24 de septiembre de 2016

Lector Ludi No. 89 Del enamoramiento al Libro de los Pasajes de Walter Benjamin




Asja Lacis y Walter Benjamin
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Lector Ludi No. 89
Iván Rodrigo García Palacios
Del del enamoramiento
al Libro de los "Pasajes" de Walter Benjamin


Otra vez ... las leyes naturales del enamoramiento ejecutan su acción inevitable 1. Esta vez, la víctima fue Walter Benjamin y de su fecundación se gestó el Libro de los Pasajes y un juego de niños.
En el verano de 1924, Walter Benjamin fue presa del enamoramiento, ese estado fisiológico que para el cuerpo es un estro amoroso, la imperativa necesidad de aparearse, de fecundar y de criar un hijo y que, para el espíritu, es la fuerza erótica que provoca la fecundación, la gestación, la invención y la realización de acciones o de ideas extraordinarias. Platón lo llamó "furor divino", (Fedro, 254a, Ión, 533 e-f) y bellamente lo explicó en Fedro y Banquete como las cuatro locuras divinas. Muchos siglos después, Giordano Bruno lo llamó "furor heroico" y lo explicó en su obra De heroicos furores (Giordano Bruno, Los Heroicos Furores, I, 4). Y no han sido los únicos.
Estando en Capri, un medio día del verano de 1924, Walter Benjamin vio a Asja Lacis comprando almendras en una tienda y como ella no hablaba italiano, Benjamin se ofreció a ayudarla, luego, la siguió a la plazza y se le presentó formal y burguesamente. A partir de aquel momento se desató el enamoramiento que Benjamin ya venía incubando desde dos semanas antes de ese encuentro, tal y como se lo contó a ella y como ella lo narra en su autobiografía.
Ese enamoramiento, como todo enamoramiento, provoca, por una parte, la fecundación de proyectos nuevos y latentes y la trasformación radical del enamorado, el que, durante y luego del enamoramiento, usara la energía vital que el enamoramiento le ha desatado para inventar y realizar aquellas actividades y obras que de otra manera no hubiera realizado. Y para Walter Benjamin, dos fueron los grandes asuntos por los que fue fecundado en el enamoramiento por Asja Lacis. El uno, el Libro de los Pasajes y, el otro, aquel que desde niño fue su primordial inquietud y atracción: "el mundo de los niños y la naturaleza infantil", lo que implica para los niños, el juego, el pensamiento, el teatro, mejor dicho, qué, cómo y por qué, en el arte se desarrolla el conocimiento y la educación de los niños y las consecuencias en el mundo de los adultos.
Pero, si se mira con ojos de niño y de enamorado, ambos asuntos fueron partes de un mismo y gran asunto: un juego de niños 2. Mejor dicho, la forma como los niños sienten y se integran con el mundo y se hacen a sí mismos, algo así como lo que explica Susan Buck Morss sobre lo que sentía y pensaba Walter Benjamin del juego infantil y de su función en la vida individual y social:
"IV. El juego infantil: ¿una fuerza revolucionaria?
Los niños, escribió Benjamin, están menos intrigados por el mundo preformado que los adultos han creado que por sus residuos. Se sienten a traídos por objetos que carecen de valor o propósito evidente: "Los utilizan no tanto para reproducir las obras de los adultos, como para relacionar entre sí, de manera nueva y caprichosa, materiales de muy diverso tipo, gracias a lo que con ellos elaboran" [Walter Benjamin, Calle de sentido único]. La aproximación de Benjamin a los fenómenos descartados o descuidados por el siglo XIX no era muy distinta. Ningún pensador moderno, con la excepción de Piaget, tomó a los niños tan seriamente como Benjamin en el desarrollo de una teoría del conocimiento. Los libros infantiles del siglo XIX constituían una de las partes más valoradas de su única posesión apasionada, su colección de libros [Walter Benjamin, Diario de Moscú]. Confesó que no había muchas cosas "en el reino del libro con las que yo tenga una relación tan cercana" [Walter Benjamin, Diario de Moscú]. Scholem testificó sobre la importancia de los niños para Benjamin y señaló que éste tomaba muy seriamente el proceso cognitivo de recordar su propia infancia. "El hecho de que durante toda su vida se sintiera atraído con mágico poder por el mundo de los niños y la naturaleza infantil constituye uno de los rasgos de carácter más importantes de Benjamin. Este mundo se contó entre los objetos más duraderos y tenaces de su reflexión y todo lo que ha escrito sobre este tema se encuentra entre sus trabajos más perfectos" [Gershom Scholem, Walter Benjamin]. Benjamin pensaba que el juego de los niños con las palabras tiene "mayor parentesco con [...] los textos sagrados que con [...] el habla corriente de los adultos" [Gershom Scholem, Walter Benjamin]" (Susan Buck Morss, Walter Benjamin, escritor revolucionario, Interzona, Buenos Aires, 2005, pp. 60-61).
Sobre la cita anterior, me permito hacer: un juego infantil y una discrepancia.
El juego infantil. Se puede decir que esa relación con los objetos y el juego que con ellos desarrollan los niños y que Benjamin describe en el pasaje de Calle de sentido único 3 y que cita Susan Buck Morss en el párrafo anterior, es prácticamente el mismo modelo de juego-investigación-escritura que él desarrollará a partir de entonces, del que hace su primera prueba en ese libro y que tratará de realizar, desde entonces, en el Libro de los Pasajes, el que se puede considerar un gigantesco juego intelectual.
La discrepancia. Desde el encuentro con Asja Lacis, Benjamin va entrar en contacto con la obra de Lev Vygotski, en particular, su Psicología del arte (1925) y sus teorías lingüísticas y sobre el desarrollo infantil: lenguaje y pensamiento. Con ello va a confrontar las teorías de Piaget y de algunos otros, las que hasta ese momento dominaban su visión sobre el desarrollo infantil. También, entrará en contacto con otras teorías a partir de las cuales sustentará sus nuevas visiones sobre la infancia y el desarrollo del lenguaje y del pensamiento. Muestras de ello aparecerán tanto en Calle de sentido único (1925) como en el Programa de un teatro infantil proletario (1928) y en El problema de la sociología del lenguaje (1935) y en la publicación póstuma de su escrito: Sobre el lenguaje en general y sobre el lenguaje del hombre.
Walter Benjamin fue un niño toda su vida o, al menos, si se puede afirmar con certeza que su gran preocupación existencial e intelectual fue la infancia, tal y como lo testimonió Gershom Scholem. Una disposición y actitud nada extraña, si se implica y explica que tanto para él como para todos aquellos niños judíos y hasta no judíos que se enfrentan a su vida desde pequeños con la preocupación de no ser como los otros niños y de ser tratados tanto por los otros niños como por los adultos, aun los de su familia, como seres extraños y excluidos de la vida corriente de sus ámbitos. Una hipótesis descabellada para pensar en esas vidas que los adultos y el medio imponen a los niños mientras la cultura continúa perpetuando y perpetrando esos modelos de desarrollo, educación y formación de los niños como si se tratara de objetos ajenos a ese sentir por el que se harán seres sintientes, deseantes y pensantes 4.
¿Podría esto explicar, también, el interés de Walter Benjamin por las teorías de Charles Fourier, tanto las su Nuevo mundo amoroso como las de la educación de los niños? Bien valdría la pena echar una mirada a las interpretaciones de René Schérer sobre la educación en la obra de Fourier y la interpretación que de ella hace Walter Benjamin 5.
Cuatro años después de aquel verano y habiendo ocurrido y trascurrido una gran historia entre ellos, incluidos viajes a Riga y a Moscú 6, Benjamin escribirá para Asja Lacis el Programa de un teatro infantil proletario (1928), en el cual expone aquello de lo que ella lo había fecundado.
Asja Lacis fue una actriz y directora de teatro que para ese verano de 1924 ya había participado y dirigido en numerosas actividades artísticas y teatrales al servicio de la Revolución de Octubre del 1917, se había relacionado con importantes personajes del ámbito del teatro y había fundado un teatro infantil proletario. Así lo cuenta Chus Tudelilla:
"Fue durante sus estudios en San Petersburgo cuando Asja Lacis conoció a Meyerhold y comenzó a interesarse por sus tesis teatrales. En 1917, Lacis confirmó su compromiso revolucionario: “Quería ser un buen soldado de la Revolución y cambiar la vida en esa dirección, y de hecho, afuera, la vida se transformaba, el teatro salía a la calle y la calle entraba en el teatro”. Al año siguiente fundó y dirigió en Orel un teatro infantil proletario, en el que desarrolló el método de improvisación basado en la imaginación de los niños. Tomando como modelo el “Octubre teatral” de Meyerhold, hizo el suyo propio con los niños huérfanos de la guerra, a quienes acogió en una gran casa de campo con el propósito de organizar un proyecto de educación artística, ética y política basado en la observación, en la improvisación y en el juego. En 1920 regresó a Ligatne para acompañar a su madre en su agonía; allí se casó con Jūlijs Lācis, padre de su hija Daga. En 1922 conoció a Bernhard Reich en Berlín, y en 1923 trabajó con Brecht en Munich. Lacis tenía claro que el principal objetivo de su proyecto era facilitar la transformación revolucionaria de la sociedad". [Chus Tudelilla, Encuentro en Capri y cita en Moscú: Asja Lacis y Walter Benjamin. Consultado en el 22 de agosto 2016 en: http://www.m-arteyculturavisual.com/2014/01/09/encuentro-en-capri-y-cita-en-moscu-asja-lacis-y-walter-benjamin/]
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Para 1934 y ya pasados aquellos eventos que provocaron el enamoramiento y las posteriores y no fáciles relaciones de Walter Benjamin con Asja Lacis y quizás ya lejos de esos y de otros ardores eróticos 7, Benjamin elabora su teoría del lenguaje, en la que, entre otros, interpreta las investigaciones de ese tiempo y también confronta a Piaget con Vygotski. Escribe su texto: El problema de la sociología del lenguaje, el que será publicado en 1935.
En esta historia, Benjamin, al menos y documentado, ya había leído y comentado un artículo de Lev Vygotski:
"At approximately the same time (In the late 1920s and early 1930s) the German Marxis Journal Unter dem Banner dem Marxismus published an article on the genetic roots of thinking and speech by a certain Wygotski (1929). It was read by the literary critic and philosopher Walter Benjamin who commented that it was Vygotsky's merit to have demostrated the meaning of the chimpanzee research for the fundamentals of linguistics' (Benjamin 1935/1972). He also praised Vygotsky for his dicovery that egocentric speech is the precursor of thought (ibid., p. 475. I know of no other writer who ever referred to Vygotsky's German article" (René van der Veer, Lev Vygotski, Bloomsbury, Londres, 2007, p. 1).
A continuación y de manera sumaria, trascribo tanto el motivo como los pasajes y citas que Benjamin dedica a Vygotski en su escrito, El problema de la sociología del lenguaje. Además, se puede apreciar la confrontación de las teorías de Piaget con las de Vygotski (la grafía del nombre de Vygotski en esta cita es la misma de la fuente original):
"Es mérito de Wygotski haber expuesto el alcance de esas investigaciones sobre los chimpancés en su significación respecto de los fundamentos de la ciencia del lenguaje.
[...]
La presencia de un intelecto semejante al humano y la falta simultánea de un lenguaje sólo en cierto modo en ese aspecto semejante al humano; la independencia de las operaciones intelectuales... respecto de su lenguaje”[48].
[...]
Apenas puede ponerse en duda que la función emocional-reactiva del lenguaje, que es de la que ahora se trata esencialmente, “pertenece a las formas biológicas más antiguas de administración y está en parentesco genético con las señales ópticas y acústicas de los jefes en las agrupaciones de animales”[49]. El resultado de estas reflexiones es la fijación del punto geométrico en el que el lenguaje, en la in­tersección de la coordenada de la inteligencia y la gestual (manual o acústica), tiene su origen.
[...]
El contexto presente reclama sobre todo adentrarse en el concepto de Piaget del lenguaje infantil egocéntrico. El lenguaje de los niños, afirma Piaget, se mueve en dos órbitas diferentes. En una de ellas existe como lenguaje socializado y en la otra como lenguaje egocéntrico. Este último es sólo lenguaje para el sujeto parlante. No tiene ninguna función comunicativa. Los documentos de Piaget han probado más bien que ese lenguaje, consignado estenográficamente, resulta incomprensible mientras no se dé junto con él la situación que le ha motivado. Además de que su función egocéntrica no es concebible sin una estrecha relación para con el proceso del pensamiento. De lo cual habla la significativa circunstancia de que se haga perceptible sobre todo en las perturbaciones en el decurso de un comportamiento, en los impedimentos al resolver una determinada tarea. Esto es lo que ha llevado a Wygotski, quien por su lado ha emprendido ensayos en niños con métodos semejantes a los de Piaget, a conclusiones importantes. “Nuestras investigaciones han puesto de manifiesto que el coeficiente de lenguaje egocéntrico asciende en los casos graves a casi el doble del coeficiente normal de Piaget. Nuestros niños mostraron, cada vez que encontraban una dificultad, un acrecentamiento del lenguaje egocéntrico... Tenemos pues por justificada la suposición según la cual la dificultad o interrupción de una ocupación, que discurre lisa y llanamente, es un factor importante en la generación del lenguaje egocéntrico... El pensamiento aparece en acción cuando la actividad, que hasta entonces ha discurrido sin estorbos, se ve interrumpida”[55]. Con otras palabras: en la edad infantil el lenguaje egocéntrico ocupa el mismo sitio que más tarde estará reservado al proceso del pensamiento. Ese lenguaje es precursor, incluso maestro del pensamiento. “El niño aprende la sintaxis del lenguaje antes que la sintaxis del pensamiento. Las investigaciones de Piaget han probado sin ninguna duda que el desarrollo gramatical del niño precede a su desarrollo lógico”[56].
De todo, ello resultan correcciones a los puntos de arranque que ha propuesto el behaviorismo para resolver el problema “pensamiento y lenguaje”. Al esforzarse por construir una teoría del pensamiento en el marco de su doctrina sobre el comportamiento, los behavioristas han recurrido, y es comprensible, al lenguaje, sin favorecer en el fondo nada nuevo, más bien limitándose a hacer suyas las discutidas teorías de Lazarus Geiger, de Max Müller y de otros. Estas teorías desembocan en la construcción del pensamiento como una “locución interior”, una locución que consistiría en una excitación mínima del aparato articulativo, constatable sólo difícilmente y no sin ayuda de instrumentos de medida de especial precisión. De esta tesis, según la cual el pensamiento no es objetivamente sino un hablar interior, ha pasado Watson a buscar un miembro medio entre lenguaje y pensamiento. Dicho miembro lo percibe en un “lenguaje susurrante”. Por el contrario señala Wygotski que todo lo que sabemos de los susurros de los niños va “en contra de la suposición de que el susurro represente un proceso de transición entre el lenguaje interior y el externo”[57].
[...]
[48] L. S. WYGOTSKI. Die genetischen Wurze1n des Denkens uñd der Sprache.
[49] WYGOTSKI, op. cit., pág. 465.
[55] WYGOTSKI, OP. cit., pág. 612.
[56] WYGOTSKI, OP. Cit., pág. 614.
[57] WYGOTSKI, op. cit., pág. 609.
(Walter Benjamin, El problema de la sociología del lenguaje, incluido en Imaginación y sociedad, Iluminaciones I, Taurus, Madrid, 1998, p. 184 y ss.).
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Es en la fecundación del Libro de los Pasajes que se abre el portal y el pasaje que conecta a Walter Benjamin con Charles Fourier: el París de los Pasajes, esos que lo llevan a La Harmonía, a ese Nuevo mundo amoroso de Fourier del que Benjamin se hace habitante e interprete, el niño que juega con aquellos "insólitos" objetos que atraen su atención de niño y con los cuales los niños hacen su mundo, real e imaginario, como hará Benjamin con las teorías de Fourier, tal y como lo explica en los dos resúmenes con los que pretende explicar el proyecto de los Pasajes, el que, igual que el mundo de Fourier, es inabarcable, inexplicable, interminable, en fin, es un juguete que está en la imaginación del jugador.
Mejor dicho, tal y como lo explica en el resumen de 1939 al referirse a "la armonía fourierita" como "juego combinado":
"El más íntimo impulso dado a la utopía fouriesta se encuentra en la aparición de las máquinas. El falansterio debía devolver a los hombres a un sistema de relaciones donde la moralidad ya no tiene más cabida. En él Nerón se habría convertido en un miembro más útil para la sociedad que Fenelón. Para ello Fourier no piensa confiar en la virtud, sino en un funcionamiento eficaz de la sociedad, cuyas fuerzas motrices son las pasiones. Mediante los engranajes de las pasiones, mediante la compleja combinación de las pasiones mecanicistas con la pasión cabalista, Fourier se representa la psicología colectiva como si fuera un mecanismo de relojería. La armonía fouriesta es el producto necesario de este juego combinado" (Walter Benjamin, París, capital del siglo XIX (resumen de 1939), Akal, Madrid, 2005, p. 52).
Combinar, alegoría, analogía, metáfora, etc. son las marcas de esos juegos, los de Fourier y los de Benjamin y, por supuesto, los de los niños, basta con una lectura tanto a la Teoría de los cuatro movimientos y las demás obras de Fourier como a ese mamotreto inacabado que es el Libro de los Pasajes. Definitivamente, Benjamin es el niño que juega a hacer su juguete, el mismo juguete con el que cada lector podrá hacer su propio juguete y, así, al infinito ...
Esos son los pasajes, tanto aquellas construcciones urbanas o como los pasajes, esos fragmentos de textos a los que se denominan pasajes y los que se coleccionan (y Benjamin es el arquetipo del coleccionista) para ser interpretados y comentados o como la escritura sin fin en la Cábala 8 o como los agujeros de gusano entre universos paralelos o como los portales y los pasajes imaginarios por donde pasan y vagan la imaginación y el pensamiento en su búsqueda de ... (y que cada cual complete la frase).
¿Cuál era la búsqueda de Walter Benjamin?: El espíritu del niño.
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Y no menos atractivo, Walter Benjamin vio en el Mundo amoroso de Fourier aquel sueño que para finales del siglo XX será ya pesadilla: el mecanismo pasional y el juego combinado que Fourier proponía como ámbito para la realización de la felicidad humana y social, sera convertido en fría y precisa ingeniería social, capaz de manipular los deseos de las personas tanto individual como colectivamente.


