El
Bosco, Creación del mundo. Detalle de El Jardín de las Delicias.
Lector
Ludi No. 69
Iván
Rodrigo García Palacios
¿Son
la misma cosa hombres y mujeres?
"Más
del 99% del código genético de los hombres y las mujeres es
exactamente el mismo" Louann Brizendine 1.
1.
Cosmogonías y mitos
En
el principio no existían ni los dioses ni las diosas, sólo la
tierra, una Gran Madre de todo lo existente y dadora de vida, de cuyo
seno todo nace y todo retorna en un ciclo sin principio ni fin.
Los
hijos de esa Gran Madre eran sólo sus hijos, todos iguales ante ella
pero diferentes entre ellos, dueños de sí mismos y de sus cuerpos.
Cuerpos animados por "el espíritu", el hálito de La
Madre, ese hálito que ella comparte y con el cual anima, por igual,
la vida de todos sus hijos y de todo lo existente en la Naturaleza.
Y
los hombres, las mujeres, los niños, los animales, las plantas, el
agua, el aire, el fuego, la tierra y todas las cosas, vivían en
comunidades matriciales y solidarias en las que todos, por igual,
compartían el poder y las responsabilidades por el bienestar de
todos y cada uno de los miembros de la comunidad.
Pero,
un día, La Madre Tierra se secó y el hambre y las necesidades y el
dolor y el sufrimiento desesperaron a los hombres y a las mujeres y
ellos se revelaron contra La Madre Tierra e inventaron a los dioses 2
para que sometieran su poder y la obligaran a satisfacer su hambre y
sus necesidades y a mitigar su dolor y sus sufrimientos.
En aquel tiempo el hombre se miró y se
vio tan fuerte y poderoso frente a la débil y sumisa mujer, por lo
que decidió que él no podía ser hijo de esa Gran Madre Tierra que
se negaba a satisfacer sus necesidades y que era el momento de
invocar al Gran Padre para que ordenara de nuevo al mundo.
A
aquellos dioses se les asignó el poder de crear y de dominar todo lo
creado por la mediación de un poder patricial jerarquizado y
vertical de arriba hacia abajo, desde el más poderoso de los dioses
hasta la más débil de todas las criaturas: dioses, hombres,
mujeres, niños, animales, plantas, agua, aire, fuego, tierra.
Y
los hombres inventaron las cosmogonías y los mitos y las ideologías
con los cuales conservar y trasmitir la memoria de aquellos tiempos y
de los sucesos que los siguieron y, según la cual, aquellos dioses
se crearon y crearon todo de la nada y a cada dios, hombre, mujer,
niño, animal, planta y cosa sobre la tierra, le asignaron una alma
particular que los animara según su poder y la importancia de su
función. Y a los hombres les asignaron un alma sobrenatural y la
potestad de dominar y administrar al mundo según una discriminación
sobre la que fundarán las jerarquías del existir y de la que ellos
se designaron a sí mismos como a la excepción natural o la
excrecencia divina o sobrenatural.
...
y desde entonces, ya nada ni nadie, ni la Madre Tierra ni la vida ni
el mundo, fueron ni iguales ni sagrados. Desde la usurpación de los
dioses, lo sagrado se convirtió en impostura. A la hierofanía
original de la vida se la convirtió en historia 3.
2.
El motivo de las desigualdades
Fue
así como se introdujo en la cultura la mutación: de lo matricial a
lo patricial:
Matricial:
nacer desde un mundo natural, a un mundo natural y regresar a un
mundo natural para reiniciar el ciclo de la vida. Semilla animada por
la vida (bios) de la madre y la simiente (bios) del
padre.
Patricial:
Nacer desde un mundo sobrenatural, a un mundo natural, al cuerpo,
para luchar por el derecho de regresar al mundo sobrenatural por toda
la eternidad. Semilla o alma generada por el dios, la semilla a la
que se le infunde la simiente divina (bios, zoe y logos).
Se
necesita un motivo único, primitivo, simple, fuerte, poderoso,
profundo, etc., capaz de escindir en la conciencia la unidad
cuerpo-mente y de esa manera disociar, enajenar y alienar, la
conciencia y la visión de unidad, individual y colectiva, que los
Homo-Humanos tienen de sí mismos, del mundo, de su Ser y Estar, de
su consciente.
