Alberto
Gironella, ilustración para Tirano Banderas
https://www.google.com/search?client=ubuntu&hs=hKu&channel=fs&biw=1216&bih=877&tbm=isch&sa=1&ei=kiUUW-bTKs-G5wLD9ouwBA&q=alberto+gironella+tirano+banderas&oq=alberto+gironella+tirano+banderas&gs_l=img.12...109312.111774.0.114745.0.0.0.0.0.0.0.0..0.0....0...1c.1.64.img..0.0.0....0.WHg9okDfk4Y#imgrc=ZsvP_rq6NrIkPM:
Lectura
lúdica a la
escritura de Cien años de soledad-3
Otros
palimpsestos
"En el que deben traslucirse los
rastros -tenues pero no indescifrables- de la "previa"
escritura de nuestro amigo" (Jorge Luis Borges, Ficciones).
"La literatura es inagotable por
la razón suficiente de que un solo libro lo es" (J. L. Borges,
Enquetes). Este libro no basta sólo con releerlo, sino que hay que
reescribirlo, aunque sea como Ménard, literalmente. Así se cumple
la utopía borgiana de una Literatura en transfusión perpetua
-perfusión transtextual- constantemente presente a sí misma en su
totalidad y como Totalidad, en la que todos los autores no son más
que uno, y en la que todos los libros son un vasto Libro, un solo
Libro infinito" 1.
Iván
Rodrigo García Palacios
Si
alguien ocultó con singular malicia el origen de sus referentes
literarios, la mayor parte de las veces tras una cortina de humo de
referentes culturales y anécdotas folclóricas, ese fue Gabriel
García Márquez. Para hacerlo, unas veces destacaba unos autores y
obras más de la cuenta. Otras, apenas mencionándolos, como quien no
quiere la cosa y así disimular el tamaño de su deuda, Pero, los más
importantes nunca son mencionados con el claro propósito de
ocultarlos, pues son tan determinantes que cualquier consideración
podría tomarse como falta de originalidad o de genialidad. O,
simplemente, para generar un misterio que desafiara a los lectores y
a los académicos.
Sin
embargo, nada de eso importa ya, pues todo ese bagaje literario,
cultural y folclórico en la composición de las obras de Gabriel
García Márquez es una mina de “otros” sentidos que enriquecen
las lecturas y las insertan en ese libro infinito del que hablaba
Jorge Luis Borges. Además y según las nuevas ciencias de la teoría
literaria, también es original y genial el manejo de las fuentes y
los referentes. Y todo ello, porque no existe ninguna obra literaria
absolutamente original, es decir, en la que en su escritura no haya
incidido la influencia y la presencia de las obras de otros autores,
así como de los elementos de la memoria, de los recuerdos, del
ámbito cultural, social, político, etc. y, por supuesto, la
decisión deliberada de trasponer elementos de otras obras y de la
realidad a la escritura por parte del autor.
Lo
que hace a una obra literaria una obra original, es aquel “toque
genial”, indefinible e indescriptible que su autor logra al
escribir con la materiales de su memoria, de sus sentimientos, de sus
recuerdos, de su imaginación, de su pensamiento, para con todo ello
realizar una obra maestra de arte.
Una
de las actividades más placenteras que puede realizarse con la
literatura, además de la lectura, es la de jugar con ella. Un juego
delicioso es tratar de encontrar las referencias e influencias
incluidas en las obras, hasta el punto de que se han inventado
ciencias literarias con ese propósito. Pero a diferencia de esas
ciencias, la Lectura lúdica es un juego y como juego sus métodos
son los mismos del arte, es decir, pasión e imaginación. El juego
que ahora propongo es el de buscar algunos de los palimpsestos de
Cien años de soledad, unos más conocidos y reconocidos que otros.
Para
proponer algún tipo de piso teórico, me remito a las propuestas de
Gerard Genette, ya citadas en el epígrafe, y a esta cita que él
hace de Michael Riffaterre:
«La intertextualidad es [... ] el
mecanismo propio de la lectura literaria. En efecto, sólo ella
produce la significancia, mientras que la lectura lineal, común a
los textos literarios y no literarios, no produce más que el
sentido» 2.