NOTAS
1 http://enamoramientoyevolucion.blogspot.com.co/
2 Susan Buck Morss, Walter Benjamin, escritor revolucionario, Interzona, Buenos Aires, 2005, pp. 60 y ss.
3 Walter Benjamin, Calle de sentido único: "Solar en obras. Cavilar pedantemente sobre la producción de objetos —medios visuales, juguetes o libros— apropiados para los niños es una necedad. Desde la Ilustración, esta es una de las especulaciones más mohosas de los pedagogos. Su enamoramiento de la psicología les impide reconocer que la tierra está llena de los objetos más incomparables para la atención y el ejercicio infantiles. De los más específicos. De hecho, los niños son particularmente propensos a frecuentar cualquier lugar en que se trabaje visiblemente con cosas. Se sienten irresistiblemente atraídos por los desechos generados por la construcción, la jardinería o el trabajo doméstico, la costura o la carpintería. En los productos de desecho reconocen el rostro que el mundo de las cosas les vuelve precisamente a ellos, a ellos solos. En ellos no tanto reproducen las obras de los adultos como, mediante lo que con ellos confeccionan en el juego, ponen unos junto a otros, en una nueva, veleidosa relación, materiales de muy diversa índole. Los niños mismos se forman con ello su mundo de cosas, uno pequeño dentro del grande. Las normas de este pequeño mundo de cosas deberían tenerse en cuenta si se quiere crear a propósito para los niños y no se prefiere dejar que sea la propia actividad, con todo lo que en ella es accesorio e instrumento, la que encuentre sola el camino hasta ellos".
4 http://lectorludi.blogspot.com.co/2013_03_17_archive.html
5 Charles Fourier, ¿Cómo educar para la libertad y la felicidad?, selección e introducción de René Schérer, Errata Naturae, Madrid, 2016. - René Schérer, Utopías nómadas, Tirant lo Blanc, Valencia, 2010.
6 En la entrada del 9 de diciembre de 1926 del Diario de Moscú, Walter Benjamin narra como ese día, antes de despedirse en la visita que Asja Lacis le hiciera, le lee un pasaje del libro Calle de sentido único, el que él le había dedicado, con cubierta diseñada por Sasha Stone, fue uno de los muchos regalos con que le obsequió aquel día. Walter Benjamin, Calle de dirección única: "El hombre enamorado no solo siente apego por los posibles “defectos” de la amada, por sus tics y sus debilidades, sino que las arrugas de su rostro y los lunares que aparecen en la piel, los vestidos raídos y los andares al sesgo lo atan más duradera e implacablemente que ninguna belleza. Esto se sabe desde hace mucho tiempo. Y ¿por qué sucede? Si es verdadera la teoría que nos dice que la sensación no anida en la cabeza, que no sentimos sin duda una ventana, una nube o un árbol en nuestro cerebro, sino en el lugar donde lo vemos, también cuando miramos a la amada nos encontramos fuera de nosotros. Pero dolorosamente absortos. Deslumbrada, la sensación revoletea, cual bandada de pájaros en el resplandor de la mujer. Y así como los pájaros buscan amparo en los frondosos escondrijos que un árbol les ofrece, las sensaciones huyen a las arrugas sombrías, a los gestos sin gracia y los defectos irrelevantes del cuerpo amado, donde se acurrucan como dentro de un seguro escondrijo. Y ninguno que pase por ahí se imaginará que justamente en lo defectuoso y censurable es en donde anida la emoción tan veloz como un rayo del admirador enamorado".
7 Susan Buck Morss, Walter Benjamin, escritor revolucionario, Interzona, Buenos Aires, 2005, p. 54, nota de pie de página No. 158: En 1917 Benjamin se caso con Dora Pollak; en 1921 "desarrolló un a inclinación pasional" por Julia Cohn, un amor que "permaneció no correspondido"; en 1924 se enamoró de Asia Lacis, una comunista rusa; en 1929-30 atravesó un un doloroso divorcio para casarse con Lacis, pero este casamiento nunca ocurrió. La naturaleza tristemente insatisfactoria de la relación de Benjamin con Lacis está claramente registrada en el recientemente publicado diario de la visita de Benjamín a Moscú: Diario de Moscú, Madrid, Taurus, 1990.
8 "De acuerdo a la sabiduría de la Cábala, la realidad consiste de dos fuerzas, o cualidades: el deseo de recibir y el deseo por otorgar (*), también conocida como el Creador. La sabiduría de la Cábala es una herramienta científica para el estudio de estas dos fuerzas que son el fundamento de todo a nuestro alrededor".
http://www.cabalacentroestudios.com/what-is-kabbalah
(*) Lo que en otros términos, podría equipararse como La ley de la atracción y el rechazo.

