Luis
Rivera, El matrimonio del coronel Aureliano Buendía con Remedios
Moscote.
https://airenuestro.com/2017/06/13/cien-anos-de-soledad-apuntes-del-club-de-lectura/
Lectura
lúdica a la escritura de Cien años de soledad-4
La
conexión romántica
"Decir
de alguien que es un pensador romántico o un héroe romántico NO
significa NO decir nada".
Isaiah
Belin.
Por
Iván Rodrigo García Palacios
Con
una evidente transposición
de Novalis, el amante, y de Michael Kohlhaas,
el guerrero humillado
y ofendido
de
la
novela de Heinrich von Kleist,
en el coronel Aureliano Buendía, Gabriel García Márquez realiza
una serie de asombrosas operaciones literarias por medio de las
cuales es posible establecer la conexión
romántica
en
Cien
años de soledad.
El
espíritu romántico
El
coronel Aureliano Buendía adquiere su encarnación del más puro
espíritu romántico cuando Gabriel García Márquez traspone en él,
de manera simétrica, el enamoramiento por Sophie von Kühn de
Novalis y la tragedia que desata su muerte. Novalis es el nombre
artístico de Friedrich von Hardenberg, el más representativo de los
promotores del Romanticismo alemán. Como es bien conocido, en
Novalis se encarnaron las cualidades personales que identificaban a
los románticos: la íntima conexión de vida y obra, simetría que
también será traspuesta a la vida y obra del coronel Aureliano
Buendía.
Esta
transposición de Novalis en el coronel Aureliano Buendía se realiza
de manera evidente por la simetría de sus enamoramientos, la que se
establece por las mujeres-niñas de las que se enamoraron y con las
que contrajeron un excepcional matrimonio, por la posterior tragedia
de sus matrimonios, por las biografías de ambos personajes y por las
trasformaciones existenciales que sus tragedias les provocaron. Ambos
se enamoran, se casan y sufren la trágica muerte temprana de sus
amadas y sus tragedias los transforman en lo más profundo de su ser
para el resto de sus existencias y en las consecuencias que marcarán
sus actos. Ambos desean vehementemente reunirse cuanto antes con sus
amadas, pero no buscando la muerte por mano propia.
La
vida y obra la de Novalis será afectada en lo más profundo de su
ser y estar, lo que se manifiesta en la forma de su existencia y en
las obras que escribió después de la tragedia y que se explica
cuando reflexiona sobre lo que él denomina "idealismo mágico",
una fórmula mágica para ir tras los pasos de su amada, una forma de
realizar la transición de esta vida a la otra por medio de la
voluntad.
La
vida y obra, la del coronel Aureliano Buendía, que se manifiesta,
antes de la tragedia, "en versos que no tenían principio ni
fin" y, después de la tragedia, en una escritura desenfrenada y
en la épica de sus treinta y dos guerras perdidas. Esas son su forma
de alcanzar a su amada a través de una muerte heroica o misteriosa,
porque el coronel, al igual que Novalis, no intentará quitarse la
vida por propia mano, pero, ambos, si se plantean un hipotético
plazo para alcanzar su final terrenal, plazo que para cada uno de
ellos se cumplirá de manera diferente a cómo se lo habían
propuesto.
A
ese espíritu romántico del coronel Aureliano Buendía, Gabriel
García Márquez, contrapone, en Pietro Crespi, esa otra actitud
romántica del romanticismo tardío, la del amante desolado,
julioflorezco, en la que el personaje termina suicidándose por amor.
Las
fuentes documentales
Citando
la síntesis biográfica que hace Rúdiger Safranski de ese momento
en la vida de Novalis y comparándola con el mismo momento de la vida
del coronel Aureliano Buendía, narrado por Gabriel García Márquez,
es posible reconocer las conexiones, correspondencias, simetrías y
distinguir las transposiciones que de manera patente se establecen
entre ambos personajes y de los eventos que los hacen románticos.
Sophie,
la amada de Novalis
La
amada de Novalis es Sophie von Kühn:
"A
finales de este año, 1794, Novalis se encuentra con Sophie von
Kühn. Queda subyugado. Será el gran amor de su vida. Lo que ahora
sucede es un Romanticismo como forma de vida, algo que en el fondo
sólo está en los libros.