Un
motivo que, a su vez, es una aporía 4,
porque su solución tiene que ser afirmativa tanto si se niega como
si se afirma el postulado: todo lo creado ha sido creado por un
creador increado. Sobre ese motivo se construyó la cultura de la
humanidad, hasta ahora.
Ese
motivo es sencillo y común para todo y en particular para la
definición de sexo y género, porque así opera en la construcción
cultural del género en todo sentido: biológico, filosófico,
metafísico, ontológico, teológico, científico, antropológico,
sociológico, psicológico, etc.
A
partir de ese motivo se establece la disociación por géneros y no
por la división biológica de sexo, para así fundamentar las demás
operaciones dualistas de las diversas construcciones culturales.
He
ahí la consecuencia de la división en alma y materia, la dualidad.
La trampa del mito de Decartes 5:
o bien como la excrecencia divina o sobrenatural: cuerpo-alma, o bien
como la excepción humana 6:
cuerpo-mente, sujeto-objeto, etc.
Ahí
es donde se producen la esquizofrenia individual y colectiva (Del gr.
σχίζειν, escindir, y φρήν, inteligencia), al igual que
la paranoia (Del gr. παράνοια; de παρά, al lado,
contra, y νόος, espíritu).
Si
al cuerpo y a la mente se les impide desarrollarse adecuadamente en
la unidad de la conciencia: la percepción, la sensación y la
formación de las imágenes mentales del espacio y el tiempo en la
que han nacido y se les obliga a definirse e identificarse como
conceptos, antes que como sensaciones y sentimientos, se rompe la
continuidad del proceso de la conversión mental que se inicia con
las percepciones, las sensaciones y los sentimientos, para de ellos
formar los conceptos, se provoca la escisión de cuerpo y mente:
"Por ello, cuando la cultura sustituye la sensación y los sentimientos, como principios del sentido, del significado, para imponer el concepto, destruye el vínculo con la naturaleza y, lo que era real, deja de serlo para convertirse en idea, en representación, en abstracción, y el mundo deja de ser mundo sensorial y sensual, y es sustituido por el mundo artificial de la representación, de lo sensible, de lo abstracto, sin las originales conexiones y correspondencias con los estímulos y las sensaciones y, por lo tanto, sin conexiones ni correspondencias con la naturaleza del cuerpo, un Homo-Humano escindido, disociado y aterrorizado, es decir, esquizofrénico, porque se le ha escindido naturaleza de inteligencia y se le ha puesto contra un abismo insalvable y aterrador, se le ha convertido en paranoico. Así se forjan los guerreros y los esclavos (esquizofrenia y paranoia en sus etimologías griegas originales).Ese es el Homo-Humano, habitante de un mundo abstracto, sin conexiones ni correspondencias con el mundo natural, concreto, sensual, es como los monos de Hoffmann y Kafka" 7.
Ese
es el campo de batalla en el que se desgarran y destruyen mutuamente
el cuerpo, la materia corrupta (soma) y el aliento vital, la
vida (bios) y la existencia (zoe). Una herida ardiente
que supura ira e intenso dolor. El hombre es su propio enemigo:
guerrero o esclavo.
3.
Guerreros y esclavos
Para
escindir el cuerpo de la mente y forjar guerreros y esclavos, la
cultura ha desarrollado los motivos y mecanismos por medio de los
cuales se obliga al desarrollo intensivo de las áreas primitivas del
cerebro, aquellas donde están localizados y operan los instintos
básicos de supervivencia y reproducción, logrando así que se
privilegie el desarrollo de los comportamientos predadores o
subordinados. Predadores, son aquellos comportamientos por los cuales
el individuo ejerce el poder por medio de la fuerza y la violencia
para cumplir los imperativos evolutivos. Subordinados, son los
individuo que se someten al poder, la fuerza y la violencia, para
lograr su supervivencia y reproducción. Es así como el individuo
predador, macho o hembra, somete y domina a los individuos más
débiles, sin importar si se trata de machos, hembras, niños, todos
aquellos que manifiestan debilidad. Esto se sucede tanto entre los
Homo-Humanos como entre las demás especies animales, pues es un
mecanismo evolutivo.
En
los Homo-Humanos esos motivos y mecanismos biológicos son
desarrollados y condicionados por la cultura a partir del desarrollo
mismo del individuo desde que nace. Por medio de ellos se privilegia
el desarrollo de las áreas y mecanismos primitivos de la evolución
cerebral por sobre aquellos localizados en aquellas áreas y
mecanismos cerebrales evolucionados más recientemente y localizados
en la corteza cerebral. Es así como los instintos se imponen y
dominan por sobre los mecanismos cerebrales localizados en la
corteza, como lo son los deseos, las emociones, los sentimientos, la
imaginación, el pensamiento.
Sobre
la base de esos mecanismos evolutivos, genéticos y culturales, se
desarrollan y se pueden explicar las manifestaciones de la infinita
variedad de los comportamientos y de las expresiones de la conducta
de mujeres y hombres consigo mismos y con los otros, desde lo
saludable hasta lo patológico. Tales son los casos de la homofobia,
la misoginia, la xenofobia, para mencionar sólo tres que afectan
tanto a los individuos mismos como a las relaciones de mujeres y
hombres. Sobre ello es mucho lo que están descubriendo las
neurociencias.
El
primer mecanismo biológico y el más primitivo de ellos, es el del
miedo. Cada individuo tiene que competir para obtener la satisfacción
de sus necesidades primordiales, fisiológicas y emocionales y así
cumplir los imperativos evolutivos de supervivencia y reproducción.
Todo individuo recién nacido está en
dependencia absoluta de su madre o padres y, para que estos
satisfagan sus necesidades fundamentales, es obligado a manifestar
comportamientos de fortaleza y sumisión, los cuales se convertirán
en el fundamento de su conducta por el resto de su vida. El individuo
se sentirá, es decir, será y estará en su sí mismo y en el mundo,
tal y como se sintió cuando sus necesidades fundamentales fueron o
no satisfechas adecuadamente al momento de su crianza. Sentirá la
tranquilidad del bienestar o el dolor del miedo.
Los
otros y el mundo se perciben según el color con el que se los
siente: con alegría y tranquilidad o con ira e intenso dolor.
Es
a partir de todo esto que la cultura establece y refina los procesos
y medios a través de los cuales cada individuo se convierte en
guerrero o en esclavo, en un Homo-Humano saludable o patológico y,
por supuesto, en la infinidad de variaciones entre lo uno y lo otro.
En
el cerebro quedan marcados los circuitos neuronales genéticos,
epigenéticos y culturales, pero, gracias a la plasticidad del
cerebro y las neuronas, el resultado de ese proceso puede ser
trasformado, restaurado y reconfigurado.
4.
El orden de las cosas
Sobre
esa base se construyó el código de la dualidad que rige y
jerarquiza la cultura hasta ahora: cuerpo-alma, fuerte-débil,
superior-inferior, arriba-abajo, macho-hembra, hombre-mujer,
maculino-femenino, etc.
En
el orden natural de las cosas, el cuerpo y la mente están ordenados
sobre la base de un código 8:
las reacciones de atracción y rechazo y su memorización, fundamento
del mecanismo de la homeostasis que regula todo organismo por medio
de las reacciones que dan origen a otro código más complejo: sentir
placer y dolor, reconocerlos y memorizarlos, lo que, a su vez, es el
punto de partida de todos los códigos, cada vez más complejos, por
los que se ordenarán y manifestarán todas las acciones, actividades
y comportamientos de los organismos, desde la reacción metabólica,
pasando por los instintos, apetitos, deseos, emociones, sentimientos,
pensamientos, hasta el más elusivo anhelo, los cuales son la base de
la conciencia y de las expresiones humanas: sentir, recordar,
imaginar, pensar, anhelar, a partir de las cuales se ordenan y
expresan las extensiones que de sí mismo hace el Homo-Humano: su sí
mismo y la cultura: el consciente.