1 de septiembre de 2016

LECTOR LUDI No. 88: LA HARMONIA, EL NUEVO MUNDO AMOROSO

Pierre-Auguste Renoir, Baile en el Moulin de La Galette. Óleo sobre tela, 1876
https://es.wikipedia.org/wiki/Baile_en_el_Moulin_de_la_Galette#/media/File:Pierre-Auguste_Renoir,_Le_Moulin_de_la_Galette.jpg


Lector Ludi No. 88
Iván Rodrigo García Palacios
La Harmonía, El nuevo mundo amoroso.
Erótica y política


¿Cuál es la mejor sociedad posible?
Para Charles Fourier: La Harmonía:
"El tema parece frívolo a esos civilizados que relegan el amor al rango de cosa inútil y lo hacen, bajo la autoridad de Diógenes, ocupación de los perezosos. Tampoco lo admiten más que a título de placer constitucional sancionado por el matrimonio; no sucede lo mismo en La Harmonía, donde, al volverse los placeres asunto de Estado y fin especial de la política social, debe darse necesariamente gran importancia al amor, que en efecto retiene el primer rango entre los placeres; la cábala gastronómica, otro placer de La Harmonía, retiene el primer rango en títulos, pero el amor lo retiene en la realidad.
Se trata aquí de asegurar a las personas de toda edad el encanto del amor… como podemos encontrarlo en la juventud." (Charles Fourier, La armonía pasional del nuevo mundo, Taurus, Madrid, 1973, p. 221).
Los componentes primordiales de La Harmonía de Charles Fourier son, por una parte, eso que se denomina la felicidad, a la que habría que integrar con el placer, el bienestar, la satisfacción, y por la otra, con el amor, el que también habrá que integrar con el sexo, la sexualidad y eso que llaman erotismo o erótica, lo que, junto con la comida, ("la cábala gastronómica"), como dice Fourier, son los dos placeres básicos y naturales del Homo y a los que la ciencia actual considera de igual forma 1.
***
Se puede decir que, desde que el Homo se hizo consciente, la gran preocupación o propósito que decide y dirige su vida y su existencia ha sido el deseo de alcanzar ese estado corporal y de ánimo al que se ha llamado felicidad, placer, bienestar, satisfacción, etc. y el cual se corresponde con el estado corporal y mental mediante el cual el cuerpo informa al cerebro del equilibro o armonía del sistema homeostático y por el cual se expresa su salud y vitalidad con una sensación agradable y placentera tanto física como anímica.
"Los biólogos sostienen que nuestro mundo mental y emocional está regido por mecanismos bioquímicos modelados por millones de años de evolución. Como todos los demás estados mentales, nuestro bienestar subjetivo no está determinado por parámetros externos como el salario, las relaciones sociales o los derechos políticos. Está determinado, en cambio, por un complejo sistema de nervios, neuronas, sinapsis y varias sustancias bioquímicas como la serotonina, la dopamina y la oxitocina" (Yuval Noah Harari, De animales a dioses, Debate, Madrid, 2014).
Por otra parte, felicidad, placer, bienestar, satisfacción, etc., son estados corporales y anímicos que también han sido relacionados con el enamoramiento y el amor, que, a su vez, son esos estados del cuerpo y del ánimo a los que la cultura y las ideologías han fundido y confundido con actividades y conceptos de connotaciones y denotaciones que muy poca relación tienen con los estados fisiológicos y anímicos que los provocan y que se tratan de definir, describir y explicar con ellos, hasta el punto de que han sido un obstáculo al explorar, experimentar y descubrir la naturaleza biológica, fisiológica, anímica y psicológica, tanto de aquellos como del enamoramiento y del amor, porque se les niega buena parte de sus componentes biológicos, evolutivos, fisiológicos, etc. al considerarlos manifestaciones ajenas o apenas relacionadas con la mecánica biológica y evolutiva del cuerpo.
Ahora bien, tal como se ha entendido desde la antigüedad y como ahora lo están demostrando las neurociencias, la felicidad, placer, bienestar, satisfacción, etc., así como el amor (y en algo el enamoramiento, porque este un estado fisiológico), son objetivos, logros y realizaciones individuales y/o colectivos, posibles de ser logrados por las personas y las colectividades cuando realizan y ejercitan de manera equilibrada o armónica la combinación de actos y actividades sencillas que provocan estados corporales, mentales y anímicos que producen resultados saludables tanto fisiológicos como en estado del ánimo.
En orden y en una escala hacia el logro de la felicidad, placer, bienestar, satisfacción, etc. y hacia el amor, incluso la sexualidad y el enamoramiento 2, un primer estado se corresponde con la salud del cuerpo, la que se logra por el adecuado tratamiento y satisfacción de las necesidades básicas: alimentación, higiene, salud, vestido, hogar, protección frente a los elementos naturales y de los riesgos exteriores. El segundo, sería el tratamiento y satisfacción de las necesidades emocionales y de los sentimientos, las cuales se inician en una crianza adecuada 3 y en las buenas conexiones, correspondencias y relaciones sociales y sentimentales con otras personas 4. El tercero se refiere a la satisfacción de las necesidades intelectuales, lo cual significa que cada persona y la comunidad en la que habita, le sea posible realizar y desarrollar actividades atractivas y agradables para el propio beneficio y para el beneficio de la colectividad 5. El cuarto estado, se corresponde con las necesidades espirituales, aquellas que se explican en conexión y correspondencia con el anhelo 6, o sea, esa cualidad de la materia por perseverar en su forma 7 y la que se expresa en el cuerpo y en la mente como el sentir y, luego, como el sentimiento superior de alcanzar el futuro, de poder viajar hasta confín del universo y de ser libre para emprenderlo 8.
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Harmonía ha sido un complejo y rico concepto desde antes y después de los griegos: Homero, Hesíodo, los presocráticos, Platón, Aristóteles y, desde de ellos y en adelante, para la cultura helénica, romana, cristiana, renacentista, moderna y para las actuales filosofías prácticas o espirituales que tanto se han popularizado.
Así que se puede pensar que Charles Fourier al denominar, en los comienzos del siglo XIX, su "Nuevo mundo amoroso" con el nombre de La Harmonía, estaba consciente y en concordancia o en armonía con esa tradición conceptual, religiosa y filosófica, que se remonta a las más antiguas culturas del oriente, por las que también fueron influidos los griegos.
Para las cosmogonías orientales, al igual que para las cosmogonías egipcia, las del Medio Oriente y las griegas, Harmonía es el estado al que tiende el universo al emerger del caos.
Así definieron la Harmonía y la armonía algunos de los griegos:
"La tradición, con fidelidad según creo, cuenta que Pitágoras afirmó que el alma era, o que contenía, una armonía, o mejor, una harmonia. Y esto porque en griego la palabra harmonia, no quiere decir "armonía" si armonía tiene para nosotros la connotación de referirse a varios sonidos concordantes. A esto los griegos lo llamaban symphonía. Harmonia significaba en su origen el ajustamiento ordenado de las partes en una fábrica compleja; después, en particular, la afinación de un instrumento musical, afinación compuesta de varias notas producidas por las cuerdas afinadas. Lo que nosotros llamamos los «modos" serían para los griegos las harmoniai." (Francis Cornford, La filosofía no escrita, Ariel, Barcelona, pp. 54-55).
Harmonía es también la oposición de los contrarios en Heráclito, así como "La Esfera del Amor" de Empédocles.
De la Teoría de la Harmonía de Pitágoras, Platón toma tanto el sentido de ajuste complejo de un conjunto de partes o de personas o del universo y como un modo de vida, así como sus teorías musical y matemática. También, como una Harmonía cósmica. Y con todo ello, para Platón, también, "[...] el concepto de harmonía, o recto ordenamiento de las partes, como fundamento de salud en el cuerpo y en el alma" 9.
Helénicos y romanos mantuvieron las mismas definiciones, explicaciones y usos de los griegos para Harmonía y armonía.
Serían los cristianos quienes introducirán nuevas definiciones, explicaciones y usos para los conceptos de Harmonía y armonía, empezando por la división y relaciones entre cuerpo y alma, así como por la creación, origen y funcionamiento del universo.
En el Renacimiento el concepto de Harmonía también estuvo constreñido por los preceptos que la Iglesia Católica había impuesto a sangre y fuego desde su fundación, salvo que para ese momento ya estaban siendo subvertidos con nuevas visiones científicas y filosóficas. Los humanistas renacentistas retornaron a los conceptos, definiciones y explicaciones de Harmonía y armonía de los antiguos griegos.
Ya en los tiempos finales del Renacimiento así se expresó Giordano Bruno y pagó con su vida por ello:
"Se contempla a continuación la armonía y consonancia de todas las esferas, inteligencias, musas e instrumentos conjuntamente; allí, el cielo, el movimiento de los mundos, las obras de la naturaleza, el discurso de los intelectos, la contemplación de la mente, el decreto de la divina providencia, todos a un mismo compás celebran la elevada y magnífica vicisitud que iguala las aguas inferiores a las superiores, cambia la noche en día y el día en noche, a fin de que la divinidad esté en todo, del modo en que todo entraña todo, y de que la infinita bondad infinitamente se comunique según la capacidad de las cosas" (Giordano Bruno, Heroicos furores, Argumento del quinto diálogo de la segunda parte, Tecnos, Madrid, 1987, p. 24-25). Ver también: p. 86).
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De la República, la utopía política de Platón, a la comunidad amorosa de Charles Fourier o de la erótica y de La Harmonía social y política, respectivamente.
Mientras que la República de Platón está concebida como el Estado por y para hombres sabios cuya misión es el ejercicio justo del poder. La Harmonía de Charles Fourier es propuesta para hombres comunes y corrientes que manejan sus vidas individuales y colectivas por un "modelo de asociación por atracción pasional y de trabajo atractivo".
Tanto Platón como Fourier proponen un Estado que procure la felicidad individual y colectiva. Platón, por la paideia y Fourier, por la "atracción apasionada". Ambas propuestas son, también, un modelo político motivado por Eros o la satisfacción de los deseos. A partir de "las cuatro locuras divinas" para Platón y, para Fourier, por un Estado en el que los placeres son su asunto y el Falansterio su ámbito y lugar.
La República y otros diálogos de Platón son un tratado de filosofía política del más alto nivel teórico. El nuevo mundo amoroso de Charles Fourier, es la descripción minuciosa, hasta la monotonía, de los modos y formas de sentir y de vivir en La Harmonía.