La
muchacha sólo tiene trece años; procede de buena familia. Por
tanto, no hay impedimentos para el matrimonio, al que Novalis está
decidido de inmediato; el inconveniente es quizás la tierna edad de
la novia. Pero el padre se inclina por hacer la vista gorda, pues
también él ha cogido cariño a la muchacha. En cambio, los amigos
no podían comprender lo que fascinaba a Novalis, ya que no
encontraban a Sophie especialmente atractiva. Sólo Tieck reacciona
con arrebato. Ninguna descripción podría expresar, escribe, "con
qué gracia y celeste encanto se mueve este ser supraterrestre, y qué
belleza la rodea de resplandor y la ha revestido de emoción y
majestad".
A
pesar de su encantamiento, Novalis era capaz de emitir un juicio
distanciado sobre la amada. Así, confía a su diario, en el verano
de 1796, la siguiente caraterística:
"Su
temprana madurez. Desea agradar a todos. Su firmeza y su flexibilidad
frente a las personas que estima o que teme (...) No le importa en
exceso la poesía (...) No parece que haya llegado a un estadio de
auténtica reflexión (...) Su fumar tabaco (...) Su atrevimiento
frente al padre (...) Su anhelo de educarse (...) Su amor a los
niños. Espíritu de orden. Espíritu dominador. Su preocupación y
pasión por el decoro. Procura conseguir que yo agrade en todas
partes (...) No quiere avergonzarse por mi amor. Con frecuencia mi
amor la agobia. Tremendo don de simulación, don de ocultamiento de
las mujeres en general" 1.
Tras
la muerte de Sophie, la reacción de Novalis se conoce por lo que
cuenta Caroline von Kühn:
"Después de la muerte de Sophie,
con frecuencia permanecía durante días encerrado en la habitación
de ella. Y vivía solamente para su dolor. A los suyos les preocupaba
cómo soportaba esta larga soledad; eso hizo que un día su hermana
entrara a verlo y, al entrar por la puerta, se quedó rígida de
pavor, pues vio a la difunta tal como el día de su muerte yacía en
su cama. La explicación era que Novalis había extendido en la cama
el largo vestido azul que llevaba cuando murió. Puso encima su toca
y dejó abierto un libro de bolsillo que había leído últimamente,
a fin de evocar y retener el aspecto de su figura en el acto de leer"
2.
Sophie
von Kühn es a quien Novalis dedica su novela Enrique
de Ofterdingen y su anhelo de ver la Flor Azul 3,
al igual que sus Himnos a la noche.
Será a partir de esa novela y de esos poemas por los que se puede
establecer el carácter romántico del coronel Aureliano Buendía y,
por contraposición, será Pietro Crespi la encarnación de ese otro
romanticismo, el tardío, en el que los amantes mueren o se suicidan
por amor.
Remedios
Moscote,
la
amada del coronel Aureliano Buendía
La
amada del coronel Aureliano Buendía: Remedios Moscote, es presentada
así en Cien años de soledad:
"Remedios, de apenas nueve años,
una preciosa niña con piel de lirio y ojos verdes" 4.
(¿Lirio
y ojos verdes? ¿La flor azul?).
El
enamoramiento del coronel Aureliano Buendía:
"Todo el mundo quedó en paz,
menos Aureliano. La imagen de Remedios, la hija menor del corregidor,
que por su edad hubiera podido ser hija suya, le quedó doliendo en
alguna parte del cuerpo. Era una sensación física que casi le
molestaba para caminar, como una piedrecita en el zapato" 5.
El
inconveniente para el matrimonio:
"Media hora después regresó con
la noticia de que Remedios era impúber. Aureliano no lo consideró
como un tropiezo grave. Había esperado tanto, que podía esperar
cuanto fuera necesario, hasta que la novia estuviera en edad de
concebir" 6.