Sin
embargo, mi propósito no es encontrar ni lo uno ni lo otro, lo que
hago es solo por el placer de jugar por jugar a ese juego de buscar
algo que se nos oculta, deliberadamente o no, por el desafío y por
el placer creciente de encontrarlo mientras más esfuerzos nos exige
una lectura atenta, pero lúdica.
Pues
bien, Cien años de soledad, de Gabriel García Márquez, es una de
las más ricas y misteriosas novelas, en cuanto a referencias
literarias, de las cuales, unas ya han sido reconocidas desde su
publicación y se las ha relacionado con múltiples fuentes y
motivos, para el caso, las oficialmente reconocidas y enumeradas por
Gerard Martin, de quien se puede decir fue el biógrafo oficial de
Gabriel García Máquez:
“[…] los ingredientes
latinoamericanos de su bagage literario —Borges, Asturias,
Carpentier, Rulfo— con la Biblia, Rabelais, las crónicas de la
conquista española y las novelas europeas de caballería, e
incorporaba también a Defoe, Woolf, Faulkner, Hemingway. No es de
extrañar que se sintiera un alquimista, ni provoca sorpresa que
fusionara a Nostradamus y Borges —y a sí mismo”,
[...]
“He ahí el secreto, pues. un hombre
que escribe acerca de un pueblo, de una nación y del mundo
sirviéndose de los descubrimientos de los grandes mitos occidentales
(Grecia, Roma, la Biblia, Las Mil y una Noches importadas de
Oriente), de los grandes clásicos de Occidente (Rabelais, Cervantes,
Joyce) y de los grandes precursores de su propio continente (Borges,
Asturias, Carpentier, Rulfo), cuya obra es un espejo en el cual el
continente se reconoce al fin, y funda con ella una tradición” 3.
Sin
olvidar la formación clásica en la literatura griega y latina que
recibiera en su juventud como periodista del el diario El Universal
en Cartagena de Indias, por allá en 1948, bajo la tutela de Clemente
Manuel Zabala y Gustavo Ibarra Merlano 4,
Pero,
además de los autores y obras conocidos y reconocidos, hay en Cien
años de soledad otras referencias y fuentes no tan conocidas ni
reconocidas u otras que no se conocen ni reconocen como incluidas en
una de sus obras, pero si para otra, tal el caso de Cien años de
soledad y El otoño del patriarca. La historia del origen y escritura
de estas dos novelas es una novela ella misma con una trama
asombrosa, porque la escritura de un primer El otoño se frustró
para dar origen a Cien años de soledad y permaneció congelada por
diez años.
Pero
volviendo al cuento de los referentes conocidos o no reconocidos. Ese
es el caso con Tirano Banderas de Ramón María del Valle Inclán, de
la que Gabriel García Márquez niega toda relación con El otoño
del patriarca. Igual sucede con Nostromo, de Joseph Conrad. Pero hay
que descubrir que ambas novelas y sus autores fueron tanto o más
importantes para la escritura de Cien años de soledad, algo que
Gabriel García Márquez simplemente calló o apenas negó. Y es
cierto, poco más tienen que ver con el El otoño del patriarca, pero
con el publicado en 1975, salvo por ese detalle de su origen.
Ese
es el punto de partida de este juego de Lectura Lúdica. Había que
buscar y descubrir las lecturas que Gabriel García Márquez había
hecho para aquella versión primera, fracasada y perdida -o,
¿reciclada en Cien años de soledad?-, de aquel El otoño del
patriarca, esa novela "de dictador" que él estaba
escribiendo antes de ser atrapado por la escritura de Cien años de
soledad.
Hay
que aceptar que Gabriel García Márquez toma, tanto de Tirano
Banderas como de Nostromo, materias literarias y políticas con la
fuerza capaz de trascender y servir de modelo geográfico e histórico
para Macondo y sus habitantes. Pero, además, que la biografía de
Joseph Conrad también hace sus aportes en este cuento, como voy a
mostrar. Queda a curiosidad del lector buscar entre las páginas de
Cien años de soledad a un marinero con una biografía de leyenda
como la del propio Joseph Conrad.