La de Platón es una propuesta política y, a su vez, erótica. Para la civilización occidental, lo que hizo Platón en sus diálogos, fue una propuesta de explicación, formalización y sistematización teórica de esa organización y gobierno de las comunidades a la que se denomina Estado. Lo que me interesa de la propuesta platónica es que es tanto erótica como política y, por ello, abarca tanto lo individual como lo comunitario y es, también, tanto ideal o teórica como real y empírica. Mejor dicho, véase la explicación que hace Giorgio Colli:
"La doctrina del Eros 10 es lo que permite a Platón llegar a este punto culminante: el éros es como el puente tendido sobre el abismo de lo real y lo ideal, que realiza su función mediadora de un modo mucho más completo que la educación musical, porque es más universal que ésta el significado que adquiere el amor como fuerza cósmica que impulsa a todos los seres hacia la idea de lo bello. El éros tiene sus raíces en la parte afectiva del hombre y tiende a lo bello a través del contacto que establece entre los hombres: esta fuerza, este impulso del individuo que lo lleva a alcanzar lo ideal, halla su realización gracias a la comunidad. Platón, una vez más, ha unido los contrarios, y en esta ocasión la victoria tiene visos de ser definitiva: el pesimismo del Fedón es sustituido por el optimismo del Banquete, la comedia sucede a la tragedia, y de nuevo la vida política está justificada" (Giorgio Colli, Platón político, Sexto piso, México, 2011, p. 64).
[...]
"En primer lugar, el éros, nótese bien, se desarrolla en el individuo y es precisamente la actividad que lleva a la individualidad a su plena manifestación en su aspecto universal. Ahora bien, ¿cómo se manifiesta esta actividad? El Thymós, el alma que se mueve impulsada por ese anhelo, intenta sobre todo acercarse a otros hombres, primero a uno, después a un número lo más elevado posible; primero al cuerpo, después al alma, para continuar el proceso descrito en el Banquete, esto es, en otras palabras, tiende a inmortalizar su individualidad por medio de la vida en comunidad y a través de la acción y la creación en la comunidad. Todos aspiran a la idea suprema de lo bello, y con este afán se agrupan solamente para poder alcanzar el fin último con la generación que les da la inmortalidad, y para generar, es necesaria la vida común, la reunión de los seres, su colaboración mutua. En la escala infinita de perfección de los seres, reina este principio porque, así como cada uno de ellos se reúne con el objetivo de generar a sus hijos, así también es imprescindible la existencia de la comunidad y del Estado para que los legisladores, Licurgo y Solón, puedan generar a sus hijos inmortales, las leyes y la virtud" (Giorgio Colli, Platón político, Sexto piso, México, 2011, p. 68).
***
Más allá de la propuesta política y erótica platónica, La Harmonía o Nuevo mundo amoroso de Charles Fourier está concebido a partir de la "atracción apasionada", la cual él asimila a la Ley de la gravitación universal y a las leyes del movimiento de Newton en las ciencias físicas y a las matemáticas del cálculo tanto de Newton como de Leibniz, pero que son unas ciencias que él mismo Fourier inventa, propone, define, describe, en la Teoría de los cuatro movimientos y los destinos generales, el primer libro publicado por él en 1808, pero de forma anónima:
"La primera ciencia que descubrí fue la teoría de la atracción apasionada.
[...]
... y, con ello, llegué al cálculo analítico y sintético de las atracciones y repulsiones apasionadas (cursivas en el original).
[...]
La teoría de las atracciones y repulsiones apasionadas es fija y aplicable por completo a los teoremas de la geometría.
[...]
Muy pronto me di cuenta de que las leyes de la atracción apasionada correspondían punto por punto a las de la atracción material explicadas por Newton y Leibniz, y que existía una unidad del sistema del movimiento para el mundo material y espiritual (cursivas en el original).
[...]
Así fue descubierta una nueva ciencia fija (la segunda de Fourier): la analogía de los cuatro movimientos (*), material, orgánico, animal y social, o analogía de las modificaciones de la materia con la teoría matemática de las pasiones del hombre y de los animales (cursiva en el original)" (Charles Fourier, Teoría de los cuatro movimientos y de los destinos generales, Barral, Barcelona, 1974, pp. 29-30).
(*) En el ejemplar anotado por Fourier rectifica esta división de las ramas del movimiento e indica cinco en lugar de cuatro. Ver el libro.
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"Las pasiones son matemáticas animadas", cita Octavio Paz de Charles Fourier y agrega:
"Para Fourier, cambiar a la sociedad significa liberarla de los obstáculos que impiden la operación de las leyes de la atracción apasionada. Esas leyes son leyes astronómicas, psicológicas y matemáticas, pero también son leyes literarias, poéticas. En el «discurso preliminar» de la Théorie des qttatre mouvements et des destinées genérales (1818) hace un resumen de su concepción: «La primera ciencia que descubrí fue la teoría de la atracción apasionada... Pronto me di cuenta de que las leyes de la atracción apasionada se conformaban en todos sus puntos a las leyes de la atracción material explicadas por Newton: el sistema de movimiento del mundo material era el del mundo espiritual. Sospeché que esta analogía podía extenderse de las leyes generales a las leyes particulares y que las atracciones y propiedades de los animales, los vegetales y los minerales quizás estaban coordinadas de la misma manera que las de los hombres y los astros... Así fue descubierta la analogía de los cuatro movimientos: material, orgánico, animal y social... Apenas estuve en posesión de las dos teorías, la de la atracción y la de la unidad de los cuatro movimientos, comencé a leer en el libro mágico de la naturaleza» (Charles Fourier, Théorie des qttatre mouvements et des destinées genérales, París, Editions Anthropos, 1967)" (Octavio Paz, Los hijos del Limo, Analogía e ironía).
Además del ensayo Analogía e ironía, incluido en el libro Los hijos del Limo, aquí citado, Octavio Paz escribió un ensayo específico sobre Charles Fourier, La mesa y el lecho. Y con posterioridad, escribe el libro de la erótica, La llama doble, de 1993.
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Y para agregar un breve comentario: La sociología (si es que así se puede llamar la propuesta amorosa de Fourier) del nuevo mundo amoroso o sociología erótica de Charles Fourier, antes que considerar a la sociedad y a las personas objetos económicos y políticos, consideraba a la personas y a la comunidad como el fundamento para alcanzar una existencia armónica, placentera y satisfactoria tanto individual como colectiva.
Mejor dicho, así como El Jardín de Epicuro fue refugio ante la crisis ateniense, los falansterios fueron los Jardines epicúreos para liberarse de las fauces de la Revolución Industrial. Tanto el Jardín como los falansterios eran regidos por las leyes de la erótica y no por las leyes del mercado. Un bello tema que hay que disfrutar ... en cualquier momento.
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Finalmente. La más universal de las leyes que afecta al comportamiento y sentimiento del Homo-Humano es la del deseo 11.
Cuando los Homo-Humanos dejaron de ser cazadores recolectores para convertirse en agricultores, domesticados por los cereales y por otras plantas, igual cambiaron las formas del vivir y de la organización de las comunidades. Una lectura a las explicaciones propuestas por Yuval Noah Harari en su libro: De animales a hombres, me lleva a proponer las hipótesis descabellada de que el modo de vida de los grupos de cazadores-recolectores, en todos los aspectos y sentidos, se podría asimilar con los modelos del Jardín de Epicuro y el del Falansterio de Charles Fourier, salvo porque aquellas eran comunidades nómadas 12, se podría decir, entonces, que aquellos grupos eran jardines o falansterios itinerantes 13.
Pero, ya avanzados en la historia de las civilización agraria, el falansterio de Charles Fourier es, a su vez, algo así como El Jardín de Epicuro de los tiempos modernos. A semejanza de Epicuro, Fourier propuso unas comunidades formalizadas y reguladas con la finalidad de satisfacer las necesidades materiales, emocionales, intelectuales y espirituales del cuerpo y, por supuesto, aquel sentimiento de futuro que es el anhelo.
Para ambos, la fuerza que mueve al Homo-Humano y con él a sus comunidades, es el deseo. Dice Epicuro:
"Hay que considerar que de los deseos unos son naturales, otros vanos; y de los naturales unos son necesarios, otros sólo naturales; y de los necesarios unos lo son para la felicidad, otros para el bienestar del cuerpo, otros para la vida misma.
Un recto conocimiento de estos deseos sabe, en efecto, supeditar toda elección o rechazo a la salud del cuerpo y a la serenidad del alma, porque esto es la culminación de la vida feliz" (Epicuro, Carta a Meneceo).
Para Fourier el deseo es tal y como lo fuera para Epicuro, pero, en su teoría, el deseo actúa como el regulador de la atracción apasionada, la que funciona por el sistema o mecanismo societario de las Series pasionales:
"Todos estos trabajos se harán atractivos bajo el influjo de una distribución del todo desconocida y que llamaré Series pasionales 1) Series de grupos opuestos. 2) Este es el mecanismo al que tienden todas las pasiones, el único orden conforme a los deseos de la naturaleza. El salvaje no adoptará nunca el sistema industrial, si no es que lo vea actualizado en Series pasionales" (Charles Fourier, El nuevo mundo industrial y societario).
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Será Walter Benjamin quien hará una de las más novedosas aproximaciones a la obra y a la utopía de Charles Fourier y lo hace precisamente en el extraño libro que concibió en 1924 al influjo del enamoramiento por Asja Lacis y que luego estuvo preparando durante los últimos 13 años de su vida y para el que el tiempo ni le alcanzó ni le iba a alcanzar, porque tampoco le hubiera sido suficiente así hubiera sobrevivido a su huida de Francia y a aquella fatalidad que le ocurrió en los Pirineos catalanes y que es el enigma de su muerte, pues ese Libro de los Pasajes podría considerarse como su "Cábala" 14, esa escritura sin fin sobre la existencia de la humanidad.
Esto dijo Walter Benjamin de las propuestas de Charles Fourier y sobre los falansterios en el resumen de 1939, escrito para presentar aquel "inconcluso" Libro de los Pasajes y titulado igual que el anterior resumen de 1935, París, capital del siglo XIX:


Falansterio
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"II
"Nada hay de sorprendendente en el hecho de que todo interés de masas, la primera vez que aparece, supere con mucho, en la idea o representación que uno se hace de ello, sus verdaderos límites".
Marx y Engels, La Sainte-Familie [La sagrada Familia].
El más íntimo impulso dado a la utopía fouriesta se encuentra en la aparición de las máquinas. El falansterio debía devolver a los hombres a un sistema de relaciones donde la moralidad ya no tiene más cabida. En él Nerón se habría convertido en un miembro más útil para la sociedad que Fenelón. Para ello Fourier no piensa confiar en la virtud, sino en un funcionamiento eficaz de la sociedad, cuyas fuerzas motrices son las pasiones. Mediante los engranajes de las pasiones, mediante la compleja combinación de las pasiones mecanicistas con la pasión cabalista, Fourier se representa la psicología colectiva como si fuera un mecanismo de relojería 15. La armonía fouriesta es el producto necesario de este juego combinado.
Fourier insinuá en el mundo de las austeras formas del Imperio el idilio colorista del estilo de los treinta. Pone a punto un sistema donde se mezclan los productos de su visión colorista y de su idiosincrasia de las cifras. Las "armonías" de Fourier no pertenecen de ninguna manera a una mística de los números tomada de una tradición cualquiera. Han nacido de hecho directamente de sus propios decretos: elucubraciones de una imaginación organizadora que en él estaba extremadamente desarrollada. De esa manera previó la significación de la cita para el habitante de la ciudad. La jornada de los habitantes del falansterio no se organiza en sus casas, sino en enormes salones semejantes a los vestíbulos de la Bolsa, donde las citas son concertadas por corredores.
En los pasajes Fourier reconoció el canon arquitectónico del falansterio. Es lo que acentúa el carácter "imperio" de su utopía, que el propio Fourier reconoce ingenuamente: "El Estado societario será desde el principio tanto más brillante cuanto más tiempo ha sido diferido. Grecia en la época de los Solón y los Pericles podía ya haberlo emprendido" Los pasajes que originalmente sirvieron a fines comerciales pasan en Fourier a ser viviendas. El falansterio es una ciudad hecha de pasajes. En esta "ciudad en pasajes" la construcción del ingeniero presenta un carácter de fantasmagoría. La "ciudad en pasajes" es un sueño que acariciará la mirada de los parisinos hasta bien entrada la segunda mitad del siglo. Todavía en 1869 las "calles-galería" de Fourier facilitan el trazado de la utopía de Moilin, París en el año 2000. La ciudad adopta allí una estructura que la convierte, con sus almacenes y sus apartamentos, en el decorado ideal para el flâneur.
Marx se enfrento a Carl Grün para defender a Fourier y valorar su "colosal visión del hombre". Consideraba a Fourier el único hombre, junto con Hegel, que había calado la mediocridad primordial del pequeño burgués. A la superación sistemática de este tipo en Hegel le corresponde en Fourier su aniquilación humorística. Uno de los más notables rasgos de la utopía fourieista es que la idea de la explotación de la naturaleza por el hombre, tan generalizada en la época posterior, le es ajena, la técnica se presenta más bien para Fourier como la chispa que prende fuego a la pólvora de la naturaleza. Quizás esté ahí la clave de su extraña idea según la cual el falansterio se propaga "por explosión". La concepción posterior de la explotación de la naturaleza por el hombre es el reflejo de la explotación efectiva de los hombres por los propietarios de los medios de producción. Si la integración de la técnica en la vida social ha fracasado, la culpa es de esta explotación".
(Walter Benjamin, Libro de los pasajes, París, capital del siglo XIX, I, Fourier o los pasajes, Akal, Madrid, 2005, p. 52-53).


Y como el asunto del Nuevo mundo amoroso de Charles Fourier es el del deseo, otro cuento será también el que para Walter Benjamin el deseo será aquello a lo que va dirigida la atracción de las mercancías como la producción masiva del deseo. Algo así como "el lado oscuro", el aspecto perverso de "la atracción apasionada", esa analogía de la función de la prostituta y de la prostitución en La Harmonía, lo que Charles Fourier expone en su Teoría de los cuatro movimientos y en el libro póstumo, Nuevo mundo amoroso.
Véase lo que anota Susan Buck Morss:
"Como cosificación del deseo, las mercancías, más que satisfacer sueños, los generaban. Para Benjamin, esa transición hacia la venta de sueños estaba personificada por la prostituta "que es a la vez vendedora y mercancía" (Walter Benjamin, Poesía y capitalismo, p. 185)" (Susan Buck Morss, Walter Benjamin escritor revolucionario, Interzona, Buenos Aires, 2005, p. 43).
Y de manera profética, Walter Benjamin anticipa y desvela el poder aterrador de ese sistema que, tal y como hace la prostituta, convierte las mercancías en deseo, y es, a la vez, uno de los motivos a partir de los cuales él desarrollará sus teorías sociales, políticas, económicas, estéticas, así como de la de la formación subversiva del revolucionario, mejor dicho, la vida que Walter Benajamin proyecta en su obra. He aquí la nota de Susan Buck Morss:
"El mercadeo masivo de sueños dentro de un sistema que impedía su realización constituía naturalmente una industria en crecimiento. Como gratificaciones y cosificaciones sustitutas del sueño utópico, las mercancías dependían de lo nuevo -lo cual, por definición, nunca puede realmente satisfacer necesidades- para generar una demanda repetitiva y siempre idéntica: "Lo nuevo es una cualidad independiente del valor de uso de la mercancía. Es el origen de ese halo intransferible de las imágenes que produce el inconsciente colectivo. Es la quinta esencia de la conciencia falsa cuyo incansable agente es la moda. Este halo de lo nuevo se refleja, tal un espejo en otro, en el halo de lo-siempre-otra-vez-igual" (Walter Benjamin, Poesía y capitalismo, p. 186)". (Susan Buck Morss, Walter Benjamin escritor revolucionario, Interzona, Buenos Aires, 2005, p. 44).
Para el momento en el que Benjamin escribió lo anterior, tenían gran influencia las ideas psicoanalistas tanto de C. G. Jung como de Sigmud Freud, pero ese es un asunto largo de dilucidar.
Pero, si es del caso anotar que las visiones de Charles Fourier en su sistema social, político y económico de los falansterios, en los cuales la actividad de las personas estaba dirigida a lograr la felicidad, el placer, el bienestar, la satisfacción, libres de los engaños de lo que el llamaba Civilización, fueron consideradas una utopía que "casi" fracasó en algunos de los experimentos que de ellas se realizaron durante el siglo XIX y siglo XX. Todo lo contrario a lo que sucedió con las apocalípticas profecías que Walter Benjamin expuso a partir de su inconcluso trabajo del Libro de los Pasajes, pero que quedaron ampliamente explicadas en algunas de sus anotaciones y en el resto de sus escritos.
Finalmente, para Benjamin, la vida y la obra de Charles Fourier fue motivo de especial atención e interés y es así como en el Libro de los Pasajes dedica, además de lo ya citado atrás, también el apartado correspondiente a la letra W, así como otros apartes de citas y pasajes tomados y comentados de muchos otros autores y libros.