La
seducción y la educación sentimental y práctica de la amada:
"Aureliano, por su parte, había
descuidado el taller para enseñar a leer y escribir a la pequeña
Remedios. Al principio, la niña prefería sus muñecas al hombre que
llegaba todas las tardes, y que era el culpable de que la separaran
de sus juegos para bañarla y vestirla y sentarla en la sala a
recibir la visita. Pero la paciencia y la devoción de Aureliano
terminaron par seducirla, hasta el punto de que pasaba muchas horas
con él estudiando el sentido de las letras y dibujando en un
cuaderno con lápices de colores casitas con vacas en los corrales y
soles redondos con rayas amarillas que se ocultaban detrás de las
lomas" 7.
Las
virtudes de la amada:
"Remedios había llevado a la
casa un soplo de alegría. Se había instalado con su esposo en una
alcoba cercana al taller, que decoró con las muñecas y juguetes de
su infancia reciente, y su alegre vitalidad desbordaba las cuatro
paredes de la alcoba y pasaba como un ventarrón de buena salud por
el corredor de las begonias. Cantaba desde el amanecer. Fue ella la
única persona que se atrevió a mediar en las disputas de Rebeca y
Amaranta. Se echó encima la dispendiosa tarea de atender a José
Arcadio Buendía. Le llevaba los alimentos, lo asistía en sus
necesidades cotidianas, lo lavaba con jabón y estropajo, le mantenía
limpio de piojos y liendres los cabellos y la barba, conservaba en
buen estado el cobertizo de palma y lo reforzaba con lonas
impermeables en tiempos de tormenta. En sus últimos meses había
logrado comunicarse con él en frases de latín rudimentario. Cuando
nació el hijo de Aureliano y Pilar Ternera y fue llevado a la casa y
bautizado en ceremonia íntima con el nombre de Aureliano José,
Remedios decidió que fuera considerado como su hijo mayor. Su
instinto maternal sorprendió a Úrsula. Aureliano, por su parte,
encontró en ella la justificación que le hacía falta para vivir.
Trabajaba todo el día en el taller y Remedios le llevaba a media
mañana un tazón de café sin azúcar. Ambos visitaban todas las
noches a los Moscote. Aureliano jugaba con el suegro interminables
partidos de dominó, mientras Remedios conversaba con sus hermanas o
trataba con su madre asuntos de gente mayor" 8.
La
trágica muerte de Remedios Moscote provocaron en Cien
años de soledad y en el coronel Aureliano Buendía, similares
reacciones a las descritas atrás para Novalis tras la muerte de
Sophie:
"Úrsula dispuso un duelo de
puertas y ventanas cerradas, sin entrada ni salida para nadie como no
fuera para asuntos indispensables; prohibió hablar en voz alta
durante un año, y puso el daguerrotipo de Remedios en el lugar en
que se veló el cadáver, con una cinta negra terciada y una lámpara
de aceite encendida para siempre. Las generaciones futuras, que nunca
dejaron extinguir la lámpara, habían de desconcertarse ante aquella
niña de faldas rizadas, botitas blancas y lazo de organdí en la
cabeza, que no lograban hacer coincidir con la imagen académica de
una bisabuela" 9.
La
reacción del coronel:
"La muerte de Remedios no le
produjo la conmoción que temía. Fue más bien un sordo sentimiento
de rabia que paulatinamente se disolvió en una frustración
solitaria y pasiva, semejante a la que experimentó en los tiempos en
que estaba resignado a vivir sin mujer" 10.
Después
de la trágica muerte de Remedios Moscote, el coronel Aureliano
Buendía se va a la guerra y a su regreso a Macondo y en la
convalecencia del envenenamiento por el que pretendieron matarlo,
emprende, él también, una escritura como la que ya había realizado
Novalis:
"Sólo entonces supo que no
habían quemado sus versos. «No me quise precipitar -le explicó
Úrsula-. Aquella noche, cuando iba a prender el horno, me dije que
era mejor esperar que trajeran el cadáver.» En la neblina de la
convalecencia, rodeado de las polvorientas muñecas de Remedios, el
coronel Aureliano Buendia evocó en la lectura de sus versos los
instantes decisivos de su existencia. Volvió a escribir. Durante
muchas horas, al margen de los sobresaltos de una guerra sin futuro,
resolvió en versos rimados sus experiencias a la orilla de la
muerte. Entonces sus pensamientos se hicieron tan claros, que pudo
examinarlos al derecho y al revés" 11.