Pero,
antes de continuar, quisiera hacer una mención a una de esas
ciencias de las que buscan las referencias y contextos, muy en
especial de los asuntos geopolíticos y geoculturales, de las obras
literarias y de sus autores. Y lo voy a hacer con un ejemplo.
Por
allá en los años 90 era tendencia lo que se llamaba estudios
culturales o crítica cultural y teoría literaria, un par de
disciplinas que buscaban mostrar los contenidos más ocultos y
trascendentes en las obras literarias y la presencia de los autores y
su ámbito sociocultal en ello. Pues bien, de 1995 y 1999,
respectivamente, son dos estudios del catedrático y originario de
Pereira, Carlos Rincón, quien se desempeña como profesor de asuntos
culturales en una universidad en Berlín, Alemania, el primero de
ellos sobre El amor en los tiempos del cólera y el segundo, Del amor
y otros demonios 5,
los que recomiendo leer, tanto por su importancia como por los
placeres que su lectura proporciona. Ah, y también para mostrar y
destacar que, desde la escritura de Cien años de soledad, el manejo
de referencias por parte de Gabriel García Márquez se hizo cada vez
más sofisticado, como puede deducirse de los trabajos del profesor
Carlos Rincón.
Ahora
si, volvamos al cuento que estaba contando.
Joseph
Conrad, Nostromo
¿En
qué se parecen Sulaco y Macondo? En que tienen una geografía, una
política y una historia en común.
Sulaco
y Macondo son las ciudades de Nostromo, de Joseph Conrad y de Cien
años de soledad. La primera, situada en “la República de
Costaguana” y, la segunda, en una nunca mencionada por su nombre,
República de Colombia.
Geográficamente,
Sulaco está asentada en la cara norte de la Sierra Nevada de Santa
Marta, frente al mar y cercana a un desierto. Macondo fue fundada en
la cara sur de esa misma sierra y está cercada y separada del resto
del mundo por una ciénaga, por un territorio desconocido y por una
selva virgen.
Desierto,
ciénaga y selva virgen, son territorios de leyenda, misterio y
superstición en los que, en ambas novelas, se ocultan tesoros y
galeones encallados y en donde se pierden los osados exploradores que
en ellos se aventuran.
Son
muchos otros los elementos, motivos, figuras, etc., de la geografía
e historia de "La ciudad de Sulaco" y de "la República
de Costaguana", que se trasponen, yuxtaponen, conectan y
corresponden, en los escenarios de Macondo y de la República de
Colombia.
Nostromo
fue para Gabriel García Márquez una fuente inagotable de motivos,
figuras e imágenes, etc., los que, junto con los recuerdos de su
vida, los de los cuentos de los abuelos, los de la gente y los de la
ingente literatura contenida en su memoria, fueron traspuestos por su
imaginación para emerger en el momento de la escritura de Cien años
de soledad.
Se
podría deducir que tales conexiones y correspondencias son, además
de un acto deliberado de Gabriel García Márquez, la correspondencia
con un evento histórico: hacen parte de la misma información que
Joseph Conrad utilizó para la escritura de Nostromo a raíz de su
visita a Santa Marta y Cartagena en 1876, cuando era el joven
marinero polaco Josef Conrad Korzenlowski (1857-1924), visita que
tenía por motivo entregar un cargamento clandestino de armas para el
ejército rebelde de los conservadores en plena época de las guerras
civiles entre liberales y conservadores.
La
historia de "la República de Costaguana", es la que Joseph
Conrad utiliza para conectar a Nostromo con el ámbito ficticio de
una hipotética república suramericana de finales del siglo XIX y a
sus historias de inestabilidad política, de guerras civiles, del
colonialismo e intervencionismo por parte de las potencias europeas y
de Estados Unidos y que se corresponde con la historia de lo que en
ese entonces se llamaban los Estados Unidos de Colombia, según las
historias que Santiago Pérez Triana, el hijo del presidente liberal
Santiago Pérez, le contó a Joseph Conrad 6
y que él utilizó para el contexto histórico de Nostromo y de "la
República de Costaguana".
Algo
similar a lo que después hizo don Ramón María Valle-Inclán en
Tirano Banderas, en 1926, pero desde el ámbito de la historia de
México y su reciente revolución.