NOTAS

1 Lynn Margulis & Dorion Sagan, ¿Qué es el sexo? (1997).
2http://enamoramientoyevolucion.blogspot.com.co/
3Jordi Agustí, Enric Bufill y Marina Mosquera, El precio de la inteligencia. La evolución de la mente y sus consecuencias, Crítica, Barcelona, 2012, p. 187.
4George Lakoff, No pienses en un elefante, Editorial Complutense, Madrid, 2007, pp. 9-14.
5 Martha C. Nussbaum, Paisajes del pensamiento. La inteligencia de las emociones, Paidós, Barcelona, 2008.
6Así explica el anhelo el neurocientífico Antonio Damasio: "El anhelo es un rasgo profundo de la mente humana. Esta implantado en el diseño del cerebro humano y en el acervo genético que lo engendra, no menos que los rasgos profundos que nos conducen con gran curiosidad hacia una exploración sistemática de nuestro propio ser y del mundo que lo rodea; los mismos rasgos que nos impulsan a construir explicaciones para los objetos y situaciones de este mundo. El origen evolutivo del anhelo es completamente plausible, pero la explicación necesita otro factor para que uno pueda comprender por qué la constitución humana acabó por incorporar el rasgo. Creo que en los seres humanos primitivos funcionó un parecido factor de la misma manera que está funcionando ahora. Su consistencia tiene que ver con el poderoso mecanismo biológico que hay tras él: la misma empresa natural de autopreservación que Spinoza enuncia de forma tan clara y trasparente como esencia de nuestro ser, el conatus, es llamado actuar cuando nos enfrentamos a la realidad del sufrimiento y, en especial, de la muerte, real o anticipada, ya sea la nuestra o la de los que amamos. La perspectiva misma del sufrimiento y la muerte trastorna el proceso homeostático del espectador. La empresa natural para la autopreservación y el bienestar responde al trastorno con una lucha para evitar lo inevitable y corregir el equilibrio. La lucha provoca que encontremos estrategias compensadoras para la homeodinámica que se ha desviado del camino recto; y el darse cuenta de toda la situación comprometida es causa de profunda aflicción" (Antonio Damasio, En busca de Spinoza. Neurobilogía de la emoción y los sentimientos, Crítica, Barcelona, 2009, p. 249).
7Spinoza, Ética, II, Proposición IX.
8http://lectorludi.blogspot.com.co/2013/03/lector-ludi-no-67-del-buen-sentir-al.html
9William Keith Chambers Guthrie, Historia de la Filosofía Griega, 5, Gredos, Madrid, 1998, p. 296.
10Hago el siguiente cambio al texto de Giorgio Colli: en el original figura "doctrina del Amor", pero, prefiero llamar doctrina del Eros a la que comúnmente es llamada doctrina del Amor, pues el término Eros es traducido de Platón bien como deseo o bien como amor, pero, como ambos términos tienen tantas denotaciones y connotaciones confusas y ambiguas, prefiero utilizar el nombre de Eros que bien como figura mitológica o como concepto, significa el que provoca la atracción, tanto de la materia y la energía, de las cosas. Y, por supuesto, de las personas entre sí tanto en el sentido de manía o locura divina, como de fuerza creativa, pero también como el estado previo a la acción de Afrodita, la fuerza de la atracción sexual. O sea, los significados de Eros cósmico o Eros vulgar. Esta doctrina es la que Platón propone y explica en Fedro y Banquete: "Deseo de la generación y procreación en lo bello" (Platón, Banquete, 206 e).
11http://lectorludi.blogspot.com.co/2016/06/lector-ludi-no-86-eros-el-demonio-del.html
http://lectorludi.blogspot.com.co/2016/03/lector-ludi-no-82-la-ciencia-del-deseo.html
12Una explicación sencilla de estos cambios la expone Yuval Noah Harari en su libro: De animales a dioses. Breve historia de la humanidad, 2014.
13 René Schérer, Utopías nómadas, Tirant Lo Blanch, Valencia, 2010.
14"De acuerdo a la sabiduría de la Cábala, la realidad consiste de dos fuerzas, o cualidades: el deseo de recibir y el deseo por otorgar , también conocida como el Creador. La sabiduría de la Cábala es una herramienta científica para el estudio de estas dos fuerzas que son el fundamento de todo a nuestro alrededor". Lo que en otros términos, podría equipararse como La ley de la atracción y el rechazo.
http://www.cabalacentroestudios.com/what-is-kabbalah
15Walter Benjamin llama la atención de que Fourier hizo la propuesta de una ingeniería social, pero en la que las "redes sociales" funcionan, no en la realidad virtual, sino en los grandes salones, en aquellos pasajes parisinos, esos que luego se convirtieron en los grandes centros comerciales de la segunda mitad del siglo XX. Pero eso era cuando nos reconocíamos los unos a los otros cuerpo a cuerpo. Y ese es ya otro cuento.









27 de julio de 2016

Lector Ludi No. 87: Franz Kafka, sexo y escritura


Lector Ludi No. 87
Por Iván Rodrigo García Palacios
Voyeurismo literario
Franz Kafka, sexo y escritura
Escenas de: El fogonero, La condena, El proceso: Leni; El castillo, Frieda, Cartas a Milena y la conexión rusa, Dostoievski


Hace años, muchos años, cuando el sexo, la pornografía y todo lo relacionado con Eros, era, más que un misterio, el pecado más grave y el más expedito camino al infierno, y era "casi" imposible satisfacer la natural curiosidad juvenil del despertar sensual, pues ese tipo de "materiales" eran también "casi" imposibles de conseguir, por lo que había que recurrir a la literatura de más fácil acceso. La literatura prohibida como la novela de Hernri Barbusse, El infierno, en la que se cuenta la historia de un voyeurista -mito que inspira este escrito- entre muchas otras condenadas en el Índice por obscenas, o a la literatura clásica, en la que es posible encontrarse con una que otra escena más o menos explicita de aquel pecaminoso placer del "hacer el amor".
Uno de aquellos escritores clásicos, quizás uno de los más inocuos, sexualmente hablando, era Franz Kafka, del que nadie sospechaba, entonces, la oscura carga de sexo que se ocultaba en su escritura biográfica de diarios y cartas y en su narraciones herméticas y aporísticas, algo de lo que ha ido emergiendo a la luz pública a media que se han ido dando los cambios de moralidades de los últimos tiempos y por el interés de los estudiosos en desvelar los aspectos humanos, más humanos, de "los grandes hombres".
Bien poco de "aquello" se sabía entonces, pero, lo que si se podía deducir sin mayor esfuerzo, era el ardor sexual explicito y obsceno que emanaba en tres escenas de sus tres novelas, a las que llamo novelas-mujer. Una, en El fogonero, entre Karl y la muchacha, del primer capítulo de su novela América o El desaparecido que es la novela de "la señora Tschissik". Dos, en El proceso, entre Joseph K. y Leni, que es la novela de Felice. Y la otra, en El castillo, entre el agrimensor y Frieda que es la novela de Milena. En esta última está “la escena erótica más hermosa que se haya escrito” según Milan Kundera.
Para alborotar mis recuerdos de aquellos tiempos y refrescar aquellas lecturas apasionadas que me extasiaban y entusiasmaban hasta casi el delirio, pego, como si de un libro de recortes se tratara y con la timidez del voyeurista, esas escenas y otros materiales de la misma naturaleza tomados de los diarios y las cartas, con las correspondientes ilustraciones, unas de de Robert Crumb de la biografía ilustrada de Kafka, otra, de Luis Scafati para El castillo y un fotograma de la película El proceso, dirigida por Orson Welles y con la actuaciones de Anthony Perkins y Romy Schneider en los papeles de Joseph K. y Leni.
No son estas las únicas escenas de tales características en la escritura de Kafka y un Lector Ludi podrá gozar desvelándolas, pero si vale la pena mencionar una poderosa influencia en la escritura de Kafka que se trasluce 1 en todos sus escritos y que marca hasta sus expresiones sexuales y afectivas.
Dostoievski fue maestro y modelo para Kafka y aunque fue menos explicito con sus escenas sexuales, si le sirvieron a Kafka como útiles palimpsestos, tal y como puede notarse, por ejemplo, en la escena de Humillados y ofendidos (primera parte, capítulo X), que Kafka traspone en su relato Desdicha (1910). Además, la compleja sexualidad y afectividad del protagonista de aquella novela, Iván Petróvich, al igual que las complejas relaciones sexuales y afectivas del "Hombre del subsuelo" con Lisa en la segunda parte de Memorias del subsuelo, le debieron ofrecer a Kafka una visión en la cual reconocer las cercanas conexiones con su propia vida sexual y afectiva, tan determinantes en su escritura. Y eso no fue todo lo de Kafka con Dostoievski, pero ese ya es otro cuento.
Lo cierto es que sus relaciones las mujeres, pero no cualquier tipo de mujer ni cualquier clase de relación, son materia prima de la escritura de Kafka, una materia con la que él convierte en arte lo más profundo y oscuro de su sexualidad y afectividad:
Así eran las mujeres que Kafka amaba, así debían ser: seres sin rostro que, precisamente por no tenerlo, podían excitar su fantasía con una fuerza especial y eran idóneas como pantallas de proyección de sus visiones. En su carencia permanente necesitaba no tanto personas reales del sexo femenino cuanto criaturas de su imaginación, principalmente. Pero éstas no podían surgir sin unos modelos reales, que, sin embargo, no debían ser ni demasiado claros ni demasiado próximos. Y Kafka no tuvo ningún reparo en comunicárselo muy pronto y sin rodeos a su nueva pareja epistolar: a la “Milena real”, a quien enviaba sus cartas, opuso “la milena aún más real”, es decir, aquella que “se hallaba presente conmigo todo el día, en la habitación, en el balcón, en las nubes” 2.
Para saber más sobre este asunto de Kafka con las mujeres, recomiendo el libro de Daniel Desmarquest, Kafka y las muchachas, el que me ha sido de gran utilidad al hacer los recortes de las escenas que he usado para este libro de recortes.