Como
Novalis, él también escribió su Enrique
Ofterdingen y sus Himnos a la
noche. Y eso no es todo, en una comparación más detallada de
estos sucesos de las biografías de Novalis del coronel Aureliano
Buendía, se encontrarán otras similitudes tanto o más asombrosas.
Pero ese será un juego para los lectores lúdicos.
Las
asombrosas guerras
del
coronel Aureliano Buendía
La
otra
conexión, la
que
determina el marco épico-romántico
de Cien
años de soledad,
se establece a partir de la novela de Heinrich
von Kleist, La
asombrosa guerra de Michael Kohlhaas, en la cual se inspiran las
guerras y el destino del coronel Aureliano Buendía puesto
que de ella se traspone el marco
épico-romántico de Cien
años de soledad.
Ambos,
Michael Kohlhaas
y
el coronel Aureliano Buendía, son héroes románticos y trágicos
que se sacrifican por la restitución de una justicia que consideran
sagrada en el plano trascendental pero imposible en la realidad. Y
como héroes románticos, el sentido de sus existencias de guerreros,
son simétricamente los mismos.
Esta
es la pregunta que se hace Heinrich von Kleist:
"¿Qué está en juego en esta
guerra?" 12.
Y
esta es su irónica respuesta:
"Está en juego una comunidad que
los salvajes de los mares del sur, si la conocieran, acudirían en
masa a defenderla; una comunidad (...) que sólo puede ser llevada al
sepulcro con sangre, ante la que el sol se oscurece" 13.
Por
su parte, el coronel Aureliano Buendía le pregunta a su amigo el
coronel Gerineldo Márquez:
"- Dime una cosa, compadre: ¡por
qué estás peleando?
- Por qué ha de ser, compadre
-contestó el coronel Gerineldo Márquez-: por el gran partido
liberal.
- Dichoso tú que lo sabes -contestó
él-. Yo, por mi parte, apenas ahora me doy cuenta que estoy peleando
por orgullo.
- Eso es malo -dijo el coronel
Gerineldo Márquez.
Al coronel Aureliano Buendía le
divirtió su alarma.
"Naturalmente", dijo. "Pero
en todo caso, es mejor eso, que no saber por qué se pelea". Lo
miró a los ojos, y agregó sonriendo:
- O que pelear como tú por algo que
no significa nada para nadie" 14.
La
escritura de Novalis
y
la de Gabriel García Márquez
En
Cien años de soledad no es
posible hacer la lectura de lo escrito por el coronel Aureliano
Buendía, sin embargo, si es posible establecer las conexiones y
correspondencias entre Cien años de
soledad y la novela inconclusa de Novalis, Enrique
Ofterdingen.
Véase
lo que escribe Rúdiger Safranski al
respecto:
"En esta época, entre 1799 y
1801, Novalis vivía en una verdadera embriaguez creadora. Enrique
Ofterdingen debía ser la primera de una serie de por lo menos
seis novelas. Su plan era escribir un ciclo entero. "Me
gustaría", escribe el 27 de febrero de 1799 a Caroline
Schlegel, "dedicar toda mi vida a una novela, que llenaría por
sí sola una biblioteca entera, y que quizás habría de contener los
años de aprendizaje de una nación" 15.
Esto
escribe Gabriel García Márquez a su amigo Carlos Fuentes:
«Jamás he trabajado en soledad
comparable —me dice—, no siento más punto de referencia que,
quizás, Rabelais, sufro como un condenado poniendo a raya la
retórica, buscando tanto las leyes como los límites de lo
arbitrario, sorprendiendo a la poesía cuando la poesía se distrae,
peleándome con las palabras. A veces —me escribe Gabriel— me
asalta el pánico de no haber dicho nada a lo largo de quinientas
páginas; a veces, quisiera seguir escribiendo el libro el resto de
mi vida, en cien volúmenes, para no tener más vida que esta...» 16.
"Idealismo
mágico" y "realismo mágico"
¿Es
posible establecer una conexión directa entre “el idealismo
mágico” propuesto por Novalis y “el realismo mágico”
teorizado a partir de Cien años de soledad.
Así
explica Novalis la romantización:
“El mundo debe ser romantizado para
reencontrar su sentido originario. Romantizar no es otra cosa que una
potenciación cualitativa. Cuando a lo que es vulgar le doy un
sentido superior, a lo usual una apariencia misteriosa, a lo conocido
la dignidad de lo desconocido, a lo finito la apariencia de lo
infinito, lo romantizo” (Nuevos fragmentos).
Teniendo
en cuenta eso, se podría
explicar
el que, en Cien años de soledad, Gabriel García Márquez se
apropió del marco épico-romántico que se propuso Novalis para
Enrique Ofterdingen,
al igual que
de sus
ideas sobre el "idealismo mágico" y,
desde allí, la posterior
fundamentación
del
"realismo mágico" 17.
La
interpretación y transposición del "idealismo mágico" de
Novalis en el "realismo mágico" al que aspiran Gabriel
García Márquez y Carlos Fuentes, se puede establecer en la
comparación que propongo a continuación.
Eustaquio
Barjau hace la siguiente explicación:
"Este es el sentido del adjetivo
"mágico" que acompaña al rótulo del idealismo de
Novalis: la magia es el arte de actuar sobre las cosas, a voluntad
del mago, de transformar la realidad; a la actuación del alma
individual sobre el cuerpo no la consideramos mágica, sí en cambio
a la actuación del hombre sobre las cosas; pues bien, ésta es la
vocación del hombre -concretamente, del poeta-, imponer la idea, el
espíritu sobre la materia, convertir lo involuntario y azaroso en
voluntario y planeado, espiritualizar el cosmos; en el postulado del
"idealismo mágico" de "hacer de las cosas ideas y de
las ideas cosas" se expresan de un modo pregnante los dos
términos que definen este esbozo de sistema" 18.
Por
su parte, Carlos Fuentes dice lo siguiente sobre Cien años de
soledad:
"Acabo de leer Cien años de
soledad: una crónica exaltante y triste, una prosa sin desmayo, una
imaginación liberadora. Me siento nuevo después de leer este libro,
como si les hubiese dado la mano a todos mis amigos. He leído el
Quijote americano, un Quijote capturado entre las montañas y la
selva, privado de llanuras, un Quijote enclaustrado que por eso debe
inventar al mundo a partir de cuatro paredes derrumbadas. ¡Qué
maravillosa recreación del universo inventado y re-inventado! ¡Qué
prodigiosa imagen cervantina de la existencia convertida en discurso
literario, en pasaje continuo e imperceptible de lo real a lo divino
y a lo imaginario!"
[...]
Pero en algún rincón debe haber
un Aureliano con su cruz de cenizas en la frente que venga a
protestar contra la crónica del biznieto del coronel Gerineldo
Márquez, corrija los inevitables errores y proponga una nueva
lectura, radical e inédita, de los pergaminos de Melquíades. Un
día, querido Julio, me hablaste de la novela como mutación. Eso es
Cien años de soledad: una generación y una re-generación infinita
de las figuras que nos propone el autor, mago iniciático de un
exorcismo sin fin" 19.
Y
claro, también es necesario agradecer a don Ramón María del Valle
Inclán por su estética de esperpentos y fantoches, tan barroca como
romántica.
Muchos
años después de la escritura de Cien años de soledad, su amigo,
Juan Rulfo, le advirtió a Gabriel García Márquez sobre los
peligros de vivir, como los románticos, en y por la literatura.
Notas
1Rúdiger
Safranski, Romanticismo, Una odisea del espíritu alemán, Tusquets,
2009, p. 104. Además, todas las citas de los románticos citados
han sido tomadas de esta obra.
2Rúdiger
Safranski, Romanticismo, Una odisea del espíritu alemán, Tusquets,
2009, p. 109.
3Penelope
Fitzgerald, La flor azul, Impedimenta, Madrid, 2014. “Si
rebuscamos en las enciclopedias sobre el significado de La Flor azul
nos dirán que es un símbolo central del romanticismo. Representa
el anhelo, el amor y el afán metafísico por lo infinito. En La
flor azul no solamente se unen la naturaleza, el hombre y el
espíritu humano; simboliza además el afán por el conocimiento de
la naturaleza y consecuentemente, de uno mismo” (Comentario de
Guillermo Lorén González,
publicado en Las lecturas de Guillermo).
4Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad, edición conmemorativa,
RAE, 6 de marzo de 2007, p. 72. Todas las citas corresponden a tal
edición.
5Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad, edición conmemorativa,
RAE, 6 de marzo de 2007, p. 73.
6Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad, edición conmemorativa,
RAE, 6 de marzo de 2007, p. 87.
7Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad, edición conmemorativa,
RAE, 6 de marzo de 2007, p. 92.
8Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad, edición conmemorativa,
RAE, 6 de marzo de 2007, p. 107.
9Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad, edición conmemorativa,
RAE, 6 de marzo de 2007, pp. 108-109.
10Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad, edición conmemorativa,
RAE, 6 de marzo de 2007, p. 116.
11Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad, edición conmemorativa,
RAE, 6 de marzo de 2007, p. 161.
12Rúdiger
Safranski, Romanticismo, Una odisea del espíritu alemán, Tusquets,
2009, p. 172.
13Rúdiger
Safranski, Romanticismo, Una odisea del espíritu alemán, Tusquets,
2009, p. 172-173.
14Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad, edición conmemorativa,
RAE, 6 de marzo de 2007, p. 161.
15Rúdiger
Safranski, Romanticismo, Una odisea del espíritu alemán..., p.
101.
16Carta
citada en el texto de Carlos Fuentes, Para darle nombre a América.
Homenaje, leído en Cartagena con motivo de la conmemoración de los
80 años de Gabriel García Márquez y los 40 años de la
publicación de Cien años de soledad.
17Novalis,
Himnos a la noche, Enrique Ofterdingen, Cátedra, Madrid, 1992, pp.
106-107: “Antiguamente toda la Naturaleza debió de estar más
llena de vida y de sentido que ahora. Fuerzas que hoy en día los
animales apenas parecen advertir y que sólo el hombre es capaz de
sentir y gozar, movían entonces cuerpos sin vida; y así era
posible que hubiera hombres hábiles que, por sí solos, realizaran
hazañas y provocaran fenómenos que actualmente se nos antojan
totalmente inimaginables y fabulosos *.
De este modo, según nos cuentan viajeros que todavía han oído
estas leyendas de boca de la gente del pueblo, en tiempos muy
remotos, en las tierras que ocupa ahora el imperio griego, debió de
haber poetas, que, con el extraño son de maravillosos instrumentos,
despertaban la secreta vida de los bosques y los espíritus que se
escondían en las ramas de los árboles; hacían revivir las
simientes y convertían regiones yermas y desérticas en frondosos
jardines; domesticaban animales feroces y educaban a hombres
salvajes, despertando en ellos amables instintos y artes de paz,
convertían ríos impetuosos en tranquilas corrientes, y hasta
llegaban a arrancar a las piedras de su inmovilidad para hacerlas
mover al ritmo de sus cantos. Estos hombres debieron de ser al mismo
tiempo oráculos y sacerdotes, legisladores y médicos, porque su
arte mágico era capaz de penetrar la más profunda esencia de la
realidad; conocían los secretos del futuro, las proporciones y la
estructura natural de todas las .cosas, y hasta las fuerzas
interiores y las virtudes curativas de los números, de las plantas
y de todas las criaturas. A partir de entonces la Naturaleza, que
hasta aquel momento había sido una selva en la que reinaba la
confusión y la discordia, se llenó de múltiples y variados
sonidos y de extrañas simpatías y proporciones. Y lo raro es que a
pesar de que nos han quedado estas hermosas huellas que nos
recuerdan la presencia en el mundo de aquellos hombres bienhechores,
su arte o su delicada sensibilidad ante la Naturaleza se hayan
perdido”.
18Novalis,
Himnos a la noche. Enrique Ofterdingen, Edición de Eustaquio
Barjau, Cátedra, Madrid, 1992, p. 19.
19Carlos
Fuentes, Para darle nombre a América. Homenaje.
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