Aquella
historia de Colombia es la que también Gabriel García Márquez
emplea para armar el contexto político e histórico de Cien años de
soledad: colonialismo, guerras, revueltas, rebeliones, revoluciones,
masacres, y los ejércitos, generales, coroneles, soldados: los
idealistas fracasados y nostálgicos contra los oportunistas y
pragmáticos; partidos políticos y políticos y funcionarios
estatales, venales, retóricos, pomposos y corruptos; imperios y
compañías multinacionales que explotan ambiciones y recursos;
injerencias extranjeras y un extenso etcétera. Como también lo son
los intereses económicos: La mina, "la Compañía Oceánica de
Navegación a Vapor (La O. S. N., como corrientemente se decía)"
y la construcción de los ferrocarriles, traspuestos como los espejos
en los que se pueden contemplar a la compañía bananera y al
ferrocarril de Macondo.
Pero
no sólo es por el ámbito geográfico, histórico, político,
económico, de "Sulaco" y de "la República de
Costaguana", por los que se conectan Nostromo y Cien años de
soledad, también se trasponen, conectan y corresponden, personajes,
circunstancias, condiciones, eventos, etc., de la vida social de
"Sulaco" a Macondo… Damas y caballeros de rancia y
anacrónica aristocracia que persisten en sus amanerados modales en
medio de un mundo salvaje y exuberante que los devora sin remedio. Y
seres del común que parecen brotados de la misma tierra. Mercenarios
y rebeldes garibaldinos, envejecidos y nostálgicos de viejas guerras
de independencia.
En
fin ...
Ramón
María del Valle Inclán, Tirano Banderas.
Si
algo le debe Cien años de soledad a don Ramón María del Valle
Inclán, su obra y su estética, es el haber sido motivo de
inspiración para lo del tono, así como para el coronel Aureliano
Buendía, de Melquíades y de algo más.
Antes
de aquel inicio súbito de la escritura de Cien años de soledad,
Gabriel García Márquez estaba bregando con la escritura de una
novela sobre un dictador, que por lo que se sabe, se titulaba El
otoño del patriarca y que es, posiblemente, el primitivo antecedente
de ese otro Otoño escrito diez años después y en la que ni
reconoce ni acepta “los rastros de la “previa” escritura” de
don Ramón María del Valle Inclán, de su Tirano Banderas y de su
estética de esperpentos y fantoches 7:
"Los héroes clásicos
reflejados en los espejos cóncavos dan el esperpento. El sentido de
la vida española sólo puede darse con una estética
sistemáticamente deformada".
Y
lo que después agregó en el prólogo de Los cuernos de don
Friolera:
"Mi estética es una superación
del dolor y de la risa, como deben ser las conversaciones de los
muertos, al contarse historias de los vivos".
En
la estética de don Ramón María del Valle Inclán se inspira,
además del dictador de El otoño del patriarca, Juan Rulfo y su
Pedro Páramo.
Eso
se explica por que, parte de su trabajo como guionista para los
productores españoles refugiados en México, estos le habían
encargado a Gabriel García Márquez adaptar algunas de las obra del
escritor español, eal que tanto admiraba Luis Buñuel, las mismas de
las que se puede abducir que emerge el tono de Los funerales de la
Mama Grande y, por consecuencia, de Cien años de soledad.
¿Antecedentes?
Que los hubo, los hubo. Para ello hay que buscar en el El ruedo
ibérico, obra que fuera publicada con el título: La corte de los
milagros, en especial en el Libro Segundo: La Rosa de Oro. Las
semblanzas y resonancias comunes en el cuento y en la novela de
Gabriel García Márquez, son, más que posibles coincidencias,
asombrosas correspondencias. Para "muestra, un botón".
Esto escribió Ramón María del Valle-Inclán en el Libro Segundo:
La Rosa de Oro:
"La Majestad de Isabel II,
pomposa, frondosa, bombona, campaneando sobre los erguidos chapines,
pasó del camarín a la vecina saleta. La dama de servicio, con el
aire maquinal de los sacristanes viejos cuando mascullan sacros
latines, le prendió en los hombros el manto de armiño. Los regios
ojos, los claros ojos parleros, el labio popular y amable,
agradecieron con una sonrisa a la cotorrona de Casa y Boca" 8.