-I-


Ilustración de Robert Crumb.
https://500ejemplares.files.wordpress.com/2010/10/kafkaylasmujeres.jpg


La conexión rusa: la violación de Karl


La conexión rusa. Cuenta Max Brod 3 que el 1 y 4 de mayo de 1910, se encontró con Kafka en el Café Savoy, en donde se presentaba una compañía de teatro de judíos orientales (rusos) cuyo repertorio eran obras escritas en yiddisch y que Kafka se entusiasmó mucho, por un lado, con la señora Tschissik y, por el otro, con la amistad del joven actor Isaac Löwy 4.
La primera mujer-novela de Kafka fue América - El desaparecido 5, empezada a esbozar a comienzos de 1912, cuando todavía estaba muy próximo a aquel enamoramiento, “doloroso y secreto”, por la señora Tschissik, actriz de aquella compañía de actores judíos y
[…] cuyo repertorio consiste en obras escritas en yídish, está dirigida por un tal Löwy, que se convierte en su amigo y le descubre la tradición de los judíos de Europa oriental” 6.
Puede vislumbrarse algo de la oscuridad afectiva de Kafka si se nota que el apellido Löwy se corresponde con el mismo apellido de su madre y, si además, se agrega la misteriosa atracción que la señora Tschissik ejerce sobre él, tal y como puede deducirse del retrato que de ella hace Daniel Desmarquest:
"[...] La señora Tschissik, le inspirará un amor doloroso y secreto -que ella tal vez ni siquiera sospechó. Ya no es muy joven aunque, con el pelo suelto, se parece "una muchacha de otros tiempos": treinta años, casada y madre, la señora Tschissik es una pasión sin esperanzas, condenada a permanecer en secreto -y es justamente en ella en quien pone su mirada. En páginas y páginas del Diario no se cansa de alabar a la mujer cuyo apellido "tanto me gusta escribir" 7.
Muchas de las primeras anotaciones de mayo de 1910, son expresiones casi desgarradas y se refieren a su amistad con Isaac Löwy, pero más impresionantes son las que dedica al desgarrado y clandestino amor por la "la señora Tschissik", en particular, porque en una de esas anotaciones expone el motivo del relato Desdicha, ese en el que se establece la conexión rusa: Dostoievski y el que escribe días después:
"[...] pese a toda mi desdicha aun puedo sentir amor (...) Un amor no terrenal, sin embargo" (Diarios).
Esa conexión rusa, el enamoramiento de Kafka por la señora Tschissik y su amistad con Isaac Löwy, son los motivos que lo "animaron" a comenzar la escritura de su novela América o El desaparecido. El fogonero es el primer capítulo de esa novela, el que comienza a escribir en su diario y en el que ya se plantea la oscura relación sexual y afectiva que allí va a representarse
He preferido tomar el fragmento de lo escrito en el segundo cuaderno de los diarios y no del relato publicado y que cada cual haga la respectiva comparación:
"Karl, sin embargo, no sentía nada por aquella muchacha. En el cúmulo de recuerdos de un pasado que se alejaba cada vez más, la veía sentada en la cocina, junto al aparador, sobre cuyo tablero apoyaba los codos. Se quedaba mirándolo cada vez que él entraba en la cocina a buscar un vaso de agua para su padre o dar algún recado de su madre. A veces, en aquella posición incómoda al lado del aparador, ella se ponía a escribir una carta buscando su inspiración en la cara de Karl. A veces se tapaba los ojos con la mano y no había manera de abordarla. A veces caía de rodillas en su estrecho cuartito, junto a la cocina, y rezaba ante un crucifijo de madera; Karl la observaba entonces con cierto temor, al pasar, por la rendija de la puerta entornada. A veces ella se ponía a dar vueltas en la cocina y retrocedía, riéndose como una bruja, cuando Karl se cruzaba en su camino. A veces cerraba la puerta de la cocina cuando Karl ya había entrado, y no quitaba la mano del picaporte hasta que él le pedía que lo dejara salir. A veces traía cosas que él no quería y, en silencio, se las ponía en las manos. Una vez, sin embargo, dijo «¡Karl!» y se lo llevó, perplejo aún por la inesperada interpelación, entre muecas y suspiros, a su cuartito, que cerró con llave. Se abrazó a su cuello hasta dejarlo sin aire y, mientras le pedía que la desvistiese, en realidad fue ella quien lo desvistió y lo acostó en su cama, como si a partir de entonces no quisiera dejárselo a nadie más, sino acariciarlo y cuidarlo hasta el final de los días. «Karl, Karl mío», exclamaba como si al mirarlo se ratificase en su posesión, mientras Karl no veía absolutamente nada y se sentía incómodo entre el montón de cálida ropa de cama que ella parecía haber amontonado expresamente para él. Luego ella se acostó a su lado y quiso sonsacarle ciertos secretos, pero él no pudo decirle ninguno y ella se enfadó, en broma o en serio, lo zarandeó, escuchó su corazón, le ofreció su pecho para que escuchase también, sin conseguir que lo hiciera, apretó su vientre desnudo contra el cuerpo del muchacho y, con la mano, hurgó entre sus piernas de forma tan repulsiva que Karl sacó la cabeza y el cuello fuera de las almohadas, debatiéndose, luego ella empujó varias veces el vientre contra él, y a él le pareció que era una parte de sí mismo y tal vez por ello lo invadió una horrible sensación de desamparo. Llorando, Karl volvió finalmente a su cama, tras haber expresado ella reiteradamente su deseo de volver a verlo. Eso había sido todo, pero el tío supo convertirlo en una gran historia. Y el caso era que la cocinera también había pensado en él y le había comunicado al tío su llegada. Un gesto muy hermoso por su parte, que él intentaría retribuirle algún día".
(Franz Kafka, Diarios, Cuaderno segundo, fragmento, Corresponde a «El fogonero», primer capítulo de la novela El desaparecido).

-II-
 
Franz Kafka, ilustración de Robert Crump.
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La condena y una eyaculación al final


Los biógrafos de Kafka han ido desvelando las anotaciones de sus diarios y las conexiones con sus relatos y novelas, tal el caso de este apunte que hace el filósofo de la Universidad de Antioquia, Jorge Mario Mejía, en un ensayo sobre la escritura en Nietzsche, Kafka, Deleuze, Dostoievski. Se refiere a una anotación de Kafka sobre la frase final del relato La condena:
"¿Sabes que significa la frase final? Con ella pensé en una fuerte eyaculación" (K., Escritos sobre sus escritos, p. 18).
La frase final dice:
"En ese instante pasaba por el puente una interminable fila de vehículos"
(La condena). Verkehr (tráfico, circulación) significa también, entre otras cosas, comercio carnal, coito.
[...]
Kafka escribe la frase final cuando la muchacha del servicio pasa por primera vez por la antesala. Junto a la cama intacta, estira el cuerpo ante la criada y dice: "He escrito hasta ahora". Luego entra temblando al cuarto de las hermanas".
(Jorge Mario Mejía, De la escritura parasitaria. Nietzsche, Kafka, Deleuze, Dostoievski, Editorial Universidad de Antioquia, Medellín, 1996, p. 56).
Se sabe que La condena es el relato que Kafka escribió de un tirón en una noche (22 al 23 de septiembre de 1912), un poco más de un mes después de haber conocido a Felice Bauer, a la que se lo dedica, y cuando todavía estaba en los momentos más exaltados de su seducción.
Luego también dirá:
"La condena es el fantasma de una noche" (Conversación entre Kafka y Gustav Janouch, Escritos de Franz Kafka sobre sus escritos, Anagrama, Barcelona, 1983, p. 29).
-III-

Joseph K y Leni (Anthony Perkins y Romy Schneider),, El proceso, director: Orson Welles.
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"Ahora me perteneces"


El proceso es la novela de Felice Bauer. Pero, entonces, ¿quién es Leni?
La extraña muchacha de los dedos de la mano empalmados por una membrana ha sido uno de esos misterios ocultos en la escritura de Kafka y tras el cual, críticos de todas la cataduras, han visto uno más de "esos" asuntos de sus perversos sentimientos sexuales, tanto con artificiosas interpretaciones psicoanalíticas, como con interpretaciones existenciales de filósofos y críticos literarios.
Cualquiera sea la posible solución de ese enigma, lo cierto es que se trata de una asombrosa aporía de la talla de las propuestas en los capítulos Ante la Ley y Un sueño. Sin embargo, como aquí se trata de un evidente asunto sexual y como El proceso es la novela del fallido matrimonio con Felice, es seguro que Leni es la encarnación de alguna otra de las muchachas con las que Kafka ensoñó realizar su retorcida sexualidad al tiempo que desataba el conflicto matrimonial con Felice:
"¿Tiene algún defecto físico?» «¿Un defecto físico?», preguntó K. «Sí», dijo Leni. "Yo tengo uno de esos pequeños defectos, mire." Separó los dedos medio y anular de su mano derecha, entre los que la piel que los unía llegaba casi hasta la articulación superior de los dedos pequeños. K. no advirtió inmediatamente en la oscuridad lo que ella le quería mostrar, y por eso ella le guió la mano para que lo palpase. "Vaya juego de la naturaleza", dijo K., y agregó después de haber contemplado toda la mano: «¡Qué hermosa garra!». Con una especie de orgullo, Leni miraba cómo K., asombrado, separaba y volvía a juntar una y otra vez los dos dedos, hasta que finalmente los besó fugazmente y los soltó. «¡Oh!», exclamó ella inmediatamente, «¡me ha besado!» Rápidamente, con la boca abierta, se puso de rodillas sobre el regazo de K., K. alzó, casi consternado, la vista hacia ella; ahora que la tenía tan cerca se desprendía de ella un olor amargo y excitante, como de pimienta; ella atrajo su cabeza hacia sí, se inclinó sobre él y le mordió y le besó el cuello, incluso le mordió su cabello. "¡Me ha cambiado!", gritaba de vez en cuando, «ve usted, me ha cambiado a pesar de todo». Entonces resbaló su rodilla, con un pequeño grito casi cayó sobre la alfombra; K. la abrazó para sostenerla y se vio arrastrado hacia ella. «Ahora me perteneces», dijo ella.
"Aquí tienes la llave de la casa, ven cuando quieras", fueron sus últimas palabras, y le dio todavía un beso a tientas en la espalda, mientras él se iba".
(Franz Kafka, El proceso, capítulo 10, El tío, edición crítica de Guillermo Sánchez Trujillo, Universidad Autónoma Latinoamericana, Medellín, 2005).