5. Conciencia y consciencia
Una cosa es sentir que se siente,
conciencia y otra, ser consciente de sentir y expresarlo. Sensaciones
y sentimientos, he ahí "el hilo" de los circuitos
neuronales que desde la percepción de un estímulo procesan la
reacción de las sensaciones que elaboran el sentimiento y las
imágenes mentales que finalmente, ya codificadas, producirán y
expresarán la imaginación y el pensamiento.
Es por ello que, antes de conocer y saber
qué soy y qué estoy en el espacio y en el tiempo, es necesario y
primero, sentir, es decir, que mi cerebro elabore las sensaciones y
sentimientos de ser y estar en el espacio y en el tiempo, sólo de
esa manera tendré conciencia y mi consciente podrá elaborar e
interpretar las imágenes adecuadas con las que se inventan las
medidas de todo lo posible.
Es en ese punto crítico, entre
conciencia y consciente, en el que se incrusta el motivo de la
dualidad.
6. Desmontando el motivo
En la medida en que la conciencia y la
visión del mundo de mujeres y hombres se rija por ese motivo
dualista, creacionismo, que las escinde, es imposible cualquier
análisis y, en consecuencia, será imposible desmontar su operación
en la cultura.
El asunto no es sólo purgar los
lenguajes de aquellas discriminaciones y desigualdades entre hombres
y mujeres o lo masculino y lo femenino, etc., sino purgar la cultura
de ese motivo dualista que divide la Naturaleza entre lo natural y lo
sobrenatural. Sólo es posible un único motivo: la Naturaleza es lo
que es y todo lo demás que se diga de ella son sólo conceptos
codificados sobre la base de lo que ella es y lo que se siente al Ser
y Estar en ella y los cuales son interpretados con los códigos que
se han inventado para expresarlos. Son esos códigos los que escinden
y dividen todas las cosas de la Naturaleza para su organización,
memorización, comprensión, conocimiento y manipulación.
La vida es otra expresión de la
Naturaleza, de la materia, una más de la infinidad de sus posibles
expresiones en el tiempo y en el espacio. La vida y la existencia de
cada Homo-Humano es única y exclusiva en su tiempo y su espacio,
"aquí y ahora" y de principio a fin, pero, para la cultura
que él inventa, cada vida y cada existencia tiene los mismos
derechos y deberes.
Y
eso debe ser lo sagrado, el entusiasmo de vivir en la plena actividad
que provoca placeres y dolores, pero que también provoca el jubilo
de la ausencia de dolor o placer, esa vida de la que emerge ese
anhelo de futuro que es el espíritu: el entusiasmo de extender las
manos hacia el universo.
1
Louann Brizendine, El cerebro femenino, RBA, Barcelona, 2007, p. 23.
La autora es médica, neurobiologa y neuropsiquiatra.
2 Francisco
Mora, El dios de cada uno, Alianza, Madrid, 2011. El autor es
neurobiologo.
3 Mircea
Eliade, El chamanismo y las técnicas arcaicas del éxtasis, Fondo
de Cultura Económica, México, 1986.
4
Diccionario RAE: Aporía
(Del griego: ἀπορία, dificultad de pasar). Filosofía: -
Enunciado que expresa o que contiene una inviabilidad de orden
racional. - Dificultad lógica insuperable de un
razonamiento o de su conclusión: Zenón de Elea propuso varias
aporías en defensa de las tesis de Parménides contra el
movimiento.
5
Gilbert Ryle, El concepto de lo mental: El mito de Descartes. La
doctrina oficial:
"Existe una doctrina sobre
la naturaleza y localización de lo mental que prevalece tanto entre
los teóricos y aun entre los legos que merece ser considerada la
doctrina oficial. La mayoría de los filósofos, psicólogos y
religiosos aceptan, con algunas reservas, sus tesis básicas y,
aunque les reconocen dificultades teóricas, suponen que ellas
pueden ser superadas sin que la arquitectura de la teoría cambie.
Se sostendrá aquí que los principios centrales de la doctrina son
incorrectos y se contradicen con lo que sabemos acerca de la mente
cuando no especulamos sobre ella.
La doctrina oficial, que procede
principalmente de Descartes, sostiene que, excepto en el caso de los
idiotas y de los recién nacidos, todo ser humano tiene un cuerpo y
una mente. Algunos preferirán decir que todo ser humano es un
cuerpo y una mente. El cuerpo y la mente están unidos, pero después
de la muerte del cuerpo la mente puede continuar existiendo y
funcionando.