Pareciera
que se está hablando de La Mama Grande.
Ahora
bien, cuando Gabriel García Márquez estaba terminando de escribir
los cuentos de Los funerales de la Mama Grande, publicados en 1962,
comenzó la escritura de una novela titulada El otoño del patriarca,
cuyo título es casi lo único que tiene en común con la novela
publicada en 1975, pero esa escritura que fue desechada cuando
irrumpió "el tono" de Cien años de soledad, según se lo
contó a Plinio Apuleyo Mendoza, información que algunos biógrafos
han pretendido desvirtuar y contradecir, lo cual es inaceptable dada
la íntima amistad que los unía todavía en esa época:
"PAM: - Sé que llevabas bastante
tiempo trabajando El otoño del patriarca, cuando lo interrumpiste
para escribir Cien años de soledad. ¿Por qué lo hiciste? No es
frecuente interrumpir un libro para escribir otro.
GGM: - La interrupción se debió a
que estaba escribiendo El otoño sin saber muy bien cómo era, y por
consiguiente no lograba meterme a fondo. En cambio, Cien años, que
era un proyecto más antiguo y muchas veces intentado, volvió a
irrumpir de pronto con la única solución que me faltaba: el tono.
En todo caso, no era la primera vez que me pasaba. También
interrumpí La mala hora, en París, en 1955, para escribir El
coronel no tiene quien le escriba, que era un libro distinto
incrustado dentro, y que no me dejaba avanzar. Como escritor, tengo
la misma norma que como lector: cuando un libro deja de interesarme,
lo dejo. Siempre, en ambos casos, hay un momento mejor para
enfrentarlo" 9.
En
ese primer intento de escritura de El otoño del patriarca sí que
debió rondar la presencia de Tirano Banderas y su personaje, el
Coronelito Domiciano de la Gándara, el mismo que escapó al
fusilamiento y triunfó en su revolución, pero esto es algo ya
imposible de probar, pues ese manuscrito de 300 páginas desapareció
al concluir la escritura de Cien años de soledad.
Lo
que si es cierto, es que, por la época de 1963, Gabriel García
Márquez conoció a Carlos Fuentes 10,
quien había acabado de publicar su novela sobre la revolución y los
dictadores: La muerte de Artemio Cruz, con gran éxito editorial y de
la crítica, lo que, ciertamente, fue un aliciente para que Gabriel
García Márquez se animara a escribir su propia novela de dictadores
y revoluciones.
Lo
que sí se puede abducir, tal y como Gabriel García Márquez se lo
contó, también, a Plinio Apuleyo Mendoza, es que, en aquella
versión de El otoño del patriarca, el protagonista era un coronel
Aureliano Buendía que se había convertido en dictador luego de
ganar una guerra civil y dar un golpe de estado:
"PAM: - Y las treinta y dos
guerras perdidas del coronel pueden expresar nuestras frustraciones
políticas. ¿Qué hubiese ocurrido, a propósito, si el coronel
Aureliano Buendía hubiese triunfado?
GGM: -Se habría parecido enormemente
al patriarca. En un momento dado, escribiendo la novela, tuve la
tentación de que el coronel se tomara el poder. De haber sido así,
en vez de Cien años de soledad habría escrito El otoño del
patriarca" 11.
Ese
coronel Aureliano Buendía del primer El otoño del patriarca, es el
mismo que, transpuesto a Cien años de soledad, se transforma en el
guerrero romántico que es derrotado en las treinta y dos guerras
civiles que emprendió y que, por esa tragedia, determinó la
escritura de la novela. Algo así como una conexión romántica que
voy a contar en las próximas Lecturas lúdicas.
Gabriel
García Márquez dijo que El otoño del patriarca no tiene ninguna
relación con el Tirano Banderas de don Ramón María del
Valle-Inclán, lo cual, en términos generales, es cierto, pero lo
que no es cierto es que Tirano Banderas no tenga nada que ver con
Cien años de soledad como lo estoy mostrado.
