Jacopo
Zucchi, Eros y Psique, 1588.
https://es.wikipedia.org/wiki/Psique_%28mitolog%C3%ADa%29#/media/File:Jacopo_Zucchi_-_Amor_and_Psyche.jpg
Lector
Ludi No. 84
Iván
Rodrigo García Placios
El
conocimiento es saber con sentimientos
Conocer
y saber. Mente, conciencia, memoria, recuerdos, imaginación,
pensamiento y anhelo. Los primeros y los segundos, son los enigmas o
misterios de la naturaleza que el Homo-Humano se empeña en resolver
como última frontera del conocimiento de su naturaleza y a fe que
las ciencias han alcanzado asombrosos logros, en particular, en
demostrar que esos son asuntos de la carne que han evolucionado con
la materia viva y que nada tienen de enigmáticos ni "misteriosos",
a no ser por superstición.
De
manera poética, se trata del mito de Eros y Psique elaborado por
Apuleyo en Las metamorfosis y al que Agustín de Ipona titulará como
El asno de Oro: ¿Cómo y por qué cuerpo y mente son una sola cosa?
¿Cuáles, cómo y por qué son los productos de esa unidad?
La
idea es escribir algo sobre esos asuntos a partir de uno de los mitos
más apasionantes de la antigüedad y en el que se unen aquellas
imágenes mitológicas con las que los antiguos griegos y helénicos
se expresaban y explicaban sus ideas sobre su propia naturaleza y las
formas como esa naturaleza se expresaba y conformaba a través del
sentir, del imaginar, del pensar, del compartir y del anhelar.
Mi
interpretación de este mito habla de la unidad del cuerpo deseante y
la mente curiosa y de los riesgos que atentan contra ese
enamoramiento. Antes, como ahora, el primer riesgo, la curiosidad de
Psique por contemplar la naturaleza de Eros, porque ese ha sido un
asunto enigmático y misterioso, porque es a partir del deseo que se
inicia y expresa el proceso mediante el cual la carne deseante se
hace mente pensante, pero, también, se corre el riesgo de que ese
pensamiento desprecie y rechace su origen carnal y, como castigo,
atente contra la naturaleza de su ser 1.
Y
otro asunto enigmático y misterioso ha sido el que, de ese
matrimonio de Eros y Psique, nace un hijo: Hedoné, Voluptas o
Placer, al que se le ha dedicado menos atención científica, que
curiosidad moral o artística.
En
fin, estos son temas desde los cuales denunciar la dualidad, la
excepcionalidad, esa que todavía pretende mantener vigente la
existencia de una alma y la dualidad cuerpo / alma y todas sus
consecuencias: la negación de que es el cuerpo, la materia de ese
cuerpo, el que, del sentir y del sentir que se siente, se hace deseo
y de ese deseo se hace el imaginar, el pensar, el anhelar ... la
unidad consustancial de Eros y Psique.
Pero,
antes, otro mito ...
En
su libro: Sentir lo que sucede, Antonio Damasio se refiere a la
curiosidad de Eva en el mito cristiano de la expulsión del paraíso
como la injusta causante de la condena del hombre y de la mujer a una
vida temporal de trabajos y sufrimientos sobre la tierra, cuando,
según lo implica, no se le debiera considerar como una culpa, sino
como un motivo de gratitud, pues es aquella acción la expresión
natural de la curiosidad, que en las mujeres es más imperativa, y
que es la que impulsa a la conciencia a descubrir y a dar sentido a
lo que se siente:
"Aunque no estimo
que la consciencia sea el pináculo de la evolución biológica, creo
que es un gran hito en la vasta historia de la vida. Incluso cuando
apelamos a la descarnada definición del diccionario -conocimiento
que el individuo tiene de sí mismo y sus cambios, y del medio que lo
rodea y sus transformaciones- nos es fácil imaginar por qué la
consciencia allanó el camino de la evolución humana hacia una nueva
categoría de creaciones imposibles sin ella: religión, organización
política y social, artes, ciencias y tecnología. Quizás aún más
trascendental sea el hecho de que la consciencia sea la función
biológica crítica que nos permite conocer la pena o la alegría, el
sufrimiento o el placer, vergüenza u orgullo, y también condolernos
por amores o vidas perdidas. Sufridos individualmente u observados en
el prójimo, el pathos y el deseo son subproductos de la
consciencia. No podríamos conocer ninguno de estos estados
personales si no tuviéramos consciencia. No culpes a Eva por saber;
culpa a la consciencia, y dale las gracias" (Antonio Damasio,
Sentir lo que sucede. Cuerpo y emoción en la fábrica de la
consciencia. Editorial Andrés Bello, Santiago de Chile, 2000, p.
20).
La
materia de un psiquismo naturalizado es la conciencia como la
describe Antonio Damasio, según la cita anterior, pues será esa
función biológica la que permita explorar y explicar la naturaleza
del ser humano, es decir, de cómo el animal pasa de sentir que
siente a pensar lo que siente sin perder para nada el espíritu, su
anhelo de futuro. Un Homo-Humano que hace la cultura, o sea, la
extensión de su cuerpo, pero, también, el medio por el cual
domestica su propia naturaleza y a la naturaleza 2.
***
Ahora,
una explicación necesaria. En uno y en otro mito, Psique y Eva, son
víctimas de los encantos de un Eros seductor que, tras los placeres
que les promete y proporciona, les oculta un gran castigo a su
curiosidad: la pérdida indefinida e irreparable del estado de gracia
o de éxtasis en el que se sentían hasta entonces.
En
otra interpretación de ambos mitos, se me ocurre que aquel estado de
gracia o éxtasis que afecta a Psique y Eva, es aquel en el que el
Homo-Humano accede al conocimiento pleno y placentero, pero
no-consciente, de su sí mismo, de los otros y del mundo. Y, porque
es sólo sentir, es inexpresable e indecible y por ello, también, se
pierde en el momento en el que se pretende asignarle sentido, sentido
que será apenas una sombra del conocimiento original y el que, a
partir de ese momento, se convertirá en el saber, mejor dicho, en la
organización, codificación, desarrollo y conservación sin final de
aquello a lo que se le ha asignado un sentido y para lo que se han
inventado los códigos.
Mejor
dicho, en el momento en el que el Homo-Humano le asigna un código a
su sensación, desarrolla la memoria y, a partir de la memoria, el
saber (también esoi que se llaman las creencias), que es lo que se
convierte en artefactos independientes que van a funcionar mediante
la combinación de memoria, sentimientos y códigos, es decir, de
aquello que se convierte en recuerdos que son los elementos
evolutivos de todo código o sistema de significación, eso que se
denomina conceptos y metáforas. En otras palabras, el saber son las
metáforas y conceptos que evolucionan por selección, es decir, por
la combinación, deliberada o al azar, provocada por los sentimientos
sobre los sentidos almacenados en la memoria y que de esa manera se
convierten en recuerdos, o sea, aquello que constituye nuestro saber
sobre nosotros mismos, sobre los otros y sobre la naturaleza. Ese
saber interior es el que se combina con el saber que, a su vez, "el
otro" expresa, comunica y comparte y que en esa expresión,
comunicación y congregación, se constituye en eso que se llama
cultura, que es el artefacto de los artefactos en el cual el saber se
desarrolla, evoluciona y muta, tal y como lo explican las teorías de
la evolución y la selección cultural 3.
***
Porque
por un lado, somos sentir y por el otro, ese sentir se codifica como
pensar y entre el sentir y el pensar están la mente y la conciencia
4.
Del sentir al pensar es el proceso mediante el cual, a partir de la
mente, se elabora y desarrolla la conciencia, esa conciencia que se
hace memoria y recuerdo de lo que se siente, lo que se conoce, lo que
se sabe, que es aquello que se ha codificado, que es lo que se
piensa, que es el saber, es decir, esa acumulación de información
que es el saber, el que, a medida que se almacena, se va trasformado,
cambiando, mutando y aumentando, porque en esos procesos se producen
otros saberes. Y como es imposible almacenar en el cerebro todo el
saber, ese que se produce por las relaciones, conexiones y
correspondencias con los otros y con la naturaleza, el Homo-Humano se
inventa aparatos cada vez más complejos y potentes para almacenar,
integrar y procesar esa información y así poder manejarla, usarla y
aprovecharla con la economía más eficiente posible a partir del
modelo y funcionamiento del cerebro y, en consecuencia, desarrollar
una cultura también más compleja, potente y extendida ... el límite
del espíritu, del anhelo, es el universo, el camino a las estrellas.
El
espíritu no es otra cosa que la expresión del sentimiento de la
máxima atracción: el anhelo de futuro, el mismo que expresa el
imperativo de la vida por perseverar, llámese conatus, como
lo llama Spinoza o llámese éxito reproductor como lo llama Michel
S. Gazzaniga o llámese el éxito de la especie como lo llaman otros
filósofos y científicos:
"El cerebro humano
es en verdad un extraño mecanismo, diseñado por la selección
natural con un propósito principal: tomar decisiones que favorezcan
el éxito reproductor" (Michael S. Gazzaniga, ¿Qué nos hace
humanos?, Paidós, Barcelona, 2008, p. 43).
***
El
conocer está en el cuerpo, el conocimiento en el sentir y el saber
en los códigos. Cuando se habla del sentir y de la sensación, no
sólo se refiere a aquello que el cuerpo percibe y siente con los
sentidos, sino también, y más complejo para el caso, a aquello que
el cuerpo percibe con las extensiones o las herramientas que se ha
inventado para percibir. De esta manera, se puede decir que el cuerpo
percibe y siente desde la partícula más ínfima de la materia,
hasta la inmensidad infinita del universo, pues el conocimiento y el
saber que de ello obtiene e inventa es real y concreto como reales y
concretos serán las imágenes y los conceptos que de ello elabore.
La
formación y el manejo de conceptos y la resolución de problemas se
hace en el código de acuerdo a las reglas del mismo código cuyo
funcionamiento se desarrolla en la mente y eso es lo que se comparte
con los otros. El código es externo, pero su funcionamiento es
interno, neural, tal y como lo están demostrando las actuales
neurociencias.
Las
neurociencias han demostrado que existen áreas y estructuras
cerebrales específicas para el desarrollo de las funciones
cognitivas superiores:
"Varios
científicos han sugerido que las capas supragranulares, y la red de
conexiones entre áreas corticales que forman, participan
intensamente en las funciones cognitivas superiores. Esta
participación consiste en vincular áreas motoras, sensoriales y de
asociación. Estas áreas reciben aferencias de sistemas sensoriales
de alto nivel, las interpretan a la luz de experiencias pasadas
semejantes, e intervienen en el razonamiento, el juicio, las
emociones, la verbalización de ideas y el almacenamiento de
recuerdos" (Michael S. Gazaniga, ¿Qué nos hace humanos?,
2008).
Pero
también han demostrado que son las relaciones y conexiones con los
otros y con las cosas, las que permiten el desarrollo del
conocimiento y la acumulación, aumento y perfeccionamiento del
saber.
Ya
Vygotski había considerado, mucho antes de las actuales
neurociencias, que se es inteligente al actuar con otros:
“[...]
lo que un niño puede hacer con ayuda es más indicativo de su
inteligencia que lo que puede hacer por sí mismo”.
Pero
este es otro asunto, el de las relaciones entre neurociencias y
psicología o, para decirlo de otra manera: el conocer está en el
cerebro; el conocimiento y el saber están en la cultura.
NOTAS
1Javier
Sampedro, Deconstruyendo a Darwin, Coda. "Para mí constituye
una grandiosa paradoja que buena parte del mundo científico
aceptara la teoría de Darwin para todo excepto para la evolución
de la sacrosanta mente humana, que de algún modo debía quedar a
salvo de la barbarie mecanicista de la selección natural. Porque si
hay un dispositivo biológico que apesta a adaptación darwiniana
por todos los poros, ése es precisamente la mente humana. Nuestra
consciencia, nuestra inteligencia y nuestra creatividad, en parte
heredadas de los primates, y en parte amplificadas en cadena por la
invención evolutiva del lenguaje, constituyen un caso escandaloso
de adaptación para el manejo casi instantáneo de informaciones muy
complejas sobre el mundo y sobre los demás individuos, una
habilidad que sin duda ha resultado crucial en el pasado de nuestro
linaje. Nada en la consciencia humana tiene sentido si no es a la
luz de la adaptación darwiniana por selección natural. Y el efecto
Baldwin constituye una poderosísima herramienta a su servicio. Una
herramienta tan eficaz como el lamarckismo, pero que no escapa de
las fronteras del darwinismo ortodoxo. Me complace que este libro
haya resultado al final tan poco dogmático. Y ahora perdónenme,
que he quedado para tocar la guitarra".
2
Yuval Noah Harari, De animales a dioses. Breve historia de la
humanidad: "Hace 70.000 años, Homo sapiens era todavía un
animal insignificante que se ocupaba de sus propias cosas en un
rincón de África. En los milenios siguientes se transformó en el
amo de todo el planeta y en el terror del ecosistema. Hoy en día
está a punto de convertirse en un dios, a punto de adquirir no solo
la eterna juventud, sino las capacidades divinas de la creación y
la destrucción".
3
Luigi Luca Cavalli Sforza, La evolución cultural, Anagrama,
Barcelona, 2007.
4
Para una explicación sobre la mente y la conciencia, remito a las
obras de Antonio Damasio y Gerald M. Edelman, entre otros
neurocientíficos. Así como los filósofos: Michael S. Gazaniga, El
pasado de la mente (Editorial Andrés Bello, Barcelona, 1999),
Daniel, Dennett (1995), La peligrosa idea de Darwin, edición
española de Galaxia Gutenberg (1999).
También, leer: Carlos
J. Blanco Martín, La naturalización del psiquismo. Estudio
crítico, revista A parte Rei, No. 21:
http://serbal.pntic.mec.es/~cmunoz11/natura.pdf
1 comentario:
Querido Ivancho : siempre me ha obsesionado el profundo sentido de la palabra intuición : es como si nos remitiera a un conocimiento anterior a nosotros mismos ( una presciencia). Y ya sabemos que la intuición tiene una relación intrínseca con los sentimientos y las emociones.
Así las cosas, el saber resulta no tan " racional", si nos atenemos al sentido más prosaico de esta última palabra.
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