El cuerpo humano está en el
espacio, sujeto a las leyes mecánicas que gobiernan a todos los
cuerpos espaciales, y sus procesos y estados pueden ser controlados
por observadores externos. De este modo, la vida corporal es algo
público, como lo es la vida de los animales y reptiles y aun el
desarrollo de los árboles, cristales minerales y planetas.
Pero la mente no se encuentra en
el espacio ni sus funciones están sujetas a leyes mecánicas. Las
operaciones de la mente no son observables y su desarrollo es
privado. Sólo yo puedo tener conocimiento directo de los estados y
procesos de mi propia mente. En consecuencia, toda persona vive dos
historias paralelas: una está formada por lo que le acaece a su
cuerpo y la otra por lo que le acaece a su mente. La primera es
pública; la segunda, privada. Los eventos que forman la primera
historia pertenecen al mundo físico; los de la segunda, al mundo
mental".
6 Jean-Marie
Schaeffer, El fin de la excepción humana, Fondo de Cultura
Económica, Buenos Aires, 2009, pp. 13:
“[...] desde hace por lo menos
un siglo y medio, sabemos, más allá de toda duda razonable, que
los humanos son -que nosotros somos- seres vivientes entre otros
seres vivientes (con todo lo que esto implica) y que la unidad de la
humanidad es la de una especie biológica. Por lo tanto, también
sabemos que la llegada a la existencia de la humanidad se inscribe
en la historia de lo viviente en un planeta de mediana dimensión de
“nuestro” sistema solar. Esta historia y su muy larga
prehistoria nos han formado, y en principio, y ante todo, somos uno
de los episodios de esta evolución que no es sólo nuestro pasado,
sino también nuestro presente y nuestro porvenir. Al mismo tiempo,
no podríamos separarnos del conjunto complejo e inestable de las
formas de vida que coexisten actualmente sobre la Tierra. Esta vida
no humana constituye mucho más que nuestro “entorno”: ella es
constitutiva de nuestro ser, que no es otra cosa que una de sus
encarnaciones pasajeras.
Sin
embargo, la concepción de la humanidad que sirve de ayuda a una
parte no desdeñable de aquellos que se proponen estudiar al ser
humano desde una perspectiva filosófica o en su dimensión social y
cultural opone una negativa categórica y radical a esa
comprobación. Ella afirma que el hombre constituye una excepción
entre los seres que pueblan la Tierra, incluso que constituye una
excepción entre los seres -o el ser- a secas. Esta excepción, nos
dice, se debería al hecho de que, en su esencia propiamente humana,
el hombre poseería una dimensión ontológica emergente, en virtud
de la cual trascendería a la vez la realidad de las otras formas de
vida y su propia “naturalidad”.
7
Ver: Iván Rodrigo García Palacios, Lector Ludi No. 68:
http://lectorludi.blogspot.com/
8 Para
explicarse la naturaleza de la Naturaleza y la naturaleza de su Ser
y Estar en el mundo, el Homo-Humano inventa los códigos con los
cuales ordenar, organizar, memorizar y asignar sentido a lo que
percibe y siente, en un proceso exponencial y ascendente de acuerdo
con la complejidad de cada materia a codificar.
Un código es la articulación
sistematizada de señales, signos o símbolos, arbitrarios con el
cual se representa un orden u ordenamiento de las cosas de acuerdo
con la asignación de sentido a la unidad de una materia y regido
por normas preestablecidas.
El conocimiento es la
codificación de los elementos y partes de una materia según un
código preestablecido.
El saber es la acumulación del
conocimiento codificado con un determinado código.
1 comentario:
Querido Ivancho :el andrógino primordial, como el Jano bifronte de la tradición romana, no eran "Uno que son dos". Mejor dicho: no eran la suma de las partes, como sugieren algunos exégetas. En realidad eran distintas manifestaciones de un solo ser capaz de asumir la existencia desde opciones diversas. De allí que en términos ontológicos la separación biológica entre hombre o mujer constituye apenas un ingenioso y divertido recurso para garantizar la propia continuidad.
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