Es
más que probable que el Coronelito Domiciano de la Gándara, el
mismo que escapó al fusilamiento y triunfó en su revolución, en
Tirano Banderas, sea la conexión primaria del coronel Aureliano
Buendía y Cien años de soledad con Tirano Banderas y con don Ramón
María del Valle-Inclán. Y esta si que es una conexión rica en
posibilidades, porque permite desgranar una serie de otras
conexiones, correspondencias y relaciones.
Así
como en el Coronel Domiciano de la Gándara en Tirano Banderas, se
inspira, en parte, el coronel Aureliano Buendía, también es en otro
de los personajes de Tirano Banderas donde se inspira el otro de los
grandes personajes de Cien años de soldead: Melquíades. Y ese es el
Doctor Polaco, "un descendiente venido a menos de José Balsamo"
12,
que es el mismo Joseph Balsamo de Mémoires d'un médecin, de
Alejandro Dumas, padre, quien, a su vez, se inspiró en el Conde
Alessandro di Cagliostro y Nostradamus 13.
Con
José Balsamo y su referente, el Conde Alessandro di Cagliostro,
curandero, mago, alquimista, entramos en los territorios de Alejandro
Dumas, padre, y en un folletín titulado: Joseph Balsamo: Mémoires
d'un médecin.
Porque,
además del José Balsamo, personaje del folletín y quien pretende
provocar una revolución social con su poderes, al que se refiere Don
Santos Banderas en Tirano Banderas en satírica comparación es al
Doctor Polaco, quien también está dotado de poderes y es amigo de
la revolución social. Y es así como, entre José Balsamo y el
Doctor Polaco, se prefigura el Melquíades y otra más de las
conexiones de Tirano Banderas con Cien años de soledad y, por supuesto, con "el genial mulato":
"El Doctor Polaco, alto,
patilludo, gran frente, melena de sabio, vestía de fraque con dos
bandas al pecho y una roseta en la solapa" (TB, Libro segundo:
La terraza del club, III) 14.
[...]
“Con antelación, esta niña había
estado sometida a los pases magnéticos de un cierto Doctor Polaco.
¡Estamos en un folletín de Alejandro Dumas! Ese Doctor, que
magnetiza y desenvuelve la visión profética en las niñas de los
congales, es un descendiente venido a menos de José Bálsamo. ¿Se
recuerdan ustedes la novela? Un folletín muy interesante. ¡Lo
estamos viviendo! ¡El Licenciadito Veguillas, observen no más,
emulo del genial mulato! 15
Merito va a decirnos adónde emigraba en compañía del rebelde
Coronel Domiciano de la Gándara”.
Y,
por supuesto, por lo que quiere interrogar Santos Banderas al Doctor
Polaco, es por sus relaciones con los rebeldes y con el Coronel
Domiciano de la Gándara, el comandante de las tropas
revolucionarias, quien, al fin, termina por derrocar a Santos
Banderas.
O
sea, un coronel Aureliano Buendía al que Gabriel García Márquez no
le cuadraba como personaje en Cien años de soledad.
Edgar
Allan Poe, El hundimiento de la casa Usher
Quizás
sólo sean un par de motivos, el incesto y la destrucción
cataclísmica de la casa en cumplimiento de una especie de maldición.
Esos son los motivos que Edgar Allan Poe trata en el cuento, El
hundimiento de la casa Usher, los mismos que, como si hubieran sido
escritos por Melquíades en sus míticos manuscritos, se trasponen en
Cien años de soledad.
“Sin embargo, antes de llegar al
verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese
cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los
espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria
de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de
descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era
irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes
condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad
sobre la tierra” 16.
Y
de igual manera, motivos y figuras de muchas otras de las lecturas de
Gabriel García Márquez son utilizadas en la escritura de Cien años
de soledad. Será juego del Lector Ludi disfrutar del placer de
encontrarlas. Buen apetito.
Notas
1Gérard
Genette, Palimpsestos. La literatura en segundo grado, Taurus,
Madrid, 1989, p. 497.
2Gérard
Genette, Palimpsestos. La literatura en segundo grado, Taurus,
Madrid, 1989, p. 11.
3
Gerald Martin, Gabriel García Márquez, Una vida, Debate,
Bogotá, 2009, pp. 341 y 344.