-IV-


Luis Scafati, ilustración para El castillo
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"[...] la escena erótica más hermosa" (Milan Kundera)


El castillo es la novela de Milena Jesenská. Ella es la mujer que más cerca estuvo de la intimidad sexual de Kafka, es la que casi logra que Kafka se abriera a la experiencia sexual y recibiera el acto de entrega sexual que una mujer le otorga. Fue un momento, porque fueron más poderosos sus miedos, tal y como lo confesará en la carta que más adelante trascribo y en la que relata los dos actos sexuales que experimentó con Milena en aquellos cuatro días memorables en Viena, el uno, consumado y feliz y el otro, fracasado y retorcido por la culpa.
Ese es el posible misterio que se desvela en esta escena de El castillo, en la que se funden y confunden ternura y temor, culpa y repugnancia, ese sentir el sexo como algo sucio y degradante y, a su vez, la inversión idealizada, que es el sentimiento que embarga a Kafka frente al sexo:
"Aún no había salido de la habitación, cuando Frieda apagó la luz y ya estaba al lado de K debajo del mostrador.
¡Amado mío! ¡Mi dulce amado! —susurró, pero ni siquiera rozó a K, como desvanecida de amor yacía sobre la espalda con los brazos extendidos; el tiempo no tenía límites para su dicha amorosa; y más que cantar, suspiraba alguna cancioncista. Luego se sobresaltó, pues K estaba sumido en sus pensamientos, y comenzó a arrastrarse hacia él como si fuera una niña:
Ven, aquí se asfixia uno.
Se abrazaron, el pequeño cuerpo ardía en las manos de K, rodaron sumidos en una inconsciencia de la que K intentó en vano liberarse; unos metros más allá chocaron con la puerta de Klamm provocan do un ruido sordo y allí yacieron sobre un charco de cerveza y rodeados de otra basura de la que el suelo estaba cubierto. Allí transcurrieron horas, horas de un aliento común, de latidos comunes, horas en las que K tuvo la sensación de perderse o de que estaba tan lejos en alguna tierra extraña como ningún otro hombre antes que él, una tierra en la que el aire no tenía nada del aire natal, en la que uno podía asfixiarse de nostalgia y ante cuyas disparatadas tentaciones no se podía hacer otra cosa que continuar, seguir perdiéndose. Y para él, al menos en un principio, no supuso ningún susto, sino un consolador amanecer, cuando alguien llamó a Frieda desde la habitación de Klamm con una voz profunda, entre indiferente y autoritaria.
Frieda —dijo K en el oído de Frieda y transmitió la llamada.
Con una obediencia innata Frieda quiso levantarse de un salto, pero entonces se acordó de dónde estaba, se estiró, rió en silencio y dijo:
No, no iré, nunca más iré con él.
(Franz Kafka, El castillo, Alianza, Madrid, 1996, pp. 51-52).
De las mujeres a las que Franz Kafka convirtió en motivo de seducción epistolar, fue Milena Jesenská la que más cerca estuvo de una verdadera relación íntima y sexual con él.
Si el impacto de una muchacha se refleja en la obra, el de Milena guarda proporción con el fracaso que representa: la literatura va a trasformar esta pérdida en un libro grandioso hasta en su no conclusión. Es, claro, El castillo. Kafka abraza su destino transfigurándolo. Sería inútil preguntarse si Milena es la Frieda de la novela, la “rubia insignificante”, un poco “ajada”, con la que el agrimensor rueda por el suelo en medio de charcos de cerveza y suciedad, y si hay que ver en esta profanación el anverso negro de las cartas. Lo decisivo es que Kafka haya extraído de Milena la fuerza erótica de esta escena –“la escena erótica más hermosa-, dice Milan Kundera, que se haya escrito” (Daniel Desmarquest, Kafka y las muchachas, Edaf, Madrid, 2003, p. 244).



-V-


Ilustración de Robert Crumb. Franz Kafka y Milena en el partque.
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"Tu seno desnudo"


"Tu rostro sobre el mío en el bosque, y tu rostro bajo el mío en el bosque, y mi cabeza que descansa sobre tu seno desnudo" (Diarios).
El momento que motiva esta anotación de Kafka en su diario, corresponde al cuarto de los cuatro días que, a partir del 30 de junio de 1920, pasó con Milena en Viena. Y corresponde a la excursión a un parque durante la cual vivieron una íntima actividad sexual en la que, y de manera excepcional, Kafka no fue abrumado por su miedo al sexo, pero, no por mucho tiempo:
"Entre el lecho de hierba en un claro del bosque y el lecho de la habitación, la diferencia es como del día a la noche -"un abismo, dice Kafka, que no puedo franquear, probablemente porque no quiero". En el bosque, el cuerpo de Milena se inscribe en la luz del mundo, amarlo es abrazar ese todo. La “media hora en la cama” que ella evocó un día en una carta, “con desprecio, como un relato masculino”, representa una prueba mucho más terrorífica" (Daniel Desmarquest, Kafka y las muchachas, Edaf, Madrid, 2003, p. 229).
Y como para Kafka sus cartas son el tribunal y el escenario en donde, además de sublimar su existencia, puede expresar con hermética sinceridad los más oscuros de sus miedos y pasiones. Esta es aquella célebre carta:
Franz Kafka, Cartas a Milena, 1920:
Lunes por la tarde
Sería un embustero si no dijera algo más que hoy, en la carta de la mañana. Sobre todo porque me dirijo a ti, ante quien puedo hablar con tanta libertad como ante nadie, pues nadie ha estado hasta ahora tan cerca de mí, tan a conciencia y a voluntad como tú, a pesar de todo, a pesar de todo. (Establece la distinción entre el gran A Pesar de Todo y el gran No Obstante.)
Las mejores cartas que me has escrito (y eso es mucho decir, pues tus cartas en totalidad son, casi línea por línea, lo mejor que haya ocurrido en mi vida) son aquéllas en las cuales justificas mi "miedo" y, al mismo tiempo, procuras explicarme que no debo sentirlo. Pero ocurre que también yo, aunque a veces parezca un sobornado defensor de mi "miedo", probablemente lo justifique en lo más hondo de mí. Es más: ese miedo es parte de mí y quizá sea lo mejor de mí. Y puesto que es lo mejor de mí, quizá sea también lo único que tú amas. Pues ¿qué cosa digna de amar puede encontrarse en mí? Mi miedo, en cambio, es digno de ser amado.
Y cuando una vez me preguntaste cómo podía decir que había pasado un sábado agradable, si tenía ese miedo en el corazón, no me pareció difícil explicártelo. Puesto que te amo (y te amo, pues, conceptualizadora mía; como el mar ama a un diminuto guijarro hundido en sus profundidades, de la misma manera le envuelve mi amor ... y ojalá yo sea también para ti ese guijarro, si el Cielo lo permite), amo el mundo entero y a ese mundo pertenece también tu hombro izquierdo, no, primero fue el derecho y por eso lo beso cuando quiero (y tú eres tan tierna como para apartar la blusa) y a ese mundo pertenece también tu hombro izquierdo y tu rostro sobre mí en el bosque y tu rostro bajo mí en el bosque y ese descansar sobre tu pecho casi desnudo. Y por eso tienes razón cuando dices que ya fuimos uno, y eso no me produce miedo alguno, es mi única dicha y mi único orgullo y no lo limito para nada al bosque.
Pero entre ese día-mundo y aquella "media hora en la cama" de la cual hablabas con tanto desprecio en una carta, definiéndola como cosa de hombres, existe para mí un abismo que no puedo franquear, probablemente porque no quiero. Allí hay un asunto de la noche, en todo sentido un asunto de la noche; aquí está el mundo y yo lo poseo y se supone que yo franquee el precipicio para penetrar en la noche y para apoderarme otra vez de ella. ¿Puede uno apoderarse otra vez de algo? ¿No equivale eso a perderlo? Aquí está el mundo, que yo poseo, y se pretende que yo franquee el abismo en nombre de un inquietante hechizo, un conjuro, una piedra filosofal, una alquimia, un anillo mágico. No quiero saber nada de eso, me inspira un miedo horrible.
¡'Tratar de atrapar en una noche, por medio de una hechicería, a toda prisa, jadeante, desvalido, poseído, tratar de atrapar por medio de una hechicería lo que cada día ofrece a los ojos abiertos! ("Quizá" no haya otra manera de engendrar hijos, "quizá" los hijos también sean un hechizo. Dejemos ese tema por ahora.) Por eso estoy tan agradecido (a ti y a todo) y por eso es, pues, samozrejmé (lógico y natural) que junto a ti me sienta absolutamente sereno y absolutamente inquieto, absolutamente coaccionado y absolutamente libre, razón por la cual, luego de haberlo comprendido, he renunciado a todo el resto de la vida. ¡Mírame a los ojos!
Por Frau K. me entero de que los libros han sido trasladados de la mesa de luz al escritorio. Tendría que habérseme consultado antes si estaba de acuerdo con el traslado. Y yo habría dicho: ¡no!
Y ahora agradéceme. Tengo ganas de escribir algo loco en estos últimos renglones (algo locamente celoso), pero he logrado reprimir ese deseo.
Y ahora basta, ahora cuéntame algo de Emilie.


***
Notas


1"En el que deben traslucirse los rastros -tenues pero no indescifrables- de la "previa" escritura de nuestro amigo" (Jorge Luis Borges, Ficciones).
2Marcel Reich-Ranicki, Siete precursores escritores del siglo XX, Galaxia Gutenberg/Círculo de Lectores, Barcelona, 2003 (307 p.), p. 211. De la conferencia, Sus besos escritos, en la cual se reafirma ese fascinante misterio femenino que para Kafka entrelazaba su vida con la literatura y que, el crítico polaco, Marcel Reich-Ranicki, pronunciara en Maguncia y Hamburgo en 1983, con motivo del centenario del nacimiento de Kafka y dedicada a la publicación del libro Cartas a Milena, que contiene la correspondencia completa, ordenada cronológicamente y con un apéndice con ocho cartas de Milena a Max Brod. Además, la nota necrológica escrita para Kafka y tres de las novelas por entregas, de Milena.
3Max Brod, Kafka, Alianza-EMECE, Madrid, 1982, p. 108.
4Daniel Demarquest, Kafka y las muchachas, Edaf, Madrid, 2003, pp. 67-70.
5La obra se publicó por primera vez en 1927 con el título América, un título escogido arbitrariamente por Max Brod; en una carta a Felice Bauer de 11 de noviembre de 1912, Kafka se refiere a la novela con la designación El desaparecido, así como en una anotación de su Diario de 31 de diciembre de 1914.
6Daniel Desmarquest, Kafka y las muchachas, Edaf, Madrid, 2003, p. 67.
7Daniel Desmarquest, Kafka y las muchachas, Edaf, Madrid, 2003, pp. 67 y 68.

Cartas Abelardinas – 10 Pietro Citati, charlando entre amigos sobre la y algunas novelas del siglo XIX

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