserta Don Quijote , según lo
explica la portorriqueña Luce López Baralt y como lo dice el propio
Cide Hamete:
"Y el prudentísimo
Cide Hamete dijo a su pluma:
[...]
Para mí sola nació don
Quijote, y yo para él; él supo obrar y yo escribir; solos los dos
somos para en uno, a despecho y pesar del escritor fingido y
tordesillesco que se atrevió, o se ha de atrever, a escribir con
pluma de avestruz grosera y mal deliñada las hazañas de mi valeroso
caballero" (Miguel de Cervantes Saavedra, Don Quijote de la
Mancha, II, Capítulo LXXIV ).
Además,
Don Quijote de la Mancha es un libro que fue escrito para condenar
los libros de caballerías
“[...] todo en él es
una invectiva contra los libros de caballerías” (Miguel de
Cervantes Saavedra, Don Quijote de la Mancha, Prólogo, I).
Y
no para finalizar, pero para abrir un pasaje: hay que considerar el
infinito de libros y escrituras que se han hecho sobre Cervantes y su
don Quijote. O los que ha inspirado. O, las re-escrituras que ha
provocado, para ir más allá y adelantarme y mencionar a Jorge Luis
Borges, "el autor-literatura" por excelencia, autor del
cuento: Pierre Menard, autor del Quijote.
3.
Elias Canetti, Auto de fe
Y
hablando de los libros que inspirara Don Quijote, el de Elias
Canetti, Auto de fe, el que su autor reconoce y certifica haber
escrito teniendo a don Quijote como uno de los modelos de su
personaje, Peter Kien, otro "hombre-libro" que también
enloquece por tanto leer y el que quema y se quema con su gran
biblioteca. A diferencia de don Quijote que si se salva, pero no sus
libros "políticamente incorrectos", de la quema de libros
que hicieron su sobrina, el cura y demás.
4.
Otro "hombres libro" y una "mujer-libro
En
la misma senda de los anteriores, otro personaje que enloquece de
tanto leer es el doctor Nahum Fischelson, el personaje de Isaac
Bashevis Singer en su relato: El Spinoza de la calle Market. Este es
hombre de un sólo libro: la Ética de Spinoza. Libro y hombre y
filósofo que ha inspirado las más asombrosas trasformaciones y
mutaciones en la cultura y en los mismos hombres y mujeres que lo han
leído.
Y
para que no se considere machista esta inquisición, otra categoría
corresponde a las mujeres, mujeres-libro, de las que el personaje más
emblemático es Emma Bovary, en la novela del mismo nombre, de
Gustave Flaubert, a la que sus lecturas de novelas románticas
afectan profundamente hasta la perdición y el suicidio, esas
terribles locuras de la moral cristiana.
***
II.
"Los hombres y mujeres-libro" de mis amigos
Como este es un juego con
mis amigos y en vista de que sus respuestas no sólo aportaron
excelentes items, sino que también estos atrajeron desde el recuerdo
a otros tan representativos como todos los demás.
La primera respuesta a mi
invitación, fue la del amigo Abelardo Gómez, quien propuso dos muy
buenos especímenes.
El primero, el personaje,
escritor y narrador, de la novela Si una noche de invierno un viajero
de Italo Calvino.
"La empresa de
tratar de escribir novelas «apócrifas», que me imagino escritas
por un autor que no soy yo y que no existe, la llevé a sus últimas
consecuencias en este libro. Es una novela sobre el placer de leer
novelas; el protagonista es el lector, que empieza diez veces a leer
un libro que por vicisitudes ajenas a su voluntad no consigue acabar.
Tuve que escribir, pues, el inicio de diez novelas de autores
imaginarios, todos en cierto modo distintos de mí y distintos entre
sí: una novela toda sospechas y sensaciones confusas; una toda
sensaciones corpóreas y sanguíneas; una introspectiva y simbólica;
una revolucionaria existencial; una cínico-brutal; una de manías
obsesivas; una lógica y geométrica; una erótico-perversa; una
telúrico-primordial; una apocalíptica alegórica. Más que
identificarme con el autor de cada una de las diez novelas, traté de
identificarme con el lector..." (Italo Calvino, Si una noche de
invierno un viajero).
El otro, un delicioso
personaje al que hacen los libros. Se trata de Daniel Sempere, hijo
de un librero viudo, al que su padre "inicia" en "los
misterios" de El cementerio de los libros olvidados, un lugar
"oculto" en el que niño encuentra la novela, La sombra del
viento, la que propiciará todo su proceso de "iniciación y
transición" de niño a joven, el que se desarrolla y realiza en
ese ámbito de los libros y las aventuras en una Barcelona "negra".
Daniel Sempere es el personaje de la novela y saga de Carlos Ruiz
Safón que comienza con la novela titulada, precisamente, La sombra
del viento.
1.
Las propuestas de Jaime Flores Mesa
Las propuestas de Jaime, en
un principio sencillas, tuvieron el encanto de desatar una posterior
tormenta de vínculos mágicos de esa memoria inventada por Giordano
Bruno, en la que fuimos construyendo todo un mundo de "hombres y
mujeres-libro", junto con "autores-literatura".
Vamos por orden: En la
primera respuesta a la invitación, propuso a García Madero y su
amigo, Ulises Lima, su amigo, a su vez poetas, los personajes que en
la novela de Roberto Bolaño, Los detectives, buscan a la mujer-libro
y poeta, Cesárea Tinajero, perdida en algún lugar desconocido del
desierto de Sonora en México.
A esta primera respuesta
siguió otra abundante y maravillosa. En primer lugar, proponía al
personaje-narrador de las novelas-biografía del escritor colombiano
y antioqueño, Fernando Vallejo, El mensajero, sobre la vida del
poeta, también antioqueño, Porfirio Barba-Jacob. Y la novela, Almas
en pena, Chapolas negras, sobre la vida del poeta bogotano, José
Asunción Silva.
Por esos vínculos mágicos
de la memoria, lo anterior atrajo el vínculo con el narrador de
Fernando Vallejo en El río del tiempo y otras novelas sueltas, ese
conjunto de novelas-biografía, el cual se me parece a Del tiempo y
el río, la extensa novela-biografía de Thomas Wolffe, el novelista
del Sur y no el periodista del Nuevo Periodismo y novelista del Norte
cuyo nombre es sólo Tom.
Así se explica y además
agrega tras propuestas el amigo Jaime:
"Y para la lista no
sé si concuerdes en incluir al narrador de las novelas de Fernando
Vallejo, es decir, él mismo, sobre todo el de las biografías de
Barba Jacob y Silva. Y como en su obra ya los límites entre ficción
y realidad se desdibujan, el propio Vallejo es o fue un hombre-libro
que se hizo personaje literario. Tengo otros candidatos para la
lista: Guillermo de Baskerville, de El nombre de la rosa, y los tres
amigos intelectuales de otra novela de Eco, El péndulo de Foucault:
Belbo, Casaubon y Diotavelli; el Doctor Fausto, de Goethe, que ya
debe estar en tu lista; el cura Ibacache, de Nocturno de Chile
(Bolaño). Por el momento esos mientras mi memoria se reajusta".
En correo posterior, Jaime
incluye en sus propuestas a otros ejemplos excelsos de "hombre-libro"
y "autor-literatura". El uno, Leopoldo Bloom, el personaje
de Ulises y su autor James Joyce, novela escrita sobre los rastros de
la escritura de Homero y de un número no precisado todavía de otros
escritores, para parodiar la definición de palimpsesto de Borges:
(Un
texto)... "En el que deben traslucirse los rastros -tenues pero
no indescifrables- de la "previa" escritura de nuestro
amigo" (Jorge Luis Borges, Ficciones).
A manera de otra digresión,
habría que explorar la conexión de James Joyce con Italo Svevo y su
novela La conciencia de Zeno y su burla del psicoanálisis. Una burla
profética hecha en los años 20 cuando el seudocientífico negocio
de Freud apenas estaba empezando a causar los primeros dislates y
desastres.
El otro ejemplo propuesto
por Jaime y como para equilibrar la equidad de género, La Maga, ese
radiante personaje y "mujer-libro" de Julio Cortázar en
Rayuela, novela de "hombres-libro" y de un
"autor-literatura" por excelencia.
Sin embargo, de su primera
respuesta surgió otro vínculo mágico de la memoria. Y fue el de
otras dos novelas de Roberto Bolaño, Nocturno de Chile y su
personaje, el cura Ibacache, ya mencionado y el otro, más asombroso,
de 2666 y sus personajes.
Para empezar, el personaje
principal de 2666, es Benno von Archimboldi, del que no me atrevo a
decir que sea el protagonista. En la novela, Benno von Archimboldi es
un escritor alemán más bien desconocido pero con un buen número de
novelas publicadas que difícilmente se conseguían en las librerías
de las principales ciudades o se encontraban en las estanterías de
las bibliotecas de las universidades europeas. Además, Archimboldi
ha desaparecido y su búsqueda será el motivo de la actividad de los
cuatro académicos literarios que quieren encontrarlo para
consagrarlo junto con los trabajos de investigación y divulgación
que sobre su obra han realizado, hasta apropiárselo y competir 'a
muerte' por tal propiedad y leyenda con otros críticos y académicos.
Archimboldi sólo aparece en
la acción de la novela justo al final y en el momento en el que se
dispone a desaparecer en un viaje a México. Me parece que esta
desaparición es una referencia a la poeta desaparecida de Los
detectives salvajes, como también al desconocido y desaparecido B.
Traven, escritor alemán autor de la novela en la que se basa la
famosa película El tesoro de Sierra Madre, dirigida por John Huston
y protagonizada por Humphrey Bogart. B. Traven, que es uno de los
seudónimos atribuidos al escritor, fue motivo de leyendas en el
ámbito de la literatura mexicana y estadounidense, por los misterios
alrededor de su vida y de su real existencia.
Lo cierto es que la conexión
entre B. Traven y Benno von Archimboldi, aun va más allá, pues ese
es el seudónimo de Hans Reiter, escritor alemán desaparecido en
México. Pero esta genealogía es mejor explicada por otro de esos
eventos mágico-virtuales. Si se busca en Google el nombre de Benno
von Archimboldi, aparece en Wikipedia su perfil, al tiempo que se
exponen algunas de sus posibles genealogías literarias, no exenta de
asombros, pues se le relaciona, obviamente, hasta con el pintor
Giuseppe Arcimboldo:
(ver:
https://es.wikipedia.org/wiki/Benno_von_Archimboldi ).
Por esas circunstancias me
parece que los verdaderos protagonistas y actores de la trama son los
cuatro académicos literarios: Jean-Claude Pelletier , Piero Morini ,
Manuel Espinoza y Liz Norton:
"Para ella (Liz
Norton) la lectura estaba relacionada directamente con el placer y no
directamente con el conocimiento o con los enigmas o con las
construcciones y laberintos verbales, como creían Morini, Espinoza y
Pelletier" (Roberto Bolaño, 2666, Anagrama, Barcelona, p. 22).
En el asunto de "los
hombres-libro", me cuesta decidir si tratar a estos cuatro
académicos literarios como tales o, mejor, como "hombres de El
Libro", pues me parece que la intención de Roberto Bolaño es
satirizar la enseñanza académica literaria en las universidades
europeas al anteponer como pedagogía una mecánica académica y una
práctica competitiva a muerte por adueñarse de los autores y de
publicar hipótesis, a cual más descabellada, sobre sus vidas y
obras, en las que lo que menos importa es el autor y su obra, así
como también poco importa la verdadera naturaleza de la literatura:
ser un arte. Para universidades y académicos el asunto es de
intereses personales y de negocios particulares.
Hablando de posibles
genealogías, voy a proponer otras variantes del juego que estamos
jugando. Es que Benno von Archimboldi me parece que se conecta con el
personaje de Archibaldo Olson Barnabooth, de la novela de Valery
Larbaud, otro personaje hombre-libro y otro escritor
hombre-literatura, del que bien valdrá la pena tratar. Valery
Larbaud fue quien divulgó he hizo reconocer en París a José
Asunción Silva y a otros poetas y escritores latinoamericanos y
españoles. Archibaldo Olson Barnabooth es el escritor y personaje
que, junto con Bartleby, a su vez, se conectan con Bartlebooth, el
nombre del personaje de la novela de George Perec, mencionada antes y
de la que también hay que hablar.
Y
es que, continuando por los lados de Bolaño, está su amigo y hasta
mentor, el escritor español, Enrique Vila-Matas, un novelista que
afirma y escribe:
"Yo
creo que mis libros deberían ser vistos como lo que realmente
siempre han sido: libros escritos por personajes de novela".
Las
novelas y otras obras de Vila-Matas están hechas de literatura, de
autores y de personajes, de "hombres y mujeres-libro", tal
el caso de la novela El mal de Montano, esa enfermedad de convertirse
en literatura y en la cual el narrador se firma con el matrónimo de
Rosario Girondo y quiere encarnarse en un hombre-libro como si fuera
una Biblioteca Universal y así formar parte de una sociedad secreta
de conjurados contra los enemigos de lo literario. Casi como para
decir que Vila-Matas es un autor-literatura, como también podría
deducirse de su novela Bartleby y compañía, en la cual el narrador
escribe un diario de notas y pies de página en su búsqueda de
escritores que, como el personaje y escribano de la novela de Herman
Melville, Bartleby, prefieren no hacerlo, es decir, prefieren no
escribir o no volver a escribir (Rulfo, Rimbaud, Salinger ...), lo
mismo que el narrador de la novela que investiga sobre ellos.
Vila-Matas
es, a su vez, un admirador incondicional de Valery Larbaud:
"[...]
Valery Larbaud, que hoy es mi escritor preferido" (Enrique
Vila-Matas, El viento ligero en Parma).
Es
por ello que ahora y con ese mismo doble sentido, estoy explorando a
Valery Larbaud como hombre-literatura y a su bien elaborado
hombre-libro: Archibaldo
Olson Barnabooth, ese personaje cuyo apellido
suministra una de las partículas del nombre de Bartlebooth, el
personaje de La vida instrucciones de uso, de Georges Perec (la otra
la aporta Bartleby el escribiente, el personaje de Herman Melville).
Perec es otro hombre-literatura, que construye esa novela como un
juego de referencias o de la hipertextualidad que dijera Genette. Esa
novela de Perec me parece que es la única que viene acompañada de
índices de nombres, analítico, de cronología, de referencias
cronológicas y de algunas de las historias contadas en la novela,
mejor dicho, algo así como una novela-tratado, a diferencia de
tantas novelas-ensayo, como las de Milan Kundera o las de Jean Paul
Sartre o las de Albert Camus o las mismas de Enrique Vila-Matas.
Y
de paso, con Georges Perec habría que revisar la vida y obra de los
integrantes del OuLiPo (acrónimo
de «Ouvroir de littérature potentielle», en español «Taller de
literatura potencial») del que también hace parte Italo Calvino y
todo el potencial de esta literatura y sus hombres-literatura y no sé
si alguno con alguna obra de hombres-libro.
Lo
que me lleva a otro salto maravilloso. Dos hombres-libro, Bouvard y
Pecuchet, los personajes de la novela del mismo título, de Gustave
Flaubert, el mismo de esa fascinante "mujer-libro", Emma
Bovary, "hombres-libro" que se llenan de información y
literatura en su búsqueda de "lo último y lo máximo" en
ciencias y cultura.
Y
hablando de clásicos hombres-libro y hombres-literatura y para
acabar de ajustar, poeta, el único de todo este catálogo o
inventario, hasta el momento, otro favorito de Vila-Matas y de tantos
más, el poeta de los más famosos heterónimos: Fernando Pessoa, un
hombre-literatura multiplicado por cuatro hombres-libro. Y por
mencionar, la novela de José Saramago, El años de la muerte de
Ricardo Reis, uno de los heterónimos de Fernando Pessoa.
Claro que un inventor previo de
heterónimos fue, en 1911, Valery Larbaud: X. M. Tournier de Zamble,
el supuesto autor de la biografía y editor de la obra de Archibaldo
Olson Barnabooth.
Queda
también pendiente Umberto Eco, el novelista que escribe novelas para
mostrar o demostrar alguna que otra teoría literaria y algunos de
cuyos personajes bien pueden ser ejemplares hombre-libro.
2.
Los descubrimientos del amigo Diego Firmiano
La respuesta de Diego
Firmiano fue pronta y asombrosa, pues no sólo proponía un excelente
hombre-libro, sino que también me descubría una deliciosa y joven
novelista, con tantas novelas publicadas que no queda más que pensar
de ella que es una mujer-literatura.
El
personaje, Prétextat Tach, un hombre-libro que escribe libros en la
novela de Amélie Nothomb, Higiene del asesino, que es a la vez el
título de la novela autobiográfica del propio Prétextat Tach, en
la que revela el oscuro secreto que motiva su escritura.
La
novela, además, trata sobre la escritura, el escritor, el lector,
mejor dicho, sobre la materia de los libros, las novelas y, por
supuesto, una crítica a los críticos y a los lectores que leen sin
leer o que son tan cortos de imaginación e intelecto que sólo leen
lo que quieren leer y no hacen el mínimo esfuerzo por desvelar lo
que el escritor escribió en clave hermética:
"-Pues claro. Sabe
usted, siempre hay un puñado de ociosos, de vegetarianos, de
críticos nocivos, de estudiantes masoquistas o incluso de curiosos
que llegan a leer los libros que compran. Era a ese tipo de gente a
la que quería poner a prueba. Quería demostrar que podía escribir
las peores atrocidades sobre mí con total impunidad: este acto de
autoacusación, como lo define usted con precisión, es rigurosamente
auténtico. Sí, señorita, tenía usted razón de cabo a rabo: en
este libro, ningún detalle es inventado. Se podrían, claro está,
buscar excusas para los lectores: nadie sabe nada de mi infancia, no
es el primer libro espantoso que escribo, cómo imaginar que haya
podido ser tan guapo, etc... Pero yo afirmo que esas excusas no
valen. ¿Conoce la crítica que leí en un periódico hace
veinticuatro años referida a Higiene del asesino? «Un cuento de
hadas rico en símbolos, una metáfora onírica del pecado original
y, por ende, de la condición humana.» ¡Cuando le decía que me
leen sin leerme! Puedo permitirme el lujo de escribir las verdades
más arriesgadas, sólo verán en ello metáforas. No tiene nada de
sorprendente: el pseudolector, acorazado en su escafandra, pasa con
toda impermeabilidad a través de mis frases más sangrantes. De vez
en cuando, exclama, satisfecho: «¡Qué hermoso símbolo!» Es lo
que se llama la lectura limpia. Un invento maravilloso, muy agradable
para ser practicado en la cama antes de acostarse; relaja y ni
siquiera mancha las sábanas" (Amélie Nothomb, Higiene del
asesino).
A
manera de hipótesis descabellada: ¿Hace Amélie Nothomb una
catarsis de su condición de mujer con el personaje y la historia de
Léopoldine?
***
Me parece que es pertinente,
pues me provocó gran placer, reproducir la respuesta y propuestas
del amigo Diego Firmiano, pues él habla mejor por él mismo:
"Saludos Amigo
Enhorabuena por lo del
gran Bradbury.
Y respecto al interesante
catálogo que como empresa te propones y que esperamos tener un día
completo no solo para leer sino para releer, propongo tres personas,
sino personajes.
El primero es Khalil
Gibran, que como sabemos, poeta, prosador, escritor, filosofo,
pintor, centrado en su temática de la locura, el amor y las letras,
terminó su obra al mejor estilo de Nietzche, es decir, al final de
sus días considero la locura como el más bello resumen de su vida.
Su obra Espiritus Rebeldes, nunca vio la luz enteramente, pues fue
quemada en la plaza de su Beirut natal, al poco tiempo de su
publicación. Fue por este libro que Gibran fue exiliado de su país
y al mejor estilo de Spinoza, fue excomulgado de la iglesia católica
Maronita. En su poética dice:
"Dijo entonces un
maestro: háblanos del Enseñar. Y él respondió: "Nadie puede
revelarnos más de lo que reposa ya dormido a medias en el alba de
nuestro conocimiento".
El segundo que propongo
es el escritor Pretextat Tach, personaje de Amélie Nothomb en su
obra "La higiene del asesino", que murió en la hoguera de
su fama. Hombre-libro por su capacidad de dejar su biografía oculta
entre veintidós libros publicados y cuya vida es una metáfora:
"-¿ha vendido
millones de ejemplares China, y eso no le ha hecho reflexionar?
-Cada día, las fábricas
de armamento venden millones de misiles en todo el mundo, y eso
tampoco les hace reflexionar.
-Eso no tiene nada que
ver.
-¿Usted cree? El
paralelismo, sin embargo, salta a la vista. La acumulación, por
ejemplo: se habla de carrera armamentística, también debería
hablarse de "carrera literaria". Es un argumento de peso
como cualquier otro: cada pueblo enarbola su escritor o sus
escritores como si fueran cañones. Tarde o temprano me enarbolarán,
a mi también, y le sacarán brillo a mi premio nobel.
-Si lo cree así, estoy
de acuerdo. Pero, gracias a Dios, la literatura resulta menos nociva.
-No la mía. La mía es
más nociva que la guerra" (Amélie Nothomb, Higiene del
asesino).
Y por último, quizá
Antonin Artaud lo considero hombre-libro. Hermano patético de Van
Gogh, con el que se identificó desde ese trabajo minucioso titulado:
"Van Goh: un suicidado por la sociedad". Fue un escritor
comprometido con la existencia; existencia que afrontó con todas sus
consecuencias, descubriendo nuevas formas de crear arte, sobrepasando
más allá de sus límites. No sólo por la experimentación con el
peyote, sino en su choque contra la guerra y el absurdo humano. Desde
esas fronteras es que Artaud relaciona literatura y enajenación.
Igual que los grandes hombres y mujeres de ideas a los cuales les han
quemado sus escritos pero no sus ideas. La hoguera es un intento por
quemas esas ideas, pero ellas no habitan en cuerpos sino en
espíritus. Este escritor francés finaliza su viaje atormentado en
el asilo de Rodez en 1948. Su locura y su censura lo ocultaron
durante mucho tiempo, al punto que en su Francia natal, es muy poco
conocido como escritor, poeta y dramaturgo.
Por lo demás, no sé si
cabría dentro de la categoría de "hombre-libro" el
italiano Emilio Salgári o la poeta china Li Qingzchao.
Amigo, por ahora está es
mi propuesta de "hombres-libro".
Un abrazo y a la espera
de sus buenos comentarios".
***
Y, para corresponder,
también trascribo una parte de mi respuesta:
Diego
Ya llegará el momento en
el que organice las respuestas, propuestas y encuentros que sobre los
hombres-libro estoy tratando de elaborar como catálogo o inventario
pero nunca como otra lista más. Y digo catálogo o inventario
porque, a diferencia de las listas, ofrecen o permiten una
descripción y alguno que otro comentario que sería bueno hacer
sobre uno u otro o todos los items acumulados para que los amigos
Lector Ludi continúen con el juego de agregar nombres, descripciones
y comentarios al gusto. Las respuestas y propuestas recibidas han
sido y han ido en ascenso de calidad y cantidad.
Ahora al otro asunto. Si
bien tus propuestas y sugerencias son deliciosas e intrigantes, sólo
una se acoge a la regla original: se trata sólo de personajes,
protagónicos o secundarios de novelas, cuentos, relatos o poemas que
son hombres o mujer-libro por el sólo hecho de ser hechos de libros,
es decir, que su existencia en la obra se debe a que su existencia es
libresca, porque, como don Quijote, son a la vez personajes de un
libro que se anuncia o se narra o se publica en la narración y
porque el motivo de su existencia es la lectura que los nutre o los
enloquece o la escritura que los hace o la investigación de critica
literaria que los disecciona. Son válidos los personajes que cumplen
una u otra condición o varias o todas las anteriores u otra similar,
como es el caso de tu propuesta de Prétextat Tach, un hombre-libro
como personaje que escribe libros en la novela de Amélie Nothomb, La
higiene del asesino. Las novelas o cuentos sobre escritores es una
buena categoría.
Entre otras cosas, Amélie
Nothomb me era desconocida hasta el momento de tu noticia y con ella
me sucedió una hierofanía, como con tantas escritoras y tantos
escritores cada vez más recientes que no he leído, porque mi
catálogo de lecturas cada vez se hace más hacia atrás y muy poco o
casi nada hacia adelante (para eso son los amigos jóvenes que nos
hacen voltear a leer a futuro). Además, Amélie Nothomb podría
integrar la subespecie de mujer-literatura, es una escritora
prolífica con una abundante producción novelística publicada.
En cuanto a Khalil Gibran
y Antonin Artaud, son dos asombrosos escritores y quizás
hombres-literatura, como lo son tantísimos otros y otras que, me
parece, merecen un catálogo o inventario propio y particular. Estos
serían una especie única y particular que se corresponderían con
las características que propuso Borges y que están consignadas en
la cita de Gerard Genette que te cité hace algunos días ...
3. Jairo Hernán Uribe
Márquez muestra que por la Cruz del Sur
la cosa es de genética
literaria
En un poco más de un par de
siglos, en la Argentina se ha desarrollado y evolucionado una
literatura propia a partir de las cepas europeas. Eso es lo que
muestra el amigo Jairo Hernán Uribe Márquez con su aporte a este
juego.
Propone Jairo Hernán:
"[...] a 'Adán
Buenosayres', el protagonista de la novela homónima de Marechal.
Y no porque Adán, el
personaje central, estuviese leyendo algún libro en especial. Sino
por su dedicación a la escritura y cuidado de dos cuadernos: el
'Cuaderno de Tapas Azules' y el 'Viaje a la oscura Ciudad de
Cacodelphia'. Éste ultimo (si usted lo ha leído y recuerda) cierra
el ciclo de Adán con un bibliotecario y una increíble 'Casa de
libros'."
Además de lo que dice Jairo
Hernán, se me ocurre decir algo descabellado y recordando la muy
antigua lectura de Adán Buenosayres, que este "hombre-libro",
también y además de lo que lo han ponderado los críticos
literarios y escritores como Julio Cortázar, hace una parodia de su
tiempo, ese tiempo de las polarizaciones políticas, sociales,
religiosas, literarias y todo lo habido y por haber. En las
literarias, como que en Buenos Aires se confrontan a fondo los
escritores de las tertulias de Bodeo y La Florida y sus posiciones y
compromisos ideológicos.
Pero, con su propuesta,
Jairo Hernán, muestra que la evolución, selección cultural y las
muy particulares mutaciones de la literatura argentina no son un
asunto de bastardías, sino una muy legítima herencia de las
tradicionales culturas europeas evolucionadas durante los años de la
Colonia y la Independencia, hasta generar su propio patrimonio y
herencia.
Y es que en este asunto de
"los hombres y mujeres-libro" y "los hombres y
mujeres-literatura", los especímenes argentinos han sido,
además de fantásticos, asombrosos y maravillosos. Para sólo
mencionar los grandes padrones del siglo XX: Macedonio Fernández,
Oliverio Girondo, Leopoldo Marechal y Jorge Luis Borges.
Y como el aporte de Jairo
Hernán atrajo la atención sobre una literatura en particular, tal
la de La Cruz de Sur, es necesario también evidenciar que por
aquellos lados de pampas y gauchos, no sólo hubo padrones, sino
también matrices. Voy a mencionar dos, las que, por coincidencia
fantástica o asombrosa, nacieron el mismo año con un mes de
diferencia, 1892 en marzo y mayo, respectivamente: Juana de
Ibarbourou y Alfonsina Storni, dos excelsas poetas y
"mujeres-literatura". Para que no se diga que ignoro a las
mujeres, aunque si reconozco que me faltan casi todas.
***
III.
Los hombres y mujeres-literatura
¿Otra
variante al juego inicial la de los hombres y las mujeres
literatura?. Y, como la literatura "es inagotable", por
supuesto, habría que empezar por Jorge Luis Borges, el
hombre-literatura por excelencia. Él llevo ese el juego hasta el
infinito con la especial característica de que su literatura está
hecha de literatura y hasta de re-escritura e hizo de obras apócrifas
de la literatura su fuente de referencias y de las enciclopedias un
genero narrativo más que fantástico, asombroso, un Aleph. O, ¿será
ese ojo de la mente del que habló Giordano Bruno hecho literatura?
Lo
que nos lleva a lo que dice Gérard Genette en Palimpsestos. La
literatura en segundo grado (Taurus, Madrid, 1989, p. 497) y, por
supuesto, a Borges:
"La memoria, dicen,
es «revolucionaria» -a condición, claro está, de que se la
fecunde y de que no se limite a conmemorar-. «La literatura
es inagotable por la razón suficiente de que un solo libro lo es»
(438). Este libro no basta sólo con releerlo, sino que hay que
reescribirlo, aunque sea como Ménard, literalmente. Así se cumple
la utopía borgiana de una Literatura en transfusión perpetua
-perfusión transtextual- constantemente presente a sí misma en su
totalidad y como Totalidad, en la que todos los autores no son más
que uno, y en la que todos los libros son un vasto Libro, un solo
Libro infinito. La hipertextualidad no es más que uno de los nombres
de esta incesante circulación de los textos sin la que la literatura
no valdría ni una hora de pena. Y cuando digo una hora ... ".
(438) Otra vez (por
supuesto) BORGES, Enquétes, pp. 307 Y 244.
(Nota página 325:
(286) 1932; trad. fr.,
Gallimard, 1966; supongo que podría decirse lo mismo de
Inquisiciones (1925),
que Borges suprimió de su catálogo y que es inencontrable. Recuerdo
que Enquétes
(Gallimard, 1957) es la traducción de Otras
inquisiciones, 1937-1952).
Y
como de juegos se trata, los juegos no tienen ni límites ni otras
reglas que las que el mismo juego se marca.
La
especie de "los hombres y mujeres literatura", de la que ya
he mostrado algunos especímenes más atrás, es aquella de los
autores de obras, que como en el ejemplo excelso de Jorge Luis
Borges, realizan sus obras con materiales de literatura (en el caso
de otras artes y otros artistas, con materiales de sus respectivas
artes).
Para
ponerlo en el contexto de la genética literaria que implica la cita
de Gérard Genette, en las obras de estos artistas se pueden rastrear
los elementos de un ADN que no sólo los emparienta, sino que muestra
el proceso evolutivo, de selección y de mutación artístico, a
través del cual se engendra, gesta y produce una nueva obra de arte.
Una
vez abierta esta nueva especie: la de "los hombres y mujeres
literatura" ... suspendo esta escritura hasta tanto les proponga
este otro juego a mis amigos. Ya nos volveremos a encontrar para
descubrir esos territorios de las maravillas literarias que hacen que
el espíritu sea.
***
Y
como el juego apenas empieza, que aquel que quiera jugar, lo haga,
bien aquí o bien con sus amigos ... como en Farenheit 451:
"Al principio, no se
trató de un plan. Cada hombre tenía un libro que quería recordar,
y así lo hizo".
Yo,
por mi parte, quisiera recordar Los heroicos furores de Giordano
Bruno.