4Gustavo
Arango, Un ramo de no me olvides. García Márquez en El Universal,
5Carlos
Rincón, La no simultaneidad de lo simultáneo. Posmodernidad,
globalización y culturas en América Latina: El amor en los tiempos
del cólera y la cuestión del posmodernismo, Editorial Universidad
Nacional de Colombia, Bogotá, 1995, pp. 52 y ss.
- Carlos Rincón, García Márquez,
Hawthorne, Shakespeare, De la Vega & co. Unltd., Instituto Caro
y Cuervo, Santafé de Bogotá, 1999.
6Alejandro
Gaviria U, Del romanticismo al realismo social y otros ensayos,
Norma, Bogotá, 2005, p. 81.
Alejandro Gaviria, De Un
Posible Joseph Conrad en Colombia:
http://www.elmalpensante.com/articulo/2802/de_un_posible_joseph_conrad_en_colombia
7Ramón
María del Valle Inclán, Luces de bohemia, escena XII.
8Ramón
María del Valle-Inclán, La corte de los milagros: Segundo libro:
La Rosa de Oro, Biblioteca Júcar, Madrid, 1976, p. 36.
9Plinio
Apuleyo Mendoza, El olor de la guayaba, conversaciones con Gabriel
García Márquez, Grupo Editorial Norma, Bogotá, 1998, p. 122.
10
Gerald Martin, Gabriel García Márquez, Una vida, Debate, Bogotá,
2009, p. 328.
11Plinio
Apuleyo Mendoza, El olor de la guayaba, conversaciones con Gabriel
García Márquez, p. 106.
12Ramón
María del Valle Inclán, Tirano Banderas, VII, Libro tercero.
13
Este personaje fue usado por Alejandro Dumas, padre, en varias de
sus novelas y folletines: Conde Alessandro di Cagliostro (Palermo,
Sicilia, 2 de junio de 1743 – 26 de agosto de 1795) es un título
nobiliario falso con el que Giuseppe Balsamo, médico, alquimista,
ocultista y alto masón, recorrió las cortes europeas del siglo
XVIII.
Nació
en el seno de una familia pobre en Palermo, Sicilia. Su delito más
famoso fue estafar a un hombre todo su dinero, aduciendo que poseía
aptitudes para la alquimia. La identificación de Cagliostro con
Giuseppe no es del todo segura, ya que se basa principalmente en el
testimonio no fidedigno de Theveneau de Morande, espía francés y
chantajista, y más tarde en su confesión a la Inquisición,
obtenida a través de la tortura.
Cagliostro
afirmaba haber nacido en una familia cristiana de noble cuna, pero
ser abandonado al poco de nacer en la isla de Malta. También
aseguraba que siendo niño viajó a Medina, La Meca y el Cairo, y al
regresar a Malta, ser iniciado en la Soberana Orden Militar de los
Guerreros de Malta, donde estudió alquimia, la Kabala y magia.
Fundó el Rito Egipcio de la Francmasonería en La Haya, donde (al
igual que sigue ocurriendo en las logias masónicas en la
actualidad) se iniciaba a hombres y mujeres en logias separadas, y
tuvo influencia en la fundación del Rito Masónico de Misraim.
http://es.wikipedia.org/wiki/Cagliostro.
http://es.wikipedia.org/wiki/Cagliostro.
14Las
citas corresponden a: Ramón
María del Valle Inclán, Tirano Banderas, edición, introducción y
notas de Juán Rodríguez, 1o.
De enero 2017.
http://www.tiranobanderas.es/indice.html
15
Joseph Balsamo (1849), editado primero como Mémoires d'un
médecin, es un folletín pseudo-histórico de Alejandro Dumas,
padre (1802-1870) —el genial mulato— que cuenta las
intrigas de ese misterioso personaje dotado de extraordinario poder
hipnótico. Balsamo, a diferencia del Doctor Polaco, pretende,
mediante el recurso de favorecer la corrupción en la corte,
provocar una gran revolución social. En uno de los episodios de la
novela —al que sin duda alude Santos Banderas—, el doctor
hipnotiza a la joven Andrée de Taverney para que ésta le comunique
noticias de acontecimientos lejanos.
16Gabriel
García Márquez, Cien años de soledad, edición conmemorativa,
RAE, 2007, p. 471.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario